INTENSIDAD

Una representación plana de una onda sonora nos aparece como una serie de círculos concéntricos cada vez más grandes según se alejan del origen del sonido. Estos círculos se llaman frentes de onda. En la vida real, las ondas crecen en tres dimensiones. Las ondas tridimensionales se alejan del origen en todas las direcciones como superficies de esferas concéntricas. El espacio entre estas superficies es la longitud de onda. La energía en cada frente se reparte por igual en toda la superficie esférica. Si llamamos P a la potencia del sonido original, cuando la onda se encuentre a una distancia r, la energía se repartirá por una superficie de  4 p r2  (área de la superficie esférica). Así que la intensidad por unidad de área será: 

La intensidad  I  de una onda sonora es la cantidad de potencia (en vatios) que atraviesa un área de 1 m2 (orientado perpendicularmente a la dirección de propagación de la onda). La unidad de intensidad es el vatio/m2. La intensidad es la responsable de nuestra percepción del volumen sonoro. 

La superficie del frente de ondas aumenta con el cuadrado de la distancia.

Todos sabemos que si nos alejamos de algo que produce un sonido constante percibimos que su volumen disminuye. 

Imagina que la onda atraviesa 1 m2 de superficie de aire situado a 10 m de la fuente sonora. La misma cantidad de energía, cuando se duplica la distancia (20 m), debe atravesar ahora 4 m2. Dicho de otra forma, al multiplicar por 2 la distancia, la intensidad disminuyó 4 veces. Así que la intensidad disminuye con el cuadrado de la distancia. 

 

Aproximadamente, el oído humano percibe desde 10-12 vatio/m2,  límite llamado umbral de audición, hasta 1 vatio/m2 (umbral de dolor). Estos dos umbrales varían según las personas (y con la edad).
 
Resulta pues que, dentro de los sonidos que podemos oír, el sonido insoportable es un billón de veces  más intenso que el casi inaudible. Por esta razón, la unidad vatio/m2 no es práctica. 

 


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