La vida de Antonio Moro , pintor de Utrech

Biografía desde

Karel van Mander , Schilder-boeck

 



La sed de honores y ganancias, son a menudo las causas que deciden la elección de la carrera artística.
Es muy raro que un joven siente sus disposiciones naturales, sin ser guiado por el ejemplo de los honores de todo tipo que cosechan los artistas de moda, así fue con Antonio Moro.

Testigo de la fama de Jan Scorel, el pintor canónigo de Utrecht, quiso ponerse bajo la dirección de este artista, dando prueba de la más extraordinaria aplicación, para convertirse a su vez en un maestro, en lo que tuvo pleno éxito, ya que fue retratista del natural del mayor mérito.

En 1552, Moro estaba en la corte de Madrid y pintó el retrato del rey Felipe 
(Al menos 3 #recortado,#,#,# de su mano), gracias a la protección del cardenal Granvelle , que le había hecho admitir al servicio del emperador.

Primero fue enviado a Portugal para pintar el retrato de la princesa, prometida del rey Felipe 
(María Manuela de Portugal. Tradicionalmente se asoció esta obra por descarte, # , pero no es M.Manuela ), las del rey Juan (Juan III de Portugal) y la reina (Catalina de Austria)  , hermana menor de emperador, estas tres obras le fueron pagadas en seiscientos ducados, además de su pensión, y también recibió espléndidos regalos. Le ofrecieron un cadena de oro de mil florines, y fue tratado como un rey.

Los grandes personajes le venían en masa para que los pintara, y cada uno de sus retratos se pagaban por cien ducados, o precio proporcional a la fortuna del modelo. También recibió varias cadenas de oro.

En la corte de Carlos V estuvo muy ocupado, y por orden del Emperador viajó a Inglaterra para pintar a la Reina María, la segunda esposa del rey Felipe, un retrato por el que le pagaron cien libras esterlinas, más una cadena de oro, independientemente de su salario anual de cien libras. Se le hizo copiar varias veces la cabeza de la reina
(Atribuidas a la mano de Moro al menos 2 #, #) , que era una mujer muy hermosa, con miras a ofrecer estas reproducciones a personajes de la corte, a los miembros de la Orden (Del Toisón de Oro) y a Granvelle (Concertó la boda de Felipe y la Tudor, pero principalmente fue el azote de los protestantes en Flandes). El emperador pagó doscientos florines por la copia que recibió. (Éste último párrafo, es al que se aferra el Isabella Stewart museum para decir que el suyo es el original #, y el del Prado la copia. Pero la rigidez, y casi el rictus de la cara, malogran esa obra, que los expertos ni la creen de mano directa de Moro. Mientras que el del Prado, logra cierta candidez, a la vez que majestuosidad en el posado,  que suaviza a una mujer con poca belleza, en una especie de retrato psicológico. Algo digno de un maestro del retrato. Hago notar la inquina del término "muy hermosa", la tudor llamada "María la sanguinaria" por su intento de derogar la reforma anglicana. Sería necesaria toda una recensión sobre el bajo valor que alcanzó la libra esterlina con la Tudor, respecto del florín Neerlandés, con lo que parece querer afianzar la puya lanzada de que Moro timó a Felipe, además de colarle la copia)

Se dice, que Moro llevó a Bruselas un retrato para el cardenal, y que éste encargó al pintor que lo ofreciera, en su nombre, al emperador. "Ya no tengo casa, -dijo el soberano-, le dejé todo a mi hijo." El pintor, sin dejarle su obra, volvió al cardenal, quien le dijo: "Déjamela a mí". Yendo al emperador, elogió mucho el trabajo del artista y la belleza del modelo y terminó preguntando qué se le había dado al pintor. -"Nada"-, dijo el Emperador, quien preguntó al mismo tiempo, qué debía pagarse. -"Mil florines o trescientos ducados"-, dijo el cardenal. El Emperador entonces, le ordenó que arreglara las cosas en eso. Si lo que se informa es correcto, habría sucedido un año y medio después del regreso del pintor de España.

Tras la conclusión de la paz entre España y Francia, Moro, con el favor del rey Felipe lo acompaño a España,  y realizó allí el retrato del rey y el de muchos grandes personajes.

Estaba con el soberano en una relación de intimidad,  un día en que el rey lo golpeó familiarmente en el hombro, Moro le replicó de manera parecida. Mucha liberalidad al caso, pues no es aconsejable jugar con los leones.
También esta cercanía podría haberle costado cara al pintor, si no hubiera sido advertido en secreto, por la amistad de un señor de la corte, que la inquisición comenzó a moverse por su presencia con el rey, y lo que el pintor pudiera sugerirle acerca de los asuntos en los Países Bajos, y que corría un gran riesgo de ser arrestado.
(Puede ser otro episodio escrito sin fundamento de la leyenda negra, en la que van Mander, se embarra completamente en esta vida)

Tomando un pretexto, Moro regresó a los Países Bajos, con permiso  formal dado, y prometiendo volver.

El rey, tan apegado a su pintor como admirador de su talento, hizo súplicas apremiantes para recuperarlo, mientras que Moro encontraba pretextos para evadir las solicitudes, hasta el día en que el duque de Alba, habiendo asumido el gobierno de los Países Bajos, consideró oportuno guardar las cartas recordatorias, y poner al pintor a su servicio.

Moro le pintó entonces, en Bruselas, el retrato de todas sus amantes.
El rey había dado a los hijos del pintor ricos presentes y les prestó importantes cargos, como el de canonjía y otros.
También el duque de Alba, habiendo preguntado por la familia de Moro, éste le hizo saber que tenía una hija cuyo marido era un hombre de gran saber. El duque le dio la recaudación del Oeste de Flandes, lo que le proporcionó unos buenos ingresos y le permitió vivir en gran medida.

Lo vimos a veces en Bruselas, a la cabeza, y escoltado por varios jinetes. En definitiva, Moro resplandeció de éxito gracias a su arte.

Se dice que cuando el duque de Alba lo trajo de Utrecht a Bruselas, quemó todos sus caballetes y descartó muchas de sus obras.
(Insistimos en el tufo del "se dice")

Sabía expresarse, tenía modales distinguidos, y honorables. Había estado en Italia y Roma en su juventud.
Además de sus retratos #,# , pintó otros lienzos, en particular una Resurrección de Cristo  con dos ángeles, y los apóstoles San Pedro y San Pablo,
(Toma de Vasari la cita de la obra) todos bien ejecutados y coloreados, pues poseía el arte de encantar la vista, acercándose tanto a la naturaleza, que era una cosa maravillosa.

Copió
(Copias registradas de maestros como origen, la Danae de Madrid, la de Mengs, y ésta que dice de Moro. Se las supone, una en la colección Wellington # y la otra en Viena #) , para el rey, la Dánae de Tiziano de manera excelente, y varias cosas mas.

Cuando le sobrevino la muerte, estaba trabajando en una Circuncisión para La Iglesia de Notre-Dame de Amberes, una obra que prometía ser una maravilla.

No fue sin dificultad que pude obtener toda esta información, porque los hijos de Moro no querían darme nada, aunque me dirigí a ellos de la manera más cortés. Al parecer no les preocupa la memoria de su padre, por lo que yo no puedo decir sobre la muerte del artista, pero si que deja para la posteridad, un nombre imperecedero.
(En el Apéndice, van Mander agrega):
Antonio Moro murió en Amberes a la edad de cincuenta y seis años, un año antes de la Furia Francesa.
(Seguramente quiso decir "Furia Española" término del saqueo de 1577. En aquellos tiempos, todos hubieran entendido el guiño critico guasón que desprende toda la biografía de Moro, también en el remate.)


Leer nota de Moro en Jan Scorel 
Leer nota de Moro en Hubert Holtz

Leer nota de Moro en Joachim Beuckelaer

 



 

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