Personajes
ESTREPSÍADES, agricultor ateniense.
FIDÍPIDES, su hijo.
UN ESCLAVO DE ESTREPSÍADES.
UN DISCIPULO DE SOCRATES.
SÓCRATES, el filósofo.
EL CORO DE NUBES, en figura de mujeres.
EL ARGUMENTO MEJOR, representado como un hombre mayor de porte antiguo.
EL ARGUMENTO PEOR, un joven con atuendo moderno.
EL ACREEDOR 1.º
EL ACREEDOR 2.º
QUEROFONTE, DISCÍPULO de Sócrates.
PERSONAJES MUDOS:
DISCÍPULOs de Sócrates; Testigos del Acreedor 1º; Jantias, esclavo de
ESTREPSÍADES; otros esclavos. Hay dos casas, una grande, que pertenece a
ESTREPSÍADES y otra pequeña, en la que viven SÓCRATES y sus
DISCÍPULOs. Ante la casa de
ESTREPSÍADES, en primer plano, se simula un interior. Es todavía de noche.
Ocupan sendas camas
ESTREPSÍADES y su hijo
FIDÍPIDES. El padre da vueltas en la cama y acaba por levantarse.
5 10 15
ESTREPSÍADES. ¡Ay, ay, Zeus soberano!, ¡qué larga es la noche! Es
interminable. ¿Nunca se hará de día? La verdad es que he oído hace un rato
cantar al gallo, pero los esclavos aún están roncando. Antes no hubiera pasado
esto. ¡Maldita seas, guerra, maldita por tantas y tantas cosas, cuando ya ni
siquiera puedo castigar a los esclavos! 1 Tampoco el chico este se despierta
en toda la noche. ¡Mira cómo se tira pedos bien envuelto con cinco mantas! En
fin, si os parece, vamos a roncar bien tapados. (Se acuesta y se tapa.) Nada,
no puedo dormir, ¡pobre de mí!, mordido como estoy por los gastos, los
pesebres y las deudas, por culpa de este hijo. Él, con su pelo largo, monta,
guía el carro y sueña, todo con caballos. En cambio yo estoy hecho polvo
cuando veo que la luna me trae otra vez el día veinte del mes, pues los
intereses se acumulan 2. (Hacia la casa.) Chico, coge el candil y saca los
apuntes de mis cuentas, para que mire a quién le
20 25 30 35 40 45 debo dinero y calcule los intereses. (Un esclavo trae un
candil y las tablillas con las cuentas.) A ver qué debo. «Doce minas a Pasias».
¿De qué, doce minas a Pasias? ¿Por qué se las pedí prestadas? Ya está: cuando
compré el caballo señalado con la «coppa». ¡Pobre de mí!, ¡ojalá me hubiera
señalado 3 antes el ojo con una piedra! 1 Con la guerra, los esclavos tenían
más posibilidades de escapar. 2 Día en que vencían los préstamos y, por lo
tanto, se acumulaban los intereses mensuales. 3 La «coppa» era una antigua
letra del alfabeto griego. El caballo se designa por el apelativo koppatían, y
el verbo que se refiere al personaje es exekópen, literalmente «me hubiera
vaciado un ojo». He tratado de mantener el juego de palabras con «señalar».
FIDÍPIDES. (Dormido.) Filón, estás haciendo trampa. Ve por tu calle.
ESTREPSÍADES. Ésa, ésa es la desdicha que me tiene hecho polvo: hasta dormido
sueña con los caballos.
FIDÍPIDES. (Dormido.) ¿Cuántas vueltas a la pista van a dar los carros de
guerra? 4.
ESTREPSÍADES. ¡Tú sí que me haces dar muchas vueltas a mí, a tu padre! Después
de Pasias, ¿en qué deuda me metí? «Tres minas por un carro pequeño y un par de
ruedas a Aminias.»
FIDÍPIDES. (Dormido.) Haz que el caballo se revuelque 5 y luego llévatelo al
establo. 4 Se usaban carros de guerra en las carreras. 5 Para secar el sudor a
los caballos antes de dejarlos en el establo se les hacía revolcarse en arena.
ESTREPSÍADES. ¡Ay, amigo!, ¡a mí sí que me has revolcado... fuera de mi
dinero: ya he perdido varios pleitos y otros acreedores dicen que me van a
embargar por los intereses!
FIDÍPIDES. (Despierto.) A ver, padre; ¿por qué te pones de mal humor y andas
dando vueltas toda la noche?
ESTREPSÍADES. Me está picando entre las mantas... un de marco 6.
FIDÍPIDES. ¡Déjame dormir un poco, hombre! (Se tapa otra vez y sigue
durmiendo.)
ESTREPSÍADES. ¡Por mí, duerme! Pero para que te enteres: todas estas deudas
serán tu problema. ¡Ay, ojalá hubiera reventado la casamentera que me empujó a
casarme con tu madre! Yo llevaba una vida de agricultor muy agradable: sucio y
mugriento, tumbado a la bartola, con un montón de rebaños, de miel de abejas y
de
50 55 60 65 70 75 aceitunas prensadas. Pero me fui a casar con la sobrina de
Megacles, hijo de Megacles, yo, un campesino, con una de ciudad: una
señoritinga loca por el lujo, del estilo de Cesira. El día que me casé con
ella, yo, acostado a su lado, olía a vino nuevo, a higos secos, a copos de
lana y a abundancia, pero ella olía a perfume, a azafrán, a morreos, a
despilfarro, a glotonería, a Afrodita Colíade y a Genetilide.8 Sin embargo, no
diré que era una vaga, que ella tejía y tejía, así que yo le mostraba esta
capa (señala su capa) tomándola como excusa para decirle: «Mujer, tejes
demasiado apretado» 9. 6 Un demarco es el jefe de un demo, que presumiblemente
intervenía en la ejecución del pago de intereses. 7 Probablemente Cesira era
una dama de la importante familia de los Alcmeónidas; en esa familia no era
infrecuente, por otra parte, el nombre de Megacles, nombre grandilocuente,
cuya primera parte es mega, «grande». 8 «Colíade» toma el nombre de un
promontorio del Ática en el que había un templo de Afrodita, diosa del amor. «Genetilide»
es una diosa del nacimiento. 9 Usaba demasiada lana para tejer y, como
resultado, el marido se arruinó y su capa está raída. Algunos sugieren un
sentido sexual para «tejer».
ESCLAVO. (El candil se apaga.) No nos
queda aceite en el candil.
ESTREPSÍADES. ¡Rayos! ¿Por qué me encendiste el candil que chupa tanto? Ven
aquí, que me las vas a pagar.
ESCLAVO. ¿Por qué te las voy a pagar?
ESTREPSÍADES. Porque le metiste una mecha de las más gruesas. (El ESCLAVO se
va.) Más adelante, cuando nos nació este hijo, a mí y a la buena de mi mujer,
nos empezamos a pelear por el nombre. Ella quería añadir «ipo» 10 al nombre:
Jantipo, Queripo o Calipides, mientras que yo quería ponerle Fidónides, por su
abuelo. Pasaba el tiempo mientras tratábamos de decidirlo y, al fin, llegamos
a un acuerdo y le pusimos
FIDÍPIDES. Ella cogía a este tipo y le decía cariñosamente: «Cuando tú seas
mayor y conduzcas la carroza hacia la Acrópolis 11 como Megacles, con la
túnica de lujo...». Yo, en cambio, le decía: «Más bien cuando traigas las
cabras desde el Roquedal, como tu padre, vestido con la pelliza». Pero él no
me hacía ni pizca de caso y así hizo que cayera sobre mis bienes una peste
caballar 12. Llevo toda la noche pensando cómo salir de esto y, por fin, ahora
acabo de encontrar un camino totalmente excepcional; si consigo
80 85 90 95 100 convencerlo de que lo siga, me veré a salvo. Bueno, en primer
lugar quiero despertarlo. ¿Cómo podría yo despertarlo suavemente?, a ver,
¿cómo? ¡
FIDÍPIDES, Fidipidito!
FIDÍPIDES. ¿Qué pasa, padre?
ESTREPSÍADES. Bésame y dame tu mano derecha 13 10 Es decir, «caballo» (híppos).
11 Se refiere a la participación en la procesión de las Panateneas a la
Acrópolis. 12 La palabra griega hípperos está formada con la raíz de
«caballo», hipé, y la terminación veros de numerosas enfermedades. 13 Dar la
mano derecha imprime solemnidad a lo que se diga.
FIDÍPIDES. (Se incorpora y le alarga la mano.) Aquí la tienes. ¿Qué pasa? (Las
camas son retiradas del escenario.)
ESTREPSÍADES. Dime, ¿tú me quieres?
FIDÍPIDES. Sí, ¡por Posidón Hípico, aquí presente! (Señala una estatua.)
ESTREPSÍADES. No, no por el Hípico, ni hablar, que ese dios es el culpable de
mis desgracias. Pues si me quieres de verdad, de corazón, obedéceme, hijo.
FIDÍPIDES. ¿Y en qué tengo que obedecerte?
ESTREPSÍADES. Cambia de un plumazo tu estilo de vida y vete a aprender lo que
yo te diga.
FIDÍPIDES. A ver, dime, ¿qué me mandas?
ESTREPSÍADES. ¿Me vas a hacer caso?
FIDÍPIDES. Te haré caso, ¡por Dioniso!
ESTREPSÍADES. Bien, pues mira aquí. ¿Ves esa puertecita y esa casita? (Señala
la casa de SÓCRATES.)
FIDÍPIDES. Sí. ¿Qué es eso en realidad, padre?
ESTREPSÍADES. Eso es el «caviladero» de los espíritus selectos. Ahí viven unos
hombres que, al hablar del cielo, tratan de convencerte de que es una tapadera
de horno, y de que está alrededor de nosotros, que somos los carbones. Si se
les paga, ellos te enseñan a ganar pleiteando todas las causas, las justas y
las injustas. 14 Un pnigeús es una cubierta más o menos hemisférica que se
usaba para cocer el pan, se calentaba colocándola sobre un hogar de carbón
encendido, y se reemplazaba luego el carbón por la masa, situando aquél en la
parte exterior de la tapa.
FIDÍPIDES. ¿Y quiénes son?
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ESTREPSÍADES. No sé exactamente el nombre. Son «cavilopensadores», gente bien.
FIDÍPIDES. Bah, unos hijos de perra. Ya sé yo: te refieres a esos fantasmones,
paliduchos y descalzos, entre los qu están el desgraciado de Sócrates y
Querefonte.
ESTREPSÍADES. Eh, eh, cállate. No digas niñerías. Si algo te importan los
garbanzos de tu padre, hazte de su grupo, por favor, y manda los caballos a
paseo.
FIDÍPIDES. Ni hablar, ¡por Dioniso!, ni aunque me dieras los faisanes que cría
Leógoras 15
ESTREPSÍADES. Anda, ve, te lo pido por favor, hijo de mi alma; ve a que te
enseñen.
FIDÍPIDES. ¿Y qué quieres que aprenda?
ESTREPSÍADES. Dicen que con ellos están los dos Argumentos, el Mejor, sea como
sea, y el Peor. De esos dos Argumentos, dicen que el Peor gana los pleitos
defendiendo las causas injustas. Así que, si me aprendes ese Argumento
injusto, de lo que ahora debo por tu culpa, de todas esas deudas, no tendría
que devolver ni un óbolo a nadie.
FIDÍPIDES. No te puedo obedecer, que ni me atrevería a mirar a la cara a los
caballeros estando tan descolorido.
ESTREPSÍADES. ¡Por Deméter! Que conste que de lo mío no vas a probar bocado,
ni tú, ni el caballo del tiro, ni el marcado con la s. Te echaré de casa, ¡a
hacer puñetas! 16 15 Leógoras pertenecía a una familia noble y adinerada, y
fue padre del orador Andócides. 16 La expresión proverbial en griego es «a los
cuervos».
FIDÍPIDES. Pues mi tío Megacles no va a consentir que yo me quede sin
caballos. Hala, me voy adentro, y a ti, ¡ni caso! (Entra en su casa.)
ESTREPSÍADES. Pues yo, desde luego, no voy a quedarme así, hecho polvo. Voy a
encomendarme a los dioses e iré yo en persona al caviladero para que me
enseñen. Pero a mí, con lo viejo, lo olvidadizo y lo burro que soy, ¿cómo me
van a entrar esas exquisiteces y esas finuras de argumentos? No tengo más
remedio que ir. ¿Por qué ando perdiendo el tiempo con estas cosas en vez de
llamar a la puerta? (Llama a la puerta del caviladero.) ¡Chico, chico!
DISCÍPULO. (Abriendo la puerta.) ¡Al cuerno! ¿Quién llama a la puerta?
ESTREPSÍADES.
ESTREPSÍADES, hijo de Fidón, de Cicina.
DISCÍPULO. ¡Un patán, por Zeus!: le has pegado una patada a la puerta de una
forma tan increíble que has
140 145 150 155 160 165 170 hecho abortar una idea recién inventada.
ESTREPSÍADES. Perdona, es que yo vivo lejos, en el campo. Anda, dime la idea
abortada.
DISCÍPULO. No se nos permite decirla a los que no sean
DISCÍPULOs.
ESTREPSÍADES. Entonces, dímela con toda confianza, que yo, aquí donde me ves,
vengo al caviladero para ser
DISCÍPULO.
DISCÍPULO. Te lo voy a decir, pero hay que considerar estas cosas como
misterios. Hace un momento preguntaba Sócrates a Querefonte cuántas veces
podría saltar una pulga la longitud de sus pies, pues una mordió la ceja de
Querefonte y luego saltó a la cabeza de Sócrates.
ESTREPSÍADES. ¿Y cómo consiguió
medirlo?
DISCÍPULO. De una forma muy astuta. Fundió cera; después cogió la pulga y le
sumergió los dos pies en la cera; cuando la pulga se enfrió, se le habían
formado unas zapatillas persas; se las quitó, y medía con ellas la distancia.
ESTREPSÍADES. ¡Zeus soberano!, ¡qué finura de mente!
DISCÍPULO. ¿Pues qué dirías si te enteraras de este otro pensamiento de
Sócrates?
ESTREPSÍADES. ¿Cuál? Por favor, cuéntamelo.
DISCÍPULO. Le preguntaba Querefonte de Esfeto si, en su opinión, los mosquitos
cantan por la boca o por el culo. 17 Nombre del demo o división política del
Ática. La expresión del nombre completo de un ciudadano se componía del nombre
propio, seguido del nombre de su padre, y de la designación del demo al que
pertenecía. 18 Calzado propio de las mujeres. 19 Nombre de un demo traído a
cuento probablemente por su parecido con sphex, avispa.
ESTREPSÍADES. ¿Y qué dijo él sobre el mosquito?
DISCIPULO. Decía que el intestino del
mosquito es estrecho, y que por ser un conducto delgado el aire pasa por él
con fuerza directamente hasta el culo. Después, como el ano resulta ser un
espacio hueco junto a un conducto estrecho, hace ruido por la fuerza del aire.
ESTREPSÍADES. Así que el ano de los mosquitos es una trompeta. ¡Tres vivas por
esta investigación intestinal! Seguro que si lo acusaran saldría absuelto
fácilmente el que conoce tan bien el intestino del mosquito.
DISCÍPULO. Pues hace un par de días se vio privado de un gran pensamiento por
una salamanquesa.
ESTREPSÍADES. ¿De qué modo? Cuéntamelo.
DISCÍPULO. Investigaba el curso y los desplazamientos
175 180 185 190 195 de la luna, y al estar con la boca abierta mirando hacia
arriba como era de noche, un geco le cagó desde el alero.
ESTREPSÍADES. ¡Qué gracioso el geco ese que le cagó encima a Sócrates!
DISCÍPULO. Pues ayer por la noche no teníamos cena.
ESTREPSÍADES. ¡Ajá! y, ¿cómo se las ingenió para conseguir los garbanzos?
DISCÍPULO. Espolvoreó la mesa con una capa fina de ceniza, curvó un asador, lo
usó como compás y... robó un manto del gimnasio 20.
ESTREPSÍADES. Entonces, ¿por qué seguimos admirando a aquel Tales? Abre, abre
el caviladero, termina ya, y enséñame a Sócrates lo más aprisa que puedas, que
quiero ser su
DISCÍPULO. ¡Venga, abre la puerta! (El DISCÍPULO abre la puerta. La máquina
escénica trae al escenario a varios grupos de
DISCÍPULOs.) ¡Heracles!, ¿de dónde han salido estos animales?
DISCÍPULO. ¿Por qué te asombras? ¿A qué crees que se parecen?
ESTREPSÍADES. A los laconios capturados en Pilos 21, pero, ¿por qué razón
están mirando al suelo esos de ahí? (Señala a un grupo de
DISCÍPULOs.)
DISCÍPULO. Investigan lo que hay bajo tierra.
ESTREPSÍADES. Entonces buscan cebollas 22. No os preocupéis (al grupo) más por
eso, que yo sé dónde las hay grandes y hermosas. ¿Y qué están haciendo esos
otros, los que están tan encorvados? (Señala otro grupo.)
DISCÍPULO. Ésos escrutan las tinieblas que hay más allá del Tártaro 23.
ESTREPSÍADES. ¿Y por qué su culo mira al cielo? 20 La idea es que Sócrates
intenta hacerles olvidar el hambre con la geometría, pero no lo consigue y
recurre a robar un manto para empeñarlo y conseguir comida; este tipo de robo
en el gimnasio era frecuente. Sommerstein lo interpreta verosímilmente
entendiendo diabetes («con las patas abiertas») como «compos» y «homosexual
pasivo»: del gimnasio raptan a un muchacho, le roban el manto y lo empeñan. 21
Los espartanos estuvieron presos en Atenas casi cuatro años y es presumible
que estuvieran pálidos y delgados. Su presencia coincide con la puesta en
escena de Las Nubes. 22 Literalmente, un bulbo comestible, el Áscari comosum (bolbós).
23 El Tártaro es la región más profunda del mundo. No hay más allá.
DISCÍPULO. Está aprendiendo astronomía por su cuenta. (A los
DISCÍPULOs que están fuera de la casa.) Venga, entrad, no sea que él os pille
fuera.
ESTREPSÍADES. Aún no, aún no; que se queden, que
200 205 210 215 quiero ponerlos al corriente de un asuntillo mío.
DISCÍPULO. Es que no les está permitido pasar demasiado tiempo fuera al aire
libre. (Los
DISCÍPULOs mencionados entran en el caviladero.)
ESTREPSÍADES. (Va señalando algunos objetos.) ¡Por los dioses!, ¿qué es esto?
Dime.
DISCÍPULO. Esto de aquí es astronomía.
ESTREPSÍADES. Y eso otro, ¿qué es?
DISCÍPULO. Es geometría.
ESTREPSÍADES. Y, ¿para qué sirve?
DISCÍPULO. Para medir la tierra.
ESTREPSÍADES. ¿La que se adjudica en parcelas? 24.
DISCÍPULO. No, toda la tierra.
ESTREPSÍADES. ¡Qué cosa más buena! Esa idea es democrática y útil.
DISCÍPULO. Y éste es un mapa de toda la tierra. ¿Ves? Aquí está Atenas.
ESTREPSÍADES. ¿Qué dices? No lo creo, porque no veo a los jueces en sesión 25.
DISCÍPULO. Puedes estar seguro de que este territorio es el Ática.
ESTREPSÍADES. ¿Y dónde están los de Cicina, mis vecinos?
DISCÍPULO. Están justamente aquí. (Señalando la zona en el mapa.) Y ésta, como
ves, es Eubea, situada a lo largo del continente un buen trecho. 24. Se trata
de territorios conquistados por Atenas, que el Estado distribuía en parcelas o
cleruquías entre algunos ciudadanos que se iban a vivir en ellos, actuando a
la vez de labradores y de soldados. 25. Alusión al afán de los atenienses por
los pleitos.
ESTREPSÍADES. Lo sé bien, pues la situamos fuera de juego nosotros con
Pericles 26. Pero ¿dónde está Lacedemonia? 27.
DISCÍPULO. ¿Que dónde está? Ahí la tienes. (Señalando.)
ESTREPSÍADES. ¡Qué cerca de nosotros! Planteaos de nuevo esto: apartarla de
nosotros todo lo posible.
DISCÍPULO. No se puede.
ESTREPSÍADES. ¡Por Zeus! Os pesará entonces. (SÓCRATES aparece en un cesto
colgado del techo mediante una grúa.) ¡Anda! y ¿quién es ese hombre que está
en la cuerda colgada del gancho?
DISCÍPULO. Es él.
ESTREPSÍADES. ¿El, quién?
DISCÍPULO. Sócrates.
ESTREPSÍADES. ¡Sócrates! Anda, llámamelo bien fuerte.
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DISCÍPULO. Llámalo tú mismo, que yo no tengo tiempo. (Entra en la casa.)
ESTREPSÍADES. ¡Sócrates, Socratillo! SÓCRATES. ¿Por qué me llamas, efímera
criatura?
ESTREPSÍADES. En primer lugar, dime qué haces, por favor. SÓCRATES. Camino por
los aires y paso revista al sol 28.
ESTREPSÍADES. ¿Así que «pasas» de los dioses desde un cesto en vez desde el
suelo, si eso es lo que haces? SÓCRATES. Nunca habría yo llegado a desentrañar
los fenómenos celestes si no hubiera suspendido mi inteligencia y hubiera
mezclado mi sutil pensamiento con el aire semejante a él. Si yo, estando en el
suelo, hubiera examinado desde abajo las regiones de arriba, nunca habría
desentrañado nada. Seguro, porque la tierra arrastra hacia así la sustancia
del pensamiento. Eso mismo les pasa también a los berros. 26. La generación de
ESTREPSÍADES es aproximadamente la que luchó junto a Pericles para doblegar a
Eubea en el 446. Se hace un juego de palabras con la repetición del verbo
parateíno, que he tratado de mantener con «situada» y «situamos». 27.
Lacedemonia o Esparta, capital de Laconia y enemiga de Atenas. 28. El verbo
periphronô significa «meditar» y «desdeñar». Sócrates lo emplea en el primer
sentido y
ESTREPSÍADES lo toma en el segundo. Lo he tratado de reproducir con «paso
revista» y «pasar de».
ESTREPSÍADES. ¿Cómo dices? ¿El pensamiento arrastra la sustancia hacia los
berros? Anda, baja hasta mí, Socratillo, para que me enseñes las cosas por las
que he venido. SÓCRATES. (Descendiendo del cesto.) Y, ¿para qué has venido?
ESTREPSÍADES. Quiero aprender a discursear, pues por culpa de los intereses y
de los acreedores mal dispuestos, me veo despojado y saqueado: tengo todo
embargado. SÓCRATES. ¿Y cómo es que te has endeudado sin enterarte?
ESTREPSÍADES. Me hizo polvo una enfermedad hípica, que consume muchísimo. Pero
anda, enséñame uno de tus dos Argumentos, aquél que no paga nada. Y cualquiera
que sea la remuneración que me pidas, juraré por los dioses pagártela
puntualmente. SÓCRATES. ¿Que vas a jurar por los dioses? Para empezar, los
dioses no son de curso legal 29 entre nosotros.
ESTREPSÍADES. Entonces, ¿por qué cosa juráis? ¿Por unas monedas de hierro,
como en Bizancio?30
250 255 260 265 SÓCRATES. ¿Quieres saber con claridad en qué consiste
exactamente lo divino?
ESTREPSÍADES. Sí, por Zeus, si puede ser. 29. Según Sommerstein, Sócrates usa
la palabra nómisma como «aquello en lo que se cree», y
ESTREPSÍADES la entiende en su acepción normal de «cuño» y «curso» de las
monedas. 30. En Bizancio (más tarde Constantinopla) se usaban monedas de
hierro, en lugar de las piezas de oro, plata o bronce que se empleaban en la
mayor parte de Grecia. SÓCRATES. ¿Y entablar diálogo con las Nubes, nuestras
divinidades?
ESTREPSÍADES. Sí, sí. SÓCRATES. Pues siéntate en el jergón sagrado31. (Señala
un humilde jergón.)
ESTREPSÍADES. Vale, ya me siento. SÓCRATES. Ahora coge esta corona. (Le da una
corona.)
ESTREPSÍADES. ¿Una corona para qué? ¡Pobre de mí!, no me sacrifiquéis como a
Atamante 32, Sócrates. SÓCRATES. No; es que esto se lo hacemos a todos los que
se inician.
ESTREPSÍADES. ¿Y qué voy a sacar yo en limpio? SÓCRATES. En discursear te
convertirás en un experto, en unas castañuelas, en harina de la más fina.
¡Pero estáte quieto! (Lo espolvorea con harina muy molida.)
ESTREPSÍADES. ¡Por Zeus!, no me vas a tomar el pelo, que espolvoreado de esta
manera me voy a convertir de verdad en harina. SÓCRATES33. Es preciso que el
anciano guarde un silencio reverente y preste oídos a la plegaria. ¡Oh Rey
soberano, inconmensurable Aire, que sostienes la tierra en el espacio, y tú,
Éter brillante, y vosotras, Nubes, venerandas diosas del trueno y el rayo,
levantaos, oh señoras, apareceos en las alturas al hombre que cavila! 31.
ESTREPSÍADES va a ejecutar ritos que parodian una verdadera iniciación a un
culto mistérico: un jergón en vez de un sillón, harina en vez de arcilla y
salvado. 32. En una tragedia de Sófocles titulada Atamante el protagonista,
llevando una corona, está a punto de ser sacrificado a Zeus, momento en el que
es rescatado por Heracles. 33. Los versos pronunciados desde aquí hasta la
aparición del coro son largos (tetrámetros anapésticos) y se adaptan bien al
carácter de solemnidad que Sócrates imprime a sus palabras, al formular una
invocación a las Nubes, que incluye elementos habituales en las plegarias
reales.
ESTREPSÍADES. (Mientras se tapa con la capa.) Aún no,
270 275 280 285 290 aún no, hasta que me eche por encima ésta, no me vayan a
mojar. ¡Si seré imbécil que he salido de casa sin llevar ni siquiera la gorra!
SOCRATES. Así pues, ¡oh Nubes muy venerables!, venid34 a mostraros a este
hombre, ya sea que os encontréis en las sagradas cimas del Olimpo, batidas por
la nieve, ya sea que con las Ninfas forméis un coro sagrado en los jardines de
vuestro padre Océano, ya sea que con áureos jarros extraigáis agua en las
bocas del Nilo, ya sea que habitéis en el lago Meotis o en la cima nevada del
Mimante. Prestadme oídos aceptando el sacrificio y alegrándoos con los
sagrados ritos. (Comienza a oírse el canto del coro de nubes, sin que se haga
visible35. Al mismo tiempo se oyen truenos.) 34. Sócrates pronuncia una
invocación a las Nubes en toda regla, rogando su aparición. Los lugares que se
mencionan alternativamente son: el monte Olimpo; el jardín de las Hespérides,
relacionado con Océano por ser considerado éste como el mar situado al oeste
del mediterráneo; el bajo Egipto, en el delta del Nilo; el lago Meotis, que es
el mar de Azov; y el monte Mimante, situado en Eritras de Jonia, frente a la
isla de Quíos. 35. El coro entona una canción en ritmo dactilico, un metro
ágil que se adecua bien al movimiento y ligereza de las nubes que, a medida
que cantan, se aproximan al teatro. El canto se compone de estrofa y
antistrofa separadas por un breve diálogo de los actores en tetrámetros
anapésticos. CORO. Nubes imperecederas, alcémonos, visibles en nuestra
brillante apariencia húmeda, desde nuestro padre Océano, de profundo
estruendo, hasta las cimas de altísimos montes cubiertas de árboles, para que
contemplemos las atalayas que se divisan a lo lejos, los frutos y la sagrada
tierra bien regada, el cadencioso martillo de los divinos ríos, y el mar que
con sordo fragor resuena; pues el ojo incansable del Éter resplandece con sus
brillantes rayos. Ea, sacudamos de nuestra forma inmortal la lluviosa niebla,
y contemplemos, con mirada que mucho abarca, la tierra. SÓCRATES. Oh muy
venerables Nubes, está claro que habéis escuchado mi llamada. (A
ESTREPSÍADES.) ¿Has oído su voz y el rugido del divino trueno que inspira
temor?
295 300 305 310 315 320
ESTREPSÍADES. Sí, y os adoro, ¡oh muy honorables!, y quiero tirarme pedos en
respuesta a los truenos, de tanto que me asusto y tiemblo ante ellos. Y si es
licito, ahora mismo ya -y aunque no sea lícito también- voy a cagar.
SÓCRATES. Déjate de bromas y no hagas lo que esos malditos comediantes; estáte quieto y callado, pues un nutrido enjambre de diosas se aproxima cantando.
CORO. (No visible aún.) Doncellas portadoras de la lluvia,
vayamos a la espléndida tierra de Palas, para contemplar el muy deseable país
de Cécrope, rico en hombres valerosos36; lugar sagrado de ritos indecibles37,
donde un santuario que acoge a los iniciados abre sus puertas en los Sagrados
Misterios. Allí se brindan presentes a los dioses celestiales, templos hay de
elevado techo, estatuas, procesiones sacratísimas de los bienaventurados,
sacrificios y fiestas a los dioses, con ornamento de coronas, en las
estaciones más diversas, y al llegar la primavera, el don de Bromio38: la
porfía de los coros melodiosos y la música de las flautas de grave sonido.
ESTREPSÍADES. Por Zeus te lo pido, Sócrates, dime quiénes son las que entonan
ese canto tan solemne. ¿No son alguna clase de heroínas, verdad?
SÓCRATES. Nada de eso. Son las Nubes celestiales, grandes
diosas para los hombres inactivos, que nos facilitan el pensamiento, la
dialéctica, la inteligencia, la expresión de invenciones novedosas, el
circunloquio, el desconcertar al auditorio y el tenerlo a raya39
ESTREPSÍADES. Entonces, por eso, al oírlas, mi alma ha remontado el vuelo y
está deseando ya hablar sutilmente y decir finuras sobre el humo40, rebatir
una sentencia con una sentencilla sutil y oponerse a un argumento con el
argumento contrario. Así que, si puede ser, quiero verlas ya a las claras.
SÓCRATES. Pues mira por este lado, en dirección al monte Parnes 41, que ya las
diviso descendiendo lentamente.
ESTREPSÍADES. A ver, ¿por dónde? Señálamelo. 36. Toda la antístrofa es un
elogio del Ática. 37. Se trata de los cultos mistéricos que se celebraban en
Eleusis, cerca
325 330 de Atenas, en honor de Deméter. Los Grandes Misterios se celebraban
durante once días entre septiembre y octubre. Eran ceremonias en las que sólo
podían participar los iniciados. 38. Bromio o Dioniso. Se refiere a las
Dionisias Urbanas, fiestas en las que se celebraban competiciones de teatro
como aquella en la que se presentó esta pieza. 39. Se trata de una exposición
de las facultades de un orador. 40. Se refiere a cosas sin importancia y puede
estar traído a colación por la semejanza entre el humo y el vapor de agua
(nubes). 41. Cadena montañosa en la parte septentrional del Ática. SÓCRATES.
Por ahí (Señalando a un lado) viene un gran número de ellas atravesando navas
y bosques, por ahí, por ese lado.
ESTREPSÍADES. (Mirando en la dirección indicada.) ¿Qué, qué? Yo no las veo.
SÓCRATES. Allí, junto a la entrada lateral.
ESTREPSÍADES. Sí, ahora ya, por donde dices, empiezo a verlas43. (Entra el
coro de nubes, representadas por mujeres.)
SÓCRATES. Ahora ya no tienes más remedio que verlas, a no
ser que tengas unas legañas tan grandes como calabazas.
ESTREPSÍADES. Sí, por Zeus. ¡Oh venerables! Ya ocupan todo. SÓCRATES. ¿Y la
verdad es que no sabías que son diosas, ni creías en ellas?
ESTREPSÍADES. Desde luego que no, por Zeus. Yo las tomaba por niebla, rocío y
vapor.
SÓCRATES. Por Zeus, es que no sabes que ellas apacientan a
muchísimos «listillos» 44, adivinos de Turios 45, profesores de medicina 46,
gandules-melenudos-con-sellos-de-ónice 47. Y a los moduladores de canciones de
los coros ditirámbicos, embaucadores aéreos48, a esos seres ociosos que nada
hacen, los apacientan porque componen poesías para ellas. 42. Del escenario
(la orchéstra en este caso). 43. Literalmente «así» (= por donde dices), «con
trabajo» (= empiezo a verlas). 44. Literalmente, «sofistas», en sentido
peyorativo. 45. Sigo en la interpretación de los tipos presentados por
Sócrates los criterios de Sommerstein. Con «adivinos de Turios» se refiere el
cómico al adivino Lampen enviado por Pericles como fundador de la colonia de
Turios en el sur de Italia; vuelto más tarde a Atenas fue personaje bien
conocido. 46. La relación de las Nubes con la medicina («profesores de
medicina») se basa en la importancia que los hipocráticos daban al clima y al
tiempo atmosférico tanto en relación con la naturaleza física de los
individuos como en lo referente al desarrollo de las
335 340 345 350 enfermedades. 47. Sellos, esto es, anillos que podían servir
como sello. Se alude a ricos indolentes. 48. El ditirambo, canto ritual de
Dioniso, interpretado por un coro que cantaba y bailaba. En otros pasajes
aristofánicos se relaciona a sus autores con los aires y las nubes por sus
expresiones enfáticas y rimbombantes («embaucadores aéreos»).
ESTREPSÍADES. Entonces por eso componen aquello de «ímpetu destructor de las
húmedas nubes que culebrea resplandeciente»49, «mechones de Tifón»50 «de cien
cabezas», «tempestades de violento fuelle» y también «aéreos seres húmedos,
aves de curvas garras que se mecen en el aire» y «aguaceros de las nubes
llenas de rocío», y como recompensa por ello engullen51 filetes de opíparos y
sabrosos mújeles, y «pajariles» carnes de zorzal. SÓCRATES. Sí, por causa de
ellas. Y con razón, ¿no?
ESTREPSÍADES. A ver, dime: si de verdad son nubes, ¿qué les ha pasado, que
parecen mujeres mortales? Porque aquéllas de allí (Señala al cielo) no son
así. SÓCRATES. Bueno, pues, ¿cómo son?
ESTREPSÍADES. No lo sé bien, pero se parecen a copos de lana esponjados y no a
mujeres, ¡por Zeus!; eso, ni una pizca. En cambio, éstas de aquí tienen nariz.
SÓCRATES. A ver, contéstame a lo que voy a preguntarte.
ESTREPSÍADES. Di lo que quieras, sin más. SÓCRATES. Alguna vez, al mirar para
arriba, ¿has visto una nube parecida a un centauro, a un leopardo, a un lobo o
a un toro? 49. Se citan fragmentos desconocidos de ditirambos, de estilo y
lengua enfáticos, relativos a las nubes y a las tormentas. 50. Se consideraba
a Tifón padre de los Vientos y, por ello, productor de huracanes. 51.
Aristófanes alude con ironía al convite con que el corego que patrocinaba el
coro ditirámbico obsequiaba a sus componentes y al autor. Estas líneas son un
remedo del estilo enfático de las precedentes.
ESTREPSÍADES. Sí, por Zeus. Y eso, ¿qué? SÓCRATES. Se convierten en todo lo
que quieren. Así que si ven a un melenudo, un bruto de esos muy velludos, como
el hijo de Jenofanto, para burlarse de su pasión adoptan la forma de
centauros52.
ESTREPSÍADES. Y si ven a un ladrón del erario público, a Simón53, ¿qué hacen?
SÓCRATES. Para proclamar su condición se convierten de golpe y porrazo en
lobos.
ESTREPSÍADES. Claro, por eso ayer, al ver ellas a
355 360 365 370 Cleónimo el arrojaescudos, como le echaron la vista encima a
un tío tan cobarde, se convirtieron en ciervos. SÓCRATES. Y ahora, como han
visto a Clistenes54, ¿ves tú?, por eso se han convertido en mujeres.
ESTREPSÍADES. (Al CORO.) ¡Bienvenidas, entonces, señoras! Y ahora, si alguna
vez lo hicisteis para otro, reinas todopoderosas, emitid también para mí
vuestra voz tan descomunal como el propio cielo. CORO. ¡Salud, anciano cargado
de años, cazador de palabras artísticas!, y tú (A SÓCRATES), ¡sacerdote de las
naderías más sutiles!, explícanos lo que quieres. Pues a ningún otro de los
eruditos de hoy en día en temas celestes atenderíamos, excepto a Pródico: a
él, por su sabiduría y su inteligencia55, y a ti, porque caminas con paso
arrogante por las calles, lanzas miradas de reojo, soportas descalzo muchas
cosas desagradables y presumes a costa nuestra. 52. Tanto la palabra ágrios
(«bruto») como «centauro» parecen haberse empleado en relación con los
pederastas. El hijo de Jenofanto es verosímilmente un autor de tragedias y
ditirambos. 53. Más adelante (v 399) se habla del mismo personaje como
perjuro. 54. Cleónimo y Clístenes son personajes ridiculizados con frecuencia
por Aristófanes; el primero por su cobardía, y, en menor medida por glotón, y
Clistenes, por afeminado. 55. Pródico era un sofista preocupado por análisis
lingüísticos, y con menor imagen pública que otros colegas como Protágoras o
Gorgias. .
ESTREPSÍADES. ¡Oh Tierra, qué voz!, ¡qué sagrada, venerable y portentosa!
SÓCRATES. Es que verdaderamente éstas son las únicas diosas. Todo lo demás son
pamplinas.
ESTREPSÍADES. Pero Zeus, según vosotros, a ver, ¡por la Tierraj56. ¿Zeus
Olímpico, no es un dios? SÓCRATES. ¿Qué Zeus? No digas tonterías. Zeus ni
siquiera existe.
ESTREPSÍADES. Pero, ¿tú qué dices? Pues, ¿quién hace llover? Esto, acláramelo
antes de nada. SÓCRATES. ¡Ésas, claro! Y te lo demostraré con pruebas de gran
peso. A ver: ¿dónde has visto tú que alguna vez llueva sin nubes? Sin embargo,
lo que tendría que ser es que él hiciera llover con el cielo despejado y que
éstas estuvieran ausentes.
ESTREPSÍADES. ¡Por Apolo!, con lo que acabas de decir le has dado un buen
apoyo al asunto éste. Y la cosa es que yo antes creía a pies juntillas que
Zeus orinaba a través de una criba. Pero explícame quién es el que
375 380 385 390 395 produce los truenos, eso que me hace a mí temblar de
miedo. SÓCRATES. Éstas producen los truenos al ser empujadas por todas partes.
ESTREPSÍADES. A ver, a ti que no se te pone nada por delante: ¿cómo? SÓCRATES.
Cuando se saturan de agua y por necesidad son forzadas a moverse, como están
llenas de lluvia necesariamente son impulsadas hacia abajo; entonces, chocan
unas contra otras y, como pesan mucho, se rompen con gran estrépito.
ESTREPSÍADES. Pero el que las obliga a moverse, ¿quién es? ¿No es Zeus? 56. La
expresión atropellada del personaje es fiel reflejo de su sorpresa.
SÓCRATES. Ni mucho menos; es un torbellino etéreo.
ESTREPSÍADES. ¿Torbellino? No me había dado cuenta de eso, de que Zeus no
existe y de que en su lugar reina ahora Torbellinos'. Pero aún no me has
explicado nada del estruendo y del trueno.
SÓCRATES. ¿No me has oído? Las nubes, al estar llenas de
agua, te digo que chocan unas con otras y hacen ruido porque son muy densas.
ESTREPSÍADES. Vamos a ver: eso, ¿quién se lo va a creer?
SÓCRATES. Te lo voy a explicar poniéndote a ti como
ejemplo. En las Panateneas58, cuando ya estás harto de sopa de carne, ¿no se
te revuelven las tripas y de pronto se produce un movimiento en ellas que
empieza a producir borborigmos?
ESTREPSÍADES. Sí, por Apolo, y al momento provoca un jaleo horrible y un
alboroto; y la dichosa sopa produce un ruido y un estruendo tremendo, como un
trueno; primero flojito, «papax, papax», después más fuerte «papapapax», y
cuando cago, talmente un trueno, «papapapax», como hacen ellas.
SÓCRATES. Pues fíjate qué pedos tan grandes han salido de
ese vientre tan pequeño. Y el aire éste, que es infinito, ¿cómo no va a ser
natural que produzca truenos tan grandes?
ESTREPSÍADES. Por eso incluso los nombres de las dos cosas, «trueno» y «pedo»,
son parecidos 59. Otra cosa: el rayo con su fuego brillante, ¿de dónde viene
explícamelo, el rayo que, cuando nos atiza, a unos los achicharra, y a otros
los chamusca dejándolos vivos? Pues está claro que Zeus lo lanza sobre los
perjuros 60.
400 405 410
SÓCRATES. Tú, ¡imbécil, chapado a la antigua, que hueles a
tiempos de Crono! 61, ¿cómo es que, si fulmina a los perjuros, no abrasó a
Simón, a Cleónimo ni a Teoro? 62, y desde luego que son perjuros. Sin embargo,
fulmina su propio templo, y Sunio63, «promontorio de Atenas», y las grandes
encinas: y eso, ¿por qué? Pues claro está que la encina no es perjura.
ESTREPSÍADES. No sé. Pero lo que dices tiene visos de verdad. Bueno, pues ¿qué
es exactamente el rayo?
SÓCRATES. Cuando un viento seco al elevarse queda encerrado
en las nubes, las infla desde dentro como a una vejiga, y después
necesariamente las rompe, y sale disparado violentamente por causa de la
densidad, y por el roce y el ímpetu del movimiento se incendia a sí mismo.
ESTREPSÍADES. Por Zeus, a mí una vez me pasó exactamente lo mismo en las
Diasias64. Yo estaba asando un estómago para mis parientes, pero, por descuido
no lo rajé. Entonces se fue hinchando, y después, de golpe, explotó,
llenándome de mierda los ojos y quemándome la cara. 61. La alusión a Crono
hace referencia a una persona de ideas o costumbres trasnochadas, por ser este
dios el padre de Zeus, que fue destronado por su hijo. 62. Para Simón, véase v
351, y para Cleónimo, vv 353-354 y nota. Teoro aparece mencionado en otras
piezas del cómico; parece haber tenido estrecha relación con el demagogo Cleón
y posiblemente fue como embajador a Tracia. 63. En Sunio, cabo situado al
sureste de Atenas, se encontraban dos templos, uno de los cuales fue realmente
destruido por un rayo. 64. Fiestas bajo el patronazgo de Zeus.
CORIFEO. ¡Humano que deseas de nosotras la elevada
sabiduría!, ¡qué dichoso llegarás a ser entre los atenienses y entre los
griegos todos!: si tienes buena memoria, eres
415 420 425 430 435 440 capaz de pensar, y en tu alma reside la fortaleza; si
no te fatigas al estar de pie ni al caminar, si no te molesta en exceso pasar
frío ni estás demasiado ansioso por el desayuno, si prescindes del vino de los
ejercicios gimnásticos y de los demás disparates, y si consideras que lo mejor
es lo que cuadra a un hombre inteligente vencer en la actuación y en la
deliberación, así como en las porfías de la lengua.
ESTREPSÍADES. Pues lo que es por tener un alma dura, un pensamiento que se
mantiene despierto en la cama, y un estómago ahorrador, hecho a las
privaciones y quese-apañe-con-ajedrea-a-la-hora-de-la-comida, descuida, por
todo ello yo podría sin miedo ofrecerme para servirte de yunque.
SÓCRATES. ¿Así que desde luego ya no considerarás dios a
ningún otro que a los que nosotros consideramos: el Vacío que nos rodea, las
Nubes y la Lengua, esos tres?
ESTREPSÍADES. Ni siquiera hablaría con los demás dioses ni lo más mínimo,
aunque me topara con ellos; ni les haría sacrificios, ni vertería libaciones,
ni pondría incienso en sus altares.
CORIFEO. Así pues, dinos, sin miedo, qué hemos de hacer por ti. Pues no dejarás de conseguirlo en caso de que nos respetes y nos veneres, y al mismo tiempo trates de ser avispado.
ESTREPSÏADES. Señoras, os pido entonces esta insignificancia: que yo sea, por cien estadios de distancia65, el que mejor discursee de todos los griegos. 65. Cien «estadios» vienen a ser entre 15 y 20 kilómetros.
CORIFEO. Pues eso lo obtendrás de nosotras, hasta tal punto
que, de cara al futuro y desde este mismo momento, nadie en la Asamblea hará
prosperar mayor número de mociones que tú66
ESTREPSÍADES. No hagáis que proponga mociones importantes, que no quiero eso;
quiero solamente volver la justicia en mi provecho y escurrirme de mis
acreedores.
CORIFEO. Entonces conseguirás lo que deseas, pues tus
aspiraciones no son grandes. Ea, ponte sin miedo en manos de nuestros
ministros.
ESTREPSÍADES. Tal haré, confiando en vosotras, pues la necesidad me apremia
por culpa de los caballos marcados con la «coppa» 67 y del matrimonio que me
hizo polvo. Así pues, ahora, para todo lo que quieran hacerme, les entrego a
ellos este cuerpo mío, para recibir
445 450 455 460 465 golpes, pasar hambre, sed, estar roñoso68, sufrir un frío
terrible o ser desollado para convertirme en odre; todo, siempre que yo me vea
libre de las deudas, y a los hombres dé la impresión de ser osado, hábil de
lengua, atrevido, caradura, repugnante, urdidor de mentiras, de palabra
pronta, muy ducho en pleitos, un código de leyes ambulante69, una castañuela,
un zorro, el ojo de una aguja70, un tipo flexible71 como el cuero, un
hipócrita, un tío pegajoso, un farsante, un bribón que merece pálos72, un hijo
de perra, un tipo retorcido, un incordio, un hombre al que no se le escapa
nada. Si me han de llamar esas cosas los que se topen conmigo, hagan de mí
estos ministros todo lo que gusten. Y si quieren, por Deméter, que me sirvan
convertido en salchichas a los caviladores.
CORO. El temple arrogante de este individuo no está falto
de audacia, sino dispuesto a todo. (A ESTREPSÍADES.) Ten por seguro que si
aprendes de mí estas cosas, una fama que llegará al cielo tendrás entre los
mortales.
ESTREPSÍADES. ¿Qué me pasará?
CORO. Junto a mí llevarás, para siempre, la existencia más
envidiable de todas.
ESTREPSÍADES. ¿Acaso entonces yo he de ver con eso
470 475 480 485 490 495 algún día?
CORO. Sí, tanto que a tu puerta se sentará siempre mucha gente, deseosa de comunicarse contigo y entablar diálogo para consultarte asuntos y pleitos de muchos talentos 73, materias dignas de tu caletre.
73. El «talento» era la mayor cantidad monetaria con nombre, y se usa en este contexto como expresión hiperbólica. Compárese nuestro «millón».
CORIFEO. (A SÓCRATES.) Tú trata de impartir al viejo las
enseñanzas previas que tengas intención de darle; agita su mente y pon a
prueba su inteligencia. SÓCRATES. (A
ESTREPSÍADES.) A ver, tú, descríbeme tu carácter, para que, conociendo cómo
es, sobre esa base pueda yo aplicar contra ti nuevos ingenios74.
ESTREPSÍADES. ¿Cómo? Por los dioses; ¿es que intentas sitiarme?
SÓCRATES. No, lo que quiero es enterarme de algunos
detalles sobre tu persona, como, por ejemplo, si tienes buena memoria.
ESTREPSÍADES. Se comporta de dos maneras, por Zeus. Cuando se me debe algo
tengo muy buena memoria, pero cuando yo, pobre de mí, soy el deudor, me vuelvo
muy olvidadizo.
SÓCRATES. A ver, ¿tienes dotes para discursear?
ESTREPSÍADES. Para discursear, no; pero para estafar, sí.
SÓCRATES. Pues así, ¿cómo podrás aprender?
ESTREPSÍADES. Descuida, lo haré bien. SÓCRATES. Pues ándate listo para que
cuando yo lance algunas enseñanzas sabias sobre las cosas celestes, tú las
cojas al vuelo.
ESTREPSÍADES. Pero, ¿cómo? ¿Tengo que comerme la sabiduría como un perro?
SÓCRATES. Este hombre es un ignorante y un bárbaro. Anciano, me temo que
necesita unos palos. A ver ¿qué haces si alguien te pega?
ESTREPSÍADES. Recibo los golpes, y, después, espero un poco y reúno testigos;
después otra vez dejo pasar un momento, y pongo un pleito. 74. La palabra
mechané significa ala vez «máquina» y «recurso».
ESTREPSÍADES la entiende en la primera acepción. He tratado de mantener el
doble sentido con el castellano «ingenio», que mantiene su acepción de
«máquina».
500 505 510 515 520 SÓCRATES. Venga, deja ahí tu capa.
ESTREPSÍADES. ¿He hecho algo malo?75.
SÓCRATES. No, es que es costumbre entrar desnudo.
ESTREPSÍADES. Pero si yo no voy a entrara llevarme objetos robados76.
SÓCRATES. Déjala ahí, ¿qué tonterías andas diciendo?
ESTREPSÍADES. (Se quita la capa.) Bueno, pues dime: en caso de que yo esté
atento y aprenda con gana, ¿a cuál de tus
DISCÍPULOs llegaré a parecerme? SÓCRATES. Tus características no se van a
distinguir nada de las de Querefonte.
ESTREPSÍADES. ¡Ay, pobre mí! ¡Voy a ser medio cadáver!77.
SÓCRATES. ¿No dejarás de decir bobadas y vendrás de una vez
conmigo aquí dentro, deprisa?
ESTREPSÍADES. Pues ponme primero en las manos un pastel de miel, que tengo
miedo de bajar ahí dentro como si fuera la cueva de Trofonio78.
SÓCRATES. Venga, ¿por qué te paras a escudriñar junto a la
puerta? (Ambos entran en el caviladero.) CORO. Entra con buen pie por causa de
tu valor. Que la buena fortuna acompañe a este humano, pues, siendo ya de
avanzada edad, impregna su naturaleza de ideas novedosas y se dedica a la
sabiduría. 75. Supone que lo van a azotar. 76. Si un ciudadano afirmaba que
otro poseía en su casa bienes que le había robado, podía entrar en casa del
supuesto ladrón y buscarlos, pero había de entrar desprovisto de la capa, para
que no pudiera llevar oculto algún enser y decir que lo había encontrado en la
casa. 77. Sócrates se refiere a las características anímicas, mientras que
ESTREPSÍADES lo toma en sentido físico. Querefonte, aludido ya en el v 104,
tenía fama de pálido.
FIDÍPIDES se ha referido al grupo de Sócrates como «los pálidos» en el v 103.
78. Trofonio, un héroe de Beocia, tenía bajo su tutela una gruta subterránea a
la que bajaban las gentes a consultar el oráculo; llevaban un pastel de miel
para distraer a las serpientes.
CORIFEO. Espectadores, con franqueza os expondré79 toda la
verdad, ¡por Dioniso80 que me ha sustentado desde antiguo! Que no sea yo el
vencedor ni me tengan por sabio si no es verdad81 que yo, por consideraros a
525 530 535 540 vosotros espectadores inteligentes y creer que ésta era la
mejor de mis comedias, juzgué apropiado que vosotros fuerais los primeros en
saborearla, siendo como ha sido la pieza que más trabajo me ha dado. Pero me
tuve que retirar derrotado por hombres vulgares sin que yo mereciera eso82.
Así que os echo en cara esto a vosotros los instruidos, por quienes yo me tomé
tanto trabajo. Pero ni aun así os traicionaré nunca voluntariamente, a
vosotros los inteligentes. Pues desde el momento en que aquí mismo unos
varones, a los que es agradable incluso mencionar, hablaron muy bien de mis
dos muchachos, del reprimido y del maricón83, y yo como era todavía una joven
soltera y no me era licito tener hijos expuse la criatura, y otra muchacha la
recogió84, y vosotros, por vuestra parte, la criasteis con generosidad, desde
entonces tengo yo garantías seguras de vuestro juicio favorable. Así que ahora
esta comedia, a la manera de aquella Electra, ha venido con ánimo de buscar,
por si en alguna parte encuentra espectadores tan instruidos; pues reconocerá,
si lo ve, el mechón de pelo de su hermano85. Observad que es de condición
humilde. En primer lugar, no ha venido trayendo cosido a su vestido un cuero
colgando, rojo en la punta y grueso86, para diversión de los niños, tampoco se
burló de los calvos ni bailó el kordax87. Ni siquiera hay un personaje anciano
que, llevando la voz cantante, golpee con su bastón a cualquiera que esté a su
alcance, disimulando así los chistes desafortunados. No se lanzó esta pieza al
escenario con antorchas, ni gritó «¡socorro, socorro!»88. 79. El corifeo habla
en nombre del autor. 80. Dioniso es la divinidad bajo cuyo auspicio se
encuentra el teatro. 81. Literalmente, «así sea yo el vencedor... como (es
verdad) que». 82. Esta parábasis tiene que pertenecer a la segunda redacción
de la pieza. Aristófanes se refiere al certamen en el que tuvo lugar la
representación de la primera versión de Las Nubes, que no ganó el premio. 83.
Se trata de los personajes de la primera pieza de Aristófanes, Los Convidados,
que fue representada en 427 y obtuvo el segundo premio. Sommerstein cree
válida la opinión de S. Halliwell, quien supone que los hombres que criticaron
favorablemente la pieza fueron ciudadanos a los que el cómico, siendo muy
joven, presentó la obra, y obtuvo su apoyo para que el arconte le concediera
presentarla al festival. 84. Aristófanes se compara con una muchacha soltera a
la que no está permitido tener hijos. En tal caso, existía la costumbre de que
la joven abandonara a la criatura en el campo y la dejara morir. La criatura
es la pieza Los Convidados que el poeta no presentó con su nombre, dada su
extrema juventud. La otra «muchacha» que la
545 550 555 560 recoge es Calístrato, que presentó oficialmente esa comedia.
El verso siguiente «y vosotros la criasteis y la educasteis con generosidad»
se refiere a la buena acogida dispensada por el público a la comedia en
cuestión. 85. El autor establece un paralelismo entre su comedia y el
personaje Electra, que en la tragedia de Esquilo Las Coéforos reconoce el rizo
de su hermano Orestes, que éste había depositado en la tumba de su padre
Agamenón. 86. El actor que desempeñaba el papel masculino llevaba un falo
artificial. Aristófanes afirma que el actor de su pieza no llevaba el tipo de
falo «rojo en la punta», esto es, circuncidado (Sommerstein). 87. Se trata de
una danza relacionada con la embriaguez, propia de la comedia. 88. Los gritos
que contiene el texto griego (iú, iú) aparecen como peticiones de socorro más
adelante en la pieza (vv. 1321 y 1493). Por el contrario, ésta ha venido
confiando en sí misma y en sus versos. Y yo, sí, yo, siendo un poeta del mismo
talante, no me doy tufo89, ni trato de engañaros trayendo a escena dos y tres
veces las mismas cosas. Muy al contrario, yo estrujo mis sesos para presentar
en cada ocasión innovaciones, que en nada se parecen unas a otras, y son todas
ellas ingeniosas. Yo, cuando Cleón era muy poderoso, le golpeé en el
vientre90, y no tuve la osadía de saltar sobre él cuando yacía derribado. En
cambio, esos otros, en cuanto Hipérbolo91 les permitió hacer presa en él,
golpean una y otra vez a ese individuo desdichado y también a su madre. En
primerísimo lugar Éupolis llevó a rastras su Maricás, haciendo un refrito de
nuestros Caballeros, tan mediocre como mediocre es él92, añadiéndole además,
por culpa del Kórdax, una vieja borracha, personaje que ha creado Frínico
tiempo atrás, aquella a la que trataba de engullir 93 el monstruo marino.
Después también Hermipo compuso una pieza sobre Hipérbolo, y luego ya todos
los demás van en masa contra Hipérbolo, imitando mis comparaciones con las
anguilas 94. Así pues, el que se ría con las piezas de ésos, que no se deleite
con las mías. Pero si disfrutáis conmigo y con mis hallazgos, en tiempos
futuros os tendrán por gente de buen juicio.
ESTREPSÍADES. Por ello he recogido el vocablo griego por «dactílico» o
«digital», para que se entienda la referencia a «dedo», siguiendo la
sugerencia de Sommerstein. 111. El típico gesto grosero.
SÓCRATES. Eres un patán y un imbécil.
ESTREPSÍADES. No, estúpido, es que de esas cosas no quiero aprender ninguna.
660 665 670 675
SÓCRATES. Entonces, ¿cuál?
ESTREPSÍADES. Aquello otro, aquello; el argumento más injusto de todos.
SÓCRATES. Pero tienes que aprender otras cosas antes que
eso; por ejemplo, qué cuadrúpedos son propiamente masculinos.
ESTREPSÍADES. Yo bien conozco los cuadrúpedos masculinos, si no me he vuelto
majareta: carnero, macho cabrío, toro, perro, ave 112
SÓCRATES113. ¿Y los femeninos?
ESTREPSÍADES. Oveja, cabra, vaca, perra, ave.
SÓCRATES. ¿Ves lo que te pasa? Llamas
a la hembra ave, y al macho le llamas lo mismo.
ESTREPSÍADES. ¿Cómo, a ver?
SÓCRATES. ¿Que cómo? Ave y ave.
ESTREPSÍADES. Es verdad, por Posidón. Pues ¿cómo tengo que llamarles ahora?
SÓCRATES. «Ava» a una, y al otro «avo».
ESTREPSÍADES. ¿Ava? Muy bien, ¡por Aire! Tanto que sólo por esa enseñanza te
llenaré de grano toda la «amasadero» 114
SÓCRATES. Vaya, otra vez. Ése es otro ejemplo. Le llamas la «amasadero» en masculino, cuando es un femenino.
ESTREPSÍADES. ¿Qué dices? ¿Que yo le llamo «amasadero» en masculino?
SÓCRATES. Sí señor, como también a Cleónimo.
ESTREPSÍADES. ¿Cómo es eso? Dime.
SÓCRATES.Lo mismo vale para ti
«amasadero» que Cleónimo.
ESTREPSÍADES. Pero, tío, Cleónimo nunca tuvo amasadero, sino que amasaba con
un mortero redondo115 Bueno, en lo sucesivo, ¿cómo debo llamarle?
SÓCRATES. ¿Que cómo? «La amasadera»,
igual que dices «la Sóstrata»116
680 685 690 695 700
ESTREPSÍADES. ¿La «amasadera», en femenino?
SÓCRATES. Bien dicho.
ESTREPSÍADES. Y lo de antes ¿tendría que haber sido «Cleónima117 nunca tuvo
amasadera»?
SÓCRATES. Además, tienes que aprender todavía qué nombres
de persona son masculinos y cuáles son femeninos.
ESTREPSÍADES. Yo bien sé cuáles son femeninos.
SÓCRATES. Pues dilo.
ESTREPSÍADES. Lisila, Filma, Clitágora, Demetria.
SÓCRATES. Y ¿qué nombres son
masculinos?
ESTREPSÍADES. Muchísimos: Filóxeno, Melesias, Ami nias.
SOCRATES. Pero, imbécil, ésos no son masculinos.
ESTREPSÍADES. ¿Para vosotros no son masculinos?
SÓCRATES. Nada de eso, porque si te
encontraras con Aminias, ¿cómo le llamarías? 115. Dover cree que es una
referencia a la masturbación, aludiendo «mortero redondo» a las dos manos.
116. Nombre de mujer. 117. Cleónimo es blanco habitual de las burlas del
poeta. Véanse vv. 353 y 400.
ESTREPSÍADES. ¿Que cómo? Así: ¡Oye, oye, Aminiaj118.
SÓCRATES. ¿Ves? Le llamas mujer, «la
Aminia».
ESTREPSÍADES. ¿Y no tengo razón, si ésa no ha hecho el servicio militar?119
Pero, ¿por qué tengo que aprender esas cosas que todo el mundo sabe?
SÓCRATES. Déjalo, ¡por Zeus!
(Señalando la cama.) Ahora échate aquí y...
ESTREPSÍADES. ¿Qué hago?
SÓCRATES. Imagínate alguno de tus
asuntos.
ESTREPSÍADES. ¡No, por favor, ahí no! Si no me queda otro remedio, deja que
los imagine en el suelo.
SÓCRATES. No hay otra salida más que
ésa.
ESTREPSÍADES. (Echándose en la cama.) ¡Ay, pobre de mí! ¡Qué condena voy a
pagar a las chinches en el día de hoy! (SÓCRATES entra en su casa.)
CORO. Ahora piensa y examina con
perspicacia, contorsiónate de todas las maneras y repliégate sobre ti mismo120
Y rápidamente, cuando caigas en un callejón sin salida,
705 710 715 720 725 salta hacia otra idea de tu mente. Y que el sueño,
dulcísimo para el ánimo, se aleje de tus ojos...
ESTREPSÍADES. ¡Ay, ay, ay, ay!
CORO. ¿Qué te pasa? ¿Qué te duele?
ESTREPSÍADES, acuciado por las chinches, realiza físicamente los movimientos
que el coro refiere a la mente.
ESTREPSÍADES. Me muero, ¡pobre de mí! De la cama salen sigilosamente para
morderme los corintios121: los costados me devoran, la sangre me chupan, las
pelotas me arrancan, el culo me atraviesan, ¡la vida me quitarán!
CORO. No te lo tomes tan a mal.
ESTREPSÍADES. ¿Cómo que no?, si se me ha ido el dinero, se me ha ido el color
de la piel, se me ha ido la sangre de las venas, y se me han ido las
zapatillas122, y, para colmo de desgracias, aquí estoy papando moscas 123, a
punto de irme a paseo yo también. (Llega SÓCRATES.)
SÓCRATES. ¡Tú!, ¿qué haces? ¿No estás
pensando?
ESTREPSÍADES. Sí, por Posidón.
SÓCRATES. Y, ¿qué has pensado?
ESTREPSÍADES. Si en manos de las chinches quedará algo de mí.
SÓCRATES. ¡Que te parta un rayo! (Vuelve a entrar en su casa.)
730 735 740 745 750
ESTREPSÍADES. Partido estoy ya, hombre.
CORIFEO. No flaquees; ahora tienes que
cubrirte, pues has de discurrir un pensamiento estafador, un subterfugio.
ESTREPSÍADES. ¡Pobre de mí!, ¿quién podría echarme encima, en vez de pieles de
cordero124... una idea estafadora?
SÓCRATES. (Saliendo de su casa.) Hale,
en primer lugar voy a ver qué hace éste. Oye, ¿estás durmiendo?
ESTREPSÍADES. No, por Apolo, no, no.
SÓCRATES. ¿Tienes ya algo?
ESTREPSÍADES. Por Zeus, no tengo nada.
SÓCRATES. ¿Nada en absoluto?
ESTREPSÍADES. Nada, a no ser el cipote en mi mano derecha.
SÓCRATES. ¿No vas a cubrirte la cabeza y a pensar algo a
toda prisa?
ESTREPSÍADES. ¿Sobre qué? Dímelo tú, Sócrates.
SÓCRATES. Di tú mismo lo que quieres discurrir en primer
lugar.
ESTREPSÍADES. Has oído ya mil veces lo que yo quiero. Lo de los intereses,
para no pagárselos a nadie.
SÓCRATES. Bien, pues cúbrete, desmenuza tu pensamiento, y
dale vueltas al asunto cosa por cosa, analizando e investigando correctamente.
ESTREPSÍADES. ¡Ay, pobre de mí!125
SÓCRATES. Estáte quieto; y si con alguno de los
pensamientos no sabes seguir adelante, déjalo y márchate, y después dale
vuelta otra vez con tu cabeza y sopésalo.
ESTREPSÍADES. (Sale de la cama después de un momento.) ¡Queridísimo Socratillo!
124. Con las cuales está tapado el personaje. 125. Molestado por las chinches.
SÓCRATES. ¿Qué hay, viejo?
ESTREPSÍADES. Tengo una idea estafadora de los intereses.
SÓCRATES. Explícala.
ESTREPSÍADES. Pues, dime...
SÓCRATES. ¿Qué?
ESTREPSÍADES. Si yo comprara una hechicera tesalia 126
y bajara de noche la luna, la encerrara en una caja redonda, como se guarda un
espejo, y la vigilara estrechamente...
SÓCRATES. Y, ¿qué provecho ibas a sacar tú de eso?
755 760 765 770 775 780
ESTREPSÍADES. ¿Que cuál? Si la luna ya no saliera nunca mas en ninguna parte,
yo no tendría que pagar los intereses.
SÓCRATES. ¿Por qué motivo?
ESTREPSÍADES. Porque el dinero se presta a interés mensual.
SOCRATES. Muy bien. Ahora te voy a proponer otro asunto de astucia. Si se
dictara contra ti una sentencia de cinco talentos, dime cómo podrías
invalidarla.
ESTREPSÍADES. (Pensando.) ¿Cómo?, ¿cómo? No sé. Hay que estudiarlo.
SÓCRATES. No hagas girar siempre tu pensamiento alrededor
de ti mismo; más bien deja que vuelen por el aire tus ideas, como un abejorro
atado por la pata con un cordel 127.
ESTREPSÍADES. Ya he encontrado un medio astutísimo de invalidar la sentencia,
tanto que tú vas a estar de acuerdo conmigo.
SÓCRATES. ¿Cuál es? 126. Tenían fama las hechiceras de
Tesalia. El personaje habla de comprarla como esclava. 127. Se trata de un
entretenimiento de niños. El abejorro mencionado es un coleóptero.
ESTREPSÍADES. ¿Tú, desde luego, has visto en las droguerías128 la piedra esa
que es muy bonita y transparente, con la que se enciende el fuego?
SÓCRATES. ¿Te refieres al cristal?
ESTREPSÍADES. Exactamente. A ver, ¿qué tal si yo cogiera una y cuando el
secretario129 hiciera inscribir mi sentencia en la tablilla, yo, poniéndome un
poco lejos, así, por el lado que diera el sol, hiciera que se fundieran130 las
palabras de mi sentencia?
SÓCRATES. Astuto, sí, ¡por las Gracias!
ESTREPSÍADES. ¡Ajajá! ¡Qué contento estoy de haber conseguido borrar una
sentencia de cinco talentos!
SÓCRATES. Hala, a ver si pillas esto deprisa.
ESTREPSÍADES. ¿El qué?
SÓCRATES. Cómo rebatirías una acusación en contra tuya si
estuvieras a punto de perder el pleito y no tuvieras testigos.
ESTREPSÍADES. Elemental y facilísimo.
SÓCRATES. Pues dilo.
ESTREPSÍADES. Ahí va: si yo, mientras aún estuviera en trámite otro pleito,
antes de que citaran el mío, fuera corriendo y me ahorcara.
785 790 795 800 805 SÓCRATES. ¡Qué tonterías dices!
ESTREPSÍADES. Nada de eso, ¡por los dioses!, pues nadie me llevará a juicio si
estoy muerto.
SÓCRATES. Estás desbarrando. Lárgate. Ya no te voy a
enseñar más.
ESTREPSÍADES. ¿Por qué? Sí, Sócrates, ¡por los dioses!
SÓCRATES. ¡Pero si se te olvida al momento cualquier cosa
que aprendes! A ver, ¿qué fue lo primero que te enseñaron ahora mismo? ¡Habla!
ESTREPSÍADES. A ver, a ver, ¿qué era lo primero, qué era lo primero? ¿Qué
pieza era aquella en la que se amasa la harina? Pobre de mí, ¿cuál era?
SOCRATES. Vete a freír espárragos, muérete, viejo torpe que te olvidas de
todo.
ESTREPSÍADES. ¡Ay, ay! ¿Qué va a ser de mí, desgraciado? Porque será mi
perdición si no aprendo a manejar la lengua. Vosotras, Nubes, aconsejadme algo
bueno. CORIFEO. Nosotras, anciano, te aconsejamos que si tienes un hijo ya
crecidito, lo envíes para que aprenda en tu lugar.
ESTREPSÍADES. Yo sí que tengo un hijo que es un perfecto caballero, pero, como
no quiere venir a aprender, ¿qué voy a hacer yo?
CORIFEO. ¿Y tú lo consientes?
ESTREPSÍADES. Claro, porque es fuerte y robusto, y procede de una estirpe de
mujeres de altos vuelos131, la familia de Cesira132. Pero voy a ir a buscarlo
y, si se niega, de todas todas lo echaré de mi casa. (A
SOCRATES.) Entra y espérame un poco.
CORO. (Mientras
ESTREPSÍADES entra en su casa)133 ¿Te das cuenta de que sólo por nosotras, las
únicas de todos los dioses, obtendrás en seguida muchos beneficios? Pues éste
está dispuesto a hacer todo lo que le ordenes. 131. Literalmente, «de hermoso
plumaje». 132. Véase nota 7. 133. La persona a la que se dirigen los w 804-807
podría ser Sócrates o
ESTREPSÍADES. Con Landfester, Sommerstein los considera enca
810 815 820 825 830 minados a animar a
ESTREPSÍADES. (A SÓCRATES, al tiempo que éste entra en el caviladero.) Y tú,
sabiendo que el hombre está majareta y se encuentra muy exaltado, chuparás
todo lo más que puedas en seguida134; pues las cosas de este estilo suelen
tener resultados distintos de los esperados. (Salen de su casa
ESTREPSÍADES y
FIDÍPIDES.)
ESTREPSÍADES. ¡Por Niebla!, no te quedarás más tiempo aquí. Ve y cómete las
columnas de Megacles135
FIDÍPIDES. Padre, ¿qué te pasa, hombre? Tú no estás en tus cabales, ¡por Zeus
Olímpico!
ESTREPSÍADES. ¿Ves, ves?, ¡Zeus Olímpico! ¡Qué necedad! ¡Creer en Zeus, a tu
edad!
FIDÍPIDES. ¿Y por qué te ríes así, a ver?
ESTREPSÍADES. Porque me doy cuenta de que eres un crío y de que tus ideas son
anticuadas. Sin embargo, acércate, para que amplíes tus conocimientos, pues
voy a decirte una cosa que, cuando la hayas aprendido, serás todo un hombre.
¡Pero no se lo digas a nadie!
FIDÍPIDES. (Se acerca a su padre.) Ya estoy aquí. ¿De qué se trata?
ESTREPSÍADES. Has jurado hace un momento por Zeus.
FIDÍPIDES. Sí.
ESTREPSÍADES. ¿Pues ves qué bueno es aprender? No existe Zeus,
FIDÍPIDES.
FIDÍPIDES. Entonces, ¿quién hay? 134. Esto es, obtendrás mucho dinero por
enseñar al hijo de
ESTREPSÍADES. 135. El padre dice al hijo que se vaya a gastar el dinero del
tío Megacles (véanse vv. 124-125); se mencionan las columnas de la casa como
señal de riqueza.
ESTREPSÍADES. Gobierna Torbellino, que ha expulsado a Zeus.
FIDÍPIDES. Pero, bueno, ¿qué tonterías dices?
ESTREPSÍADES. Que te conste que es así.
FIDÍPIDES. ¿Quién lo dice?
ESTREPSÍADES. Sócrates el Melio 137, y Querefonte, que
conoce bien las pisadas 137 de las pulgas.
FIDÍPIDES. ¿Y tú estás ya tan chalado que haces caso a unos hombres biliosos?
138.
835 840 845 850
ESTREPSÍADES. Calla la boca, y no calumnies a unos hombres ingeniosos y
sensatos. Por ahorrar, ninguno de ellos se corta nunca el pelo, ni se unge el
cuerpo, ni va a los baños a lavarse 139 Tú, en cambio, despilfarras mi
hacienda en baños como si yo estuviera muerto". Anda, ve a toda prisa y
aprende tú en mi lugar.
FIDÍPIDES. Pero, ¿qué de bueno se puede aprender de esos hombres?
ESTREPSÍADES. ¿En serio? Todo lo que en la humanidad hay de sabiduría. Además,
te darás cuenta de qué ignorante y lerdo eres. Hala, espérame aquí un poco.
(Entra en su casa.) 136.
ESTREPSÍADES da a Sócrates el sobrenombre de Melio, propio de Diágoras (de
Melos), hombre ateo y enemigo declarado de las creencias religiosas. 137.
Literalmente «huellas». Véanse vv. 144 y ss. 138. Según la patología
hipocrática, el exceso de bilis provocaba desvarío. 139. Ungirse el cuerpo y
acudir a los baños públicos eran hábitos de la gente educada. 140. Señala
Sommerstein que la alusión es doble. El anciano echa en cara al hijo que gaste
su dinero como si el padre no existiera ya, y por otra parte se refiere al
ritual de los entierros; después de despedir al difunto los familiares se
lavaban para eliminar la polución debida a la permanencia bajo el mismo techo
que el cadáver: ése es el único baño que
ESTREPSÍADES considera necesario y no superfluo.
FIDÍPIDES. ¡Pobre de mí!, ¿qué voy a hacer, si mi padre está loco? ¿Lo haré
comparecer ante el tribunal para que lo declaren incapâz141, o comunicaré su
demencia a los fabricantes de ataúdes? (Sale
ESTREPSÍADES de su casa con un esclavo que trae un gallo y una gallina.)
ESTREPStADES. A ver: tú, ¿cómo sueles llamar a éste? Di.
FIDÍPIDES. Ave.
ESTREPSÍADES. Bien; ¿y a ésta, cómo?
FIDÍPIDES. Ave.
ESTREPSÍADES. ¿A los dos lo mismo? Haces el ridículo. No les llames más de esa
manera, sino que tienes que llamar a ésta, «ava», y a este otro, «avo»
142.
FIDÍPIDES. ¿Ava? ¿Éstas son las cosas ingeniosas que acabas de aprender ahí
dentro, en casa de los «hijos de la tierra»? 143
855 860 865 870
ESTREPSÍADES. Y otras muchas. Pero cada vez que aprendía algo, se me olvidaba
en seguida por mis muchos años.
FIDÍPIDES. ¿Y también por eso es por lo que perdiste la capa?
ESTREPSÍADES. No la he perdido: la he gastado en pensamientos.
FIDÍPIDES. ¿Y en qué has empleado tus zapatillas, insensato?
ESTREPSÍADES. Como Pericles, las perdí «por pura necesidad»
144. Pero venga, camina; vamos. (Se dirigen hacia el caviladero.)
Ahora, hazle caso a tu padre y pórtate mal. También a mí me consta que una
vez, cuando tú eras un crío balbuceante de seis años, te hice caso: con el
primer óbolo que gané como jurado 145, te compré un
carrito, en las Diasias 146.
FIDÍPIDES. Seguro que con el tiempo vas a lamentar esto. (Va con su padre
hacia el caviladero.)
ESTREPSÍADES. ¡Muy bien, que me has hecho caso! ¡Oye, oye, Sócrates, sal aquí!
(Sale SÓCRATES.) Aquí te traigo a mi hijo; ya lo he convencido, que él no
quería.
SÓCRATES. Es que todavía es un crío y no ha gastado su vida
en las cuerdas y colgaduras 147 de aquí.
FIDÍPIDES. Tú sí que resultarías una capa gastada si te colgaran
148 .
ESTREPSÍADES. ¿No te irás a freír espárragos? ¿Cómo es que insultas a tu maestro?
SÓCRATES. Mira, «colgaran». ¡De qué manera tan infantil lo
ha pronunciado, con los labios separados149! ¿Cómo va a aprender éste la
defensa en los tribunales, la citación o la persuasión altisonante? Y la
verdad es que Hipérbolo las aprendió por un talento150.
ESTREPSÍADES. No te preocupes, enséñale. Es ingenioso de nacimiento. Cuando
era un niño así de pequeño, en casa modelaba en arcilla casitas, tallaba
barcos, construía carritos de madera de higuera y hacía ranas de cáscaras de
granada, no te imaginas cómo. Y mira que aprenda aquellos dos argumentos, el
Mejor, sea como sea, y el Peor, el que defiende causas injustas y da al traste
con el Mejor; y si no los dos, por lo menos el injusto, de todas todas.
SÓCRATES. Él va a aprender directamente de los propios
argumentos. Yo estaré ausente.
ESTREPSÍADES. (Mientras SÓCRATES se va.) Recuerda esto, que él pueda rebatir
cualquier demanda justa. (El ARGUMENTO MEJOR sale del caviladero)151
ARGUMENTO MEJOR. (Al ARGUMENTO PEOR, que está dentro.) Ven aquí déjate ver por los espectadores aunque audacia tienes de sobra.
ARGUMENTO PEOR. (Al tiempo que hace su aparición.)
895 900 905 910 915 Vete a donde quieras, pues seguro que hablando en público
acabaré contigo.
ARGUMENTO MEJOR. ¿Tú, acabar conmigo? ¿Y quién eres tú?
ARGUMENTO PEOR. Un argumento.
ARGUMENTO MEJOR. Sí, pero un argumento peor.
ARGUMENTO PEOR. Pero te voy a vencer a ti que presumes de ser mejor que yo.
ARGUMENTO MEJOR ¿Valiéndote de qué astucia?
ARGUMENTO PEOR. Inventando nuevas máximas.
ARGUMENTO MEJOR. Sí, eso es lo que se lleva ahora, gracias a estos idiotas (Señalando al público).
ARGUMENTO PEOR. No, que son inteligentes.
ARGUMENTO MEJOR. Acabaré contigo de mala manera.
ARGUMENTO PEOR. Di: ¿haciendo qué?
ARGUMENTO MEJOR. Presentando lo que es justo.
ARGUMENTO PEOR. Yo lo echaré abajo rebatiéndolo. Pues afirmo que la justicia ni siquiera existe.
ARGUMENTO MEJOR. ¿Que no existe, dices?
ARGUMENTO PEOR. Pues, a ver: ¿dónde está?
ARGUMENTO MEJOR. Junto a los dioses.
ARGUMENTO PEOR. Y si la justicia existe, ¿cómo es que Zeus no pereció por haber hecho prisionero a su padre? 152
ARGUMENTO MEJOR. ¡Uy, uy, esto va de mal en peor! Dame la palangana 153.
ARGUMENTO PEOR. Eres un viejo lleno de tufos y no estás al día.
ARGUMENTO MEJOR. Eres un maricón desvergonzado...
ARGUMENTO PEOR. Me estás echando rosas...
ARGUMENTO MEJOR. ... un bufón...
ARGUMENTO PEOR.... y me coronas de lilas.
ARGUMENTO MEJOR.... y eres de los que pegan a su padre.
ARGUMENTO PEOR. No te das cuenta de que me estás rociando de oro.
ARGUMENTO MEJOR. Desde luego, antes no era oro, sino plomo.
ARGUMENTO PEOR. Ahora, sin embargo, eso es para mí un elogio.
ARGUMENTO MEJOR. Eres un cara.
920 925 930 935 940 945
ARGUMENTO PEOR. Y tú, un carca.
ARGUMENTO MEJOR. Por tu culpa, ninguno de los jóvenes quiere ir a la escuela 154, y llegará el día en que los atenienses sepan a ciencia cierta qué clase de cosas les estás enseñando a ellos, los muy imbéciles.
ARGUMENTO PEOR. Estás de un sucio que da asco155.
MEJOR. Sin embargo, a ti te va muy bien, y eso que antes mendigabas, haciéndote pasar por Télefo el Misio 156, y mordisqueando máximas Pandeleteas 157 que sacabas de tu morral 158
ARGUMENTO PEOR. ¡Qué inteligencia...
ARGUMENTO MEJOR. ¡Qué locura...
ARGUMENTO PEOR. ... en lo que has dicho!
ARGUMENTO MEJOR. ... la tuya, y la de la ciudad que te nutre mientras echas a perder a sus jóvenes!
ARGUMENTO PEOR. No serás tú el que enseñe a éste, siendo como eres de la época de Crono159
ARGUMENTO MEJOR. Sí lo seré, si hay que salvarlo y evitar que se ejercite solamente en charlatanería.
ARGUMENTO PEOR. (A
FIDÍPIDES.) Ven aquí y deja a ése con sus chaladuras.
ARGUMENTO MEJOR. Te arrepentirás si le pones las manos encima.
CORIFEO. Dejad ya de pelear y de insultaros. Haznos tú (Al MEJOR) una demostración de lo que enseñabas a los hombres de antes, y tú (Al PEOR), de la nueva educación, para que éste os oiga exponer vuestras razones contrapuestas, y vaya a la escuela que decida.
ARGUMENTO MEJOR. Eso es lo que quiero hacer.
ARGUMENTO PEOR. También yo quiero. CORIFEO. Pues hala, ¿cuál de los dos hablará primero?
ARGUMENTO PEOR. Le cedo el privilegio a ése. Luego yo,
basándome en lo que él diga, lo derribaré con disparos de palabritas y
razonamientos nuevos. Finalmente, a la mínima cosa que diga, aguijoneado por
955 960 965 970 todo el rostro y los ojos por mis sentencias, como por obra de
avispones, a manos de ellas morirá.
CORO. Ahora estos dos que confían en el súper ingenio de sus argumentos, de sus pensamientos, y de sus ideas acuñadoras de sentencias, nos harán ver cuál de ellos resultará ser el mejor 160. Está totalmente en juego la sabiduría, sobre la cual para mis amigos se presenta ahora el debate decisivo.
CORIFEO. (Al ARGUMENTO MEJOR.) Tú que a los hombres de antes coronaste copiosamente con buenas costumbres, lanza esa voz tuya en la que te complaces y explica tu naturaleza.
ARGUMENTO MEJOR. Voy a exponer cómo era la antigua educación, cuando yo florecía con la justicia por delante, y el buen comportamiento era la práctica habitual. En primer lugar era de rigor que no se oyera ninguna voz de niño, ni siquiera un murmullo. Después, los muchachos del mismo barrio, para ir a casa del citarista, tenían que andar por las calles en grupo y con orden, y sin capa161 aunque cayeran copos de nieve como avena a medio moler. Éste, por su parte, les enseñaba a aprender de memoria una canción (cuidando de que no juntaran los muslos), una canción como «Palas, terrible destructora de ciudades»162,o «Un grito que a lo lejos resuena», cantándola en el modo163 que sus padres transmitieron. Y si alguno de ellos hacía el payaso o realizaba alguna inflexión de voz como las que hacen los de ahora, esas florituras al estilo de Frinis164, lo molían a palos
ARGUMENTO PEOR. Antiguallas con olor a Dipolias, llenas de cigarras, de Cedides y de Bufonias 169.
ARGUMENTO MEJOR. Pero ésos son los procedimientos con los que mi educación formó a los hombres que lucharon en Maratón 170. En cambio, tú a los de ahora les
enseñas a envolverse en la capa desde jovencitos, así que
hacéis que yo me ahogue de rabia cuando, al llegar la ocasión de que bailen en
las Panateneas, uno pone el escudo delante de su jamón
171, sin preocuparse de la Tritogenia 172. Por eso tú,
muchacho, escógeme sin miedo a mí, el Argumento Mejor, y serás versado en
odiar la plaza pública, en aborrecer los baños públicos, en avergonzarte de lo
vergonzoso, en irritarte si alguien se burla de ti, en levantarte del asiento
si se acercan tus mayores, en no portarte mal con tus propios padres ni hacer
ninguna otra
1000 1000 1005 1010 1015 1020 cosa reprobable que pueda [deshonrar] 173 la
estatua del Honor; y en no abalanzarte a casa de una bailarina, no vaya a ser
que cuando te quedes pasmado ante cosas así, te dé con una manzana
174 una putilla y veas tu buena fama hecha pedazos, y en no contradecir
a tu padre en nada ni, llamándole Jápeto 175, echarle
en cara sus años, esos años en los que tú fuiste criado como un pajarillo.
ARGUMENTO PEOR. Si le haces caso en eso, muchacho, por Dioniso que te parecerás a los hijos de Hipócrates 176, y te llamarán papamoscas 177.
ARGUMENTO MEJOR. Así, con aspecto lozano y floreciente,
emplearás el tiempo en ejercicios gimnásticos, y no charlando en la plaza
pública de temas extravagantes y punzantes, como hacen los de ahora, ni
viéndote arrastrado a juicio por un-maldito-asunto-vicioso-y-controvertido;
por el contrario, bajarás a la Academia178 y, bajo los olivos sagrados,
echarás a correr, coronado de caña verde, con un buen colega de tu misma edad,
y olerás a tejo 179, a despreocupación, y al álamo blanco, de hoja caduca,
disfrutando en la estación primaveral, cuando el plátano 180 susurra al olmo.
Si haces esas cosas que te digo y dedicas tu atención a ellas, tendrás siempre
el pecho lustroso, la piel brillante, los hombros grandes, la lengua corta, el
culo grande, el cipote pequeño. En cambio, si practicas las mismas cosas que
los de ahora, en primer lugar tendrás la piel pálida, los hombros pequeños, el
pecho estrecho, la lengua larga, el culo pequeño, el jamón 181 grande y la
propuesta de decreto larga 182; y él te convencerá (Señala a PEOR) de que
consideres honesto todo lo que es ruin, y ruin lo que es
1025 1030 1035 1040 1045 honesto, y además de eso te contagiará el tomar por
culo183 de Antímaco184
CORO. ¡Tú, que la excelsa sabiduría muy renombrada cultivas, cuán dulcemente en tus palabras se encuentra la flor de la virtud! Dichosos en verdad eran, desde luego, los que vivían entonces, en tiempo de los antepasados. (Al ARGUMENTO PEOR.) Frente a esto, tú, que posees una refinada inspiración, preciso es que digas algo novedoso, pues el hombre se ha ganado el aplauso.
CORIFEO. Hábiles planes parece que necesitas contra él, si es que has de aventajar al hombre y no hacerte acreedor de la burla.
ARGUMENTO PEOR. Desde hace rato me
ahogaba yo en mis adentros de ganas de desbaratar todo eso con sentencias
contrapuestas. Pues entre los hombres que discurren yo, precisamente por esto,
recibí el nombre de Argumento Peor, porque fui el primerísimo al que se le
ocurrió contradecir las costumbres establecidas y los litigios justos. (A
FIDÍPIDES.) Y eso vale más que diez mil estáteres 185: que escoja los
argumentos peores y que, encima, salga vencedor. Fíjate en cómo voy a refutar
la educación de la que él es seguidor: éste dice en primer lugar que no te
dejará bañarte en agua caliente. (Al ARGUMENTO MEJOR.) A ver, ¿con qué
fundamento censuras los baños calientes?
1050 1055 1060 1065
185. El estáter equivale a 2 dracmas o 12 óbolos. Recuérdese que 3 óbolos era el salario diario por asistir a la Asamblea.
ARGUMENTO MEJOR. Con el de que son algo muy propio de cobardes, y vuelven apocado al hombre.
ARGUMENTO PEOR. Alto ahí, pues ya te tengo cogido por la cintura con una llave de la que no te puedes escapar. Así que, dime, de los hijos de Zeus, ¿qué hombre consideras que es el de espíritu más intrépido, di, y el que ha llevado a cabo los mayores trabajos?
ARGUMENTO MEJOR. Yo, a ningún hombre tengo por mejor que a Heracles. ARGUMENTO PEOR. Bueno, pues, ¿dónde has visto que alguna vez los «baños Heracleos»186 sean fríos? Y, a ver, ¿quién fue más viril que él?
ARGUMENTO MEJOR. Ésos, ésos son los asuntos en los que siempre los jóvenes están todo el día gastando palabras, y que hacen que estén llenos los baños públicos y vacías las palestras.
ARGUMENTO PEOR. Después, condenas que pasen el tiempo en el Ágora; yo, sin embargo, lo elogio. Pues si fuera algo nocivo, jamás Homero habría pintado a Néstor como «agoreta»187, ni a los sabios todos. Desde ahí paso ahora a la lengua, que éste dice que los jóvenes no tienen que ejercitarla; en cambio, yo digo que sí. Y dice también que hay que ser buena persona. ¡Dos males grandísimos! Pues ¿a quién has visto tú que por ser buena persona le haya sucedido en alguna ocasión algo de provecho? Dilo, y llévame la contraria con mencionarlo. 186. Se llamaban «baños Heracleos» a los manantiales calientes o burgas, que se consideraban regalo de Atenea (o Hefesto) a Heracles; en las Termópilas había manantiales de este tipo. 187. En la época de los poemas homéricos, el Ágora era la asamblea. Más tarde pasa a designar la plaza pública y el mercado que tenía lugar en ella. El argumento es, pues, especioso. ARGUMENTO MEJOR. A mucha gente. Peleo, por ejemplo, consiguió su cuchillo por ese motivo188.
ARGUMENTO PEOR. ¿Un cuchillo? ¡Qué ganancia tan especial consiguió el tío! Hipérbolo 189, en cambio, el del negocio de lámparas, ha conseguido muchísimos talentos por su falta de honradez, pero un cuchillo no, ¡por Zeus!, un cuchillo, no.
ARGUMENTO MEJOR. Además, Peleo se casó con Tetis por ser
buena persona 190.
1070 1075 1080 1085
ARGUMENTO PEOR. Y después ella lo abandonó y se marchó, pues él no era ardiente 191, y no resultaba atractivo para pasar en su compañía la noche entera entre las ropas de la cama: a la mujer le gusta que la traten con lascivia. Tú eres tan carcamal como Crono. Así que, tú, muchacho, mira todas las cosas que implica el ser buena persona, y de cuántos placeres vas a verte privado: jovenzuelos, mujeres, juego 192, manjares, bebidas, carcajadas. Y, ¿de qué te vale vivir si te ves privado de estas cosas? Bien, de aquí voy a pasar a las necesidades imperiosas de la naturaleza. Tuviste un desliz, te enamoraste, te liaste con una casada, y después te pillaron: estás perdido 193, pues no eres capaz de discursear. En cambio, si frecuentas mi trato, da rienda suelta a tu naturaleza, salta, ríete, no tengas nada por vergonzoso; pues si tienes la mala suerte de que te cojan en adulterio, responderás al marido así: que no has cometido nada malo. Después, echa la culpa a Zeus: que incluso aquél se deja vencer por el amor y las mujeres, y que tú, siendo mortal, ¿cómo podrías ser más fuerte que un dios?
ARGUMENTO MEJOR. Y, ¿qué tal si por hacerte caso le meten un rábano por el culo y lo afeitan con la ceniza? 194. ¿Podrá argumentar algún razonamiento para evitar que lo manden a tomar por culo? 195
ARGUMENTO PEOR. Y en caso de que sea de los que toman por
culo, ¿qué de malo le va a pasar?
1090 1095 1100 1105 1110
ARGUMENTO MEJOR. Pues, ¿qué mal peor que ése le podría llegar a pasar?
ARGUMENTO PEOR. Bien, ¿qué dirás si resultas vencido por mí en ese punto?
ARGUMENTO MEJOR. Me callaré, ¿qué otra cosa, si no?
ARGUMENTO PEOR. Pues a ver, dime: los abogados`, ¿de qué grupo son?
ARGUMENTO MEJOR. De los que toman por culo.
ARGUMENTO PEOR. De acuerdo. A ver, y los trágicos, ¿de qué grupo son?
ARGUMENTO MEJOR. De los que toman por culo.
ARGUMENTO PEOR. Bien dicho. Y los políticos, ¿de qué grupo son?
ARGUMENTO MEJOR. De los que toman por culo.
ARGUMENTO PEOR. Luego, ¿te das cuenta de que lo que dices no vale nada? Además, de los espectadores mira a ver qué grupo es el más numeroso.
ARGUMENTO MEJOR. Ya estoy mirando.
ARGUMENTO PEOR. Bueno, ¿qué ves?
ARGUMENTO MEJOR. El más numeroso, con mucho, ¡por los dioses!, es el de los que toman por culo. Ése por lo menos sé que lo es, y aquél, y ese melenudo de ahí (Señalando).
ARGUMENTO PEOR. Bueno, ¿qué dices ahora?
ARGUMENTO MEJOR. Nos damos por vencidos. Eh, jodidos, coged mi capa, por los dioses, que me paso a vosotros. (Arroja la capa y entra en el caviladero.)
ARGUMENTO PEOR. (A ESTREPSÍADES.). Qué, ¿quieres coger a
este hijo tuyo y llevártelo, o te le enseño a discursear?
ESTREPSÍADES. Enséñale y castígalo, y recuerda que tienes que dotármelo de una
lengua bien afilada que por un lado sirva para pleitecillos; el otro lado de
su mandíbula afílalo para asuntos de más envergadura.
ARGUMENTO PEOR. Descuida, te lo devolveré hecho un hábil
sofista. 196. Se trata de abogados del Estado. Más adelante, con «trágicos»
puede referirse a autores o actores. Los «políticos» son los «oradores
públicos».
FIDÍPIDES. (Aparte.) Más bien pálido, creo yo, y hecho un
1115 1120 1125 1130 1135 1140 1145 desgraciado.
CORO. (A FIDÍPIDES y ARGUMENTO PEOR, que van al caviladero.)
Andad ya. (A
ESTREPSÍADES, que entra en su casa.) Creo yo que te arrepentirás de eso.
CORIFEO. (Al público.) Queremos proclamar las ventajas que los jueces
obtendrán en caso de que favorezcan a este coro, como es de justicia. Pues en
primer lugar si queréis labrar a su tiempo los campos en barbecho, lloveremos
primero para vosotros, y para los demás después. Además cuidaremos la cosecha
y las viñas, de manera que ni la sequía ni la lluvia excesiva las sofoquen.
Pero si alguien, siendo mortal, a nosotras, que somos diosas, nos ultraja, que
preste atención a qué males sufrirá de nuestra parte: no recogerá vino ni
ninguna otra cosa de su tierra. Pues cuando los olivos y las viñas despunten,
los brotes serán cortados de cuajo: con tales disparos de honda los
golpearemos. Y si lo vemos haciendo ladrillos, lleveremos y destrozaremos las
tejas de su tejado con granizos redondos. Y si se casa él, o uno de sus
parientes o amigos, lloveremos toda la noche, así que quizá deseará
encontrarse incluso en Egipto197 más que haber sido mal juez. (
ESTREPSÍADES sale de su casa.)
ESTREPSÍADES. Quinto, cuarto, tercero, detrás de ése el segundo, después, el
que yo temo más que todos los días, el que me hace temblar y me pone enfermo,
justo detrás de ése viene el día-viejo-y-nuevo 198. Pues todos aquellos con
los que estoy en deuda juran que depositarán la cantidad consignada199, y
después me aniquilarán y me destruirán, y aunque yo pido cosas justas y
moderadas, como «tío, esta parte no te la lleves ahora, esta otra aplázamela,
esta otra perdónamela», ellos afirman que así nunca recobrarán su dinero, me
reprochan que soy injusto, y dicen que pleitearán conmigo. Pues ahora, que
pleiteen: poco me importa, si
FIDÍPIDES ha aprendido a discursear bien. Pronto lo sabré si llamo a la puerta
del caviladero. (Golpea la puerta.) ¡Chico! -digo-, ¡chico, chico! 197. Como
lugar remoto y desagradable. 198. Después del día vigésimo primero del mes, se
contaba hacia atrás: noveno, octavo... El último día se llamaba «día viejo y
nuevo» en relación a la luna; si el mes fuera exactamente lunar, en su último
día ésta no se vería. Más adelante
FIDÍPIDES expone sus «teorías» sobre el «día viejo y nuevo». 199. El
demandante hace una denuncia ante el magistrado estando presente la parte
contraria, que ha sido citada. Para que el magistrado instruya el caso, es
necesario depositar la cantidad
1150 1155 1160 1165 consignada de antemano, tanto por parte del demandante
como por parte del demandado. El que pierda el proceso, perderá también el
depósito. En el momento de comparecer tras la citación, el demandado puede
llegar a un acuerdo con el demandante y evitar así el proceso.
SÓCRATES. (A la puerta.) Saludo a
ESTREPSÍADES.
ESTREPSÍADES. También yo a ti. Pero primero toma esto. (Le da dinero.) Pues de
alguna manera hay que presentar los respetos al maestro. Y mi hijo, dime si ha
aprendido aquel Argumento que hace un momento trajiste a escena.
SÓCRATES. Lo ha aprendido.
ESTREPSÍADES. ¡Fraudulencia todopoderosa, qué bien!
SÓCRATES. Así que podrás salir victorioso de cualquier
pleito que quieras.
ESTREPSÍADES. ¿Aunque hubiera testigos presentes cuando recibí el préstamo?
SÓCRATES. Mucho más todavía: aunque sean mil los que estén presentes.
ESTREPSÍADES. Gritaré entonces en voz alta mi grito 200: ¡Ah! llorad,
prestamistas, vosotros, el capital y los intereses de los intereses. Pues ya
nada malo podréis hacerme; tal es el hijo criado para mí en estas moradas,
brillando con lengua de doble filo; baluarte mío, salvador de mi casa,
perjuicio de mis enemigos, que las grandes desdichas paternas hace
desaparecer; corre y llámalo para que desde dentro venga a mí. (Entra SÓCRATES
en el caviladero.) 200. Esta monodia del protagonista es parodia de tragedia.
¡Hijo, muchacho, sal de la casa; escucha a tu padre! (Sale SÓCRATES con
FIDÍPIDES.)
SÓCRATES. Aquí lo tienes.
ESTREPSÍADES. ¡Querido, querido!
SÓCRATES. Márchate con él. (SÓCRATES entra en el caviladero.)
1170 1175 1180 1185 1190 1195 1200
ESTREPSÍADES. ¡Oh, oh, hijo! ¡Huy, huy! Qué contento estoy antes de nada de
ver el color de tu piel201. Ahora no hay más que verte para saber que eres de
los que niega y contradice, y sobre tu rostro florece realmente eso tan
nuestro, el «¿qué quieres decir tú?», y el parecer que se sufre injusticia
cuando se comete, incluso de las gordas, lo sé bien. Ahora trata de salvarme,
ya que eres tú el que me perdió.
FIDÍPIDES. Y ¿qué es lo que temes?
ESTREPSÍADES. El día-viejo-y-nuevo. 201. Pálido.
FIDÍPIDES. Así que ¿existe un día viejo y nuevo?
ESTREPSÍADES. Sí, ese en el que dicen que depositarán la cantidad consignada
contra mí.
FIDÍPIDES. Entonces los que la depositen la perderán, pues no es posible que
un día se convierta en dos días.
ESTREPSÍADES. ¿No se puede convertir?
FIDÍPIDES ¿Pues cómo iba a poder? A menos que la misma mujer fuera a la vez
una anciana y una joven.
ESTREPSÍADES. Sin embargo, eso es lo acostumbrado.
FIDÍPIDES. Porque no saben bien, creo yo, lo que la ley quiere decir.
ESTREPSÍADES. Y ¿qué quiere decir?
FIDÍPIDES. El antiguo Solón era por naturaleza amigo del pueblo.
ESTREPSÍADES. Eso por ahora no tiene nada que ver con el día viejo-y-nuevo.
FIDÍPIDES. Así que aquél situó la citación en dos días, o el día viejo y el
día nuevo, para que los depósitos se hicieran en la luna nueva.
ESTREPSÍADES. ¿Para qué añadió el día viejo?
FIDÍPIDES. Amigo mío, para que los demandados comparezcan un día antes y así
se lo quiten de encima de antemano y voluntariamente, y en caso de que no,
para que el día de la luna nueva por la mañana estén un poco intranquilos 202
ESTREPSÍADES. ¿Cómo es que los magistrados no aceptan entonces los depósitos
de la cantidad consignada el día de la luna nueva, sino el día-viejo-y-nuevo?
FIDÍPIDES. Es que me parece que les pasa lo mismo que a los catadores203: para
malversar lo más rápidamente posible los depósitos, para eso los cobraban un
día antes.
1205 1210 1215 1220 1225 202. El demandado tenía que entregar ya su depósito y
se instruía el caso. Véase la nota 199, final. 203. Encargados de dar el visto
bueno a los manjares en la víspera de la fiesta de las Apaturias, función de
la que algunos se aprovechaban para «probar» lo mejor de la comida.
ESTREPSÍADES. Muy bien. (Al público.) Desgraciados, ¿qué hacéis ahí sentados
como idiotas, para provecho de nosotros los inteligentes? ¡Vosotros sois
solamente piedras, números, un estúpido rebaño de ovejas, y un montón de
ánforas! Para mí mismo y para mi hijo aquí presente, tengo que cantar un canto
de alabanza por nuestra buena suerte. «Afortunado
ESTREPSÍADES, ¡qué inteligente has nacido, y qué hijo estás criando!», me
dirán mis amigos y mis vecinos con envidia, cuando tú ganes los pleitos por tu
oratoria. Pero primero quiero llevarte dentro y festejarte. (Entran ambos en
la casa. Llega un acreedor con un testigo.)
ACREEDOR 1.º (Al testigo.) Además, ¿tiene un hombre que
dejar que se pierda algo de lo que es suyo? Nunca; mejor hubiera sido no
ruborizarse precisamente entonces 204, en vez de tener problemas: la cuestión
es que ahora mismo te estoy arrastrando aquí para servirme de testigo por un
dinero que es mío, y además de eso me haré enemigo de un vecino mío. Pero
nunca mientras viva he de avergonzar a mi patria205, sino que, por el
contrario, voy a citar a
ESTREPSÍADES... 204. No ruborizarse al negar el préstamo. 205. Es decir, tiene
que mantener la fama de pleiteante de Atenas.
ESTREPSÍADES. (Saliendo de su casa.) ¿Quién anda ahí?
ACREEDOR 1.º ... para el día-viejo-y-nuevo.
ESTREPSÍADES. (Al público.) Te tomo por testigo de que ha dicho para dos días
diferentes. (Al acreedor.) ¿Por qué motivo?
ACREEDOR 1.º Por las doce minas que recibiste para comprar
el caballo gris moteado.
ESTREPSÍADES. El caballo. ¿No habéis oído? ¡Yo, que
1230 1235 1240 1245 1250 todos vosotros sabéis que odio lo que tiene que ver
con los caballos! ACREEDOR 1.º ¡Por Zeus!, y además juraste por los dioses que
ibas a pagármelas.
ESTREPSÍADES. No, ¡por Zeus!, es que entonces mi
FIDÍPIDES aún no había aprendido el argumento invencible.
ACREEDOR 1.º ¿Y ahora por esa razón pretendes hacer un
protesto?
ESTREPSÍADES. ¿De qué otra manera sacaría yo provecho de lo que él aprendió?
ACREEDOR 1.º ¿Y estás dispuesto a hacer el protesto jurando por los dioses
allí donde yo te lo indiqué?206
ESTREPSÍADES. ¿Por qué dioses?
ACREEDOR 1.º Por Zeus, por Hermes, por Posidón.
ESTREPSÍADES. ¡Sí, por Zeus! Y yo incluso pagaría un trióbolo por poder jurar.
ACREEDOR 1.º ¡Ojalá revientes por tu descaro!
ESTREPSÍADES. (Palpando el vientre de su oponente.) Frotado con sal podría
servir éste207. ACREEDOR 1.º ¡Ay, ay, cómo te burlas!
ESTREPSÍADES. Le cabrán seis congios208. 206. El agraviado puede elegir el
lugar donde quiere tomar el juramento. 207. Como odre. 208. El congio (choá)
equivale a 3,2 litros. ACREEDOR 1.º ¡Por el gran Zeus y los dioses, no
escaparás de mí impunemente!
ESTREPSÍADES. Me ha hecho muchísima gracia eso de «dioses»; además, jurar por
Zeus es ridículo para los que tienen dos dedos de frente.
ACREEDOR 1.º Te aseguro que tú con el tiempo rendirás
cuenta de esto. Pero respóndeme si me pagarás el dinero o no, y déjame ir.
ESTREPSÍADES. Quédate quieto, que yo en seguida te daré una respuesta clara.
(Entra en su casa.)
ACREEDOR 1.º (Al testigo.) ¿Qué te parece que va a hacer?
¿Te parece que me pagará?
ESTREPSÍADES. (Sale de la casa con una artesa.) ¿Dónde está ese que me reclama
el dinero? Di, ¿cómo se llama esto?
ACREEDOR 1.º ¿Que cómo se llama? La amasadero.
ESTREPSÍADES. ¿Y tú reclamas el dinero, siendo así? No pagaría yo ni un óbolo
a nadie que llamara la «amasadero» a la «amasadera»209
1255 1260 1265 1270 1275 ACREEDOR 1.º ¿Que no vas a pagarme?
ESTREPSÍADES. No, que yo sepa. Así que ¿no vas acabar de irte a escape de mi
puerta?
ACREEDOR 1.º Me voy a ir, y después, para que te enteres,
voy a depositar la cantidad consignada y si no ¡que me muera! (Salen
EL ACREEDOR 1.º y su testigo.)
ESTREPSÍADES. Pues perderás eso además de las doce minas, y no quiero que te
pase eso sólo porque le llamaste como un tonto «la amasadero». (Llega un 2.º
ACREEDOR.) ACREEDOR 2.' ¡Ay, ay de mí!
ESTREPSÍADES. ¡Anda! ¿Quién es ese que se lamenta? ¿No será una de las
divinidades de Carcino la que hablaba?210 209. Cf. vv. 670 y ss. 210. Carcino
era un poeta trágico contemporáneo de Aristófanes. Parece que en alguna de sus
piezas aparecía un dios lamentándose.
ACREEDOR 2.º ¿Que quién soy yo?, ¿por qué queréis saberlo?
Un hombre desdichado.
ESTREPSÍADES. ¡Vuélvete por tus pasos!
ACREEDOR 2.º «¡Oh divinidad cruel, oh fortuna que rompiste
las ruedas de mi carro! ¡Oh Palas, cómo me has destruido!»211
ESTREPSÍADES. Pues, ¿qué mal te ha hecho Tlempólemo?
ACREEDOR 2.º No te burles de mí, amigo; por el contrario,
dile a tu hijo que me pague el dinero que recibió, sobre todo porque estoy en
mala situación.
ESTREPSÍADES. ¿Qué dinero es ése?
ACREEDOR 2.º El que tomó prestado.
ESTREPSÍADES. Sí que estás hecho polvo, me parece a mí.
ACREEDOR 2.º Sí, por los dioses, estaba guiando el carro y
me caí.
ESTREPSÍADES. Entonces, ¿por qué dices tonterías como si te hubieras caído de
un burro? ACREEDOR 2.º ¿Tonterías digo, si quiero recuperar mi dinero?
ESTREPSÍADES. No hay posibilidad de que estés sano otra vez.
ACREEDOR 2.º ¿Eso, por qué?
ESTREPSÍADES. Me parece que tu cerebro ha sufrido algo así como una sacudida.
ACREEDOR 2.º Y a mí me parece que tú, por Hermes, vas a ser citado a juicio
por mí, si no pagas el dinero.
1280 1285 1290 1295 1300
ESTREPSfADES. Bueno, dime: ¿crees que Zeus llueve cada vez agua nueva, o que el sol arrastra desde abajo esa misma agua nuevamente?
ACREEDOR 2.º No sé cuál de las dos cosas es, ni me importa.
211. Estas palabras pertenecen a la tragedia Licimnio de Jenocles, hijo de
Carcino. En ella, Alcmena, madre de Heracles, se lamentaba de que el hijo de
Heracles, Tlempólemo, había matado a Licimnio, medio hermano de ella.
ESTREPSÍADES. Anda, ¿y cómo va a ser justo que tú recuperes el dinero, si no
sabes nada de meteorología?
ACREEDOR 2.º Bueno, si no tienes dinero suficiente, al
menos págame el interés.
ESTREPSÍADES. Ése, el interés, ¿qué animal es?
ACREEDOR 2.º ¿Qué otra cosa va a ser sino que cada mes y
cada día el dinero se hace siempre más y más, al pasar el tiempo?
ESTREPSÍADES. Bien dicho. Pues a ver: ¿crees que el mar es mayor ahora que
antes?
ACREEDOR 2.º No, por Zeus, es igual. Pues no es apropiado
que sea mayor.
ESTREPSÍADES. Entonces, desgraciado, ¿cómo es que éste no se hace mayor con
los ríos que afluyen a él, y tú sin embargo tratas de hacer tu dinero más
grande? ¿No te expulsarás a ti mismo de la casa? (A los de la casa.) Tráeme la
aguijada. (Un esclavo la trae.)
ACREEDOR 2.º De esto yo tomo testigos.
ESTREPSÍADES. (Dándole con la aguijada.) ¡Arre!, ¿por qué tardas? ¿No te
mueves, caballo marcado con la «ese»?212.
ACREEDOR 2.º ¿No es esto el colmo del descaro?
ESTREPSÍADES. ¿Te moverás? Voy alanzar sobre tila aguijada y te pincharé en el
culo, caballo lateral215. (El 2.º ACREEDOR se va.) ¿Huyes? Ya sabía yo que te
haría moverte con todas tus ruedas y tus tiros. (
ESTREPSÍADES entra en su casa.)
CORO. ¡Lo que es amar los asuntos ruines! Pues el viejo
este, enamorado de ellos, 212. Véanse vv. 23 y 122. 213. Seiraphóros se llama
el caballo que va en la parte exterior del tronco; tiene que jugar un papel
primordial en las curvas.
1305 1310 1315 1320 1325 1330 1335 quiere retener el dinero que pidió
prestado. Y no es posible que en el día de hoy no le sobrevenga algún problema
que haga a este sofista <apartarse>214 repentinamente de las vilezas que se ha
puesto a cometer. Pues creo que él va a encontrar en seguida lo que hace
tiempo pedía, que su hijo sea hábil para argumentar sentencias contrarias a lo
que es justo, de manera que salga victorioso contra todos los que tengan trato
con él, aunque sus argumentos sean abominables; y quizá, quizá va a desear que
su hijo esté mudo. (
ESTREPSÍADES sale de su casa perseguido por su hijo.)
ESTREPSÍADES. ¡Ay, ay, vecinos, parientes, compañeros de demo. Ayudadme por
favor, que me zurran! ¡Ay, pobre de mí, mi cabeza, mi mejilla! (A
FIDÍPIDES.) ¡Ah, granuja!, ¿le pegas a tu padre?
FIDÍPIDES. Sí, padre.
ESTREPSÍADES. ¿Veis que admite que me está pegando?
FIDÍPIDES. Ciertamente.
ESTREPSÍADES. ¡Granuja, parricida, sinvergüenza!
FIDÍPIDES. Dime otra vez esas mismas cosas y más aún. ¿Sabes que lo paso bien
oyendo tantos insultos?
ESTREPSÍADES. ¡Maricón, que tienes un culo como una tinaja!
214. Traduzco la conjetura de Sommerstein, para el v 1310, apostraphênai.
FIDÍPIDES. Rocíame con muchas rosas de esas.
ESTREPSÍADES. ¿A tu padre le pegas?
FIDÍPIDES. Y además, ¡por Zeus!, demostraré que te he
pegado con todas las de la ley.
ESTREPSÍADES. ¡Sinvergüenza redomado!, ¿cómo va a ser legítimo pegarle a un
padre?
FIDÍPIDES. Yo te lo haré ver, y además, te venceré con mis palabras.
ESTREPSÍADES. ¿Que vas a vencerme en esto?
FIDÍPIDES. De todas todas y con facilidad. Escoge cuál de los dos Argumentos
quieres sostener.
1340 1345 1350 1355 1360 1365 1370
ESTREPSÍADES. ¿Qué dos Argumentos?
FIDÍPIDES. El Mejor o el Peor.
ESTREPSÍADES. Por Zeus, sí que he hecho que te enseñaran bien a argumentar
contra lo justo, amigo, si vas a ser convincente en eso de que es justo y
adecuado que un padre sea golpeado por sus hijos.
FIDÍPIDES. Yo creo que ciertamente te convenceré, tanto que cuando me hayas
oído ni siquiera vas a argumentar nada en contra.
ESTREPSÍADES. Desde luego, lo que vas a decir quiero escucharlo.
CORO. Tu labor, anciano, consiste en discurrir cómo vas a derrotar a este hombre, pues éste, si no confiara en algo, no sería tan insolente: hay algo con lo que él se envalentona. Su arrogancia es bien clara.
CORIFEO. Ya tienes que decirle al coro por qué empezó la
discusión. Lo vas a hacer de todas maneras.
ESTREPSÍADES. Sí que voy a decirte por qué comenzamos a insultarnos. Pues
bien, después de que, como sabéis, hicimos fiesta, primero le dije que cogiera
la lira y cantara una canción de Simónides, «Cómo fue esquilado el carnero»
215. Éste en seguida dijo que estaba anticuado eso de tocar la lira mientras
se bebía como hace una mujer cuando muele cebada tostada.
FIDÍPIDES. ¿Y no tenías que haber sido aporreado y pisoteado justamente
entonces?, ¡decirme que cantara, como si hicieras fiesta para las cigarras!
ESTREPSÍADES. También entonces ahí dentro, murmuraba cosas así como las de
ahora; y de Simónides decía que es un mal poeta. Y yo, aunque a duras penas,
me iba aguantando al principio. Pero más adelante le dije que por lo menos
cogiera una rama de mirto y me recitara algo de Esquilo; y él me dijo en
seguida:
«Pues yo sí que considero a Esquilo el primero entre los poetas, en
estar lleno de ruido y en ser incoherente, grandilocuente y fabricante de
palabras pretenciosas como peñascos». Y ¿cómo creéis que mi corazón palpitaba
entonces? Pero yo, rumiando mi cólera, le decía: «Tú recita entonces algo de
ésos, de los modernos, cualesquiera que sean sus pasajes ingeniosos». Y en
seguida él pronunció una parrafada de Eurípides: cómo un hermano, ¡dios que
nos
1375 1380 1385 1390 1395 1400 libras de males! 216, jodía a una hermana hija
de la misma madre 217, y yo ya no me aguanté más, sino que le llené el saco de
palabras duras y denigrantes. Y claro, después, como es natural, nos
enzarzamos insulto tras insulto. Luego él salta sobre mí y después me estruja,
me despedaza, me estrangula y me tritura.
FIDÍPIDES. ¿Y no estaba bien hecho eso, tú que no elogias a Eurípides, el más
inteligente?
ESTREPSÍADES. ¿El más inteligente aquél?, tú... ¿qué te voy a llamar? No, que
me darán de palos otra vez.
FIDÍPIDES. Sí, por Zeus, y sería con razón.
ESTREPSÍADES. ¿Cómo que con razón? Yo, desvergonzado, que te crié atendiendo a
todo lo que balbuceabas, por saber qué querías. Si decías «aba» 218, yo te
entendía y te daba de beber; si pedías «pa» yo iba a traerte pan; no habías
acabado de decir «caca», cuando yo te había cogido, y te sacaba a la puerta
sosteniéndote. Pero tú ahora cuando me estrangulabas, aunque yo chillaba y
gritaba que quería cagar, no quisiste, ¡maldito!, sacarme fuera, a la puerta,
sino que me ahogaba y me hice caca allí mismo.
CORO. Creo que los corazones de los jóvenes saltan por oír lo que va a decir. Pues si éste, con haber hecho cosas de tal calibre, nos va a convencer con su palabrería, no daríamos por la piel de los viejos ni siquiera un garbanzo.
CORIFEO. (A FIDÍPIDES.) Tu tarea, ¡agitador y removedor de
palabras de nuevo cuño!, consiste en buscar un medio de persuasión, para que
parezca que dices cosas justas.
FIDÍPIDES. ¡Qué agradable es codearse con cuestiones nuevas e ingeniosas y
poder despreciar las costumbres establecidas! Pues yo, cuando dedicaba mi
atención solamente a la hípica, ni siquiera era capaz de decir tres
1405 1410 1415 1420 1425 palabras sin meter la pata. En cambio, ahora, después
de que ése me hizo acabar con esas cosas y he confraternizado con sentencias
sutiles, con argumentos y pensamientos, creo que demostraré que es justo
castigar al padre de uno.
218. En griego, bryn para pedir agua, mammân para pedir comida, y kakkân para «caca»
ESTREPSÍADES. Sigue con tus caballos entonces, ¡por Zeus!, que es mejor para
mí alimentar una cuadriga que verme triturado a fuerza de recibir golpes.
FIDÍPIDES. Volveré al punto de mi discurso en que me interrumpiste, y, en
primer lugar, te voy a preguntar esto: ¿me pegabas cuando era niño?
ESTREPSÍADES. Sí, por ser cariñoso y preocuparme por ti.
FIDÍPIDES. Pues dime, ¿no es justo que también yo sea cariñoso contigo de la
misma manera y te pegue, puesto que en eso consiste ser cariñoso, en pegar?
Pues, ¿cómo es que tu cuerpo tiene que estar libre de golpes y el mío no? Que
también yo soy hombre libre de nacimiento. «Los hijos lloran, ¿crees que el
padre no ha de llorar?» 219. Tú afirmarás que la costumbre es que eso sea cosa
del hijo; pero yo podría contradecirte diciendo que «los viejos son dos veces
niños»; y es más natural que lloren los viejos que los jóvenes, en la medida
en que es menos razonable que ellos cometan faltas.
ESTREPSÍADES. Pero en ninguna parte es de ley que el padre pase por eso.
FIDÍPIDES. ¿Es que no fue un hombre como tú y como yo el primero que puso esa
ley, y persuadía a los antiguos hablando? ¿Y es que yo a mi vez voy a tener
menos posibilidades de poner una nueva ley para los hijos de cara al futuro,
que peguen también ellos a sus padres? Los golpes que recibimos antes de que
estuviera puesta la ley los sacamos de cuenta y les concedemos habernos
zurrado impunemente. Mira los gallos y esos otros bichos, cómo se toman la
revancha de sus padres. ¿Y en qué se diferencian aquéllos de nosotros, si no
es en que no proponen decretos?
219. Remedo del v 691 del Alcestis de
Eurípides: «Tú te regocijas al ver la luz, ¿crees que tu padre no se alegra?»,
pronunciado por Feres ante su hijo Admeto, que le reprocha no dar su vida para
salvarlo.
1430 1435 1440 1445 1450 1455 1460 1465
ESTREPSÍADES. Entonces, ya que imitas en todo a los gallos, ¿por qué no comes
también estiércol y duermes en un palo?
FIDÍPIDES. No es lo mismo, tío, ni se lo parecería a Sócrates.
ESTREPSÍADES. Pues entonces no me pegues; si no, un día tendrás que echarte la
culpa.
FIDÍPIDES. ¿Cómo es eso?
ESTREPSÍADES. Porque es justo que yo te castigue a ti, y que tú, si lo tienes,
castigues a tu hijo.
FIDÍPIDES. Pero en caso de que no lo tenga, en vano habrán sido mis lloros, y
tú te habrás muerto habiéndote burlado de mí.
ESTREPSÍADES. (A los espectadores ancianos.) Hombres de mi edad, a mí me
parece que dice cosas justas. Y me parece también que hay que concederles a
éstos lo que es razonable. Pues es natural que nosotros paguemos si no hacemos
lo que es justo.
FIDÍPIDES. Mira también este otro argumento.
ESTREPSÍADES. No, será mi perdición.
FIDÍPIDES. Quizá no llevarás tan a mal haber pasado lo que has pasado ahora.
ESTREPSÍADES. ¿Cómo es eso? Explícame qué provecho conseguirás que saque yo
aún de eso.
FIDÍPIDES. Pegaré a mi madre igual que a ti.
ESTREPSÍADES. ¿Qué dices, qué dices? Esto otro es una canallada todavía más
grande.
FIDÍPIDES. Pues, ¿qué me dices si con el Argumento Peor te voy a vencer
diciendo que hay que pegar a la madre?
ESTREPSÍADES. ¿Qué otra cosa que, si haces eso, nada va a impedir tirarte al
Barranco220, con Sócrates, a ti y al Argumento Peor?
(Al CORO.) Nubes, esto me ha sucedido por culpa vuestra, por haber puesto en
vuestras manos todos mis asuntos. CORIFEO. Tú eres el único que tienes la
culpa, por haberte dedicado a hacer canalladas.
ESTREPSÍADES. ¿Y por qué no me decías eso entonces, en vez de darle alas a un
hombre paleto y viejo?
CORIFEO. Esto es lo que hacemos siempre, cada vez que nos
topamos con alguien que es aficionado a las canalladas, hasta que lo
precipitamos en la desgracia para que aprenda a temer a los dioses.
ESTREPSÍADES. ¡Ay de mí, Nubes! Es cruel, pero justo, pues no debería haber
birlado lo que pedí prestado. (A FIDÍPIDES.) Así que ahora, querido, ven
conmigo a matar al bastardo de Querefonte y a Sócrates, que nos han
1470 1475 1480 1485 1490 1495 engañado.
FIDÍPIDES. Yo no podría hacerle mal a mis maestros.
ESTREPSÍADES. «Sí, sí; ten respeto a Zeus Paternal» 221.
FIDÍPIDES. Mira: «Zeus Paternal». ¡Qué antiguo eres! ¿Es que existe algún
Zeus?
ESTREPSÍADES. Existe.
FIDÍPIDES. No existe, no, porque reina Torbellino, que ha expulsado a Zeus.
ESTREPSÍADES. No lo ha expulsado, sino que yo creía eso por culpa de esta «turbicopa»
222. (La señala.) ¡Qué imbécil soy, tomarte a ti, una pieza de barro, por un
Dios!
FIDÍPIDES. Anda, desbarra aquí tú solo y sigue con tus disparates. (Entra en
su casa.)
ESTREPSÍADES. ¡Ay de mí, qué chaladura! ¡Qué loco me volví cuando llegué a
rechazar a los dioses por culpa de Sócrates! (A una estatua de Hermes que está
delante de su casa)`. Pero de ningún modo te enfades conmigo ni me hagas
papilla, Hermes querido: más bien ten compasión de mí, que me volví tarumba
por culpa de su charlatanería; y sé mi consejero, sobre si he de perseguirlos
judicialmente incoando un proceso o lo que te parezca. (Hace que escucha a
Hermes.) Bien me aconsejas no dejando que me dedique a picapleitos, sino que a
toda prisa incendie la casa de los charlatanes. (Da voces hacia su casa.) Oye,
oye, Jantias, ven aquí con una escalera y un azadón, y después sube a lo alto
del caviladero y destrózale el tejado, si es que quieres a tu señor, hasta que
les tires la casa encima. (El esclavo sale de la casa con lo indicado y sube
al tejado del caviladero.) Que alguien me traiga una antorcha encendida, que
yo voy a hacerle a alguno de ellos pagármelas todas juntas hoy mismo, por muy
fanfarrones que sean. (Coge la antorcha que le traen y sube también al
tejado.)
DISCÍPULO. (Dentro.) ¡Ay, ay!
ESTREPSÍADES. (Aplica la antorcha.) Antorcha, tu obligación es lanzar una
enorme llamarada.
DISCÍPULO. (Se hace visible.) ¿Qué es lo que haces,
1500 1505 1510 hombre?
ESTREPSÍADES. ¿Que qué hago? ¿Qué voy a hacer sino mantener un diálogo sutil
con las vigas de la casa?
QUEREFONTE. (Por una ventana.) Ay de mí, ¿quién prende fuego a nuestra casa?
223. Hay frecuentes alusiones a la existencia de estatuas alusivas a Hermes en las calles y caminos. Se trataba de un busto en el que eran patentes un falo y un rostro, como símbolo de fecundidad. Señalaban los límites de las tierras y protegían las puertas de las casas.
ESTREPSÍADES. Justamente aquel al que le quitasteis la capa.
QUEREFONTE. (Igual.) Nos matarás, nos matarás.
ESTREPSÍADES. Pues eso es precisamente lo que yo quiero, si el azadón no
traiciona mis esperanzas o si no me caigo yo antes y me desnuco.
SÓCRATES. (Saliendo del caviladero.) Tú, ¿qué es lo que haces, tú, el del tejado?
EsTrtEPSIADES. «Camino por los aires y paso revista al sol» 224
SÓCRATES. ¡Ay, desgraciado, me voy a ahogar, pobre de mí!
QUEREFONTE. (Igual que antes.) Y yo, miserable de mí, voy a
morir achicharrado.
ESTREPSÍADES. (Bajando al suelo, con JANTIAS.) Y ¿por qué razón insultabais a
los dioses y escudriñabais las asentaderas225 de la luna? Persigue, pega,
golpea, por mil cosas, pero sobre todo sabiendo cómo ultrajaban a los dioses.
(QUEREFONTE y los restantes DISCÍPULOS consiguen salir del caviladero y huyen
con SÓCRATES, perseguidos por ESTREPSÍADES y JANTIAS.)
CORIFEO. Encabezad la marcha hacia fuera, que nuestro coro ya ha actuado bastante por hoy.