MORALIA) XIII
S O B R E L A M Ú S IC A
(P S E U D O PLUTA RCO )
FR A G M E N T O S
SOBRE LA MÚSICA
(Personajes del diálogo: Onesícrates, Soterico y Lisias)
1. La mujer de Foción, el virtuoso, solía decir que su
adorno eran las hazañas militares de su marido. Yo, por mi
parte, considero no sólo mi propio adorno, sino también
común a todos mis amigos, la afición de mi maestro por la
discusión filosófica. Sabemos, en efecto, que los éxitos más
brillantes de los generales sólo son motivo de salvación de
peligros inmediatos para unos pocos soldados, para una sola
ciudad o, como máximo, para una sola nación, pero nunca
hacen mejores ni a los soldados ni a los ciudadanos ni a los
que pertenecen a una misma nación. En cambio, la educación,
que es la esencia de la felicidad y la causa del buen
consejo, se puede encontrar que es útil no sólo para una familia, para una ciudad o para una nación, sino para todo el
género humano. Así, en tanto en cuanto el beneficio de la
educación es mejor que todas las hazañas militares, en esa
medida también es digno ocuparse de ella.
expertos en música; estaban Sotérico de Alejandría y Lisias,
uno de los que recibían una pensión de él. Después de
reacia al tiempo, más o menos preciso, en el que se supone que tuvieron
lugar las conversaciones convivales. Sobre la forma literaria del simposio,
realizadas las ceremonias usuales dijo: «Amigos, no es apropiado
ahora, en un banquete, investigar las causas de la voz
humana, pues eso es una investigación que necesita un tiempo
libre más sobrio. Pero, desde que los mejores gramáticos
definen el sonido como: “aire que ha sido golpeado perceptible
al oído”, y que ayer, casualmente, nos ocupábamos de
la gramática como un arte adecuado para reproducir los somismos
indican
sonidos con letras y guardarlos para el recuerdo, veamos
cuál es, después de ésta, la segunda ciencia concerniente al
sonido. Yo pienso que es la música. Pues es un acto piadoso
y de gran importancia para los hombres cantar himnos a los
dioses que les han concedido a ellos solos la voz articulada.
Esto también lo señaló Homero en aquellos versos en
los que dice:
Todo el día aplacaban al dios con cantos y danzas, e
entonando un hermoso peón, los hijos de los aqueos,
celebrando al Arquero; éste, al oírlos, se alegraba en su
[ánimo].
¡Ea!, oh iniciados en la música, recordad a vuestros compañeros
quién fue el primero que la utilizó y qué innovaciones
aportó el tiempo para su desarrollo y quiénes de los
que practicaron la ciencia de la música llegaron a ser famosos;
y, sobre todo, para cuántos y para qué clase de fines es
útil practicarla». Esto dijo el maestro.
3. Lisias, tomando la palabra dijo: «Planteas una pregunta,
querido Onesícrates, que ha sido investigada por muchos.
La mayoría de los seguidores de Platón y los mejores filósofos del Perípato se ocuparon en escribir tratados
sobre la música antigua y sobre su corrupción. Pero también,
entre los gramáticos y los harmónicos, los que más
alto han llegado en su educación, han dedicado un gran esfuerzo
a este tema. La discrepancia, ciertamente, entre los
autores es grande. Heraclides en su Catálogo de músicos
famosos, dice que el canto con la cítara y la composición citaródica
los practicó el primero Anfión, el hijo de Zeus y de
Antíope, que tuvo como maestro evidentemente a su padre.
Esto está atestiguado por la inscripción conservada en
Sición, la cual le proporciona los nombres de las sacerdotisas
de Argos, los poetas y los músicos. Por el mismo tiempo,
Lino de Eubea componía cantos fúnebres, Antes de Antedón,
de Beocia, himnos, y Piero de Pieria, sus poemas
sobre las Musas, mientras que Fílamón de Delfos narraba
con música los peregrinajes de Leto y el nacimiento de
Artemis y de Apolo, y fue el primero en organizar coros en
Anfión es un nombre legendario en Grecia. Hijo de Zeus y Antíope,
y hermano gemelo de Zeto, reinó con éste en Tebas, a la que rodearon con
una muralla. Mientras Zeto transportaba las piedras cargándoselas a la espalda,
Anfión se limitaba a atraérselas a los sones de su lira; así, !a muralla
de Tebas fue construida con siete puertas, debido a las siete cuerdas de la
lira de Anfión.
Hermes
tomo al santuario de Delfos23. Dice que Támiris24, de origen
tracio, cantaba de forma más melodiosa y más armonio- b
sa entre todos sus contemporáneos, hasta tal punto que, según
dicen los poetas, se presentó a un concurso con las
Musas; y se cuenta que compuso un poema sobre la guerra
de los Titanes contra los dioses. Y estaba también el antiguo
23 Todos estos personajes (Lino, Antes, Piero, Filamón) son completamente
míticos y se agrupan aquí juntos como poetas devotos de los dioses,
a los que dedican sus cantos y, como Anfión, pertenecen a épocas
muy remotas. Cf. n. 19. De Antes y Piero prácticamente sólo sabemos lo
que aquí se dice. De Filamón de Delfos sólo sabemos (Pausanias, DC 7,
2) que fue vencedor en Delfos, en los Juegos Píticos, y que se le atribuye
un hijo de nombre Támiris. A su vez, el mito conoce al menos dos héroes
con el nombre de Piero, y del país de Pieria, en Tracia, deriva uno de los
nombres de las Musas, Piérides. Por su parte, Lino, poeta-músico de trenos
y, según una leyenda, hijo de Apolo y la argiva Psámate, sería el creador
de la lira de tres cuerdas, o que añadió una cuarta cuerda (líchanos o
lichanós) a la lira (cf. n. 103), tras romper sus cuerdas su padre Apolo
(D io d o r o S íc u lo , III 59, 6, 2-3). Existen varias leyendas sobre personajes
míticos llamados Lino, por lo que no se sabe si este Lino es el que fue
muerto por Apolo (Pau san ia s, IX 29, 6-9) y cuyo duelo se extendió por
todo el mundo bárbaro; por él se dio el nombre a una canción especial, que
Homero recoge en su descripción del escudo de Aquiles (Riada XVTII
569-570), en el que Hefesto labró a un niño tocando la cítara y cantando el
canto de Lino. El mismo P a u s a n ia s termina diciendo (IX 29, 9) que este
Lino que dice ser hijo de Anfimaro, no hizo versos o, si los hizo, no pasaron
a la posteridad.
24 Frente a los poetas anteriores, Támiris (o Támiras) pretendió con su
arte vencer a las Musas, que, irritadas, lo dejaron lisiado y lo privaron del
divino canto y del arte de tañer la lira (Homero, [liada Π 594-600). Támiris
habría añadido (Diodoro Sículo, III 59, 6, 3-4) las cuerdas o notas
hypáte y parhypâtë (cf. n. 103), y para otros sería el inventor del modo dorio.
En la segunda pintura de un edificio en Delfos (Pausanias, X 30, 6),
consagrado por los cnidios, Polignoto lo pintó ciego, de aspecto lamentable,
con una gran cabellera y mucha barba. La lira está tirada a sus pies,
sus brazos están rotos y las cuerdas desgarradas. En Excerpta ex Nicomacho,
loe. cit. en n. 28, se dice que Orfeo fue maestro de Támiris y Lino.
46 PSEUDO PLUTARCO
músico Demódoco de Corcira, que compuso poemas sobre
la destrucción de Troya y sobre la boda de Afrodita y Hefesto,
mientras que Femio de ítaca los compuso sobre la
vuelta de Troya de los compañeros de Agamenón25. El texto
de los poemas antes citados no carecía de ritmo26 ni de medida,
sino que era como el de Estesícoro27 y el de los anti-
25 Un cantor épico, un aedo ciego como Homero, de nombre Demódoco,
vivía en el palacio de Alcinoo, rey de los feacios. Homero lo cita varias
veces (Odisea VIII, 4 4 ss. y XIII 289). En el trono amícleo está representado
un coro de bailarines feacios y Demódoco cantando, según cuenta
P a u s a n ia s , III 1 8 , 11. También se llamaba Demódoco el cantor a quien
Agamenón, rey de Argos y Micenas, confió a su esposa, al marchar a Troya,
y al que ella, por influjo de Egisto, desterró en una isla. Sería también
hermano de Femio, de ascendencia espartana. Igualmente Homero cita varias
veces (Odisea I 1 5 4 , 337; XVII 263 y XXII 331) a un cantor épico, de
nombre Femio, que vive en el palacio de Ulises en ítaca, y a quien el
héroe le habría encargado a su esposa Penélope, con la que habría venido
desde Esparta. La existencia de una épica prehomérica era ya defendida en
la Antigüedad (cf. A r is tó t e le s , Poética IV, 28-29, 1448b y C ic e rón ,
Bruto 71, 3-6), basándose, en estos cantores citados por Homero.
26 Griego lelyménë, «libre», «suelta». Cf. nuestro «Música y métrica...
».
27 Nacido en Himera, Sicilia, en el año 632/29 a. C. Su mención aquí
puede ser debida al uso frecuente y variado que hizo del tema épico en sus
poemas, a veces de gran extensión, y en los que se nota la presencia de
elementos homéricos, así como el uso muy frecuente de estructuras métricas
de tipos fundamentalmente dactilicos, que acompañaba naturalmente
de música. Sobre Estesícoro y sus innovaciones musicales se puede consultar
ahora el reciente y sugestivo trabajo de A. Barker, «La musica di
Stesicoro», Quaderni urbinati di cultura classica 67, 1, vol. 96 S.C.
(2001), 7-20, en el que, entre otras cosas, habla de Estesícoro como citaredo
de la lírica monódica, no coral, y sugiere que lo que hacía este poeta
era cantar para un coro de danzantes, que no cantaban, a la manera de los
hiporquemas.
SOBRE LA MÚSICA 47
guos poetas líricos, que componían versos épicos y a éstos
les añadían música. Y afirmaba Heraclides que Terpandro28, c
que era un compositor de nomos citaródicos29, ponía música,
apropiada a cada nomo, a los hexámetros compuestos
28 Nacido en Antisa (Lesbos), es eí primer poeta-músico, no mítico, de
Grecia. Según la leyenda, tras ser muerto Orfeo por las ménades tracias, su
lira, arrojada al mar, llegó a Antisa y unos pescadores la entregaron a Terpandro
(cf. Excerpta ex Nicomacho, c. 1, p. 29 M, en MSG, Jan, pág.
266). Nacido a finales del siglo vm a. C. (Helanico lo sitúa en tiempos
de Midas y Fanias dice que es más joven que Arquíloco, según testimonio de
Ateneo, XIV 635e = FGH 1,“, 4F, Fr. 85b, Jacoby), pasó gran parte
de su vida en Esparta, en donde, en los años 676 y 673 venció en las Fiestas
Carneas (cf. n. 69). Se le atribuye la reconciliación por medio de sus cantos
entre facciones rivales en Esparta, que habían pedido su mediación (cf.
Suda, s. V. meta Lésbion óidón, convertido en proverbio [cf. n. 313]; y Fi-
LODEMO, De musica, págs. 18 y 86, Kemkk = págs. 40-42 y 180-182, Van
Krevelen). Entre los espartanos era considerado el primero entre los aedos
y el músico por excelencia, aunque también los éforos espartanos «le
quitaron la cítara y la colgaron en la pared porque le había añadido una
cuerda más» de las autorizadas (Plutarco, Antiguas costumbres de los
espartanos [23 8C]). Se le atribuyen varias invenciones en el campo de la
música, como el paso de la lira de cuatro a siete cuerdas (cf. cap. 28, 1140
F; Plinio, Hist. nat. VII 204; y Ateneo, XIV 37, 635d-e), asi como la invención
del bárbitos, una variedad de la lira, más estrecha y más larga,
instrumento muy usado por los poetas de la escuela de Lesbos (cf. η. 67),
invención atribuida también a Anacreonte de Teos (Ateneo, IV 77, 24-25,
175e), de la misma escuela. De todas formas, el paso de la lira o cítara de
cuatro a siete cuerdas debe ser anterior al mismo Terpandro, como lo atestigua
la figura en el sarcófago de Hagia Tríada tocando una lira de siete
cuerdas. Sobre el arte musical de Terpandro y Esparta, cf. Suda, s. v. metá
Lésbion óidón, y A. Gostoli, «Terpandro e la funzione etico-politica deíla
musica nella cultura spartana del sec. vu A. C.», en B. Gentili y R. Pretagostini
(dirs.), La musica in Grecia, Roma-Bari, 1988, págs. 231-237.
29 Entre los griegos los himnos religiosos, de origen popular y antiguo,
estaban sometidos a unas leyes (nómoi), que les imponían una forma artística
literaria y musical muy elevada, y que, por ello, no permitía cambios.
P la t ó n , Leyes III 700b, recoge esta prohibición griega de introducir cambios
en las canciones dedicadas a los dioses, que tendría un paralelo en
48 PSEUDO PLUTARCO
por él y a los de Homero, y los cantaba en los concursos.
Dice que éste fue el primero en dar nombre a los nomos citaródicos,
y que como Terpandro, Clonas30, el primero en
componer nomos aulódicos y cantos procesionales31, fue un
una costumbre semejante entre los egipcios (ibid. VII 799b). Este tipo de
canciones, por ello, fueron llamadas nómoi. Entre ellas existían varias categorías,
que recibían un nombre distinto según fueran acompañados de la
cítara (o lira) o del aulo (en adelante transcribiremos el griego autos por
«aulo», plural «aulos», nunca por flauta, ya que el aulo era más parecido al
moderno oboe, con doble lengüeta): 1) El nomo citaródico, el tipo más antiguo,
inventado por Terpandro en el siglo vn a. C. (cf. n. 28), era cantado
por un solista, acompañado de la cítara; 2) el nomo aulódico, inventado
por Polimnesto en el siglo vi a. C., era también un canto de solista, acompañado
del aulo; 3) el nomo aulético era una melodía tocada sólo con el
aulo. Sácadas ganó el primer premio en el año 586 en los Juegos Píticos
con el más famoso de estos nomos auléticos, el Nomo Pítico (cf. n. 83); y
4) El nomo citarístico, melodía tocada sólo con la cítara, era conocido ya
en el siglo vn a. C. y aceptado en los certámenes musicales de los Juegos
Píticos en el año 558 a. C. Todos estos nomos solían recibir un sobrenombre
relacionado con la divinidad (Apolo Pítico) a la que se dirigían, o por
el lugar (eolio, beocio), por el contenido (de duelo) o el músico (Terpandro,
Cepión), que lo inventó. Finalmente Proclo, Chrestomathia 34 y 44,
Severyns, define el nomo, entre las composiciones líricas dirigidas a los
dioses, como un canto al dios Apolo. Cf. más adelante, cap. 4, 1132D y
cap. 6, 1133B-C.
30 Poco más de lo que se dice en este tratado se sabe de este auleta y
compositor del siglo vn a. C., posterior a Terpandro y más joven que Arquíloco
(cf. n. 47). Nació, según la tradición arcadla, en Tegea, en el Peloponeso,
y según la tradición beocia, en Tebas. Cf. más adelante, cap. 5,
1I33A.
31 Griego prosóidia, cantos a los dioses de carácter solemne, que eran
interpretados por un coro con acompañamiento de aulo (Proclo, Chrestomathia
34 y 40, Severyns), con movimientos rítmicos, durante las procesiones
religiosas en dirección a los templos o altares de los dioses. Los
nomos aulódicos, como indica su nombre, eran canciones, no solos musicales,
acompañadas del aulo.
SOBRE LA MÚSICA 49
poeta de versos elegiacos y épicos32; y que Polimnesto de
Colofón33, que vivió después de éste, empleó las mismas
formas poéticas.
4. Los nomos usados por estos poetas34, querido Onesí- d
crates, eran aulódicos: Apóthetos35, Élegoi36, Kômârchios37,
Schoiníón38, Kepíón39, *** y Trimeres40. Más tarde se inventaron
los llamados Cantos de Polimnesto*1. Los nomos citaródicos
fueron compuestos no mucho tiempo antes que los
32 Las dos formas más antiguas de la poesía griega.
33 Prácticamente se sabe de este compositor de nomos aulódicos lo que
se dice en este tratado. Cf. más adelante cap. 6, 1133C; cap. 10, 1134D;
cap. 12, 1135C; y cap. 29, 1141B; y P ausanias, I 14, 4, que sólo lo cita
como fuente y nada más.
34 Seguramente Clonas y Polimnesto compositores de nomos, que no
tienen nada que ver con los Polymnesteia, «cantos de Polimnesto», de
creación posterior y de contenido indecente y lascivo, que se mencionan a
continuación. Cf. Aristófanes, Caballeros 1287, que menciona el arte de
Polimnesto, al hablar de un músico disoluto y depravado, de nombre Arífrades.
35 «Tenido en secreto», «reservado», pero nada se sabe de su forma o
carácter. Citado también por Pólux, IV 79.
36 «De duelo».
37 «Del jefe de los kômoi», fiestas con cantos y bailes de grupos de
personas por las calles.
38 Genitivo plural de sehoiníon, diminutivo de schoînos, «junco»,
«cuerda» de junco.
39 Posiblemente, como en otros casos, toma el nombre de su inventor,
en este caso Cepión, discípulo de Terpandro. Cf. más adelante, en cap. 6,
1133C, y n. 66. El texto está corrupto en este pasaje y no se lee ei nombre
del siguiente nomo. Ziegler, con dudas, acepta Deíos.
40 Griego Trimerés o, como leen la mayoría de los editores modernos,
Trimelés, «de tres partes», o «de tres modos» en cada una de las estrofas
del nomo, esto es, en modo dorio, frigio y lidio, como se dice más adelante,
en el cap. 8, 1134B.
41 Cf. n. 33 y cap. 5, 1133A.
50 PSEUDO PLUTARCO
aulódicos, en tiempos de Terpandro42; así fue él quien dio
primero nombre a los citaródicos, llamándolos: Beodo y
Eolio, Troqueo, Agudo, de Cepión y de Terpandro43, y también
el del canto cuádruple44. Terpandro compuso también
preludios citaródicos en hexámetros. Que los antiguos nomos
citaródicos fueron compuestos en hexámetos, lo demostró
Timoteo45: cantaba, en efecto, sus primeros nomos
42 Cf. n. 28.
43 Para todos estos nombres, cf. lo dicho sobre los nomos en n. 29.
44 Griego Tetraoidion.
45 Nacido en Mileto el año 450 a. C. y muerto en Atenas el 360 a. C.,
fije un gran citaredo, conocido como uno de los grandes poetas del llamado
Nuevo Ditirambo, al que también pertenecían poetas como Melanípides,
Cinesias, su maestro Frinis y Filóxeno (cf. nn, 63, 113 y 130), Quizá
fue el que más lejos llegó en las innovaciones propuestas por este grupo en
el terreno musical, por lo que fue muy criticado. En general, Platón, Leyes
III, 700d-701c, lanzó una crítica demoledora contra los compositores,
que él llama «jefes de la ilegalidad antimusical», causantes, por las mezclas
y cambios introducidos en el arte poético-musical, de las malas costumbres
reinantes, tanto sociales como religiosas, autores entre los que se
encontraban, sin lugar a dudas, los poetas del Nuevo Ditirambo. A Timoteo
se le atribuye el haber añadido la cuerda once a la lira (Excerpta ex Nicomacho,
c. 4, p. 35 M, en MSG Jan, pág. 274), y quizá también la doce
(cf. más adelante cap. 30, 11 4 1ΕΊ142A), el haber cambiado el género enarmónico
por el cromático, el desarrollo de los solos en los cantos, así como
la invención de los apolelyména (aismata), «cantos libres», sin responsión
estrófica (como los nomos citaródicos de Timoteo, dice Hefestión,
De poematis III 3). Eurípides, que siguió, en parte, las innovaciones propuestas
por este grupo, fue amigo y colaborador de Timoteo. Los espartanos
lo condenaron al exilio y uno de sus éforos, como hicieron también
con Frinis (cf. n. 63), cortó las cuerdas de su lira, por exceder del número
canónico de siete (Plut., Ant. cost, de los espart. [Moralia 238C-D], y
Agis 10 y n. 28). Sin embargo, gozó de gran reputación y fue alabado por
Aristóteles (Metafísica I 9, 993b 15-16); cf. n. 63. Se conservan algunos
fragmentos de sus obras, pero la más famosa es su nomo Los persas, del
que quedan unos 253 versos. Timotheos. Die Per ser, Leipzig, 1903. Sobre
el ditirambo, cf. n. 109.
SOBRE LA MÚSICA 51
en hexámetros, mientras que mezclaba en ellos la dicción e
ditirámbica, para que no pareciese, de pronto, que violaba
las leyes de la música antigua. Parece que Terpandro se distinguió
en el arte citaródico, pues está recogido en una inscripción
que venció cuatro veces seguidas en los juegos Píticos.
Por el tiempo en que vivió es muy antiguo: así, Glauco
de Italia46 en un libro Sobre los antiguos poetas y músicos
señala que él es más antiguo que Arquíloco47, pues dice que
Terpandro fue el segundo tras los primeros compositores de
canciones para aulo.
5. Alejandro48, en su Libro sobre Frigia, ha dicho que
Olimpo49 fue el primero en introducir la música instrumen-
46 Gramático nacido en Regio, Magna Grecia, entre los siglos v-iv
a. C., es, además, uno de los primeros musicógrafos griegos. Es autor de
una obra perdida Sobre loa poetas y músicos antiguos. Se sabe (Diógenrs
Laercio, VIII 52, IX 38) que trató a Empédocles y fue contemporáneo de
Demócrito. Su obra fue, al parecer, muy conocida y usada por los autores
griegos posteriores.
47 Nacido en la isla de Paros e hijo de Telesicles y una esclava de
nombre Enipo, en el siglo vu a. C., es el primer gran poeta lírico, del que
nos ha llegado parte de su obra, aunque de forma fragmentaria. En la Antigüedad
fue admirado junto a Homero y considerado el fundador del género
yámbico. Su importante papel en el campo de la música y la métrica
está recogido en este tratado en el cap. 28 ( 1140F-1141B).
48 Cornelio Alejandro, nacido en Mileto hacia el año 100 a. C., recibió
el nombre de Polyhistor, «muy sabio», por su gran erudición histórica.
Como gramático perteneció a la escuela de Pérgamo. Llevado como esclavo
a Roma y liberado por Sila, recibió la ciudadanía romana. Fue mediador
en Occidente de la historia de Oriente y su obra fue muy empleada en
la Antigüedad grecoromana. Los fragmentos de sus obras están recogidos
en FHG, Müller. Éste es el fr. 52 del vol. III, pág. 233. Su mención aquí
ha hecho pensar (Lasserre) que la redacción de la compilación de su obra
utilizada directa o indirectamente por el Pseudo Plutarco se sitúa entre el
50 a. C y el 50 d. C. El mismo Plutarco menciona en Compendio de
Historian Paralelas griegas y romanas 40 (Moralia 315F), el libro III de
52 PSEUDO PLUTARCO
tal50 entre los griegos, aunque también lo hicieron los
F Dáctilos Ideos5i. Que el primero que tocó el aulo fue Hiagsu
Historia de Italia, y sólo su nombre en Cuestiones romanas 104 (Moralia
289A) en relación con el por qué se llama a Dioniso (Baco) Liber Pater,
«por Dioniso Eleuthereús», de Eleutheraí, en Beocia.
49 Nombre de varios músicos-poetas de origen misio-frigio. La Suda
recoge a tres músicos distintos con este nombre. El primero, de Misia, en
Asia Menor, hijo de Meón y discípulo de Marsias, era auleta y compositor
de cantos y elegías. Jefe de la música instrumental con el aulo (cf. n. sig.),
habría dado su nombre al monte Olimpo. Anteriormente (s. v. xynaulia) la
misma Suda dice que este Olimpo, auleta, desdichado por la música, es el
descubridor del arte de tocar el aulo (synauleîn) y compositor en Frigia de
nomos auléticos y frenéticos. Del segundo Olimpo sólo nos dice que fue
compositor de nomos citaródicos, mientras que del tercero, el llamado el
Joven, escribe únicamente que es frigio y que nació en época de Midas,
hijo de Gordias, rey de Frigia (siglo vm-vri a. C.). Con frecuencia las
fuentes lo confunden con el primero. En cualquier caso, a un músico de
nombre Olimpo se le atribuyen en Grecia, entre otros inventos aquí mencionados,
el del género enarmónico (cf. Aristoxeno en el cap. 11, 1134F y
n. 101), es considerado como el introductor de elementos musicales microasiáticos
en la música griega y, en general, como el fundador de la música
griega.
50 Así traducimos el término griego kroúmata (de kroúd, «golpear»),
que significa, en principio, «golpes dados con un plectro sobre un instrumento
de cuerda», «punteos», pero posteriormente se usó, a veces, para
nombrar sonidos de instrumentos musicales, en general, y, por tanto, también
por aulemata, «sonidos de un auló», como explica P l u t a r c o , en
Charlas de sobrem. II 4 (Moralia 63 8C), tomando la denominación de la
lira, e incluso los producidos por una trompeta (P ó l u x , IV 8 4 , 7 ). Cf.
nuestro artículo «Banquete, vino y teoría musical en Plutarco».
51 «Los Dáctilos del Ida», adivinos, magos y artesanos de los metales,
seguidores de la Gran Diosa, Cibele-Rea, se consideran originarios de Frigia,
pero también de Creta, donde había también un monte Ida. Heracles,
entre otros héroes antiguos, seria uno de ellos, y se les asocia a los Curetes
(P a u s a n ia s , IX, 19, 5; 27, 8; y V 7, 2), a los que Rea entregó la custodia
del niño Zeus. Su madre, la Ninfa Anquíala, los hizo surgir empuñando
tierra con ambas manos en la cueva del Dicte (A po l o n io R o d io , 111 28-
1131). Su número varía según las fuentes y va desde tres a cincuenta y
dos. Se les asimila también, entre otros, a los Coribantes y Cabiros, sacerSOBRE
LA MÚSICA 53
nis52, después su hijo Marsias53, y después Olimpo. Y que
Terpandro imitó los hexámetros de Homero y las melodías
de Orfeo54; a su vez Orfeo parece que no imitó a nadie, pues
dotes igualmente de origen posiblemente frigio, relacionados con el culto
de la diosa Rea y del dios Dioniso. Cf. Der Kleine Pauly, s. v. Daktyloi
Idaioi y Kureten.
52 Figura mítica procedente de Celenas, en Frigia, al que se le atribuye
la invención del aulo, que habría introducido en Grecia. En el Marmor Parium,
10, Ja c o b y , se le atribuye, además, el haber tocado con él el modo
frigio y otros nomos a la Madre (Cibele), a Dioniso y a Pan.
53 Se le atribuyen padres diversos, entre ellos Hiagnis y Olimpo. De
origen frigio, de Celenas, era en un principio un dios de los ríos y las fuentes,
del círculo de la diosa Cibele. Según la leyenda habría introducido el
aulo y el arte aulética en Grecia. Sería el inventor del doble auló y el inventor
del aire del auló en el culto a la diosa Madre (P a u s a n ia s , X 3 0 , 9 ).
Los griegos lo representaron como un sátiro o sileno. Para explicar los
ataques en Atenas, en el siglo v a. C., a los avances de la música del aulo,
se cuenta otra leyenda (P l u t a r c o , Sobre el refrenamiento de la ira 6
[Moralia 456B-C]), según ía cual sería la diosa Atenea la inventora de este
instrumento, pero que, al tocarlo, vio en el agua su rostro deformado, arrojando
entonces el instrumento, que lleg ó hasta Frigia, donde lo encontró
Marsias. La diosa, se nos cuenta (P a u s a n ia s , I 24, 1), golpeó al sileno
Marsias por haber recogido el instrumento que ella había arrojado. En relación
a esa misma oposición en Grecia en el arte entre lo genuinamente
griego y las influencias extranjeras, otras fuentes (cf.-D io d o r o S ic u l o , III
59, 2-5) nos hablan de la derrota sufrida por Marsias y su auló a manos de
Apolo y su cítara: cómo el dios, tras derrotarlo, lo colgó de un árbol y cómo,
aún vivo, le quitó la piel. De la sangre de Marsias o de las lágrimas de
sus compañeros sátiros y ninfas nacería el río Marsias (Ovidio, Metamorfosis
VI 391 ss., y P ausan ia s, X 30, 9). La leyenda, sin embargo, se suaviza
(D io d o r o S íc u l o , III 59, 5-6), diciendo que Apolo se arrepiente de
lo que ha hecho con Marsias y destruye las cuerdas de su cítara y la harmonía.
54 El más famoso de los músicos míticos griegos. De origen tracio, era
hijo de Eagro (o de Apolo; cf. P ín d a r o , Píticas IV 313) y la Musa Calíope
(o Polimnia). Habría recibido su lira directamente de Apolo, con la que
era capaz de encantar a los animales, e, incluso, a los árboles y las piedras.
Se le atribuye, entre otros descubrimientos, haber añadido la cuerda hypâtë
54 PSEUDO PLUTARCO
no había nadie excepto los compositores de canciones can-
Π33Α tadas con aulo. Y a éstos en nada se parece la obra de Orfeo.
Y Clonas55, el compositor de nomos aulódicos, que nació
poco después de Terpandro, según dicen los arcadios, era de
Tegea, y según los beocios, de Tebas. Después de Terpandro
y Clonas se transmite que vivió Arquíloco56. Algunos
otros escritores afirman que Árdalo de Trecén57 compuso
música para ser cantada con aulo antes que Clonas y que
(cf. n. 103) a la lira, tras haber roto Apolo las cuerdas de su lira (D io d o r o
S íc u l o , ÍII 59, 6, 3). Animó con su música a los argonautas en su viaje a
la Cólquide. Se le atribuye la fundación de los misterios órficos y de los
misterios dionisíacos (A p o l o d o r o , I 3, 2). Polignoto lo pintó, en un edificio
consagrado por los cnidios en Delfos, sentado con su lira en la mano
izquierda, de aspecto griego, y ni su vestido ni lo que le cubre la cabeza
son tracios (P a u s a n ia s , X 30, 6). Según una leyenda muy conocida (cf.,
por ej., A p o l o d o r o , loe. cit.; V ir g il io , Geórgicas IV 453-528; y O v id io ,
Metamorfosis X 1-105, XI 1-66) Orfeo, a la muerte de su esposa Euridice,
mordida por una serpiente, descendió al Hades para rescatarla. Persuadió,
cantando al son de las cuerdas de su lira, a Plutón para que la dejara volver
con él a la tierra, pero el dios de los Infiernos accedió a condición de que
Orfeo no volviera atrás sus ojos hasta salir de los valles del Averno, pero
él, volviéndose, desobedeció y miró a su mujer, que, desgraciada, tuvo que
retornar abajo. Se dice que Orfeo murió despedazado por las ménades tracias
y fue enterrado cerca de Pieria; su cuerpo, cortado en piezas, fue arrojado
junto con su lira al mar. La lira y su cabeza llegaron a Antisa, en Lesbos,
donde se muestra su tumba. Su lira fue encontrada por unos pescadores,
que la entregaron a Terpandro, cf. n. 28 y F. M o l in a , «Orfeo músico»,
Cuadernos de Filología Clásica 7 (1997), 287-305.
55 Cf. n. 30.
56 Cf. n. 47.
57 Poco sabemos de este personaje, posiblemente mítico. P a u s a n ia s ,
II 31, 3, dice que fue hijo de Hefesio y que consagró un santuario a las
Musas, en el ágora de Trecén; que se cree que inventó el aulo y a las Musas
las llaman por él Ardálidas. P l in io , Historia natural VII 56, 204, escribe:
cum tibiis canere voce Troeziiis Ardalus, «Ardalo de Trecén instituyó
el canto con acompañamiento de flautas».
SOBRE LA MÚSICA 55
hubo también un compositor llamado Polimnesto, hijo de
Meles de Colofón, que compuso los Nomos de Polimnesto58.
De Clonas los autores de inscripciones recuerdan que
compuso el Nomo Apóthetos y el Nomo de los JuncosS9. A b
Polimnesto lo mencionan también Píndaro60 y Alemán61,
poetas líricos. Y algunos de los nomos citaródicos compuestos
por Terpandro dicen que son obra del antiguo Filamón
de Delfos62.
6. En resumen, la citarodia según Terpandro y hasta la
época de Frinis63 continuó siendo muy simple, pues no esta-
58 Serían distintos de los llamados Polymnesteia, «cantos de Polimnesto
». Cf. nn. 33 y 34.
59 Cf. nn. 35 y 38. Debe de tratarse del mismo autor de nombre Clonas
(cf, n, 30). Posiblemente la inscripción es la misma citada anteriormente,
esculpida en piedra por un devoto en Sición, cf. n. 20.
60 Célebre poeta griego de la lírica coral, nacido cerca de Tebas, 522 a
446 a. C. Fue autor de himnos, peanes, ditirambos, cantos procesionales,
partenios, hiporquemas, encomios y trenos, de los que nos han llegado algunos
fragmentos, y sobre todo, sus Epinicios, en los que canta a los vencedores
en los cuatro famosos certámenes atléticos de Grecia, Olímpicos,
Píticos, ístmicos y Ñemeos. Sin embargo, nada nos ha llegado de su actividad
musical, en la que, al parecer, era conservador y muy seguidor de las
formas y modos tradicionales.
61 Poeta lírico, nacido posiblemente en Sardes, de Lidia en Asia Menor,
en el siglo vii a. C. Desarrolló su actividad musical y poética en Esparta,
donde fundó el estilo de la canción coral, en el que se mezclaban
voz, música y danza. Compuso himnos, himeneos, hiporquemas, peanes,
escolios y partenios, de los que sólo nos han llegado algunos fragmentos.
62 Cf. n. 23.
63 Nacido en Mitilene, isla de Lesbos, hacia el año 475 a. C., comenzó
su carrera musical como aulodo, pero, según la Suda, se pasó al arte de la
cítara, bajo la enseñanzas de un famoso citarista de nombre Aristoclides,
ganando en esta nueva profesión el primer premio en las fiestas atenienses
de las Panateneas del año 446 a. C. (cf. n. 82). Se le considera el jefe de
los poetas pertenecientes al llamado Nuevo Ditirambo, grandes innovadores
en el arte musical del siglo v a. C. Maestro de Timoteo, se le atribuye
56 PSEUDO PLUTARCO
ba permitido en época antigua componer canciones para cítara
como ahora64 ni cambiar los modos y los ritmos, pues
en los nomos, para cada uno, se respetaba la afinación proc
pia. Por esto precisamente llevaban este sobrenombre: se los
llamó nomos, porque no estaba permitido desviarse del tipo
de afinación establecido para cada uno65. Pues, después de
haber cumplido sus deberes religiosos con los dioses, de la
manera que querían, pasaban en seguida a la poesía de Homero
y de los otros autores. Esto se ve claramente por los
preludios de Terpandro. También la cítara tomó su forma
por primera vez en tiempos de Cepión66, discípulo de Terpandro
y se la llamó asiática67 por haberla usado los citareel
desarrollo del arte de la citarodia y la lira de nueve cuerdas, hecho que
le valió la enemistad de los éforos espartanos, que le propusieron cortar las
dos cuerdas de abajo o las de arriba de su lira (P lu t a r c o , Moralia 84A,
220C; y Agis 10). Nada nos queda de su obra. Cf. P ó lu x , IV 66, y P r o c
l o , Chrestomathia 46 S e v e r y n s . A pesar de ser criticado por la comedia
contemporánea (cf. cap. 30, 1141F), fue tenido en gran estima. Así, A r istó
t e l e s, (Metafísica I 9, 993bl5-16) escribe: «Si Timoteo no hubiera
existido, no hubiéramos tenido tantas composiciones musicales, pero si
Frinis no hubiera existido, tampoco hubiera existido Timoteo». Cf. n. 45.
64 Hemos de pensar en la época del autor o autores, a cuya obra se remontan,
en último caso, las noticias que nos facilita aquí el Pseudo Plutarco
sobre los músicos griegos antiguos, es decir el siglo rv a. C. Cf. n. 17.
65 El nombre de nomo traduce el griego nomos, un tipo de canción, pero,
en principio, «ley», «costumbre», Cf. n. 29. Sobre los cambios en la
música griega cf. n. 171.
66 P ó l u x , IV 65, dice que el nomo llamado Képión, se llamaba así por
un discípulo favorito de Terpandro, aunque probablemente sea una invención
del comentarista, para explicar el nombre del nomo así llamado. Cf.
nn. 29 y 39.
67 Posiblemente se refiera a la variedad de lira llamada bárbitos, más
estrecha y larga que la lira, de cuerdas más largas y, por ello, de alcance
tonal más bajo. Era un instrumento empleado principalmente por los poetas
de la escuela de Lesbos, como Terpandro, Safo y Alceo. Una versión
parecida del descubrimiento de esta clase de lira asiática se encuentra en
D u r i s , Fr. 8 1 , Ja c o b y (FGH, II A 7 6 , pág. 1 5 6 ), prácticamente con las
SOBRE LA MÚSICA 57
dos de Lesbos, que vivían cerca de Asia. Y afirman que Periclito68,
que era lesbio de nacimiento, fue el últimocitaredo
que venció en las fiestas Carneas de Esparta69. Tras su
muerte, llegó a su fin para los lesbios la ininterrumpida tradición
citaródica. Algunos, erróneamente, piensan que Hi- d
ponacte70 vivió en la misma época que Terpandro, pero es
evidente que Periclito es más antiguo que Hiponacte.
7. Después que hemos dado a conocer a la vez los antiguos
nomos aulódicos y citaródicos, vamos a examinar los
auléticos. Se dice, en efecto, que Olimpo, mencionado antemismas
palabras que aquí. Del grato sonido de una cítara asiática habla
Eurípides, Ciclope 443-444. Cf. n. 28.
68 De este citaredo sólo se sabe lo que aquí se dice.
69 Fiestas celebradas primitivamente en honor de un dios de la fertilidad,
Kárneios, durante nueve días en la primera mitad del mes llamado
también Kárneios (= Metageitnión, segundo mes del calendario ateniense,
agosto / septiembre), cf. Tu c íd id e s , V 54. Muy extendidas en el Peloponeso
y en otros territorios dorios (Argos, Cos, Tera, Cirene), fueron pronto
asimiladas por el culto a Apoio Carneo. En ellas tenían lugar un banquete
y una carrera de persecución, relacionada con el mundo del vino, que terminaba,
primitivamente, con la muerte de un carnero (kárnos). Más noticias
sobre estas fiestas en M. P. N il s so n , Geschichte der griechischen Religion,
I, Munich, págs. 531-533. Según recoge A t e n e o , XIV 37, 23-28,
635e-f, las primeras competiciones musicales relacionadas con estas fiestas
tuvieron lugar en la Olimpiada XXVI (676-673 a. C.), en las que Terpandro
fue el primer vencedor. Cf. n. 28.
70 Yambógrafo, que vivió en Efeso y Clazómenas en la segunda mitad
del siglo vi a. C. Fue muy popular en Atenas durante el siglo v a. C. Sólo
nos han llegado pequeños fragmentos de sus obras, pero su influencia parece
que fue importante en autores como Ananio, Fénice de Colofón y, sobre
todo, en el mimógrafo Herodas. Sobre su contemporaneidad con Terpandro
es claro que no concuerda con la época en la que vivieron ambos
poetas; cf. n. 28.
58 PSEUDO PLUTARCO
riormente71, que era un auleta de la escuela de Frigia, compuso
un nomo aulético en honor de Apolo, llamado Policéfalo.
Y afirman que este Olimpo es descendiente del primer
Olimpo, discípulo de Marsias, y compositor de nomos en
E honor de los dioses; éste, en efecto, que fue favorito de Marsias
y que aprendió de él el arte de tocar el aulo, introdujo
en Grecia los nomos musicales72, que todavía hoy usan los
griegos en las fiestas de los dioses. Otros aseguran que el
Nomo Policéfalo es obra de Crates73, que fue discípulo
de Olimpo. Prátinas74, en cambio, dice que este nomo es de
Olimpo, el Joven.
71 Cf., en n. 49, todo lo referente a los músicos misío-frigios de nombre
Olimpo. El nomo Policéfalo, «De muchas cabezas», atribuido también
a Atenea y relacionado con el llamado nomo Pítico (cf. n. 83), se llamaba
así por imitar los silbidos de muchas serpientes en las cabezas de las Gorgonas,
que se lamentaban de la decapitación de su hermana Medusa por
Perseo (cf. P in d a r o , Píticas XII 6-8: «con el arte que antaño Palas Atenea
inventó cuando el triste lamento tejió de las atrevidas Gorgonas» (trad. A.
O r t e g a ).
72 Cf. cap. 11, 1134F y η. 53.
73 Autor desconocido.
74 Poeta y dramaturgo del siglo vi-v a. C., nacido en Fliunte, en el Peloponeso,
contemporáneo de Esquilo y Quérilo, con los que compitió en
las representaciones de tragedias. Según la Suda escribió cincuenta obras
dramáticas, de las que treinta y dos eran piezas satíricas, género por él inventado.
Consiguó una victoria. Se sabe que en 467 Aristias representó
una tetralogía suya y A t e n e o , XIV 8, 1-22, 617c-f, nos ha conservado un
fragmento de veinte versos de un hiporquema, composición en honor de
Apolo, que era interpretada acompañada de danza y música (L u c ia n o ,
Salt. 16, 1-7). La danza misma se llamaba hiporquema. Se acompañaba, al
principio, de la forminge, y más tarde del aulo y la cítara o lira. P ó l u x , IV
82, 2-3, dice que el aulo dactilico era empleado en el hiporquema, aunque
algunos piensan que era sólo un tipo de melodía.
SOBRE LA MÚSICA 59
El llamado Nomo del carro75 se dice que lo compuso el
primer Olimpo, el discípulo de Marsias. Algunos afirman
que Marsias se llamaba Mases, y otros que no, que Marsias,
y que era hijo de Hiagnis, el inventor primero del arte de tocar
el aulo. Que es de Olimpo el Nomo del Carro se puede f
aprender por el libro de Glauco sobre los poetas antiguos76,
y también se puede conocer que Estesícoro de Hímera no
imitó ni a Orfeo ni a Terpandro ni a Arquíloco ni a Taletas77,
sino a Olimpo, haciendo uso del Nomo del Carro y del
ritmo dactilico, que algunos dicen que deriva del Nomo Ordo
™. Algunos otros afirman que este nomo fue inventado
75 Griego harmáteios, adj. de hárma, «carro». Se trataba de un nomo
aulético, en un registro bastante agudo, que acompañaba a los lamentos
fúnebres. Se representaba en una batalla de carros o en una carrera de carros,
para animar a los que participaban en la competición.
76 FHGII, pág. 23. Cf. n. 46.
77 Nacido en Gortina, en Creta, en el siglo vn a. C., ejerció su oficio de
aedo y músico en Esparta, en donde participó en la creación, en el año
665, de las fiestas Gimnopedias (cf. n. 89) en honor de Apolo, y perteneció
a ia segunda escuela de música de esta ciudad, junto con Jenócrito, Jenodamo,
Sácadas y Polimnesto. Se cuenta que con su música salvó a la
ciudad de Esparta de una plaga (cf. cap. 42, 1146C) y que, como Terpandro
(cf. n. 28), consiguió con su canto solucionar las discordias civiles en
Esparta (F ilo d em o , De musica, pág. 86, Kem ke) e igualmente en Creta,
llegando a ser, además, amigo del gran legislador espartano Licurgo (cf.
P l u t a r c o , Licurgo 4).
78 Griego órthios, «derecho», «alto». Se llamaba así a un nomo de tono
alto y de carácter y sentimientos elevados. Arión, el poeta legendario de
Lesbos, canta un nomo ortio en la historia de su salvación por un delfín
(H e ró d o t o , I 24). En el cap. 28, 1140F, se le atribuye a Terpandro, entre
otros inventos, la melodía ortia, escrita en pies ortios. Según A r ist id e s
Q u in t il ia n o 36, 3-4 (= I, cap. 16), el ritmo ortio está compuesto de un arsis
de cuatro tiempos (tetrásémos) y una tesis de ocho (oktásémos).
60 PSEUDO PLUTARCO
por los misios, porque hubo algunos auletas antiguos que
eran misios79.
8. Otro nomo antiguo es el llamado De la Higuera1134a que, según Hiponacte, Mimnermo81 tocaba al aulo. En efecto,
ai principio, los aulodos cantaban versos elegiacos compuestos
con música; esto lo demuestra la inscripción de las
Panateneas82 sobre el concurso musical. Sácadas de Argos83
fue también un compositor de melodías y de versos elegía-
79 Pueblo del Asia Menor, con fronteras con Bitinia, Frigia y Lidia.
En Misia, no en la Tróade, desembarcarían primero los griegos en su
campaña contra Troya. Por la imprecisión existente en relación con las
fronteras de Misia y Frigia, se confunde con frecuencia en la historiografía
musical el origen frigio o misio de algunos músicos antiguos.
Olimpo, el discípulo de Marsias, por ejemplo, habría sido misio y no
frigio {Suda, s. v. Ólympos).
80 En griego kradías, «de higo», cf. kràdë, «rama de una higuera». Se
llama así a un tipo de nomo, tocado con el aulo, mientras se realizaba la
flagelación de los criminales con ramas de higuera y cuerdas. Noticia debida
a H e s iq u io , s . v . kradíes nomos y kradësitës.
81 Poeta elegiaco del siglo vn a. C., de Colofón por su nacimiento, vivió
en Esmima, en Asia Menor, y fue muy conocido como músico y auleta.
Contemporáneo y amigo del legislador ateniense Solón, que fue el primero
que introdujo en Atenas la enseñanza de la música en la educación a
principios del siglo vi a. C., se distinguió por su poesía erótica y su canto a
la juventud y a los placeres que ella proporciona.
82 Fiestas celebradas en la ciudad de Atenas cada año, o cada cuatro de
manera más solemne, en el mes hecatombeón, julio / agosto, en honor de la
diosa Palas Atenea, patrona de la ciudad.
83 Célebre compositor y auleta, siglo vn-vi a. C. Cuando en el año 586
a. C. la música de aulo fue aceptada en los Juegos Píticos, ganó Sácadas el
primer premio como auleta, premio que repitió en los años siguientes, 584
y 582 a. C, (P a u s a n ia s , X 7, 4). Además del nomo aquí mencionado, introdujo
en los mencionados juegos el llamado nomo Pítico, en el que describía
el combate del dios Apolo con la serpiente Pitón, y con ei que consiguió
la victoria (P ó lu x , IV 84, 3-4).
SOBRE LA MÚSICA 61
cos con música; éste fue también un buen auleta y se le recuerda
como vencedor en tres ocasiones en los juegos Píricos.
También Píndaro lo menciona84. Así, como en tiempos
de Polimnesto y Sácadas había tres clases de modos, dorio,
frigio y lidio85, dicen que Sácadas, tras componer una estro-
84 Fr. 269, S n e l l -M a e h l e r . Cf. n. 60. No nos ha llegado el texto pindárico,
ya que el fragmento que recogen las ediciones (el fr. 269, S n e l l -
M a h l e r ) de este poeta se limita a repetir lo que aquí dice el Pseudo Plutarco.
85 En griego el autor emplea, como unas líneas más abajo, tónoi, pero,
sin duda, se refiere aquí a modos, a escalas musicales (harmoníai), no a
tonalidades (tónoi). Esta confusión se repetirá en alguna ocasión más (cap.
11, 1135A; cap. 19, 1137D; cap. 28, 1140F; cap. 29, 1141B; cap. 33,
1142F; cap. 33, 1143B), algo que encontramos en otros autores griegos,
que incluso los hacen sinónimos con otro término, tropos, latín modus
(Dionisio d e H a lic a r n a s o , Sobre la composición literaria 19, 8; P lu t
a r c o , La E de Delfos 389E; Sobre si el anciano debe intervenir en política
793A). En la música griega el término harmonía (en principio, «ensamblaje
», «ajuste», de harmózein o harmótíein, «ajustar», «unir») no era,
como entre nosotros, la ciencia de los acordes, y se emplea, además de para
referirse a la música en general (cf. A r is tó t e le s , Poética 1447a26), para
designar, principalmente, el modo o escala musical (que, por cierto, es
reemplazado en este caso por el término diapasón, dià pasón después de
Aristóxeno) y eí género enarmónico (A r isto x en o , Harmonica 6, 8, y 30,
7 [= I, pp. 2 y 23], etc). Como modo o escala musical se entiende la distinta
disposición de los intervalos dentro de una octava, formada por la unión
de dos tetracordios disjuntos u octacordio (cf. n. 110). Los autores antiguos
distinguían hasta siete modos, según la regularización posterior a
Aristóxeno: mixolidio (en ei género diatónico, si-si), lidio (do-do), frigio
(re-re), dorio (mi-mi), hipolidio (fa-fa), hipofrigio o jonio (sol-sol) e hipodorio
o eolio (la-la), entre los que eran considerados como griegos: el dorio,
eolio y jonio, que tomaban su nombre de las tres tribus griegas. Algunos
teóricos (Cleónides y Baquío) hablan del modo locrio, llamado
también hipodorio. Las tonalidades (tónoi), que equivaldrían a nuestros
tonos (re mayor, mi menor, etc.) y que parten en principio de los modos,
se distinguían entre sí, sin embargo, no por la posición de los intervalos,
sino por ía altura en el espacio sonoro. Aunque se conocían hasta quince,
Aristóxeno (según A r is tid e s Q u in t il ia n o , 20, 5-6 (~ I, cap. 10) habla de
62 PSEUDO PLUTARCO
B fa en cada una de los modos mencionados, enseñó a cantar
al coro la primera en modo dorio, la segunda en modo frigio
y la tercera en modo lidio; y que este nomo se llama Trimer
es a causa de esta modulación86. En la inscripción de
Sición87 sobre los poetas se cita a Clonas como inventor del
Nomo Trimeres.
9. La primera institución relacionada con la música nace
en Esparta, siendo Terpandro su fundador. De la segunda
tienen la responsabilidad de ser sus maestros, sobre todo,
Taletas de Gortina88, Jenodamo de Citera, Jenócrito de Lotrece,
a los que da el nombre de: hipodoria, hipofrigia, hipolidia, hipojonia
o hipofrigia grave, hipoeolia o hipolidia grave, doria, jonia o frigia grave,
eolia o lidia grave, hiperdoria o mixolidia grave, hiperjonia o mixolidia
aguda, e hiperfrigia o hipermixolidia, a las que los teóricos posteriores
añadieron, hasta quince, la hipereolia y la hiperlidia, para que cada una tuviera
una altura grave, una media y una aguda. Cada tonalidad, según el
mismo Aristóxeno, excedía a la anterior en un semitono de tal modo que la
mese de la tonalidad más baja estaba a una octava de la más alta. Naturalmente,
cada tonalidad podía componerse en cada uno de los tres géneros,
diatónico, cromático y enarmónico (cf. Apéndice). Sobre estos importantes
aspectos de la música griega, entre otros, cf. R. P. W in n in g t o n -
In g r a m , Mode in Ancient Greek Music, Amsterdam, 1968 (== Londres,
1936), que, en págs. 21-30, habla de otras escalas, anteriores al heptacordio,
de tres, cuatro, cinco o seis cuerdas, y en págs. 71-80, «Mode and
key», analiza el uso y el significado de tonos en autores como Aristóxeno
y Ptolomeo.
86 En griego metabolé. Sobre la modulación (metabole) en la música
griega, cf. n. 171, y sobre Trimeres, cf. n. 40. .
S7 FGH, 550 F 2, Ja c o b y , pág. 536. Cf, n. 20.
88 Para éste y los demás músicos-poetas citados a continuación cf. nn.
33, 77 y 83. En realidad, poco se sabe de algunos de ellos, fuera de lo que
aquí se dice, principalmente su pertenencia a la llamada segunda escuela
musical de Esparta. Sólo añadir que A t e n eo , I 27,15 D, dice que el estilo
del hiporquema floreció en Jenodamo y Píndaro, mientras que de Jenócrito,
locrío de Italia, por ej., el escoliasta a P ín d a r o , Olímpicas XI 17, dice
que cultivó el modo locrio. Cf. cap. 10, 1134E.
SOBRE LA MÚSICA 63
cros, Polimnesto de Colofón y Sácadas de Argos. A instancias
de éstos se estableció la fiesta de las Gimnopedias89 en
Esparta, la «De las Apodeixeis» 90 en Arcadia, y entre las c
celebradas en Argos las llamadas «Endymâtia» 91. Los discípulos
de Taletas, Jenodamo y Jenócrito eran compositores
de peanes, los de Polimnesto lo eran de los llamados Ortios92
y los de Sácadas de versos elegiacos. Otros, como
Prátinas93, afirman que Jenódamo fue compositor de hiporquemas94
y no de peanes; y del mismo Jenódamo se cita un
canto que es claramente un hiporquema. Píndaro también d
89 Las Gimnopedias, según P a u s a n ia s , III 11, 8, eran las fiestas más
importantes de los lacedemonios, en la que efebos desnudos (gymnoí) ejecutaban
danzas en honor de Apolo, en un lugar llamado por lo mismo Coro.
De la importancia de estas fiestas nos informa P l u t a r c o , Agesilao 29,
cuando dice que, ante el anuncio de la derrota de los lacedemonios en
Leuctra, sus éforos, a pesar del infortunio, no permitieron que ni un solo
coro se retirase, ni que se alterase en nada la forma de las fiestas, que entonces
se estaban celebrando.
90 Nada concreto se sabe de estas fiestas, cuyo nombre es posible que
se refiera a los espectáculos, representaciones (griego apodeixeis), en general,
que solían tener lugar en muchas fiestas griegas. Sobre la importancia
de la música en Arcadia nos habla, por ej., P o l ih io , IV 20, 8.
9! No se conoce ninguna fiesta con este nombre, que, sin embargo,
puede señalar la costumbre en algunas fiestas de cubrir con nuevos vestidos
(éndyma, «vestido») las estatuas de ciertas divinidades. Cf. el peplo
que los atenienses regalaban a Palas Atenea en las Panateneas (cf. n. 82).
Se han identificado también con las fiestas celebradas en Argos, llamadas
Hybristiká, «De la insolencia u orgullo», en las que mujeres y hombres se
vestían las ropas del sexo contrario en recuerdo de la victoria conseguida
contra los reyes espartanos, Cleómenes y Demarato, por jóvenes argivas,
que, vestidas de hombres y dirigidas por la poetisa Telesila, se colocaron
sobre los muros de la ciudad, asustando así a los enemigos, según cuenta
P l u t a r c o , Virtudes de mujeres 4 (Moralia 245C-F).
92 Cf. η. 78 y, para Sácadas, cap. 8, 1134A y η. 83.
93 Fr. 6, P a g e , PMG, núm. 713. Cf. n. 74.
94 Cf. n. 74 sobre el poeta Prátinas y los hiporquemas.
64 PSEUDO PLUTARCO
usó este tipo de composición. Que el peán95 se diferencia de
los hiporquemas lo demuestran los poemas de Pindaro, pues
el escribió tanto peanes como hiporquemas96.
10. Polimnesto compuso también nomos aulódicos. Si
empleó el Nomo Ortio en su melopeya, como afirman los
harmónicos, no lo podemos decir con exactitud, pues los antiguos
no han hablado sobre esto. También se discute sobre
si Taletas de Creta97 fue un compositor de peanes. Pues,
Glauco98, al decir que Taletas nació después de Arquíloco,
afirma que imitó las canciones de Arquíloco, pero que les
e dio una mayor extensión, e incorporó en su melopeya el
peón y el ritmo crético, que Arquíloco no empleó ni tampoco
Orfeo y Terpandro. Pues dicen que Taletas los desarrolló a
partir de la música para auló de Olimpo y se ganó así la reputación
de ser un buen compositor. De Jenócrito, nacido en
95 En griego Paián (Paién, Ραίδη o Paiêôn, cf. el verbo paid, «golpear
», aquí con efectos sanadores), empleado como epíteto principalmente
del dios Apolo (T e ó c r it g , Epigramas Î 3; S ó fo c l e s , Edipo Rey 1 5 4 ,
etc.). En principio se trataba de una canción coral de acción de gracias, dirigida
a Apolo y a su hermana gemela Ártemis, por la liberación de algún
mal o enfermedad, o como himno de victoria; después era dirigida también
a otros dioses (P r o c l o , Chrestomathia 34 y 41, S ev er y n s ), Ya H omer o
habla (cf. Iliada V 401-402) de un dios sanador de nombre Peón, Paieôn,
que luego se encuentra, como hemos dicho, como un epíteto de Apolo,
como dios también sanador, así como de otros dioses, Asclepio, Zeus,
Dioniso, Pan, Helios.
96 Sobre Pindaro cf. η. 60. Sus peanes, en la edición de Sn e l l -
M a e h l e r , son los frs. 52-70; y sus hiporquemas en la misma edición !os
frs. 105-117.
97 Cf. n. 77. Sobre el crético y el peón, usados por Taletas, cf. nn. 223
y 227 respectivamente.
98 Fr. 4, M ü l l e r (FHG, II, pág. 24), en donde también está recogida
la noticia sobre que Taletas era mayor que Jenócrito al final de este capítulo.
Cf. n. 46.
SOBRE LA MÚSICA 65
Locros, en Italia, se discute si fue compositor de peanes,
pues afirman que fue un autor de temas heroicos que comportaban
acción. Por, ello, también algunos llamaban a sus
composiciones ditirambos". Glauco afirma que Taletas, polla
edad, era anterior a Jenócrito.
11. Los músicoslt)0, como dice Aristóxenol01, creen que f
Olimpo es el inventor del género enarmónico, pues antes de
99 Nombre de origen desconocido con el que se nombraba una canción
de carácter entusiasta en honor a Dioniso. Por vez primera aparece mencionada
como una canción a Dioniso en un fragmento de Arquíloco (fr. 77
D). Encontramos representaciones de ditirambos, entre otros lugares, en
Atenas (Fiestas Targelias) y en Delfos, por la relación de Dioniso con
Apolo en este santuario, donde compartían culto. Se dice que el mítico
poeta lírico Arión fue el verdadero creador del ditirambo como forma literaria
y el primero en dividir el ditirambo en estrofas y antístrofas, costumbre
rota por Melanípides, uno de ios fundadores del llamado Nuevo Ditirambo
(cf. nn. 45 y 63, sobre Timoteo y Frinis). Cf. también A t e n eo , XIV
628A; y P r o c l o , Chrestomathia 34, 42 y 43, S ever ym s. Para más noticias
sobre el ditirambo cf., entre otros, S ir A . W. P ickard-Cam bridge,
Dithyramb, Tragedy and Comedy, 2.a éd., Oxford, 1962, págs. 1-59.
100 Griego mousikol Con el significado moderno de «músico, persona
experta en el arte de la música», mousikós, como mousiké (cf. n. 6), es un
término no anterior al siglo iv a. C. A r ist ó x e n o , Harmonica 6, 5 (= I, p.
2), nos dice que son competencia del mousikós todas las ciencias mediante
las cuales se estudia todo lo relacionado con la música, como la rítmica, la
métrica, la orgánica o instrumental y, claro está, la harmónica. También
podía recibir este nombre el ejecutante (cantor o instrumentista), o el compositor
o poeta. Otros términos de este mismo rico campo musical en Grecia
son, por ej.: aoidós, óidikós, aulóidós, kitharóidós, rhapsoidós,
tragóidós, harmonikós, kanonikós y organíkós, todos ellos, por tanto, también
mousikoí, teóricos o especialistas en un determinado canto o instrumento.
101 Testimonia 98, D a Ríos. Filósofo y teórico de la música nacido en
Tarento, Italia, alrededor del año 370 a. C., Aristóxeno tuvo como maestros,
entre oíros, a su padre el músico Espíntaro, a Lampro de Eritrea, en
Mantinea, donde pasó gran parte de su juventud (cf. n. 267). De vuelta a
6 6 PSEUDO PLUTARCO
él toda la música era diatónica o cromática102. Sospechan
que la tal invención fue más o menos del modo siguiente:
Tarento escuchó al pitagórico Jenófilo, y, finalmente, en Atenas, a Aristóteles,
a quien no pudo suceder en la dirección del Liceo, que fue para el
otro gran alumno de Aristóteles, Teofrastro. Se le atribuyen 453 obras (cf.
Suda, s. v.), por lo que se le supone una larga vida. Además de ser uno de
los creadores del género biográfico, Aristóxeno es la figura más importante
de la teoría musical de la Grecia antigua. Frente a la escuela pitagóricomatemática,
a partir de Aristóxeno se crea la escuela aristoxénica (cf. n.
6). Fueron numerosos sus trabajos relacionados con la música, perdidos en
su mayor parte, pero de los que tenemos conocimiento por las frecuentes
referencias a los mismos en autores como Plutarco, Ateneo, Porfirio, etc.,
así como encontramos su doctrina teórica en las obras de teóricos o historiadores
de la música como Cleónides, Aristides Quintiliano y aquí, en el
Pseudo Plutarco. Sabemos, así, que escribió sobre la melopeya, sobre las
tonalidades, sobre la audición de la música, sobre los instrumentos musicales,
sobre los auletas, sobre la danza en la tragedia, etc. De su obra musical
nos han llegado un tratado no completo en tres libros, titulado Harmoniká
stoicheía («Elementos harmónicos» o, simplemente, «Harmónica»; sobre
esta obra cf. R. d a iu o s , Aristoxeni elementa harmonica, Roma, 1954, con
testimonios sobre el autor, códices, ediciones, su influencia en autores
posteriores, texto, traducción italiana, comentario y un valiosísimo Index
verborum), y un fragmento importante de otra obra, Rhythmikà stoicheía
(«Elementos rítmicos»), editada, comentada y traducida últimamente por
L io n e l P e a r so n , Aristoxenus Elementa Rhythmica, Nueva York, 1990.
Por último, sabemos que Aristóxeno, sin ser tan radical como Platón, sí
fue un representante de la severa y noble música antigua y enemigo de los
«modernos».
102 Sobre Olimpo, cf. n. 49. Los teóricos de la música griegos llamaban
género (génos) a la distinta disposición de los intervalos, según las
dos notas móviles, en un tetracordio, esto es, la serie de cuatro sonidos o
notas, formando, entre las dos notas fijas, un intervalo de cuarta. Los
géneros eran tres: diatónico, cromático y enarmónico, los cuales se diferencian
por la amplitud, o estrechez de sus intervalos, siendo la situación
de las notas paranete y lícano, la que determinaba el género (cf. n. sig.).
El género diatónico, el más natural y más antiguo, que podía ser cantado
incluso por personas carentes de instrucción, estaba constituido (en este
orden en el modo dorio) por dos tonos enteros consecutivos y un semitono:
la, sol, fa, mi, (1 + 1 + 1/2); el género cromático, en cambio, el
SOBRE LA MÚSICA 67
Olimpo estaba moviéndose en el género diatónico y hacía
pasar la melodía con frecuencia a la parípate103 diatónica,
más técnico, sólo para instruidos, lo formaban un tono y medio y dos
semitonos consecutivos: la, fa#, fa, mi, (1.1/2 + 1/2 + 1/2); finalmente,
el género enarmónico (cf. n. 49 sobre Olimpo), el último en ser usado, el
más preciso y aceptado por los hombres más distinguidos, por su propia
dificultad, estaba formado por un dítono y dos cuartos de tono consecutivos:
la, fa, mi* (dando a * el valor de 1/4 de tono), mi, (2 + 1/4 + 1/4).
«Lo distintivo» en este último género, como señala R . P. W in n in g t o n -
In g r a m , «Die Enharmonik der Griechen», Die Musikforschung, XVIII,
1 (1965), pág. 61, «no era la división del semitono en dos tonos pequeños,
sino el dítono indivisible». La mayoría de los restos de música
griega transmitidos están en género diatónico (época romana) y en cromático
o diatónico (época helenística). Sobre los géneros, en general, cf.
A r i s t ó x e n o , Harmonica 24, 16-18; 55, 8-9 (= I, p. 19; II, p. 44; y A r i s t
id e s Q u in t il ia n o , 15, 21 ss. (~ I, cap. 9 ).
103 Así se llama una de las notas en la música griega. Las nombres de
las notas (phthóngoi, de phthóngos, «voz», luego, después de Aristóxeno,
generalmente en plural, «nota») en griego proceden de los términos
empleados para designar las cuerdas de un instrumento musical como la
cítara o lira, pero que se utilizan igualmente, como aquí, para un instrumento
de viento, como el auló, sobre el que Olimpo realiza sus descubrimientos
musicales. Una definición de nota la ofrece A r i s t ó x e n o ,
Harmónica 20, 15-18 (= I, p. 15): «la caída (ptósis) de la voz sobre un
grado (tásin)». Desde la aguda, la más cercana al ejecutante (nëtë,
neâtë), a la grave, la más lejana al mismo (hypâtë), en el ámbito de la
escala u octacordío, es decir, dos tetracordios disjuntos (cf. n. 110), las
notas en griego se llaman: nete (netë, neâtë) y es fija, paranete (paranëtë)
y trite (tritë, la tercera desde la aguda), ambas móviles, (kinoùmenoi
o pherómenoi); parámese (paramésé) fija, mese (mésë, nota media
o central), fija; lícano (así llamada por ser producida por el dedo
índice, lichanôs dálctylos) y parípate (parypáté), ambas móviles; e hípate
(hypáté), fija. El intervalo entre las dos fijas (hestotes o afdnëtoi) extremas,
la nete y la hípate, era siempre de una octava (relación 1:2 ), y la
mese, la nota central, estaba también siempre a un intervalo de cuarta
(relación 4:3) de la hípate y a un intervalo de quinta (relación 3:2) de la
nete. La situación de las notas móviles dando lugar a intervalos distintos
la producen, como hemos visto, los distintos géneros. Sobre el nombre
de las notas cf., por ej., A r ís t id b s Q u in t il ia n o , I 6, y P to l om e o ,
6 8 PSEUDO PLUTARCO
unas veces desde la parámese y otras desde la mese, y al
omitir la lícano diatónica104, percibió la belleza de su cam
s a rácter, y así, admirando y aceptando la escala construida sobre
la analogía de esta omisión, empezó a componer en esta
escala en el modo dorio105. En efecto, ni repercutía en las
peculiaridades del género diatónico ni en las del género
cromático ni, por cierto, en las del género enarmónico. Así
fue su introducción del género enarmónico. Entre éstas se
considera la primera la Escala de las libaciones106, en la que
ninguna de las divisiones de los géneros muestra su peculiaridad,
a no ser que uno mirando hacia el espondiasmó
Harm. II 5. Por lo demás, la notación musical griega era de dos tipos;
instrumental (por ej. Anonymi Bellermann 97-101; 104) y vocal (por ej.
Primer Himno délfico, Epitafio de Seikilos, Coro del Orestes, etc.). Cf.
nn. 102, 184, 185 y Gráficos.
104 Explicando sobre una escala o modo dorio (mi, re, do, si, la, so lfa ,
mi) la actuación de Olimpo sobre la misma, cuando omitía la lícano, tendríamos
que (según los nombres griegos, cf. nota anterior, la paramese es
si, la mese es la, la lícano es sol y la parípate es ja) el tetracordio inferior
se reducía a tres notas; la, fa, mi, con el empleo de un dítono y un semitono.
Si por analogía se hace lo mismo en el tetracordio superior y se omite
la segunda nota (re o paranete) tendríamos una escala pentatónica, común
en la música asiática: mi, do, si, la, fa, mi.
105 Existe afinidad entre el modo dorio y el género enarmónico. Sobre
el empleo de tonos, tonalidad, por harmonía, modo, en este tratado, cf. n.
85.
106 Griego spondeíon. En principio spondeíon era el vaso con el que se
hacían las libaciones (cf. spondé, «libación») y , después, canto o composición
instrumental que se hacía frente al altar durante las libaciones, con
acompañamiento de auló (spondeíon aúlema), pero luego también de la cítara
(P ó l u x , IV 10, y S e x to Em p ír ic o , Contra los profesores VI 8 ). Se
cantaba en ritmo espondaico, de ahí el nombre de espondeo, pero no se dice
en qué modo.
SOBRE LA MÚSICA 69
agudo107 conjeture que precisamente éste es diatónico. Es
evidente que el que crea eso creerá algo falso y contrario a
las leyes de la melodía. Falso, porque el espondiasmo agudo b
es inferior en una diesis al tono situado junto a la nota dominante
108, y contrario a las leyes de la melodía, porque, si
uno supone que ja peculiaridad del espondiasmo agudo reside
en el valor del intervalo de un tono, sucedería que se situaban
uno tras otro dos dítonos, uno simple y el otro compuesto
109. En efecto, el pyknón enarmónico en el tetracordio
107 A r íst id b s Q u in t il ia n o , 28, 5-6 (= I, cap. 11), al hablar de ciertos
intervalos o alteraciones de los intervalos, dice que mientras se llamaba
éklysis al descenso de tres diesis (es decir, de 3/4 de tono; cf. B a q u io ,
Harmonica introductio 41, Ja n , p. 301-302) no compuestas, el espondiasmo
(spondeiasmós) era el ascenso (hacia el agudo) de este mismo intervalo.
Cf. cap. 29 y n. 262. De esta forma, en un tetracordio enarmónico,
con dos 1/4 de tono (o pylaión), se ampliaba en 1/4 de tono el pylaión, que
valía entonces 3/4 de tono, con detrimento natural del intervalo restante.
108 La nota dominante, no en el sentido de nuestro sistema musical, en
la escala doria es la mese (la). El tono próximo a ella es la parámese (si),
disjunto, pues separaba los dos tetracordios disjuntos, que formaban el octacordio
o escala de ocho notas (cf. n. 110), y, por lo tanto, con respecto a
la mese, más cercano al agudo. La diesis o diesi, de la que aquí se habla,
responde al término griego diesis, que se emplea con distintos valores en
ja teoría musical. Así, en la escuela de A r ist ó x e n o , Harmonica 57, 6-7 (=
II, p. 46; pp. 50-52), vale un 1/4 de tono en ei género enarmónico (el menor
de todos, no habiendo intervalo melódico menor que éste), vale 1/3,
3/8 y 1/2, de tono, en las distintas chróai (cf. n. 283) del cromático, y vale
1/2 tono en el diatónico, aunque ya no se llama así, mientras la escuela pitagórica
llama diesis al semitono, pero lo considera no como la mitad del
tono, sino como el resultado de restar dos veces el intervalo de un tono
(9:8) al intervalo de cuarta (4:3), que da una proporción de 256:243, es decir,
un semitono menor, llamado ieímma, frente a la otra parte o semitono
mayor, que llama apotomê. Cf. G a u d e n c io , Harm. 14 Ja n .
109 Es decir, si el espondiasmo agudo, en lugar de ser, como hemos
visto en n. 107, un intervalo simple de un valor de 3/4 de tono (do*-si),
fuera de un tono (do#-si), entonces tendríamos dos dítonos seguidos, y dos
dítonos seguidos, es decir, dos terceras mayores, no eran permitidos en la
70 PSEUDO PLUTARCO
medio110, que ahora se usa, no parece ser de este compositor,
Es fácil darse cuenta, si uno escucha a alguien que toca
harmónica griega antigua, como escribe A r ist ó x e n o , Harmonica 80, 3 ( -
III, p. 64): «no se colocarán dos dítonos seguidos». El primer dítono (lufa),
en efecto, sería un dítono simple, sin ninguna nota en medio, pero el
segundo sería compuesto (dotí-si-la), es decir, el espondiasmo agudo (dotísi)
más el tono disjunto (si-la), el de la parámese a la mese.
1,0 En primer lugar, decir que, siguiendo la propuesta de L. Laloy,
«Anciennes gammes...», pág. 247, traducimos el original griego en
taís mesáis por «en el tetracordio medio», ya que, dice Laloy, las palabras
mésë e hypâtë, designan en singular la nota y en plural el tetracordio
entero. El término pyknón significa «denso», «compacto». En
música se llama pylmón a la suma de los dos intervalos pequeños de
un tetracordio, cuando esa suma es menor que el intervalo restante,
cosa que sucede en lo s géneros cromático y enarmónico (cf. n, 102).
A sí en el cromático la suma de los dos intervalos menores (dos semitonos)
es menor que el tono y medio del intervalo restante (1/2 + 1/2 +
1. 1/2) y, del mismo modo, en el enarmónico la suma de lo s intervalos
menores (dos 1/4 de tono) es menor que el dítono del intervalo restante
(1/4 + 1/4 + 2). En el género diatónico no hay pyknón, pues, como
sabemos por su composición, no se da esta circunstancia (1/2 + 1 + 1).
Así pues, el pyknón enarmónico, al que se refiere aquí el autor, es e l
intervalo compuesto, dos 1/4 de tono seguidos (= semitono, por ej .fa -
mi* - mi), mientras que el que emplea la manera musical antigua es un
intervalo, también equivalente a un semitono, fa-mi, pero simple, por
tanto, sin nota intermedia. Por su parte, sabemos que en toda escala
griega (gr. systëma, definida por A ristóxeno, Harmonica 21, 6-7 (=
I, p. 15-16), como la unión de más de un intervalo) la base era el tetracordio
o primer sistema bien organizado de cuatro cuerdas o notas
contiguas, las dos centrales móv ile s, según el género (diatónico, cromático
y enarmónico; cf. n. 102), y las dos extremas fijas, que formaban
un intervalo de cuarta perfecta. Con el tiempo, a partir de él se
formó el heptacordio (con dos tetracordios conjuntos, es decir, con un
tono común, la nota me se ) y el octacordio, creación debida, según se
cuenta, a Pitágoras (con dos tetracordios disjuntos, con un tono entre
ellos, entre la mese y la parámese; cf. n. 103). Más tarde se crearon las
llamadas Escala Perfecta Menor (con tres tetracordios conjuntos, lla mados
conjunto, medio y bajo), Escala Perfecta Mayor (con cuatro tetracordios
conjuntos dos a dos, llamados añadido, disjunto, medio y
SOBRE LA MÚSICA 71
el auló a la manera antigua, pues se pretende también que el
semitono en el tetracordio medio sea simple.
Así fue la introducción del género enarmónico. Más tarde,
sin embargo, tanto en las composiciones frigias como en
las lidias el semitono fue dividido. Olimpo, al parecer, enriqueció
la música, al introducir algo que antes no existía y
que era desconocido a sus predecesores, y llegó a ser el fundador
de la noble música griega.
12. También existe una tradición en tomo a los ritmos:
en efecto, se descubrieron algunos géneros y formas rítmicas,
y, además, formas de melopeyas y ritmopeyas. La primera,
la innovación de Terpandro, introdujo cierta nobleza
de estilo en la música. Polimnesto, después del estilo de
Terpandro, empleó uno nuevo, aunque manteniendo también
él la forma noble; lo mismo hicieron Taletas y Sácadas,
pues también éstos fueron innovadores en la ritmopeya,
sin salirse, no obstante, de la forma noble. Hay también
ciertas innovaciones de Alemán y de Estesícoro, y éstas no
se apartan del estilo noble. Sin embargo, Crexoí[1, Timobajo)
y Escala Perfecta Inmutable o Inmodulante, formada por la
unión de las dos anteriores. La octava, que representa la tonalidad doria,
es la central, formada por los tetracordios disjunto y medio. Cf, n.
161 y Gráficos.
111 Nacido entre el 450 y 400 a. C., como Timoteo y Filóxeno, nombrados
a continuación, fue un poeta perteneciente al grupo de los llamados
compositores del Nuevo Ditirambo, y al que se le atribuyen, entre otras
innovaciones, la llamada kroúsin hypo ten óiden, posiblemente el acompañamiento
del canto con un instrumento de cuerda que tocaba notas diferentes
de las del canto (cf. n. 230), y el haber introducido en el ditirambo
la alternancia de recitado y cantado con acompañamiento de la cítara, costumbre
usada por Axquíloco en los versos yámbicos. Cf. cap. 28, 1141CB,
y n. 47.
72 PSEUDO PLUTARCO
teo112, Filóxeno113 y los compositores nacidos en esa época
fueron más vulgares y amantes de la novedad, persiguiendo
un estilo, hoy llamado «popular» y «mercenario»114. Así,
pues, sucedió que el pequeño número de cuerdas115, la sen-
112 Fr. 5A D e l G r a n d e . Cf. n. 45.
113 Compositor de ditirambos, vivió a caballo entre el siglo v y el siglo
IV a. C. Nació en la isla de Citera y murió en Éfeso. Prisionero y esclavo,
fue emancipado por Melanípides, que le enseñó música. Vivió algún tiempo
en la corte de Dionisio el Viejo en Siracusa, con el que rompió, debido
a sus críticas a las obras dramáticas del tirano. La Suda dice que escribió
veinticuatro ditirambos y alaba su originalidad en la expresión, su gusto
melódico y su variación (en Ateneo, XIV 50, 58-65, 643 d-e, el cómico
Antífanes en su obra Trüagôimîés alaba también su gusto por la variación
y dice que es «un dios entre los hombres y un conocedor de la verdadera
música»), mientras que otros critican su estilo adornado y sus atrevidas innovaciones
(cf. Ateneo, VIII 341a-d). Perteneció también al grupo de los
compositores del llamado Nuevo Ditirambo. Entre otras anécdotas sobre
su poesía, Plutarco, Alejandro 8, cuenta que Árdalo envió a Alejandro
el Magno, entre otras obras, un ditirambo de Filóxeno para ser ejecutado
en las fiestas con motivo de su boda en Susa. Cf. también n. 45 y caps. 30
y 3 1 , 1141C-1142C.
114 Griego philánthrópon, «popular, para agradar al pueblo», y thematikón,
«mercenario». Algunos autores proponen otras lecturas en este lugar.
Las que recoge la edición que seguimos nos parecen aceptables en el
contexto en que se encuentran, por cuanto se trata de hacer una crítica a
los compositores del llamado Nuevo Ditirambo frente a la música antigua.
El significado del término thematikón aparece explicado en P ó l u x , III
153, donde se dice que los concursos, agones, llamados thematikoí, eran
unos concursos por dinero, no por coronas, ag. slephanítai, o guirnaldas
de hojas, ag. phyllínai. Sobre los concursos por dinero (thematikoí), cf. A.
B él is, Les Musiciens dans l ’Antiquité, París, 1999, págs. 146-148.
1,5 Griego oligochordía, se cita por contraste a la polychordía, «muchas
cuerdas», «muchas notas», como característica de la música antigua,
del estilo antiguo y noble (cf. P l a t ó n , República III 399c-d). A los autores
del Nuevo Ditirambo, como Melanípides o Timoteo, se les atribuye,
entre otras innovaciones, el empleo de una cítara de once o doce cuerdas,
frente a la tradicional de siete cuerdas, como uno de los símbolos principaSOBRE
LA MÚSICA 73
cillez y la nobleza de la música se quedaron completamente
anticuadas.
13. Tras haber hablado, según mis posibilidades, sobre
la música más antigua y de sus primeros inventores y por
quiénes, con el paso del tiempo, fue enriquecida con nuevas
innovaciones, pondré punto final a mi discurso y pasaré la
palabra a mi compañero Sotérico, que se ha ocupado con
entusiamo no sólo de la música sino también de los otros
contenidos de una educación liberal. Nosotros más bien somos
expertos en la parte práctica de este arte». Con estas estas
palabras Lisias dio por finalizado su discurso.
14. Después de éste, Sotérico habló así más o menos:
«Sobre un tema noble y especialmente agradable a los dioses,
querido Onesícrates, nos has invitado a hablar. Aplaudo,
en verdad, al maestro Lisias por su inteligencia y también
por la memoria que demostró al tratar sobre los
inventores de la música más antigua y sobre los que han escrito
de tales temas. Yo te recordaré, sin embargo, que él ha
hecho su exposición basándose únicamente en textos escritos,
nosotros, en cambio, aprendimos que no fue un hombre
el inventor de las bondades de la música, sino el dios adornado
con todas las virtudes, Apolo. Pues no es el aulo, como
algunos creen, un invento de Marsias o de Olimpo o de
Hiagnis "6, y sólo la cítara es de Apolo, sino que del arte
tanto de tocar el auló como la cítara el inventor es el dios. Y
es evidente a partir de los coros y de los sacrificios que se
celebraban en honor al dios con acompañamiento de aulos,
les de la música que ellos empleaban en sus composiciones. Cf. n. 45 y el
cap. i 8, 1137A.
116 Sobre estos tres músicos, cf. cap. 7, 1137F, y nn. 49, 52 y 53.
74 PSEUDO PLUTARCO
como lo cuenta, entre otros, Alceo en alguno de sus him-
1136A nos!!7. Así, la estatua del dios Apolo en Délos118 tiene en la
mano derecha un arco y en la izquierda las Gracias, cada
una con un instrumento musical: una tiene una lira, otra el
doble aulo, y la que está en medio tiene una siringa119 en la
boca. Que esto no es una historia mía *** lo demuestra el
' 17 Cf. Fr. 1/4, D ieh l (= 307, Lo b e l -P a g e ).
118 Al parecer, esta estatua de Apolo con las tres Gracias en su mano
pudo ser vista todavía, en el siglo ii d. C., por P a u s a n ia s (11 32, 5, y IX
35, 3), que la atribuye, además, a los escultores Angelión y su hermano
Tecteo, del siglo vi a. C., aunque no menciona los instrumentos musicales
de estas Gracias. La presencia del aulo doble en esta estatua de Apolo indica
su empleo de este instrumento, en el siglo vi, en las celebraciones en
honor a Apolo, como también lo indica la existencia del nomo Pítico aulético,
cf. nn. 29 y 83. Sobre la oposición entre la lira y el aulo y los dioses
Atenea y Apolo frente a Marsias, cf. n. 53.
1,9 Griego sÿrinx (fistula latina). Se trata de un instrumento mencionado
ya por H o m e r o , Iliada X 13, XVIII 526, y por el Himno a Hermes
512, que le atribuye al dios Hermes su descubrimiento. En el llamado
Vaso François, alrededor del año 575 a. C., ya aparece, tocada por una
de las Musas en la boda de Tetis y Peleo. La siringa es considerada, generalmente,
como la flauta del dios Pan, a quien también se íe atribuye
su descubrimiento (O v id io , Metamorfosis I 689-712, en la metamorfosis
de la náyade Siringa, perseguida por el dios Pan), y es propia de los pastores
(cf. Iliada XVIII 525-526, y P l a t ó n , República III, 399e). Compuesta
de varias cañas pequeñas, generalmente siete y de igual longitud
en su versión griega, unidas y abiertas sólo por una parte, el sonido en
ellas se producía soplando por la parte superior abierta, no provista de
lengüeta, como lo estaba el aulo. Existía también la siringa de una sola
caña, monokálamos (cf. A t e n e o , IV 82, 25, 184a, que recoge las distintas
opiniones sobre el descubrimiento de la siringa polykálamos, Sileno
y Marsias, y monokálamos, Hermes), a la que posiblemente se refiere
aquí el autor. Cf. D io d o r o S íc u l o , III 58, y P ó l u x IV 77, que relacionan
a la siringa con Cibele y los celtas, respectivamente. Sobre otro significado
de syrinx, cf. η. 174.
SOBRE LA MÚSICA 75
hecho de que Anticlides120 en sus Deliacas e Istro121 en sus
Epifanías hablan pormenorizadamente sobre esto. Y esta estatua
es tan antigua que se dice que es obra de los méropes122
del tiempo de Heracles. Y también un auleta acompa- b
ña al niño que lleva el laurel de Tempe a Delfos 123; y se
dice también que las ofrendas sagradas de los hiperbóreos124
eran llevadas a Délos en tiempos antiguos con acompaña-
120 Ziegler, editor dei texto seguido, supone aquí, quizá sin mucha razón,
una laguna antes del nombre de Anticlides, autor ateniense del siglo
IV a. C. Más un anticuario que un historiador, de influencia peripatética,
Anticlides escribió una Historia de Alejandro, unos Regresos y una obra
sobre la isla de Délos (Déliaká). Esta cita está recogida como el jr. 14 de
A n t ic l id e s en F. Ja c o b y , FGH, II B 140, pág. 802.
121 Nacido posiblemente en Cirene, norte de África, como su maestro
el poeta Calimaco, a mediados del siglo m a. C., escribió principalmente
obras de anticuario, de las que quedan sólo algunos fragmentos, referidos
ía mitad al Ática (Attiká). Esta cita constituye el /r. 52 de I s t r o en F. J a c
o b y , FGH, I I I B 334, pág. 182, y la obra tenía como título completo Epifanías
de Apolo, como se lee en H a r p o c r a c i ó n , s. v. pharmakós, y Fo~
cío, Lex., s. v. triityan.
122 Griego mérops, «mortal». Los historiadores griegos del siglo v a.
C. (por ej. T u c r o iD E s , VIII 41,2) conocen con este nombre a los habitantes
de la isla de Cos, que tuvieron un rey llamado Mérope. También se conoce
con este nombre a un pueblo legendario, de un país situado más allá
del Océano, de gran estatura y muy longevos, símbolo de la Humanidad.
123 Al parecer se refiere el autor a la fiesta llamada Stepterion, «De las
coronas», en la que, según P l u t a r c o , Cuestiones griegas 293C y La desaparición
de los oráculos 421C, los habitantes de Delfos representaban la
batalla de Apolo y la serpiente Pitón, la muerte de ésta, así como la huida
de Apolo a Tempe para purificarse, de donde volvería a Delfos, tras un ciclo
de ocho años.
124 Habitantes de un país legendario, ideal, al norte de la tierra conocida,
«más allá de las ráfagas del gélido viento Bóreas» ( P í n d a r o , Olímpicas
III 31), que, no obstante, vivían en una felicidad perfecta, a los que no
afectaban la enfermedad y la muerte, amantes de la música y seguidores
de Apolo, en cuyos festejos se gozaban ( P í n d a r o , Píticas X 30-44). Sólo
aquí se habla de esta ofrenda de los hiperbóreos a Délos.
76 PSEUDO PLUTARCO
miento de aulós, de siringas y de cítaras. Otros afirman que
el mismo dios tocaba el aulo, como lo cuenta el excelente
poeta lírico Alemán125. Y Corina126 afirma que Atenea enseñó
a Apolo a tocar el aulo. Así, la música, en todos los aspectos,
es venerable, por ser una invención de los dioses.
15. Los antiguos practicaron la música, como todas sus
otras actividades, de acuerdo con su dignidad; los modernos,
en cambio, rechazando sus aspectos más venerables, en lugar
de aquella música viril, inspirada y querida a los dioses
introducen en los teatros una música afeminada y seductora,
c Por eso Platón, en el libro III de su República, muestra su
rechazo a esa clase de música; desaprueba, por ejemplo, el
modo lidio, por ser agudo y apropiado para las lamentaciones127.
Se dice que la primera composición en modo lidio
125 Esta noticia constituye el fr. 51 P a g e , de Alcman. Sobre Alemán,
cf. n. 61.
126 Poetisa lírica, nacida posiblemente en Tanagra (Beocia) y probablemente
en el siglo vi a. C., aunque hay quien la sitúa hacia el año 200 a.
C. Según la Suda venció a Pindaro en cinco ocasiones y sus poesías, nomos
y epigramas, ocupaban cinco volúmenes. Aunque tardíamente, fue
acogida en el catálogo de los diez líricos griegos. Igualmente esta cita se
recoge como fr. 15 P a g e en nota anterior.
127 Exactamente en este pasaje citado, 398d-e, Platón, al rechazar los
trenos y lamentos en nuestras palabras, dice que hay que suprimir los modos
lastimeros, que son el mixolidio, el lidio tenso y otros, 17. Por ser estos modos el uno quejumbroso y el otro de
carácter relajado, Platón, tras rechazar a los dos, eligió el
modo dorio, como adaptado a los guerreros y a los hombres
prudentes. No, ¡por Zeus! porque desconociese, como
Aristóxeno dice en el libro segundo de su tratado Sobre la
música, que también en ellos había algo provechoso para
un Estado bien guardado, pues Platón había estudiado con f
mucha atención la ciencia musical, como discípulo de Dracón
de Atenas y Megilo de Agrigento, sino que prefirió
el modo dorio, porque, como hemos dicho anteriormente,
hay en él mucha nobleza; no ignoraba que muchos partenios
dorios habían sido compuestos por Alemán, Píndaro,
Simónides y Baquílides, y, además, cantos procesionales
y peanes, y que, alguna vez, lamentos trágicos y algunos
61. Simónides y Baquílides, tío y sobrino, siglos vi-v a. C., fueron en su
arte los grandes rivales de Píndaro. Además, se dice que Simónides inventó
el epinicio, canto a los vencedores en los grandes competiciones atléticas,
así como también se le atribuye la octava cuerda de la lira.
1137A poemas de amor152 habían sido cantados en modo dorio, pero
a él le bastaban los nomos a Ares y Atenea153, y los cantos
de libación154, pues éstos eran capaces de fortalecer el
alma de un hombre moderado; y no desconocía los modos
lidio y jonio, puesto que sabía que la tragedia empleaba este
tipo de melopeya155.
18. También todos los antiguos, aunque no eran desconocedores
de todos los modos, emplearon sólo algunos. La
ignorancia, en efecto, no fue la causa para ellos de la escasa
extensión de sus melodías y del pequeño número de cuerdas,
ni los discípulos de Olimpo y Terpandro y los que
siguieron la elección de éstos rechazaron por ignorancia la
multiplicidad de cuerdas y la variedad. Lo atestiguan, por
ejemplo, las composiciones de Olimpo y de Terpandro y de
todos los parecidos a éstos en su estilo: aunque se limitan a
tres cuerdas y son simples, superan a los que hacen uso de
variaciones y de muchas cuerdas, de tal forma que nadie es
capaz de imitar el estilo de Olimpo y son inferiores a éste
los que componen con muchas cuerdas y variedad de estilo
19. Que los antiguos no evitaron por ignorancia la trite
en el estilo de la libación158 lo demuestra el uso que hacen
de ella en el acompañamiento159; pues no la habrían utilizado en consonancia con la parípate, si no conocieran su uso,
sino que está claro que la nobleza del carácter, que se consigue
en este estilo de la libación por la supresión de la trite,
c era lo que inducía a su sensibilidad a pasar directamente su
melodía a la paranete.
Lo mismo se puede decir también de la nete: en efecto,
también la emplearon en el acompañamiento, como una nota
en disonancia con la paranete y en consonancia con la
mese, pero en la melodía no les parecía adecuada al estilo
de la libación.
Pero no sólo estas notas, sino también todos usaban así
la nete del tetracordio conjunto: en el acompañamiento la
usaban en disonancia con la paranete y la parámese *** y la
lícano, pero en la melodía se habrían avergonzado de
usarla por el carácter creado a través de ella. Y es evidente d
también, por las composiciones frigias, que no era desconocida
por Olimpo y por los seguidores de éste; pues no sólo
la usaron en el acompañamiento sino también en la melodía
en los Cantos a la Diosa Madre y en algunas otras composiciones
frigias.
Es evidente también en el caso del tetracordio bajo que,
en las composiciones dorias, no omitían por ignorancia este
tetracordio; desde el momento en que lo usaron en los demás
modos, está claro que lo conocían. Por guardar su carácter
lo evitaban en el modo dorio, ya que estimaban su
nobleza.
20. Algo semejante también se puede aplicar a los compositores
de tragedias: hasta el día de hoy nunca la tragedia
ha utilizado el género cromático y su estructura rítmica,
sonante por tanto, sobre la parenete del mismo tetracordio, un tono y medio,
un tono, y medio tono, también disonante, sobre la parámese del tetracordio
disjunto, y cuatro tonos y medio y cuatro tonos, igualmente disonante,
en los géneros enarmónico y cromático, sobre la lícano, del
tetracordio medio, pero tres tonos y medio, un intervalo de quinta, consonante
por tanto, en el género diatónico.
en cambio la citarodia, que es en muchas generaciones más
antigua que la tragedia, lo usó desde un principio.
Que el género cromático es más antiguo que el género
enarmónico, es claro. En efecto, se debe hablar de ‘más antiguo’
evidentemente en relación a su descubrimiento y a su
utilización por la naturaleza humana, pues en lo que respecta
a la naturaleza misma de los géneros no consiste en
que uno sea más antiguo que el otro. Así, si se dijera que
Esquilo166 o Frínico167 por ignorancia evitaron el género cromático,
¿no es verdad que sería absurdo? Pues sería como
decir también que Páncrates168 desconocía el género cromático,
porque lo evitaba la mayoría de las veces, pero lo utili-
F zó en algunas composiciones. Evidentemente no lo evitó por
ignorancia sino por elección, puesto que como él mismo di165
A este respecto se puede tener en cuenta lo que dice historiador Ft-
LÓCOS.O (en A t e n eo , XIV 637f-638a), de Lisandro de Sición, un citarista
de! siglo vi a. C., que habría sido el primero en usar unas variaciones muy
vivas y coloreadas (chromata kai eúchroa) en sus composiciones con la
cítara, retomadas después posiblemente por Timoteo y su escuela (cf. n.
45).
166 Nacido en Eleusis, demo de Atenas, siglo vi-v a. C., es, junto a Sófocles
y Eurípides, uno de los grandes compositores de tragedias de Grecia.
De su producción sólo nos quedan siete tragedias completas y nada de
su música. Sí sabemos que usaba un estilo musical austero y majestuoso,
usando el género diatónico y evitando, como se dice aquí, el cromático.
{67 Compositor ateniense de tragedias, siglo vi-v a. C., def que sólo
nos quedan unos pocos fragmentos. Sobre su arte escribe A r istó fa n e s ,
Aves 749-751: «de allí Frínico, como una abeja, libaba el fruto de sus inmortales
melodías, ofreciendo siempre una dulce canción», y A rjstocles
(en A t e n eo , I 22a) nos cuenta que Frínico, como Tespis y Prátinas, eran
llamados danzantes (orchéstaí) porque, además de la música para sus coros,
enseñaban a bailar al que quería.
168 Nada sabemos de este compositor griego, quizá del siglo iv a. C. y
seguidor del estilo antiguo.
SOBRE LA MÚSICA 87
jo, era un admirador del estilo de Píndaro y Simónides y, en
general, del llamado por los de ahora169 estilo arcaico.
21. Lo mismo se puede decir también sobre Tirteo de
Mantinea, Andreas de Corinto, Trasilo de Flía170 y otros
muchos, de los cuales sabemos que todos por elección renunciaron
al género cromático, a la modulación17', al uso de
muchas cuerdas y a otras muchas cosas que se pueden usar:
ritmos, modos, formas de expresión, melopeya172 e interpre169
Naturalmente se refiere a los contemporáneos de su fuente, principalmente
a Aristóxeno, siglo iv a. C.
170 Nada sabemos de estos compositores, posiblemente del siglo iv a.
C., como Pancrates, seguidores del estilo antiguo.
171 Griego metabole. La modulación es la sexta entre las siete partes en
las que A r is tó x en o , Harmonica 44, 8-9 (= II, p. 34), divide la ciencia
harmónica, pero de la que prácticamente sólo dice que es una cierta alteración
en el orden de la melodía (II, p. 38), Sin embargo, teóricos posteriores,
como Cleónides y Baquio, nos han transmitido su doctrina. Asi, según
Baquio, Harmonica introductio 304-305, Jan (cf. también C león id e s,
Introductio harmonica 204-207, Jan), los tipos de metabolé que afectan a
la ciencia harmónica (hay tres que son propios de la rítmica) son cuatro:
genike, «de género», por ej. del enarmónico al cromático; systëmatiké, «de
escala», es decir, de modo, por ej. (en Cleónides) de una escala conjunta a
una disjunta, estableciendo otra nota mese; katá trópon o katá tónon, «de
tonalidad», por e j. de lidia a frigia; y katà êthos «de carácter», o katá melopoitan
(Cleónides), «de composición», por ej. de una composición o un
carácter tranquilo (hésychiastikón) a uno exaltado (diastaltikón). Cf. D io n
isio d e H a l ic a r n a s o , Sobre la composición literaria XIX, 4-7. Para
ejemplos cf. cap. 6, 1133B-C, y cap. 8, 1134B. Como se puede ver, la modulación
en la música griega abarcaba más aspectos que la única modulación
o cambio de tonalidad de la música moderna.
172 Griego melopoií'a, la última de las siete partes en las que Aristóxeno
(cf. n. ant.) dividía a la ciencia harmónica, pero que no la definió, aunque
se puede saber algo por sus textos (Harmonica 48, 4-8 (= Π, p, 38) o
sus compiladores (por ej. Cl e ó n id e s , Introductio harmonica 206-207,
Ja n ): consiste en el uso que el compositor hace de los elementos que la
Π38Α
8 8 PSEUDO PLUTARCO
tación. Por ejemplo, Teléfanes de Mégara173 fue tan enemigo
de las siringes174 que jamás permitió a los constructores
de aulós añadirlas a sus instrumentos, y, sobre todo por
esto, renunció al concurso Pítico175. En resumen, si alguien,
tomando como prueba el hecho de no usar algo, acusa de
desconocimiento a los que no lo usan, acusaría de forma
precipitada a muchos, incluso de los de ahora, como los
alumnos de Dorión176 que desprecian el estilo de Antigénidas111,
puesto que en efecto no lo utilizan, y los alumnos de
b Antigénidas, que desprecian por el mismo motivo el estilo
de Dorión, y los citaredos por evitar el estilo de Timoteo17S,
pues, en suma, han desertado hacia las técnicas de percuciencia
harmónica estudia, así como de otros elementos extrínsecos relacionados
con el estilo. Cf. cap. 10, 1134E, y cap. 17, 1137A.
173 Famoso auleta del siglo rv a. C., nacido en Mégara o Samos ( P a u s
a n ia s , 1 4 4 , 6 ).
174 Griego syrinx. Con este término (cf. n. 119) se llamaban en Grecia:
1) al instrumento musical de viento, generalmente de varias cañas, sin lengüeta,
que llamamos en castellano siringa, y que era propio de los pastores
(cf. H o m e r o , Iliada XVIII 5 2 5 - 5 2 6 ) ; y 2 ) al orificio o dispositivo-llave,
—y entonces traducimos por siringe—, presente en el aulo, que permitía la
elevación del tono. De todas formas no se ponen de acuerdo los estudiosos
a la hora de definir esta parte del auló.
175 Cf. nn. 29 y 83.
176 Auleta del siglo iv a. C., patrocinado por Filipo de Macedonia, del
que poco sabemos, aunque es mencionado por A t e n e o , VIH 337b, cap.
18, y X 435b-c, cap. 46, como auleta y amante del pescado y la buena mesa.
177 Auleta y reputado compositor nacido en Tebas, siglo iv a. C., que
según la Suda acompañó como auleta al famoso compositor de ditirambos
Filóxeno (cf. n. 113). Fue el jefe de la escuela aulética de Tebas, opuesta a
la de Dorión, dejando a su muerte gran número de discípulos.
178 Cf. n. 45.
SOBRE LA MÚSICA 89
sión179 y a las composiciones de Poliído180. A su vez, si se
examinara con atención y con conocimiento la variedad,
comparando las composiciones antiguas y las modernas181,
se encontraría que ya entonces estaba en uso la variedad.
Los antiguos, en efecto, en lo relativo a la ritmopeya se sirvieron
de la variedad más grande, pues apreciaban la variedad
rítmica, y lo relativo al diálogo del acompañamiento
instrumental era entonces más variado: los compositores
modernos, ciertamente, son amantes de la melodía, los de
entonces, en cambio, eran amantes del ritmo. Es evidente, c
por tanto, que los antiguos se abstuvieron de las melodías
quebradas182 no por ignorancia sino por libre elección ¿Y
qué tiene esto de sorprendente? Pues también otras muchas
actividades de la vida no eran ignoradas por los que no las
179 Griego katatymmata, propuesta por L a s s e r r e , Plutarque. De la
musique. Texte..., ante otras lecturas, igualmente de difícil interpretación
musical.
m Uno de los grandes compositores de ditirambos del siglo v-iv a. C.,
junto con Timoteo, Filóxeno y Telestes, según D jo d o r o S íc u l o , XIV 46,
6. Nos quedan pocos fragmentos de su obra.
Í81 Debemos recordar que se refiere a la época de los autores que le
sirven como fuente o guía. De todas formas nuestro autor, de nuevo, no
aclara bien cuáles son los dos términos de la comparación en todo este párrafo,
ya que la música antigua frente a la contemporánea era, en general,
menos complicada y variada en el uso de las distintas posibilidades que les
proporcionaba el empleo, por ejemplo, de la modulación, aunque sí, como
aquí se señala, muy rica rítmicamente hablando. Así D io n is io d e H a l i c
a r n a so , Sobre la composición literaria XIX, pone como ejemplo del estilo
antiguo a Safo y Alceo, a los que añade Estesícoro y Pindaro, frente a
los representantes modernos del Nuevo Ditirambo, como Filóxeno, Timoteo
y Telestes, que usan de más libertad rítmica y musical.
182 Griego keklasménón melón, seguramente melodías variadas por la
modulación, o demasiado melódicas, con saltos y notas muy rápidas. Cf.
S. M ic h a e u d e s , The Music..., s. v. «keklasmena» melé.
90 PSEUDO PLUTARCO
usaban, pero les resultaban extrañas, siendo suprimido su
uso por ser inapropiado para ciertos fines.
22. Después de haber demostrado que Platón no rechazó
las demás formas musicales por ignorancia o por inexperiencia,
sino por no ser convenientes a su concepción del
Estado, demostraremos a continuación que era experto en la
ciencia de la harmonía183. Así, en el relato de la creación del
alma en su Timeo demostró sus conocimientos de las mate-
D máticas y la música del modo siguiente: Ύ después de esto
rellenó los intervalos dobles y triples, cortando porciones
de a llí y colocándolas en medio de éstos, de modo que en
cada intervalo había dos medias ’184. Este preludio revelaba
183 Sobre Platón y sus conocimientos musicales, cf. n. 127.
184 Timeo 36a. En efecto, así termina Timeo (de Locros, en Italia, personaje
pitagórico de ficción), en el diálogo platónico del mismo nombre,
su preludio sobre la creación del alma cósmica. Esta se realiza, dice, a partir
de la mezcla de lo Mismo indivisible y lo Otro divisible con una tercera
entidad intermedia entre los dos. A continuación, el Demiurgo va subdivídiendo
la unidad obtenida de tal manera que de las subdivisiones resulta
una serie numérica, 1, 2, 3, 4, 8, 9, 27, en la que se distinguen claramente
dos secuencias en progresión geométrica, la primera de razón 2 (1, 2, 4, 8)
y la segunda de razón 3 (1, 3, 9, 27). Luego rellena los intervalos
(diaslémata) dobles y triples hasta conseguir que entre ellos haya dos medias:
una aritmética (sobre un mismo número) y otra harmónica (sobre una
misma fracción), siguiendo así la subdivisión pitagórica de la octava musical,
como vemos en la nota siguiente. El intervalo musical (to diastema)
es definido como el espacio entre dos notas que no poseen el mismo grado
(A r is t ó x e n o , Harmonica 20-21; 21, 1 [= I, p. 1 5 ]), es decir, de diferente
altura tonal, y, entre otras formas, se divide (21, 19-22; 22,1-2 [== I, p.16])
por su tamaño, por su pertenencia a un género (cf. n. 102), como consonante
(sÿmphônon) y disonante (diáphónon), simple (asÿntheton) y compuesto
(sÿntheton), racional (rhetón) e irracional (álogon). Entre los intervalos
consonantes el más pequeño es el intervalo de cuarta (día tessárón,
relación 4:3, es decir, una relación sesquitercia [logos epitritos], dos tonos
y medio, que forma el tetracordio [cf. nota 110]), le siguen el de quinta
SOBRE LA MÚSICA 91
su experiencia en la ciencia de la harmonía, como al punto
demostraremos. La medias fundamentales son tres, de las
cuales se deriva toda media: la aritmética, la harmónica y la
geométrica. De estas medias, la primera excede y es excedida
en un mismo número, la segunda en una misma proporción
y la tercera ni en una proporción ni en un número185.
(diá pénte, relación 3:2, es decir, una relación sesquiáltera [logos hemiólios],
tres tonos y medio), el de octava (diàpasôn, relación 2:1, es decir,
una relación doble [diplásios], seis tonos), el más perfecto (P s e u d o A r is tó
t e l e s, Problemata XIX 35, Ja n , pág. 95, cf. también nn. 190 y 213), y
los formados por el de octava más el de cuarta 8:3, o más el de quinta, 3:1,
el de doble octava, 4:1, y doble octava más cuarta, 16:3, o quinta, 6:1. En
total serían ocho. Por otro lado, el intervalo de un tono (A r istó x e n o , Harmonica
I, p. 21, y II, p. 46) es la diferencia de magnitud entre los dos primeros
intervalos, esto es, el de cuarta y el de quinta, en la relación 9:8,
sesquioctava. Entre las partes del tono tienen, además, valor melódico
(A r ist ó x e n o , Harmonica 57, 2-6 [= II, p. 46]) la mitad, denominada
hémitónion; el tercio de tono (1/3), llamado diesis chrômatikë elachistè; y
el más pequeño, el de cuarto de tono (1/4), denominado diesis enarmonios
elachistë. Ningún intervalo menor que éste tiene valor melódico. Finalmente,
si el intervalo consonante menor es el de cuarta, el mayor se haya
limitado por nuestra propia capacidad. Sobre los intervalos, cf. también
A r ist id e s Qu in t il ia n o , 10-13 (= I, cap. 7). Sobre otro tipo de intervalos,
cf. n. 300.
183 Así, utilizando como los pitagóricos los números 6 y 12, que están
entre ellos en la proporción 1 a 2, como las notas extremas de la octava,
vemos que la media aritmética entre 6 y 12 es 9, es decir, es mayor y menor
en tres de ambos números, mientras que la media harmónica entre esos
mismos números es 8, es decir, que este número es superior a 6 en 2, que
es un 1/3 de 6, e inferior a 12 en 4, que es igualmente un 1/3 de 12. En
cambio, la media geométrica no es tenida en cuenta por no reunir, como
dice el texto, ninguna de estas condiciones, que son aplicables a la octava
musical. De este modo, los números 8 y 9 y sus relaciones aritmética y
harmónica con los números 6 y 12, sí sirven para representar los dos intervalos
musicales de cuarta (8:6 y 12:9 = 4:3) y quinta (12:8 y 9:6 = 3:2); el
intervalo de octava, a su vez, está, como hemos dicho, en relación doble,
2:1, y es la suma de los dos intervalos anteriores, que, a su vez, se puede
decir, están contenidos en ella. Cf. n. anterior.
92 PSEUDO PLUTARCO
Así pues, Platón, queriendo demostrar en términos harmóni-
E eos la harmonía de los cuatro elementos en el alma186 y la
causa de la consonancia entre unos y otros a partir de su diferencia,
mostró en cada intervalo dos medias del alma, según
la proporción musical. Pues ocurre que en música dos
son los intervalos medios de la consonancia de octava, cuya
proporción vamos a demostrar. La consonancia de octava es
considerada en proporción doble; la proporción doble, por
dar una imagen numérica, se representará por el 6 y el 12;
esto es el intervalo desde la hípate del tetracordio medio
hasta la nete del tetracordio disjunto. Así, si los extremos
son el 6 y el 12, la hípate del tetracordio medio es representada
por el número 6 y la nete del tetracordio disjunto por el
f 12. Por lo demás, queda añadir a éstos los números que caen
en medio, de cuyos extremos el uno aparecerá en proporción
sesquitercia y el otro en proporción sesquiáltera: se trata del
8 y el 9, pues de 6 el 8 es sesquitercio y el 9 sesquiáltero.
Tales son las relaciones con un extremo, mientras el otro, el
1139A 12, es sesquitercio de 9 y sesquiáltero de 8. Así, como estos
números están en medio del 6 y del 12, y el intervalo de octava
está compuesto del intervalo de cuarta y el de quinta,
está claro que la mese tendrá el número 8 y la parámese el 9.
Si esto es así, la hípate tendrá la misma relación hasta la
mese que la parámese hasta la nete del tetracordio disjunto,
pues desde la hípate del tetracordio medio a la mese hay un
intervalo de cuarta y de la parámese a la nete del tetracordio
disjunto hay también lo mismo: está claro que también des-
1X6 Es decir, los cuatro elementos del alma cósmica estarían representados
por las cuatro notas fijas de la octava musical, compuesta, como
hemos visto (cf. nn. 103, 110 y Apéndice), por dos tetracordios disjuntos,
en los que son fijas la nete, la parámese (del tetracordio superior o disjunto),
la mese y la hípate (del tetracordio inferior), representadas pitagóricamente
por los números 12, 9, 8 y 6 respectivamente.
SOBRE LA MÚSICA 93
de la hípate del tetracordio medio hasta la nete del tetracordio
disjunto hay un intervalo de octava. La misma proporción
se encuentra en los números: pues 6 es a 8 como 9 es a b
12, y 6 es a 9 como 8 es a 12; en efecto, 8 es sesquitercio de
6, y 12 de 9, y 9 es sesquiáltero de 6, y 12 de 8. Bastará lo
dicho para demostrar el conocimiento y la experiencia que
tenía Platón de las matemáticas187.
23. Que la harmonía es venerable y algo divino y grande
lo dice Aristóteles, el discípulo de Platón *** con estas
palabras: ‘‘La harmonía es celestial, y a que tiene la naturaleza
divina, noble y maravillosa. Es p o r naturaleza cuatrip
a rtita en su valor, tiene dos medias, la aritmética y la
harmónica, y sus parte s, sus magnitudes y sus ex c e so s188 se
manifiestan en relación con e l número y la igualdad en la
medida, ya que en dos te tra co rd io s189 se estructuran orde-
187 Para todo este párrafo, será útil tener presente io dicho sobre las notas
y los tetracordios en las notas anteriores, así como en las nn. 185, 110 y
los Gráficos.
188 Sus magnitudes son sus intervalos, 12:8, 8:6, y 12:9, 9:6. Sobre sus
excesos, cf. n. 185. Aristóteles, nacido el año 384 a. C. en Estagira, ciudad
de la Calcídica, y discípulo de Platón en su Academia de Atenas, aunque
no escribió un tratado sobre teoría musical, se refiere muy a menudo en
sus obras a los distintos aspectos relacionados con la música, en la que sigue,
en general, los mismos pensamientos que su maestro (cf. L. Ric h t e r ,
Zar Wissenschaftslehre..., págs. 98-169), aunque de forma más liberal, y
como él cree en la importancia de la música en la educación de los jóvenes
(cf. Política VIII 5-7, 133 9a-1342b), Se le ha atribuido una obra, a menudo
citada en estas notas, llamada Problemata donde hay dos grandes secciones
sobre la voz y sobre la harmonía, cuyo contenido se considera en
estrecha relación con las doctrinas de Aristóteles y su Escuela.
189 El tetracordio medio (mese a hípate) y el tetracordio disjunto (parámese
a nete).
94 PSEUDO PLUTARCO
c fiadamente las melodías’ !9Ü. Éstas son sus palabras. Decía,
por otra parte, que el cuerpo591 de la harmonía se componía
de dos partes desiguales, aunque consonantes una con otra,
y, además, que sus medias eran consonantes en proporción
aritmética. La nota más alta192 con la nota más baja193 producen
la consonancia de octava por estar ajustadas en la
proporción doble. Pues tiene, como hemos dicho anteriormente
l94, la nota más elevada de 12 unidades y la más baja
de 6, y la parámese, que está en consonancia con la hípate
en la proporción sesquiáltera, la tiene de 9 unidades; y de-
D ciamos195 que las unidades de la mese son 8. Y sucede que
los principales intervalos de la música están constituidos por
estas proporciones: el de cuarta, que corresponde a la proporción
sesqui tercia, el de quinta que corresponde a la proporción
sesquiáltera, y el de octava que corresponde a la proporción doble.
Y también se cumple la proporción sesquioctava, que es
la proporción del tono 596. Sucede que por las mismas dife-
190 Fr. 47, R o se . Para Aristóteles, como para los pitagóricos, la harmonía
es la octava o escala musical (cf. F il o l a o , Fr. B 6, en H. D iels -W .
KLr a n z , Die Fragmente der Vorsokratiker, 15.a ed., Dublín-Zúrich, 1971,
I, pág. 409, 10), que es la suma de las consonancias de cuarta y de quinta,
desiguales pero consonantes, con sus cuatro notas fijas, representadas por
los números 6, 8, 9 y 12, y las medias aritmética y harmónica entre sus notas.
191 Como sabemos por el Timeo (34bl0-35al) Platón distingue entre el
alma cósmica y el cuerpo cósmico, así, aquí distingue Aristóteles entre la
harmonía (conjunto de sus proporciones, que formarían el alma) y el cuerpo
(conjunto de sonidos).
192 Esto es, la nete.
193 Esto es, la hípate.
194 Cap. 23, 11381·.
195 Cap. 2 2 ,1139A.
196 El tono, como lo define A r is t ó x e n o , Harmonica 57, 1-2 (= II, p.
46), es: «el exceso de la quinta sobre la cuarta» (cf. n. 184), o, dicho de
otra manera, el espacio disjunto entre la parámese y la mese, que separa
SOBRE LA MÚSICA 95
rendas exceden y son excedidas las partes de la harmonía
por las partes entre sí y las medias por las medias entre sí,
tanto en la diferencia aritmética como en el valor geométrico.
Así, Aristóteles demuestra que las medias tienen las
propiedades siguientes: la nete supera a la mese en una tercera
parte de sí misma y la hípate es superada por la parámese
del mismo modo, de tal manera que sus diferencias
son proporcionales, pues superan y son superadas por las
mismas partes197. Por tanto, los extremos superan la mese y
la parámese y son superados por ellas en las mismas proporciones,
esto es, la sesquitercia y la sesquiáltera. Tal es la diferencia
harmónica. La diferencia entre la nete y la mese en
proporción aritmética198 presentan diferencias según una misma
porción. Del mismo modo, también la parámese supera a
la hípate, pues la parámese supera a la mese en la proporción
sesquioctava, y de nuevo la nete es doble que la hípate,
la parámese es sesquiáltera con la hípate, la mese está ajustada
en proporción sesquitercia con la hípate. Así es por naturaleza,
según Aristóteles, la harmonía en sus partes, sus
números y sus diferencias.
24. La harmonía199 y todas sus partes están constituidas
en su nivel más natural de naturaleza infinita, finita y parios
dos tetracordios que forman el octacordio. (cf. Apéndice). Numéricamente
se representa así: 3:2 (quinta) : 4:3 (cuarta) = [3:2]: [4:3] - 9:8, en
relación, por tanto, sesquioctava.
197 Se entiende bien teniendo en cuenta el valor numérico que se da a
las cuatro notas citadas, las fijas de los dos tetracordios, es decir: 6, 8, 9
y 12.
198 Pero la proporción aritmética entre 12 (la nete) y 6 (la hípate) es 9
(la parámese) y no 8 (la mese). El texto hasta prácticamente el final de este
párrafo presenta posibles interpolaciones, ciertas dificultades y parece corrupto,
además de tautológico.
199 Es decir, la octava musical. Cf. n. 190.
96 PSEUDO PLUTARCO
impar200. Toda ella es par, porque se compone de cuatro
partes201, y éstas y sus proporciones son pares, impares y
1140a pares-impares. En efecto, tiene la nete par, de doce unidades,
la parámese impar, de nueve unidades, la mese es par,
pues tiene ocho unidades, la hípate es par-impar, pues es de
seis unidades. De este modo siendo por naturaleza la harmonía
ella misma y sus partes así unas con otras en sus diferencias
y sus proporciones, toda ella está también en consonancia
con su totalidad y con sus partes.
25. Además, de las sensaciones que se producen en nuestro
cuerpo a través de la harmonía, unas, la vista y el oído,
son celestiales y divinas, pues con la ayuda de la divinidad
hacen nacer en los hombres la sensación y muestran la harmonía
con el sonido y la luz202; las otras, que las acompa-
200 Según los pitagóricos (cf. A r istó tel es, Física III 4, 2 03al0-12), lo
par es lo infinito y lo impar lo finito. Así, son pares o infinitos el 8 (la mese)
y el 12 (la nete), mientras que el 9 (la parámese) es impar y finito. En
cambio, un número es llamado par-impar cuando su mitad es impar, como
sucede con el 6, que representa la hípate. Cf. Fil o l a o , Fr. B 5, op. cit., I,
pág. 408, 7-9, D oe l s- K r a n z . Cf. n. 190.
201 Esto es, las cuatro notas fijas: nete (12), parámese (9), mese (8) e
hípate (6).
202 De la importancia y utilidad del oído y la vista, así como de su origen
divino, habla también P la t ó n en Timeo 47A-D: «De hecho la vista,
según yo lo razono, ha sido creada para ser en beneficio nuestro, el principio
de la mayor utilidad, En efecto de todas las disertaciones que actualmente
se pueden hacer acerca del Universo, ninguna podría haberse hecho
nunca si lo s hombres jamás hubieran visto ni los astros, ni el sol, ni el cielo...
Por lo que respecta a la v o z y a la audición, nuestro razonamiento es
el mismo: los dioses nos las han dado por la misma causa y para el mismo
fin... Y lo que en la música hay de bueno para la voz y nos la hace oír, se
nos ha dado en orden a la harmonía» (trad, de F. de P. S a m a r a n c h ). Cf.
también A r is tó t e le s , Fr. 48, Rose, que resalta la utilidad de estos sentidos
para el bienestar, mientras los otros contribuyen sólo al ser. El mismo
A r is tó t e le s , Acerca del alma III 2, 426a28-31, dice que el oído (akoe)
SOBRE LA MÚSICA 97
fían, como sensaciones, están constituidas según la harmonía.
Tampoco éstas pueden cumplir todo su cometido sin la b
harmonía y aunque son inferiores a aquéllas, no son diferentes
de ellas, pues aquéllas, al aparecer en nuestros cuerpos
con la presencia de la divinidad, tienen lógicamente una naturaleza
poderosa y noble.
26. Por todo esto, pues, está claro que a los antiguos
griegos, con razón, les interesó, sobre todas las cosas, ejercitarse
en la música. Pues creían que las almas de los jóvenes
debían ser forjadas y dirigidas a través de la música hacia
las buenas formas, porque la música es evidentemente
útil en toda circunstancia y en toda ocupación seria203, pero
de modo muy particular frente a los peligros de la guerra.
En éstos unos usaron los aulós, como los espartanos, entre c
los que se tocaba con el auló la llamada Melodía de Cástor,
cuando avanzaban en orden de batalla para atacar a los
enemigos204. Otros también marchaban contra los adversadebe
ser una proporción, como lo es la harmonía, pues «todo sonido exagerado,
agudo o grave, destruye la audición». Finalmente, sobre la primacía
del oído y la vista sobre los demás sentidos, cf. también lo que dice
A ristó x e n o en F ilo d em o , De musica, pág. 54, Kjemkje (= pág. 116, V a n
K r ev e l en ).
203 Sobre la importancia de la música en la educación, cf., por ej.,
P l a t ó n , República III 401d-e: «¿Y la primacía de la educación musical,
dije yo, no se debe, Glaucón, a que nada hay más apto que el ritmo y la
harmonía para introducirse en lo más recóndito del alma y aferrarse tenazmente
allí, aportando consigo la gracia y dotando de ella a la persona
rectamente educada, pero no a quien no lo esté?». í
204 Así nos lo cuenta P l u t a r c o , Licurgo 22, 4-5. En cambio, P ín d a r
o , Píiicas Π 70-71, al enviar su canto a Hierón, vencedor en la carrera de
carros, habla de un coro Castoreo en melodías eolias y referido a la forminge
de siete cuerdas, por lo tanto no con aulo. Por otra parte, el Tindárida
Cástor, hermano de Pólux, es conocido en el mito por su carácter principalmente
guerrero, participando con su hermano, entre otras, en la
98 PSEUDO PLUTARCO
rios al son de la lira: se cuenta, por ejemplo, que durante
mucho tiempo los cretenses usaron esta práctica en sus expediciones
para afrontar los peligros de la guerra205. Otros
todavía, en nuestros días, continúan utilizando las trompetas
206. Los argivos usaban el aulo en la lucha de atletas pertenecientes
a las fiestas llamadas entre ellos Esternas; dicen
que este concurso fue instituido originariamente en honor de
d Dánao, pero después fue dedicado a Zeus Estenio207. No
obstante, todavía ahora, es costumbre acompañar con el
auló los ejercicios del pentatlón208, pero nada de buen gusto
ni al estilo antiguo, ni como se acostumbraba entre los homexpedición
de los Argonautas, ayudando a Jasón a saquear Yolco. De todas
formas, son numerosos los autores antiguos que nos hablan del empleo
militar del auló por los espartanos, por ej., Tucídides, V 70; Polibio, IV
2 0 ,1 2 ; y Pausanias, III 17, 5.
205 Así lo cuenta el escritor romano A ulio Gelio, 111, 6-7; y de la
importancia de la música y del uso en la batalla del aulo y la marcha rítmica
por los cretenses y espartanos habla también Polibio, IV 20, 12.
Sobre el ritmo al son de la lira y del aulo en la batalla, cf. Estrabón, X 4,
20,23-24.
206 Se refiere seguramente a los romanos, aunque ya es mencionado su
empleo por H omer o , Iliada XVIII 219. Sobre el uso de la trompeta (lat.
tuba) en la música militar romana, cf. Gü n t h e r W il l e , «Música romana
», Die Bedeutung der Musik im Leben der Romer, Amsterdam, 1967,
págs. 82-90.
207 Nada sabemos de estas fiestas Esternas. P a u s a n ia s , II 34, 6 , habla
de un altar de Zeus Estenio, después llamado de Teseo, en el camino de
Trecén a Hermione. También lo menciona el mismo autor en II 32, 7.
208 Se llamaba así a una serie de cinco pruebas atléticas, que en Grecia
comprendía: lanzamiento de disco, lanzamiento de jabalina, salto, carrera
y lucha. La primera mención de esta prueba la encontramos en Olimpia en
el año 708/707 a. C., correspondiente a la XVIII Olimpiada, siendo el
vencedor un tal Lampis (P a u s a n ia s , V 8, 7). A su vez, el mismo P a u s a -
n ía s , VI 14,10, al hablar de la presencia del auló en unos Juegos, dice que
Pitócrito de Sición tocó el auló para el pentatlón seis veces en los Juegos
Olímpicos.
SOBRE LA MÚSICA 99
bres de entonces, como la pieza compuesta por Hiérax209
para este concurso, que era llamada Endromé2lQ, aunque la
música es débil y de poco gusto, no obstante se acompañaba
con el auló.
27. Se cuenta, sin embargo, que en tiempos aún más
remotos los griegos no conocían la musica para el teatro, y
que para ellos toda esta ciencia era dedicada al culto de los
dioses y a la educación de los jóvenes, y entre los hombres e
de entonces no había sido construido todavía, en absoluto,
teatro alguno, sino que la música aún estaba confinada en
los templos, en los que a través de ésta servía para honrar a
los dioses y se alababa a los hombres buenos. Y esto es verosímil,
dicen, porque la palabra ithéatron\ que nace después,
y la palabra ‘ theorem\ que es mucho más antigua, se
formaron a partir de Uheós'2^. En nuestro tiempo, en cambio,
las clases de corrupción han hecho tantos progresos que
209 Auleta y compositor de Argos, siglo vn a. C., que, según Pólux,
IV 79, compuso un nomo llamado hierákios, fue protegido, discípulo y
amante de Olimpo, muriendo muy joven. El mismo Pólux, IV 79, habla
de un mélos hierákion, tocado al auló, en la fiestas llamadas Anteforias, en
honor de Hera, que posiblemente se trate de la misma pieza musical. Ateneo,
ΧΠΙ 570b, dice de unas tocadoras de auló que sólo tocaban el nomo
de Hiérax.
210 Término griego compuesto de en y drómos, «carrera», por lo que se
puede pensar que se tocaba durante esa parte del pentatlón. Sobre la presencia
del aulo en las competiciones del pentatlón, cf. n. 208.
211 Etimología ciertamente falsa que se encuentra también en el filósofo
estoico D ió g en e s d e B a b ilo n ia (siglo n a. C., SVF, Von Arnim, 3,7?.
64. En realidad, como sabemos, la palabra théatron se relaciona con la raíz
que encontramos en el verbo theáomai, «contemplar» y no con theós,
«dios». Como recuerda A. P lebe , art cit., pág. 191, esta etimología de
origen estoico debió tener un gran éxito en la Antigüedad tardía pues se
encuentra todavía presente en el Etymologicum Magnum (cf. archiihéóros).
100 PSEUDO PLUTARCO
no queda recuerdo alguno ni comprensión de su uso para la
educación, y todos los que se dedican a la música están al
servicio de la música para teatro212.
28. *** Alguien podría decir: ‘amigo mío, ¿entonces,
nada ha sido descubierto e innovado por los antiguos?’.
También yo reconozco que se han hecho descubrimientos,
pero con nobleza y de manera conveniente. Así, los que han
escrito la historia de estos asuntos atribuyeron a Terpandro
la introducción de la nete doria213, de la que no habían
hecho uso en la melodía sus predecesores; y se dice que in-
212 Sobre la decadencia de la música en la época a la que se refieren las
principales fuentes de nuestro autor, cf. lo que dice Platón, Leyes III
700d-701a, sin duda recordando las innovaciones introducidas en el arte
musical principalmente por los seguidores del llamado Nuevo Ditirambo,
como Filóxeno y Timoteo, a los que se referirá también el Pseudo Plutarco
en los caps. 30 y 31. En parecidos términos se habría expresado Aristoxeno
sobre la decadencia de la música de teatro en su tiempo, como lo
recuerdan Ateneo, XIV 632a, y Temistio, Orationes 33, y el mismo Plutarco,
Charlas de sobremesa IX 15 (Moralia 747A-748D) donde su
maestro Amonio critica la mala música que domina los teatros. Cf. también
el cap. 15 y las nn. 45 y 113.
213 Esta actuación de Terpandro la explica el Pseudo Aristóteles,
Problemata XIX 32, Ja n , págs. 94-95, cuando dice que «en un principio
las cuerdas eran siete; después Terpandro, quitando la trite, añadió la nete,
y por esto (el intervalo) se llamó di à pasôn y no dici okiñ. Por ello las
cuerdas eran siete». En efecto, si en un heptacordio (cf. n. 1Î0 y Gráficos)
se suprime (en dorio y en el género diatónico) la cuerda o nota trite y se
añade a la nete una nueva nete, llamada doria, el intervalo entre esta nete
doria añadida y la hípate no es ya de séptima y por ello disonante (cf. n.
184), sino de octava, consonante, por lo tanto, aunque sólo igualmente sobre
siete cuerdas, es decir, todas las que hay, dià pasôn, no sobre ocho.
Con esta invención de Terpandro se obtiene igualmente el acorde o intervalo
de quinta entre la nete doria y la mese, y el intervalo de cuarta entre
la mese y la hípate, ambos consonantes (cf. n. 184). Sobre Terpandro y sus
descubrimientos musicales, cf. n. 28, así como el cap. 12, del que éste parece
ser una ampliación.
SOBRE LA MÚSICA 101
ventó también el modo mixolidio en su totalidad214 y el estilo
de la melodía Ortia215, que se canta en ritmo ortio y,
junto al ortio, el troqueo marcado216. Y si, como afirma Pindaro,
Terpandro fue el inventor también de los cantos llamados
escolios217 ***, a su vez, Arquíloco descubrió la ritmopeya
de los trímetros218, la combinación de ritmos no 1141 a
homogéneos219, la recitación220 y su acompañamiento ins-
2,4 En el cap. 16 se atribuye este invento a Safo (cf. n. 136).
215 Cf. n. 78.
216 Según Aristides Quintiliano, 36, este ritmo estaba compuesto de
doce tiempos, con tesis de ocho y arsis de cuatro, cf. n. 78.
217 Fr. i 25-126, Snell-Maehlkr, de Píndaro. Por otro lado, tras
«escolios» supone una laguna Ziegler, el editor de nuestro texto, que propone
un verbo significando «se discute» o algo semejante. En griego skótíon
(mélos) deriva de skoliós (con cambio de acento), «tortuoso», «en
zigzag». Según las fuentes antiguas se trataba de una canción convival de
la que existían tres géneros: uno cantado por todos, otro de uno en uno por
orden, y un tercero, que les dio el nombre, es aquel al que pertenecían las
composiciones acompañadas de la lira, que se cantaban al final de los
banquetes, y, mientras se bebía, uno de los invitados, entre los más inteligentes,
comenzaba una canción, teniendo en su mano una rama de mirto o
laurel, que pasaba a un compañero de mesa, pero no al sentado junto a él,
y así sucesivamente siempre de forma oblicua, en zigzag, que debía continuar
el canto (cf. la Suda, s. v. skolión; Ateneo, xv 694a-b; y Dicearco
de Mesenia, Fr. 88, en F. Wehrli, Die Schule des Aristoteles, I, Basilea-
Stuttgart, 1967).
218 Generalmente trímetros yámbicos, formados por tres metros o unidades
rítmicas, en forma o — en los que Arquíloco sería el
primero en componer poemas enteros.
219 Con ellos se crean, por ejemplo, los llamados versos asinartetos
(asynârtètoi), compuestos de dos miembros (kóla) de metros diferentes,
siempre con diéresis entre ambos, sin estar enlazados ni formar una unidad
(cf. Hefestión, Enchiridion XV 1, Consbkucii).
220 Griego parakatalogé. Se trataba de un recitativo, a medio camino
entre el canto y el habla, acompañado de un instrumento, generalmente el
auló, empleado en la tragedia. El Pseudo A ristóteles, Problemata XIX
6, Jan, pág. 80, dice que este recitativo tiene im carácter trágico «por su
102 PSEUDO PLUTARCO
frumental; a él, el primero, se le atribuyen los epodos221, los
tetrámetros222, el crético223, el prosodíaco224 y alargamiento
del verso heroico225, por algunos autores, incluso el dístico
elegiaco226, y, junto a esto, la combinación del verso yámbico
con el peón epíbato227 y el verso heroico alargado con el
irregularidad, pues lo irregular es patético en la grandeza de la suerte y el
sufrimiento, mientras que lo regular es menos quejumbroso» .
221 Griego epdidá (épë). Sin duda se trata aquí del llamado «dímetro
epódico», la unión de versos, ei primero más largo que el segundo, de
formas múltiples, de las que Arquíloco nos ha dejado ejemplos de varias
combinaciones, siendo la más simple la compuesta de un trímetro yámbico
y un dímetro yámbico (fr. 22, Adrados).
222 Según explica M. Victorino, Grammatici Latini 6, 135, 14-15,
Keil, Arquíloco creó este tipo de versos añadiendo un crético (-~--) al
trímetro yámbico (por ej., /r. 204, Adrados). Después los encontramos en
ía tragedia y la comedia, pasando a la comedia latina por obra de Varrón,
en la forma del septenario trocaico (Rufino, Gramm. Lat. 6, 555, 5-6 y
16-17, Keil), que equivale al tetrámetro trocaico cataléctico griego:
223 Serie métrica ( - ~ - ) de seis unidades de duración que pertenece
tanto a la serie yámbica ( ~ - ~ - , acéfalo), como a la trocaica ( - ^ - w,
cataléctico), de origen cretense, empleado en forma de verso por vez
primera por el comediógrafo Cratino (siglo v a. C.), y rara vez por la tragedia.
224 Verso llamado así, principalmente, por ser empleado en los cantos
procesionales (prosodia mélë) acompañados de aulo. Cf. n. 31. Se trata de
un verso de doce tiempos de base anapéstica
225 Posiblemente se trata, entre otros, de un verso del tipo del llamado
«arquiloqueo», verso asinarteto compuesto de cuatro dáctilos y tres troqueos
— — ^ —
226 Verso compuesto de un hexámetro dactilico ( - —— — - — - — -
— - -), seguido de un doble hemíepes y empleado,
principalmente, por la llamada poesía elegiaca, poesía generalmente
frenética, de lamento (élegos), acompañada usualmente del auló.
Cf. cap. 4, Î 132D, donde se citan unos nomos aulódicos, llamados Élegoi.
227 En griego el término epibatós significa «accesible», aunque aquí
no sabemos qué relación hay con este significado. Según Aristides
Quintiliano, 45, 1-5 (= I, cap. 22), el peón es un pie formado por una
SOBRE LA MÚSICA 103
prosodíaco y el crético. Y, además, se dice que Arquíloco de
los versos yámbicos enseñó a decir unos con acompañamiento,
otros a cantarlos; y que después esta práctica la emplearon
igualmente los poetas trágicos228 y Crexo, tomándo- b
la, la introdujo en el ditirambo229. Se cree también que él fue
el primero que inventó el acompañamiento instrumental por
debajo del canto230, mientras que los antiguos hacían el
acompañamiento completamente al unísono.
29. A Polimnesto231 le atribuyen el llamado ahora modo
hipolidio232, y dicen que él hizo mucho más grande la éklysis233
sílaba larga y tres breves (— breves que pueden aparecer en distintas
posiciones, dando lugar a cuatro tipos de peón. Dentro del género peónico,
el mismo autor (I 16) dice que está el llamado peón epíbato, compuesto de
tesis larga, arsis larga, dos tesis largas y arsis larga, mientras que en II 15
escribe que entre los ritmos en razón sesquiáltera (3/2) el epíbato es más
agitado, pues trastorna el alma con la doble tesis y excita la mente con la
magnitud del arsis.
228 Seguramente en las partes corales de las tragedias, ya que en éstas
los diálogos, compuestos en trímetros yámbicos, no eran cantados.
229 Cf. lo que decimos sobre Crexo en n. 111. Sobre innovaciones en el
ditirambo, cf, también cap. 29.
230 La expresión griega es tèn kroûsin hypo tën ôidën, que significaría
tocar un instrumento de cuerda acompañando la melodía en una especie de
heterofonía, como la que parece indicar Platón, Leyes VII 8 12d, cuando,
para criticar este tipo de acompañamiento, dice: «cuando son distintas las
melodías emitidas por las cuerdas de las compuestas por el autor del canto
». De todas formas, esta expresión se ha interpretado también como un
acompañamiento, más agudo, por encima de la melodía. Cf. η. 111.
231 Cf. n. 33 y, sobre sus innovaciones, los caps. 3, 5, 9 y 10.
232 Probablemente es igual al modo lidio, que Platón, República III
398e, llama, junto con el modo jonio, chalarai (harmoniai), «modos laxos,
afeminados».
233 Cf. n. 107.
104 PSEUDO PLUTARCO
y la ekbolé2M. Y del famoso Olimpo, a quien atribuyen los
orígenes de la música griega y nómica, se dice que inventó
el género enarmónico, y, entre los ritmos, el prosodíaco, en el
que está compuesto el nomo de Ares235, y el coreo236, que
utiliza mucho en los cantos a la Diosa Madre237; algunos
creen que Olimpo inventó también el baqueo238. Todas las
c melodías antiguas demuestran que esto es así. Laso de Hermione239,
al adaptar los ritmos al movimiento del ditirambo
234 Según Aristides Quintiliano, 28, 5-6 (= I, cap. 11), significa subir
una nota 5 diesis, es decir, un intervalo de 5/4 de tono. Cf. Baquio,
Harmonica introductio 42, Jan, p. 302.
235 Cf. cap. 17, n. 153.
236 También conocido por troqueo (—'■'——)
237 Cf. cap. 19, n. 163.
238 Unidad métrica compuesta de tres sílabas, dos largas y una breve,
así: ~— o—
239 Fr. A 10 (Minor), Del Grande. Filósofo, poeta y músico de mediados
del siglo vi a. C., nacido en Hermione de Acaya en el Peloponeso,
Laso es una gran figura en la historia de la música griega antigua. Fue el
primero en escribir un libro sobre música, según la Suda, que hemos perdido,
y autor de importantes innovaciones en este campo, como la que
aquí se menciona, al imitar en la lira la riqueza de sonidos y la heterofonia
de los aulós, que no implicaba el aumento del número de cuerdas como
harían Frinis y Timoteo (cf. nn. 45 y 63). Fue rival de Simónides y maestro
de Píndaro (cf. nn. 60 y 151). Algunos gramáticos le atribuyen la creación
del ditirambo ático (cf. nota 99), y su introducción en las competiciones
musicales. Se ha atribuido a Laso (Lasserre, Plutarque. De la
musique. Texte..., pág. 43) la introducción de los coros cíclicos en el ditirambo,
hasta entonces astrófico, con el uso de estrofa y antístrofa (es decir,
el coro volvía a repetir la melodía que acababa de efectuar), técnica
que seguirán después Píndaro y Baquílides (cf., sin embargo, n. 99). Los
poetas pertenecientes al llamado Nuevo Ditirambo volverán a componer
ditirambos en forma astrófica (cf. n. 130). Ateneo, XV 624e-f, nos ha
conservado tres versos de su Himno a Deméter, en los que se evita el uso
de la letra s, seguramente, en su preocupación por la cualidad tonal, por
considerarla un sonido duro y desagradable (cf. Dionisio de Halicarnaso,
Sobre la composición literaria XIV 20). Para más noticias sobre la teoSOBRE
LA MÚSICA 105
y emular la riqueza de sonidos propia de los aulós, haciendo
uso de notas más numerosas y dispersas, transformó la música
que había existido hasta entonces.
30. Del mismo modo, el poeta lírico Melanípides240, que
vivió después, no se mantuvo en el tipo de música tradicional,
ni tampoco Filóxeno ni Timoteo. Éste, en efecto, a la lira
de siete notas que había hasta Terpandro de Antisa, le incrementó
el número. También la aulética cambió de una
música más simple a una más compleja: antiguamente, hasta d
la época del compositor de ditirambos Melanípides, los auletas
acostumbraban a recibir sus salarios de los poetas, pues
evidentemente la poesía era la protagonista, subordinándose
los auletas a sus autores. Más tarde también esta costumbre
se fue perdiendo, de modo que el poeta cómico Ferécrates241
puso en escena a la Música en forma de mujer, toda ella violentamente
ultrajada en su cuerpo; y hace que la Justicia le
pregunte la causa del ultraje, y que la Poesía242 diga:
ría musical de Laso, cf. Lasserre, Plutarque. De la musique. Texte...,
págs. 34-44,
240 Fr. A 4 (Minor), Del Grande. Cf. n. 130.
241 Poeta de la Comedia Antigua griega, que vive en Atenas alrededor
deí año 420 a. C. Autor de unas dieciocho comedias y vencedor sólo en
tres ocasiones en los agones dramáticos atenienses. Por los elementos populares
introducidos en el lenguaje de sus obras, fue llamado por el aticista
Frínico Attikétatos, «el más ático», de los comediógrafos.
242 Es decir, la Música. El texto que recoge el Pseudo Plutarco pertenece,
aunque existen algunas dudas (Lasserre, Plutarque. De la musique.
Texte..., pág. 172, n. al cap. 30), a ursa comedia de Ferécrates titulada
Quirón (Che ir δη, Fr. 145, en CAF, Kock, 1, p. 188).
106 PSEUDO PLUTARCO
M ú s ic a
Te hablaré de buena gana; pues para tu corazón
es un placer escuchar y para el mío hablar.
e En efecto, mis males comenzaron con Melanípides,
Con éstos él fue el primero que me cogió, y me aflojó
y me hizo más afeminada con sus doce cuerdas243.
Éste, sin embargo, era para mí todavía un hombre soporta-
*** en comparación con los males presentes. [ble,
Pero Cinesias, el maldito ático244, introduciendo inflexiones
[disonantes245 en sus
estrofas, me ultrajó de tal forma que de la poesía
¥ de sus ditirambos, como sucede en los escudos246,
243 Para salvar la posible dificultad de la atribución de la lira de doce
cuerdas a Melanípides y a otros músicos posteriores a él, como Timoteo,
cf. lo que escribe During, «Studies in Musical...», pág. 181, que piensa
que doce es aquí un número redondo y significa «muchas», como cinco
(cf. n. 250) se usa para decir «pocas».
244 Cinesias, compositor ateniense de ditirambos, siglo v-iv a. C., era
considerado uno de los peores músicos y poetas de su tiempo. Por su influencia
política, impuso la eliminación del coro en la comedia. Sus melodías
carecían de gusto y distinción, siendo objeto de las críticas de los comediógrafos
contemporáneos, como Ferécrates y Aristófanes (Aves y
Ranas). Según During, «Studies in Musical...», pág. 182, el adjetivo Attikós,
frente a Alheñaros, tendría un valor despectivo.
245 Se alude posiblemente (Borthwick, «Notes on the Plutarch...»,
págs. 66 y 71) a las frecuentes modulaciones (metabolaí; cf. n. 171) de
modo a modo en el curso quizá incluso de una misma estrofa, con el abandono
también de la estructura tradicional, y a las distorsiones de las palabras
del texto por el predominio o incremento del acompañamiento musical,
innovaciones todas de los seguidores del llamado Nuevo Ditirambo
(cf. n. 45).
246 Se referiría el autor (Borthwick, «Notes on the Plutarch...», pág.
65), a los movimientos de los escudos en la danza pírrica, que se realizaba
con lanza, escudo y antorchas, inventada posiblemente por un cúrete de
Creta, llamado Pírrico, uno de los que velaron por Zeus niño.
SOBRE LA MÚSICA 107
la parte izquierda parece la parte derecha 241.
Pero éste, así y todo, me era, no obstante, soportable.
Frinis248 atacándome con una ‘p iñ a 249’, suya propia,
curvándome y doblándome, me destruyó totalmente,
con doce tipos de modos con sus cinco cuerdas250.
Pero para mí éste todavía era un hombre soportable;
pues si en algo se equivocó, después lo arregló.
En cambio Timoteo251, queridísima, me ha taladrado
y lacerado de manera infame.
Ju st ic ia
¿Quién es ese Timoteo?
247 Mientras Weil-Reinach, Plutarque. De la musique..., pág. 121,
piensan que esta expresión se explicaría así: sucede como en los espejos
donde ia imagen se refleja en los escudos al revés, la derecha cambiada
por la izquierda, mientras que Borthwick, «Notes on the Plutarch...»,
pág. 66, cree que Ferécrates alude aquí a ia tendencia del Nuevo Ditirambo
(cf. n. 45) de abandonar la estructura tríadica (estrofa, antístrofa y epodo)
regular en el ditirambo.
248 Fr. 3 A, Del Grande. Cf. n. 63.
249 Griego stróbilos, «peonza», «piña», «torbellino». Interpreta Borthwick,
«Notes on the Plutarch...», pág. 68, que con este término se alude a
la innovación en la agôge ditirámbica, melódica, rítmica y coral, que rompe
el kyklikós choros, con una vuelta violenta, como un «torbellino», interpretando
todo el párrafo también con un posible sentido erótico. Algún
estudioso (cf. During, «Studies in Musical...», pág. 187) piensa, sin embargo,
que el término se refiere a un palo colocado debajo de las cuerdas y
vuelto, que podía cambiar la tonalidad de una o más cuerdas.
250 En lugar, por ejemplo, de los tetracordios de Aristóxeno, Cf. η.
243. B orthwick, «Notes on the Plutarch..., págs. 68-69, cree igualmente
que aquí existe una alusión sexual y recuerda a Aristófanes, Ranas 1327-
28, cuando Esquilo contesta a Eurípides diciéndole que cómo se atreve a
criticar sus cantos ana tô dôdekamechanon Kyrënës melopoiôn, «cuando
tu compones tus cantos sobre las doce posturas de Cirene».
251 Fr. 10 A, D el Grande. Cf. n. 45.
108 PSEUDO PLUTARCO
M ú s ic a
Un pelirrojo de Mileto.
1142A Este me causó males, superó a todos
los que estoy mencionando, introduciendo aspergios y gor-
[geos odiosos252.
Y si me encuentra p o r casualidad paseando so la 253,
me desgarra y me destruye con sus doce cuerdas254.
252 Griego ektrapélous myrmekiás, «extrañas colinas de hormigas».
Quizá se refiera como dicen Einarson-De Lacy, Plutarch’s Moralia...,
pág. 423, al comentar esta expresión, que «cuando los grandes vacíos en
las escalas antiguas eran rotos por el movimiento de una nota a la siguiente
se sentían tan leves que parecían el paso de una hormiga», mientras
que Borthwick, «Notes on the Plutarch...», pág, 69, recuerda que
A ristófanes, Tesmoforiantes 100, dice que el escritor de tragedias
Agatón introdujo en la tragedia mÿrmëkos atrapoús, «caminos de hormigas
» y piensa, como During , «Studies in Musical...», pág. 196, que
Filóxeno debe su sobrenombre de mÿrmëx (la Suda), «hormiga», a sus
modulaciones y al carácter cromático de su música (cf. n. 113). Por su
parte, G. Pianko, «Un comico contributo alia storia della musica greca
», Eos 53 (1963), 56-62, piensa que las «hormigas» representarían
abundancia de sonidos rápidos y pequeños, recordando la parodia de Eurípides
en Ranas, de A ristófanes, v. 1314, y que el término niglárous,
que hemos traducido por «goijeos», significa palabras sin sentido, que
imitan el sonido de las cuerdas, como el famoso tophlattothrat tophlattothrat
con que Aristófanes parodia en la misma comedia (vv. 1286-
1295) la manera de Esquilo.
253 El paulatino dominio de la música sobre la palabra es una de las características
de la nueva música; aquí parece que se refiere a la composición
musical sin palabras y sin acompañamiento de la danza, las otras dos
partes principales de la mousike téchnë en Grecia. Cf. n. 6.
254 Sobre las doce cuerdas, cf. la n. 243. Posiblemente, como señala
Borthwick, «Notes on the Plutarch...», págs. 72-73, toda la expresión se
refiere al estilo lírico de Timoteo y su vocabulario técnico, así como, añadimos
nosotros, a sus innovaciones en la estructura del ditirambo en el que
rompe las formas tradicionales (cf. n. 45), no respetando, por ejemplo, la
responsión, que quizá esté recogido en el original apélyse, «libera», cf. n.
26. Todo ello, como termina su artículo el mismo autor, dentro de las conSOBRE
LA MÚSICA 109
Y el poeta cómico Aristófanes255 menciona a Filóxeno256
y dice que introdujo esta clase de melodías *** en los
coros cíclicos257. La Música dice lo siguiente:
Disonantes, exagerados e impíos
gorjeos, me llenó toda, como un repollo,
de inflexiones258.
También otros poetas cómicos mostraron lo absurdo de
aquellos que, después de esto, cortaron la música en pequeños
trozos.
troversias contemporáneas sobre las innovaciones musicales en las que la
tragedia griega, por ej. Eurípides, se vio influenciada por los compositores
foráneos de ditirambos.
255 Comediógrafo ateniense, siglo v-iv a. C., del que nos han llegado
once comedias, en las que revisa los distintos aspectos de la vida contemporánea
ateniense, siendo destacables sus opiniones y críticas a los nuevos
caminos emprendidos por la música de su tiempo, a manos de trágicos
como Eurípides y poetas como Frinis y Timoteo (cf. nn. 63 y 45). Esta cita
forma el Fr. 641, Kock.
256 Cf. n. 113. Esta cita es el fr. 15 A, Del Grande. Texto corrupto e
irrecuperable. Cf., además, sobre Fílóxeno y la mención de Aristófanes,
Pickjoed-Camsriogb, Dithyramb..., págs. 45-48.
257 Sobre los coros cíclicos cf. n. 239.
258 Borthwick, «Notes on the Plutarch...», págs. 62-63, propone colocar
estos tres versos delante de: «Y si me encontraba por casualidad paseando
sola...», e interpreta (pág. 71) que el poeta emplea con la palabra
«inflexiones» una imagen semejante a la de las galerías serpenteantes del
hormiguero, comparación muy común en la comedia arcaica (cf. n. 252),
que veían en los insectos arrastrándose una imagen plástica de las melodías
cromáticas empleadas por ciertos poetas seguidores de la nueva música
(cf. Aristófanes, Ranas 1314 y 1349). Westphal, Ploutárchou Perl
mousikés..., pág. 10, piensa que estos 1res versos serían un añadido tomado
de algún otro escrito. La frase «en pequeños trozos», con la que termina
este capítulo, se refiere, sin duda, al empleo abusivo de pequeños intervalos,
propio de la nueva música.
110 PSEUDO PLUTARCO
31. Que con la enseñanza y con el aprendizaje se consigue
la conservación o la degeneración, lo dejó claro Aristoxeno259.
Cuenta, en efecto, que sucedió que un contemporáneo
suyo, Telesias de Tebas260, fue educado de joven en la
música más noble y aprendió entre otras obras de compositores
famosos, las de Pindaro, las de Dionisio de Tebas261,
las de Lampro262, las de Prátinas263 y las de los demás líricos
que llegaron a ser buenos compositores de música instrumental;
y tocó excelentemente el auló y cultivó con empeño
y de forma apropiada las demás ramas de la cultura
musical; pero cuando sobrepasó la época de la madurez, fue
tan fuertemente seducido por la variada música del teatro,
que llegó a despreciar aquellas nobles composiciones, en
las que había sido educado, y aprendió cuidadosamente las de
Filóxeno y Timoteo, y entre ellas las más complejas y las
que presentaban mayor novedad. Y cuando intentó componer
música y experimentó en ambos estilos, el de Píndaro y
el de Filóxeno, no consiguió éxito en el estilo de Filóxeno, a
causa de la excelente educación recibida desde niño264.
259 Esta cita de Aristóxeno forma el testimonio número 26 en la edición
de D a Ríos, Aristoxeni elementa..., pág. 100, pero nada sabemos de !a
obra en la que defendía estas ideas.
260 Nada se conoce de este Telesias, excepto lo que se dice en este tratado.
2fil Músico. Fue, al parecer, maestro del general tebano Epaminondas,
s. v-iv a. C., que, según C o r n e lio N ep o te , Vidas. Epaminondas 2, 1, sabía
tocar la cítara y cantaba acompañado de instrumentos de cuerda.
262 Maestro de música del siglo v a. C. (P la tó n , Menéxeno 23 6A).
263 Cf.n. 74.
264 La elección de Píndaro y Filóxeno para representar las dos tendencias
contrarias en la música griega, la tradicional y la teatral y degenerada,
debió de ser un recurso tradicional, pues se encuentra ya en Filodkmo, De
musica, págs, 9-10 Kemkk (= pág. 20 Van Krevelen), que debe emplear
posiblemente la misma fuente que nuestro autor, cuando habla de las diferencias
de estilo en los ditirambos de estos autores. Cf. n. 212.
SOBRE LA MÚSICA 111
32. Así pues, si alguien quiere practicar la música de
forma noble y con buen gusto, que imite el estilo antiguo, y,
además, complemente este aprendizaje con las otras disciplinas,
y reconozca como maestra a la filosofía, pues ésta es d
capaz de juzgar la medida que es apropiada y útil para la
música265. Pues, siendo tres las partes en las que se divide, a
un nivel general, toda la música, el género diatónico, el
cromático y el enarmónico, es necesario que el que se ocupe
de la música sea entendido en la composición que usa estos
géneros y posea el arte de la interpretación que transmita las
obras compuestas266. En primer lugar, por tanto, se ha de tener
en cuenta que todo aprendizaje de las cosas relacionadas
con la música es simple hábito y no incluye el por qué se
han de estudiar cada una de las cosas que son enseñadas al
estudiante. Después de esto, se ha de pensar que para tal en- e
señanza y aprendizaje todavía no se establece una enumeración
de los estilos. Pero la mayoría aprende al azar lo que al
maestro o al estudiante le gusta, mientras que los expertos
rechazan como indigno lo aprendido al azar, como hicieron
antiguamente los habitantes de Esparta, de Mantinea y de
265 La subordinación de otras disciplinas a la filosofía se encuentra tanto
en el pensamiento platónico como en el aristotélico. Así, un neoplatónico
como Aristides Quintiliano, 133, 22-28 (= III, cap. 27), al final de
su tratado Sobre la música, volviendo al pensamiento con el que comienza
su obra, considera que la música es compañera y colaboradora de la filosofía,
debiéndose buscar su unión por ser la más conveniente y legítima, ya
que la música proporciona los principios de todo aprendizaje y la filosofía
su culminación.
266 En efecto, A ristóxbno, Harmonica 24, 18-19 (--· I, p. 19), dice que
toda melodía es divisible en tres géneros, ya que toda melodía harmonizada
es diatónica, cromática o enarmónica. Sobre los tres géneros en particular,
cf. nota 102. Westphal, Ploutárchou Perl mousikés..., pág. 11, piensa
que los géneros es una glosa que entiende mal el texto, que, en todo caso,
serían la harmónica, la rítmica y la métrica, las partes de toda música.
112 PSEUDO PLUTARCO
Pelene, que tras seleccionar un solo estilo o un número muy
pequeño de estilos, los cuales creían que se ajustaban a la
corrección del carácter, cultivaron esta m úsica267.
33. Esto resultaría claro, si se examinara cuál es el objeto
de la investigación de cada una de las ciencias. Pues es
evidente que la ciencia harmónica es un conocimiento teórico
de los géneros de la harmonización268, de los interva-
267 La postura de los habitantes de Mantinea con relación a la música,
además de su estancia en esta ciudad durante sus años de juventud y
aprendizaje (cf. n. 101) justificaría el hecho de que Aristóxeno le dedicara
una obra, perdida, sobre las costumbres de los mantineos, como informa
Filodemo, De pietate 18, pág. 85, Gomperz. Por otro lado, ya hemos
visto (cf. n. 45) cómo los espartanos trataron a Timoteo por sus innovaciones
musicales. Estos tres mismos pueblos, Mantinea, Esparta y Pelene,
aparecen unidos en Filodemo, De musica, pág. 10, Kemke (= pág. 20,
V an Krevelen), para hablar del cuidado de estos pueblos en la educación
musical, lo que nos llevaría, de nuevo, a considerar una misma
fuente para este autor y el Pseudo Plutarco. En todo este capítulo hemos
traducido el término griego tropos simplemente por «estilo», aunque por
el contexto en el que se encuentra se podría traducir por «estilo musical»
y, como indica Barker, Greek Musical Writings, vol. I, pág. 239, en nota
a este último pasaje, signifique algo así como «technically specifiable
melodic genre» , es decir, «un género melódico específico desde el punto
de vista técnico». Cf. Aristóxeno, Harmonica 50, 16 (= II, p. 40), «tous
ton melopoüon trópous», y A ristides Quintiliano, 30, 12 (= I, cap. 12),
«trópoi melopoitas.
268 Del verbo griego harmózein o harmóttein, «ajustar», «unir», «harmonizar
» (cf. n. 85), el participio pasivo sustantivado to hërmosménon
(mélos), «la melodía harmonizada» y «la harmonización», es el conjunto
de circunstancias o leyes de cuyo cumplimiento depende el que el mélos
sea hërmosménon, «harmonizado», emmelés, «melodioso», o no (anármoston
o ekmelés). Aristóxeno, Harmonica 23-24 (= I, p. 18, al hablar
de la melodía harmonizada dice que «no sólo debe constar de intervalos y
notas, que se dan también en la no harmonizada, sino que necesita, además,
de un método compositivo específico y no aleatorio...», y añade,
«queda suficientemente claro que la melodía musical (to mousikon mélos)
SOBRE LA MÚSICA 113
los269, de las escalas270, de las notas271, de las tonalidades272
y de las modulaciones en las escalas273; pero con ella no es f
posible avanzar más allá, de forma que no se puede buscar
conocer por ella si el compositor —en Los Misios274, por
poner un ejemplo— ha elegido debidamente el modo hipodorio
para el principio, o el mixolidio y el dorio para el final,
o el hipofrigio y el frigio para la parte central. La ciencia
harmónica, en efecto, no alcanza tales cuestiones, sino li43a
que necesita otros muchos conocimientos, ya que ignora el
valor de lo apropiado275. Ni el género cromático ni el género
se diferencia de la que se produce al hablar (to logôdes mélos) por emplear
ei movimiento interválico de la voz, y de la no harmonizada por su diferente
forma de combinar los intervalos simples» (trad. Pérez Cartagena),
269 Griego diastémata. Cf. n. 184.
270 Griego systëmata. Cf. η. 110.
271 Griego phthóngoi. Cf. η. 103.
272 Griego tónoi. Cf. η. 85.
273 Cf. η. 171. De las siete partes en las que se divide la ciencia harmonica,
según A ristoxeno, Harmonica 44, 8-9 (= II, p. 34), falta aquí la
meiopeya, que, por cierto, no llega a tratar Aristoxeno en su obra.
274 Esta obra, un ditirambo, es citada por Aristóteles, Política VIII 7,
1342b7-12, y dice: «Así el ditirambo parece, según opinión general, frigio.
Precisamente sobre esto aducen muchos ejemplos los entendidos en el tema,
y entre ellos que Filóxeno intentó componer con armonía doria su ditirambo
Los Misios, y no fue capaz, sino que se vio empujado por la naturaleza
misma de la composición a la armonía frigia, que era la adecuada»
(trad. C. García Gual y A. Pérez Jiménez).
275 Desde luego el músico debe poseer un conocimiento más global
que el harmónico, el sólo conocedor de la ciencia harmónica (cf. Aristoxeno,
Harmonica 6, 6-9 (= I, p. 2). En este sentido, por ejemplo, el
Pseudo Aristóteles, Problemas XIX 48, Jan, págs. 108-110, trata de la
necesidad del conocimiento de la adecuación de los distintos modos musicales
a las distintas partes de la tragedia, a la vez que comenta el carácter
(éthos) de los mismos. El mismo Aristoxeno, Harmonica 41, 9-12 (= Π,
p. 32), piensa que la ciencia harmonica es efectivamente parte de la com114
PSEUDO PLUTARCO
enarmónico tendrán nunca el valor último de lo que es
apropiado, en el que se muestra el carácter moral de la melodía
compuesta, sino que esto es obra del artista. Es evidente,
además, que el sonido de una escala es diferente al de
la melopeya compuesta en esa escala, sobre la cual no corresponde
teorizar a la ciencia harmónica. Lo mismo se
puede decir también sobre los ritmos. Ningún ritmo tendrá
por sí mismo la facultad completa de lo apropiado, pues nosotros
hablamos siempre de «lo dicho con propiedad», con la
mirada puesta en algún carácter moral276. Y afirmamos que
la causa de éste es una cierta combinación o una mezcla o
ambas cosas. Por ejemplo, el género enarmónico de Olimpo
construido sobre el modo frigio mezclado con el peón epíbato277:
esto concedió el carácter moral al preludio del Nomo
de Atenea™. Así, tomada una melopeya y una ritmopeya,
y cambiado con destreza el ritmo, sólo él, haciéndolo
troqueo en lugar de peón, se formó el género enarmónico de
Olimpo. Pero, aunque se mantienen el género enarmónico,
el modo frigio y, junto a éstos, toda la escala, el carácter
moral sufrió una gran transformación279. En efecto, la 11apetencia
del músico, pero también la rítmica, la métrica y la orgánica o
ciencia de los instrumentos.
276 Un resumen de la doctrina griega tradicional sobre el carácter
(éthos) de la música (mélos) y los ritmos y su importancia en la educación
lo podemos encontrar en el libro II de la obra de Aristides Quintiliano.
Cf., también, n. 127.
277 Cf. n. 227. -
278 Ya mencionado en el cap. 17. Posiblemente sea el mismo que el
llamado «Policéfalo». Cf. n. 71.
279 Es decir, con sólo el cambio o modulación (metabolé) en el ritmo
(cf. n. 171) y sin modulación en el género, la tonalidad y la escala, cambia
el carácter (éthos) de la composición. Cf. n. 127.
SOBRE LA MÚSICA 115
mada harmonía280 en el Nomo de Atenea difiere mucho, en
cuanto al carácter moral, de la anápeiram . Por tanto, si un
hombre añadiera al conocimiento práctico de la música, el
juicio crítico, es evidente que éste sería el hombre perfecto
en música, pues, el que conoce el modo dorio sin saber juzgar
la conveniencia de su uso, no sabrá lo que compone ni
tampoco conservará su carácter moral. Por otro lado, también
en relación con las mismas composiciones dorias, no se
sabe si la ciencia harmónica es capaz, como algunos creen,
de distinguir las que son dorias de las que no lo son.
Lo mismo se puede decir también sobre toda la ciencia
rítmica. El que conoce el peón no conocerá la conveniencia
de su uso, por conocer sólo eso, la estructura del peón. Por- d
que también en relación con la composición en ritmo peónico
no se sabe si la ciencia rítmica es capaz de distinguir este
ritmo, como algunos afirman, o no llega a esto.
Así pues, es necesario que el que vaya a distinguir lo
apropiado de lo que no lo es tenga al menos dos conocimientos:
primero, el carácter moral por el que se hace la
composición, después, los elementos de los que se forma
la composición. Lo dicho será suficiente para demostrar que
ni la harmónica ni la rítmica ni ninguna otra de las ciencias
280 Al parecer la parte central del nomo (aunque no sabemos el porqué
de esta denominación), que cambiaría de ritmo yámbico a ritmo trocaico
(cf. n. sig,), modificando con ello el carácter (éthos) de la composición.
Cf.n. 127.
281 Así era llamada (o ámpeira) la segunda parte del nomo pítico citarístico,
según E sth ah ón IX 3, 10, la primera era la ánkrousis (anákroua
ï s ) , las demás katakeleusmós, íamboi y dálctyloi syringes, mientras que
P ó lu x , IV 84,1, de las cinco partes en las que divide el nomo aulético pítico,
llama peîra a la parte primera, siendo las cuatro restantes: el katakeleusmós,
iambikón, spondeîon y katachóreusis.
116 PSliUDO PLUTARCO
llamadas particulares es capaz por sí sola de reconocer el carácter
moral y juzgar los otros elementos.
34. Siendo tres los géneros en los que se divide la harmonización
e iguales en la extensión de sus escalas y en la
función de sus notas, así como en la de sus tetracordios282,
los antiguos se ocuparon de uno solo, puesto que nuestros
antepasados no se interesaron ni por el cromático ni por el
diatónico, sino sólo por el enarmónico y de éste sólo por
el de una escala de una magnitud, la llamada ‘octava’283. Así,
sobre su coloración284 disentían, pero estaban casi todos de
282 Sobre esta afirmación del Pseudo Plutarco, cf. lo que se dice en las
notas 102, 103 y 110 sobre los géneros, las notas y los tetracordios, iguales
éstos en sus nombres y secuencias, como las escalas formadas con ellos,
en los tres géneros, mientras que las notas de igual forma mantienen inalterable
tanto su nombre como su función o valor (dÿnamis) en relación con
las demás notas de la misma escala en los tres géneros. Lo único que efectivamente
cambia en los tres géneros es la distinta disposición de sus intervalos.
283 En griego dià pasón, «a través de todas (las cuerdas)», es decir, una
consonancia a través de todas las notas, entre la primera y la última nota,
de ahí el intervalo de octava, por otra parte la consonancia más perfecta
(cf. Pseudo Aristóteles, Problemas XIX 35, Jan, pág. 95). Cf. n. 184.
A ristóxeno, Harmonica 6, 6-9 (= I, p. 2), y 44, 13-14 (== II, p. 35), su
fuente, critica, como ya hemos visto (cf, nota 17), casi en los mismos términos,
a los estudiosos antes que él de la ciencia harmónica por el hecho
de que sólo se hayan ocupado, y de forma incompleta, del género enarmónico,
sin prestar atención a los otros dos, más antiguos, aunque no usados
en la tragedia y el ditirambo antes del siglo v a. C., escogiendo, además,
del género enarmónico una sola magnitud, la de la octava, y centrando en
ella su estudio.
284 El término griego chróa, «matiz», «coloración», significa y define
la variedad de los intervalos en la composición de cada género. Aristoxeno,
Harmonica 63-65 (= II, 50-52; cf. también Cleónides, Introductio
harmonica 6, Jan) reconoce y explica seis chróai en los tres géneros,
es decir, tres en el género cromático (suave, malakós, con intervalos de 1.
5/6 + 1/3 + 1/3; sesquiáltera, hémiólios, con 1. 3/4 + 3/8 + 3/8; y tonal, to~
SOBRE LA MÚSICA 117
acuerdo en que la harmonía285 misma es una sola. Así pues,
no podría conocer las materias relativas a la ciencia harmónica
el que sólo ha llegado hasta este conocimiento, mientras
que es evidente que podrá conocerlas el que siga de
cerca no sólo las ciencias sobre cada elemento sino también
el cuerpo entero de la música, y las mezclas y combinaciones
de sus elementos, pues el que es sólo harmónico, en
cambio, está de algún modo limitado. Por tanto, por hablar
en general, la percepción y la inteligencia deben ir unidas en
su juicio de los elementos de la música, y no adelantarse,
como hacen las percepciones precipitadas e impetuosas, ni
retrasarse, como hacen las percepciones más lentas y perezosas.
Alguna vez en algunas percepciones hay una mezcla
de ambas actitudes, y las mismas percepciones se retrasan y
se adelantan a causa de alguna amomalía física. Por tanto,
hay que suprimir estas cosas si la percepción ha de ir unida
a la inteligencia286.
niaîos, con 1. 1/2 4- 1/2 + 1/2), dos en el diatónico (suave, malakós, con 1.
í/4 + 3/4 + 1/2; y tensa, sÿntonos, con 1 + 1 + 1/2) y una en el enarmónico
(enharmónios, 2 + 1/4 + 1/4). Ptolomeo (Porph. in Harm., pág. 127, 21-
29, D uring), en cambio, habla de ocho chróai, cinco diatónicas, dos cromáticas
y una enarmónica. Ninguna de ellas habrían tenido en cuenta, por
lo tanto, los teóricos anteriores a Aristóxeno
285 En griego harmonía, que significa también género enarmónico
(Aristóxeno, Harmónica 6, 10 [= I, p. 2], etc.), que es el único que estos
teóricos reconocen y tienen en cuenta.
286 Es ésta la doctrina defendida por Aristóxeno, Harmonica 41-42
(= II, pp. 32-33), que piensa que la percepción (aisthësis y su sinónimo
akoë, «oído») ocupa un lugar de primacía junto a la razón (logos) —en este
texto el conocimiento, la inteligencia (diânoia)— en la comprensión
(xÿnesis) de los fenómenos musicales. Esta postura es una reacción a la
doctrina defendida por la escuela pitagórica, en la que seguramente habría
empezado su formación y que sólo reconoce a la razón (logos) como único
árbitro en el conocimiento de la música y que interpreta las consonancias e
intervalos musicales en función de unas proporciones numéricas: la octava
F
1144A
118 PSEUDO PLUTARCO
35. Es preciso, por tanto, que sean siempre tres los elementos
mínimos que golpeen a la vez el oído: la nota, su
tiempo y la sílaba o la letra287. Y sucederá que por el paso
por la nota se reconoce la harmonización288, por el tiempo el
B ritmo y por la letra o sílaba el texto de la canción. Al progresar
al mismo tiempo es necesario que la atención de
nuestra percepción sobre ellos se realize a la vez. También
es evidente que al no ser capaz la percepción de aislar cada
uno de los elementos mencionados, no es posible que los
pueda seguir uno por uno y reconocer las equivocaciones y
los aciertos en cada uno de ellos. En primer lugar, por tanto,
se ha de tener conocimiento de la continuidad, pues ésta es
necesaria para poder tener capacidad crítica, ya que lo bueno
y lo contrario no residen en ciertas notas aisladas o en los
tiempos o en las letras, sino en la sucesión continua de ellos,
puesto que, en la práctica, ellos son una combinación de los
c elementos simples289. Tantas cosas, pues, sobre el seguimiento
de estos tres elementos.
(dià pasôn) era representada por la relación 2:1, la quinta (dià pénte) por
la de 3:2, la cuarta (dià tessárdn) por la de 4:3, y, finalmente el tono mayor
(mefzán tonos) por la de 9:8, que es la diferencia entre la quinta y la
cuarta. Cf. nn. 6 y 184.
2X7 En griego grámma, que aquí, como en el párrafo siguiente, naturalmente
se refiere a la letra como sonido articulado no como signo de escritura,
esto es, no su grafía.
288 Es decir, la estructura de la escala, que recogerla el sentido aquí del
término griego tà hërmosménon. Cf. η. 267.
289 Todo este párrafo se puede entender a la luz de lo que dice A r isto
x e n o , Harmonica 12-36 (= I, pp. 8-27), quien expone las diferencias
del movimiento continuo de la voz en el habla y el movimiento discontinuo
o interválico en el canto o melodía, deteniéndose en este último, para
terminar haciendo una comparación entre ambas formas, que recuerda la
que encontramos en este texto del Pseudo Plutarco: «La naturaleza de la
continuidad en la melodía parece semejante a la que se da en la combinación
de fas letras en el habla. También al hablar, en efecto, la voz, por naSOBRE
LA MÚSICA 119
36. Después de esto, se ha de observar que los expertos
en música290 no se bastan por sí mismos para ejercer la actividad
crítica. No es posible llegar a ser un músico y un crítico
completos a través de esos que se presentan como elementos
de toda la música: el conocimiento práctico, por
ejemplo, de los instrumentos musicales y del canto, y el
ejercicio también de la percepción —me refiero a la que
tiende al conocimiento de la harmonización y del ritmo— y,
junto a éstos, el estudio de las ciencias rítmica y harmónica,
y la teoría acerca del acompañamiento instrumental y la expresión
verbal, y otras disciplinas que pueda haber. Por qué d
causas no es posible llegar a ser un crítico a través sólo de
estas materias, es lo que hemos de intentar comprender. En
primer lugar, de las materias que son objeto de nuestro juicio,
unas tienen el fin en sí mismas y otras no. Tienen el fin
en sí mismas cada una, por sí misma, de las composiciones.
Por ejemplo, una pieza cantada, o tocada con el aulo o con
la cítara, y la interpretación de cada una de ellas, por ejemplo
la aulética y el canto y las demás cosas de este tipo. No
tienen el fin en sí mismas, las que tienden a éstas y las que
existen por éstas: de esta clase son las partes de la interpretación.
En segundo lugar, de la composición; pues también
ésta de la misma forma *** (se puede analizar). Así, cuando
uno escucha a un auleta podría juzgar si los aulós suenan en
turaleza, coloca en cada sílaba una letra en primer lugar, otra en segundo,
en tercero, en cuarto, y así en las restantes posiciones, no de cualquier
forma, sino que existe un cierto patrón determinado por la naturaleza en la
combinación. De igual modo, al cantar, la voz parece colocar los intervalos
y los sonidos en continuidad observando cierto orden compositivo determinado
por la naturaleza, en lugar de cantar un intervalo cualquiera junto
a cualquier otro, igual o desigual» (trad. F. J. Pérez Cartagena).
290 Es decir, música en el sentido que tiene ya en el siglo rv, en el que
vive Aristoxeno, como ciencia y teoría independiente. Cf. n. 6.
120 PSEUDO PLUTARCO
e consonancia o no, y si su diálogo es claro o lo contrario: cada
uno de estos elementos es parte de la interpretación aulética,
pero no son el fin, sino algo que existe en función del
fin. Además, más allá de éstas y de todas las consideraciones
semejantes, se juzgará el carácter moral291 de la interpretación,
si es apropiado a la composición encomendada,
que el ejecutante ha pretendido ejecutar e interpretar292. El
mismo razonamiento se puede hacer sobre los sentimientos293
expresados por el arte poética en sus composiciones.
37. Puesto que los antiguos ponían un cuidado especial
en los caracteres morales, preferían la nobleza y sobriedad
291 En griego éthos, como en todos los casos anteriores. Sobre su importancia
en el mundo de la música, cf. n. í 27.
292 Lo que aquí dice el Pseudo Plutarco recuerda también una doctrina
tradicional en la comprensión del fenómeno musical en su totalidad, algo
muy complejo, que requiere toda una serie de conocimientos prácticos
(pragmateía) y teóricos (theóría), previos a las percepción (aísihésis) del
fenómeno musical, pero también de sensibilidades, que nos lleva hasta
Platón, cuando recuerda (Fedro 268d-269c) que la ciencia harmónica es
algo más que saber pulsar una nota más aguda o más grave, como ocurre
con los conocimientos previos a la composición de una tragedia o de un
discurso retórico, o lo que, en este mismo sentido, escribe, por ejemplo,
A ristóxeno, Harmonica 49, 7-9 (= Π, p. 39): «pues no es que la notación
no sea el límite último de la ciencia harmónica, es que ni siquiera es parte
de ella, del mismo modo que tampoco lo es de la métrica la notación de
cada metro» (trad. Pérez Cartagena), y que poco antes (48, 15-16 [= II,
pp. 38-39]) resumía su pensamiento al decir que «la comprensión de la
música nace de esas dos cosas: percepción y memoria. Es, en efecto, necesario
percibir lo que sucede y recordar lo sucedido; de ninguna otra forma
es posible entender los fenómenos musicales» (trad. F. J. Pérez Cartagena).
293 Griego pâthë, «los afectos», «las pasiones», que junto con el éthos
son para 3a teoría poética de Aristóteles dos de las partes importantes en el
estudio de un género literario como la tragedia.
SOBRE LA MÚSICA 121
de la música antigua294. Se cuenta que los argivos, en cierta f
ocasión, impusieron un castigo por la violación de las leyes
de la música, y que multaron al primera que en su ciudad
utilizó más de siete cuerdas e intentó tocar en el modo
mixolidio295. El venerable Pitágoras rechazaba el juicio de
la música basado en la percepción, pues decía que su excelencia
era aprehendida por la mente. Por eso, no la juzgaba 1145Λ
por el oído, sino por la harmonía de las proporciones, y consideraba
suficiente establecer el conocimiento de la música
no más allá de la octava296.
38. En cambio, los músicos de ahora han renunciado
por completo al más bello de los géneros, que sobre todo era
cultivado entre los antiguos a causa de su nobleza, de tal
modo que la mayoría ni siquiera tiene la comprensión mínima
de los intervalos enarmónicos. Y son tan perezosos y
despreocupados que piensan que la diesis enarmónica no
aparece en absoluto entre lo que se detecta por la percepción
y la destierran de sus cantos, y dicen que hablan sin ton ni
294 Es decir, se hace alusión a la doctrina tradicional sobre el carácter
moral de la música antigua, y por ello la oposición a las innovaciones introducidas
por los músicos modernos a partir del siglo rv. Todo ello se remonta
a la doctrina de Damón y su escuela (cf. n. 145), que defiende el valor
ético de la música, pensamiento seguido por filósofos como Platón y
Aristóteles, que iba a ser mantenido, en líneas generales, por los autores
griegos durante toda la Antigüedad, con la oposición de algunos filósofos,
como Filodemo y Sexto Empírico, y el autor anónimo del Papiro de
Hibeh. Cf. A nderson, Ethos and Education..., págs. 147-176.
295 Sólo aquí se había de esta anécdota referida al pueblo argivo. Sí se
cuenta algo parecido en relación con los espartanos y los músicos Frinis y
Timoteo. Cf. nn. 63 y 45.
296 Es decir, el intervalo que se consideraba el más perfecto (cf. n.
184). Sobre la escuela pitagórica, su doctrina en relación a la música, así
como su oposición a las ideas defendidas por Aristóxeno y sus seguidores,
cf. nn. 6 y 101.
122 PSEUDO PLUTARCO
son los que enseñan algo sobre este género y lo emplean.
B Creen que la prueba más grande de que dicen la verdad la
ofrece sobre todo su incapacidad para percibirlo, como si
todo lo que se les escapa a ellos, eso no existe en absoluto
en la realidad y es inútil; luego, también, está el hecho de
que su magnitud no pueda ser captada por medio de consonancias,
como sucede con el semitono, el tono, y los demás
intervalos de esta clase297. Pero ignoran que, del mismo modo,
también deberían ser rechazadas las magnitudes triple,
quintuple y séptuple, ya que contienen tres, cinco y siete
diesis respectivamente, y, en general, entre los intervalos,
todos los que se consideran impares deberían ser rechazados
c por inútiles, en la medida en que ninguno de ellos puede obtenerse
por medio de consonancias298: éstos serían aquellos
que son múltiplos impares de la diesis más pequeña. A esto
297 Desde A ristóxeno, Harmonica 25, 2-4 (= I, p. 19; cf. también
Arístidrs Quintiliano, 16, 13-15 (= I, cap. 9), se considera el género
enarmónico, con sus dos intervalos de un cuarto de tono (griego diesis; cf.
η. 108) del que habla aquí el Pseudo Plutarco, el más elevado, bello y venerable,
pero también el último al que se acostumbra el oído, que ha gozado
de gran aceptación entre los más distinguidos en música, pero para la
mayor parte de la gente es imposible de cantar (cf. n. 102). Es verdad también
(Aristóxrno, Harmonica 70, 16-19 [= II, pp. 56-57]) que, entre los
intervalos disonantes, el tono (9:8) se puede obtener mediante consonancias,
es decir, restando un intervalo de cuarta (4:3), consonante, de un intervalo
de quinta (3:2), también consonante, y, un semitono (según el valor
de la mitad de un tono, que le concede A ristóxeno, Harmonica 71, 5-8
[= II, p. 57], cf., sin embargo, n. 108), restando dos tonos a un intervalo de
cuarta (2 tonos y 1/2). Lo mismo se puede decir del dítono, igualmente un
intervalo disonante. Cf. η. 184.
298 Esto equivaldría a rechazar la existencia de algunas de las chróai
(cf. n. 284), como la chróa sesquiáltera del género cromático (1. 3/4 = siete
diesis) y los intervalos de la chróa suave del género diatónico (1. 1/4 =
cinco diesis, y 3/4 = tres diesis). Cf. η. 108 sobre los distintos valores de la
diesis.
SOBRE LA MÚSICA 123
sigue necesariamente que ninguna de las divisiones de los
tetracordios es utilizable, excepto aquella por la cual resulte
que todos los intervalos son pares. Ésta sería la del género
diatónico tenso y la del género cromático tonal299.
39. Decir y sostener este tipo de cosas no sólo es propio
de los que se oponen a lo que parece evidente, sino también
de los que se contradicen a sí mismos. Éstos aparecen, utilizando
sobre todo esta clase de divisiones de los tetracordios,
en las que la mayoría de los intervalos son o impares300 o
irracionales301, pues relajan siempre las lícanos y las parane- d
299 En efecto, los intervalos en las dos ckróai de los géneros aquí citados,
syntonos y toniaíos, son múltiplos del semitono, pues tienen un semitono,
dos semitonos (= tono) o tres semitonos (= 1. 1/2) en sus distintos intervalos.
Cf. n. 284.
300 Griego perittá. Cuando A r is to x en o , Harmonica 21-22 (= I, p. 16)
habla de la division de los intervalos no menciona los intervalos pares (ártia)
y los impares (perittá), llamados así en relación al número de diesis
(cf. η. 200): que contienen, por no considerar esta división útil para su estudio.
Ahora, por poner un ejemplo, decir sólo que el tono es un intervalo
par, pues contiene cuatro diesis (1/4 de tono), mientras que el intervalo entre
la parípate y la lícano en el diatónico suave (cf. n. 284) es impar, pues
contiene tres diesis (3/4 de tono).
301 Griego álaga. Tanto el término* Mogos, «irracional» como rhetós
«racional» son propios de la teoría de las proporciones de los intervalos
que tiene su origen, como sabemos, en las escuela pitagórica. Dentro de
las dificultades y las distintas propuestas para la definición de esta clase de
intervalos (cf. la citada tesis doctoral de F. J. P é r e z C a r ta g e n a , n. 86 a
los términos rhetós y álogos), podemos quizá resumirlas diciendo que un
intervalo se considera racional cuando se puede utilizar en la melodía y
tiene una extensión comprensible y conmensurable por lia unidad mínima
(o diesis) en cada chróa (cf. n. 284), siendo irracional el que no reúne estas
condiciones. Es decir, que hay que pensar no sólo en las proporciones
numéricas, sino también en la sensibilidad melódica, tan importante para
la escuela aristoxénica. En este sentido, y aunque hay que tener en cuenta
las diferencias entre el campo de la rítmica y el campo de la harmónica,
creemos que es útil recordar aquí lo que dice A r is tó x e n o , Rhythmica 12,
124 PSIiUDO PLUTARCO
tes302, e incluso aflojan algunas de las notas fijas303 con un
intervalo irracional, aflojando con ellas las trites y las paranetes304;
y piensan que, quizá, es muy estimada esta clase de
utilización de las escalas305, en la cual la mayoría de los intervalos
es irracional, no sólo las notas que son móviles por
naturaleza, sino también algunas fijas se destensan, como es
evidente a los que son capaces de percibir cosas de este tipo.
40. El noble Homero enseñó que la utilización de la música
es conveniente al hombre. Así, para demostrar que la
música es útil por muchas razones, presenta a Aquiles digiriendo
la cólera contra Agamenón con la ayuda de la música,
que aprendió del sapientísimo Quirón:
F r ' A éste lo encontraron, «dice», gozándose en su corazón con
[la forminge melodiosa,
hermosamente labrada; y, encima, el puente era argénteo;
30-14, Ί, Pearson, al definir los conceptos de racional e irracional en la
rítmica: «Es necesario, en este punto, no equivocarse por desconocer en
qué sentido se usan los términos racional (rhëtôn) e irracional (álogon) en
la teoría rítmica. Del mismo modo que en los elementos de los intervalos
se consideró melódicamente racional el intervalo, primero, útil para ser
cantado, y, segundo, de una extensión comprensible, del modo que lo son
las consonancias y el tono o los intervalos conmensurables con éstos,
mientras que lo racional sólo en el sentido dé estar expresado en proporciones
numéricas se consideró que no puede ser usado en la melodía> así
también hay que entender en el ritmo lo racional e irracional».
302 Cf. n. 103.
303 Las notas fijas (cf. n. 103) son la nete, la parámese del tetracordio
disjunto, la mese y la hípate, mientras las móviles son la paranete, la trite,
la lícano y la parípate.
304 Cf. n. 103.
305 Cf. n. 110.
SOBRE LA MÚSICA 125
la escogió de los despojos al destruir la ciudad de Eetion;
y con ella él alegraba su ánimo y cantaba las hazañas de
[los héroes306.
Aprende, dice Homero, cómo se debe usar la música: cantar
las hazañas de los héroes y las acciones de los semidioses
convenía a Aquiles, hijo del justísimo Peleo307. Y, además,
Homero, al enseñarnos también la ocasión que se adaptaba a
su utilización, descubrió que es un ejercicio provechoso y
placentero para el hombre inactivo. Pues Aquiles, que era f
un hombre guerrero y de acción, a causa de la cólera nacida
en él contra Agamenón, no participaba de los peligros de la
guerra308. Creía, por tanto, Homero que era conveniente que
el héroe excitara su alma con las más bellas canciones, para
que estuviese preparado para la salida que él muy pronto iba
306 Homero, Iliada IX 186-189.
307 Peleo, rey de Ptía, en Tesalia, es el protagonista de varias leyendas
griegas, que muestran su valor y también su idea de la justicia y el honor,
por lo que tuvo que sufrir persecuciones y exilios. En este sentido es famosa
su negativa a los requerimientos amorosos de Astidamia o Hipólita
(Píndaro, Nemeas IV 54-61), mujer de Acasto, rey de Yolco, que lo
había purificado al pedirle Peleo ayuda por haber matado accidentalmente
a su suegro, padre de su esposa Antigona. Acasto no pudo por ello matarlo,
tras escuchar a su esposa despechada, que lo acusaba de intentai· violarla,
pero durante una cacería lo abandonó sin armas, y Peleo, solo y rodeado
de centauros, estuvo a punto de morir, pero lo salvó el buen centauro
Quirón, preceptor, como señala a continuación Sotérico en el texto, de su
hijo Aquiles, tenido más tarde con su segunda esposa, una divinidad marina,
ia nereida Tetis.
308 Recuerda aquí el autor el motivo de la cólera (ménis) del héroe
Aquiles, protagonista principal de la Jlíada homérica, contra el rey de Micenas,
Agamenón. Éste le arrebata a su esclava Briseida, por lo que Aquiles
abandona la lucha contra los troyanos durante un tiempo, en el cual se
entretiene y calma su alma cantando aí son de la forminge, a la manera de
un aedo, las hazañas de héroes de tiempos pasados.
126 PSEUDO PLUTARCO
a hacer. Y esto lo hacía evidentemente recordando las hazañas
de otro tiempo. Así era la música antigua y para esto era
1146A útil. Oímos que Heracles usaba la música309, y Aquiles y
otros muchos, cuyo educador, según la tradición, fue el sapientísimo
Quirón, que fue maestro, a la vez, de música, de
justicia y de medicina310.
41. En general, el hombre sensato no haría reproche por supuesto, a las ciencias, si alguien no las usara
debidamente, sino que pensaría que esto es debido a la incapacidad
de los que las usan311. Si alguien, por ejemplo, tras
haber estudiado con empeño el carácter educativo de la música,
hubiera recibido el cuidado debido en su infancia, alabará
el bien y lo aceptará, en cambio censurará lo contrario
tanto en los asuntos relacionados con la música como en los
B demás, y tal hombre permanecerá limpio de toda acción innoble,
y, después de haber cosechado por medio de la músi-
309 Desde Damón (cf. n. 145) existe en el pensamiento griego la creencia
de la influencia de la música en el alma humana. Sobre la relación de
Heracles con la música, cf. Cu. Dugas, «Héraclès Mousicos», Rev. Ét.
Grecq. 57 (1944), 61-70.
310 Sobre el centauro Quirón, hijo de Crono y la oceánide Fílira, médico
célebre, juicioso y sabio maestro de Jasón, Asclepio y Aquiles, e, incluso,
se dice que Apolo recibió sus lecciones, tenemos numerosas referencias
en los autores antiguos entre los que podemos recordar a Homero,
llíada XI 830-832, y Píndaro, Píticas III 1-7, Nemeas III 53-58. Sobre la
creencia en el valor terapéutico de la música en la Antigüedad clásica, cf.
L. Gil, La medicina popular en el mundo clásico, Madrid, 1969, págs.
281-326.
3,1 En este sentido vemos que se expresan autores como Platón,
Gorgias 457a, cuando defiende a los maestros de gimnasia frente al mal
uso de sus enseñanzas por parte de sus alumnos, o Isócraths, 2, 3, que no
cree que se deba imputar a la retórica los errores que puedan cometer los
que la emplean.
SOBRE LA MÚSICA 127
ca el provecho más grande, se convertirá en una gran ayuda
para sí mismo y para la ciudad, no haciendo nada, ni
de hecho ni de palabra, fuera de tono, guardando siempre y
en todas partes lo que es conveniente, inteligente y ordenado312.
42. Se pueden citar muchos y diferentes testimonios de
que las ciudades regidas con las mejores leyes se han preocupado
por cuidar la música noble y se podría hablar de
Terpandro que acabó con la guerra civil, surgida en un
tiempo entre los espartanos313, y de Taletas de Creta, del
cual se cuenta que, obedeciendo a un oráculo de Delfos, vi- c
sitó a los espartanos y, gracias a la música, curó y liberó a
Esparta de la peste que la dominaba314, como dice Prátinas315.
Pero Homero dice también que los griegos por medio
de la música pusieron fin a la peste que los dominaba. Dijo
así:
Todo el día aplacaban al dios con cantos y danzas,
entonando un hermoso peán, los hijos de los aqueos,
celebrando al Arquero; éste, al oírlos, se alegraba en su
[ánimo216.
312 Sobre las ventajas de la educación (paideía) en la música, cf. n.
203. Cf. también Platón, Leyes VII, 802c-d; Aristóteles, Política VIII
7,134 Ib-1342b; y Aristides Quintiliano, 59-65 ( - II, cap. 6).
313 Sobre Terpandro y su buena fama entre los espartanos, que lo consideraban
el mejor, hasta tal punto que cuando escuchaban a un músico lo
consideraban siempre inferior a Terpandro: metá Lésbion oidón, expresión
que acabó por convertirse en un proverbio para señalar a los que conseguían
sólo el segundo lugar en cualquier aspecto de la vida, cf. n. 28.
314 Cf. n. 77.
3!S Sobre el arte musical de Prátinas, cf. nota 74. Fr. 6 Page.
316 Homero, Iliada I 472-474. Sobre el poder de la música, A. Plebe,
«La sacralitá della musica...», pág. 192, piensa que el Pseudo Plutarco cree
que el valor ético de la música no reside en la potencia educativa del rit128
PSEUDO PLUTARCO
Estos versos, noble maestro, los he puesto como colofón de
mis palabras sobre la música, ya que tú, anticipándote, nos
D hablaste antes a través de ellos del poder de la música317. En
realidad, su ocupación primera y más herniosa es la respuesta
de agradecimiento a los dioses, y la que sigue a ésta y segunda
es la disposición pura, melódica y harmónica del alma
».
Tras tras haber hablado así, Sotérico añadió: «Mi noble
maestro, ahí tienes los discursos sobre la música mientras
alzamos las copas».
43. Sotérico fue admirado por las cosas que había dicho.
Mostraba en su rostro y su voz, su devoción por la música.
Mi maestro dijo: «Además de otras cosas, observo con
satisfacción que cada uno de vosotros ha guardado su orden.
mo, como dicen los peripatéticos, sino en su carácter de función religiosa,
una postura cercana a Pitágoras y a Platón, que va en contra de la práctica
puramente técnica de la música (República VII 53 la).
3,7 Cf. cap. 2, 1131E, donde Onesícrates cita los mismos versos homéricos.
Sobre el valor purificatorio de la música, cf., por ej., ío que dice
Aristóteles, Política VIII 7, 1341b32-41: «Admitimos la división de las
melodías de algunos filósofos, que las distinguen en éticas, prácticas y entusiásticas...
Afirmamos que la música no debe estudiarse con vistas a un
beneficio único, sino a varios, pues puede usarse para la educación (paideias)
y para la purificación (kathárseos)... y en tercer lugar, en ia diversión,
para relajamiento y descanso, tras la tensión del trabajo», y VIII 7,
1342a8-l 1 : «Algunos son especialmente propensos a quedar dominados
por esta influencia, y los vemos, cuando se usan melodías que arrebatan el
alma, durante los cantos religiosos, sentirse excitados, como si encontraran
en ellos su medicina y purificación (kathárseos·)» (trad. C. García Gual
y A. Pérez Jiménez,). Cf. Platón, Timeo 47d, y Plutarco, Sobre la superstición
5 (Moralia 167B), resumiendo la doctrina del maestro, que
hablan del papel de la música para contrarrestar la perturbación y el extravío
del alma, que en el cuerpo se llena de arrogancia a causa de la intemperancia
y el error.
SOBRE LA MÚSICA 129
Lisias nos ha regalado con esas cosas que conviene que conozca
el que sólo practica la citarodia y Sotérico nos ilustró
con su enseñanza de temas que se relacionan con la utilidad
y la teoría de la música así como con su poder y su uso. Una
cosa creo que ellos me han dejado a propósito, y no los acusaré
de cobardía porque han sentido vergüenza de bajar la
música al nivel del banquete318. Pues, si en alguna parte es
útil la música, es durante la bebida, como lo mostró el noble
Homero, pues El canto, dice en alguna parte,
y la danza, los ornatos, sin duda, del banquete3i9.
Y nadie suponga que Homero, debido a estas palabras,
creyó que la música era sólo útil para el placer, sino que el
pensamiento oculto en estas palabras es, sin duda, más profundo.
Para que fuera útil y de gran ayuda introdujo la música
en ocasiones como éstas, quiero decir en los banquetes
y en las reuniones sociales de los antiguos. Sucede efectivamente
que la música se introduce por ser capaz de resistir
y calmar el poder ardiente del vino, como, en alguna parte,
afirma también nuestro Aristóxeno320. Éste decía que la mú-
318 Sobre la presencia de la música en el banquete, cf. n, 217.
319 Cf. [ Iomkro, Odisea F 152 y VIH 99.
320 Esta cita, que no sabemos en qué obra de Aristóxeno se encuentra,
está recogida en los Testimonia de Da R íos, Aristoxeni elementa..., como
el núm. 27. W e s tp h a l, Ploutárchou Péri mousikés..., págs. 20-21, piensa
que quizá se refiera a la obra simposíaca de Aristóxeno que se conoce como
Symmilcta sympotiká (cf. A ten e o , XIV 632a). En P lu t a r c o , Non
posse suaviter vivi 13 (Moralia 1095E), se alude a esta obra como un symposion
de Aristóxeno, donde este autor habría hablado peri metabolôn. De
todas formas, la creencia sobre el poder de la música para calmar las pasiones
humanas se remonta a la idea damoniana (cf. n. 145) sobre la influencia
de la música en el alma, recogida entre otras por la escuela pitagórica,
y que hemos visto que está presente en la doctrina platónica. Las
referencias a una anécdota, cuyo protagonista sería el mismo Pitágoras o el
130 PSEUDO PLUTARCO
sica se introduce porque el vino, por naturaleza, hace que
los cuerpos y las mentes de los que han abusado de él se ex-
1147A travíen, mientras que la música por el orden y la medida que
le son propios los conduce hasta la condición opuesta y los
calma. Para una ocasión como ésta dice Homero que los antiguos
usaban la música como remedio.
44. Pero, también vosotros, compañeros míos, habéis
omitido el punto más importante y que muestra a la música
especialmente venerable. Los discípulos de Pitágoras321, de
Arquitas322 y Platón y los demás filósofos antiguos, decían,
en efecto, que el curso del universo y el movimiento de los
astros no se realizan ni duran sin la música323. Afirman que
músico Damón, sobre el poder de la música para calmar las pasiones despertadas
por el vino, se encuentran en la nota a este pasaje en la citada traducción
italiana de Pisani y Citblu, págs. 441-442: Filodemo, Quintiliano,
Boecio, Galeno y Capella. En este mismo sentido, vemos que A teneo,
XIV 627e, habla del poder de la música en los momentos en que uno se
siente impelido a emborracharse, consiguiendo curar con la música sus
impulsos hacia la violencia y la intemperancia.
321 Sobre Pitágoras y su escuela, cf. n. 6.
322 Matemático y filósofo pitagórico, nació en la ciudad italiana de Tarento,
siglo rv a. C, a la que gobernó durante varios años. Amigo de Platón,
realizó importantes estudios en el campo de la acústica, descubriendo
que el sonido es producido por las vibraciones del aire y que su altura tonal
depende de la rapidez de las pulsaciones, por lo que los sonidos agudos
son producidos por pulsaciones más rápidas y los más graves por pulsaciones
más lentas. Trabajó igualmente en las proporciones de los intervalos
del tetracordio en los tres géneros (cf. n. 102), frente a Aristóxeno que
sólo tenía en cuenta en los intervalos las distancias. Para un resumen de las
teorías de Aristóxeno y Arquitas sobre los géneros y sus tetracordios, se
puede consultar During, Pioiemaios..., págs. 44-48.
323 En efecto, además de la relación de la música con el mundo de los
números (cf. n. 6), a la escuela pitagórica se le atribuye la teoría de que el
movimiento de los planetas producía unos sonidos musicales, que nosotros
no somos capaces de percibir, y que juntos forman la llamada «harmonía
todas las cosas son dispuestas por la divinidad según la harmonía.
Pero no es ahora el momento oportuno para alargar
nuestro discurso sobre este asunto. Lo más importante y lo
más conforme al espíritu de la música es asignar a cada cosa
la medida apropiada». Tras decir estas cosas, cantó el peán,
y después de hacer las libaciones a Crono, a los hijos de éste,
a todos los dioses y a las Musas, despidió a sus invitados.