Suetonio las vidas de los 12 césares
I. Muchos monumentos atestiguan, que la
familia de Octavio era en la antigüedad, de las primeras de Vélitres. Una parte
importante de la ciudad se llamaba, desde mucho tiempo barrio Octavio, y se
exhibía en ella un altar consagrado por un Octavio, que designado general en una
guerra contra un pueblo vecino, y advertido un día, en medio de un sacrificio al
dios Marte, de la repentina irrupción del enemigo, quitó de las llamas las
carnes casi crudas de la víctima, las distribuyó según el rito, corrió al
combate y regresó victorioso. Existía también un decreto que ordenaba ofrecer de
la misma manera en lo sucesivo al dios Marte las víctimas y que se llevaran los
restos a los Octavios.
II. Admitida esta familia entre las romanas por el rey Tarquino el Viejo,
clasificada después por Serv. Tulio entre las patricias, pasó más adelante por
voluntad propia a la condición plebeya. El primero de esta familia que obtuvo
por sufragios del pueblo una magistratura fue C. Rufo, que siendo cuestor tuvo
dos hijos, Cneo y Cayo, troncos de dos ramas de Octavios, cuyos destinos fueron
muy diferentes: Cneo y todos sus descendientes desempeñaron los cargos más
importantes del Estado. Pero Cayo y los suyos, bien por fortuna, bien por propia
voluntad, permanecieron en el orden ecuestre hasta el padre de Augusto. El
bisabuelo de éste sirvió en Sicilia durante la segunda Guerra Púnica, como
tribuno militar, bajo el mando de Emilio Papo. Su abuelo no pasó de las
magistraturas municipales y envejeció en la abundancia y en la paz. Sin
embargo, no convienen todos en esto, y el mismo Augusto escribió que procedía de
una antigua y opulenta familia de simples caballeros, y que su padre fue el
primer senador de su nombre. M. Antonio le echa en cara que su bisabuelo fue
liberto, cordelero en el barrio de Thurium, y su abuelo, corredor. Sólo esto he
encontrado con relación a los antepasados paternos de Augusto.
III. Su padre, C. Octavio, gozó desde joven de considerables bienes y de la
pública estimación y me admira que algunos escritores le hayan hecho corredor y
hasta agente para la compra de votos en las asambleas agrarias. Educado en la
opulencia, alcanzó con facilidad las más elevadas magistraturas, desempeñándolas
noblemente. Después de su pretura, designóle la suerte la Macedonia; en el
camino destruyó los restos fugitivos de los ejércitos de Spartaco y Catilina,
que ocupaban el territorio de Thurium, encargo extraordinario que le encomendó
el Senado. En el gobierno de su provincia mostró tanta equidad como valor.
Derrotó a los besos y a los tracios en una gran batalla, y trató tan noblemente
a los aliados, que M. Tulio Cicerón, en muchas cartas que aún existen, exhorta a
su hermano Quinto, procónsul entonces en Asia, donde no disfrutaba de muy buena
fama, a que imitase a su vecino Octavio y mereciera, como él, gratitud de los
aliados.
IV. Al regreso de Macedonia, y, antes de proponer su candidatura al consulado,
falleció repentinamente, dejando de Ancaria, Octavia la mayor, y de Acia, su
segunda esposa, Octavia la menor y Augusto. Acia era hija de M. Acio Balbo y de
Julia, hermana de C. César Balbo, por parte de padre, era originario de Aricia,
y contaba muchos senadores en su familia; por otra parte de madre, era pariente
cercano de Pompeyo el Grande: honrado con la pretura, fue también uno de los
veinte comisarios que, en virtud de la ley Julia, quedaron encargados de
repartir al pueblo las tierras de la Campania. Sin embargo, fingiendo Antonio
igual desdén hacia los antepasados maternos de Augusto, afirma que su bisabuelo
era de raza africana, que tuvo una tienda en Aricia, unas veces de perfumes y
otras de pan. Casio de Parma, en una de sus epístolas, no se contenta con llamar
a Augusto nieto de panadero, sino también nieto de un corredor de dinero,
diciéndole: La harina que vendía tu madre salía del peor molino de Arican, y el
cambista de Nerulum la amasaba con sus manos ennegrecidas por el cobre.
V. Nació Augusto bajo el consulado de M. Tulio Cicerón y de Antonio, el IX de
las calendas de octubre, poco antes de salir el sol, en el barrio Palatino,
cerca de las Cabezas de Buey, en el sitio donde ahora existe un templo, que fue
construido poco tiempo después de su muerte. En las actas del Senado, se ve, en
efecto, que un joven patricio, llamado C. Letorio, convicto de adulterio, para
evitar la rigurosa pena impuesta a este delito, alego ante los senadores su
edad, su origen y especialmente su calidad de propietario y guardián en cierto
modo, del suelo que había tocado Augusto al nacer; habiendo, pues, pedido gracia
en consideración a este dios, que era como su divinidad particular y doméstica,
consagrase por decreto la parte de casa donde había nacido Augusto.
VI. Todavía hoy, en una casa de campo perteneciente a sus antepasados, cerca de
Vélitres, se enseña la habitación donde le lactaron, que es muy reducida y
parecida a una cocina, siendo creencia en los alrededores de que nació allí.
Deber religioso es no entrar en esta cámara sino por necesidad y con sumo
respeto, porque, según una antigua creencia, el que tiene la audacia de penetrar
en ella, se ve asaltado de repente por una mezcla de horror y de temor secretos;
confirma este rumor popular el que, habiéndose acostado en esta estancia un
nuevo propietario de la finca, ya sea por casualidad, ya por ver lo que ocurría,
se sintió a las pocas horas arrebatado por repentina y misteriosa fuerza,
encontrándosele moribundo delante de la puerta, adonde fue lanzado desde el
lecho.
VII. En su infancia, y en memoria del origen de sus mayores, se le dio el nombre
de Turino, aunque se dice también que la causa estuvo en que poco después de su
nacimiento, su padre Octavio venció en territorio de Turino a los esclavos
fugitivos. Puedo afirmar con certeza que se llamó Turino, porque tuve en mi
poder una antigua medalla de bronce que le representa niño y cuya inscripción,
en letras de hierro y casi borradas, expresa aquel nombre. Entregué esta medalla
a nuestro príncipe, quien la colocó con piadoso respeto entre sus dioses
domésticos. Otra prueba más: M. Antonio, creyendo ultrajarla, le llamó en sus
cartas muchas veces Turino, contentándose Augusto con responderle, que extrañaba
se quisiese injuriarle con su primer nombre. Tomó más adelante el de CESAR y al
fin el de AUGUSTO: uno en virtud del testamento de su tío paterno, y el otro a
propuesta de Munacio Planco, aunque algunos senadores deseaban que se le llamase
Rómulo, por haber sido, en cierto modo, el segundo fundador de Roma. Prevaleció,
sin embargo, el nombre de Augusto, porque era nuevo, y sobre todo porque era más
respetable; en efecto, los parajes consagrados por la religión o por el
ministerio de los augures se llamaban augustos, ya sea que esta palabra deriva
de auctus (acrecentamiento), ya que proceda de gestus o de gustus, empleadas las
dos en los presagios de las aves, según dice Ennio en este verso:
Augusto augurio postquam inclita condita Roma est .
VIII. Tenía cuatro años cuando perdió a su padre; a los doce pronunció, delante
del pueblo reunido, el elogio fúnebre de su abuela Julia; a los dieciséis vistió
la toga civil, y aunque por su edad estaba exceptuado aún del servicio, el día
del triunfo de César por la guerra de Africa, recibió recompensas militares.
Habiendo partido su tío, pocos días después, para España, contra los hijos de Cn.
Pompeyo, Augusto, apenas restablecido de una enfermedad grave, siguióle con
algunos compañeros por caminos infestados de enemigos, le alcanzó a pesar de un
naufragio, le prestó grandes servicios, e hizo admirar, además de su conducta
durante el viaje, la índole de su carácter. César, que después de sujetadas las
Españas, meditaba una expedición contra los dacios, y otra contra los partos, le
envió de antemano a Apolonia, donde se entregó al estudio. Allí supo que César
había sido asesinado y que le había instituido heredero; y estuvo dudando
durante algún tiempo si imploraría el socorro de las legiones inmediatas, pero
rechazó al fin este paso como imprudente y precipitado. Regresó a Roma, donde
entró en posesión de la herencia, a pesar de las vacilaciones de su madre y de
las obstinadas observaciones de su suegro, Marcio Filipo, varón consular.
Levantó en seguida ejércitos, gobernando la República, primero con Antonio y
Lépido; hízolo después con Antonio solo, durante cerca de doce años, y por
último, solo durante cuarenta y cuatro.
IX. Tal es el resumen de su vida. Ahora expondré separadamente los diferentes
actos llevados a cabo por él, no por orden de tiempos sino según su naturaleza,
para que se comprendan más clara y distintamente. Tuvo que hacer frente a cinco
guerras civiles, las Mulciense, Filipense, Perusiana, Siciliana y la de Actium;
la primera y la última contra Marco Antonio; la segunda contra Bruto y Casio; la
tercera contra Luc. Antonio, hermano del triunviro; la cuarta contra Sex.
Pompeyo, hijo de Cneo.
X. Fue la causa e inicio de todas estas guerras la obligación que se impuso de
vengar la muerte de su tío y mantener la validez de sus actos. Así, pues, desde
que regresó de Apolonia, decidió atacar a Bruto y Casio inesperada y
abiertamente; vio que escapaban a aquel peligro, que supieron prevenir, y se
armó entonces contra ellos de la autoridad de las leyes, y acusándolos, aunque
ausentes, como asesinos. No atreviéndose los encargados de dar los juegos
establecidos por las victorias de César a cumplir con este deber, los celebró él
mismo. Para afianzar mejor la ejecución de sus designios, quiso reemplazar un
tribuno del pueblo, que acababa de morir, y, a pesar de no ser todavía senador y
sí sólo patricio, se presentó candidato. Fracasaron, sin embargo, todos sus
esfuerzos ante la oposición del cónsul M. Antonio, del que contaba hacer su
principal apoyo, y que pretendía no dejarle gozar de nada, ni siquiera del
derecho ordinario y común, sino poniendo a su connivencia un precio exorbitante;
volviese entonces al partido de los grandes, de quienes era detestado Antonio,
porque tenía sitiado en Mutina a Décimo Bruto, esforzándose en arrojarle por las
armas de una provincia que le había dado César y confirmado el Senado. Por
consejo de algunos partidarios suyos, Octavio trató de hacerle asesinar; pero
descubierta la maquinación y temiendo a su vez, levantó para su defensa y la de
la República un ejército de veteranos, al que colmó de prodigalidades. Recibió
entonces, con el título de propretor, el mando de este ejército y la orden de
reunirse con los nuevos cónsules Hircio y Pansa, para llevar auxilios a Décimo
Bruto. En tres meses y dos batallas terminó esta guerra. Escribe Antonio que en
la primera huyó, presentándose pasados dos días sin caballo y sin el manto de
general; pero no hay duda alguna que en la segunda llenó a la vez los deberes de
jefe y de soldado, pues que en lo más recio de la pelea, viendo gravemente
herido al abanderado de su legión, tomó las águilas sobre su hombro, llevándolas
muy largo rato.
XI. Perecieron en esta guerra Hircio y Pansa, el primero en la batalla, y el
segundo poco después, de una herida que recibió en ella y corrió entonces e]
rumor de que Octavio los había hecho matar a los dos, con la esperanza de que la
derrota de Antonio y la muerte de los cónsules le dejarían dueño único de los
ejércitos victoriosos. Tales sospechas excitó la muerte de Pansa, que fue
reducido a prisión el médico Clicón como culpable de haber envenenado la herida.
Aguilio Niger añade a estas acusaciones que Octavio mismo mató al otro cónsul
Hircio en la confusión del combate.
XII. Mas cuando supo que Antonio había sido recibido, tras su fuga, en el
campamento de M. Lépido, y que los otros generales, de acuerdo con sus
ejércitos, se unían a sus adversarios, abandonó sin vacilar la causa de los
grandes, alegando para justificar su mudanza las quejas que tenía de los
discursos y conducta de muchos de ellos; que unos, según él, le habían tratado
de niño, proclamando que se le debía elogiar y ensalzar (tollerumque) con objeto
de dispensarse del agradecimiento que se le debía, igualmente que a sus
veteranos. Para hacer resaltar más y más su disgusto por haber servido a aquel
partido, impuso una elevada multa a los habitantes de Nursia, que habían erigido
un monumento fúnebre a los ciudadanos muertos delante de Mutina, con una
inscripción que decía: Muertos por la libertad; no pudieron pagarla, por lo cual
fueron expulsados de la ciudad por él.
XIII. Lograda la alianza con Antonio y Lépido, terminó también en dos batallas
la guerra Filipense, a pesar de estar débil y enfermo. En la primera le tomaron
su campamento, consiguiendo escapar con gran esfuerzo, ganando el ala que
mandaba Antonio. No mostró moderación en la victoria, enviando a Roma la cabeza
de Bruto, para que la arrojaran a los pies de la estatua de César, aumentado así
con sangrientos ultrajes los castigos que impuso a los prisioneros más ilustres.
Se refiere que a uno de éstos, que le suplicaba le concediese sepultura, le
contestó que aquel favor pertenecía a los buitres; a otros, padre e hijo, que le
pedían la vida, les mandó la jugasen a la suerte o combatiesen entre si,
prometiendo otorgar gracia al vencedor; el padre se arrojó entonces contra la
espada del hijo, y éste, al verle muerto, se quitó la vida, mientras Octavio los
veía morir complacido. Por esta causa, cuando llevaron a los otros cautivos, con
la cadena al cuello, delante de los vencedores, todos, y especialmente M.
Favonio, el émulo de Catón, convinieron, después de saludarle con el nombre de
Imperator, en dirigirle crueles injurias. En la distribución que siguió a la
victoria, quedó encargado Antonio de constituir el Oriente, y Octavio de llevar
los veteranos a Italia para establecerlos en los territorios de las ciudades
municipales; pero sólo consiguió disgustar a la vez a los antiguas poseedores y
a los veteranos, quejándose unos que se los despojaba y los otros de que no se
los recompensaba como tenían derecho a esperar por sus servicios.
XIV. Confiando L. Antonio por este tiempo en el consulado de que estaba
investido y en el poder de su hermano, quiso suscitar disturbios, pero Octavio
le obligó a huir a Perusa, reduciéndole por hambre, aunque no sin correr él
mismo grandes peligros antes y durante esta guerra. Ocurrió, en efecto, que en
un espectáculo, un simple soldado tomó asiento en uno de los bancos de los
caballeros; le hizo él arrojar por medio de un aparitor, y pocos momentos
después sus enemigos difundieron el rumor de que le había hecho morir en los
tormentos, faltando muy poco para que pereciese Octavio bajo los golpes de la
turba militar que había acudido indignada, y sólo el presentar sano y salvo al
que se decía muerto pudo salvarse entonces de la muerte. En otra ocasión, al
sacrificar cerca de Perusa, estuvo a punto de perecer a manos de algunos
gladiadores que habían salido bruscamente de la ciudad.
XV. Tomada Perusa, se mostró cruel con sus habitantes; a cuantos pedían gracia o
trataban de justificarse les contestaba que era necesario morir. Según algunos
autores, de los sometidos eligió a trescientos de los dos órdenes y los hizo
inmolar en los idus de marzo, como las victimas, de los sacrificios, delante del
altar elevado a Julio César. Pretenden otros que sólo provocó esta guerra para
obligar a sus enemigos secretos, y a aquellos a quienes retenía el temor más aún
que la voluntad, a que se descubriesen al fin, dándoles por jefe a L. Antonio, y
con objeto de que sus bienes confiscados le sirviesen después de su derrota para
dar a los veteranos las recompensas que les había ofrecido.
XVI. La guerra de Sicilia fue una de sus primeras empresas, pero la condujo
despacio, interrumpiéndola muchas veces, tanto para reparar el daño causado a
sus flotas, incluso durante el verano, por continuas tempestades y naufragios,
como para hacer la paz a instancias del pueblo, que, interceptados los víveres,
se veía amenazado por el hambre. Cuando hizo reparar los buques y adiestró en la
maniobra a veinte mil esclavos a quienes concedió la libertad, creó el puerto
Julio, cerca de Baias, y abrió al mar el lago Lucrino y el Averno; batió a
Pompeyo entre Mylas y Nauloco, sintiéndose poco antes del combate asaltado de
tan invencible necesidad de dormir, que tuvieron que despertarle para que diese
la señal. Este hecho, dio pie, a mi parecer, a los sarcasmos de Antonio, cuando
le censura de no haber podido mirar de frente una linea de batalla, y haberse
acostado de espaldas, temblado y levantando al cielo estúpidos ojos, sin
abandonar esta actitud, para mostrarse a los soldados, hasta que M. Agripa hubo
puesto en fuga los buques enemigos. Otros le censuran una frase y un acto
impíos, como haber pronunciado, viendo su flota destruida por la tempestad que
sabría vencer a pesar de Neptuno, y de haber suprimido en los primeros juegos
del circo la estatua de este dios, uno de los ornamentos de aquella solemne
ceremonia. En ninguna otra guerra estuvo tan expuesto, contra su voluntad, a
tantos y tan grandes peligros. Después de haber hecho pasar un ejército a
Sicilia, izaba velas hacia el continente para buscar el resto de sus tropas,
cuando se vio atacado improvisadamente por Democnares y Apollofano, legados de
Pompeyo, y no sin gran trabajo pudo ponerse a salvo con una sola nave. Otro día,
pasando a pie cerca de Locros, en ruta a Regio, vio las galeras del partido de
Pompeyo costeando la tierra, creyéndolas suyas, bajó a la playa y estuvo a punto
de que le capturasen. Ocurrió asimismo que, mientras huía por extraviados
vericuetos, un esclavo de Emilio Paulo que le acompañaba, recordando que en otro
tiempo había proscrito al padre de su amo y cediendo a la tentación de la
venganza, trató de darle muerte. Después de la huida de Pompeyo, M. Lépido, el
segundo de sus colegas, a quien había llamado de Africa en socorro suyo,
ensoberbecido con el apoyo de sus veinte legiones, reclamaba con amenazas el
primer puesto en el Estado. Octavio le quitó el ejército, y perdonándole la vida
que pedía de rodillas, le desterró a la isla Circeya para toda su vida.
XVII. Rompió al fin su alianza con M.
Antonio, alianza siempre incierta y dudosa, mal observada con frecuentes
reconciliaciones; y, para demostrar cuánto se distanciaba su rival de las
costumbres patrias, mandó abrir y leer delante del pueblo reunido el testamento
que había dejado aquél en Roma, y en el cual colocaba en el número de sus
herederos a los hijos de Cleopatra. Sin embargo, después de hacerle declarar
enemigo de la República, le envió todos sus parientes y amigos, entre otros a C.
Sosio y Cn. Domicio, cónsules entonces, perdonando también a los habitantes de
Bolonia, que desde muy antiguo figuraban en el partido de los Antonios, que
hubiesen tomado las armas contra él como toda Italia. Poco después le derrotó en
una batalla naval dada cerca de Actium, que se prolongó hasta el obscurecer,
pasando el vencedor la noche en una nave. De Actium pasó a establecer cuarteles
de invierno en Samos; pero enterado de que los soldados escogidos en todos los
cuerpos después de la victoria, y que por orden suya le habían precedido a
Brindis, acababan de sublevarse solicitando recompensas y el licenciamiento,
emprendió, lleno de zozobra, el camino de Italia. Dos veces se vio combatido por
la tempestad durante la travesía: primeramente entre los promontorios del
Peloponeso y de la Eolia, y después cerca de los montes Cerámicos, pereció en
este doble desastre una parte de sus naves liburnesas, perdiendo la suya todo el
aparejo y rompiéndosele el timón. Solo veintisiete días permaneció en Brindis,
para satisfacer las exigencias de los soldados; pasó de allí a Egipto por Asia y
la Siria, puso sitio a Alejandría, donde se había refugiado Antonio con
Cleopatra, y se hizo dueño a poco de la ciudad. Antonio quiso hablar de paz,
pero ya no era tiempo: Octavio oblígole a morir, pasándole a ver después de
muerto. Uno de sus deseos más vehementes era reservar a Cleopatra para su
triunfo, y como se creía que había muerto de la mordedura de un áspid, hizo que
algunos psilos chupasen el veneno de la herida. Concedió a los dos esposos que
reposaran en sepultura común, y ordenó que se concluyese la tumba que ellos
mismos habían comenzado a construir. El joven Antonio, el mayor de los dos hijos
que el triunvirio había tenido de Fulvia, fue tras continuas e inútiles
súplicas, a refugiarse a los pies de la estatua de César; Augusto le arrancó de
allí y mandó darle muerte. Cesarión, que Cleopatra decía haber tenido de César,
fue alcanzado mientras intentaba huir y entregado al suplicio. En cuanto a los
otros hijos de Antonio y de la reina, los consideró como miembros de su familia,
los educó y aseguró posición en proporción a su nacimiento.
XVIII. Por esta época mandó abrir la tumba de Alejandro Magno; sacado el cuerpo,
estuvo un momento contemplándolo le puso en la cabeza una corona de oro y le
cubrió de flores en muestra de homenaje. Consultado si quería ver también el
Ptolomeum, contestó: que había venido a ver un rey y no muertos. Convirtió a
Egipto en provincia romana, y con objeto de asegurar la producción necesaria
para los bastimentos de Roma, mandó a sus soldados limpiaran todos los canales
abiertos por los desbordamientos del Nilo y que el tiempo había cubierto de
limo. Para perpetuar en la memoria de los siglos la gloria del triunfo de Actium,
fundó cerca de esta ciudad la de Nicópolis, estableciendo juegos quinquenales.
Amplió, asimismo, el antiguo templo de Apolo, adornó con un trofeo naval el
sitio donde tuvo su campamento y lo consagró solemnemente a Neptuno y a Marte.
XIX. Gran número de turbulencias, sediciones y conspiraciones, de que tuvo
conocimiento, fueron sofocados por él en su origen; dominó también, en
diferentes épocas, la conspiración del joven Lépido; después la de Varrón Murena
y de Fannio Cepión, de M. Egnacio, de Plaucio Rufo, de Lucio Paulo, esposo de su
nieta, de L. Audasio, acusado de falsario, y a quien la edad había debilitado el
cuerpo y la razón, de Asinio Epicardio, mestizo de parto, y en fin, de Telefo,
esclavo nomenclator de una mujer; pues se vio asimismo amenazado por
maquinaciones de hombres de baja extracción. Audasio y Epicardio querían
arrebatar a su hija Julia y a su nieto Agripo de las islas donde estaban
confinados, para presentarlos a los ejércitos, y Telefo, que se creía destinado
al imperio, había concebido el proyecto de asesinar a Augusto y al Senado; se
encontró también a cierto mercenario del ejército de Iliria, escondido una noche
cerca de su lecho, hasta donde había penetrado burlando la vigilancia de los
guardias, y que llevaba en la cintura un cuchillo de caza. Ignórase si fingió
demencia o si, efectivamente, había perdido la razón, no pudiendo arrancarle
ninguna confesión en la tortura.
XX. Por si mismo solamente dirigió dos guerras exteriores: la de Dalmacia, en su
juventud, y la de los cántabros tras la derrota de Antonio. Fue herido dos veces
en Dalmacia: una en la rodilla, de una pedrada, y la otra en un muslo y los dos
brazos por hundimiento de un puente. Las otras dos guerras las dirigieron sus
legados; sin embargo, tomó parte en algunas expediciones en Panomia y Germania,
o estuvo, cuando menos, cerca del teatro de la guerra, yendo de Roma hasta
Ravena, Milán y Aquilea.
XXI. Sometió personalmente o por sus generales la Cantabria, la Aquitania, la
Panomia y la Dalmacia con toda la Iliria; sujetó la Recia, la Vindelicia y los
Salesos, pueblos de los Alpes; contuvo las incursiones de los dacios, destruyó
la mayor parte de sus ejércitos y les mató tres jefes. Arrojó a los germanos al
otro lado del Elba; recibió la sumisión de los Ubios y sicambros, trasladándolos
a la Galia y asignándoles las tierras próximas al Rin. Redujo también a la
obediencia otras naciones inquietas y turbulentas, pero no movió guerra a ningún
pueblo sin justa causa o imperiosa necesidad, pues estaba muy lejos de
ambicionar aumento del Imperio o de su gloria militar, con lo cual obligó a
algunos reyes bárbaros a jurarle, en el templo de Marte Vengador, permanecer
fieles a la paz que de él solicitaban. Exigió, asimismo, a algunos de ellos
nuevo género de rehenes, esto es, mujeres pues había observado que se estimaban
en poco los hombres dados con tal carácter. No obstante, dejaba siempre a sus
aliados la facultad de retirar sus rehenes cuando desearan; y nunca castigó sus
frecuentes sublevaciones y sus perfidia más que vendiendo sus prisioneros, a
condición de que no habían de servir en países vecinos ni ser libres antes de
treinta años. La reputación de fuerza y moderación que alcanzó con esta
conducta, determinó a los indos y escitas, de los que sólo se conocía entonces
el nombre, a pedir por medio de embajadores su amistad y la del pueblo romano.
También los partos le cedieron fácilmente la Armenia que reivindicaba,
devolviéndole, además. a su petición, las enseñas militares arrebatadas a M.
Craso y a M. Antonio y ofreciéndole también rehenes; y, por último, muchos
príncipes, que desde antiguo se disputaban entre sí el mando, reconocieron al
designado por él.
XXII. El templo de Jano Quirino, que sólo había estado cerrado dos veces desde
la fundación de Roma, lo estuvo entonces tres, en un transcurso de tiempo mucho
más corto, estando asegurada la paz por mar y por tierra. Dos veces entró en
Roma con los honores de la ovación, una después de la batalla Filipense, y la
otra después de la guerra de Sicilia. Celebró con tres triunfos curules sus
victorias de Dalmacia, Actium y Alejandría, Y cada triunfo duró tres días.
XXIII. En cuanto a derrotas graves e ignominiosas sufrió las de Lolio y Varo,
ambas en Germania, siendo la primera más vergonzosa que irreparable; la de Varo
pudo, en cambio, ser fatal al Imperio, pues que en ella fueron pasadas a
cuchillo tres legiones con el general, los legados y todos los auxiliares.
Cuando recibió la noticia mandó colocar en Roma guardias militares para prevenir
posibles desórdenes; confirmó en sus Poderes a los gobernadores de las
provincias, para que su experiencia y habilidad, contuviesen en su deber a los
aliados; y ofreció grandes juegos a Júpiter para que mejorase la situación de la
República, como se había hecho en la guerra de los cimbrios y de los marsos.
Dícese, en fin, que experimentó tal desesperación, que se dejó crecer la barba y
los cabellos durante muchos meses, golpeándose a veces la cabeza contra las
paredes, y exclamando Quintilio Varo, devuélveme mis legiones. Los aniversarios
de este desastre fueron siempre para él tristes y lúgubres jornadas.
XXIV. Cambió muchas cosas y muchas otras estableció en la organización militar,
poniendo en vigor otras relegadas ya de tiempo al olvido. Mantuvo con severidad
la disciplina, y sólo permitió a sus legados que fuesen a ver a sus esposas en
los meses de invierno, y aun esto con gran dificultad. A un caballero romano,
por haber amputado el dedo pulgar a sus dos hijos para librarlos del servicio
militar, hízolo vender en subasta con todos sus bienes; pero viendo que se
apresuraban a comprarlo los asentistas públicos, lo hizo adjudicar a un liberto
suyo, que tenía orden de llevarlo a los campos y dejarle libre. Licenció
ignominiosamente a toda la décima legión, que sólo obedecía murmurando; y a
otras que con tono imperioso pedían la licencia se la concedió, aunque sin las
recompensas prometidas a sus largos servicios. Si alguna legión retrocedía, la
diezmaba, dándole sólo cebada por toda comida. Castigó con la muerte como a
simples soldados a centuriones que abandonaron sus puestos. En cuanto a los
otros delitos, los castigaba con diferentes penas infamantes, como permanecer en
pie todo el día delante de la tienda del general, o bien salir con túnica y sin
cinturón, llevando en la mano una medida agraria o un puñado de césped.
XXV Después de las guerras civiles, dejó de dar a los soldados el título de
compañeros en las arengas y en los edictos; les llamaba sólo soldados, y no
permitía tampoco que sus hijos o yernos les diesen otro nombre cuando mandaban,
pues creía que el de compañeros era una adulación que no convenía a la
conservación de la disciplina, ni al estado de paz, ni a la majestad de los
césares. Salvo para los casos de incendio y para las sediciones que podían
producir la carestía de víveres, sólo dos veces alistó esclavos libertos: la
primera para la defensa de las colonias vecinas a la Iliria, y la segunda, para
proteger las orillas del Rin. En estas dos veces habían de ser esclavos que los
hombres y mujeres más ricos de Roma hubiesen comprado y manumitido en el acto;
colocábalos en primera línea, sin mezclarlos con los libres ni tampoco armarlos
como a éstos. Prefería dar como recompensas militares arneses, collares y
preseas, cuyo valor lo constituían el oro y la plata, a coronas valarias o
murales, mucho más ambicionadas. Extraordinariamente avaro de estas últimas,
jamás las concedió al favor, y las dio casi siempre a simples soldados.
Regaló a
Agripa, después de su victoria naval en Sicilia, un estandarte de color de mar.
Nunca otorgó estas distinciones a los que habían disfrutado los honores del
triunfo, por más que hubiesen tomado parte en sus expediciones y contribuido a
sus victorias; la razón era que ellos mismos habían tenido derecho para
distribuir como quisieran estas recompensas. En su opinión, nada convenía menos
a un gran capitán que la precipitación y la temeridad, y así repetía
frecuentemente el adagio griego: Apresúrate lentamente, y este otro: Mejor es el
jefe prudente que temerario, o también éste: se hace muy pronto lo que se hace
muy bien. Decía asimismo que sólo debe emprenderse una guerra o librar una
batalla cuando se puede esperar más provecho de la victoria que perjuicio de la
derrota; porque, añadía, el que en la guerra aventura mucho para ganar poco, se
parece al hombre que pescara con anzuelo de oro, de cuya pérdida no podría
compensarle ninguna presa.
XXVI. Antes de la edad se vio elevado a las magistraturas y honores, de los que
muchos fueron de creación nueva y a perpetuidad. A los veinte años invadió el
consulado, haciendo marchar hacia Roma amenazadoramente a sus legiones, y
mandando diputados a exigir para él esta dignidad a nombre del ejército. Como
vacilara el Senado, el centurión Cornelio, que iba al frente de la diputación,
abrió su manto, y mostrando el puño de la espada, se atrevió a exclamar: Éste lo
hará, si vosotros no lo hacéis. Transcurrieron nueve años de su primero a su
segundo consulado y sólo uno hasta el tercero. Siguió después hasta el undécimo
sin interrupción, y, habiendo rehusado todos los que luego le ofrecieron, pidió
él mismo el duodécimo diecisiete años más tarde; dos años después volvió a pedir
el decimotercio, con objeto de recibir en el Foro, como primer magistrado de la
República, a sus nietos Cayo y Lucio, que iban a entrar en la vida pública. Los
cinco consulados que separan el decimosexto del undécimo fueron cada uno a un
año, y los demás no los conservó más allá de nueve, seis, cuatro o tres meses, y
el segundo solamente algunas horas. Apenas sentado, en efecto, en la silla
curul, frente al templo de Júpiter Capitolino, en la mañana de las calendas de
enero, dimitió el cargo, nombrando a otro cónsul en lugar suyo. No tomó posesión
de todos sus consulados en Roma, pues el cuarto comenzó en Asia, el quinto en
Samos y el octavo y el noveno en Tarragona.
XXVII. Durante diez años fue el jefe del triunvirato establecido para organizar
la República; resistió por algún tiempo a sus colegas, oponiéndose a la
proscripción, pero después desplegó mucha más crueldad que ninguno de ellos, ya
que éstos, cuando menos, se dejaron ablandar algunas veces por las súplicas de
la amistad; solamente él se opuso con toda su autoridad a que se perdonase a
nadie, proscribiendo hasta a su tutor C. Toranio, que había sido, además, colega
de su padre Octavio en la edilidad. Junio Saturno refiere este otro hecho:
Después de las proscripciones, excusando Lépido el pasado en el Senado, hizo
esperar que la clemencia iba a poner término al fin a los castigos; pero Octavio
declaró, por el contrario, que solamente cesaría de proscribir a condición de
hacer en todo lo que quisiese. No obstante, al tardío arrepentimiento de esta
dureza debiese el que elevara a la dignidad de caballero a T. Vinio Filopemón,
del que se decía haber ocultado en otro tiempo a su patrón proscrito. Por muchos
rasgos especiales se hizo odioso durante un triunvirato; un día, por ejemplo,
que arengaba a los soldados en presencia de los habitantes de los campos
vecinos, vio a un caballero romano, llamado Pinario, que tomaba algunas notas
furtivamente, y sólo por sospechas de que fuese un espía le hizo matar en el
acto. A Tedio Afer, cónsul designado, que ridiculizó con un chiste un acto suyo,
Octavio le dirigió tan furibundas amenazas que aquel desgraciado se dio la
muerte. El pretor Q. Galio se acercó a él para saludarle llevando bajo la toga
dobles tablillas; creyó Octavio que eran una espada, mas no atreviéndose a
registrarle en el acto por temor de no encontrar armas, pocos momentos después
le hizo arrancar de su tribuna por medio de centuriones y soldados, le mandó dar
tormento como a un esclavo, y no obteniendo ninguna confesión, le hizo degollar,
después de arrancarle los ojos con sus propias manos. Él mismo escribió de este
asunto que Galio había querido matarle en una audiencia que le pidió; que
reducido a prisión por orden suya, fue puesto en seguida en libertad, con
prohibición de habitar en Roma, y que pereció en un naufragio o a manos de
algunos bandidos. Augusto fue investido a perpetuidad con el poder tribunicio,
dos veces tomó colega en esta dignidad, cada una durante un lustro. Fue
investido también con la vigilancia perpetua de las costumbres y de las leyes, y
en virtud de este derecho, que no era, sin embargo, el mismo que el de la
censura, estableció tres veces el censo del pueblo: la primera y tercera con su
colega, la segunda, solo.
XXVIII. Dos veces tuvo la idea de restablecer la República: primero después de
la derrota de Antonio, que con frecuencia le había acusado de ser el único
obstáculo al restablecimiento de la libertad; y luego, a consecuencia de los
sufrimientos de una larga enfermedad, llegando a hacer ir a su casa a los
magistrados y senadores y entregándoles las cuentas del Imperio. Reflexionó, sin
embargo, que esto era exponer su vida privada a peligros ciertos y entregar
imprudentemente la República a la tiranía de algunos ambiciosos, y decidió
continuar en el poder, y no puede decirse qué se le ha de alabar más, si las
consecuencias o los motivos de esta resolución. Se complacía en recordar algunas
veces estos motivos, y hasta los dio a conocer así en uno de sus edictos.
Permitaseme afirmar la República en estado permanente de esplendor y seguridad;
con esto habré conseguido la recompensa que ambiciono, si se considera su
felicidad obra mía y si puedo alabarme al morir de haberla establecido sobre
bases inmutables. Él mismo aseguró la consecución de este deseo, esforzándose
para que nadie tuviese que lamentarse del nuevo orden de cosas.
XXIX. Roma no era, en su aspecto, digna de la majestad del Imperio y estaba
sujeta, por otra parte, a inundaciones e incendios. Él supo embellecerla de tal
suerte, que con razón pudo alabarse de dejarla de mármol habiéndola recibido de
ladrillos. También la aseguró contra los peligros del porvenir, cuanto la
prudencia humana puede prever. Entre el gran número de monumentos públicos cuya
construcción se le debe, se cuentan principalmente el Foro y el templo de Marte
Vengador, el de Apolo en el Palatium y el de Júpiter Tonante en el Capitolio. Se
construyó el Foro porque el creciente número de litigantes y de los negocios lo
exigían, y resultaban insuficientes los dos primeros. Así, sin esperar a que el
templo de Marte estuviese concluido, apresuróse a ordenar que se procediese
especialmente en el Foro nuevo, al juicio de las causas criminales y a la
elección de jueces. Por lo que toca al templo de Marte, había hecho el voto
durante la guerra Filipense, emprendida para vengar a su padre. Decretó, en
consecuencia, que allí se reuniría el Senado para deliberar acerca de las
guerras y de los triunfos; que de allí partirían los que marchasen con algún
mando a las provincias; y que allí irían, finalmente, a depositar las insignias
del triunfo los generales victoriosos. El templo de Apolo, en el Palatium, se
construyó en la parte de su casa destruida por el rayo, donde habían declarado
los arúspices que el dios pedia morada, añadiéndole pórticos y una biblioteca
latina y griega. En sus últimos años convocaba a menudo el Senado e iba a él
para reconocer las decurias de los jueces. El templo de Júpiter Tonante fue
erigido por él en memoria de haber escapado de un peligro durante una marcha
nocturna; en una de sus expediciones contra los cántabros, un rayo alcanzó, en
efecto, su litera, matando al esclavo que iba delante de él con una antorcha en
la mano. Hizo, además, ejecutar otros trabajos bajo otro nombre que el suyo, por
ejemplo, con los de sus nietos, su esposa y su hermana; tales son el pórtico de
Cayo y la basílica de Lucio, los pórticos de Livia y de Octavio, y el teatro de
Marcelo. Frecuentemente exhortó también a los principales ciudadanos a
embellecer la ciudad, cada cual según sus medios, o con monumentos nuevos, o
reparando y embelleciendo los antiguos; este solo deseo fue causa de que se
levantasen gran número de construcciones. Marcio Filipo elevó el templo de
Hércules y Museos; L. Cornificio, el de Diana; Asinio Polión, el vestíbulo del
de la Libertad; Munacio Plauco, el templo de Saturno; Cornelio Balbo, un teatro;
Stantilio Fauro, un anfiteatro, y, en fin, M. Agripa gran número de magníficos
edificios.
XXX. Dividió a Roma en secciones y barrios, encargando la vigilancia de las
secciones a los magistrados anuales (ediles, tribunos, pretores), que la
lograban por suerte y la de los barrios a inspectores que habitaban en ellos y
que eran elegidos entre el pueblo. Estableció rondas nocturnas para los
incendios, y para prevenir las inundaciones del Tíber hizo limpiar y ensanchar
su cauce, obstruido desde mucho tiempo por las ruinas y estrechado por el
derrumbamiento de edificios. Con objeto de facilitar por todas partes el acceso
a Roma, encargóse de reparar la vía Flaminia hasta Rímini, y quiso que, a
imitación suya, todo ciudadano que hubiese recibido los honores del triunfo,
emplease en pavimentar un camino el dinero que le pertenecía por su parte de
botín. Reconstruyó los edificios sagrados que la acción del tiempo o los
incendios habían destruido, y adornólos como los otros con valiosísimos
presentes, llevando en una sola vez al santuario de Júpiter Capitolino dieciséis
mil libras de peso de oro y cincuenta millones de sestercios en piedras
preciosas y perlas.
XXXI. Muerto Lépido, y conseguido por él el pontificado máximo, que en vida de
aquél no se atrevió a arrebatarles hizo reunir y quemar mas de dos mil volúmenes
de predicciones griegas y latinas que estaban repartidos entre al público y
tenían sólo una dudosa autenticidad. Conservó sólo los libros sibilinos,
haciendo de ellos un espurgo y encerrándolos en dos cofrecillos dorados, bajo la
estatua de Apolo Palatino. Redujo el método seguido antiguamente en la marcha
del año, arreglada ya por Julio César, y en la que la negligencia de los
pontífices había introducido de nuevo desorden y confusión. En esta obra dio su
nombre al mes llamado sextilis, con preferencia al de septiembre en que había
nacido, porque en aquél obtuvo su primer consulado y logró sus principales
victorias. Aumentó el número de sacerdotes, su dignidad y hasta sus privilegios,
especialmente los de las vestales. Habiendo fallecido una de éstas se trataba de
reemplazarla, y como muchos ciudadanos solicitasen el favor de no someter sus
hijas a los riesgos del sorteo, dijo él que si alguna hija suya hubiese llegado
a la edad requerida la hubiese ofrecido espontáneamente. Restableció, asimismo,
gran número de ceremonias antiguas caídas en desuso, entre ellas el augurio de
Salud, los honores debidos al flamín Dial, las Lupercales, los juegos seculares
y compitales. Prohibió que se corriese en las fiestas Lupercales antes de la
edad de la pubertad, prohibiendo también a los jóvenes de uno y otro sexo que
asistiesen durante los juegos seculares a los espectáculos nocturnos si no los
acompañaba algún pariente de más edad que ellos. Estableció dos juegos anuales
en honor de los dioses compitales, que debían ser adornados con flores de
primavera y verano. Honró casi tanto como a los dioses inmortales la memoria de
los grandes hombres que de tan débiles principios supieron levantar el poder
romano a tan considerable grado de desenvolvimiento.
Por esta razón hizo
restaurar los monumentos que aquellos levantaron, dejándoles sus gloriosas
inscripciones. Por orden suya fueron colocadas todas sus estatuas en traje
triunfal bajo los dos pórticos de su Foro, y declaró en un edicto que quería que
su ejemplo sirviese para que se le juzgase a él mismo mientras viviese y a todos
los príncipes sucesores suyos.
Hizo también trasladar la estatua de Pompeyo del
salón donde mataron a César, bajo una arcada de mármol, enfrente del palacio
contiguo al teatro del mismo Pompeyo.
XXXII. Corrigió gran número de abusos tan detestables como perniciosos, nacidos
de las costumbres y licencias de las guerras civiles y que la paz misma no había
podido destruir. La mayoría de los ladrones de caminos llevaban públicamente
armas con el pretexto de atender a su defensa, y los viajeros de condición libre
o servil eran aprisionados en los caminos y encerrados sin distinción en los
obradores de los propietarios de esclavos. También se habían formado, bajo el
título de gremios nuevos, asociaciones de malhechores que cometían toda suerte
de crímenes. Augusto contuvo a los ladrones estableciendo guardias en los puntos
convenientes; visitó los obradores de esclavos y disolvió todos los gremios,
exceptuando los antiguos y legales. Quemó los registros en que estaban inscritos
los antiguos deudores del Tesoro, a fin de poner término con ello a los pleitos
de que habían llegado a ser origen tales registros. Ciertas partes de la ciudad,
que el dominio público reivindicaba con títulos dudosos, los adjudicó a sus
poseedores. Sobreseyó los procesos de los antiguos acusados, cuya sanción servía
solamente para regocijar a sus adversarios, y sometió a la posibilidad de la
misma pena que hubiese podido pronunciarse contra ellos a todo el que intentase
perseguirlos de nuevo. Para que ningún delito quedase impune y ningún negocio se
llevase con negligencia, restituyó, por otra parte, al trabajo más de treinta
días exentos de él, por juegos honorarios. A las tres decurias de jueces añadió
la cuarta, formada de personas de censo inferior al de los caballeros, la cual
fue llamada la decuria de los ducenarios, teniendo a su cargo el juicio de los
negocios de mediana importancia. Eligió jueces desde la edad de veinte años, es
decir, cinco antes de lo que se había hecho hasta entonces; y como muchos
ciudadanos rehusasen el honor de estas funciones, autorizó, aunque a disgusto, a
cada decuria para que disfrutase por turno de vacaciones anuales, y a que,
siguiendo la costumbre establecida, se suspendiese el juicio de censuras durante
los meses de noviembre y diciembre.
XXXIII. Su diligencia en la administración de justicia y
la moderación como un juez (1) Para él, era muy difícil de hacer justicia, y
algunas veces en la noche. Cuando su salud era mala, colocaron una camada antes
de su tribunal, o pensó que miente en su palacio. (2) Se puso gran cuidado al
mismo tiempo, el juicio de causas, y se llevó la mayor dulzura. Para salvar a un
hombre claramente culpable de bolsa de cuero tormento parricidio en el que lo
que hicimos fue coser los que confesó su crimen, le preguntó, dicen, el problema
en estos términos: "Seguramente usted no ha matado tu padre! "en una acusación
falsa voluntad, que de acuerdo con la ley Cornelia, fue golpear todos los que
habían firmado, que se limitará a los magistrados a cargo de esta causa dos
votaciones, una para condenar, uno para absueltos; agregó una tercera que
perdonó a aquellos cuyas firmas se había obtenido mediante fraude o estaban en
error. (3) Se iría en contra de todos los años llama a los litigantes del
prefecto de la ciudad de Roma y las provincias a los cónsules que tenían el
departamento.
XXXIV. Se examinan todas las leyes. Sus medidas inútiles contra el celibato (1)
Se hizo una revisión de las leyes, y restaura algunos en su totalidad, como ley
suntuaria, la ley sobre el adulterio, y la ley sobre el libertinaje vergonzoso;
Por último, la ley sobre el soborno, y la ley de matrimonios de senadores y
caballeros. (2) Dado que no había sido más severa en este último que en
cualquier otro, se encontró tanta oposición que no podía hacerlo pasar, a menos
que elimine o suavizar algunas de las frases, actuando plazo de tres años y el
aumento de las recompensas. (3) A pesar de estos cambios, el orden de los
caballeros preguntó obstinadamente, en el espectáculo, la abolición de esta ley.
Augusto continuación, convocó a los hijos de Germánico, tomó una en los brazos,
poniendo a otros en las de su padre, y mostrarlos al público, hizo señas, gestos
y mira, que no hay que temer seguir el ejemplo de su pequeño hijo. (4) Y por
cuanto eludió el espíritu de su legislación mediante la adopción de las novias
que son demasiado pequeños o que cambian con frecuencia las mujeres, se redujo
la duración del compromiso y poner un freno a la demasiada libertad de divorcio.
XXXV. Reformó el Senado. Precauciones contra los senadores. Sus relaciones con
ellos (1) El Senado, empresa degradada y confundido, tenían más de mil miembros,
y algunos eran indignos de la fila que les había colocado después de la muerte
de Jules César, favor y dinero: llamados "senadores [más allá de la tumba] al
infierno." Augusto, a través de dos elecciones, llevó el cuerpo a su antiguo
número, y regresó a su antiguo esplendor. La primera fue abandonado en la
selección de los senadores: el hombre hombre elegido. La segunda fue hecha por
él mismo y Agripa. Se dice que presidir esta, que llevaba bajo sus ropas un
escudo y una espada, y que diez de sus amigos más robustos, que pertenece a la
orden del senado, rodeado de su asiento. (2) Cremutius Cordus informa que en ese
momento, Augusto admitió ante él que ningún senador solo, y después de un viaje.
(3) Se contrató a algunos de ellos a retirarse modestamente y mantuvo sus
honores su lugar en la orquesta y fiestas públicas. (4) Para los senadores, el
recién elegido y aprobado, llevar a cabo sus deberes escrupulosamente más y
menos problemáticos, ordenó que antes de sentarse cada oferta de vino e incienso
en el altar del dios en cuyo templo nos reuníamos; que el Senado no tendría más
de dos asambleas mensuales ajustados, las calendas y idus; y que en los meses de
septiembre y octubre, no se requeriría una para el servicio, excepto aquellos a
los que el destino había designado como formando el número necesario para hacer
pedidos. Finalmente se creó para su consejo de que el lote lo designó cada seis
meses para preparar los asuntos que le debe ser llevado ante el pleno del
Senado. (5) En casos importantes, que estaba siguiendo, ir a la votación, la
prioridad o el uso; preguntó en su voluntad, para que todos appliquât para dar
su opinión, en lugar de aprobar otros.
XXXVl. Los nuevos reglamentos que sea autor
Hubo incluso el autor de otras disposiciones. Se prohibió la publicación de las
actas del Senado, para enviar los magistrados en las provincias inmediatamente
después de ser removidos de su cargo. Se establece una compensación económica a
los procónsules, para que pudieran establecerse el precio de mulas y tiendas de
campaña, como antes fueron proporcionados por licitación. Se sacrificó la
administración de los cuestores fiscales de la ciudad a los magistrados o los
que habían sido. Centumviri jueces designados, que por lo general se habían
reunido por las cuotas de cuestores fueron los ahora por decenviros.
XXXVII. Se crea nuevas oficinas (1) Llamar a un mayor número de ciudadanos en la
administración del estado, ideó nuevas características: el superintendente de
obras públicas, carreteras, agua, cama Tíber, granos para distribuir a las
personas, la Prefectura de Roma, el triunvirato para el personal del Senado, y
otro para revisar los caballeros, cuando iba a necesitar. (2) El creó censores
que durante un largo período, que había dejado de nombrar, y aumentó el número
de prestamistas. (3) también tendría dos colegas en lugar de uno, cada vez que
el consulado se conferiría. Pero no lo consiguió, todo el mundo exclamando que
ya era bastante fuerte ataque a su dignidad personal, de compartir con otro
premio que podía mantener a sí mismo.
XXXVIII. Avanza el hijo de senadores. Se restauró el uso de las revistas
caballeros (1) No hubo más tacaño con recompensas por méritos militares. Se
otorgó el triunfo sobre treinta generales, y el triunfo de adornos a muchos más.
(2) Para acostumbrar a principios hijo de senadores en los asuntos públicos, que
les permitió tomar laticlave lo largo vestido viril y asisten al Senado. Apenas
comenzaron a servir, que era tribunas legión o incluso comandantes de
caballería; y que nadie se mantuvo ajeno a la vida del campo, a veces se puso
dos líderes a la cabeza de cada escuadrón. (3) A menudo se acercó a los
caballeros, y restaura su solemne marcha hacia el Capitolio, que había caído en
desuso desde hace mucho tiempo; pero él no sufrió que durante esta marcha, un
acusador podría, como antes, para bajar un caballero de su caballo. Permitió que
los que estaban viejos o mutilado envían su caballo a su rango, y vienen
reunirse si los citados. Pronto también los que tenían más de treinta y cinco
años obtuvo el favor de vender su caballo, que no mantenerla.
XXXIX. Se hacen los caballeros estricta cuenta de su conducta
El Senado le había concedido diez empleados, exigió que los caballeros dan
cuenta de su conducta. Castigaba, ni rechazarse aquellos que él estaba en la
culpa; reprendió a varios otros de diversas maneras. El tipo de la reprimenda
más leve era poner sus estantes que leen en silencio y en el acto. También
señaló algunos caballeros de la infamia por tener dinero prestado de un leve
interés, y han vuelto a poner a gran desgaste.
XL. Determinar el orden ecuestre. Sus distribuciones de trigo a las personas. Su
comportamiento hacia las elecciones. Asimismo, se restringe la capacidad de
franqueo y la ciudadanía. Él restauró el traje romano (1) Si le faltaba
senadores candidatos para la elección de las tribunas, se eligieron entre los
caballeros, y fue abierta, después de la expiración de su oficina para
permanecer en el orden en que preferían. (2) Como la mayoría de los caballeros,
arruinados por la guerra civil, atrevido, en los juegos públicos, para colocar
en los bancos reservados para ellos, por temor a incurrir en la pena establecida
para esto, declaró que problemas no llega a aquellos que nunca habían poseído
fortuna ecuestre, ya sea por sí mismos o por sus padres. (3) Se ordenó un censo
de la población por distritos; y, que los plebeyos no estaban demasiado a menudo
desviados de su negocio mediante la distribución de granos, que la entrega de
títulos en los que hemos recibido tres veces al año durante cuatro meses. Pero
al ver que la gente lamentaron la antigua costumbre, se permitió que las
distribuciones serían nueva por cada mes. (4) También restaura las viejas reglas
de las elecciones y la intriga reprimida por diversos castigos. El día de
elección, se distribuye a la tribu Fabia y Scaptia, a la que pertenecía,
sestercios por cabeza, de modo que no tendrían nada que preguntar a cualquier
candidato. (5) convencido de que era importante preservar la gente romana puros
de cualquier mezcla de sangre extranjera o servil, que era muy tacaño de la
ciudadanía, y restringió los gastos de envío. (6) Le escribió a Tiberio, que le
pidió que admitir un cliente griego al número de ciudadanos, no estaría de
acuerdo en que cuando Tiberio lo convenció verbalmente que su solicitud se basa
en razones legítimas. Livia solicitó el mismo favor a un afluente Galia. Él lo
rechazó; pero le dio el tributo de la exención, prefiriendo, dijo, quitando algo
del tesoro público, para ver contaminan la dignidad de un ciudadano romano. (7)
No contento con, barreras para obligar a los esclavos que había secuestrado a la
emancipación, y, por dificultades aún mayores, a la libertad absoluta, se
determinó el número cuidadosamente, las condiciones y las diferencias su
libertad; Todavía se estipula que ningún tipo de libertad puede conferir el
derecho de los ciudadanos a la que habría sido encadenado o sometidos a tortura.
(8) También está ligado a restaurar los viejos trajes romanos. Un día, en una
asamblea de la gente, al ver una inmensa multitud de capas negras, exclamó,
lleno de indignación: "Entonces los romanos, la gente-rey, vestido con la
toga!". A continuación, dio instrucciones a las autoridades municipales para
garantizar que en el futuro ningún ciudadano apareció en el foro o en el circo,
sin tener que presentar el martillo que cubría su toga.
XLI. Sus dones (1) Se aprovecharon todas las oportunidades para demostrar su
generosidad a los diferentes órdenes del Estado. (2) El tesoro real de
Alejandría fue transportado a Roma hizo préstamos tan fácil que un menor
interés, y que los precios de la tierra en mucho mayor. Desde entonces, cada vez
que el dinero se desbordó como resultado de la confiscación, prestó de forma
gratuita, y por un tiempo, a los que podría proporcionar doble garantía. (3) Se
levantó el censo requerido para senadores, y llevó a doce mil sestercios, en
lugar de ocho cientos de miles. Él terminó para los que no la tienen. (4) Se
realizó donaciones frecuentes a las personas, a veces cuatrocientos sestercios
por cabeza, a veces trescientos, a veces doscientos cincuenta o única. No se
olvide hasta los más pequeños, aunque, hasta el momento, tenemos la costumbre no
entender estos regalos que los que tenían más de once años. (5) En el hambre, se
le vio también proporcionar raciones de grano o para un pequeño precio completo
o para nada, y las distribuciones dobles en efectivo.
XLII. Vis-à-vis la gente con firmeza. Su conducta durante una hambruna. Él
planea abolir las distribuciones de trigo, y renuncia a esta medida (1) Esto
demuestra que Augusto estaba tratando de ayudar, y no a más plano, es que cuando
las personas se quejaron de la escasez y la carestía de vino, le reprendió en un
tono muy severo, y dijo que mediante el establecimiento de varios arroyos,
Agripa su hijo tenía tiempo suficiente para que nadie pueda desear. (2) Un día
la multitud exigiendo una distribución del dinero que había prometido: dijo que
mantendría su palabra, pero, como había solicitado de nuevo que no había
prometido el príncipe reprochado un edicto en su infamia y su impudicia, y le
aseguró que no iba a funcionar, aunque tenía la intención de dar. (3) no
mostraron menos grandeza y firmeza cuando, después de anunciar una recompensa,
vio que muchos liberados y intruso había deslizado entre los ciudadanos. Se negó
a participar en aquellos a los que había prometido nada; y que la suma destinada
a este uso podría soportar, le dio a los demás a menos que había dicho. (4)
Durante una gran esterilidad que era difícil de remediar, expulsó a las tropas
de Roma de esclavos en venta, gladiadores y todos los extranjeros, a excepción
de los médicos y maestros; incluso expulsado algunos de los demás esclavos. Se
nos enseña acerca de que cuando fue devuelto abundancia, concibió el proyecto de
abolir para siempre las distribuciones de grano, debido a sentarse en ellos,
descuidamos el cultivo de la tierra; pero abandonó este plan, porque estaba
convencido de que podíamos restaurar uno día, estos dones como medio de
seducción. (5) Desde entonces se las arregló con el fin de proporcionar la mayor
cantidad de los intereses de los agricultores y los comerciantes que los de las
personas.
XLIII. Sus espectáculos (1) Augusto superaron todos sus predecesores en los
espectáculos número, la variedad y magnificencia. Se informa que se celebra
cuatro juegos veces en nombre propio, y veinte y tres veces para los jueces
ausentes, o que no podían pagar por ello. (2) A veces se divide las actuaciones
de los barrios, y varios soldados de actores de todos los idiomas, no sólo en el
Foro o el anfiteatro, pero todavía en el circo y en el recinto de las
elecciones. A veces, también, además de la caza, que la lucha contra los atletas
en el campo de Marte, rodeada de asientos de madera. También le dio un combate
naval en una cuenca excavado cerca del Tíber, donde hoy se encuentra el bosque
de los Césares. (3) Tuvo durante estos festivales guardias en Roma, no sea que
los ladrones se beneficiarán por la oportunidad de sorprender a las pocas
personas que quedaban. (4) Se publicó en los carros de circo, los corredores,
los combatientes para atacar a las bestias; y que a veces eligió entre los
jóvenes de la más alta nobleza. (5) A él le gustaba ver con frecuencia celebrar
troyanos juegos de los niños por una élite de diferentes edades, creyendo que
era hermoso y digno de las costumbres antiguas, reportar visión preliminar de
las carreras más famosas. (6) Vernier Asprenas haber sido lesionadas por una
caída en uno de estos juegos, Augusto le dio un collar de oro, y él y sus
descendientes permitió llevar el nombre de Torcuato. (7) Sin embargo, pronto se
puso fin a estos ejercicios en las quejas agudas y amargas contra él se oyó en
el presidente del Senado, Asinius Pollio, cuyo sobrino Aeserninus se rompió la
pierna. (8) Nunca dejó de emplear caballeros romanos en los juegos escénicos, y
el combate de gladiadores, que cuando se prohibió el decreto del Senado. (9) En
ese momento se produjo allí ningún hombre bien nacido, a excepción del joven
Lucio, e incluso aunque sólo para el espectáculo, porque no era dos pies arriba,
sólo pesaba diecisiete libras, y tenía una extensa voz. (10) Rendimiento Un día
cruzó la arena a los rehenes partos, el primero que he visto nunca, y las colocó
encima de él en el segundo banco. (11) Aun cuando no era representativa día, si
sucedió algo extraordinario que le interesaba y curiosidad, fue expuesto a la
mirada pública, en todo lugar. Así demostró un rinoceronte en el Campo de Marte,
un tigre en el teatro, y una serpiente de cincuenta codos al Comitium. (12)
Sorprendido por indisposición, un día que celebra juegos en el circo para el
cumplimiento de un voto guió a su litera caminar tanques sagrados. En otra
ocasión, durante una actuación que se llevó a cabo por la dedicación del teatro
de Marcelo, los enlaces de su silla curul se rompió, cayó hacia atrás. (13) En
una actuación de su nieto, no puede recordar ni tranquilizar a las personas que
temían que el anfiteatro se derrumbará, salió de su habitación y fue a sentarse
en el lugar que amenazaba a la mayoría.
XLIV. Orden introduce en el público (1) remediado la confusión y trastorno
extrema que reinaba en los espectáculos. La celebración de los juegos en
Pozzuoli atrajo una enorme concurso. Enojado de que nadie se había dado paso a
un senador que se presentó, (2) ordenado por un decreto del Senado que en todos
los espectáculos públicos, los primeros lugares estarían reservados para los
senadores. Defendió los diputados naciones libres y aliadas a sentarse en la
orquesta, porque se dio cuenta de que muchos de ellos eran hombres libres
carrera. (3) separados a la gente el soldado. Se asigna asientos especiales a
los hombres casados, dio pasos especiales a los que todavía llevaban el vestido
pretexto y pusieron sus tutores en los bancos con ellos. Se prohíbe personas
vestidas de negro el centro de la habitación. (4) Las mujeres, anteriormente
confusos con los hombres, ni siquiera podían asistir al combate de gladiadores,
a menos que constituyan un lugar alto y no estar solo. Él marcaba para los
Vestales un lugar separado de la corte del pretor. (5) Por último a la basura
tan rigurosamente todas las actuaciones de las atletas, como los juegos papales,
le dio a la mañana siguiente una pelea que se le pidió, y declaró abiertamente
que no encontraría que la buena las mujeres deben venir al teatro antes de la
quinta hora.
XLV. Su conducta durante los espectáculos. Su gusto por el boxeo. Su resistente
a los agentes (1) para él, se utiliza para ver los juegos del circo una de las
oficinas de sus amigos o sus libertos, a veces desde la parte superior de un
lecho sagrado, con su esposa e hijos. (2) Cuando se fue el espectáculo durante
varias horas, o, a veces mantenido alejado durante días, fue sólo después será
justificada y se han designado a alguien para presidir en su lugar. (3) Sin
embargo, cuando él estaba presente, no hizo nada más, o para evitar los rumores,
porque se acordó que César había culpado a su padre por lo que leyó las cartas,
y se cumplen durante el espectáculo; si estaba cautivado por el placer; porque
él nunca ocultó el gran interés que tomó en los juegos, y más de una vez confesó
cándidamente. (4) También la vida que a menudo darle dinero, coronas y otros
premios de gran valor para los ejercicios y juegos que eran ajenos a él. Nunca
asistió a la lucha griega sin recompensa cada competidor por sus propios
méritos. (5) Se apasionadamente amado a los que se dedicaron a la lucha,
especialmente los latinos, no sólo los que han hecho su profesión, y se usa para
luchar con los griegos, pero los primeros en llegar, los que lucharon juntos sin
ningún tipo de arte en las calles y en las plazas. (6) Todas las personas que
trabajan para la representación le pareció digno de su atención. Mantuvo los
privilegios de los atletas y aumentó. Defendió a combatir gladiadores excesivas.
Contuvo los juegos y la escena de la antigua ley que dio jueces el derecho de
castigar a los actores en cualquier momento y en cualquier lugar, sin embargo,
el hecho de salda con extrema severidad, la lucha contra los atletas y
gladiadores. (7) Se suprime de manera rigurosa la licencia de mimos, que
flagelado tres teatros, Stéphanion, y luego exiliado, porque había aprendido que
este actor fue servida por una matrona, vestida en el niño y afeitado alrededor
de la cabeza, como un esclavo. En la queja de la entidad crediticia, que azotó
públicamente en la entrada del palacio, mimo Hylas. Finalmente se llevó a cabo
de Roma e Italia Pílades por haber apuntado y dado a conocer a todo el mundo un
espectador silbarla.
XLVI. Sus colonias. Sus innovaciones en favor de Italia. Se fomenta el honor y
la propagación (1) Si todo va bien se establecieron en Roma, Italia poblada
veintiocho colonias, y el aumento de los ingresos y puestos de trabajo. Eso la
hace aún, de alguna manera, el rival de Roma por los derechos y la dignidad. De
hecho, inventó un tipo de votos con los que decuriones colonias podía cada voto
para la elección de magistrados de Roma, mediante el envío, el día de las
elecciones, las urnas selladas. (2) Con el fin de animar a la población en las
familias respetables de estas colonias, admitió al servicio de la caballería
aquellos cuya solicitud fue apoyada por una recomendación de su ciudad; y cuando
estaba revisando una sección, que distribuye sestercios per cápita a los que
demostró que la legitimidad de sus hijos e hijas.
XLVII. Se administra una parte de las provincias romanas. Su conducta hacia
algunas ciudades. Sus viajes por el imperio (1) se hicieron cargo del gobierno
de las provincias más importantes, que no era ni fácil ni seguro para confiar
magistrados anuales, y dejó a los procónsules comparten la otra por medio de el
destino. Sin embargo, a veces hace intercambios, y con frecuencia visitó la
mayor parte de las provincias de la una y la otra especie. (2) Se tomó la
libertad de varias ciudades aliadas que abusaron de ella por su pérdida; Se
alivia con otros que estaban sobrecargados y reconstruido las que habían sido
anuladas por los terremotos. Confirió el derecho de los latinos o la ciudadanía
a aquellos que sostuvo por los servicios prestados al pueblo romano. (3) El
visitó todas las provincias, excepto, quizás, España y África. Se estaba
preparando para pasar después de la derrota del joven Pompeyo en Sicilia; pero
fue impedido por las tormentas violentas y continuas. Más tarde, la ocasión o
motivo le fallaron.
XLVIII. Su política hacia aliados reyes de Roma (1) Con pocas excepciones, dio
estados ganaron sus poseedores, o les dio a los extraños. (2) Se reúne por lazos
de sangre reyes aliados. Se mostró siempre un protector ardiente y negociador de
todos los sindicatos y todas las amistades. En su ansiedad, los observaba como
miembros del imperio. También era costumbre dar tutores de los menores y de los
locos hasta que la mayoría o la curación. Se levantó y enseñó a los niños con su
propia muchos de estos reyes.
XLIX. Reglamentos relativos al ejército. correos institución (1) distribuidos
por departamentos legiones y tropas auxiliares. Establece una flota en Miseno y
otro en Ravena, para proteger a los dos mares. Se eligió un número de tropas
para proteger el suyo y el de la ciudad, y se disolvió el cuerpo de
Calagurritains había conservado hasta la derrota de Antonio y los alemanes que
habían formado parte de su guardia el desastre de Varo. (2) Sin embargo, nunca
había sufrido en Roma durante tres cohortes; sin embargo, ellos no acamparon.
Por lo general, poner a otros en invierno o verano cuartos cerca de las ciudades
vecinas. (4) Se establece el salario y las recompensas de los soldados, según el
rango y el tiempo de servicio. Determinó pensiones unidos a salir, así que
después de haber obtenido, no es necesario que se hizo para los veteranos una
oportunidad trastornos. (5) Para él era fácil de proporcionar mantenimiento y de
pensiones del soldado, creó una caja militar con nuevos ingresos. (6) dispuestos
en las carreteras estratégicas, en distancias cortas, en primer lugar a los
jóvenes, a continuación, los coches, con el fin de tener más rápido nuevas
provincias, y también se pueden consultar más fácilmente los correos le fueron
enviados desde cualquier lugar, cuando las circunstancias lo requieren.
L. Sus sellos
El sello que se adhiere sobre documentos públicos, las peticiones y cartas, fue
primero una esfinge, entonces la imagen de Alejandro Magno, y finalmente su
retrato grabado por Dioscórides. Este sello fue uno cuyos príncipes, sus
sucesores continuaron utilizando. En todas sus cartas se marcó a qué hora del
día o de la noche en que fueron escritos.
LI. Su misericordia y ternura (1) Se dieron muchas pruebas de señal de
misericordia y ternura. (2) Por no hablar de una gran cantidad de enemigos a
quien perdonó, y dejó incluso ocupan las primeras filas, voy a citar Junius
Novatus y Casio de Padua, ambos plebeyos. La primera se emitió contra él una
carta virulenta con el nombre de la joven Agripa; la segunda había declarado
abiertamente en medio de una fiesta, le faltaba ni el valor ni dispuesto a matar
a Augusto. El emperador simplemente castigar a una multa, y se pronuncia en
contra de otro exiliado leve. (3) En un juicio penal, entre otras quejas,
Córdoba fue acusado Emilio Eliano a pensar mal del emperador. Augusto se volvió
hacia el acusador de un aire movido: "Demuéstrame esto, exclamó voy a enseñar a
Eliano También tengo una lengua, y diré más en ella. cuenta ". A partir de ese
momento se hizo más ocupado. (4) Tiberio, en una carta, se quejó con vehemencia
ese mismo tipo de delito. "En esto, mi querido Tiberio, Augusto respondió, no
escucha a la calidez de su edad, y no se enoje demasiado duro que dicen de mí.
Es suficiente que no nos podemos hacer ".
LII. Su moderación (1) A pesar de que sabía que uno templos decretadas incluso a
procónsules, el hecho aceptado en cualquier provincia a menos que era a la vez
el nombre de Roma y la de él. En Roma se negó constantemente el honor. Se fundió
todas las estatuas de plata que antes había levantado, y su precio se dedicó a
los trípodes de oro al templo de Apolo Palatino. (2) Las personas que le
ofrecieron la dictadura con muchos casos, él se negó, flexionando la rodilla,
bajando la toga, y dejando al descubierto el pecho.
LIII. Su modestia. Su afabilidad. Su amistad con un gran número de ciudadanos
(1) No siempre fueron de terror llamada "maestro", que él consideraba como un
insulto y una vergüenza. (2) Un día asistir a los juegos, el jugador que dijo:
"O justa y buena maestra", los espectadores aplaudieron mediante la aplicación
de este pasaje. Pero suprimió la mano y mirar estos adulación al pudor, y al día
siguiente se les atribuyó gravemente en un edicto. Ni siquiera sufrió sus hijos
y nietos hijo debería darle ese título, ni serio, ni en broma, y les prohíbe
ese tipo de cortesía entre ellos. (3) O él entró en Roma o en cualquier otra
ciudad, si él salió, tuvo el cuidado que se trataba de la tarde o de la noche,
por temor a causar problemas por los honores le pagó. (4) Cuando fue cónsul, que
era casi siempre a pie; y, en otras ocasiones, fue llevado en un descubrimiento
de arena. (5) días siguientes a la recepción, que también admitieron la gente
común, y la petición de la palabra con tal gracia, que atribuyó en broma a
alguien para presentar una petición con tanta timidez como si ofreciese una
habitación moneda a un elefante. (6) días de la reunión del senado, que
recibieron a los senadores en la sala donde se reunieron, y cuando estaban
sentados, señalando a cada uno por su nombre, sin su necesidad para cualquier
persona recordarle. Al retirarse, se despidió de ellos de la misma manera. (7)
El habló con muchos ciudadanos de un comercio deberes recíprocos, y continuó
asistiendo a las celebraciones de su familia en su vejez, y después de haber
sido molestados por la multitud en una ceremonia de compromiso. (8) El senador
Terrinius Gallus, que no vivía en la intimidad, de repente vino a ciegas. En su
desesperación, quería morir de hambre. Augusto fue a verlo, lo consoló y le
llamó de nuevo a la vida.
LIV. Tipo de libertad que le permite disfrutar de los senadores (1) Un día habló
en el Senado, alguien dijo: "No entiendo", y otro, "Me discutir con usted, si
tuviera el piso ". Cuando a pesar de que le causaba discusiones violentas que
estaba fuera de la habitación, le gritaron "que se le debe permitir senadores
para hablar de los asuntos públicos." (2) En la designación de senadores,
Antistio Labeo eligió el triumvir Lépido, una vez que el enemigo de Augusto y, a
continuación, exiliado. El príncipe le preguntó si no sabía más digna. Labeo
respondió que "cada uno tenía su opinión," y ninguno de ellos tuvo que
arrepentirse o su franquicia o atrevido.
LV. Su conducta hacia los autores de libelos
Nunca temió la difamación extendido contra él en el Senado, y no toma el cuidado
de refutarlas. Ni siquiera se buscó a los autores; que acaba de pedir que en el
futuro los que fueron bajo un nombre prestado, gusanos o publicar panfletos
perjudicial para la reputación de los demás.
LVI. Sostiene, en algunas circunstancias, las leyes de igualdad. Su conducta a
sus amigos y clientes (1) blanco de las bromas insolentes o de odio, respondió
con un decreto. Pero no se permite ninguna Senatufconfultum redujo la
independencia de los testamentos. (2) Cada vez que asistió a las elecciones para
la creación de los jueces, se fue a través de las tribus con sus candidatos por
las oraciones habituales. A sí mismo que votaron en las tribus como un ciudadano
privado. (3) testigo en procesos judiciales, que sufrió con paciencia extrema
para ser interrogado o que el réfutât. Él construyó el Foro más cerca de lo que
quería, no haberse atrevido a despojar a los propietarios de las casas vecinas.
(4) El nunca aconsejó a su hijo a la gente romana sin añadir: "Si se merecen."
Se quejó amargamente de lo que el teatro, el público se había levantado para
ellos aplaudiendo, mientras que todavía llevaban el pretexto de vestir. (5) Se
alegró de que sus amigos eran grandes y de gran alcance en el estado, pero sin
independencia jurídica más que los demás ciudadanos. (6) Asprenas Vernier,
vinculado estrechamente con él, tuvo que defender un cargo de intoxicación
llevada por Cassius Severus. Augusto consultó al Senado en lo que tenía que
hacer. Tenía miedo, en caso de ganar su caso, para rasgar el culpable a la
venganza de las leyes; y, por otro lado, si asistió, moviéndose a abandonar su
amigo, y condenar de antemano. El consentimiento de todos, se sentó durante unas
horas en los bancos, pero sin una palabra, sin necesidad de utilizar los medios
legales elogio. (7) Siempre asistido a sus clientes, entre ellos algunos
scutarius, uno de sus antiguos soldados, que fue procesado por abuso. El único
acusado que había salvado nunca, que era Castricius que lo descubrió la
conspiración de Murena; aún no empleó esa oración para desarmar el acusador en
presencia de los jueces.
LVII. Testimonios del afecto que inspiró a todos por sus merecimientos (1) Con esta
conducta, es fácil imaginar cómo le querían. (2) no voy a hablar de los
decretos del senado, que se puede atribuir a la necesidad o el respeto; pero los
caballeros romanos, de su propia y en concierto unánime, nunca dejaron de
celebrar durante dos días después de su cumpleaños. (3) Cada año, todas las
clases de gobierno tiraban una moneda de plata al abismo Curcio por su salvación.
En el primero de enero, incluso cuando él estaba ausente, le dajaban el regalo de su
Año Nuevo en el Capitolio. Y con ese dinero compró las más bellas
estatuas de los dioses, para ponerlos en las diferentes zonas de Roma, como el
Apolo de sandalias, Júpiter trágico y otros. (4) Cuando su casa se quemaó
en el Palatino, veteranos, decurias, tribus, y los individuos de todas las clases
comenzaron a contribuir voluntariamente, cada uno según sus medios. Pero Augusto
solamente rozó los montones de dinero que le traían a él, y no aceptó nada de
nadie más allá de un centavo. (5) A su regreso de una provincia, no sólo uno le
escoltaban con sus mejores deseos, pero cantaban himnos en su honor; y siempre que
venía a Roma, fuimos cuidadosos de no ejecutar las sentencias penales.
LVIII. Recibió el título de Padre de la Patria (1) El nombre del padre de su
país fue dado un consentimiento repentina y universal. Los plebeyos le enviaron
alrededor de una delegación a Anzio. A pesar de su negativa, una gran multitud y
coronado de laureles todavía le ofreció esta distinción en Roma, cuando entró en
el teatro; y el Senado confirmó pronto, no por un decreto o por aclamación, pero
por medio de Valerio Messala (2), teniendo la palabra para todos, dijo, "César
Auguste, deseándole a usted y su casa, que transforma la felicidad y en su
beneficio, que mezcle la dicha eterna de la república y la prosperidad de su
familia. Senado estuvo de acuerdo con el pueblo romano, granizo Padre de su país
". (3) Augusto, entre lágrimas, respondió con estas palabras que yo guardaba y
los de Messala: "Senadores, se cumplen mis deseos Lo que puedo solicitar a los
dioses inmortales, si es que lo mantienen en. tales sentimientos por mí para el
resto de mi vida? "
LIX. Otros testimonios de esta condición (1) Las personas que levantaron al
gasto común una estatua cerca de la de Esculapio, el médico Antonius Musa, que
lo había curado de una enfermedad peligrosa. (2) Algunos padres, en su voluntad,
ordenó a sus herederos para impulsar las víctimas al Capitolio, precediendo el
glorioso sobrenombre, y que hacer sacrificios en acción de gracias por lo que
habían dejado su Auguste sobrevivir. (3) ciudades italianas datèrent el comienzo
del año, el día en que los visitó por primera vez. La mayoría de las provincias,
además de templos y altares se erigieron ella, también establecieron juegos
quinquenales en casi todas las ciudades.
LX. El respeto de los reyes a su persona
Amigos y aliados reyes construyeron, cada uno en su reino de ciudades llamado
Cesarea, y juntos resolvieron ultimar a sus propias expensas el templo de Zeus
Olímpico, anteriormente iniciado en Atenas, para dedicarse al genio de Augusto.
A menudo dejaron sus estados, e iban a sus deberes diarios, no sólo en Roma,
sino en sus viajes en las provincias sin sus insignias, y simplemente vestidos
con una toga, como si fueran clientes.
LXI. Su vida privada. La muerte de su madre y su hermana (1) Después de Augusto
representado en el ejercicio del mando y magistrados, y se describe el modo de
gobernar la república en el mundo, por la paz como en la guerra, lo sabré su
interior y su vida privada, sus costumbres domésticas y su conducta con respecto
a su propia, desde su juventud hasta su último día. (2) Durante su primer
consulado perdió a su madre. Tenía cincuenta y cuatro años de edad cuando su
hermana Octavia murió. Tenía unos por otros y el mayor respeto por sus vidas, y
les dio los honores más altos después de su muerte.
LXII.Ses bodas (1) En su adolescencia, estaba comprometido con la hija de P.
Servilio Isáurico. Pero después de la reconciliación que siguió sus primeras
disputas con Antoine, cediendo a las dos partes que querían una alianza entre
sus líderes, se casó con la hija de Antonio, Claudia, que tenía Fulvia de P.
Clodius, y era apenas núbil. Sin embargo, habiendo reñido con Fulvia, se
divorció de la prístina, (2) que se casan Escribonia, viuda del consulares dos
hombres, que eran hijos de la segunda. (3) También se rompió, disgustado, como
escribió, sus malos modales. Se casó con Livia Drusilla pronto, que tomó de su
marido Tibère Néron, a pesar de que estaba embarazada. Que era para ella el amor
más tierno y estima como constante.
LXIII. Sus hijos (1) Había sido Escribonia su hija Julie. Livia no le dio la
posteridad, aunque muy deseemos. El niño había concebido, fue desenterrado
temprano. (2) Augusto casó primero con Julie Marcellus, hijo de su hermana
Octavia. que acababa de salir de la infancia. Entonces, cuando murió, le dio en
matrimonio a Marcus Agrippa, obteniendo a su hermana que le cede este hijo;
porque entonces Agripa estaba casado con una de las hermanas de Marcelo, y
tuvieron hijos. (3) Agripa murió también, Augusto buscó mucho tiempo, incluso en
el orden de los caballeros. Finalmente se optó por Tiberio, su yerno, se vio
obligado a despedir a su esposa estaba embarazada, y el padre ya se había
rendido. (4) Marc Antoine escribió que primero Auguste Julie había prometido a
su hijo Anthony, entonces Cotison rey de los getas, en el momento preguntó por
sí mismo la hija del rey en el matrimonio.
LXIV. Su cuidado por su educación (1) Agripa y Julia dio a su hijo de tres
nietos, Lucius y Agripa, y dos nietas, Julia y Agripina. (2) Se maria Julie L.
Paulus, hijo del censor, y Agripina a Germánico, nieto de su hermana. (3)
aprobado Cayo y Lucio, después de haber comprado su padre Agripa, en su casa,
por el oro y el equilibrio. Hizo un llamado al gobierno, desde su temprana
juventud, los hizo cónsules designan y presente en las provincias y los
ejércitos. (4) Simplemente crió a su hija y nietas, que acostumbra a trabajar la
lana. Él deseaba que sus palabras y sus acciones fueron públicas, con el fin de
ser dignos de entrar en las memorias diarias del hogar. Se cuidó muy bien de
ellos lejos de comercio exterior, un día escribió al joven Lucio Vicinius de una
figura y un mérito distinguido, se había comportado con incorrección en venir a
visitar a su hija en Bayas. (5) Se le enseñó a su hijo poco de lectura, la
criptografía y otros artículos, y casi siempre por sí mismo, aplicando
principalmente a su imitar su escritura. En la mesa, siempre tenía que sentarse
fuera de la cama, y en los viajes, siempre precedido o acompañado de su coche
a caballo.
LXV. Sus problemas familiares. El julios. Agripa (1) Pero la fortuna llegaron a
problemas para la confianza y la alegría que inspiró a sus hijos y el buen
desempeño de su casa. (2) Se exilió los dos julios, hija y nieta, que se han
contaminado con todo tipo de insultos. Cayo y Lucio le fueron secuestrados en
los dieciocho meses en el espacio, la primera en Licia, la segunda en Marsella.
(3) Luego se adoptó en el Foro de acuerdo con la ley Curiate, Agripa, su tercer
nieto y también su hijastro Tiberio. Pero poco hacia abajo y la naturaleza feroz
de Agripa resolvió rechazar la familia y de relegar a Sorrento. (4) deshonor más
sensibles a la pérdida de su familia, Augusto no era del todo mató a finales de
Gayo y Lucius; pero dio instrucciones a los ancianos de los motivos de su
comportamiento hacia su hija por una memoria que le dio a leer el Quaestor en su
ausencia. La vergüenza mantuvo el comercio a larga distancia de los hombres. Se
fue a deliberar si no mataría a su hija. (5) Lo que es seguro, es que casi al
mismo tiempo, uno de sus cómplices, un estampado, llamada Phoebe, está siendo
ahorcado, dijo que preferiría ser el padre de Phoebe . (6) prohíbe a su hija
exiliada del uso del vino, y toda la investigación de la vida delicada. No
consintió que hombre o esclavo o libre, deben hacer lo visitan sin su permiso, y
por lo tanto sin saber su edad, tamaño, color, hasta que todas las marcas y
cicatrices en su cuerpo. (7) La llevó, cinco años más tarde, de su isla con el
continente, y la trató con más suavidad. Pero nunca pudimos conseguir plenamente
recordó. A medida que el pueblo romano redoblar los foros para solicitar su
regreso, le deseó públicamente tales o niñas esposas. (8) Se prohibió debe
reconocer que debe levantarse y al niño que su nieta Julie había descubierto
después de su condena. (9) Por último se trasladó a la isla de Agripa, que,
lejos de ablandamiento, llegando a ser cada día más días intratable y guardias
rodeaba. Incluso hacer un decreto del Senado que bordeaba para siempre en este
lugar. (10) Siempre que se hablaba de él y uno de julios, exclamó: "Ojalá no
estaba casado y yo había muerto sin descendencia," y nunca llama sus tres
heridas o llagas tres.
LXVI. Sus amigos. Su dolor por la muerte de Gallus. ¿En qué condiciones se
acepta herencias (1) Es difícil adjunto; pero que no cambia en sus bonos, no se
conformó para premiar el mérito y los servicios de sus amigos, que incluso llevó
sus imperfecciones y defectos pequeños. (2) De todos los que amaba, difícilmente
se puede hablar de Salvidienus Rufus y Cornelius Gallus maltrataba; la primera,
que se había planteado en el consulado, la segunda en la prefectura de Egipto,
aunque ambos estaban bajo la condición. (3) Se dio Salvidieno de Justicia del
Senado, porque él incitó disturbios; prohibió a su casa y provincias Cornelio a
causa de su maldad e ingratitud. (4) Sin embargo, cuando las denuncias de los
acusadores y senatusconsulta habían determinado a cometer suicidio, Augusto
alabó probablemente el celo de los que así se vengó de la; pero lloró y se quejó
de su suerte que le condenó sólo para señalar poner límites a su ira hacia sus
amigos. (5) Potente y rico, todos los demás llegaron al final de su vida,
revestido con las primeras dignidades de su orden, a pesar de los errores que se
habían tenido en él. (6) A fin de no citar ejemplos, recuerdo que tenía que
quejarse de la susceptibilidad de M. Agrippa y Mecenas indiscreción. La primera,
en la menor sospecha de frescor, y bajo el pretexto de que Marcelo se prefirió a
él, se retiró a Mitilene; el otro había revelado a su esposa Terencia el secreto
del descubrimiento de la conspiración de Murena. (7) Augusto exigió de sus
amigos afecto mutuo durante su vida e incluso después de la muerte. (8) Sin ser
ávido de herencia, ya que nunca pudo decidirse a aceptar cualquier legado de un
desconocido, examinó con sumo cuidado los arreglos finales de sus amigos a ella.
Si la donación era delgada o concebida en términos deshonrosos, no pudo ocultar
su ira, ni su alegría, si el legatario mostró su gratitud o afecto. (9) Cuando
los padres fueron su legado, o instituido por una parte de la herencia, se
utiliza para abandonar el lugar para sus hijos, o si eran menores de edad, que
sea hecha su el día en que tomó el vestido de hombres, el día de su matrimonio,
y se añade a un presente.
LXVII. Su comportamiento hacia sus libertos y esclavos (1) como patrón y maestro
como sabía la gravedad de los nervios con piedad y dulzura. Honró y recibió su
intimidad muchos libertos, como Licino, Encelado y otros. (2) Se limitó a hacer
Cosmus encadena al esclavo que le había hablado con impropiedad extrema.
Prefería acusar de cobardía que la maldad a su steward Diomedes, que, caminando
con él, tenía, en un momento de miedo, tirado delante de una terrible jabalí
corriendo sobre ellos; y, aunque él corría un peligro muy grande, ya que no
había mala intención de parte de su mayordomo, se volvió la cosa en una broma.
(3) Por otra parte, mató a Polo, uno de sus más queridos liberados condenado por
tener una relación sexual adúltera con matronas. Lo hizo romper las piernas Talo
su secretaria, que, a traicionar el secreto de una carta, recibió quinientas
monedas de plata. Se tumbó en el río, con una masa pesada cuello, el tutor y los
esclavos de sus ganancias hijo, que se habían aprovechado de la enfermedad y la
muerte del joven príncipe a comprometerse, en su gobierno, tiranía y actos
codicia.
LXVIII. El libertinaje de su juventud (1) Su primera juventud fue marchitada por
diversos insultos. Sexto Pompeyo lo trató afeminado. M. Antoine le reprochó por
haber comprado la adopción de Jules César en el precio de su deshonra. Lucius
Antoine, hermano de Marco, afirma que después de haber entregado a César la flor
de su juventud, todavía era prostituta en España Aulus Hirtius a trescientos mil
sestercios, y se utiliza para quemar el pelo de piernas con cáscaras de nuez
para que vuelva más suave. (2) Un día, los juegos públicos, que habló en la
etapa a la siguiente, sobre un cura Cibeles tocando panderetas: Vea lo
corrompido gobernar el universo con el dedo. Todas las personas aplaudieron, y
lo hacen con malicia aplicación.
LXIX. Sus adulterios. La complacencia de sus amigos. Carta inmodesta de Antoine
(1) Sus amigos han excusado su amor adúltero, se limitó a decir que eran un
resultado de cálculo en lugar de la pasión, y utilizó las mujeres a conocer el
proyecto sus oponentes. (2) Marc Antoine le reprocha, además de su repentino
matrimonio con Livia, han, en presencia de su marido, tomó una mujer consular
desde el comedor en un armario, donde se volvió a la mesa sonrisa y el pelo
desordenado. Añade que Escribonia no fue repudiado por tener demasiado lamentó
el poder de su rival, y los amigos de Augusto ministró las mujeres y niñas en
edad de casarse que estaban desnudos y que estaban examinando, como esclavos
vendidos casadas Toranius. (3) Antes de ser completamente reñido con él, incluso
le escribió un amistoso: "¿Por qué ha cambiado hacia mí ¿Es porque soy el amante
de una reina, pero ella es mi? mujer, no ayer, pero durante nueve años. y tú,
¿usted vive con Drusila? apuesto a que por el momento de leer esta carta, se le
han triunfado Tertula o Terentilla o Rufilla o Salvia Titisenia, o tal vez
todos. Lo que importa, en efecto, el lugar y objeto de su amor. "
LXX. La cena de los doce dioses (1) Existe también habla mucho de una cena
secreta, llamada la comida de los doce dioses, en la que los invitados fueron
vestidos como dioses y diosas, y donde el propio Augusto representado Apolo. Las
cartas de la lista de Antoine con amarga ironía las personas que hicieron esta
fiesta, en la que un anónimo hizo estos gusanos si se conoce: Cuando la llamada
feliz de su especie anfitriona, Los doce deidades había tenido lugar en la mesa,
y que Apollon César en la cara de los cielos, a nuevos delitos había invitado a
los dioses, Olympus apartó la vista de la tierra, y Júpiter dejó su trono con
rabia. (2) Esto aumentó aún más el escándalo de esta cena es que Roma estaba tan
plagado por el hambre. Al día siguiente, exclamamos "que los dioses habían
comido todo el grano y que César era muy Apolo, pero Apolo verdugo" apodo por el
que este dios era reverenciado en un distrito de la ciudad. (3) También se culpó
a su gusto por los muebles preciosos y jarrones de Corinto, y su pasión por los
juegos de azar. En el momento de las prohibiciones, los puso en su estatua:
Mi padre era un banquero, y yo soy más bronzier.
porque se creía que había llevado unos ciudadanos en las listas de proscritos
para apropiarse de sus vasos de Corinto. Durante la guerra de Sicilia,
difundimos el siguiente epigrama:
Dos veces al infortunado fue golpeado en el mar, y para ponerse al día, juega un
juego de demonios.
LXXI. Su pasión por el juego. Algunos pasajes de sus cartas (1) De todas las
acusaciones, o todas estas calumnias, las infames rumores de su fornicación eran
los que él confunde más fácilmente, ya que la regularidad de su vida muestra que
por que guardaba siguiente. También demostró que había poca pasión por el lujo,
cuando después de la toma de Alejandría, se reservó para sí, todas las riquezas
de reyes, un recipiente murrhin, y se fundió todos los vasos de oro de el uso
diario. (2) El placer siempre ejerce sobre él un gran imperio. Él amaba por
encima de todo, dicen, las vírgenes; y Livia ella le ayudó a procurar por todos
los lados. (3) Cualquier jugador a su reputación, jugó sin disfraz y sin
misterio. Fue una relajación que amaba, aun en su vejez, no sólo durante el mes
de diciembre, pero los demás días del año, había partido o no. (4) Esto se
muestra mediante una carta de su mano, en la que dijo: "Mi querido Tiberio, Cené
con las mismas personas Vinicius y Silio padre vino a aumentar el número de
invitados .. durante la comida, jugamos los ancianos, entonces como ahora ".
Después de lanzar los dados, el que trajo el perro o poner el juego de seis ni
un centavo por cada dado, y el que trajo Venus se llevó todo. (5) En otra carta
dice: "Mi querido Tiberio, así hemos pasado las fiestas de Minerva, porque
jugamos todos los días, y realmente se calienta juego de mesa Su hermano tiró
protesta ;. pero, en última instancia, él no ha perdido mucho. Contrariamente a
sus expectativas, rehizo su gran pérdida. yo mismo soy veinte mil sestercios.
pero como yo era, de acuerdo mis hábitos, demasiado fácil, porque sólo cobraron
de ayudar a las manos que di a los jugadores, o si había elegido lo que he dado,
habría ganado por más de cincuenta mil. no me arrepiento, "porque mi bondad será
mi gloria en el cielo. (6) Le escribió a su hija: "Te envié doscientos cincuenta
peniques Eso es lo que dio a cada uno de mis clientes para que pueda durante la
cena, jugar a los dados. o incluso o no ".
LXXII. Sus casas de Roma. Sus casas de campo (1) Augusto se sabe, muy moderado
en el resto de sus hábitos, estaba libre de reproche. (2) La primera vez que
presentó cerca de la plaza pública, por encima de los joyeros escaleras, en una
casa que había pertenecido al orador Calvo; a continuación, en la colina del
Palatino, pero en el no menos fácil de Hortensio casa. Ella no era ni notable
por su extensión ni su elegancia: las galerías eran bajos y piedra Monte Alban.
Vimos en los apartamentos o adoquines de mármol o buscado. (3) Por más de
cuarenta años, invierno y verano, Auguste Garda la misma habitación, y siempre
pasó el invierno en Roma, a pesar de que sentía que durante esta temporada, la
estancia en la ciudad poco adecuado para su salud. (4) Cuando quería hacer algo
en secreto y sin ser perturbada, que está contenida en un armario alto, lo que
él llamó su "Siracusa" o "museo" o se retiró a la casa de alguien de sus
libertos. Si estaba enfermo, se durmió en la casa de Mecenas. (5) Las pensiones
que prefería eran los que estaban cerca del mar, como las islas de Campania o
ciudades alrededor de Roma, como Lanuvio Praeneste, Tibur. Es en esta última la
que a menudo iba justicia bajo los pórticos del templo de Hércules. No le
gustaba demasiado grandes villas y demasiada magnificencia. (6) Se arrasó una
nieta Julie había construido con grandes gastos. Su, aunque modesto, fueron
menos adornada con estatuas y pinturas galerías y arboledas, en una palabra, las
cosas notables por su rareza o la antigüedad, tales como los enormes huesos de
animales silvestres que se pueden ver en Capri y llamó a los huesos de gigantes
y armas de héroes.
LXXIII. Su economía en los muebles. La sencillez de su ropa (1) todavía puede
ser juzgado hoy la simplicidad de su mobiliario y su adorno. Camas y mesas que
permanecen no lo haría, en su mayor parte en el lujo de los individuos. dormía,
por ejemplo, en una cama muy baja, y modestamente cubierto. (2) Sus ropas
estaban casi todos hechos en casa por su hermana o su esposa, su hija o nietas.
La toga y laticlave eran amplios o estrechos. Había unos zapatos altos para
parecer más alto. (3) En caso de acontecimientos imprevistos, nunca dejó de
estar listo en el traje de dormitorio a su audiencia.
LXXIV. Sus comidas (1) a menudo daban comida; pero siempre eran regulares, y nos
atendió muy bien para distinguir las filas y hombres. (2) Valerio Mesala asegura
que ningún hombre libre nunca fue admitido en su mesa, excepto Menas, que había
logrado la independencia para la entrega de la flota de Sexto Pompeyo. (3)
Augusto mismo que un día invitó a uno de sus ex guardias con los que estaba en
el campo. (4) A veces a cenar más tarde que otros, y retirarse antes. Los
invitados empezaron a comer antes de que él se sentó, y se mantuvo en su lugar
después de su partida. (5) sólo sirvió tres comidas o seis grandes ocasiones.
Pero la comida era más modesto sobre él puso las comodidades. Se comprometió a
participar en la conversación general los que estaban en silencio o hablado en
voz baja. A veces venía músicos y cómicos, bailarines o circo, y más a menudo no
llama bufones filósofos.
LXXV. Sus fiestas y regalos a sus amigos sobre vacaciones (1) Se celebran con
grandes celebraciones y fiestas magnificencia; A veces no había más que una
broma. (2) Para la Saturnalia, y, según su fantasía, en cualquier otra ocasión,
los repartió regalos: a veces eran ropas, oro, plata; a veces eran monedas de
todo tipo; fue en la antigüedad de los reyes y extranjera; otras veces se dieron
sólo gruesos paños, esponjas, furgonetas, carpintero y similares, poniendo
marcas oscuras y bidireccional. (3) En la comida, que estaba tirando un montón
de desigualdad extrema, o vendía pinturas al revés, y la incertidumbre probable
mal o llena las expectativas de los compradores. Era una cama para cada subasta,
y nos comunicó su buena o mala fortuna.
LXXVI. Su frugalidad (1) Comía poco (no voy a omitir este detalle), y se
conformó con alimentos comunes. (2) Lo que más le gustaba era el pan hecho en
casa, pequeños peces, queso, hecho a mano y de higos frescos de la especie que
viene dos veces al año. Para tomar alimentos que no había esperado la hora de
comer, y consultado cuando sea necesario, sin preocuparse por el tiempo o el
lugar. (3) El dijo en sus cartas: "Comimos pan y las fechas en nuestro coche." Y
en otro lugar: "Volviendo a la basílica a mi casa, comí una onza de pan y
algunas uvas secas." (4) El escribió a Tiberio: "No hay más Judio que ayuna en
sábado lo que lo hicimos hoy, por lo comió dos picaduras en mi baño, después de
la primera hora de la noche, y antes de que el perfume ". (5) De acuerdo con
este método, a veces la cena a solas antes de las comidas o esperar hasta que
todo había terminado, sin tocar nada mientras estábamos en la mesa.
LXXVII. Su sobriedad (1) Para el gusto era el vino igualmente sobrio. (2) En su
campamento antes de Módena, según Cornelius Nepos, no bebía más de tres veces su
cena; (3) y en sus peores excesos, que no exceda de tres botellas, o, si fue más
allá, vomitó. Él tenía una afición por Raetian vino; pero rara vez bebía durante
el día. (4) En lugar de beber, tomó el pan remojado en agua fría, o un pedazo de
pepino o un pie de lechuga, o ácido y fruta vinoso.
LXXVIII. Sueño (1) Después del almuerzo, descansó un poco, vestidos y todo lo
piso, las piernas extendidas y su mano sobre los ojos. (2) Cuando él tenía lo
suficiente, se fue a su estudio. Allí se vio lejos en la noche para completar en
su totalidad o en gran parte, lo que quedaba de las ocupaciones del día. (3)
Luego se fue a la cama, y por lo general dormía sólo siete horarios: aún no se
durmió con un accidente cerebrovascular; porque en este rango, se despertó tres
o cuatro veces. (4) Si, por casualidad, que podía volver a dormir, se lee o
recita cuentos hasta que se durmió y se quedó en la cama a menudo después de la
fecha de la encuesta. Nunca se vio en la oscuridad sin tener a alguien con él.
(5) antes de molestias causadas por la mañana; y cuando un deber o un sacrificio
le requiere que levantarse temprano, a sufrir ningún daño, se paró cerca de la
sala de alguien de su. Más de una vez, también, cediendo a la necesidad de
dormir, se quedó dormido mientras nos llevaba en las calles y cuando su litera
se detuvo algún tiempo.
LXXIX. Su retrato (1) Su belleza a través de los diversos grados de edad
conservándose en todo su esplendor, aunque négligeât los recursos del arte. Se
preocupaba tan poco cuidado de su pelo, ocupó varios peluqueros de prisa a la
vez, y que a veces la barba que se cortó, a veces se afeitaba, sin cesar durante
este tiempo para leer o escribir. (2) De cualquier hablaba, si se quedó en
silencio, era tranquilo y sereno. Uno de los personajes principales de la Galia
confesó a su familia de que había concebido el proyecto para hacer frente a este
príncipe que cruza las montañas, como si fuera a hablar con él, y echado en un
abismo, pero la suavidad de su cara se había desviado de su resolución. (3)
Augusto tenía ojos vivo y brillante; quería al igual que creían que tenían el
poder divino. Cuando miraba, era más plana que mirar hacia abajo como antes del
sol. Su ojo izquierdo está debilitando en su vejez. (4) Los dientes se
separaron, pequeña y desigual, con el pelo ligeramente rizado y un poco de
rubio, se unieron a las cejas, las orejas de tamaño mediano, la nariz aguileña,
agudo, su color entre marrón y blanco. (5) Tenía el tamaño corto (aunque el
liberto Julius Marathus en sus memorias, le da cinco pies y tres cuartos); pero
sus miembros fueron tan bien hecho, tan bien dimensionados de tal manera que
pudieran darse cuenta de su pequeñez de una persona mayor.
LXXX. Enfermedades (1) Su cuerpo se decía que era salpicado de manchas. El pecho
y el estómago mostraban signos de nacimiento, dispuestas como las siete
estrellas de la Osa Mayor. La comezón y el uso frecuente de un cepillo áspero
habían cubierto innumerables similares a callos herpes. (2) Tenía la cadera, el
muslo y la pierna izquierda un poco débil. A menudo cojeaba de ese lado; pero
que remedia enfermedad usando vendas y ligaduras. (3) De vez en cuando se sentía
una debilidad en el índice de la mano derecha. Cuando el dedo estaba rígido
insensible y fría que apenas podía escribir rodeándolo con un anillo de cuerno.
(4) También se quejó de grava, y se sintió aliviado cuando hizo los cálculos
para orinar.
LXXXI. Sus enfermedades (1) En el curso de su vida, había algunas enfermedades
graves y peligrosos; especialmente después de una presentación de los cántabros.
Un desbordamiento de la bilis lo redujo a la desesperación. De acuerdo con el
orden de Antonius Musa, siguió el método de azar contrario: en lugar de producto
tópico caliente que no tenía nada, recurrió al tópico frío. (2) También hubo
enfermedad anual. Su salud casi siempre languideció alrededor del momento del
nacimiento. Fue atacado por la congestión pulmonar en el comienzo de la
primavera, y el viento del sur hizo que su pesadez de cabeza. También su cuerpo
debilitado no tolera fácilmente ni frío ni caliente.
LXXXII. Precauciones para la salud (1) En el invierno, que llevaban cuatro
túnicas cubiertas con una bata gruesa, y ropa de lana cálida adornaba su pecho,
los muslos y las piernas. En verano, se dormía en una cámara abierta, y con
frecuencia en un pórtico hacía que le lanzara deun chorro de agua
un esclavo. (2) No podía soportar el sol, incluso el invierno, que se paseaba
con el aire abierto su casa, con un sombrero de ala ancha. (3) Él viajaba en
una litera, y casi siempre por la noche, en etapas lentas y fáciles, poniendo dos días
para ir a Praeneste o Tibur. Cuando pudo llegar a un lugar por mar, prefirió
embarcarse. (4) Fue sólo a fuerza de cuidados que apoyó a su mal estado de
salud, especialmente rara vez se bañaba. A menudo era el roce y sudando por el
fuego; Después se lavaba con agua tibia o caliente en el sol. (5) Cada vez que su
condición nerviosa exigió baños de mar o aguas termales de Albula, él
simplemente se sentaba en un taburete de madera, una palabra española que llamó "Dureta"
y sumergía alternativamente los pies y las manos en el agua.
LXXXIII. Sus ejercicios y las distracciones (1) Inmediatamente después de las
guerras civiles, que dieron a los ejercicios de caballos y armas. Primero se los
reemplazó con la palma de juego y la pelota. Pero pronto él simplemente camina
en una litera oa pie, terminó correr o saltar, envuelta en un paño o una manta.
(2) para relajar la mente, a veces estaba pescando el cebo, a veces jugaba a los
dados y de nogal con niños pequeños agradables por su figura y su charla, que
estaba buscando por todas partes, especialmente moros y sirios. Odiaba enanos y
niños falsificados, y de todos los abortos de este tipo: los miraba como
fenómenos de la naturaleza y objetos de mal agüero.
LXXXIV. Sus estudios y talentos (1) desde una edad temprana, se aplican con un
ardor constante para el estudio de la elocuencia y las bellas artes. Se dice que
durante la guerra de Módena, a pesar de la multitud innumerable de su negocio,
leía, escribía y recitaba todos los días. (2) En la secuela, nunca habló de la
palabra en el Senado o ante el pueblo, o para sus soldados, habría meditado y
trabajado, a pesar de que podría participar en la improvisación. (3) Para evitar
la exposición a fuera de la memoria, y no perder tiempo en aprender de memoria,
que adoptó el método para leer todo. (4) Se escribía con antelación sus
conversaciones privadas, incluso aquellos que iba a tener con Livia, cuando
circulaban sobre temas importantes, y hablaba de sus notas, por temor a que la
improvisación le hizo decir demasiado o demasiado poco. (5) Su pronunciación
suave y un sello original seguido de punto a punto el maestro entonaciones. Pero
a veces el dolor de garganta le obligó a usar un heraldo arengar a la gente.
LXXXV. Sus obras (1) escribió prosa y muchas obras de diversos tipos. Leyó unos
pocos en el círculo de sus amigos que tomaron el lugar del público. Estos son
"Las respuestas a Bruto en Cato", que terminó de leer Tiberio, después de haber
leído mucho cansa a sí mismo, en un momento en que ya era viejo. Estos siguen
siendo "las exhortaciones a la Filosofía" y algunos recuerdos "de su vida," él:
dijo en trece libros hasta la guerra de Cantabria. Él no fue más allá. (2)
También tocó poesía. ¿Era un panfleto en hexámetros, el tema es, como el título,
"Sicilia". Hay otros igualmente breves epigramas, compuestos, que se preocupaba
especialmente el baño. (3) Se inició una tragedia Ajax con gran entusiasmo;
pero, al no estar satisfecho con el estilo, la destruyó. Sus amigos le preguntó
cómo estaba haciendo Ajax. "Mi Ajax, contestó, se precipitó sobre una esponja."
LXXXVI. Su estilo. Su aversión a la investigación (1) Se eligió un tipo de
escritura elegante y templado, en la medida de la ostentación que bajeza, y,
como él mismo dice, el mal olor de los términos obsoletos. Esto se aplica
especialmente para expresar claramente su pensamiento. (2) Para lograr este
objetivo con mayor facilidad, de sobra el lector o el oyente confusión y
vergüenza, que no tenía miedo a añadir a las palabras preposiciones,
conjunciones y, a menudo dobles y sacrificando a través claridad. (3) Enemigo
del neologismo y arcaísmo, se encontró con que sus seguidores estaban pescando
por dos excesos contrarios. Atacó especialmente su querido patrón se mantuvo
burlas y la falsificación! trenzas son perfumadas. (4) Él no escatimó ni a
Tiberio, gran amante de los términos oscuros y edad. (5) Culpó Antoine en su
manía de escribir cosas que es más fácil de admirar que entender; y, bromeando
acerca de la excentricidad y la inconstancia de sabor en la oratoria, escribió,
"Usted oscilar entre Annio Cimber y Veranio Flaco como plantillas de estilo que
no sabemos si vamos a usar las palabras Crispo Salustio aprendió. los "Orígenes"
de Cato, o tendrá que pasan en nuestro idioma abundancia estéril y prolijo de
los hablantes de Asia ". (6) En otra carta alabó el espíritu de su nieta
Agripina, y le dijo: "Ten cuidado especialmente al escribir o hablar con la
investigación."
LXXXVII. Sus expresiones (1) se ve en sus cartas autógrafos algunas frases
notables que eran familiares a hablar. Por ejemplo, quiere caracterizar los
morosos, dijo "que tendrán que pagar por tiempo indefinido." Que se comprometan
a apoyar el actual estado de cosas lo que fuera, dijo: "Hagamos entonces que
Cato." Para expresar cuán rápido se hizo una cosa, dijo: "En menos tiempo del
que se necesita para cocinar espárragos." (2) Por lo general se llama un tonto "baceolus".
Para especificar el color marrón, se sustituye "pulleiacus" a "pullus". En lugar
de la palabra "cerritus" furioso, puso "vacerrosus". No dijo "Me llevo mal",
pero "me pongo mi vaporosamente". En lugar de languidecer "lachanizare", utilizó
el término "betizare". Dijo que "simus" para sumus "y el genitivo singular"
domos "para" domuos. "Nunca escribió estas palabras de otro modo para hacer
creer que se trataba de un hábito en lugar de un fallo. (3) En su manuscritos,
me di cuenta especialmente que no se separó de las palabras y en lugar de
rechazar las letras excédantes en línea, los colocó debajo de la palabra,
rodeándolos de un derrame cerebral.
LXXXVIII. Su ortografía (1) Lejos de seguir exactamente los principios y las
reglas ortográficas establecidas por los gramáticos, parece haber sido más bien
la opinión de los que piensan que debemos escribir en estos momentos. (2) En
cuanto a las letras y sílabas que intervertissait o que eso ocurra, esto es un
defecto común con todo el mundo. Ni siquiera hablar, así que me sorprendió que
los historiadores informan que reemplazó el teniente de un cónsul, con el
pretexto de que era tan ignorante y grosero, que había escrito "IXI" para "ipsi".
(3) Cuando escribió en las figuras, se utiliza el B a A, C a B, y así
sucesivamente para las otras letras. En su lugar, puso dos zetas.
LXXXIX. Su conocimiento del griego. Su benevolencia para los escritores (1) Él
también estaba fascinado por las letras griegas, (2) en el que destacó. Tenía
que dominar la elocuencia Apolodoro de Pérgamo. En su juventud se había llevado
con él, a pesar de su edad, de Roma a Apolonia. Se adquirió una gran cantidad de
conocimiento en la sociedad Areo el filósofo y su hijo Dionisio y Nicanor. Sin
embargo ni siquiera habla griego con fluidez, y se aventuró ninguna composición
en ese idioma. Cuando las circunstancias lo requieren, escribió en latín, y lo
dio a traducir a otro. (3) La poesía griega no era totalmente ajena. Tomó un
placer particular en la antigua comedia, y que a menudo se representan las
partes. (4) Lo que estaba buscando la mayor cantidad en los autores griegos y
latinos, que era preceptos y ejemplos útiles para la vida pública o privada.
Copió palabra por palabra, y los envió por lo general ni sus administradores
domésticos o los líderes de los ejércitos y las provincias, los magistrados de
Roma, según sea necesario tenían que hacerlo. (5) Hay libros que leyó en su
totalidad en el Senado, y le dijo al pueblo por decreto, tales como el habla
Metelo "en la repoblación", y los de Rutilio en "orden edificios". Él quería
demostrar allí, no porque él fue el primero ocuparon estos objetos, pero el
primero ya se había tomado en serio. (6) Se dio aliento a todo tipo de genios de
su edad. Me escuchó con paciencia y simpatía todas las lecturas no sólo gusanos
e historias, pero los discursos y diálogos. Sin embargo no le gustaba que nadie
se toma el tema de la composición, a menos que se tratara de los más grandes
maestros, y que estilo era grave. Se recomienda a los jueces para no sufrir su
nombre para ser empañada en las luchas literarias.
XC. supersticiones
Aquí es lo que se refiere a sus supersticiones. Los truenos y relámpagos
causaron su miedo sosteniendo la debilidad; y para preservar, siempre llevaba
una piel de becerro marino. En la aproximación de una tormenta, se retiró a un
lugar secreto y se inclinó, debido a un rayo en una marcha nocturna, había una
vez aterrado, como hemos dicho anteriormente.
XCI. Sus sueños (1) Él fue muy atento a sus propios sueños y los de los demás,
si es que lo observaban. En la batalla de Filipos, había decidido no salir de
su tienda a causa del mal estado de su salud. El sueño de uno de sus amigos
le hizo cambiar de resolución, y se encontró bien; debido a que se haya adoptado
en su campo, que el enemigo se lanzaría en tropel contra su litera, la
atravesó y la rompió en pedazos, como si no hubiera estado. (2) En la primavera,
vio a miles de fantasmas de miedo y vanas quimeras. El resto del año, se le
negaron sus visiones y fueron menos frívolas. (3) Cuando asiduamente frecuentaba
el templo de Júpiter Tonante, soñó que Júpiter Capitolino se quejaba de que
separaba de sus fieles, y él respondió que era culpa de Júpiter Tonante que
lo utilizaban como guardián . Como resultado, colgó las campanas en el ático
del edificio, como se suele poner en las puertas. (4) También se basó en un
sueño, para un día del año, pedir limosna a la gente mediante la presentación
de la palma de su mano.
XCII. Su fe en los presagios (1) Había ciertas auspicios y algunos presagios que
consideraba infalible. Si la mañana a mal herrado, o si él puso el pie izquierdo
del zapato del pie derecho, que era una mala señal. Cuando él se iba para un
largo viaje desde tierra o por mar, si se caía por el rocío, que era una buena
señal de que anunció un retorno rápido y seguro. (2) Fue particularmente
golpeado con ciertos fenómenos. (3) que llevaba en "patio cuneta" cerca de sus
dioses de la casa, y que había crecido con gran cuidado una palma nacido fuera
de su casa entre dos piedras. (4) En la isla de Capri, las ramas de un viejo
roble, lánguida y se inclinó hacia el suelo, se levantó de repente a su llegada.
Se sintió tan gran alegría, que intercambió con la República de Nápoles 1'Ile de
Capri a la de Enarie. (5) También tuvo escrúpulos unidos a ciertos días. Nunca
se inició el siguiente día de mercado, y no comenzó el día en ningún caso grave
de monjas. En esto, dijo en una carta a Tiberio, que no impediría la influencia
fatal del nombre.
XCIII. Su distinción entre las diversas religiones (1) como para los ritos
extranjeros, que tenía el mayor respeto por aquellos que eran ancianos y
aprobados por los romanos; despreciaba a todos los demás. Iniciado en los
misterios de Atenas, que tenía un día él estaba sentado en Roma, se pronunció
sobre los privilegios de los sacerdotes de Ceres ático; y a medida que avanzaban
algunas cosas que deben permanecer en secreto, envió a sus ayudantes y todos los
presentes, y sólo oyó hablar del caso. (2) Por otra parte, en su viaje a Egipto,
que no siquiera se volvió para ver el toro Apis, y alabó a su pequeño hijo Caius
esta cruzando Judea, se había abstenido de cualquier homenaje religioso a
Jerusalén.
XCIV. Presagios de su futura grandeza (1) Ya que estamos con este tema, no será
inútil para informar de los presagios que precedieron a su nacimiento, y los que
acompañada o seguida; tienen suficiente para anunciar su futura grandeza y la
felicidad constante. (2) Rayo había caído una vez en parte de Velitrae muralla,
el oráculo había dicho que un ciudadano de esta ciudad una día sucederán poder
soberano. Lleno de confianza en esta respuesta, la gente de Velitrae llevaron a
cabo sobre el terreno contra los romanos una guerra obstinada que comenzó de
nuevo varias veces, y que casi causó su pérdida. El evento demostró que mucho
tiempo después de ver este poder de predicción de Augusto. (3) Julio Marathus
informó que, pocos meses antes del nacimiento del príncipe, un prodigio
anunciado públicamente en Roma que la naturaleza era obra de un maestro para el
pueblo romano, y el senado había prohibido miedo a subir hijos que nacerían en
el año; pero esas mujeres estaban embarazadas, interesándose en la predicción,
había impedido que el decreto del Senado fue llevado a los archivos. (4) que leo
en los tratados de Asclepias de Mendes, "las cosas divinas" qu'Atia ha venido en
medio de la noche en el templo de Apolo con el fin de hacer un sacrificio
solemne, había puesto su litera mientras otros las PT regresaban; que de repente
una serpiente se arrastró hacia ella, y poco después se retiró; y que cuando se
despertó se limpió, como si de los brazos de su marido; que a partir de ese
momento, ella tenía la huella corporal de una serpiente que no podía siquiera
está claro, por lo que ya no apareció a los baños públicos; Finalmente Augusto
nació en el mes décimo, y fue en consecuencia para el hijo de Apolo. (5) Atia,
antes de dar a luz, soñó que su matriz ascendió a las estrellas, y se cubrió
durante todo el cielo y la tierra. Octavio, padre de Augusto, también soñó que
el sol salió del vientre de su esposa. (6) Se sabe que el día del nacimiento de
Augusto, Octavio, debido al nacimiento de su esposa, fue más tarde al Senado
donde se deliberó sobre la conspiración de Catilina, y P. Nigidio después de
haber aprendido la causa de la demora, y ser informado del momento en que nació
el niño, declaró que había nacido en un maestro del universo. (7) En lo que
sigue, Octavio, lo que lleva a su ejército en la parte más interior de Tracia,
consultado Baco en su hijo, por lo que es, en el bosque sagrado del dios, las
ceremonias de los bárbaros. Los sacerdotes le dieron el mismo horóscopo. Cuando
el vino se vierte en el altar, se levantó una gran chorro de fuego, pasó el
pináculo del templo, y llegó hasta el cielo. Pero este prodigio había llegado a
Alejandro Magno, que se había sacrificado en el mismo altar. (8) A la noche
siguiente, le pareció ver a su hijo con sobrehumana grandeza, armado con el
trueno y el cetro, que llevaba las insignias de Júpiter, coronado con los rayos
en un carro adornado con laureles, y dibujado por doce caballos de blanco
deslumbrante. (9) Se lee en las memorias de Cayo Druso, la enfermera Augusto que
lo puso en la noche en su cuna en la planta baja, al día siguiente hicimos ya
vive allí, y que después de la una larga búsqueda, finalmente encontramos un muy
alto volverá su rostro hacia el sol naciente. (10) En cuanto se pudiera hablar,
callar las ranas croando en casa de campo de su abuelo, y se dice que desde
entonces las ranas no se oyen. (11) a cuatro millas de Roma, en el camino de
Campania, mientras comía en el bosque, de repente un águila arrebató el pan que
tenía en la mano, y, después de haber volado fuera de la vista regresó
lentamente a él. (12) Cuando se había dedicado al Capitolio, Q. Catulo tenía
visiones por dos noches. En el primero, vio a un grupo de niños jugando
alrededor del altar de Júpiter. El dios dio un aparte, y se coloca dentro de
ella la bandera de la República que llevaba en la mano. En el segundo, vio que
el mismo niño en el regazo de Júpiter Capitolino; y, como él quería eliminar en
el dios opuesto a ella, diciendo que él representaba la defensa del Estado. Al
día siguiente, habiendo cumplido Auguste Catulo que no sabía, que parecía
sorprendido y dijo que tenía un parecido perfecto para el niño que había soñado.
(13) Algunos otros dicen el primer sueño de Catulo. Según ellos, muchos niños
pidiendo un tutor a Júpiter, señalaron a uno de ellos que tenían que presentar
todas sus demandas ya que lo hizo besar su mano, y luego a la boca. (14) M.
Cicéron, acompañando C. César al Capitolio, dijo a sus amigos un sueño que tuvo
la noche anterior. Vio a un muchacho joven de una figura distinguida bajado del
cielo por una cadena de oro, y se detiene en las puertas del Capitolio, donde
Júpiter le había dado un látigo. A continuación, la percepción de repente
Augusto, que era desconocido para casi todos los presentes, y que César había
llevado con él al sacrificio, Cicerón afirmó que este era el niño que había
visto la imagen en su sueño. (15) Cuando Augusto tomó el manto de hombres, su
laticlave, de repente desarticulada en ambos lados, se echó a sus pies. Algunas
personas llegaron a la conclusión de que con el fin de que esta prenda es se
presentará la marca distintiva. (16) Por derribar un bosque a su campamento en
Munda, César descubrió una palmera, y se mantiene como un presagio de la
victoria. El niño que nació de esta palma tomó tal incremento en pocos días, que
no sólo igualado pero cubierto con su sombra la que sostenía el día, y como
palomas establecieron su nido, aunque estas aves tienen el mayor repugnancia a
un follaje áspera y dura. Este fenómeno era una especie de, digamos, una de las
razones que determinaron como César en negarse sucesor que su pequeño hijo
Octavio. (17) En su retiro de Apollonia, Augusto montado con Agripa estaba en el
observatorio de la devin Théogène. El adivino predijo a Agripa, que consultó la
primera, increíble y maravillosa paz. Augusto continuación, se obstinó en no dar
a conocer el día de su nacimiento, por temor a ruborizarse y ambos se encuentran
muy por debajo de él. Cuando por fin, después de una larga vacilación, había
cumplido su petición, Théogène rose a toda prisa y se inclinó a sus pies. (18)
Dado que el tiempo de Augusto tenía tanta fe en su destino, publicó su
horóscopo, y la medalla de plata acuñada que llevaba el sello de Capricornio, en
el que nació.
XCV. Presagios de su futura grandeza. Suite (1) Después de la muerte de César,
cuando, a su regreso de Apolonia, que entró en Roma, vieron repentinamente un
cielo puro y sereno, un cielo semejante círculo del arco iris, envolvente el
disco del sol, y un rayo de huelga intervalos monumento Julie, la hija del
dictador. (2) En su primer consulado, mientras que consultó los augurios, doce
buitres se le aparecieron como Romulus, y mientras se inmoló víctimas, los
hígados se Descubierto al menos fibra. Por la admisión de todos los adivinos,
fueron los presagios grande y feliz para.
XCVI. Presagios de sus victorias (1) Diré más: Augusto previó el resultado de
todas estas guerras. Cuando las tropas de los triunviros estaban acampando cerca
de Bolonia, un águila se posó en su tienda, se puso en dos cuervos que
hostigaron a la derecha ya la izquierda, y derribó. Todo el ejército llegó a la
conclusión de que la discordia dividir un día los líderes, como ocurrió de
hecho, y lo alimentan previó el resultado de sus disputas. (2) En Filipos, una
tesalio le dijo que la victoria por parte de Jules César, cuya imagen había
aparecido de una manera indirecta él. (3) Cerca de Perugia, como el sacrificio
no tuvo éxito, Augusto aumentó el número de víctimas. Pero los enemigos en un
ataque repentino, se llevaron todo el aparato de sacrificio. Los presagios
acordaron entonces a creer que todos los peligros y cada desgracia que acababa
de ser anunciada al cura caerían sobre los que tenían las entrañas de las
víctimas; y el evento justifica la predicción. (4) El día antes de la batalla
naval frente a las costas de Sicilia, que estaba caminando en la orilla. Un pez
saltó fuera del agua y cayó a sus pies. (5) En cuanto a la batalla con Actium se
encontró con un asno y burro; uno se llamaba Eutico ( "feliz"), el otro Nicon (
"ganador"). Cuando él había ganado la victoria, se erige tanto a una estatua de
bronce en el templo construido en el lugar de su campamento.
XCVII. Presagios de su muerte y su apoteosis (1) Su muerte, al que me referiré
más adelante, y su apoteosis también se dieron a conocer por los signos
evidentes. (2) Mientras estaba ocupado el cierre de una araña en el campo de
Marte en la presencia de una gran multitud de personas, un águila voló varias
veces alrededor de él, y luego va al templo cercano, posado -Dessus la primera
carta que fue grabado el nombre de Agripa. Golpeado por este espectáculo,
Augusto ordenó a su colega Tiberio a los votos que estamos acostumbrados a hacer
para la próxima brillo. Aunque las fórmulas ya fueron escritos y listo, se negó
a iniciar lo que no podía lograr. (3) Casi al mismo tiempo, un rayo cayó sobre
el registro de su estatua, y tomó la primera letra de su nombre. El oráculo
respondió que iba a vivir más de cien días, muchos marcada con la letra C, y que
iba a ser deificado, porque Esar, que era el resto de su nombre significa "dios"
en el lenguaje etrusca. (4) Se estaba preparando para enviar a Tiberio en
Iliria, y que lo acompañe a Benevento. Pero viendo no deseado retenido por la
presentación del juicio a prueba, alzó la voz (y esto fue incluso clasificado
entre los presagios) que cuando todos se reúnen para detenerlo, él no permanecer
más tiempo en Roma. Por lo que comenzó y fue primero a Astura. Allí,
aprovechando un viento favorable, navegó la noche, contra su costumbre. Su
enfermedad final comenzó con un flujo de vientre.
XCVIII. Su última enfermedad (1) no menos viajó a la costa de Campania y las
islas vecinas. Se quedó cuatro días retirados en Capri, en un centro de ocio
completo y todos los placeres de la intimidad. (2) Al pasar cerca de la bahía de
Pozzuoli, pasajeros y marineros de un barco de Alejandría, que acababa de
llegar, se puso contra él en ropas blancas y coronado de flores, incienso
ofrecido a él, y, mezclándose con sus más nobles elogios de paz deseos, se
pusieron a gritar: "Le debemos nuestra salvación, nuestro comercio, nuestra
libertad y toda nuestra propiedad". (3) Ravi estas manifestaciones, ha dado a
todos sus séquito de cuarenta piezas de oro, y les hizo prometer bajo juramento
que iban a comprar con este dinero que mercancía Alejandría. (4) también
emplearon los siguientes días para distribuir, entre otros pequeños regalos,
togas y túnicas, con la condición de que los romanos hablar y vêtiraient como
griegos, griegos y romanos imitar el. (5) Se complace en observar los
adolescentes, de acuerdo con una institución antigua, eran lo suficientemente
numerosos como para Capri. Se les sirvió una comida en su presencia, e incluso
permitiendo que tengan que entregar hasta la alegría, y arrachassent frutos de
fuerza, platos y otras cosas que los envió. Por último, se entregó a todo tipo
de diversiones. (6) Se llama Apragopolis (ciudad de inactividad) la cercana isla
de Capri, a causa de la pereza de los de sus seguidores que se había retirado.
Se utiliza para llamar ktistès o fundador de la isla, Masgaba, uno de sus
favoritos. (7) Este Masgaba había muerto hacía un año. Augusto vio a su comedor
a una gran multitud de pie con antorchas a su tumba, dijo en voz alta a
improvisó: Veo la tumba del fundador de fuego.
Y, volviéndose a Trasilo, que se adjunta al servicio de Tiberio, y su vecino de
mesa, que no sabía lo que era, le preguntó si conocía al autor de este verso.
Mientras Thrasyllus dudó, sin embargo, Augusto era la siguiente:
Ves Masgaba de las antorchas de honor?
Luego repitió la pregunta a su vecino, (8) responde que, cualquiera que sea el
autor, estos gusanos fueron excelentes. Augusto se rió, y se entregó a un millar
de chistes. (9) Pronto se trasladó a Nápoles, y aunque estaba más o menos
molestados de dolor intestinal, asistió a los juegos quinquenales instituidos en
su honor; luego se fue con Tiberio para el enlace a su destino. (10) Pero, a
cambio, sensación de malestar, se vio obligado a ir a la cama a Nola. Lo hizo
volver Tiberio, el largo hablado en secreto, y puesto que ocupó cualquier
negocio serio.
XCIX. Su muerte (1) En su último día, les preguntó de vez en cuando si la
condición ya ocasionó el rumor fuera. Mandó llamar a un espejo, la fijación del
cabello y reparar la piel. Entonces, después de haber recibido sus amigos, se le
preguntó si parecía haber jugado bien el drama de la vida, y ha añadido esta
final: Si usted ha tomado el gusto a estas relajaciones, no se niegan sus
aplausos. (2) Por tanto, teniendo despedido a todos, incluso hizo algunas
personas que llegaron en Roma en la enfermedad de la hija de Druso, y de repente
se expiró en medio de los abrazos de Livia, pronunciando estas palabras: "Adiós,
Livia : Recuerde nuestra unión, adiós ". Su muerte era dulce, y como siempre
había deseado; (3) porque, cuando oyó que alguien había muerto de manera rápida
y sin dolor, que quería para sí y su familia una final similar, el uso de la
palabra griega eutanasia. (4) Se dio solamente una señal de locura antes de
exhalar su último. Llenos de terror repentino, se quejó de ser eliminado por
cuarenta jóvenes. Incluso fueron más bien un presagio de que la falta de
espíritu; porque había la misma cantidad de soldados para llevar a donde está
expuesto.
C. Su funeral (1) Murió en la misma habitación que su padre Octavio, en el
consulado de Sexto Pompeyo y Sextus Appuleius, 19 de agosto a la hora novena del
día, por lo menos setenta y seis y media cinco días. (2) decuriones de
municipios y provincias llevaron su cuerpo a Nola Bovillae durante la noche
debido al calor de la temporada. El día que presentamos las basílicas en las
ciudades o en los principales templos. (3) Bovilles, caballeros llegó a tomarlo
y lo llevó a Roma, en donde le pusieron en el pasillo de su casa. (4) El Senado
se mostró celoso de celebrar su
funeral de gloria y de su memoria. En medio de diversas propuestas hechas sobre
este tema, algunos querían el convoy que pasar por la puerta triunfal, precedido
por la estatua de la Victoria que adorna la sala del Senado, mediante la
ejecución de cantos fúnebres por el hijo y las hijas de los principales los
ciudadanos. Otros consideraron que el día de su funeral, anillos de hierro
fueron sustituidos por anillos de
oro. Algunos pidieron que sus cenizas fueron recogidas por sacerdotes colegios
superiores. (5) Un senador propone transferir en septiembre el nombre de
Augusto, porque nació en ese mes y murió en la otra. Otro quiso ser llamado
"siglo de Augusto" todo el espacio de tiempo transcurrido desde su nacimiento
hasta su muerte, y para incluir bajo este título en los anales. (6) Se ponen
límites a estas distinciones. Tiberio oración fúnebre delante del templo de
Jules César; y Druso, hijo de Tiberio, pronunció en otro antes de la vieja
tribuna. Senadores lo llevaron sobre sus hombros a los Campo de Marte, donde fue
colocado en la pira. (7) Un hombre que había sido pretor, no dejó de jurar que
vio la imagen de Augusto elevar la participación hasta el cielo. (8) Los
principales de la orden ecuestre llevaron
túnica, sin cinturón y descalzos recogieron
sus restos, y los pusieron en una
tumba (9) que se habían erigido durante su sexto consulado entre el Tíber y la
Vía Flaminia, que abrió al público con
arboledas arboledas y caminos.
CI. Su voluntad (1) Hizo su voluntad en el consulado de L. Plancus y C. Silius,
3 de abril de un año y cuatro meses antes de su muerte. Esta habitación estaba
dividida en dos partes, una de las cuales fue escrito por él mismo, el otro para
la mano de sus libertos Polibio y Hilarion. Fue traído por el Vestales en el que
se presentó, y otros tres paquetes también selladas. El conjunto se abrió y leyó
en el Senado. (2) la institución de primera línea media Tiberio, más un sexto y
un tercio Livia, ordenándoles que llevará su nombre. Llamó en su defecto, Druso,
hijo de Tiberio, un tercero, y para el resto Germánico y sus tres hijos varones.
Se llama tercer orden muchos de sus parientes y amigos. (3) Se fue el pueblo
romano cuarenta millones de sestercios, y tres millones quinientos mil tribus;
cada soldado de la guardia pretoriana sestercios; cada una de esas cohortes
urbanas quinientos, y esas legiones, trescientos. Esta cantidad debía pagarse en
el acto, porque siempre había guardado en el tesoro. (4) Todavía había varios
legados, algunos de los que ascendieron a dos millones de sestercios. Dio un año
a pagar por ellos, pidiendo perdón en la pequeñez de su patrimonio, y afirmando
que sus herederos sólo disfrutarían de ciento cincuenta millones de sestercios,
aunque en el transcurso de los últimos veinte años, había recibido cuatro mil
millones por la voluntad de sus amigos. Añadió que la suma total, junto con dos
de herencia y otras propiedades paternos, había sido utilizado para la
república. (5) defendida en la muerte de los dos julios, hija y nieta, que se
colocaron en su tumba. (6) tres paquetes sellados, uno pedidos para su entierro
contenían; el otro, un resumen de sus acciones, hechos para ser grabada en
tablas de bronce delante de su mausoleo; el tercero era una presentación de la
situación del imperio. Se mostró cuántos soldados estaban por todas partes en
los brazos. cuánto dinero estaba en el tesoro, así como en los diversos casos y
cuáles fueron los atrasos de los ingresos públicos. (7) Augusto también había
marcado los nombres de los esclavos y libertos a las que uno podría pedir la
cuenta.
Suetonio las vidas de los 12 césares