La Curva
El profesor Romagnani lo había vaticinado. Este momento llegaría.
Estaba escrito en sus libros; a uno de los mejores virólogos del
mundo no se le podía escapar el enorme riesgo que suponía para la
humanidad la propagación de un virus silencioso que atacaba el
sistema respiratorio.
Un mes antes de
que ninguna autoridad tomase decisiones había decidido confinarse en
su casa de la Toscana, con su enorme biblioteca, haciendo acopio de
fuerzas para enfrentarse al enemigo. Había cancelado todas sus
conferencias.
Toda la vida
esperando un momento así y el enemigo decidió hacer acto de
presencia a sus 81 años, recién cumplidos. Romagnani sabía que de
alguna manera se le estaba interpelando. Las autoridades no
tardarían en llamar a su puerta. El virus no tardaría en mirarle a
los ojos.
Lo primero era organizar la resistencia.
Al frente de la misma estaría su mejor discípulo en la Universidad
de la Sapienza: Andrea Cristiani; todavía recordaba a ese alumno
brillante e inquieto que preguntaba en clase como si quisiera
encontrar una ultima razón. Había dirigido a muchos doctores en sus
tesis, pero si alguien podía dirigir la operación era Andrea. Cuando
llamase el Presidente sabía a quién iba a recomendar.
Lo segundo era avisar a la población,
convencerla para que luche en nuestro lado, persuadir a todos de la
importancia de su papel en este enfrentamiento. Este era un asunto
de los políticos, pero era muy importante que actuaran con arreglo
al manual. Las decisiones por adoptar eran durísimas, sin
precedentes, pero todo el mundo debía estar concienciado.
En su libro “La Humanidad contra las
Pandemias” estaban perfectamente descritas las fases por las que la
sociedad debía pasar: la negación de la gravedad era muy importante
que fuese una fase corta en el tiempo, los casos empezarán a
acumularse, pero nadie quiere ver la realidad, estaremos en la fase
de crecimiento de la curva. Aminorar el crecimiento depende de la
longitud de la negación.
Alcanzar el pico
de la curva debe ser un anhelo social. Llegar a ese punto que marque
la peor de las situaciones. Ver lo peor nos debe animar porque a
partir de ahí todo puede mejorar. Todo es un espejismo. En este
momento el virus habrá destrozado nuestras primeras defensas, las
bajas se contarán por millares, el sistema sanitario estará en
shock. Aparecerá la ira social. Se intentarán deslegitimar las
decisiones políticas. Es importante resistir en esta fase
agarrándonos a un futuro mejor.
La curva deberá
aplanarse. La sociedad luchará por doblegarla. Alcanzado este punto
veremos con espanto la magnitud del problema, haremos recuento de
daños; estabilizada la curva intentaremos negociar cuales son las
perdidas asumibles, los modos de salir del problema. Empezaremos a
pensar en el día de después.
Una fase de
estabilización larga sumirá a la sociedad en la depresión. Todos
tendremos bajas. La incertidumbre pintará de negro nuestras
expectativas, nuestras esperanzas habrán sido derrotadas. Nada será
igual. Solo nos quedará el pasado.
Al final, la
sociedad saldrá a la calle, sin fuerzas, sin ganas, aceptando su
derrota. Habremos desescalado la curva. Y los niños volverán a
jugar.
Post scriptum: Andrea Cristiani fue
nombrado por el Presidente de la República para dirigir el comité
científico contra el COVID-19 hasta que él mismo enfermó por el
virus, en ese momento el Presidente llamó al Palacio del Quirinale
al profesor Romagnani para que se hiciese cargo de las operaciones.
El profesor, consciente de su responsabilidad, preparó un pequeño
equipaje, tomó el manual y puso en marcha su coche para dirigirse a
palacio. Nunca llegó. Su coche se salió de la carretera en una
curva.