CLAVE ALFABÉTICA
P A R A L O S D O S P R I M E R O S L I B R O S
APOLO, hijo de Júpiter y Latona, hermano de Diana, padre de las Musas y de muchos
héroes que figuran en este poema. Además de su nombre de Febo, los que desembarcan se le designa bajo diversos títulos, como Patrono de la playa, de (Ecbasio o Ecbaso), Salvador de naves, Dios de los pastores, Médico divino, Flechador,
señor de la aurora, etc.
ARGO, ARGONAUTAS, A R G O S . — La nave que llevó a Jasón se llamó Argo,
del nombre de su constructor Argos. se llamaban Minios, nautas sim-
Otro Argos embarcó en ella más tarde. Sus tripulantes, además de Argonautas, plemente,
legión divina, compañía, cohorte, semidioses, etcétera, etc. Su catálogo y genealogía se encuentran a! principio del libro I, y un poco
más lejos, la historia de la construcción de la nave. BACO Dios de las viñas. A su vuelta de la India fundó en Calicoro las orgías en su honor. BÉBRICES, Bcbricios, libro II. CENTAUROS.—Al final del libro II se narra el nacimiento del Centauro Quirón, mitad hombre y mitad caballo, como los
demás; pero de índole suave y de gran sabiduría. Bebricia.—Rlegión y pueblo de Bitinia. De la muerte de su rey Amico se habla en el
XIV
C L A V E A L F A B ÉT I C A
DÃCTILOS.—Herreros del Monte Ida, en Creta. FRIJO (O Frixo), hijo de Atañíante y
Néíele y hermano de Hele.—Huyó para salvarse de las asechanzas de su madrastra, sobre un carnero de
vellón de oro, regalado por Mercurio. Hele cayó al mar y dio su nombre al Helesponto. Frijo llegó a Cólquide, donde reinaba Etas, y
allí sacrificó el, carnero a Júpiter, colgando de una encina el vellón, cuya conquista forma el argumento del poema. HAYA.—Hemos adoptado esta ortografía para el nombre griego de Aia, capital de Cólquide. JASÓN, hijo de Esón y de Alameda, rey legítimo de Jolcos, que
fué a reclamar del usurpador Pelias. a éste, .para librarse de él, le prometió su reino en cambio del
vellón de oro, dando lugar a la expedición Argonáuti-ca, de que fué Jasón el
héroe principal. Se le designa bajo su nombre patronímico de Esónides, se le llama el ..Minio por excelencia, Caudillo, Jefe, Capitán, Comandante, Patrón... MINERVA, hija de
Júpiter, nació, sin madre, de la cabeza del Rey de los Dioses y de los hombres. Diosa de la
sabiduría, de la guerra, de las artes y las industrias femeniles, prototipo de prudencia y de estrategia, la vemos en este poema dirigiendo la construcción de la nave -Argo, que salva milagrosamente en su mayor peligro, y y A tena. bordando con sus manos el manto de
Jasón. Se le llama también Palas M I N I A S . — E r a hijo de Eolo; y de sus hijas descendían
Jasón y muchos de los Argonautas, de donde les vino el ..nombre de Minios. PATRONÃMICOS.—A menudo se designa a los personajes del poema, no sólo por sus nombres, sino por sus apellidos o patronímicos, como Agníades, Tindárides, Elátida, Agenórides, etc. Se conserva la terminación grie. ga en la traducción; pero no siempre la del dialecto
épico. La acentuación a veces se varía, conforme a las necesidades de la métrica.
C L A V E ALFABÉTICA
XV
SIMPLÉGADES, por otro nombre rocas o islas
Cianeas.—
Eran dos peñascos o islotes que estaban en continuo movimiento, a la entrada del Ponto Euxino, y no dejaban pasar embarcación alguna. El Argo logró pasarlas, y desde entonces quedaron fijas hasta el día. VENUS.—Nacida de la espuma del mar, se llamó por esto Afrodita. Llámase también Ciprina, Citeres o Citerea, por tener en Chipre y en Citera templos donde recibía especial adoración.
LIBRO PRIMERO
SUMARIO DEL LIBRO I
Invocación a Febo y causa de la expedición (octavas i a 4). Elenco y genealogía de los Argonautas (544). Marcha de los
héroes al puerto. Despedida de Jasan, y su madre Alcimeda (45-59). Preparativos para el viaje. Botadura del Argo. Sacrificio a Apolo. Vaticinio de Idmón (60-90). El banquete: insolencia de Idas: himno de Orfeo. Partida (91-112). Viaje a lo largo de la Costa de Tesalia y a la isla de Lemnos (113-121). Trágicos sucesos en la isla y permanencia de los Argonautas (122-177). Despedida de
Jasón e Hipsipilea (178182). Travesía desde Lemnos a la Propóntide, por Samotracia (183-191). Amistosa acogida por los Dolionts (192-200). Combate con los Gigantes (201-206). Partida y regreso a Cízico (207-224). Sacrificio a Rhea en el monte Dindimo (225-239). Llegada a Misia (240-250). Rapto de Hilas por las Ninfas (251-259). Mientras lo buscan
Hércules y Polifemo parte la nave. Arriba Argos al territorio de los Bébrices (260-282). el
LIBRO PRIMERO
i Empezando por ti, Febo divino, Cantaré de los héroes los loores Que a conquistar el
áureo vellocino E n tiempos a estos siglos anteriores Pasaron por la Boca del Euxino De sus móviles rocas vencedores, Y obedientes de Jolcos al Monarca Zarparon en el A r g o , insigne barca.
II A Pelias un oráculo decía: " S e r á contrario a tu ventura el Hado,
Si ingrato pueblo a derribarte Ratificó Jasón la profecía Cuando, tentando en el Anauro vado, Una sandalia, que sacar no pudo Del lodazal, dejó su pie desnudo. envía Noble doncel, con sólo un pie calzado."
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LIBRO
I
III Apenas atraviesa el hondo río Saluda al Rey, y síguelo al convite Que a su padre Neptuno ofrece pío Y otras Deidades; y en que honrar omite Pelias a Juno, con hostil desvío. La s pretensiones de Jasón admite; P e r o fatal navegación le impone Que al mar y a gentes bárbaras lo expone.
IV Del A r g o , de Minerva obra eminente, Cantaron otros vates las grandezas. L o s nombres de los
héroes que la ingente nave llevó, su alcurnia y sus proezas, Su viaje por el mar y continente,
Narraré, con sus riesgos y asperezas. Las Musas, del Parnaso moradoras, De mi canto
serán inspiradoras.
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V Mencionaré primero al gran Orfeo A quien la Musa, de exquisita gracia, Calíope gentil, por Himeneo Unida a Eagro , príncipe de Tracia, Diera a luz en la cumbre del Pimpleo. Cuéntase que la roca más reacia De su voz ablandaba la armonía Y el curso de las aguas detenía.
VI Formadas hoy en ordenada hilera La s verdes hayas que animó su canto, E hizo marchar de Tracia a la ribera Desde Pieria, prueban el encanto Mágico de su cítara hechicera. Por orden de Quirón, el regio manto De los Bistones, a dejar lo incita
Jasón, y su socorro solicita.
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LIBRO
I
VII Sin que nadie lo llame, Astorio llega. E l buen Cometes lo engendró en el llano Que con violentos remolinos Tiene en Piresias casa riega E l caudaloso y rápido Apidano. solariega En la falda del monte- Feleyano, Do Enipo y Apidano sus corrientes Juntan muy lejos de las patrias fuentes.
VIII A unirse a los audaces navegantes Polifemo Elatida, de Larisá Desciende. Entre los Lápidas mucho antes De nuestro siglo anduvo en la indecisa Lucha con los Centauros arrogantes, Y salió vencedor. Aunque hora frisa E n la vejez, con juvenil frescura Y belicoso ardor su faz fulgura.
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IX E n su Filaca Ificlo no se queda Y de Jasón se a g r e g a a la cohorte Su sobrino materno. Es Alcimeda Su hermana, del anciano Esón consorte. E l parentesco renunciar le veda A las expediciones de Mavorte. Admeto, al pie del monte Calcodonio Deja su g r e y y pingüe patrimonio.
X A Erito y a Equión, en las montañas De Alopa, su riqueza no detiene. Son hijos de Mercurio, que mil mañas
L e s enseñó. De sus hermanos viene A emular Etalides las hazañas. Nació de Anfriso en la ribera, y tiene A Epólema por madre. A los mayores Crearon de Antamira los amores.
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LIBRO
I
XI Corono su palacio de Girtona Abandonar no duda ni un instante. Gran fama de valiente lo corona, P e r o es mayor la de su padre amante, E l lápita Ceneo. Cual pregona E l coro de poetas, al gigante De los Centauros el asalto rudo V i v o enterró; pero vencer no pudo.
XII Muy lejos de su gente, a la enemiga Falange persiguiendo, solo avanza. L o envuelve entonces la traidora liga De los Centauros, y sobre
él se lanza. E l en un bosque de álamos se abriga, Y ni una flecha ni un arpón lo a l c a n z a ; P e r o un montón de troncos lo sepulta, Sin que se rinda a la mesnada inculta.
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XIII E l Titaresio Mopso, a quien el arte De adivinar, investigando el vuelo Del ave, enseñó Apolo, a tomar parte Viene en la expedición. E l patrio suelo Y lago azul, por el laurel de Marte Trueca Eridamo. E l hijo del difunto Meneto, A c t o r , también llegó de Opunto.
XIV Con Euritión, el ínclito Eribotas Arriba. Ambos a dos, progenitores Esforzados tuvieron y patriotas. De la prosapia aquél de los Actores Desciende desde edades muy remotas. De Iro el audaz es hijo. No menores Son los blasones que ornan al primero: Su padre es Teleonte, el gran guerrero.
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XV Los acompaña Oíleo, temerario E n su valor, y, cual ninguno activo, Picar la retaguardia al adversario Cuando ya derrotado y fugitivo Se repliega el ejército contrario L e agrada sin dejar un solo vivo. Caneto manda a Cantho desde Eubea. ¡ Infeliz! el Destino lo espolea.
XVI No volverá a aspirar el aura tibia De Cerintho. Con Mopso el agorero, Errante en los desiertos de la Libia,
Exhalará el aliento postrimero. Ni la esperanza su penar alivia De que lo entierren cerca de Falero. Calcis
está de Libia tan distante Como del Sol poniente el Sol levante.
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XVII Juntos vienen después Clutio e Ifito, Ambos a dos de Ecalia son señores, E hijos al par del implacable Eurito Que fué en su vida rey de flechadores. Apolo le donó su arco exquisito; M a s contra El lo vuelve en sus furores, Y de sus rayos, que al mortal consumen, U n o le asesta el irritado Numen.
XVIII De estos héroes en pos, pero no juntos, Los Eácidas van a la marina Expedición, de diferentes puntos. Ambos huyeron rápidos de Egina Apenas de la muerte hubo barruntos De Foro. Telamón en Salamina; Peleo, de su R e y con el auxilio, E n Tesalia fijó su domicilio.
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LIBRO
I
XIX Lleno de ardor de la Cecropia A t e n a s De Talaonte, audaz, el hijo avanza. Butes se llama. A l tuyo, Alcón, ordenas Que parta, aunque en él cifras la esperanza De que mitigue en la vejez tus penas: Pero es Falero la primera lanza, Y la ambición te mueve a que lo mandes A ser el héroe grande entre los grandes.
XX Entre los hijos de Ãtica figura Siempre Teseo como el más preclaro. En el profundo Averno, su aventura Detiénelo, fatal, bajo el T e n a r o ; Con Piritóo en la prisión obscura. Si de
Hércules la fuerza y el amparo L o s grillos de sus pies rompieran antes, ¡Cuánto dieran por
él los nave g a n t e s !
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XXI Tifis Agniades viene de Sifea, Pueblo de Tespia. Su feliz talento E n los astros y el Sol hace que lea De las olas y el aire el movimiento, Y las borrascas de la mar prevea Como los rumbos y el furor del viento. Por orden de Minerva se incorpora A la cohorte, que su ayuda implora.
XXII N o sin razón en su venida influye Minerva misma. La veloce nave Con sus manos finísimas construye. E n el difícil arte, que y a sabe, A A r g o s , progenie de Arestor, instruye Con cuanta perfección en dioses cabe, Y resulta un bajel, como no vemos Sulcar la mar, a impulso de los remos.
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LIBRO
I
XXIII Flías viene veloz de Aretirea, Donde el Asopo nace, que con vides Su padre Baco espléndido hermosea. T a l o , A r e y o y Deódoco, adalides Que a Biantes donó la Neleidea Pero, por quien Melampo el Eolides T a n t o sufrió de Ificles en la cuadra, D e A r g o s arriban a aumentar la escuadra.
XXIV E l magnánimo Alcides no podía Desoír de Jasón el llamamiento. D e la náutica
augusta compañía L e llegó la noticia en el momento E n que de Arcadia al Lirceón volvía Cargando en hombros, con heroico aliento, Desde Erimanto al territorio A r g i v o , A l jabalí de Lampia, atado y vivo.
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XXV Sin desligar sus lazos ni cadenas De las anchas espaldas se lo quita Hércules, en la plaza de Micenas. Sus intenciones que conozca evita Euristeo, el autor de tantas penas, Y al joven Hilas a seguirlo invita, Fiel escudero, que llenar la aljaba Sabe, y cuidar del arco y de la clava.
XXVI Del divino Danao el descendiente,
De Clitón prole, de Naubolo nieto, Nauplio, se a g r e g a a la marina gente. E s biznieto de Lerno, hijo de Preto. P e r o a Neptuno tuvo, amor ardiente A la Danaide Amínoma, sujeto; Y el
más célebre Nauplio vino al mundo,. Piloto y navegante sin segundo.
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LIBRO
I
XXVII Idmón, de los A r g i v o s el postrero, Se ve llegar con paso vacilante. Sabe su suerte; y, hábil agorero, T e m e el desprecio de A r g o s arrogante. A p o l o fué su padre verdadero, N o , como dicen, el mortal Abante. A q u é l lo ennobleció, su arte divino Dándole, de profeta y adivino.
XXVIII La flor de Etolia, la agraciada Leda, A Pólux, luchador, mueve a que parta. Ni a Castor, domador de potros, veda Que los peligros de la mar comparta. L o s dio juntos a luz, en la alameda D e la mansión de Tíndaro, en Esparta, Y a volar a la gloria los convida, Cual conviene de Jove a la querida.
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XXIX Idas el arrogante, de A f a r e o Progenie, deja su ciudad de Arena C o n su hermano, el fortísimo Linceo. La fama de uno y otro el mundo llena; M a s de los ojos de éste el centelleo E s tal, que su mirada, cual barrena, La obscura tierra dicen que perfora Y todo lo penetra, todo explora.
XXX Periclimeno el bélico equipaje
E n la nativa Pilos apareja Primogénito augusto, del linaje De Neleo, Neptuno nunca deja Que ningún
héroe en fuerza le aventaje. Todo peligro de su nieto aleja; C o n espléndidos triunfos lo corona, Y en la guerra le da cuanto ambiciona.
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LIBRO
I
XXXI Cefeo, con su hermano Anfidamante
Sale de Arcadia, cerca de T e g e a . Tienen rica heredad en A f i d a n t e ; Licurgo, el primogénito desea Partir también; mas de su padre amante Y a quebrantada la salud flaquea. Queda cuidando del anciano Aleo Y manda en su lugar a su hijo Anceo.
XXXII ¡Qué bien al bravo mozalbete sienta De oso la piel que, a falta de armadura, Sobre los hombros y cabeza ostenta! Doble segur esgrime con soltura, Mas sin aljaba ni arco se presenta. P o r evitar que parta a la aventura, Sus ricas armas le escondió el abuelo. ¡ De nada le sirvió su tierno anhelo!
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XXXIII A A u g í a s , rey de Elea, a quien la fama Hijo del Sol riquísimo pregona, De conocer a Cólquide le inflama El ansia, y al que ciñe su corona Etas, que al Sol también su padre llama. Desde Pelene, que en la Acaica zona Fundó su abuelo, en alto promontorio, Tras él arriban Anfión y Astorio.
XXXIV Europa, la de Ticio, de Neptuno U n hijo tuvo, el andarín E u f e m o ; De agilidad que no igualó ninguno, En mar y tierra corredor supremo. Sobre el agua no halló peligro alguno, Humedeciendo apenas el extremo De su sandalia y pie. Desde Tenaro, Viene a alistarse el semidiós preclaro.
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XXXV Dos hijos más del mismo dios marino Se agregan a la náutica cohorte. En la ilustre Mileto vive E r g i n o ; El otro, en Samos, isla a la consorte Consagrada de Júpiter divino: Su nombre Anceo, de arrogante porte. Ambos a dos peritos en navales Asuntos y en la guerra son rivales.
XXXVI De Calidona, su natal montaña V a Meleagro, con marcial a r r e o : Su tío Laocoonte lo acompaña. Este es hermano de su padre Éneo, Y no uterino, mas de sierva
extraña. De edad mayor, de cuerpo giganteo. Por preceptor, en juegos como 'en lides, L o dio el anciano al juvenil Enides.
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XXXVII Muy tierno a la celeste compañía L o agrega, de los héroes al servicio. Si un año lo tuviera todavía De lancero aprendiendo el ejercicio Y la táctica audaz de infantería, Entre los argonautas, a mi juicio, A Hércules exceptuando únicamente, No hubiera semidiós más eminente:
XXXVIII P o r seguirlos, Ificlo el Calidonio Deja las playas áridas paternas. De Oleno viene el fiero Palemonio Que, aunque la gente lo apellida Lernas, Es hijo de Vulcano. Testimonio Dan de su origen sus endebles piernas; Pero es su cuerpo de vigor portento, Y
Jasón incorpóralo al momento.
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LIBRO
I
XXXIX Gran gloria le dará. No menos fama De Ifito, el hijo de Naubolo, espera, Que, por su abuelo, Ornítides se llama. En Focis, del Parnaso en la ladera, Su hospitalaria casa y regia cama Honró Jasón, cuando por vez primera De Delfos el oráculo divino Consultó sobre el áureo vellocino.
XL Zetas y Calaín, de los amores, Frutos los dos, de Bóreas, rey del viento, Y Oritia, se presentan seductores. E r a la ninfa de beldad portento, Y envuelta en nubarrones voladores
La arrebató al Iliso amarillento, Y de la áspera Tracia una caverna F o r m ó la nupcial cámara materna.
ELENCO
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XLI De Sarpedón en lo alto del saliente Promontorio, en prolifico himeneo Su dulce vida deslizarse siente Lejos de Atenas, la hija de Erecteo. La arrulla del Ergino la corriente, Y colma su ambición y su deseo El ver que van creciendo sus infantes A dioses, no a mortales, semejantes.
XLII Llegan volando. A guisa de acicate Con cadenilla de oro atadas lleva Dos alas cada pie, que airoso bate Cuando del suelo el semidiós se eleva. Sin yelmo, ni cordón que al cuello la ate Cabellera, que el Sol tiñe y renueva, Sobre la espalda su color de cielo Luce, agitada por el raudo vuelo.
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LIBRO
I
XLIII Ni aun a Acasto, de Pelias poderoso Hijo valiente, el pundonor concede Permanecer en su mansión ocioso. Minerva consentir tampoco puede Que A r g o s , su alumno, constructor famoso, A otros embarque y él en tierra quede. U n o tras otro con Jasón se alista Corriendo del vellón a la conquista.
XLIV Tales son los divinos campeones Que con Jasón emprenderán el viaje. Casi todos los
ínclitos varones De Minias pertenecen al linaje, Y el pueblo, sin sutiles distinciones Minios a todos llama en su lenguaje. De Climena, hija de
él, nació A l c i m e d a ; De ésta, Jasón, como narrado queda.
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XLV Cuando acabó de aparejar la nave Con cuanto exige viaje tan incierto La diligente chusma, el aura suave Mueve a los héroes a dejar el puerto. D e Jolcos la Ciudad, con aire grave, L o s ve cruzar el adalid experto. Y marchan a do el A r g o está amarrada De P a g a s a Magnesia en la ensenada. ,
XLVI Pónese la falange en movimiento, E inmensa multitud sigue sus huellas. M a s como en el obscuro firmamento Entre las nubes lucen las estrellas, Así, ¡oh
legión!, de majestad portento Y de hermosura celestial, descuellas Entre la turba de hombres que te admira Y que al verte partir dice con i r a :
Zi
LIBRO
I
XLVII "i Júpiter inmortal! ¿Qué nueva trama En esta expedición Pelias esconde? De toda Grecia a tantos héroes llama, Y los impele, sin saber adonde, Ni por qué llevan incendiaria flama A Etas, si a su exigencia no responde Complaciente entregando el vellocino. ¡Guárdalos en el áspero c a m i n o ! "
XLVIII La cohorte al mirar, los ciudadanos Manifiestan así sus pareceres. Alzan al cielo lánguidas las manos Suplicando a los Dioses las mujeres, Que, ornados de laurel, salvos y sanos, Regresen del hogar a los placeres L o s nautas con
Jasón. A s í se expresa Una, del llanto más acerbo presa:
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XLIX "Alcimeda infeliz: la desventura A ti también, que fuiste tan dichosa, A herirte viene, y a en edad madura. P e r o es mayor la que tenaz acosa A Esón. M á s la valiera que su obscura Tumba cerrara funeraria losa Y en ella, envuelto en sábanas y vendas, Dormir, sin ver tan hórridas contiendas.
L "¿ Por qué, cuando en el mar perdió la vida La virgen Hele, del profundo abismo Una ola no surgió, que enfurecida Sepultara en el ponto a Frijo mismo Con carnero y
vellón? ¿ A qué homicida Numen se debe el hondo cataclismo En que, dando al carnero humano acento, De Alcimeda infeliz causa el t o r m e n t o ? "
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LIBRO
I
LI Tales son de la calle los rumores. De Esón en la morada se congrega De doncellas y fieles servidores Gran multitud, a quien' el llanto ciega. Desgarran de Alcimeda los clamores Cuando Jasón a despedirse llega. Con la sábana Esón, que en cama y a c e , Cubre su faz, y en llanto se deshace.
LII Mitigar sus gemidos lastimeros E infundirles valor Jasón procura. Manda luego a sus fieles escuderos Que le quiten el yelmo y la armadura. Broches y cintas de dorados cueros a desatar cada uno se apresura ; Y apenas cae la fúlgida coraza, Corre Alcimeda y con ardor lo abraza.
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Lili Cual huérfana gentil, sola en el mundo,. A quien madrastra pérfida hostiliza, Huyendo de su encono furibundo E improperios sin fin, de su nodriza Se acoge al seno, y con amor profundo Que, compartido, su pesar suaviza, Ciñe su cuerpo con los tiernos brazos Y no hay poder que rompa tales lazos,
LIV A s í Alcimeda, llanto inagotable Vierte de su hijo en el amante seno, Que no le impide que elocuente le hable Con tiernas frases y ademán sereno. " ¿ P o r
qué, cuando el decreto detestable (Clama con fuego) a la equidad ajeno Promulgó Pelias en infausto día, N o
exhalé y o también el alma mía ?
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I
LV "Entonces, hijo, con tus manos caras M e rindieras el último tributo Y , piadoso, mi cuerpo amortajaras. Y a de tu educación el primer fruto Me dieron tus hazañas tan preclaras. U n o solo faltaba: y hondo luto M e priva de este postrimer servicio Y me condena a eterno sacrificio.
LVI " Y o , que hasta aquí la principal señora Fui de las Griegas, en mi hogar desierto V o y a quedarme como esclava ahora, Llorándote perdido, o
quizá muerto A ti, por quien me alumbra seductora
La inmensa gloria de que vas cubierto; P o r quien, la primer vez, plugo al Destino M i faja desceñir de blanco lino.
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LVII " La vez primera y última. Luciría, Cuyo numen jamás me fué propicio, Sufrir no pudo, en su implacable inquina Que alegrara mi hogar más natalicio Que el tuyo. Ni que Frijo mi ruina Pudiera ocasionar cupo en el juicio De esta infeliz mujer." Calla, y en coro Sus siervas la acompañan en su lloro.
LVIII Jasón así replica con ternura: "Cálmate ¡ oh m a d r e ! por favor te p i d o : No trueques en tristeza mi bravura, Ni añadan aflicción.al afligido Lágrimas que ninguna desventura Alejarán de tu hijo tan querido. Sabes que de improviso a los mortales Mandan los Dioses infinitos males.
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LIBRO
I
LIX "Aunque presa de atroz melancolía, Con alma varonil sufre tu suerte, En Minerva verídica confía; E n Febo, cuyo oráculo te advierte Que hermosa brilla la fortuna mía, Y , sobre todo, en mi falange fuerte. Adiós. Quédate en casa. No como ave De mal agüero vengas a mi nave . "
LX Dice. Madre y alcázar abandona, Y avanza, como Apolo sacrosanto, Cuando de Claros, Délos, o Pitona, O Licia, a orillas del divino Janto, Dignase honrar los templos en persona. Inmensa multitud lo aclama en tanto, Y de ella se desprende Ifias, anciana Sacerdotisa de la augusta Diana.
PREPARATIVOS DE VIAJE
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LXI La mano de Jasón, humilde, besa, Y le quisiera hablar. ¡ Vana esperanza! Que la atropella muchedumbre espesa. A juventud que rápida se lanza Seguir, no es a su edad fácil empresa. A t r á s dejando la ciudad, avanza El héroe, y de P a g a s a es el postrero E n llegar al mirífico astillero.
LXII Frente a la nave en ordenada hilera De semidioses la legión divina A su caudillo respetuosa espera. Detiénese
Jasón ; grave se inclina Y quiere hablar, cuando en veloz carrera Se ve bajar de la ciudad vecina A Acasto nada menos, el Infante, Y A r g o s , el arquitecto y navegante.
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LIBRO
I
LXIII ¿Cómo, contra las claras intenciones De Pelias, se aventuran temerarios De los nautas a ser conmilitones? A c a s t o luce de colores varios Doble mantón, que debe entre otros dones De su hermana Pelopia a los vestuarios. A A r g o s Arestorides negro cuero De hermoso buey, lo cubre todo entero.
LXIV Precavido Jasón, nada pregunta, Y asiento entre los héroes les señala En la que a abrirse va solemne junta. A su talante cada cual se instala, Y a de una entena en la inclinada punta, Y a en una vela, que enrollada iguala Ãureo sillón o blando taburete. Esto, a su decisión,
Jasón somete.
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LXV " A r m a d o está el bajel. Para la larga Y audaz navegación cuanto precisa Su fuerte casco en las bodegas carga, Y apenas sople favorable brisa Hacernos a la vela nada embarga. M a s la prudencia, amigos, nos avisa Que hay que pensar en la ida y el regreso De todos al natal Peloponeso.
LXVI " P o r tanto, al adalid más eminente Sin miramientos la Asamblea elija Que dicte paz y guerra a
extraña gente, Y sin rival nuestros destinos rija."
La congregada juventud asiente, En Hércules los ojos luego fija, Con entusiastas vítores lo aclama Y , unánime, caudillo lo proclama. 3
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LXVII Se alza, sin apartarse de su asiento, Hércules. Con gentil desembarazo, " T a l honra en aceptar y o no consiento (Dice, tendiendo su nervudo brazo), Y os vedo cualquier otro nombramiento. De aquel que nos llamó, leal, abrazo El sagrado pendón. De Esón al hijo Capitán elegid, cual y o lo elijo."
LXVIII Del generoso Alcides obedece El magnánimo voto la Asamblea. Esónides de gozo se estremece Con la elección que así lo lisonjea. Levántase a arengar, y antes que empiece A hablar, la multitud lo v i t o r e a ; Y a la
legión, que por oírlo ansia, Así el Caudillo su saludo envía:
J A S O N
N O M B R A D O
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LXIX " P u e s t o que me imponéis, con los honores Del mando, los deberes, desde luego Que no, como hasta aquí, vanos temores Retarden ya nuestra partida os ruego. D e Febo nos alcance los favores Ante el altar, propiciatorio fuego, Y de su venerado simulacro N o s adune en redor, banquete sacro.
LXX " Y a van los mayordomos presurosos Que en mis establos tengo a mi servicio A escogerme los bueyes
más preciosos Para la mesa, al par que el sacrificio. No nos quedemos entre tanto ociosos,
La nave al fondeadero más propicio Saquemos, donde cómodo ancoraje Sirva de base y facilite el viaje.
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LIBRO
I
LXXI " La carga y armamento terminemos. Que a cada banco, el constructor advierta. Ha de ajustar con precisión los remos. Las velas revisad, y la obra muerta. Gracias a los oráculos supremos De Apolo en Delfos, la victoria es cierta. A l que patrono nuestro se declara Consagraremos en la playa una ara.
LXXII " M o s t r a r m e del Océano las sendas Me prometió; y el éxito seguro Vaticinó veraz, si las contiendas Con el Monarca, férvido
inauguro Propiciando su Numen con ofrendas", D i c e : y lejos del mar, en peñón duro Que en invierno lavó la onda marina, Para bien trabajar, su ropa hacina.
B O T A D U R A
D E L
ARGO
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LXXIII A ejemplo de su jefe infatigable S e lanzan los demás a la faena. Circundan, ante todo, con un cable La nave desde el borde a la carena. Su bien tejido centro, impenetrable, Y su espesor igual al de una entena Tablas y costillar dejan que apriete, Clavos y trabazón también sujete.
LXXW Maniobra tan feliz, al arquitecto A r g o s se debe. A s í del oleaje Podrá evitarse el pernicioso efecto. P a r a que al agua fácilmente baje, U n plano forman, inclinado y r e c t o ; Y un lecho cavan, donde firme encaje El casco, sin peligro ni desvío, Del ancho y de lo largo del navio.
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LIBRO
I
LXXV Con vigas de madera acepillada, P a r a que se deslice suavemente, La arena de la zanja y a excavada Cubren; y forman del primer durmiente, P a r a elevar la quilla, fácil grada: L o inclinan, y lo tiran por el frente; Y otros, por ambas bandas, de los remos Sostienen el bajel con los extremos.
LXXVI No bien el remo a su tolete atado Queda, con la fortísima correa, Cuando el remero pónese a su lado, Y con hombros y manos lo cimbrea. Salta a la nave Tifis esforzado Que la maniobra dirigir desea, Y de su experta voz con la energía Anima a la novel marinería.
B O T A D U R A
D E L
ARGO
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LXXVII Co.i pies y brazos, del profundo asiento Sacan el casco en uniforme empuje. P o r el improvisado pavimento cruje. A l deslizarse, cada viga
Del hierro y la madera el rozamiento Levanta flama, que un instante ruje, Y se convierte en humo y polvareda, H a s t a que ya flotando el A r g o queda.
LXXVIII más de lo que a los náuticos conviene Mar adentro avanzar hace la quilla El
ímpetu, que a fuerza se detiene De remos, arrimándola a la orilla. Hacia la prora el
mástil se le aviene, Y embarcan, con la vela y la toldilla, Cuanto sirvió por fuera a la maniobra, agua potable, y víveres de sobra.
4°
LIBRO
I
LXXIX Declaran los peritos armadores que nada falta. El banco se sortea que cada par de heroicos remadores debe ocupar. Sin que rifado sea, A Hércules se conceden los honores del centro, con Anceo, el de Tegea. Del Argo, timonel proclama el voto Universal a Tifis el piloto.
LXXX A la orilla del mar llevan rodando piedras de gran tamaño, para el ara que dedican a Apolo venerando; Y Numen tutelar se le declara De los que embarcan, de
Jasón al mando, Como también del litoral que ampara, Sobre .el altar formando hoguera viva Con ramas secas de silvestre oliva.
SACRIFICIO
A
APOLO
LXXXI De Esónides se acercan los pastores con una yunta de escogidos bueyes, al ara los conducen los menores De los aliados argonautas reyes. Agua lustral y harinas en tibores Llevan, conforme a las rituales leyes; Y esta plegaria, del altar delante, Jasón dirige a Apolo suplicante:
LXXXII "Rey y señor, que moras en Pagasa Y en la ciudad que lleva mi apellido, Progenitor y origen de mi casa: Dígnate a mi oración prestar oído: En Delfos
recibí merced no escasa De tu divino oráculo. Hoy te pido Que, de llevar a cabo mi alta empresa Y regresar, confirmes tu promesa.
42
LIBRO
I
LXXXIII "Pues tuya fué la inspiración, te ruegoQue la alta dirección tomen tus manos; Navegantes y nave yo te entrego. Cuantos, merced a Ti, lograren sanos Y salvos regresar al suelo griego, Aquí otros tantos búfalos lozanos Te inmolarán, de gratitud en prenda. Délo y Pitón tendrán mayor ofrenda.
LXXXIV "¡Celeste Flechador! El sacrificio Que te vengo a ofrecer acepta en pago De la espléndida nave a mi servicio. Ya sus amarras en tu honor deshago; Espero
soplará viento propicio De una feliz navegación presago, Que, gracias a tus ínclitas bondades, Nos libre de contrarias tempestades."
S A C R I F I C I O
A
APOLO
43
LXXXV Así el Caudillo su oración termina, Y en el altar esparce reverente Sendos puñados de ritual harina. Manda matar los toros. Obediente A sus mandatos, Hércules, se inclina, Y con la clava, en la robusta frente Asesta a un animal golpe tan rudo Que se estremece, y se desploma mudo..
LXXXVI La ancha cerviz al otro toro raja Con la segur de bronce el fuerte Anceo.. Los nervios le desgarra. Desencaja La cornamenta el brazo giganteo; Y de otros compañeros la navaja Las pieles, que
serán marcial arreo, A ambos toros arranca; los degüella,. Y con hoja finísima desuella.
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LIBRO
I
LXXXVII Luego los descuartizan y destazan, Y reducen a innúmeras porciones; Sólo el sacro pernil no despedazan. Encienden en el ara los tizones, El campo en derredor desembarazan, Hace el mismo Jasón las libaciones, Y, empapada de grasa en capa espesa, Arde la carne en la apolínea mesa.
LXXXVIII Idmón, en tanto, arúspice perito, Al ver las llamas por doquier iguales Y el humo, matizado de exquisito Rojo, subir en densas espirales, De inspiración lanzando suave grito, Pregona los designios paternales Del almo Apolo, que revela el fausto Aspecto del profético holocausto.
V A T I C I N I O
D E
I D M Ó N
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LXXXIX " A vosotros el Hado y las Deidades —Dice— al ir y volver, en el camino Os probarán. Tras mil penalidades Tornaréis con el áureo Vellocino. ¡ Triste de m í ! que allá en las soledades Del Asia perecer es mi destino. No lo ignoraba cuando vine al puerto. De gloria, al menos, partiré cubierto."
XC Oyen la predicción con alegría, Mas la suerte de Idmón los entristece. Avanza
más allá del mediodía El Sol ardiente; sombra aún ofrece A los prados la agreste serranía. El mismo Sol acelerar parece Hacia la noche obscura su carrera Cuando a los
héroes el festín espera.
LIBRO
I
XCI Sobre la arena, que argentada brilla Con la espuma que trae el oleaje, Del mar se sientan en la fresca orilla Sobre espesos cojines de follaje. Manjares mil, en fúlgida vajilla, Adornan el mantel de fino encaje, Y rico vino, en ánforas lucientes Circulan, escanciando, los sirvientes.
XCII La juventud, que de áulicos modales Se precia, parla más cuanto más liba, Sin ofender. Así a los comensales Viene a animar conversación festiva. Pero
Jasón, absorto en sus marciales Propósitos, reír y hablar esquiva; Y al ver que distraído come y calla Idas así, con petulancia, estalla:
I N S O L E N C I A
D E
IDAS
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XCIII " ¿ E n qué piensas, Jasón? Tus pensamientos A estos tus camaradas comunica. ¿ Quizá, como en los mozos sin alientos Ese silencio miedo significa? Suplirá tu vigor, la que a los vientos Mi nombre eleva, formidable pica. Su punta, más que Júpiter, la fama Me ha dado, que invencible me proclama.
XCIV " P o r esta lanza de adamante puro Que a la victoria marcharás derecho, Mientras Idas la vibre, yo te juro. Y si defiende mi broquel tu pecho Reveses sin temer, duerme seguro, De las Deidades venceré a despecho, Que no en vano pusiste en mi pujanza, Al llamarme de Arena, tu esperanza."
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LIBRO
I
xcv
Así diciendo, de licor henchida Con ambas manos espumosa copa Lleva a los labios, y a brindar convida. La negra barba y la flamante ropa Al derramarse, mancha la bebida. Unánime clamor, la augusta tropa, Lanza de indignación contra el aleve Que a apostrofar Idmón así se atreve.
XCVI "¡ Desdichado de t i ! Tus propios labios Han pronunciado tu condena a muerte. ¿Del vino, por ventura, los resabios Tu mente perturbaron de tal suerte Que, sin temor, sacrilegos agravios Contra los Dioses tu locura vierte? Para añadir al adalid alientos Otros del sabio son los argumentos.
I N S O L E N C I A
D E
IDAS
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XCVII "¡Cuánta blasfemia!; ¡qué barbaridades Has proferido! En arrogancia excedes, Quizás, a los hermanos Aloyades; Ni por asomo compararte puedes A aquéllos en vigor. De las Deidades Pagaron con injurias las mercedes, Y Apolo con sus flechas homicidas Arrancó vengador entrambas vidas."
XCVIII Acoge con ruidosa carcajada Idas la predicción del agorero. Lanzándole terrífica mirada, Con ronca voz replícale altanero: "Dime si a mí también de la Aloyada Familia alcanza el maldecido agüero Que tu padre cumplió. Dime si a muerte Me condena también tu dios inerte.
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LIBRO
I
IC "Oye con atención lo que te digo: Yo volveré tu oráculo patraña, Sin que mortal o numen al abrigo Pueda ponerte de mi justa saña." Media Jasón, cual jefe y como amigo, Al ver que se enardece la campaña; Y los furores de Idas Afareo Aplaca al fin la cítara de Orfeo.
C Los gritos aún no cesan, cuando el Vate Toma con la siniestra la áurea lira, Con la diestra el marfil. Su pecho late Movido por el Numen que lo inspira, El caos canta, y el primer combate Que en cielo, tierra y mar puso la mira. Uno solo eran antes, y en tres entes Dividieron su ser luchas ingentes.
H I M N O
D E
ORFEO
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CI Muestra su canto en la celeste esfera Inmóviles los astros rutilantes, Y del Sol y la Luna la carrera. Narra cómo los montes culminantes La tierra vio surgir; de qué manera Nacieron los reptiles repugnantes: Cómo brotaron, con sus bellas Ninfas, De los ríos vivíficos las linfas.
CII Del alto Olimpo en la nevada loma Cómo reinaron —dicen los cantares— Ofión y la Oceánide Eurinoma, Hasta que de la lucha en los azares El brazo de Saturno a entrambos doma Y arroja a lo profundo de los mares. Con el cetro de Ofión se pavonea, Y con el de ella su consorte Rhea.
5a
LIBRO
I
CIII A los dioses Titanes se extendía Su imperio, sin disputa. La edad tierna Con infantiles juegos detenía A Júpiter, de Creta en la caverna, Y aguardando su augusta mayoría, Su gloriosa armadura sempiterna De rayos, de centellas y de truenos, No le daban los Cíclopes terrenos.
CIV Callan al par la voz arrobadora Y la lira del místico poeta. Los corazones, mágico,
enamora; Queda a su influjo la legión sujeta: Quisieran escucharlo hora tras hora, Y tiemblan al
bañar con mano inquieta La ardiente lengua al animal bendito, Con libaciones que prescribe el rito.
P A R T I D A
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cv
Toda la noche la legión reposa. Al monte Pelio, con brillantes ojos, Sale a m i r a r ; la aurora esplendorosa Tiñe sus cumbres de matices rojos, Y en tanto al mar, a quien el viento acosa, Las rocas de tragar vienen antojos. Con sus rugidos Tifis se despierta Y a los marinos da la voz de alerta.
CVI La militar tripulación embarca Y prepara los remos. En la arena Del puerto de Pagasa y su comarca Clamor extraño atronador resuena. Clama también la Peliaca barca Ansiosa de partir; que a su carena Trabó Minerva (su gentil patrona) U n a haya milagrosa de Dodona.
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LIBRO
I
CVII En hilera marcial suben ligeros. Los bancos señalados de antemano De dos en dos ocupan los remeros, Conservando sus armas a la mano. En el banco central son compañeros Anceo y el de pecho sobrehumano, Hércules. A sus pies la clava brilla, Y hace a su paso estremecer la quilla
CVIII Ya sus amarras el bajel desata, Ya bebe el mar el expiatorio vino;
Jasón, en tanto, a quien la pena mata, Sin mirar hacia atrás, marcha mohíno. El dolor una lágrima arrebata Al gran Conquistador del Vellocino: La que lo sigue, juventud ardiente, Los remos a compás mueve impaciente.
P A R T I D A
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CIX Como en la orilla del sagrado Ismeno, O en la feliz Ortigia, o en Pitona En danza acompasada, el suave treno Que el sacerdote con su lira entona, Con los pies acompaña el coro pleno Que en torno del altar forma corona, De Orfeo así la cítara suprema Dirige el movimiento del que rema.
CX Y reman, en verdad, con fuerza tanta, Que rauda el Argo entre la espuma vuela De las rugientes olas que levanta, En pos dejando blanquecina estela. (Así del verde monte en la garganta Brilla la senda, que el invierno hiela.) Y con el Sol, los bronces que guarnecen La nave, como flamas resplandecen.
LIBRO
I
CXI Contemplan desde lo alto del celeste Alcázar las atónitas Deidades De semidioses la escogida hueste Que unida arrostrará las tempestades; Y causa asombro que a remar se preste Como chusma, a las Ninfas Peliades Que por las peñas trepan en caterva A ver la nave que labró Minerva.
CXII Baja también Quirón de su montaña, Y c©n sus cuatro pies las olas pisa, Corriendo por el mar. Feliz campaña Con las manos augura a toda prisa A los valientes nautas. Lo acompaña Su esposa Cariclea, que divisa A Peleo, y le muestra a su hijo Aquiles Enviándole sonrisas infantiles.
VIAJE
A
LEMNOS
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CXIII Apenas salen del seguro puerto, Tifis, que el gobernalle ni un instante Quiere soltar, como piloto experto, El pie del mástil, algo vacilante, Manda fijar, con previsión y acierto. Que a izquierda y a derecha se atirante, El cable que lo afianza, sabio ordena, E izar la vela en lo alto de la entena.
CXIV La sujetan con fúlgidas hebillas, Y el viento favorable hincha la lona. Tranquilos, del Tisayo las orillas Dejan atrás. Orfeo himnos entona A Diana, salvadora de barquillas, Hija de Jove, de la mar patrona, Que protege, además, del promontorio De Jolcos, el extenso territorio.
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LIBRO
I
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Fuera del agua asoma la sardina Entre mil peces de mayor tamaño, Y nadan en tropel, por la marina Senda que lleva aquel bajel extraño, Como en los prados al redil camina En pos de su pastor el fiel rebaño, Y modulando la sonora caña Sus ovejas conduce a la cabana.
CXVI Los verdes campos, en cosechas ricos, Del Pelasgo feroz gloria y conquista; Del alto Pelio los postreros picos, En su curso veloz, pierden de vista. La
ínsula de los fuertes Esquiaticos Aparece, y el Cabo de Sepista. Divisan a lo lejos, ya Piresia, Ya la costa pacífica Magnesia.
VIAJE
A
LEMNOS
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CXVII De Dólope a arribar junto a lá tumba El viento los.obliga, que, contrario, Hacia la tarde, entre el cordaje zumba. La bóveda, que el vaso cinerario Encierra, con el cántico retumba Que sigue al sacrificio funerario De ovejas blancas, que piadosa ofrece La legión, en su honor, cuando anochece.
CXVIII Dos días se detienen; y ya quietas Las olas, zarpan al tercero día, Cuando, de viento próspero repletas, Las altas velas salen de la ría. A aquella playa dan por nombre AfetasDel Argo, que conservan todavía De Melibeo no entran en la rada, Siempre por temporales agitada.
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LIBRO
I
CXIX Hacia la aurora, la ciudad vecina D e Homola ante sus ojos se presenta, Cjue en el ponto graciosa se reclina. A poco andar, al timonel alienta V e r del Amiro el agua cristalina En el salobre mar entrar violenta. Descúbrese Eurimena; pero el Argo, S u rumbo sin variar, pasa de largo.
CXX Los inundados valles, los torrentes Cju¿ del Olimpo bajan, y del Ossa, Miran entre sus cumbres eminentes. Pelene, que en el Cabo se reposa D e Canastra, las brisas persistentes Dejan pasar de noche; y majestosa Al despuntar la aurora, se levanta J£n Tracia, de Athos la montaña santa.
LliMNOS
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CXXI Tan cerca está de Leranos, que a Mirina. Del nombre colosal la sombra alcanza, Zarpando con la estrella matutina. Arriba un buen bajel, que raudo avanza Cuando el Sol a poniente aún no se inclina,. Mas sus primeros rayos, la pujanza Hoy al viento arrebatan; y con remos Llegar a Lemnos a los nautas vemos. •
CXXII ¡ Isla de iniquidad! El pueblo enteroH a un año exterminaron las mujeres,. Vengando con maldad y dolo artero Traiciones e ilegítimos placeres. En reciente incursión, al Trace fieroDespojó el insular de armas y enseres,. Llevándose cautivas tan hermosas, Que por ellas dejaron sus esposas.
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LIBRO
I
CXXIII Airada, al ver sus aras sin ofrendas, Venus urdió calamidad tamaña. En los hombres, de amor soltó las riendas, En las mujeres encendió tal saña, Que, no bastando dar muertes horrendas A infiel marido y a mujer extraña, Toda prole del sexo masculino E l materno puñal hiere asesino.
CXXIV Así creyeron en la edad futura Toda huella borrar de la matanza, Y una vida pacífica y segura Poder llevar, sin riesgo de venganza. Hipsipilea, de alma menos dura, Abierta a la piedad y a la esperanza, La
única fué que socorrió a Toante, Su anciano padre y Príncipe reinante.
H I S T O R I A
D E
LEMNOS
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CXXV Tendido lo encerró dentro de una arca Y al mar lanzólo en brazos del destino. De pescadores lo llevó una barca A la ínsula de Enoa, que hoy Sicino Llaman, desque de Lemnos el monarca E n su destierro a enamorarse vino D e la ninfa gentil del mismo nombre Y a Sicino engendró, de alto renombre.
CXXVI Entre tanto, las bellas insulares Pacen sus bueyes, sulcos abren, siegan Los campos: a maniobras militares De bronce armadas, con ardor se entregan: Las que antes alegraban sus hogares Labores de Minerva, hora relegan Al olvido; mas ¡ay! de cuando en cuando Vuelven al mar sus ojos suspirando.
LIBRO
I
CXXVII Temen que las asalte el fiero Trace Saliendo al fin de su mendaz letargo. Hoy el temor de la invasión renace Al ver que a todo remo llega el Argo Cual Bacantes, que sólo satisface De carnes crudas el sabor amargo, A la playa en tropel corren rugientes, Armadas de metal hasta los dientes.
CXXVIII De su padre Toante, Hipsipilea, Vestida con la fúlgida armadura Mandando a su
legión, se pavonea. Pero todo es temor, ni se figura Nadie lo que el bajel les acarrea; Este a arribar en tanto se apresura Y desembarca Etálides esbelto, Veloz heraldo, de ademán resuelto.
A V E N T U R A S
E N
LEMNOS
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CXXIX Es hijo de Mercurio. Sus funciones Desempeña a menudo con donaire. Mensajes, embajadas, legaciones Se le encomiendan por la mar y el aire, Y aun del Tártaro baja a las regiones Sin que mortal o numen lo desaire, Gracias a la memoria indeficiente Con que su padre lo dotó clemente.
CXXX De Aqueronte en el negro remolino Bebió las aguas del olvido eterno; Pero firme el decreto del Destino Siempre quedó. Con movimiento alterno, Hora respira el
éter cristalino, Mañana los vapores del Averno... Mas ¿de qué sirve, historias y aventuras De Etálides narrar, poco seguras? 5
66
LIBRO
I
CXXXI Lo cierto es que la Reina, fascinada P o r sus palabras y gallardo porte, Permanecer en la segunda rada Una noche concede a la Cohorte. Pero antes que despunte la alborada Violento vendaval sopla del Norte. Y de las olas el furor creciente Levar el ancla al Argo no consiente.
CXXXII De toda la ciudad las moradoras Acuden en tropel a la asamblea Que de aquel sol a las primeras horas, Alarmada, convoca Hipsipilea, Y
así les dice: "Amigas y señoras: Si queréis ahuyentar a esta ralea De hombres extraños, como todos, malos, Fuerza
será colmarlos de regalos.
A V E N T U R A S
E N
LEMNOS
CXXXIII "Llevemos provisiones a su nave Que les sirvan en viajes y batallas: Sendos barriles de licor suave, Carnes sabrosas, frescas vituallas; Pero guardad de la ciudad las llaves. Que nadie al interior de sus murallas Penetre, acaso víveres buscando Y averigüe su astado miserando.
CXXXIV " F u é grande el crimen; y mayor perjuicio Nos causará, si lo supiere el mundo. Estos varones, al menor indicio, Nos odiarán, sin que su horror profundo Calme ningún favor ni beneficio. Mi humilde parecer en esto fundo. La que proponga plan
más aceptable (Os convoqué a consejo) álcese y hable."
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L I B R O
I
CXXXV Al terminar, en el marmóreo t r o n o De su padre, magnífica se sienta. Polixa se levanta, que en su abono Alega ser nodriza y fiel sirvienta De la Reina de la Isla. En dulce tono Les pide la palabra, y aunque cuenta Muchos años de edad, se le concede, Y apoyada al bastón, moverse puede.
CXXXVI Con paso vacilante, de la sala Llega hasta el centro; y en redor un coroDe cuatro puras vírgenes se instala, Que ostentan largas cabelleras de oro. Aunque cargada de hombros, hace gala Al accionar, de juvenil decoro Y, algo inclinada la senil cabeza,
Así modesta su discurso empieza:
A V E N T U R A S
E N
LEMNOS
CXXXVII "De regalos colmad enhorabuena A esos advenedizos, como place De nuestra Reina a la ánima serena. Pero si a una invasión del fiero Trace, TJ otro enemigo, el Hado nos condena, ¿será satisfactorio el desenlace? Como arribó esta nave a nuestra orilla, Inesperada, llegará otra quilla.
CXXXVIII "Mas si la protección de las Deidades De nuestro suelo tal peligro aleja,
¿Qué porvenir, decidme, aun en edades Nada remotas, que esperar nos deja? ¿Qué aguarda a nuestras jóvenes beldades Al desaparecer la
última vieja? Sin sucesión, desamparadas, solas, Aun su gemir absorberán las olas.
70
LIBRO
I
CXXXIX "Yo bajaré a la tumba antes de un añoEllas, sin sociedad, ni amor, ni leyes, Tendrán que constituir sólo un rebaño En su orfandad, con las mermadas greyes ,•; Labrar las glebas, en consorcio extraño Uncidas al arado con los bueyes. Antes que ver calamidades tales Quiero que celebréis mis funerales.
CXL " La solución que en mi humildad discierno,. Es que ofrezcamos la Isla a estos
señores Con su administración y su gobierno. A la mano tenéis los salvadores De nuestra raza. Con afecto tierno Hogar brindadles, y de amor las flores." Salva de aplausos general resuena, Y da su aprobación la junta plena.
A V E N T U R A S
E N
L E M N O S
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CXLI De nuevo Hipsipilea en pie se pone Y así las interpela sugestiva: "Si a la proposición nadie se opone En que de Lemnos la salud estriba, Un heraldo enviaré que se apersone Con el Patrón que a nuestro puerto arriba", Dice: y a la doncella que a su lado Se sienta le encomienda este recado:
CXLII "Hazme favor, carísima Ifinoa, De vestirte de gala, y al instante Ir a embarcarte en rápida canoa Y ver, quienquier que fuere, al Comandante De ese bajel que a nuestra playa aproa.
Y le dirás: La hija de Toante Rema de esta rlegión, a ti me envía Con mensaje de paz y cortesía.
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LIBRO
I
CXLIII "Dile que tiene cómodo hospedaje Ya preparado en el palacio regio, Y de mi pueblo entero el homenaje En él aguarda al Capitán egregio; Que sin temor a descortés ultraje A su ejército doy el privilegio De entrar y pasear a su albedrío En la Ciudad y territorio mío."
CXLIV Formuladas sus órdenes, disuelve La asamblea su augusta Presidenta Y a su morada majestuosa vuelve. Ifinoa a los Minios se presenta; Y a preguntar apenas se resuelve A tal beldad el Capitán:
¿Qué intenta? ¿Qué la lleva al bajel? ¿Cuál es su asunto? Ella sin vacilar responde al p u n t o :
A V E N T U R A S
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LEMNOS
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CXLV "Al heraldo veraz tenéis delante De mi augusta señora Hipsipilea, Reina de Lemnos, hija de Toante. De su nación, reunida en asamblea La grata decisión al Comandante De este bajel comunicar desea; Y la hospitalidad que se merece En su palacio espléndida le ofrece.
CXLVI Por la Ciudad y territorio espera Que la legión circule a su albedrío Mi Reina." Invitación tan lisonjera Place a los tripulantes del navio. A Hipsipilea juzgan heredera De su padre en el rico
señorío; Y a saludar a la hija del Monarca, Que creen difunto, salen de la barca.
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LIBRO
I
CXLVII Jasón precede a la naval caterva: Con broche de oro prende el manto doble Al hombro izquierdo. Lo tejió Minerva Cuando Argos derribaba el primer roble Para el bajel que al semidiós reserva, Y de la arquitectura el arte noble Desde los rudimentos le enseñaba Cada tablón labrando y cada traba.
CXLVIII E r a en el centro de color de rosa El regio manto. Púrpura encendida En el cuello ostentaba primorosa; Y en ambos lados, franja embellecida Con ricos cuadros, que bordó la Diosa, Y a que su aguja dio color y vida. Al meridiano sol volver los ojos Fuera mejor, que a sus matices rojos.
M A N T O
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J A S Ó N
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CIL Los Cíclopes un cuadro nos ofrece Forjando para Júpiter Tonante El rayo asolador que resplandece, Al verdadero fuego semejante. De la llama voraz aún carece Pero se ve que estallará al instante, Fraguada a golpes de tenaz martillo Que lanza chispas y siniestro brillo.
CL De Antíopa se miran los gemelos En otro cuadro; y Tebas, sin los muros Que a edificar los mueven sus recelos, Sobre cimientos hondos y seguros. Zetha, una roca, con osados vuelos Lleva en los hombros, cual de atleta, duros.Tañe Anfión su cítara divina, Y una peña mayor tras
él camina.
LIBRO
I
CLI Destrenzada su larga cabellera, y al broquel apoyándose de Marte, aparece la diosa de Citera. Sostiene el brazo izquierdo con mucho arte el vestido, que se desprende ligero, dejando el seno descubierto en parte ; y a la espalda gentil sirve de espejo del escudo el vivísimo reflejo.
CLII Los hijos de Electrión en verde prado Sus numerosos bueyes apacientan. Bandidos Telebo es el ganado, Fieros asaltan y robar intentan. Defiéndense con ánimo esforzado: Los bandoleros con más gente cuentan Y a los pastores vencen. Fiel dibuja hasta la sangre, la divina aguja.
MANTO
DE
JASON
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CLIII Se ven rodar dos carros de batalla. A Pélope acompaña Hipodamía En el primero: y Enomao se halla En el segundo, que Mirtilo guía. Rota la rueda, desgranada estalla Y muerto cae el Rey sobre la vía Cuando esgrime, traidor, lanza alevosa Y al yerno odiado por detrás acosa.
CLIV De Febo Apolo la primer proeza, como flechero, píntase a lo vivo. El dios apenas a vivir empieza, Muéstrase Ticio ya gigante altivo. Certero le atraviesa la cabeza Dardo fatal del Numen vengativo. Jove dos madres al jayón depara: La fértil Tierra y la divina Elara.
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LIBRO
I
CLV Es el último cuadro maravilla Del arte. más que ver, oír parece Frijo al carnero, cuya lana brilla. Largas horas absorto permanece Quien contempla al pastor con la amarilla Dorada oveja: la ilusión padece De que le van a hablar, y noble arenga Pronunciarán, que a deleitarlo venga.
CLVI Tales los cuadros son que el rico traje Adornan de Jasón : obra maestra D e Minerva, y munífico homenaje. También la larga lanza que su diestra Empuña es, de benévolo hospedaje Y mal pagado amor recuerdo y muestra. P a r a ablandarlo, quiso en el Menalo Atalanta ofrecerle este regalo.
D E S E M B A R C A
JASON
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CLVII Seguirlo en la lejana travesía Y compartir sus riesgos la doncella Anhelaba. Jasón, que preveía Los desmanes de amor, partió sin ella Rehusándose con noble cortesía. Hoy, al desembarcar, parece estrella Que con sus rayos la Ciudad alumbra Y a sus viudas y vírgenes deslumhra.
CLVIII Al mirarlo pasar, por la entreabierta Ventana de su hogar; en cada una De amor renace la esperanza muerta. "\Oh, si
éste fuera aquel que la fortuna P a r a marido a destinarme acierta!", Ensimismada piensa. Cual la luna Que en firmamento azul luce esplendente,
Jasón, en tanto, avanza refulgente.
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LIBRO
I
CLIX Lo siguen clamorosas mujerzuelas. Sin dignarse mirarlas, va despacio Recorriendo las calles y plazuelas. Se para ante el espléndido palacio; Ãbrenle dos porteras las cancelas, Atraviesa del atrio el ancho espacio Y entra por fin en la espaciosa sala Que, cortés, Ifinoa le señala.
CLX Enfrente de la Reina rica silla De fulgente metal la dama apresta. Saluda, sonrosada la mejilla, Hipsipilea, y siéntase modesta. "Huésped —exclama al fin—, me maravilla Que permanezca en actitud molesta Vuestra cohorte, fuera de los muros, Pudiendo en la Ciudad morar seguros.
J A S Ó N
E
H I P S I P I L E A
8l
CLXI "No hay en ella un varón. Todos en Tracia Cultivan la fructífera campiña. Veraz te contaré nuestra desgracia: Imperaba mi p a d r e ; yo era niña, Cuando, osada facción, a quien no sacia Ni sangre, ni conquistas ni rapiña, Al Trace fiel, que en la vecina tierra Firme moraba en paz, llevó la guerra.
CLXII "Rico botín, a guisa de piratas, Sacaron de sus vastas plantaciones; Bellas esclavas, a la vista gratas, Robaron a su hogar nuestros varones, Y por esas cautivas insensatas, Locos de amor, debido a sugestiones, Urdidas por la pérfida Citeres, Dejaron sus legítimas mujeres.
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LIBRO
I
CLXIII " La r g o tiempo sufrimos nuestra injuria Esperando oportuna penitencia. De las pasiones arreció la furia; De vírgenes y viudas la inocencia Nada valió. Venció la prole espuria, Y el padre con punible indiferencia, Vio cómo a su progenie una madrastra Cruel azota y por el suelo arrastra.
CLXIV "Se deshizo el hogar. El adulterio, Al desamor unido en inhumano Consorcio, ahogaron todo afecto serio. El hijo con la madre y el hermano Con la hermana, añadían el dicterio Y el desdén a palabras de villano; Y en danzas y banquetes, calle y foro, Se honraba a las cautivas sin decoro.
JASÓN
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H I P S I P I L E A
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CLXV " E n fin, no sé qué Numen grande aliento Para adoptar resolución suprema Nos dio, de tanto.infiel para escarmiento. Cuando tornaban de la costa extrema Del Tracio mar, con ímpetu violento Cerrándoles las puertas, el dilema A los traidores impusimos bravas: "Nosotras, o las bárbaras esclavas."
CLXVI "Sin intentar en la Ciudad siquiera Entrar, con su adorada concubina Embarcó cada cual en su galera, Llevándose la prole masculina. Cultivan hoy de Tracia en la ribera, Las glebas entre nieve blanquecina. Nuestros maridos ser y nuestros amos, Si os agrada, podéis: solas estamos.
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LIBRO
I
CLXVII "De mi padre Toante la corona Acepta, si algo mi amistad merece, Que la más fértil ínsula te endona Que en el piélago Egeo resplandece. Torna a tu nave, y sin rubor pregona Lo que a tu hueste mi bondad ofrece." Astuta así despídelo, ocultando De la matanza el crimen execrando.
CLXVIII Respóndele Jasón : "Hipsipilea: Acepto las copiosas provisiones Con que tu Majestad me lisonjea. Conmigo los
demás conmilitones Vendrán a agradecerte tu presea. Pero guárdate el cetro que propones (Desaire no lo juzgues) al soldado A. quien sólo combates guarda el H a d o . "
JASÓN E H I P S I P I L E A
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CLXIX Despídese Jasón, y la derecha A Hipsipilea majestoso tiende, Que entre sus manos, tímida, la estrecha. De lindas mozas multitud lo atiende Que en raudos carretones, que pertrecha Preciosa carga, al litoral desciende Llevando al Argo, a fuer de hospitalarios Presentes, vituallas y vestuarios.
CLXX La dulce invitación narra el Caudillo De la Reina, y la mágica entrevista; Y las isleñas, con su hablar sencillo, De los
héroes consuman la conquista. Hércules es el único que al brillo De tan violenta tentación resista; Y a bordo del bajel, con un puñado De voluntarios, queda a su cuidado.
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L I B R O
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CLXXI Su ínsula repoblar quiere Vulcano, Y, obediente su esposa Citerea, En las viudas enciende amor insano, Y a los héroes, astuta, aguijonea. Siguen a su Caudillo soberano, A quien hospeda, tierna, Hipsipilea. A los demás, de seducción sediento, Ofrece cada hogar alojamiento.
CLXXII Tras tanto malestar, ¡qué bellos días Empiezan hoy para la Lemnia g e n t e ! Danzas, banquetes, báquicas orgías Y el humo del incienso, siempre ardiente, Ora de Venus en las aras pías, Ora en las de Vulcano armipotente. Y nave, mar,
vellón, en el olvido Yacen, merced a la deidad de Gnido.
A M O R E S
D E
LOS
ARGONAUTAS
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CLXXIII Hércules entre tanto, a cuya guarda El bajel se confía, con impaciencia Ordenes de zarpar en vano aguarda; Y así, de las mujeres en ausencia, Increpa a la legión: "Raza bastarda, ¿A qué furor tan larga permanencia Se debe en Lemnos? ¿De la patria acaso Sangre fraterna nos estorba el paso?
CLXXIV " ¿ nuestra mansión, nuestra natal montaña Nuestra hacienda quizá, nuestros haberes Dejamos, por correr en tierra
extraña En pos de un matrimonio o de placeres? Ese desdén el claro nombre empaña De nuestras hermosísimas mujeres. ¿Es la tierra de Lemnos tan ferace Que todo abandonar por ella os place?
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L I B R O
I
CLXXV " N o es en los brazos de extranjera dama Donde gloria hallaréis; ni el Vellocino Os mandará algún dios a quien se clama Sin combatir. Sigamos el camino De Grecia. Aquél en la prestada cama De Hipsipilea, cumpla su destino. Repueble la Ciudad cuanto le plegué, Quizá renombre a conquistarse llegue."
CLXXVI Con las palabras de Hércules tan crudas Bajan, avergonzados, la cabeza Mientras sus lenguas permanecen mudas. Pero allí mismo a preparar empieza Su viaje cada cual. A las viudas Llega la triste nueva, y con presteza Su amante a retener desesperada Baja cada mujer enamorada.
AMORES
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LOS
ARGONAUTAS
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CLXXVII Como en tropel dejando sus colmenas Van las abejas al florido prado Y en derredor de blancas azucenas Zumban libando el néctar delicado, Así del litoral por las arenas El femenil enjambre abandonado Con ayes de dolor se desparrama Buscando cada cual al hombre que ama.
CLXXVIII De las Deidades los designios sabios Al conocer, se rinden a su peso, Perdonan, a los que huyen, sus agravios; Viaje feliz, y
más feliz regreso Augurantes con manos y con labios. Hipsipilea reverente beso En la mano de Esónides imprime Y, al empezar a hablar, solloza y gime-
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LIBRO
I
CLXXIX "Parte —le dice—, parte enhorabuena, Ya que de tu mansión y aspiraciones Tan noble empresa la medida llena. A ti, y a tus perínclitos varones Lleven los Dioses sobre mar serena A las que buscas, bárbaras naciones. Que, sin perder un hombre en el camino, Sanos volváis, trayendo el Vellocino.
CLXXX "Que os pertenece esta ínsula no olvides. ¡Feliz si el cetro paternal consigo Que llegues a empuñar! En duras lides Mil pueblos ganarás al enemigo, Mayor afecto no, si afecto pides. ¿Qué haré del hijo que en mi seno abrigo? Si los Dioses feliz alumbramiento Me conceden, ¿cuál es tu mandamiento."
D E S P E D I D A
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JASÓN
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H I P S I P I L E A
gi
CLXXXI Pasma al hijo de Esón grandeza de alma Tanta en una mujer, y así replica: "Hipsipilea: no poder la palma Conceder a tu amor me mortifica, No se hizo para mí vivir en calma En tu ínsula tan fértil y tan rica. Basta, si vuelvo del combate impío Y Pelias lo permite, el reino m í o :
CLXXXII " P e r o si regresar al patrio suelo De mi Grecia gentil me
está vedado Y a ti un varón te concediere el cielo,. Si mis padres vivieren, a su lado Lo mandarás. De su vejez consuelo
será, después que crezca a tu cuidado, Y si yo no fui rey, guarde mi hacienda Y sus abuelos y mansión defienda."
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LIBRO I
CLXXXIII Termina su respuesta: y a la prora El vastago de Esón salta el primero. Sigue la chusma, que su error deplora, Se sienta en su lugar cada remero. Del submarino escollo, y a última hora Las amarras desata Argos ligero; Y el robusto bogar hace que el roble De los remos larguísimos se doble.
CLXXXIV Trascurre el día sin hacer escala; P e r o al atardecer, pasar avante Prohíbeles Orfeo. Argo recala En la
ínsula de Electra, hija de Atlante. Los ritos misteriosos les señala En que iniciarse debe el navegante Que de aquel mar arrostra las procelas, jTriste de ti, mortal, si los revelas!
DE LEMNOS A LA PROPÓNTIDE
Q3
CLXXXV Adiós, digo, por tanto, a Somotracia, No quiero de sus Dioses tutelares Caer, por mis palabras, en desgracia. Del tenebroso Golfo a los azares Se aventuran, remando. Aún la Tracia, Al Norte, de Imbros ven los olivares Y al ocultarse el Sol en occidente, El Quersoneso surge prominente.
CLXXXVI Del Sur les sopla favorable viento, Todo el velamen izan al instante. Del recio Noto el
ímpetu violento De la virgen, progenie de Atamante, Los empuja al Estrecho turbulento, Y cambiando de rumbo antes que cante El gallo, ya de noche Argo
costea Por nuevas aguas la rlegión Rhetea.
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LIBRO
I
CLXXXVII Viran, del vendaval favorecidos, Toda Dardamia y la rlegión del Ida Dejando a la derecha. P o r Abidos Pasan y por Percote, y de Abarnida P o r los bancos de arena tan temidos, Y Pitea divina, a la salida Del inquieto Helesponto, a cuyo extremo Llegan, la misma noche, a vela y remo.
CLXXXVIII Dentro de la Propóntide, a distancia No grande ya del continente Frigio, Levántase del mar, con arrogancia Isla sublime. Como aquél, prodigio Es de feracidad, y la abundancia D e trigo y de maíz les da prestigio. U n istmo los unió; pero tan bajo, Que de las ondas siempre
está debajo.
CON
LOS
DOLIONES
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CLXXXIX Por ambos lados bordes arenosos Se ven; y acá, la desembocadura Del río Esepo. Monte de los Osos Llaman de la Isla a la mayor altura. Raza insolente de hombres monstruosos Nacidos de la Tierra, allí figura. Con seis nervudas manos van armados, Dos en los hombros, cuatro en los costados.
CXC Los Doliones pueblan la planicie Frente al Istmo. De Cízico sujeta Al cetro
está su vasta superficie. Su padre Éneo fué; su madre, Eneta, Hija de Eusoro. La feral sevicie Del terrígena nunca los inquieta Del dios Neptuno gracias al amparo, De su nación progenitor preclaro.
LIBRO
I
CXCI Al espléndido puerto el Argo llega Rauda impelida por el viento tracio. Por consejo de Tifis se relega Bajo una fuente (el manantial Artacio). La piedra que del áncora segrega. Otro canto mayor pone reacio: Tras breves años, a los Dioses cara, será esa piedra convertida en ara.
CXCII Así lo fué más tarde. El pueblo Jonio, Que traza su ascendencia hasta Neleo, De amor y de obediencia en testimonio, Al Numen y al oráculo Febeo La dedicó en el templo, ante el Jasonio Simulacro de Atena, ara y trofeo.— Con afable ademán los Doliones Reciben a los
ínclitos varones.
AMISTOSA
A C O G I D A
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CXCIII Sale al encuentro de la gente extraña El mismo Rey; y apenas su linaje Averigua y el fin de su campaña Les brinda con espléndido hospedaje, Y en el puerto interior, que el muro baña De la Ciudad, su cómodo ancoraje Ofrece, si, remando breve trecho, El Argo, busca más seguro lecho.
CXCIV Allí, del mar en la arenosa orilla. La divina legión erige una ara a Apolo Ecbasio, que al dejar la quilla Al marinero, salvador, ampara. Para los semidioses que acaudilla
Jasón, en tanto con afán separa Sendos carneros el Monarca augusto Y ricos vinos de exquisito gusto.
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LIBRO
I
CXCV Para el piadoso Rey no es letra muerta El prof ético oráculo de antaño: "Falange de héroes llamará a tu puerta. Nada maquines de su nave en dañe, Quede para ellos tu mansión abierta; Franquea tu bodega y tu rebaño. Piensa que vienen desde tierras lueñes, Y en guerra inicua ni siquiera sueñes."
CXCVI No sólo la Apolínea profecía Ablanda el pecho del gallardo mozo, Con
Jasón espontánea simpatía Lo liga desde luego. El primer bozo Apenas de uno y otro el labio cría. De la paternidad no alienta el gozo A aquél: la Reina, de su amor
señora, Aún del parto la amargura ignora.
CON
LOS
D O L I O N E S
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CXCVII De Meropo Percosio hija eminente Era Clita, de rubia cabellera, Grandes regalos de valor ingente Costó su mano al que en el Istmo impera, Acaba de llegar del Continente Y a su marido en el palacio espera; Pero éste deja a su mujer querida Por la falange que a cenar convida.
CXCVIII Disipa de Jasón el fino trato Todo temor. Alérrase la mesa. Narran de Pelias el atroz mandato Y el alto fin de la naval empresa. Hacen del viaje gráfico relato: ¿ P o r
qué canal el Lago se atraviesa? —Preguntan—: ¿ qué ciudades, qué caminos La Propóntide ofrece a los marinos?
ÃŒOO
LIBRO
I
CIC La gran curiosidad que los anima, No acertando a calmar la gente isleña, Al despuntar la aurora, del Dindima A la cumbre en subir Jasón se empeña. Nada a su ojo avizor desde la cima Escapa: ni un escollo, ni una peña. El que siguieron áspero sendero, "Camino de Jasón " llama el viajero.
CC Cuando los monstruos, hijos de la T i e r r a Ven que la barra atravesó, del Quito, La hermosa nave, desde la alta sierra Hacen rodar, con
ímpetu inaudito Peñasco inmenso, que la boca cierra Del ancho río. Espantoso grito Lanzan, cual cazador que se figura Que su presa en la red tiene segura.
COMBATE
CON
LOS
GIGANTES
IOI
CCI Pero han dejado custodiando el barco Con juventud selecta a Hércules mismo. Tira la cuerda de su elástico arco Y a los monstruos sepulta en el abismo Uno del otro en pos, en rojo charco Trocando el ponto. Nada el salvajismo Vale con que los bárbaros deformes Lanzan a la legión rocas enormes.
CCII ¡Ah! Fué sin duda la implacable esposa De Júpiter, fué Juno, quien aliento A los gigantes infundió celosa, De
Hércules infeliz para tormento. La escolta de Jasón, de la fragosa Sierra y sus picos baja en el momento Que de las armas el fragor se escucha, Únese a aquél y enciéndese la lucha.
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LIBRO
I
can
Antes que posiciones —que ventaja Presten— tomen en lo alto, o en las grietas De peñas y barrancos, les ataja El paso con mortíferas saetas. Detiene sus asaltos y esquebraja Con lanzas a los bárbaros atletas Hasta que la falange esclarecida No deja ni un terrígena con vida.
CCIV ¿Visteis yacer en ordenada hilera Los largos troncos de robusto pino Que en la floresta derribó certera Ancha segur de temple adamantino? Los trajo el arquitecto a la escollera A saturarse en el humor marino Para que en ellos sólida se clave La fuerte cuña, al construir la nave.
P A R T I D A
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CÃZICO
CCV No de otra suerte yacen insepultos Entre la espuma los gigantes muertos. De unos, los troncos asquerosos bultos Forman sobre la playa descubiertos; De otros, los hombros en el mar ocultos Al aire dejan pies y muslos yertos, De la brisa y las aguas vil juguete, De aves y peces a la par banquete.
CCVI Los héroes, terminada la refriega, Un instante no más toman aliento. Levan el ancla y el piloto entrega Todas las velas al favor del viento. El día entero rápida navega, La marejada ayuda el movimiento; Pero al anochecer, brisas de proa Agitan procelosas la canoa.
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LIBRO
I
CCVII Retrocede al virar, sin rumbo cierto; Pero, a despecho de la noche obscura, Encuentra un fondeadero, que a cubierto La pone, al fin, de la tormenta dura. Que acaban de llegar al mismo puerto De do salieron nadie se figura; Y se apellida aún hoy "Peñón Sagrado" La roca a que el bajel quedó amarrado.
CCVIII Que en las tinieblas de la noche densa A regresar la tempestad obliga Al Argo y a sus proceres, no piensa De los Doliones la nación amiga. Apréstanse, al contrario, a la defensa Creyendo que de Macra la enemiga Pelasga gente deja los confines Y a la Isla arriba con perversos fines.
REGRESO
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CÃZICO
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CCIX Cada guerrero viste su coraza De fino bronce o acerrada fibra, Ciñe la espada y el escudo embraza, La ponderosa lanza ansioso vibra, Y al que enemigo juzga de su raza, Mas sin saber quién es, batalla libra, Y enciéndese la lucha como fuego Que por enjuta selva cunde ciego.
CCX Atroz desastre colosal abate Al pueblo Dol'ionio; ni la Parca Que torne a su palacio del combate Y a su alcoba nupcial deja al Monarca. Tropieza a obscuras, al primer embate, Con el Patrón de la extranjera barca, Y del robusto Esónides, la gruesa Lanza, de parte a parte lo atraviesa.
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LIBRO
I
CCXI Rompe la punta el costillar; y rota Deja, saliendo, la dorsal espina. Del asta en derredor la sangre brota, Hacia adelante el lidiador se inclina, Y al desplomarse, de la playa azota, Et moribundo Rey, la arena fina, Y sin quejarse, en brazos de la muerte Cumple en la juventud su adversa suerte.
CCXII ¡ Soberano infeliz! Contra el Destino Rebelarse al mortal está vedado. Persigúelo doquiera en su camino Y entre sus garras lo circunda el Hado. Así al Conquistador del Vellocino Juzgaba para siempre propiciado, Y, error fatal, o perniciosa intriga, Lo hace caer bajo su mano amiga.
COMBATE
D E S G R A C I A D O
CCXIII Con él perecen muchos adalides. A Esfondris mata Acasto. A Teleclec* Y a Megabrontes, el robusto Alcides. Postra a Zelín el ínclito Peleo, Y a Gefiro también, perito en lides. Clicio a Jacinto, e Idas a P r o m e o ; Y Telamón, en esgrimir la pica Sin rival, a Basilio sacrifica.
CCXIV A Flogio y al audaz Megalosace Los gemelos Tindárides las vidas Quitan uno tras otro. Al fiel Artace, Gran Capitán, y a Itómenes, Enidas. Aun hoy la población triste les hace Las honras que a los
héroes son debidas. El resto del ejército entre tanto Huye hacia la Ciudad, presa de espanto.
LIBRO
I
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Cual tímidas palomas, acosadas En el aire por ávidos halcones Alígeras se escapan a bandadas, Así con palpitantes corazones Penetran por las puertas mal cerradas En confuso tropel los Doliones, Y siembran el terror entre la gente Al referirle su desastre ingente.
CCXVI A entrambas huestes, al rayar la aurora Su irreparable error, la
matutina Primera luz, revela aterradora. Al ver tendido al Rey, que contamina
Sangre con polvo, súbito devora Dolor acerbo a la legión divina. Tres días gime con el pueblo todo Mesándose el cabello en cruel modo.
S U I C I D I O
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C L I T A
CCXVII Luego los héroes de la Minia banda Con sus armas adórnanse marciales De fino bronce; y como el rito manda, Celebran los solemnes funerales, En torno de la tumba veneranda Tres veces desfilando, con iguales Acompasados pasos; y establecen Juegos que en nuestra edad aún no perecen.
CCXVIII
«se
Sobrevivir no quiere al golpe rudo La augusta viuda, la afligida Clita, Y el grave mal que la carcome agudo Con mal
más grave remediar medita. Ãtase al cuello corredizo nudo, Y su cuerpo gentil la cuerda agita. No hay Ninfa de la selva que no vierta Copioso llanto al contemplarla muerta.
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LIBRO
I
CCXIX Los ojos de las Ninfas tutelares De los bosques derraman tal torrente De lágrimas amargas, que los mares Aumentar amenaza su corriente. Mas ellas, sofocando sus pesares, Convierten el raudal en dulce fuente, E ínclita la apellidan, en memoria D e Clita la infelice, de alta gloría.
CCXX Funesto sale el Sol para las bellas Mujeres dolionias este día. En los varones,
más profundas huellas Júpiter deja impresas todavía. Ninguna mano, atenta a sus querellas, Mueve el molino, en la cocina fría, Y el grano al natural, sin cocimiento, Sirve por mucho tiempo de alimento.
D E S P U É S
D E
LOS
F U N E R A L E S
III
CCXXI De años y siglos el transcurso vario De honor ha convertido en testimonio Lo que al principio ayuno funerario Fué para el afligido Doüonio; Y al celebrar el triste aniversario El que en Cízico mora, pueblo Jonio, No en los hogares la ritual harina Muele, sino en la pública oficina.
CCXXII De tempestades hórrida cadena, Que dura doce días, se desata. Doce noches también el rayo truena, Y a los
héroes los planes desbarata. El sueño, al fin, sus párpados enfrena, Y en tanto, de velar la poco grata Misión, que sobre Acasto y Mopso cae, Bienes inmensos a los nautas trae.
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LIBRO
I
CCXXIII Se acerca el alba, cuando alción marino Sobre la rubia cabellera vuela Del dormido Jasón. Su agudo trino De la borrasca el término revela. Lo oye y comprende Mopso el adivino Y observa, a fuer de experto centinela, Que adverso Numen, de la minia nave, Procura en vano desviar al ave.
CCXXIV Del mástil remontándose a la altura, El pájaro consigue, de la popa Posarse en la simbólica escultura. El Capitán de la divina tropa Sobre el blando
vellón de lana pura Con su manto de púrpura se arropa. Despiértale el Profeta de su sueño, Y esta arenga dirígele halagüeño:
SACRIFICIO
EN
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D I N D I M O
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"Del magnánimo Esón hijo sublime: Para que el sol del éxito te alumbre Es fuerza que tu aliento nos anime A subir del Dindimo a la alta cumbre. Allí tu error ante el altar redime, Y, obediente a la mística costumbre, Haz que la Madre de los Dioses, Rhea, Con sacrificios aplacada sea.
CCXXVI "Al punto cesarán los huracanes, Brillarán las estrellas en los cielos, Y vientos favorables a tus planes Calmarán tus zozobras y recelos. Así con misteriosos ademanes Bien claro me lo dijo en sus revuelos, En torno de tu lecho, alción marino Que a recrear tu sueño anoche vino.
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I
CCXXVII "Vientos y mares la Deidad comprende En sus dominios, y la baja tierra Y aun el nevado Olimpo; y cuando asciende Al trono celestial, desde su sierra, Júpiter, por su Madre, condesciende El rayo en apagar que el mundo aterra: Y a las prerrogativas maternales Rinden honor los otros Inmortales."
CCXXVIII La favorable predicción, de gozo Llena a Jasón, que da la voz de alerta, Salta del lecho: loco de alborozo, Uno por uno a los demás despierta. Las nuevas comunica sin embozo Que acaba de saber de ciencia cierta ; y en busca parten de rituales bueyes, De aquel Senado los menores reyes.
SACRIFICIO EN EL DINDIMO
í 13
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CCXXIX
Mientras que a los cornudos animales La juventud al monte aguijonea, El resto de los héroes inmortales En desatar su actividad emplea Las amarras que ató provisionales Al Sagrado Peñón. Luego fondea La nave, por los remos empujada, Del Tracio litoral en la ensenada.
CCXXX Dejando a bordo poco numerosa Guardia, suben a prisa al alto monte, Y a sus ojos, qué vista tan gloriosa Se presenta, qué espléndido horizonte: La de Tracia, a sus pies, playa arenosa, De Macra con la cúspide bifronte; Del Bosforo la boca, envuelta en niebla, Los cerros,
más allá, que el Miso puebla.
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LIBRO
I
CCXXXI Divísanse los muros de Adrastía. La Népica llanura se dilata Al lado opuesto; y la corriente fría Del Esepo, reluce como plata. Entre tanto, al cruzar la selva umbría, De algunos las miradas arrebata De antiquísima vid tronco desnudo, Alto, robusto, sin verdor ni nudo.
CCXXXII P a r a formar de la Deidad serrana El simulacro lo guardó el Destino. Lo corta la segur, y Argos se afana En modelarlo con cincel divino. En hombros, a la cumbre no lejana Lo suben, por el
áspero camino:Le ofrecen pabellón, copas y frondas De hayas gigantes, con raíces hondas.
SACRIFICIO EN EL DINDIMO
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CCXXXIII Menudas piedras forman el que estrena Inmaculado altar. Hojas de roble Lo coronan, al par que la melena De cada sacerdote de la noble Falange, que a la Madre Dindimena Invoca con el nombre augusto y doble De Cibeles y R h e a ; que a los Frigios Enaltece con dones y prodigios.
CCXXXIV También a Ticio y a Cileno implora, Pareja entre millares escogida
De Dáctilos Ideos, que asesora
A la Madre benéfica del Ida. Anquíale, la Ninfa seductora, Con ambas manos a la tierra asida, Los dio a la luz, en la sagrada cueva De Creta que de Dicte el nombre lleva.
LIBRO
I
CCXXXV A la Diosa, con sendas oraciones, Los labios de Jasón piden bonanza, Mientras su copa de oro libaciones Pobre los bueyes humeantes lanza. Armado coro de ínclitos varones Que Orfeo organizó, bélica danza, El ancho pomo del acero agudo Resonando a compás sobre el escudo.
CCXXXVI Así procura que se lleve el viento El que a su Rey la multitud dedica Malaugurado funeral lamento. Parece que no en vano sacrifica
Jasón a la Gran Diosa, que al momento Sus señales de agrado multiplica. Los Frigios acostumbran desde entonces Propiciarla con tímpanos y bronces.
SACRIFICIO
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CCXXXVII La lluvia de prodigios celestiales Que la hecatombe atrae, ¿a quién no asombra? De súbito se truecan en frutales Los árboles que apenas daban sombra; Espontánea germina de rosales Y de violetas perfumada alfombra. Y agitando las colas, van las fieras Llegando de sus hondas madrigueras.
CCXXXVIII La gratitud del pueblo, con portento Mayor aún, la madre Diosa gana. En el Dindimo, el animal sediento La flor, el hombre, arroyo ni fontana Jamás halló. Con su divino aliento Raudal perenne de la roca mana, Que el insular, de amor en testimonio, Llama hasta el día Manantial Jasonio.
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CCXXXIX Antes de regresar los Argonautas Al puerto, en la Montaña de los Osos Se sientan en redor de mesas lautas Libando, al son de cánticos piadosos, De la Diosa en honor. Miradas cautas Lanzan al mar y al éter; y animosos Levan las anclas al rayar la aurora Y enderezan al piélago la prora.
CCXL No riza el mar el céfiro más leve, Y a fuerza de bogar se va adelante. A los heroicos remadores mueve Tanta calma a apostar quién
más aguante Tendrá, quién será el último que lleve Su remo, sin soltarlo ni un instante, Y reman con tal
ímpetu y pujanza, Que más que él huracán, el Argo avanza.
PENOSA
T R A V E S Ã A
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ccxu
Del carro de Neptuno los bridones Con pies de tempestad y aéreos bríos A aquellos indomables campeones Del Argo nunca alcanzarán tardíos. Pero al caer la tarde, ventarrones Que soplan de las bocas de los ríos La azotan a estribor, y fatigada Deja a la juventud la marejada.
CCXLII Tanto bogar a la falange hostiga: Y a uno tras otro arranca de las manos Los inútiles remos la fatiga.
Hércules, con sus brazos sobrehumanos, A quedarse en los bancos los obliga. Anima a los cansados veteranos, Y de su remo al poderoso empuje El maderamen de la nave cruje.
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CCXLIII De Frigia se perdió la última roca; De Egeón el sepulcro se divisa; Ya del Rhíndaco claro por la Boca Va a entrar la nave a la comarca Misa. Del agitado mar la furia loca Que Hércules va sulcando a toda prisa Le rompe por enmedio el largo remo Y arrebatan las olas un extremo.
CCXLIV El ímpetu derriba de costado Al héroe, que aun caído al ponto reta. La otra mitad del remo destrozado Con ambas manos pertinaz sujeta. Torna a su banco, y a uno y otro lado Vaga dirige la mirada inquieta. Acostumbrado nunca a estar ocioso, Lo cansa, hasta un momento de reposo.
A R R I B O
A
MISIA
1.3
CCXLV Va a anochecer. Es la hora vespertina En que, del campo, el labrador hambriento, De arar cansado, lánguido camina A su cabana, sucio y polvoriento. Dóblansele las piernas: se reclina En el portal del rústico aposento Y al ver sus manos, que el cavar maltrata, En mil imprecaciones se desata.
CCXLVI Llegan los nautas, a la escasa lumbre Crepuscular, do desemboca el Cío, Y el Argantonio monte su alta cumbre Levanta, en el Cianeo
señorío. Ganado, harina, miel, fruta, legumbre Hospitalarios llevan al navio, Con vinos exquisitos y abundantes, De Misia los corteses habitantes.
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4
LIBRO
I
CCXLVII Saltan a tierra, y unos verde grama Al prado, o a los árboles follaje, Quitan, para formarse blanda cama. De otros aguza el afilado herraje El palo, que al girar la leña inflama; Otros, en fin, el místico homenaje Preparan en honor de Apolo Ecbaso, Vino vertiendo en cincelado vaso.
CCXLVIII En tanto, va de Júpiter augusto El Hijo al secular bosque vecino En busca de otro remo, que a su gusto Reemplace el que le ha roto el torbellino. Con un tronco, cual de
álamo robusto, Se le presenta gigantesco pino Que sin brazos ni frondas se alza recto. Hallar no es fácil otro
más perfecto.
A V E N T U R A
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H E R C U L E S
CCIL A toda prisa el héroe se despoja De la piel de león, y con la aljaba, El arco y flechas en el suelo arroja. A recios golpes de la enorme clava Tachonada de bronce, el pino afloja, Y do más fuerte la raíz lo traba, Fiado en su gran vigor, el tronco aferra Con ambas manos, cerca de la tierra.
CCL Con las abiertas piernas de gigante Y el hombro colosal, hace palanca Con terrones, raíces, y, no obstante . Su gran profundidad, el pino arranca. Así ve arrebatarse el navegante El
mástil, con sus clavos y retranca Cuando azota tenaz, casco y entena El vendaval que Orion desencadena.
LIBRO I
CCLI Sus armas y su piel recoge Alcides Y el árbol, como lanza, esgrime fiero. Ni se unirá a los nobles adalides Ni encontrará a su joven escudero Hilas, que a su servicio y a las lides Formado tiene. En busca de un venero De agua potable se alejó, imprudente, De cobre con su cántaro luciente.
CCLII Mientras del bosque su señor regresa Quiere para los regios comensales Puntual aparejar la agreste mesa. Desde que aquél lo recogió en pañales Contra el Driope en la fatal empresa, Al huérfano
enseñó finos modales, Y al arte de la guerra y del gobierno Lo preparaba con afecto tierno.
A V E N T U R A
D E
H E R C U L E S
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CCLIII Era el Driope montaraz y rudo, Sin respetar jamás ley ni derecho. Un pretexto encontrar Hércules pudo Para asaltarlo, y lo dejó maltrecho. Araba, triste, con su buey cornudo Teyodamanto el árido barbecho, Cuando la bestia Alcides le arrebata Y al mismo Rey, que se defiende, mata.
CCLIV La que siguió, batalla formidable Y guerra de exterminio, causa espanto. Narrar tanto desmán no fuera dable A mi musa gentil en este canto. Tan sólo de Hilas permitidme que hable, Hijo del infeliz Teyodamanto, Que, sin sospechas de su suerte, llega Al sacro manantial que llaman Pega.
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LIBRO
I
CCLV Era precisamente la semana En que, de Ninfas los alegres coros, No lejos de la límpida fontana De su belleza lucen los tesoros Celebrando a la espléndida Diana Con danzas y con cánticos sonoros, Sin que una sola Ninfa del risueño Promontorio jamás falte al empeño.
CCLVI Las de los montes y antros, a distancia Se presentan formadas en hilera. Las que la selva guardan, su elegancia Ostentan
más abajo, en la pradera. Apréstase a dejar su húmeda estancia Y el pecho de alabastro saca fuera, La Ninfa tutelar de aquella fuente, Cuando al gallardo joven mira enfrente.
RAPTO
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CCLVII Del rostro la blancura la fascina Y de su cuerpo la encendida rosa, Que, llena, desde el éter ilumina La luna, como nunca esplendorosa Asesta, en tanto, la Deidad Ciprina A su pecho gentil flecha amorosa Que súbita la hiere y enloquece: Y la Náyade casi desfallece.
CCLVIII Para que el chorro el ánfora reciba Observa que tendido se coloca, Hacia adentro la faz, los pies arriba. Un brazo le echa al cuello; con su boca La boca del doncel busca lasciva, Y en el raudal lo precipita loca, Con la otra mano asiéndolo del codo Con tal vigor, que lo sumerge todo.
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LIBRO
I
CCLIX Polífono Elatida a paso lento Se alejó de la heroica compañía, Y a la llegada de Hércules atento El valle solitario recorría, Cuando hirió sus oídos un lamento Apagado, que de Hilas parecía, Y desnudando el sable, rumbo a Pega A todo escape atravesó la vega.
CCLX Como el león que en la floresta habita Y oye a lo lejos de la tierna oveja El agudo balar, que su hambre incita, De su caverna rápido se aleja Y a los apriscos al llegar, le irrita Que impenetrable la cerrada reja Resiste de sus garras el empuje, Y se retira, y con espanto ruge,
RAPTO
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H I L A S
CCLXI No de otra suerte a Polifemo oprime Ciego furor. Quizá bestias feroces Devoraron al joven. Quizá gime Víctima de ladrones más atroces. Salta y corre al azar. La espada esgrime. A Hilas junto a la fuente llama a voces. Vano clamar. La enamorada Ninfa Lo guarda en los cristales de su linfa.
CCLXII Por ver si en medio de las selvas halla Del perdido garzón algún indicio, Se interna en su espesor; pero no acalla Esa inquietud que le trastorna el juicio. Un hombre ve de gigantesca talla, Y de la luna al resplandor propicio A
Hércules reconoce... Al infelice Detiene respetuoso, y así dice:
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LIBRO I
CCLXIII "¡Desventurado amigo! Mensajero Soy de nuevas fatídicas; pero antes Que nadie la noticia darte quiero. Por agua, los ansiosos navegantes Mandaron a tu candido escudero, Que aún no retorna. Presa de bergantes O de lobos famélicos ha sido. Claro escuché su lúgubre gemido."
CCLXIV A Alcides deja atónito el relato Que conmovido le hace Polifemo. Frío sudor lo
baña; y largo rato Inmóvil queda, en su dolor supremo. Arroja con frenético arrebato El
árbol que ha cortado para remo, Y, sin seguir sendero ni camino, Se echa a correr en brazos del Destino..
A B A N D O N O
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CCLXV Como toro, del tábano punzado, •Cual flecha por el campo se dispara Y ni atiende a pastores ni al ganado, Y ya corre furioso, ya se para, Ya muge con el cuello levantado, Así en Jasón y el Argo no repara Hércules, y ya corre, ya se agita, Ya se detiene y con espanto grita.
CCLXVI Va a amanecer. La matutina estrella Sobre los altos picos aparece. Ventolina sutil, delante de ella Baja a las ondas y la nave mece. Tifis aprovechar brisa tan bella Manda. De embarque la orden obedece La augusta tropa; y antes de la aurora Anclas levando, hiende el mar la prora.
LIBRO I
CCLXVII Las velas del bajel la brisa enarca, Y en breves horas deja atrás la punta Que al Numen de los mares y monarca Consagró la piedad. Clara despunta El alba al fin, y al recorrer la barca, Grave desgracia el Capitán barrunta. Con Hércules, al vastago de Elato En tierra abandonó grumete ingrato.
CCLXVIII ¡ Qué agitación se sigue y qué tumulto! ¡Dejar a nuestros dos conmilitones A quienes Grecia entera rinde culto! ¡Dejar a los
más fuertes campeones Del A r g o ! ¿Es simple olvido o es insulto? No se altera
Jasón, ni oye razones, Ni habla en contra o en pro. Furor inspira A Telamón, que dice, ardiendo en ira:
A
B O R D O
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ARGO
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CCLXIX "; Gózate en tu obra! Que te hiciera sombra Al regresar a Grecia, la alta fama Del Argonauta que Hércules se nombra Siempre temiste. De la inicua trama Eres único autor... y no me asombra. Pero ¿ a qué hablar ? ¡ La furia que me inflama Sabrá quitar tus cómplices de en medio! Yo solo a tanto mal pondré remedio."
CCLXX Diciendo así, frenético arremete Contra Tifis Agniades el piloto. Si Calaín audaz no se entromete Y a tamaño desmán no pone coto Con el auxilio de su hermano Zete, A despecho del mar y contra el noto, Atrás volviera la agitada quilla Buscando a Alcides en la Misia orilla.
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LIBRO I
CCLXXI ¡ Hijos de Bóreas, esplendor de Tracia! El estorbar del Argo el retroceso más tarde causará vuestra desgracia. En la memoria de Hércules impreso El baldón quedará. Perdón ni gracia Podréis hallar, de Cólquide al regreso, Al caer en sus manos colosales, De Pelias en los juegos funerales.
CCLXXII Verificarse vio la profecía Muchos años después, el territorio De Teños, que circunda mar bravia. Alzóles monumento mortuorio El mismo que homicida los hería, Con obelisco doble expiatorio. Uno de
éstos agítase ¡oh, portento! Como pluma, de Bóreas con el viento.
APARICIÓN
D E
GLAUCO
CCLXXIIl Hoy la contienda a dirimir del Argo, Glauco, veraz heraldo de Nereo, De la profundidad del ponto amargo Surge imponente. El pecho giganteo, La hirsuta barba y el cabello largo Saca empapado, al esplendor febeo, Y asiendo fuertemente la carena, Con voz exclama, que el espacio llena:
CCLXXIV "¡ Insensatos! ¿qué hacéis? Contra los Hados Y voluntad expresa del Tonante, Por recoger dos nautas rezagados Impedís que el bajel siga adelante. De los trabajos a
Hércules mandados Para ceñir de Numen la brillante Corona, la mitad aún lo aguarda. Necio
será quien su misión retarda.
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LIBRO I
CCLXXV "Dejad que el hijo de la bella Alcmena A Argólide retorne a su albedrío. Jove fundar a Polifemo ordena Rica ciudad do desemboca el Cío. Hilas, en fin, cuyo clamor de pena Causara de los dos el extravío, Es ya marido de la Ninfa ardiente Que al fondo lo introdujo de su fuente."
CCLXXVI Dice: y la quilla de la nave suelta, Junta las manos, la cabeza inclina, Y se sumerge en actitud resuelta. Las ondas tiñe espuma blanquecina, Y al ir luchando con la mar revuelta Crujen las cuerdas y el timón rechina. Torna a los corazones la bonanza Y hacia su jefe Telamón avanza.
C A L M A
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CCLXXVII Tiende la mano, que Jasón estrecha, Y entre sus brazos con afán se arroja. "Perdona —dice—, y a los vientos echa Las que me sugirió fiera congoja Palabras de baldón. De antigua fecha Data nuestra amistad, y me sonroja El impensado olvido de mí mismo, Volvamos al cordial compañerismo."
CCLXXVIII "Volvamos, sí —magnánimo replica Esónides—, y piensa cuánto afrenta Quien calumniosa acusación publica. ¡A un amigo vender! Si tu opulenta Hacienda, en oro y en ganados rica, Dijeras que robé, menos violenta Fuera mi pena. Que hables en mi abono A quien me ataque, espero... y te perdono.'*'
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LIBRO
I
CCLXXIX Mientras se reconcilian en la nave, La voluntad de Júpiter divino Que cumplan hasta el fin, disponer sabe, Los. dos abandonados su destino. Fundar una ciudad en suerte cabe A Polifemo. El Cío cristalino Le dará a la Ciudad aguas y nombre, Y al fundador, espléndido renombre.
CCLXXX Hércules marcha a terminar los doce Trabajos exigidos de Euristeo, Como la suerte de Hilas desconoce Y hallarlo a toda costa es su deseo, Si no lo encuentra, ya de vida goce O haya bajado al lúgubre Leteo, Promete a los de Misia el exterminio De sus campiñas, pueblos y dominio.
LLEGADA A BEBRICIA
CCLXXXI Juran buscarlo, y dan como rehenes Los jóvenes más nobles de la tierra Sus vidas empeñando con sus bienes. Hércules en Traquina los encierra. Vanos serán los cánticos perennes A Hilas buscando por llanura y sierra. Perded toda esperanza que responda Entretenido por su Ninfa blonda.
CCLXXXII Todo el día sopló próspero viento Que en la noche arreció; pero la aurora Quitó a los blandos céfiros aliento Dejando inmóvil la cansada prora, Un golfo y una punta, el ojo atento Observó de los nautas; y a la hora Que nace el Sol, entraba en la ensenada El Argo, por los remos empujada. F I N D E L LIBRO P R I M E R O
LIBRO SEGUNDO
S U M A R I O D E L L I B R O II
Lucha de Pólux con Amico, rey de los Bébrices: derrota y muerte de Amico (octavas i a 20). Victoria de los Argonautas sobre los Bébrices: llegada a la casa de Fineo (21-38). Historia de Fineo y de las Harpías, que son perseguidas por Calaín y Zetas, hijos de Bóreas (3966). Vaticinio de Fineo y regreso de los hijos de Bóreas (67-100). Episodio de Parebio (101-112). Origen de los vientos Etesios (113-121). Pasa el Argo entre las
Simplégades con la ayuda de Minerva (122-138). Llegada a Tiniada: aparición de Apolo (139-166). Llegan a la tierra de los Mariandinos, donde son bien recibidos por su rey Lico (167-174). Muerte de Idmón y de Tifis: se nombra piloto a Anceo (175-209). Pasan los A r gonautas por Sinope y el Cabo de las Amazonas y llegan al territorio de los Cálibes (210-236). Costumbres de los Tibarenos y Mosinecos (237-240). Lucha con los pájaros de la isla de Marte (241-255). Allí encuentran a los hijos de Frijo, que acaban de naufragar (256-290). Llegada a Cólquide (291-294).
LIBRO SEGUNDO
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Donde ancoró la nave, de los bueyes Los establos están, del fiero Amico, El más insoportable de los reyes Y del género humano el más inicoAl extranjero impone duras leyes, Yugo de hierro al subdito Bebrico. Melia, Bitinia Ninfa, seducida Por Neptuno falaz, le dio la vida.
II Bien con el cesto, o con desnudos brazos, Obliga a quien arriba a su dominio A medirse con
él a puñetazos Hasta lograr de alguno el exterminio. Cadáveres sin cuento, hechos pedazos, De vecinos se ven. Al bajel Minio Llega sin saludar. Tampoco inquiere Quién es, cuándo zarpó, dó va, qué quiere
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LIBRO
II
III "Piratas de la mar, oíd atentos (Sin preámbulos dice), que os importa: No volverán a arrebatar los vientos Al pasajero que a mi playa aporta Si de mis puños antes los alientos En singular combate no soporta. Tal es el texto de la ley Bebricia, De que mi labio os da plena noticia.
IV "De vuestras filas al mejor atleta Sacad para el terrible pugilatoQuien, cobarde, a mi ley no se someta Aguarde triste fin y
áspero trato." Así a los nautas, petulante, reta, Y de ira en un espléndido arrebato, Pólux, con fieros, mas corteses modos, Replica a nombre de los
héroes todos:
COMBATE
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CON
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V "La lengua ten; y tu brutal violencia, Quienquier que seas, desplegar no intentes En contra de nosotros, que obediencia Verás que a tus mandatos insolentes Prestamos sin temor. Aquí, en presencia De mis conmilitones y tus gentes, Tu reto acepto, y con placer te digo Que voy yo mismo a combatir contigo."
VI Como león, por el arpón herido De un solo cazador en la floresta, Aunque de mil monteros perseguido, Mira no
más a aquel cuya ballesta Sin sangre lo dejó, mas no rendido, Sobre el que dio la intrépida respuesta Amico clava así los grandes ojos, Torvos girando, como globos rojos.
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LIBRO I I
VII Del fino, manto de ligera lana Que en Lemnos le donó bella viuda, De hospedaje y amor prenda no vana, Tindárides al punto se desnuda. También arroja el Rey de mala gana Su capa negra, el broche que la anuda Y el tronco de acebuche claveteado Que de maza le sirve y de cayado.
VIII Exploran y separan el terreno, Y de uno y otro lado forman valla Bébrices y Argonautas, sobre el heno Sentados. Aguardando la batalla, A cada luchador miran de lleno¡ Qué diferente su ademán, su talla! El uno es de Tifeo imagen viva O aborto de la tierra primitiva.
LUCHA D E PÓLUX CON
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IX Dicen que tales monstruos y alimañas Produjeron, después de su querella Con Júpiter, sus grávidas entrañas. Tindárides, en cambio, como estrella Que por los cielos, mares y montañas Dejando va su luminosa huella A los mortales, que a su faz dirigen La vista, muestra su divino origen.
X Como entreabierta flor, en su mejilla Empieza a despuntar el primer bozo Y la inocencia en su*' pupila brilla; Pero en los brazos del gallardo mozo La fuerza de titán nos maravilla. Los prueba y los esgrime sin embozo, Por si sacó a los músculos de quicio Tanto remar o falta de ejercicio.
LIBRO I I
XI Amico a su rival de lejos mira, Y mudo, desdeñando todo ensayo, Por el momento crítico suspira De arrojársele encima como un rayo Y su sangre verter. Al suelo tira Entre los dos, Licorio, su lacayo, Dos pares de manoplas contundentes, De cuero crudo, tiesas, resistentes.
XII " E l guantelete que te cuadre escoge (Dice Amico, procaz): si suertes echo Es fácil que acusarme se te antoje De inclinar la balanza en mi provechoCuando la sangre tus quijadas moje Podrás decir cuan duro y cuan estrecho Sé fabricar el guante de combate Y el cuero retorcer que al brazo lo ate.""
L U C H A
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XIII Pólux al descortés que lo provoca Nada responde. Con gentil sonrisa En una y otra mano se coloca El par de cestos que a sus pies divisa. Su hermano Castor, que sentado a poca Distancia está, levántase de prisa, Y entre él y Talo, el hijo de Biantes, Con mil augurios, átanle los guantes.
XIV Al brazo de su Rey, de igual manera, Ornito con Areto atan el cesto. ¡ Ciegos! Esta faena es la postrera; El Hado le reserva fin funesto. Apártanse, del
ímpetu en espera, Ambos atletas, con marcial apresto, Y cada lidiador alza, prudente, Los puños a la altura de la frente.
LIBRO
II
XV Como en la mar, ha tiempo embravecida (Ultima en la tormenta que fenece), Una ola colosal álzase erguida Que hundir en su vorágine apetece La nave, con furiosa acometida; Pero ésta vira, se desliza, ofrece El flanco al golpe, y cuando ya zozobra La salva del piloto hábil maniobra,
XVI Así de los Bebricios el tirano Sobre el noble Tindárides se lanza Asolador, infatigable, ufano. Con la heredada indómita pujanza Los golpes menudea; pero en vano En los músculos cifra su esperanza: Con arte y ligereza los esquiva El hijo fuerte de la bella Argiva.
L U C H A
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CON
AMICO
XVII De su adversario a cada puñetazo Con otro puñetazo corresponde Que lo tritura cual pesado mazo. Explora con astucia cómo y dónde Herirlo puede, o si el nervudo brazo Virtud que lo haga invulnerable esconde. Toros parecen ambos combatientes Por vaca amada hiriéndose las frentes.
XVIII Como de guerra en grandes arsenales Cuando clavan tablones y maderos Uno sobre otro, artífices navales, De martillos sin fin golpes certeros Con estrépito suenan desiguales Esgrimidos por bravos carpinteros, Así con las continuas bofetadas Resuenan dentaduras y quijadas.
L I B R O
II
XIX Y no quieren ceder. Ya sin aliento El pecho, y vacilantes las rodillas, A respirar se paran un momento Y enjugan el sudor de sus mejillas. Breve es la tregua. A su rival atento, Levántase el gigante de puntillas, Como el que mata un buey: su cuerpo alarga, De arriba»ábajo un golpe le descarga.
XX Pólux, zafando la cerviz, lo esquiva, Y sobre el hombro cae el guantelete. Su propia pierna, con maniobra viva, Entre las piernas del gigante mete; Salta veloz, y un poco
más arriba De la siniestra oreja lo acomete: Rómpele el cráneo; y, al caer de hinojos, Cierra la muerte del jayán los ojos.
M U E R T E
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AMICO
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XXI Grito de triunfo atronadora lanza La Minia tropa. La nación Bebricia No abandona a su Rey; y de venganza Insaciables anhelos acaricia. Con mazas y venablos se abalanza En confuso tropel. En su estulticia Cree fácil derribar al héroe Minio Y a la nave llevar el exterminio.
XXII Pero saltan en pie sus camaradas, Movidos cual de mágico resorte, Y airosos desenvainan las espadasEn orden de batalla la cohorte, Aguarda las barbáricas mesnadas. Castor, al
más audaz, con rudo corte De sable, en dos mitades la cabeza, Diestro, divide, y la campaña empieza-
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LIBRO
II
XXIII Pólux, aunque sin armas, salvo el guante De lucha con que al Rey dejó maltrecho, Al colosal Itímeno y Minante Mata a la par. Un puntapié en el pecho Asesta a aquél, saltándole delante. Al otro arranca el párpado derecho, Sobre la ceja al dar el golpe rudo Que deja el globo en su órbita desnudo.
XXIV Rozarlo puede apenas Oreídes {Del rey Amico el íntimo lacayo), Aunque su lanza a Talo Biantides El cinturón perfora de soslayo. Ni Areto logra a Ifito el Euritides Con su maza causar sino un desmayo. Aún es el Hado a su vivir propicio:
más tarde al agresor matará Clicio.
COMBATE
C O N
LOS
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XXV Anceo, el de Licurgo, a la palestra Salta, blandiendo su segur enorme, Que resplandece bélica en su diestra. A guisa de broquel, de oso disforme Obscura piel le cubre, la siniestra. De los Bebricios en el grupo informe (Ya con él los Eácidas) se mete. Y Esónides tras ellos arremete.
XXVI Cuando de crudo invierno en noche fría. Entran en el redil lobos rapaces Sin que el pastor los sienta, o la jauría De sus mastines, siempre tan sagaces. Las mil ovejas que el establo cría, Huyendo de sus
ímpetus voraces, Se empujan, se atrepellan, se encaraman Unas sobre otras, y el terror derraman,
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LIBRO
II
XXVII Así en el lazo que tendió se enreda La bárbara, confusa muchedumbre, Sin que salvarse de los héroes pueda. Pero como el pastor enciende lumbre Sólo para ahuyentar con la humareda Los enjambres de abejas que en la cumbre De la montaña zumban a millares E n los improvisados colmenares,
XXVIII El campo así los proceres despejan, Y más con el fulgor de las espadas Que con el filo a los contrarios vejan. Estos se diseminan en bandadas Y sus cabanas y heredades dejan E n su insensata fuga abandonadas, Mientras esparcen ¡ necios! la noticia Del fin de Amico en la interior Bebricia.
T R I U N F O
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LOS
ARGONAUTAS
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XXIX Al frente de sus bravos Mariandines Acostumbraba el belicoso Lico Atravesar del reino los confines Y devastar su territorio, rico En viñedos y pueblos. Ya sus fines No puede contrariar el muerto Amico, Y apenas llega la funesta nueva Sus incursiones con furor renueva-
XXX ¿Quién augurar pudiera mal tamaño? Menos el que los nautas extranjeros Arrebataran al real rebaño Las mejores ovejas y carneros. Al verlos inmolar, desde su escaño , Frente al bajel, así a sus compañeros En tono, ya de veras, ya de mofa, Uno de los marinos apostrofa:
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LIBRO
II
XXXI "Decid: ¿qué fuera de la vil canalla Si entre nosotros a Hércules su puesto Dejado hubiera un Dios? Que ni batalla Ni pugilato viéramos, yo apuesto. Jamás tuviera un héroe de su talla Paciencia para oír tanto denuesto De Amico. De su orgullo y ley sangrienta Un golpe de la clava diera cuenta.
XXXII "Mientras con viento favorable en alta Mar nos lanzamos, a él en la desnuda Playa dejamos: ya veréis qué falta A todos nos hará. Que sin su ayuda Poco •podremos a los ojos salta." Quien tantos males augurar no duda Ignora que dispuso tal ausencia De
Júpiter la sabia providencia.
SACRIFICIO Y
B A N Q U E T E
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XXXIII Es preciso curar las contusiones Y heridas de los frágiles mortales, Y víctimas y sacras libaciones Ofrecer a los Dioses inmortales. Para cumplir las dos obligaciones De religión y afectos fraternales, Del Argo las amarras no desatan Aquella noche, y pingües bueyes matan.
XXXIV Tras lauta cena, sin que el sueño grave Los ojos, cortan las rituales frondas Al
árbol a que atada está la nave, Y ciñen de laurel las frentes blondas. Tañe Orfeo su cítara suave, Y el himno escuchan las tranquilas ondas Que canta a Pólux, luchador ilustre, Hijo de Jove, de Terapna lustre.
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II
XXXV La luz del Sol, que a la montaña asciende Y a los pastores despertó temprano, A los piadosos proceres sorprende Con las guirnaldas y ánfora en la mano. Leva entonces el ancla: el viaje emprende La nave rumbo al Bosforo cercano, Y del botín quitado al enemigo Cuanto puede cargar lleva consigo.
XXXVI Aunque es de popa el viento, les ataja El paso una ola colosal, inmensa, Que no sube del mar, sino que baja Del cielo, al parecer, y se condensa, Y cual montaña entre las dos encaja. Que va a estrellarse el navegante piensa; Pero un piloto de experiencia sabe Cortar las olas y salvar la nave.
EL PROFETA FINEO
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XXXVII Hábil piloto es Tif is Agniades, Y a la destreza la ola no resiste Del que ha vencido tantas tempestades, Y con igual valor hora la embisteSalva de aquel peligro a sus cofrades, Pero se quedan con el alma triste; Y al brillar nuevo Sol la nave Minia En las costas atraca de Bitinia.
XXXVIII Allí en el litoral Fineo mora, El hijo de Agenor. De los mortales Es el
más infeliz y el que más llora Bienes trocados por su culpa en males. De Apolo la Deidad deslumbradora Lo quiso superior a sus iguales, Y el don le concedió de profecía, Que su baldón originar debía.
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LIBRO I I
XXXIX
Al verse dueño de tan alta prenda, Aun a Jove perdió todo respeto; Y a su locuacidad suelta la rienda, Reveló de los dioses el secreto. Cegó sus ojos catarata horrenda De Jove por altísimo decreto, Que a larga senectud y eterno ayuno Condenaba al profeta inoportuno.
XL Postrer recurso en su destino aciago Era el socorro de personas pías Que le llevaban víveres en pago De sus acostumbradas profecías. Ni un pedazo de pan, ni un solo trago, Que llegara, dejaban las Harpías, Sino sucio y hediondo hasta su boca, Y en cantidad, para nutrirlo, poca-
HISTORIA D E FINEO
XLI Volaban por las nubes, en acecho, Esas mujeres de pesadas alas, De corvos picos, con humano pecho, Garras de buitre, piernas como palas, Y se precipitaban sobre el techo De aquella choza sin calor ni galas, Cuanto no le robaban, apestando, Y con su hedor a todos alejando.
XLII Oye el tropel el desdichado ciego, Y su instinto profético que el justo
Castigo va a cesar le avisa luego. Es la legión que Júpiter augusto Mandarle prometió del suelo griego Del paladar a devolverle el gusto. Del duro lecho torpemente salta; Sombra parece a quien el cuerpo falta.
LIBRO I I
XLIII más que la árida planta, lo sostiene Su palo, al arrastrarse hacia la puerta. Tentando la pared, trémulo viene Y apenas el umbral a hallar acierta. De suciedad y podredumbre tiene Con capa asquerosísima cubierta La piel, a pergamino semejante Que liga su osamenta vacilante.
XLIV Siéntase apenas al portal asoma. Un vértigo letal lo desvanece, Las piernas le flaquean, se desploma; Que vueltas da la tierra le parece. Despierta, al fin, del prolongado coma Y de los Minios el asombro crece Que con el Capitán a su socorro Volaron, y en el atrio forman corro.
HISTORIA D E FINEO
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XLV Con habla cavernosa, pero llena De profético acento: "Oíd (exclama), ¡ Oh flor y nata de la gente Helena! Si fuereis, en verdad, los que la Fama Anuncia... y sí lo sois, porque la vena Que inspiración en mi ánimo derrama, Y en que, a despecho de mis años, bebo, Aún no ha cegado, cual mis ojos, Febo.
XLVI "Os reconozco. De Jasón al mando, Por exigencias de feroz Monarca, El Vellocino de oro vais buscando. Argo se llama vuestra hermosa barca. ¡Vastago de Latona venerando! Gracias te doy. En alabanzas parca Nunca
será mi agradecida lenguaAun en mis penas tu favor no mengua.
LIBRO I I
XLVII "A vosotros, por Júpiter, que el vicio Castiga y las virtudes recompensa; Por Febo, que se muestra tan propicio; Por Juno, que en salvaros sólo piensa; Por todas las Deidades: un servicio Os pido. Sed mi amparo y mi defensa, Y no os vayáis sin libertar a este hombre De la que sufre adversidad sin nombre.
XLVIII "No sólo la más negra de las Furias Con su implacable pie cegó mis ojos, Y a una vejez que durará centurias Me tienen condenado sus enojos: Para colmo de penas y de injurias, De mi apetito burlan los antojos Cayendo, como flecha, las Harpías, Y arrebatando las vituallas mías.
LOS HIJOS D E BÓREAS
IL "Aunque rápido vuela el pensamiento, Menos difícil alcanzarlo fuera Que a las aves que roban mi alimento. Algo suelen dejar, por que no muera; Y es tal la podredumbre, que su aliento Ni de adamante un corazón tolera... ¡ Y a mí me obliga a devorar el hambre Las parcas sobras del hediondo enjambre!
L "Que los hijos de Bóreas de ese azote Me libren el oráculo decreta. Ningún extraño soy. Fui sacerdote, Opulento monarca y gran profetaMi padre era Agenor. Con rica dote Me desposé, de Calaín
y Zeta, A la graciosa hermana Cleopatra, A quien mi corazón aún idolatra."
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LIBRO l ì
LI La arenga de Agenórides excita En el pecho de todos los valientes Profunda compasión. más alto grita La sangre en los alígeros parientes Cuyo especial socorro solicita. Acércanse. Dos lágrimas ardientes Se enjuga Zetas; y en su propia mano La mano sosteniendo del anciano,
LII "l Desventurado consanguíneo! (dice): Juzgo que entre los míseros mortales No hay uno como
tú tan infelice. ¿Tus infortunios a la culpa iguales Han sido, en realidad?
¿Así maldice Al que viola secretos celestiales . Y abusa de su mística pericia De
Júpiter excelso la justicia?
LOS HIJOS D E BÓREAS
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Lili
"Que pesa, sobre ti la ira del cielo Del más simple mortal salta a la vista. Temo que a mí me alcance; y aunque anheloLograr de las Harpías la conquista Que me guardan los Númenes, el vuelo No emprenderé para seguir su pista Cuando vuelvan aquí, si antes no juras Que no lo ofenderán mis aventuras."
LIV Sus apagados ojos abre el ciego, Y en él los fija con extraño brío, Cual si sus globos arrojasen fuego. Y lo interrumpe
así: "Calla, hijo mío. De que envuelva
traición mi humilde ruego* Deseche tu' alma el pensamiento impío. Si soy profeta y adivino, sólo Debo mi ciencia a la bondad de Apolo.
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LIBRO I I
LV " P o r su numen verídico lo juro Y por la nube que a dolor eterno Condenó mis pupilas. Yo conjuro A las Deidades del profundo Averno A que jamás me salven si, perjuro, Desciendo a las regiones del Infierno: Ni ofenderá a los Dioses ni castigo Puede causaros cuanto hagáis conmigo."
LVI Escuchan el solemne juramento Y al combate se aprestan los hermanos. La mesa, con el
último alimento, Sirven para los monstruos inhumanos. Guardado por los
héroes, toma asiento Fineo; y no bien lleva las manos Al plato, las Harpías, dando voces, Cual súbito huracán bajan veloces.
LOS HIJOS D E BÓREAS
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LVII Lanzan los Minios formidable grito Para ahuyentarlas; pero sólo aumenta Su atroz voracidad y su apetito. Muy pronto dan de los manjares cuenta, Y, atrás dejando aquel hedor maldito, Emprenden, rumbo al mar, fuga violenta, Y tras ellas, desnudos los aceros, Vuelan los dos intrépidos guerreros.
LVIII Siempre que van o vuelven las Harpías A castigar al mísero Fineo, Del Céfiro las raudas correrías Superan con su rápido aleteo. Para que puedan hoy esas impías De los hijos de Bóreas ser trofeo,
Júpiter da de Calaín y Zetas Fuerza y velocidad a las aletas.
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LIBRO I I
LIX Como animados por la voz del amo Persiguen en tropel los perros fieles Cabra montes o fugitivo gamo, Y ya su presa tocan los lebreles, Cuando del cuerno el súbito reclamo Quita a los cazadores sus laureles, Y de los canes, siempre enfurecidos, Suenan en vano dientes y ladridos,
LX Vuelan así en inútil seguimiento De las Harpías a la mar remota De Jonia los dos vastagos del viento. A las flotantes
ínsulas de Plota Arriban, y matarlas es su intento, A pesar de los Númenes. Lo nota Iris; a toda prisa el vuelo tiende Y a contener sus
ímpetus desciende.
LOS HIJOS D E BÓREAS
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LXI "¡Hijos de Bóreas, ay de quien las toque! (Exclama). Son de Jove la jauríaSon sus perros de caza. N o provoque La cólera del Dios vuestra porfía. Torne a la vaina el reluciente estoque, Y yo os empeño la palabra mía De que a robar al ciego el alimento No volverán: oíd mi juramento."
LXII Y lo pronuncia santo, ineludible, Por la Laguna Estigia, que no es dable. Violar a las Deidades ni posible. Envainan los Boréades el sable Al oír juramento tan terrible. Torna de paz la Mensajera afable A su mansión celeste, y mientras vuela, Dejando va multicolor estela.
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LIBRO I I
LXIII Muy lejos de Fineo, y desarmadas, Porque el Hado inmutable lo decreta, Retornan las Harpías, confinadas A la caverna lóbrega de Creta. Vuélvense de las Plotas, que Estrofadas Hoy se apellidan, Calaín. y Zeta Hacia la nave; dando alto renombre A aquellas islas y su nuevo nombre.
LXIV Entre tanto, los Minios campeones Meten al ciego en delicioso baño; Lavan con odoríferos jabones Su macilenta piel, que, año tras año, Secaron inauditas privaciones; Los mejores carneros del rebaño Que fué de Amico a muerte se condena Y se prepara suculenta cena.
VATICINIO D E
FINEO
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LXV En el atrio, también purificado, De la limpia mansión del adivino Es el banquete- De Jasón al lado De sentarlo a cenar tienen el tino. ¡ Con qué satisfacción cada bocado Devora, y liba el espumoso vino! De contentar el hambre verse dueño, Tras tanto ayuno, le parece un sueño.
LXVI Aunque hartos de manjares y licores, Quieren pasar la noche toda en vela, Aguardando a los dos perseguidores. Con ellos el Profeta se desvela De la lumbre al calor: los pormenores De la navegación, veraz revela, E inspirado, predice las futuras Peripecias, peligros y aventuras.
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LIBRO I I
LXVII "Oíd ahora (dice); pero clara Revelación de todo nadie aguarde. Lo que Júpiter lícito declara Diré: para escarmiento nunca es tarde. Ya me costó los ojos de la cara De mi adivinación el vano alarde. Para que haya a los Númenes consulta De parte del mortal, algo se oculta-
LXVIII "Primer tropiezo, apenas de mis lares Salgáis, serán las Cianeas rocas, Que del estrecho que une entrambos mares Al nauta cierran una de las Bocas. Pasan entre esas peñas a millares Corvos delfines y pesadas focas; Pero yo os juro que ningún marino Entró por ellas o salió al Euxino.
VATICINIO D E FINEO
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LXIX "Ni raíces ni sólido cimiento Tienen del mar en las cavernas hondas Las móviles arenas de su asiento Jamás probaron áncoras ni sondas. Las dos, en su incesante movimiento, Se encuentran y se hieren, y las ondas Levántanse cual líquida montaña Que azota el mar y el continente baña.
LXX "Mis consejos seguid: si la prudencia A vuestra expedición sirve de norma Y vuestro viaje a la alta reverencia A los Dioses debida se conforma, No cual la juventud sin experiencia, Que ni de escollos ni del mar se informa, Queráis correr a voluntaria muerte Y de la nave malograr la suerte.
LIBRO I I
LXXI "Enviad una paloma exploradora. Si atravesare con intactas alas Al mar abierto, enderezad la prora Hacia las rocas. De invocar a Palas, Si no la propiciasteis, ya no es hora De sacrificios, las sagradas galas No os salvarán en tan tremendo apuro, Sino un brazo impertérrito y seguro.
LXXII "Empuñaréis los remos, en acecho Del momento fatídico en que acabe De cruzar la paloma el hondo estrecho. Al abrirse las rocas, vuestra nave A todo remo y con valiente pecho Haréis pasar por do pasara el ave; Mas si en su vuelo el pájaro fracasa, Virad de bordo y retornad a casa.
VATICINIO D E FINEO
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LXXIII "Tornad a casa, sí; porque igual suerte Que a la paloma mística os espera, Y vuestra muerte seguirá a su muerte. Luchar contra los Dioses es quimera; Y aunque de hierro duro casco fuerte Tuviera el Argo, en vez de húmil madera, Pedazos mil lo hicieran las errantes Rocas, con sus heroicos tripulantes.
LXXIV "No vayáis a pensar, desventurados, Que porque airado el cielo me castiga Son mis agüeros, como yo, menguados. Aunque tres veces fuera su enemiga Mayor, no me impidiera leer los Hados. Yo os ruego que su viaje no prosiga Por entre las Simplégades la nave Si antes no pasa exploradora el ave-
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LIBRO I I
LXXV "Sucederá lo que a los Dioses plegué; Mas si escapáis ilesos del encuentro De los peñascos y lográis que llegue Sin avería el Argo mar adentro En el Euxino Ponto, que navegue A la derecha haced, y no hacia el centro, A Bitinia de cerca costeando, Pero olas y rompientes evitando.
LXXVI "Ojo avizor, hasta que atrás la Boca Hayáis dejado del furioso Reba. Cerca del Cabo Negro desemboca. Dobladlo con vigor: gran fuerza lleva Ctiando el salobre mar el Río toca. La isla de Tinia
más allá se eleva: Retroceded un poco; amparo y puerto Los Mariandinos os darán de cierto.
VATICINIO D E FINEO
LXXVII " E n la otra orilla está su territorio, Y en él empieza la escabrosa vía Que por el Aquerusio promontorio Hasta el Averno a los mortales guía. Con raudo movimiento giratorio En remolinos sale la bravia Corriente del horrísono Aqueronte Profunda barrenando el alto monte.
LXXVIII "Pasará por la costa montañosa Que es de los Paflagones vuestra barca. Progenitor de aquella belicosa Raza fué Enecio Pélope, y monarca. Luego, del Septendrión mirando a la Osa Y dominando el mar y la comarca, El Cabo Carambín se alza lozano, Que el furioso Aquilón azota en vano.
LIBRO I I
LXXIX "Cuando lo hayáis doblado, playa extensa Recorreréis, que plana se dilata. Luego, tras otro Cabo, espuma densa Sobre el mar notaréis que se desata. Es del rápido Halís la Boca inmensa; En cambio, más allá, como de plata, Del Iris brillarán los remolinos Abriéndole a la mar lentos caminos.
LXXX "Tras de punta saliente y elevada Ancha se extiende plácida bahía, Por otra punta,
más allá, cerrada. La gente la llamó Temisciría. El Termodonte allí logra la entrada Al mar, después de larga correríaDe Deonte allí están las heredades Y de las Amazonas tres ciudades.
VATICINIO D E FINEO
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LXXXI
"más adelante, dueños de una tierra Inaccesible a toda agricultura Son los míseros Cálibes. No encierra El Orbe, entre sus hijos sin ventura Raza más infeliz; a quien no aterra Trabajo alguno ni fatiga dura, Y desairada por la tierra y agua Con fuego, hierro de las minas fragua.
LXXXII
"Los colindantes fértiles terrenos Nutren ganados de velluda lana Para los opulentos Tibarenos. La puerta Genetea está cercana, A Jove consagrada, que a los buenos Con su hospitalidad ampara y gana. Luego veréis las casas de madera En la rlegión do el Mosineco impera.
LIBRO I I
LXXXIII "Mosinas las llamó la antigua glosa Y ellas dieron su nombre al habitante. Que al pie las construyó de la selvosa Sierra, en maderas ricas abundante. E n la playa tendida y arenosa De una isla que veréis más adelante Os aconsejo que varéis la barca: No hay otro fondeadero en la comarca-
LXXXIV "El interior es áspero y desierto; Pero de aves innúmeras de presa Fuerza
será poneros a cubierto. Templo de piedra mal tallada y gruesa A Marte alzaron, al salir del puerto, Antíope y Otrera, a la alta empresa En que ambas arriesgaron sus coronas De reinas de las bravas Amazonas.
VATICINIO D E FINEO
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LXXXV "Del mar salobre inesperado amparo Vendráos: prolongar vuestra estadía Os ruego, pues, por cuanto hayáis más caro.. Mas no me comprometas, lengua mía: Abusar otra vez del don preclaro Que el cielo me otorgó, de profecía, No quiero, revelando los secretos Que me A c e d a n de Jove los decretos.
LXXXVI "más allá de la isla, y las regiones Que enfrente surgen, moran los Filires, Y sobre los Filires, los Macrones. Veréis después las tribus de Bequires, Luego de las Zapires las Mansiones, Y, lindando con
éstos, los Buzires. A los Colquios al fin daréis alcance. ¡ Con gran cautela vuestra nave avance I
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LIBRO I I
LXXXVII "Son belicosos- No intentéis a tierra Saltar, sin penetrar en la ensenada En cuya extremidad, después que yerra Por el campo Citeo, en prolongada Carrera al Fasis baja de la sierra Amarantina hasta la mar salada, Desembocando por diversos cauces E n remolinos y con anchas fauces.
LXXXVITI "La barra cruzaréis- Luego aparece Cada muralla, torre, baluarte, De la mansión en que Etas se guarece. Veréis el bosque consagrado a Marte. Entre sus sombras fúlgido se mece, Enarbolado a guisa de estandarte, Y, sostenido por robusto encino, JEl que buscáis, precioso Vellocino.
VATICINIO D E FINEO
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LXXXIX "Fiero dragón, eterno centinela, Lo guarda al pie del misterioso leño Y día y noche infatigable vela Los ojos sin cerrar al dulce sueño. Del más valiente el corazón se hiela Sólo del monstruo con mirar el ceño." Aquí su narración el ciego corta Y en torno calla la legión absorta-
XC El vastago de Esón sigue perplejo Sintiendo que, a pesar de su divina Prosapia, necesita de consejo. A su interlocutor al fin se inclina, Y así le dice: "¡Venerable viejo! Pasma' a mi juventud tanta doctrina; Pero que me declares el sentido Del vaticinio, por favor te pido.
LIBRO I I
XCI "Llegas en tu profetice» relato Al fin de las marinas aventuras; El modo de evitar el choque ingrato De las móviles rocas prefiguras Y la salida al Ponto. Mas del grato Retorno a nuestra Grecia nada auguras, Ni si, abierto al salir, quedará acaso, P a r a volver a entrar, cerrado el paso.
XC1I "¿Cómo desandaré, sin rumbo cierto, El que emprendí, larguísimo camino? Recuerda que soy joven inexperto Y mandar a inexpertos fué mi sino. E n el extremo, apenas descubierto D e la tierra y del mismo mar Euxino Dicen que está, de Cólquide en la raya
La que buscamos, gran Ciudad del Haya."
VATICINIO D E FINEO
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XCIII "Hijo (replica el viejo venerando): Las Simplégades cruza en buen momento, Es tu único peligro: pero cuando Las hayas franqueado, cobra alientoDel Haya una Deidad te irá guiando Por otra ruta a tu nativo asiento, Y al Haya, exploradores tutelares Te llevarán por tierras y por mares.
XCIV "Pero escuchadme, amigos: sacrificios A la Diosa ofreced que en Chipre impera. De sus mañas depende y artificios El
éxito en la lucha que os espera, Y no podréis triunfar sin sus servicios. más no me preguntéis-" De esta manera Agenórides habla: y de los cielos Del Tracio Bóreas bajan los gemelos.
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LIBRO I I
En pie los héroes pénense de un salto El ruido al oír de las aletas Y de los pies, al descender de lo alto; A sus miradas ávidas e inquietas, Narrándoles el viaje y el asalto A las Harpías, corresponde Zetas, Aunque con la fatiga y movimiento Se halla su pecho casi sin aliento.
XCVI De la persecución y la contienda Cuenta el éxito y fin; cómo, su vida Para salvar, y asegurar su enmienda Iris, hija del cielo, enternecida Su divina palabra dio por prenda: De los monstruos la fuga y la partida Narra, por fin, a la caverna obscura De Creta, que
será cárcel segura-
VATICINIO D E FINEO
XCVII Regocija a los proceres que abriga Del ciego la mansión y al mismo ciego Tan fausta nueva. La palabra amiga De Esónides lo alegra desde luego: "Sin duda la Deidad que te castiga Calmó su enojo; y bienhechor sosiego Un Numen, que tus méritos aprecia, A darte nos envía desde Grecia.
XCVIIT "Ya los hijos de Bóreas de la plaga Mayor te libertaron voladores, Y la esperanza férvida me halaga Que alguno de tus Dioses protectores Desvanecerse de tus ojos haga Las nubes. Si del Sol los resplandores Lograres ver,
será mayor mi gusto Que al retornar a mi palacio augusto."
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LIBRO I I
IC Cabizbajo respóndele Fineo: " N o vuelve atrás ceguera cual la mía, Ni algún remedio que restaure creo De ambos mis ojos la órbita vacía. Sólo pido morir, y que el Leteo Apenas cruce su corriente fría, Con mi largo penar al fin concluya Y a todo mi esplendor me restituya."
C Con estas y otras pláticas entera Se desliza la noche hora tras horaNo calla aún la turba vocinglera Cuando despunta la rosada aurora, Y empieza a desfilar en larga hilera La multitud de gente bienhechora Que acostumbra tiempo ha su cuotidiano Alimento partir con el anciano.
EPISODIO D E PAREBIO
CI Pobres y ricos van. Cada cliente Pertenece a diversas jerarquías. Sus dones y limosnas, complaciente, Con oráculos paga y profecías. Desgracia no hay que su saber no ahuyente, Ni penas que no trueque en alegrías. Recibe a todos con paterno afecto; Pero es Parebio el hijo predilecto.
CII Al penetrar con los demás vecinos, Sorpresa no le causa, ni le inquieta, Ver a aquellos extraños peregrinos. Su salida de Grecia ya el Profeta Le reveló, su desembarco en Tinos, Su expedición hasta el Imperio de Eta. Le oyó con gozo, en sus peores días, La fuga predecir de las Harpías.
LIBRO II
CIII El verídico Vate, su clientela Con palabras benévolas despide; Pero a los héroes presentar anhela Al buen Parebio. Le detiene y pide Que al ir a su cercana cabañuela Entre sus greyes escoger no olvide Sus mejores ovejas y carneros Para los Argonáuticos remeros.
CIV No bien Parebio sale de su casa, El ciego dice así a los navegantes: " P a r a favores, de memoria escasa No siempre son los hombres ni arrogantes. Con este joven ved lo que me pasa: Fué siempre agradecido. Ya mucho antes Que os conociera a consultarme vino Sobre sus cuitas y su adverso sino.
EPISODIO DE PAREBIO
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CV "En vano trabajaba; sus labores E infatigable afán de noche y día Sólo le acarreaban sinsabores, Y ya la inopia rápida venía. más negra que las horas anteriores Cada aurora para él triste lucía. De tantos males la fatal cadena Del crimen de su padre era la pena.
CVI "Cortando leña andaba, cuando antojos De asestar su segur a encina añeja Vivos le vienen. Con llorosos ojos Del
árbol sale, y lánguida se queja Ninfa del bosque. Póstrate de hinojos, Le ruega, le suplica, le aconseja •Que salve aquella encina, cuya vida Desde la cuna
está a la suya unida.
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LIBRO I I
CVII "Del leñador la juvenil jactancia El ruego de la Ninfa no conmueve; Y el tronco en que nació, pasó su infancia Y ha de morir, a derribar se atreve. La Hamadriáde castiga su arrogancia Haciendo expiar la culpa del aleve A quien no tuvo en ella participio. Todo lo supe yo desde el principio.
CVIII "Por tanto, le mandé que edificara Para aplacar la Ninfa en Tinia muerta Con expiatorias
súplicas, una ara Siempre de pingües víctimas cubierta, Y ver si su clemencia al fin lo ampara Y de la suerte adversa lo liberta, Que el paterno desmán a su hijo trajo Lanzándolo a infructífero trabajo.
SACRIFICIO A APOLO
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CIX "Desque logró la absolución pedida A mi morada agradecido corre. En mis dolencias con amor me cuida, Con alimentos siempre me socorre. Viene a mi lado y de partir se olvida, Y sin que el tiempo sus afectos borre, Por atender a mis acerbos males Sólo por fuerza deja mis umbrales."
CX Su plática Agenórides termina Al mismo tiempo que el leal cliente Con dos pingües ovejas se encamina Hacia los semidioses reverente. Levántase
Jasón, noble se inclina Y los hijos de Bóreas igualmente. A una señal del ciego, y sobre el ara, El sacrificio al punto se prepara.
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LIBRO I I
CXI Ha declinado el Sol, y ya anochece Cuando a la luz de la rojiza llama A Apolo doble víctima se ofrece Y Rey de los Profetas se le aclama. Mientras se asa la carne, el pan se cuece, En copas de oro el vino se derrama; Servir la mesa a los menores toca Y todos comen a pedir de boca.
CXII Retíranse a dormir, cansados y hartos, Unos, donde la nave está ancorada; Otros, en grupos, en diversos cuartos Del hijo de Agenor
én la morada; Otros sobre los mórbidos espartos En que abunda la fértil ensenadaAl alba, fuerte viento los despierta Y el Comandante da la voz de alerta.
ORIGEN D E LOS VIENTOS ETESIOS
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CXIII Ya las Etesias brisas regulares La voluntad de Jo ve soberana Manda soplar por tierras y por mares. Sus orígenes, a época lejana Atribuyen versiones populares. Allá en la infancia de la raza humana Hubo una Ninfa, la gentil Cirene, Y de su amor la tradición proviene.
CXIV Del rápido Peneo en los pantanos Sencilla apacentaba sus corderos; Puro su
corazón, puras sus manos, De la virginidad amó los fueros; Pero Apolo, con
ímpetus livianos La arrebató a los límpidos veneros Del fresco río, y a la arena tibia La transportó de la caliente Libia.
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LIBRO I I
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confía su amada a las de aquella tierra Ninfas originarias, y ya esposa Le dio un varón en la Mirtonia Sierra. Su nombre
fué Aristeo. En la famosa Caverna de Quirón el Dios lo encierra. A la madre, de ninfa y casi diosa El rango da su excelso matrimonio. Al vastago venera el pueblo Hemonio.
CXVI Gran cazador y numen de pastores Tesalia, rica en granos, lo proclama. Uno de sus discípulos mejores El Centauro Quirón dulce lo llama. Las nueve Musas cúbrenlo de flores, Le llevan para esposa a insigne dama, Y de curar le enseñan el divino Arte, y el de Profeta y adivino.
ORIGEN D E LOS VIENTOS ETESIOS
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CX VII También le encomendaron como hermano» Los rebaños que pacen en la altura Del Otris, o se nutren en el llano Atamantio de Ftía, o en la pura Linfa beben del místico Apidano. Pero cuando a los hijos sin ventura De las Cicladas Islas, trajo Sirio Calor, dolencias y febril delirio,
CXVIII Entonces acudieron a Aristeo, Del flechador Apolo por mandato. Para salvar las Islas del Egeo De aquella peste y del calor ingrato, Por orden de su padre, en la de Ceo, Estableció su hogar, a todos grato, Y del Rey Licaón, los descendientes Arcades, se le unieron complacientes.
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LIBRO I I
CXIX Una ara colosal construye luego A Jove, que a la tierra manda justo Con lluvia y humedad fecundo riego. A los montes después trepa robusto Y a la estrella de Sirio rojo fuego Propiciador enciende, y al augusto Vastago de Saturno, pío incensa Recibiendo inmediata recompensa.
CXX Del Sol canicular, desde ese instante A templar el calor cuarenta días El periódico soplo refrescante. De tus Etesios vientos nos envías Año tras año, ¡oh,
Júpiter Tonante!, Y el sacerdote sus plegarias pías De Ceo ante el altar aun hoy ofrece Apenas la Canícula aparece.
ORIGEN D E LOS VIENTOS ETESIOS
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CXXI Tal es la tradición sobre la brisa Del Norte, que a los héroes refrigera, Pero que al mismo tiempo hace precisa En aquel puerto prolongada espera. Por alcanzar del ciego una sonrisa El pueblo Tinio en socorrer se esmera A sus huéspedes, víveres sin tasa Llevando, ya a la nave, ya a la casa.
CXXII A las doce Deidades tutelares Erigen, de la playa en el extremo, Para sacrificar, sendos altares, Y tornan a embarcar; a solo remo Dispuestos a cruzar los anchos mares. No olvidan la paloma, a quien Eufemo Estrecha entre sus manos, pues parece Que quiere huir, y tiembla, y se estremece.-
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LIBRO I I
CXXIII Levan entrambas anclas- Ni a la vista Se oculta, de Minerva, la maniobra Y a los remeros a animar se alista. Del Argo, su delicia al par que su obra, Aunque Diosa inmortal, sigue la pista De aquella expedición, no sin zozobra Y no obstante su peso, en nube leve Embarca, que hasta el mar rauda la lleve.
CXXIV Como viajero errante (y así pasa A menudo a los míseros mortales) No pierde nunca el rumbo de su casa, Pero todas las sendas son iguales A su afán de llegar. Campiña rasa, Mar agitado y
ásperos breñales Se le figuran cómodo camino <Con tal que lo conduzca a su destino.
AUXILIO D E MINERVA
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Así en su nube la Deidad navega Y en toda dirección los aires hiende; Ya entre los astros se desliza y juega, Ya hacia la baja tierra el vuelo tiende. Sin detener el paso al Ponto llega Y a guisa de relámpago desciende Al litoral de Tinia, de ordinario Al extranjero poco hospitalario.
CXXVI Llegando van del tortuoso Estrecho A la garganta. Cierran la alta orilla Del lado izquierdo, al par que del derecho, Sendos peñascos
ásperos. La quilla Hieren del mar los vórtices- Que el pecho Les tiemble de temor no e§ maravilla Cuando el fragor de la continua lucha De las flotantes rocas ya se escucha.
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LIBRO I I
CXXVII Entre las olas y llovizna asoma Eufemo; firme hasta la prora avanza En las manos llevando la paloma, Que hacia adelante por el aire lanza. Su rumbo el ave entre las rocas toma, En tanto que a bogar con gran pujanza, Emulo Tifis de ínclitos mayores, Exhorta a los heroicos remadores-
CXXVIII Han escogido el crítico momento En que una y otra roca se separa La vez postrera. Casi sin aliento, Para seguir el vuelo, alzan la cara, Del pájaro,
más rápido que el viento Que como flecha entre ellas se dispara; Pero las rocas vuelven, entre tanto, A unir sus frentes, con fragor y espanto.
PASO D E LAS SIMPLÉGADES
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CXXIX De espuma blanquecina, que semeja Gigante nube, se levanta hirviente Enorme masa. Cada roca deja De su lecho al salir, caverna ingente, Cuyo hueco voraz, no bien se aleja La móvil peña, invade la corrienteFeroz redobla el hórrido bramido Del ronco mar, el éter conmovido.
CXXX. Inunda el litoral la blanca espuma; Hace girar la nave ola tras ola; Un momento disípase la bruma, Y en lontananza ven, volando sola y sana, la paloma. Alguna pluma El choque de las peñas, de la cola Arrancarle logró. Los navegantes Un grito atronador lanzan triunfantes. '4
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CXXXI Tifis, con voz que su gritar domina, Remar les manda con mayor aliento Ahora que para abrirse ya se inclina Uno y otro peñasco. Vano intento, Mientras el Argo avante más camina más hacia atrás la empujan mar y viento, Hasta que entre las rocas, disparada Cual flecha, la lanzó la marejada.
CXXX1I Que ya salieron del temido Estrecho Juzgan al ver que el anhelado Euxino Se extiende al lado izquierdo y al derecho, Cuando ola enorme se alza en su camino Como cóncava roca, que deshecho Amenaza dejar el frágil pino, Sobre los
héroes hórrida se mece Y hundirlos en el piélago parece.
PASO DE LAS SIMPLÉGADES
CXXXIII Bajan amedrentados la cabeza; Pero de Tifis la maniobra activa Hace virar la nave con destreza Y con lento bogar el golpe esquiva. Pasa bajo la quilla con fiereza La ola veloz; con ímpetu hacia arriba Alza la popa y de la ansiada boca Del Estrecho muy lejos la coloca.
CXXXIV Mirando de la nave el trance extremo De prora a popa la recorre noble Y a la tripulación exhorta Eufemo A que su esfuerzo en el bogar redoble. Pronto semeja un arco cada remo, Hiere las olas el robusto roble, Pero el contrario mar vencer no puede, Si un paso avante da, dos retrocede.
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LIBRO I I
CXXXV En tanto, una ola abovedada avanza A hundirla en un arranque repentino, Cual proyectil cilindrico se lanza El Argo, que detiene el remolino En medio de las rocas. Ya le alcanza Su choque asolador; ya cruje el pino Del inmóvil bajel, cuando Minerva De inminente naufragio lo preserva.
CXXXVI Firme detiene con la izquierda mano La pena colosal. Con la derecha A flote saca el casco, y al cercano Ponto lo lanza, como aguda flecha. Sale el bajel, no ileso, pero sano; La obra muerta de atrás queda deshecha Al unirse, rozándole
la popa, La roca de Asia y el peñón de Europa-
EN EL PONTO
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CXXXVII La Diosa hacia ei Olimpo tiende el vuelo Cuando los ve salvados del abismo. Ya no hay de las Simplégades recelo, Quedando fijas en el sitio mismo. El Hado así y los Númenes del cielo Decretaban premiar el heroísmo Del primero que vivo, en su barquilla. Pasara entre ellas sin romper la quilla.
CXXXVIII Del ancho mar al verse en la llanura Y bajo el azulado firmamento, Los proceres respiran con holgura Y olvidan el pasado desaliento. Del Averno salir se les figura Y desde el Aqueronte turbulento A la vida volver en frágil tabla, Tifis, antes que nadie,
así les habla:
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CXXXIX "Salvos estamos, salva nuestra nave Ha salido y saldrá; pero debemos Haber vencido obstáculo tan grave A Minerva no más, no a nuestros remos : Ella, virtud divina, darle sabe Con que llegue a los límites extremos Del Orbe. Al Argo la infundió aquel día En que Argos su armazón hábil unía.
CXL "Hijo de Esón: desecha en adelante Toda vacilación, y no deplores Tener que obedecer el terminante Mandato de tu Rey. Ya los favores De la alma Diosa y tu
ánimo constante, Vencieron de las rocas los horroresPor alta mar (lo dijo el adivino) Fácil
será hasta Fasis el camino."
EN EL PONTO
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CXLI Sin que suelte el timón su experta mano, Así dice el piloto; y los consejos Dócil siguiendo del Profeta anciano Por en medio del mar, navega lejos Del litoral Bitinio, rico en grano. Entre tanto, del Sol a los reflejos Jasón, con exquisita gentileza, Al timonel a replicar empieza:
CXLII " ¿ P o r qué te empeñas, Tifis, buen amigo, En consolar mi
corazón llagado Cuando senderos escabrosos sigo Contra mi voluntad y la del Hado? Desde que Pelias se encaró conmigo
Debí oponerme al pérfido mandado, Aunque mi triste cuerpo hicieran trizas Y esparcieran al viento mis cenizas.
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CXLIII "Desde que el Argo por los mares yerra La que en mis hombros pesa formidable Responsabilidad, siempre me aterra. Me da pavor el piélago insondable; Me asusta más lo que prepara en tierra Del enemigo audaz, no el rudo sable Sino la tenebrosa alevosía; Y a noche insomne, sigue aciago día.
CXLIV "Dichoso tú, que sólo a tu existencia Y a tu timón, a fuer de buen piloto Atender, ha prescrito la .obediencia Pero a
mí, de los proceres el voto Me confirió su mando y presidencia, De todos he de ser siervo devoto: Por su vida y honor velar me incumbe. ¡Desdichado de
mí, si alguien sucumbe!
EN EL PONTO
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CXLV "Mi propia salvación nada me importa: De mis conmilitones, sí, la suerte Que en pensamientos lúgubres absorta Mantiene mi alma triste hasta la muerte. ¿Qué haré si el viaje vuestra vida acorta; Si a Grecia retornar no logro verte A ti, y a tus valientes camaradas Que por mí abandonaron sus moradas?"
CXLVI Sagaz, de la gloriosa comitiva Con esta arenga la opinión exploraUnánime la acoge alegre viva De aplausos tras la salva atronadora; Y la franca palabra persuasiva De la
legión, que a su Caudillo adora, Su desánimo trueca en ardimiento. Así expresa
Jasón su asentimiento:
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LIBRO I I
CXLVII "De vuestro brazo en el valor confío; Y en adelante, aun del Estigio Lago Desafiará la furia el pecho mío. Constantes os halló lo más aciago: No tiene que temer nuestro navío De Simplégades nuevas otro amago, Y siguiendo las normas del Profeta, Seguros llegaremos a la meta."
CXLVIII A pláticas renuncia todo el mundo, Y remando en silencio, sin reposo, Dejan atrás la Boca del profundo Reba y el Cabo Negro, del fragoso Colona el alto pico y el fecundo Campo que riega el Filis caudaloso. De esta
legión la primitiva historia Conviene conservar en la memoria.
EN EL PONTO
CXLIX Hijo de bella Ninfa de los prados, Dímpsaco allí moraba. La sencilla Vida del campesino a los cuidados Prefirió de la Corte y de la Villa. Humilde apacentaba sus ganados, Que, ya del mar vagaban a la orilla, Ya del paterno río en la ribera, O de su augusta madre en la pradera-
CL A sorprenderlo vino de repente La llegada del hijo de Atamante. Fugitivo de Orcómeno y doliente Volaba por los aires fulgurante Sobre el carnero de oro reluciente. Dímpsaco lo acogió cual padre amante; En su mansión le dio hospedaje regio, Y aun hoy se ve su monumento egregio..
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LIBRO I I
CLI Todo lo ven los nautas a su paso: Las muchas bocas y menuda arena Del ancho río, el Templo, el campo raso, Del hondo Calpe la corriente amena. Reman desde la aurora hasta el ocaso; La que sigue después, noche serena, Los contempla remando hora tras hora, Y así los hallará la nueva aurora.
CLII Como de bueyes laboriosa yunta, Dócil al yugo, baja la cabeza, Y el alba apenas plácida despunta, Cuando las glebas a romper empieza, Y recorriendo va de punta a punta El campo en que los sulcos endereza, Sudando a mares, con el cuello bajo, Sin que un momento ceje en su trabajo,
EN EL PONTO
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CLIH Se siente a los robustos animales Bajo el peso gemir que los abruma; Hálito hirviente sale en espirales De la nariz, y de la boca espuma, Se mueven sus pupilas desiguales; Mas sin que la fatiga los entuma, Honda en la tierra la pesuña fincan Y hasta caer la tarde aran y brincan,
CLIV Del Argo van así los navegantes Sulco profundo de la mar inmensa Abriendo entre las ondas espumantes. No reina aún la claridad intensa Del Sol ni la que al piélago poco antes Daba negro color, tiniebla densa; Pero la luz, que quien madruga llama Crepúsculo, suave se derrama.
22 2
LITiP-0 H
CLV De la ínsula desierta de Tiniada A esa hora arriba al puerto mal seguro La audaz tripulación más que cansada. Difícil es el desembarco y duro. La aparición de Apolo inesperada En gozo trueca su pasado apuro. Viene de Licia: va al extremo Norte, Y, a su paso, visita la Cohorte.
CLVI De su Deidad deslumhra la hermosuraDé un lado y otro caen en su mejilla, Cual racimo otoñal de uva madura, Sus rizos de oro. En la siniestra brilla El arco celestial de plata pura, Y en la espalda, el carcaj. Baña la orilla El mar, que a su contacto se embravece. Bajo su planta la isla se estremece.
APARICIÓN
D E APOLO
CLVII Estupor invencible se apodera De aquellos héroes. Póstranse de hinojos, Clavan la vista en tierra y no hay quien quiera Mirar de frente sus divinos ojos. Al Hiperbóreo pueblo que lo espera Envuelto marcha en resplandores rojos El Numen tutelar de la alma Délos, Salvando el Ponto con osados vuelos.
CLVIII Al fin, a la callada caravana Orfeo dice: "Compañeros ¡ea! La tierra que honra en hora tan temprana Febo, a su Numen consagrada vea,
Y de Apolo, señor de la menina,
Isla desde hoy apellidada sea. Nuestra piedad una ara le dedique Y las víctimas que halle sacrifique.
224
LIBRO I I
CLIX "i Soberana Deidad! Si te dignares Hacernos retornar al suelo Hemonio, De las silvestres cabras que a millares Engordan las riberas del mar Jonio, Humeará la carne en tus altares De nuestra gratitud en testimonio. Por hoy, acepta un pobre sacrificio. Senos propicio, ¡oh Dios!, senos propicio.'"
CLX Termina su oración. De piedras de honda Quién construye un altar, y quién se apresta. A explorar toda la isla a la redonda Buscando un animal para la fiesta. Ya un cervatillo entre la verde fronda, Ya una cabra paciendo en la floresta, Apolo, previsor, como al acaso, Hace que ae presenten a su paso.
himno de
orfeo
225
CLXI De odorífera grasa doble capa, Según la ley ritual, la carne y hueso Del pemil de las víctimas empapa. Del holocausto sube el humo espeso, Cuya fragancia a la Deidad no escapa
De Apolo matinal. Con embeleso
Formarse ve en su honor devoto coro Y a oír se apresta su cantar sonoro-
CLXII
Cantemos al señor aparecido:
Gloria a nuestra Salud, a Apolo gloria.
Con este grito empieza, agradecido, El escuadrón su danza giratoria. El divo Orfeo llama, conmovido, Los favores de Febo a la memoria, Y templando su cítara de Tracia, Un himno entona con sublime gracia.
i5
326
libro
ii
CLXIII "Del áspero Parnaso en la vertiente, Delfino, fiero monstruo, se desata. Empuña Apolo su arco refulgente Y de un flechazo a la alimaña mata. El primer bozo aun apuntar no siente : Su melena infantil ni corta ni ata, Y ya vence al Dragón."—Todo recuerda De su lira gentil la mejor cuerda.
CXLIV "Justo es, señor (mi avilantez perdona), Que nunca corte la
traición ni el dolo La cabellera de oro que corona Tu augusta frente, ¡salvador Apolo! Prole de Ceo, candida Latona: A ti el derecho se reserva sólo De abrillantar de tu hijo los hechizos Ensortijando sus intonsos rizos.
HIMNO DE ORFEO
2 2 7
CLXV "Las armoniosas Ninfas de Coricia Del cristalino Plisto en la paterna Corriente repitieron con delicia El ritmo sacro: Gloria sempiterna,
Gloria a nuestra Salud. Senos propicia,
Soberana Deidad. Con nota tierna, Cantando sin cesar el retornelo, Lo trajeron, por fin, al Tracio suelo."
CLXVI Terminada la danza y el concento, Que acompañan piadosas libaciones, Ponen sobre el sagrado monumento La diestra, los heroicos campeones, Y ofrecen con solemne juramento Que ni en guerra ni en paz sus corazones Desunirá jamás fiera discordiaU n templo allí se eleva a la Concordia.
228
LIBRO II
CLXVII Ellos, con prontitud maravillosa, Construyeron el místico edificio, De gratitud en prenda, a la gran Diosa. Al tercer día Céfiro propicio Dejar les hace la isla rocallosa, Y' por las Bocas del torrente Licio Pasan, y del Sangalio y las colinas Verdes, de las regiones Mariandinas.
CLXVIII La nave, con los vientos favorables, Su derrotero sigue a toda prisa. Crujen el maderamen y los cables Al cruzar la Laguna Antemoísa. En la noche, las ráfagas mudables Aflojan y, por fin, cesa la brisa; Y al despuntar la aurora, de arribada Forzosa, de Aquerusia entra en la rada.
AQUERUSIA
22g
CLXIX Con altos picos de fragosa sierra Saliente promontorio la limita Por entre escollos que la roca aferra Y el agua sin cesar cubre-y agita. El mar Bitinio, con fragor que aterra, Sus ondas espumosas precipita, Y en la cumbre se ven los platanares Proyectando sus sombras en los mares.
CLXX Formando el monte hondísimos barrancos Hacia el valle interior baja en declive De viva peña entre escarpados bancos. La negra boca apenas se percibe De lóbrega caverna, cuyos flancos Y obscura frente espesa circunscribe Frondosa selva de follaje eterno. P o r ella se entra al misterioso Averno.
230
LIBRO II
CLXXI Un hábito glacial el antro exhala Que cuanto alcanza contamina y hiela; La misma espuma que hacia el mar resbala Detiene entre las peñas y congela Hasta que, haciendo de su fuerza gala El Sol de mediodía la deshiela; Pero de calma o paz no hay elemento Que dé al Cabo fatídico un momento.
CLXXII Gimen del Ponto las furiosas ondas. Dejando su habitual susurro tierno Gimen del bosque das obscuras frondas, Siempre agitadas por el soplo interno Que arrojan crudo las cavernas hondas. Allí, por alto cauce, del Infierno Baja a desembocar el Aqueronte, Que en el mar Oriental vomita el monte-
CON LOS MARIANDINOS
23l
CLXXIII En otro tiempo se acogió a ese puerto La colonia de Mégara, que vino A establecerse en el feraz desierto Que aún no cultivaba el Mariandino. De la procela, por el cauce abierto Salvó sus naves el audaz marino. De gracia tal a la memoria fieles Le llamaron después Salva-bajeles.
CLXXIV La calma obliga a entrar por esa vía Al Argo, y de Aquerusia junto al Pico A fondear. El pueblo ya sabía El vencimiento del feroz Amico, Su enemigo mortal- Gran cortesía Muestra, por tanto, su monarca Lico De la nave extranjera a los
señores Que del Bébrice llegan vencedores.
2 3 2
LIBRO II
CLXXV Júranse luego fraternal alianza. Viene la gente de una y otra orilla. Viéndole con los Dioses semejanza, Rinde homenaje y dobla la rodilla A Pólux, a quien debe su venganza. Encamínanse todos a la Villa, Y la que el Rey ofrece, lauta cena, Viene a alegrar conversación amena.
CLXXVI El invicto Jasón, sus camaradas A su huésped magnánimo presenta. Los nombres enumera y las moradas; De sus abuelos las hazañas cuenta, Las
órdenes de Pelias extremadas En que sus vidas arriesgar intenta; De Lemnos, gobernada por mujeres, La acogida recuerda y los placeres.
ALIANZA CON LICO
233
CLXXVII Con Cízico y los bravos Dol'iones Relata la amistad y desventura; Su expedición de Misia a las regiones Describe minucioso, y la amargura Que al zarpar inundó los corazones Cuando echaron de menos la figura De Hércules en los bancos del navio. ¡Dejáronlo en las márgenes del Cío!
CLXXVIII De Glauco la visión consoladora Refiere, y la feroz descortesía De la tribu de Bébrices traidora, Que con Amico, su
señor, moría. La gran calamidad que aún devora A Fineo, y su don de profecía. Y el contrastado paso, audaz y largo, Por entre las Simplégades, del Argo".
LIBRO II
CLXXIX La aparición, por último, relata Del divo Apolo en la ínsula desierta, Para los nautas de memoria grata. El interés que el Capitán despierta Con su gráfica historia, se retrata Del franco Lico en la mirada abierta. Pero lamenta, con severo tono, De Hércules el maléfico abandono.
CLXXX "¡Amigos, qué auxiliar habéis perdido (Exclama el Rey) qué brazo tan robusto? Vais a llorar vuestro fatal descuido Cuando el palacio de Etas el adusto Halléis en fortaleza convertido. También yo pude al Semidiós augusto Conocer aquí mismo. Era yo mozo. Aun no apuntaba en mi mejilla el bozo.
ALIANZA CON LICO
235
CLXXXI "Le dio mi padre, el ínclito Dasquilo, En su mansión espléndido hospedaje, Y Hércules pudo reposar tranquilo Del que emprendió por Asia largo viaje, Marchando siempre a pie, según su estilo. El cinturón que le ganó el ultraje De Hipólita, la intrépida Amazona, Cual trofeo ostentaba su persona.
CLXXXII "Cuando quitó con armas desiguales La vida el Miso a mi querido hermano Priolao (en su honor fiestas anuales El pueblo, que lo amó cual soberano, Celebra y religiosos funerales)
Hércules aquí estaba. Del tirano Ansioso por vengar las injusticias, Retó a combate singular a Ticias-
236
LIBRO I I
CLXXXIII " E r a este joven flor de luchadores, Púgil sin par, espejo de valientes; Pero de aquél las fuerzas superiores Pronto le hicieron escupir los dientes Y pagar, de la vida en los albores, Las culpas de sus pérfidos parientes, Sacrificando, a más de su^existencia, De su suelo natal la independencia.
CLXXXIV "No sólo sujetó los arrogantes Misos al yugo de mi padre, Alcides. También a nuestros Frigios colindantes Supo vencer en prodigiosas lides. De Bitinia a los bravos habitantes Nada valieron bélicos ardides, Y añadió de mi padre a la corona La tierra desde el Reba hasta el Colona.
ALIANZA CON LICO
CLXXXV "Los mansos Paflagones, que el Billeo> Con sus revueltos vórtices circunda, Rindiéronse a aquel brazo giganteo Sin desafiar su fuerza tremebunda; Mas de nosotros lo alejó el deseo De continuar su expedición fecunda; Aprovechó a. los Bébrices su ausencia, Y sufrimos de Amico la insolencia.
CLXXXVI "Vinieron poco a poco en ambos lados* Menoscabando el territorio mío, Hasta que sus fronteras a los prados Llevaron en la orilla del Hypío. Vosotros, por los Númenes enviados, Fuisteis a castigar su desvarío. Por ellos, de Tindárides la diestra Pudo matar a Amico en la palestra-
238
LIBRO II
CLXXXVII "¿Cómo podré pagar tantos servicios? Es ley del hombre débil que recibe Favores, protección o sacrificios Del gran señor que en la opulencia vive Prestarle en gratitud buenos oficios Y que a su bienhechor honrar no esquive. ¿Aceptaréis a mi hijo y heredero De vuestra expedición por compañero?
CLXXXVIII "A bordo embarcaré de vuestra nave A mi Dasquilo. Puntas y recodos, E n nuestra costa, de memoria sabe. Sus moradores lo conocen todos: Os salvarán en cualquier trance grave Y os tratarán con amigables modos. Bajo su amparo llegaréis seguros Del Termodonte hasta la Boca y muros.
ALIANZA CON LICO
239
CLXXXIX "De Tíndaro a los ínclitos Gemelos, A quienes debo gracias singulares, Un templo edificar son mis anhelos E n el alto Aquerusia, y dos altares Cuyo incienso subir hasta los cielos S e pueda ver en los remotos mares. Predios le asignaré que den abasto De culto y sacerdotes para el gasto."
CXC Toda la noche en pláticas sabrosas Prolongan el festín, hasta que riega La bella aurora sus primeras rosas. Corren a bordo. Con los
héroes llega Lico también, que ofrendas numerosas, A más de su hijo, en el bajel entrega. Pero ¡ay! antes de entrar hiere el Destino Inevitable a Idmón el adivino.
240
LIBRO II
CXCI En la adivinación ningún perito Al vastago de Abantes hay que iguale; Pero en el libro del Destino escrito Está que el postrimer suspiro exhale No lejos de Aqueronte y del Cocito. Su arte, que a otros salvó, nada le vale; Y en la senda fatal no lo desvía Su ciencia ni su don de profecía.
CXCII Entre el cañaveral de la ribera Su enorme vientre y espinazo plano Fiero animal, tendido, refrigera En las fangosas aguas del pantano. Las Ninfas que custodian la pradera Suelen huir del jabalí serrano Que, siempre solitario, del colmillo, Para asaltar mejor, empaña el brillo.
MUERTE DE IDMÓN
24I
CXCIII Por este rumbo su contraria suerte Trajo a vagar al vate sin ventura. No bien el jabalí su paso advierte, Lo asalta con furor desde una altura. Ãbrele el muslo; hiérelo de muerte; Tendones rompe} el hueso le fractura; Y el grito que el herido, cuando cae, Lanza, a los otros proceres atrae.
CXCIV Asusta al animal su clamoreo, Y a hundirse en el pantano se prepara Cuando un venablo el cazador Peleo, Sin que haga blanco, al jabalí dispara. Háceles frente el monstruo giganteo Y les embiste; pero alada vara Que Idas a tiempo lánzale certera Quita la vida a la indomable fiera.
16
242
LIBRO II
CXCV La dejan do cayó. Pero de Abante Llevan cargado al hijo moribundo Al Argo, aún con seno palpitante, Los héroes, presa de dolor profundo. No tarda en expirar; y, delirante, Dice el último adiós a nuestro mundo En brazos de sus tristes compañeros, Que en gemidos prorrumpen lastimeros.
CXCVI Por de pronto, zarpar impide el luto. Durante el triduo que el lamento dura, Sacan al muerto al litoral enjuto: Le dan al cuarto día sepultura, Y en el cortejo y fúnebre tributo, Al frente de su grey, Lico figura; Y de carneros número infinito Inmolan en su honor, cual pide el rito.
MUERTE
DE
IDMÓN
243
CXCVII Túmulo sepulcral de cal y arena Se le erigió, con sólido cimiento, Que a siglos por venir la triste escena Recuerde cual perenne monumento. Corónalo de barco vieja entena De madera de oliva; y ¡oh portento! De Aquerusia al influjo reverdece, Y cada primavera aún hoy florece.
CXCVIII Comunicar me mandan un secreto Las Musas inmortales. La obediencia Me excusará, si soy poco discreto. Rango de Numen dio la omnipotencia De Febo al buen Idmón; y su decreto Mandaba, de Aquerusia en la eminencia, Edificar una ciudad votiva E n derredor de la encantada oliva.
244
LIBRO I I
CIC La aytidó a construir todo colono De Mégafa o Beoda originario. A Idmón, hijo de Abante, por patrono Se asignó a la ciudad y santuario. Pero, ya fuera olvido, o abandono, El pueblo la llamó con nombre vario, Del Eólida pío todo ignora Y a Agamestor, cual tutelar, adora.
CC Pero ¿por qué dos túmulos gemelos Se ven surgir? ¿Por qué en el mismo punto Alzar dos monumentos paralelos? ¿Hay otro luto
más, otro difunto? Es Tifis el piloto, a quien los cielos Mandan dormir al adivino junto. Lo quiso el Hado. Tifis Agniades Ya no
desafiará las tempestades.
MUERTE
DE
TIFIS
CCI El fúnebre cortejo había vuelto De sepultar a Idmón (cuenta la fama) Cuando, breve dolencia, el cuerpo esbelto De Tifis derribó sobre la grama Por la muerte de súbito disuelto. Su pérdida el desánimo derrama. Del timonel la prematura tumba Sus esperanzas de volver derrumba.
CCII Inquietos, sin hablar, desesperados, Sin pensar en bebida ni alimento, En la playa se sientan embozados, Presa sus almas de tenaz tormentoYa no quieren seguir. Paralizados Por siempre
allí quedáranse, si aliento No viniera a infundirles oportuno El fuerte Anceo, a quien inspira Juno.
246
LIBRO I I
CCIII A luz lo dio la bella Astipalea, Ninfa del dios Neptuno favorita, A orillas del Imbrasio; y alardea De gobernar las naves con perita Mano, cual pide su ínclita ralea. De sus colegas la inacción lo irrita, Y en tono, ya de mando, ya de mofa, Al semidiós Peleo así apostrofa:
CCIV
"¡De Eaco el grande vastago divino! ¿Honroso te parece aquí, en
extrañas Playas, permanecer sin fe ni tino, Olvidando combates y campañas? A invitarme a buscar el Vellocino Movieron a
Jasón, no mis hazañas, Sino mi ciencia náutica, que sabe Armar y conducir cualquiera nave.
ANCEO NOMBRADO
PILOTO
CCV "De nuestros compañeros los temores Por nuestra barca tu prudencia acalle. No sólo a mí: marinos hay mejores A bordo a quien confiar el gobernalle. Muévelos a volver a sus labores; No por vano pesar la empresa falle." Arenga tal lo inflama, y corre luego Entre los héroes a encender el fuego.
CCVI "Egregios camaradas (así empieza Peleo a discurrir): nuestra energía ¿Por
qué ha de sofocar vana tristeza? Si han muerto dos, el Hado lo quería. Pero pilotos hay de gran destreza No pocos en la noble
Compañía. La nave aparejad; fuera pesares: Marchemos pronto a recorrer los mares."
248
LIBRO II
CCVII Jasón, desatinado, así responde: "Peleo: esos pilotos tan valientes De que hablas ¿ dónde se hallan, dime dónde ? Los que antes se juzgaban competentes En el arte naval no se te esconde Que bajan más que yo las mustias frentes. El fin de aquellos dos triste presagio Es, a mi ver, de muerte o de naufragio.
CCVIII "De Etas a la Ciudad inexpugnable Si logramos llegar salvos y sanos, ¿Evitar otra vez nos
será dable Los móviles escollos inhumanos? En esta playa, en ocio perdurable, Llegaremos a míseros ancianos. Después de tanto azar y peripecia, Adiós hay que decir a nuestra Grecia."
ANCEO NOMBRADO PILOTO
249
CCIX Replica Anceo, y con calor extremo De Juno bajo el hálito divino, Pide por el timón trocar el remo. El mismo cargo solicita Ergino, Y Nauplio quiere y, a su vez, Eufemo, Regir el clavo de robusto pino; Pero de la legión la mayoría A Anceo sólo el gobernalle fía.
CCX El duodécimo día ya amanece. Entran en el bajel. Céfiro blando Navegación segura les ofrece, Y por el Aqueronte van remando. De la Barra al salir el viento crece, Y el completo velamen desplegando Con tiempo hermoso y favorable brisa Caminan por el Ponto a toda prisa.
25o
LIBRO I I
CCXI Llegan a toda vela y viento en popa A la Barra del río Calicoro: Del Indostán al regresar a Europa Baco, de Jove vastago y tesoro, Allí fundó de la dorada copa Y de las danzas en alegre coro Las místicas Orgías en la cueva Que de Báquica alcoba el nombre lleva.
CCXII Este nombre le dieron porque, exhausto Con el fatal vertiginoso rito, Víctima de aquel lúbrico holocausto, Lo dominaba allí sopor bendito. También al río, que el pasaje fausto Del Numen presenció, le fué prescrito Llamarse para eterna remembranza
Río gentil de la festiva danza.
APARICIÓN
DE
ESTÉNELO
251
CCXIII De Estáñelo (de Actor vastago ilustre)Descúbrese el sepulcro a la derecha. Cuando cruzaba esa rlegión palustre De una Amazona lo postró la flecha. De la campaña en que con tanto lustre La hueste femenil dejó maltrecha Tornaba en el ejército de Alcides, Su noble jefe en las robustas lides.
CCXIV Suceso extraño impide que adelante Siga el bajel en mares tan serenos. El alma del difunto, suplicante, De Proserpina implora que, a lo menos, Le conceda mirar un breve instante Otros hombres como
él,
héroes y Helenos-. Sus lágrimas ablandan a la Diosa, Y el espíritu sale de la fosa.
252
LIBRO I I
CCXV Colócase en la punta de la pira armado, como estaba en el combate. Parece que resurge y que respira, Que bajo la coraza el pecho late. Roja cimera sobre el casco gira, Y a guisa de alas cuatro plumas bate. La mano diestra hacia la nave tiende, Y al tenebroso Tártaro desciende.
CCXVI De la visión el gesto y ademanes A la tripulación dejan inquieta. Mopso, el hijo de Ampico, sus afanes Mitiga, a fuer de celestial profeta, Y detenerse a propiciar los manes Del infeliz Esténelo decreta. Recogen velas y fondean junto Al túmulo glorioso del difunto.
SACRIFICIO FÚNEBRE
253
CCXVII Desembarcan y vierten libaciones En torno de la tumba. Sacrifican Ovejas de blanquísimos vellones. Rústico altar no lejos edifican
A Apolo, Salvador de embarcaciones,
Que, derramando vino, purifican. Después queman pemiles, cuyo denso Vapor se mezcla al humo del incienso.
CCXVIII También Orfeo consagró devoto Su lira a Febo, y Costa de la Lira Se dio por nombre al litoral ignoto. A bordo vuelven; el navio vira: El tiempo aprovechar quiere el piloto; Templa las velas, la maroma estira. Sin inclinarse a aquella ni a esta banda, Rápido el Argo por las olas anda.
LIBRO I I
CCXIX Al arrojante gavilán semeja Que entrambas alas por igual extiende Y que arrastrar del huracán se deja, Sin que las mueva cuando el aire hiende. Ya de la tierra impávido se aleja; Ya de los cielos rápido desciende; En equilibrio siempre y sin balance, Ni aun el águila misma le da alcance.
CCXX Pasa sin amainar la hinchada lona Por donde sale la corriente mansa Del Río de la Virgen. De Latona La prole virginal cuando descansa De cazar en los montes y a la zona Celestial va a volar
allí descansa; Y con el coro de sus bellas ninfas La casta Diana báñase en sus linfas.
POR EL PONTO
255
CCXXI Sin descansar de noche, va la prora Dejando atrás la Sierra de Eritina Que a Sésamo da sombra, y a Citora, Cromno y Crobial. La Punta Carambina Doblan al rayo de la nueva aurora; Y, al aflojar la afable ventolina, A solo remo el litoral tan largo Recorre un día y una noche el Argo.
CCXXII Atracan luego en territorio Asirio, Donde Júpiter mismo casa y lecho A Sinopa otorgó, y el blanco lirio De la virginidad, aunque a despecho De su profundo amor. En el delirio De su
pasión le concedió el derecho De pedir y obtener cuantas mercedes Se le antojaran, y cayó en sus redes.
256
LIBRO II
CCXXIII Su virginal integridad le pide. Quedó burlado el Dios; y no fué él solo. Con la hija del Asopo Apolo mide Sus fuerzas, y también desecha a Apolo. La solicita el Halis, y despide Al claro Río con el mismo dolo. Jamás pudieron dioses ni pastores Jactarse de gozar de sus favores-
CCXXIV Deileón, Antíloco y Flogío, Vastagos del que fué gloria de Marte Deímaco Tricceo, junto al río
Halis se encuentran, que formaron parte De la legión que armó con tanto brío
Hércules, y dejaron su estandarte. La nave al ver, su deserción lamentan Y a los heroicos nautas se presentan.
CABO
DE
LAS AMAZONAS
257
ccxxv
Suben a bordo, y a la noble hueste Los tres se agregan, en valor iguales. Aléjalos la brisa del Noroeste De las Bocas del Halis y arenales. Dejan atrás el territorio agreste Que del Iris fecundan los raudales, Y, gracias al que sopla, fuerte viento, La costa Asiria piérdese al momento.
CCXXVI El Cabo de las fuertes Amazonas Doblan antes que el Sol llegue al Ocaso; Recogen, para entrar, las anchas lonas En el cómodo puerto, y a su paso Admiran el verdor de aquellas zonas Que de su Reina vieron el fracaso Al caer Melanipa prisionera En la emboscada que
Hércules tendiera.
«7
258
LI3K0 II
CCXXVII Hipólita, también hija de Marte, Por libertar a su cautiva hermana Le dio su cinto, maravilla de arte, De riqueza primor. De mala gana La que era del botín la mejor parte Hércules devolvió.—La mar insana Los empuja a ese golfo, al pie del Monte Y a la Boca del río Termodonte.
CCXXVIII De cuantos en sus ámbitos encierra Ríos y arroyos, que le presten vida, El ancho mundo, por la enjuta tierra, No hay uno que, como
éste, se divida En tantos arroyuelos. De la sierra Altísima es su punto de partida. Cien menos cuatro son, si los numero De todos uno solo es el venero.
CABO
DE
LAS
AMAZONAS
2 5q
CCXXIX Llamáronse Amazonias las montañas De donde manan sus sagradas fuentesA veces de la tierra en las entrañas Se pierden por los cerros sus corrientes; Otras logran bajar a las campañas Serpeando por sendas diferentes.. El Río, y uno que otro tributario, Entran al Ponto poco hospitalario.
CCXXX De buena gana el fin de la tormenta Quisieran ver anclados en el puerto; Pero con esa raza turbulenta Imposible es la paz. Al campo abierto Tendrían que salir, lucha cruenta Sin poder evitar, de
éxito incierto. No son las Amazonas de Doantes A las demás mujeres semejantes.
s6o
LIBRO I I
CCXXXI En la que habitan, infeliz llanura, Ni respeto a las leyes, ni justicia, Ni gentileza o femenil dulzura Hay que pedir. Furor por la milicia, Batallador espíritu y bravura Heredaron y bélica pericia Al recibir el ser del dios Mavorte Y de Harmonía, su feliz consorte.
CCXXXII Las lóbregas florestas del Acmonio Que de la Ninfa vieron el enlace, De su fecundidad son testimonio; Prole marcial, de aquella prole naceEl que
Júpiter manda, de Favonio Soplo gentil, los ímpetus deshace Hoy, de esas hembras, bravas como cautas Que a acometer se aprestan a los nautas.
CABO D E LAS AMAZONAS
261
CCXXXIII No habitan en idénticas ciudades, Ni en una Capital tienen asiento. Divídense en tres tribus y heredades; Es su hueste juntar trabajo lento. Gobierno aparte tienen las de Cades, Que en manejar el arco son portento. La tribu de Licastias lejos mora; De Temiscira Hipólita es señora.
CCXXXIV El Cabo en que el alcázar se reclina, Mansión de la Amazónide Princesa, Merced a la gallarda ventolina La nave audaz, burlándola traviesa Dobla, y avanza a la rlegión vecina. El día entero de bogar no cesa, Y a todo andar la noche subsiguiente Arriba de los Cálibes enfrente.
262
LIBRO I I
ccxxxv
Jamás un buey uncieron al arado Ni quisieron labrar la gleba duraNunca su mano un
árbol ha plantado Cuyos ramos le den fruta madura. Jamás soñaron en criar ganado De su campo feraz con la pastura. El hierro solo que su seno encierra Sabe pedir el Cálibe a la tierra.
CCXXXVI En las profundidades de su mina Trabaja sin descanso el operario, O entre el humo y hollín de su oficina; Y trueca su metal o su salario Por víveres que surtan su cocina O por prendas de exótico vestuario. Nunca lo halló sin barra ni martillo Del lucero del alba el primer brillo.
TIBARENOS Y MASINECOS
263
CCXXXVII Pasan el Cabo a Jove Consagrado, y las costas Donde, si sobreviene un La mujer no interrumpe Gentilicio Tibatenas natalicio, sus faenas,
Y a su esposo, de pie, presta servicio. El en la cama grita a fauces plenas Y con vendada faz llora a raudales Entre fajas y baños puerperales.
CCXXXVIII Las torres de madera y las techumbres Divisan de los tristes Masinecos, Que moran de la sierra entre las cumbres Cuyo nombre les dan sus palos secosextrañas son las leyes y costumbres De esa raza de escuálidos y entecos. De todas las demás es enemiga, Aunque es el Sacro Monte el que la abriga.
264
LIBRO I I
CCXXXIX Lo que ven practicar otras regiones En la calle, en la plaza, en el camino, Al sagrado interior de sus mansiones Introducir, no juzgan desatino. En cambio, las contiendas y pasiones Que requieren pudor, recato y tino, Sin esperar jamás la noche umbría Ostentan a la luz del mediodía.
CCXL No hay vínculos de amor entre esa gente, Ni lazo conyugal, ni justo enlace. Como piara de cerdos, juntamente La muchedumbre sobre el polvo yace. Legisla el Rey sentado en eminente Pilar, y si a su grey no satisface, La turba, un día entero a Su Sagrada Majestad tiene hambrienta y encerrada.
ISLA D E MARTE
2 6 5
CCXLI El viento calma al declinar el dia Y enderezando el rumbo un poco al Norte, A puro remo, en lenta travesía, Se acerca el Argo a la Isla de MavorteUn pájaro del Dios, de los que cría Aquella tierra, con osado porte, Volando audaz hacia la mar avanza Y de sus alas una pluma lanza.
CCXLII Como saeta, que tirante cuerda Dispara, cae sobre el divino Oileo. Clávale el hombro con la espalda izquierda; El remo suelta y su marcial arreo. De vista antes que el pájaro se pierda, De otro pájaro se oye el aleteo. Los nautas ven la pluma con asombro Que ha atravesado del herido el hombro.
266
LIBRO I I
CCXLIII Eribotas se acerca. Antes que lave La llaga, extrae el proyectil, sentado, Y, suelto el cinturón, lo venda suave. En tanto, tiende el arco bien templado Clicio, el hijo de Eurito, y cae el ave Herida por la flecha, al diestro lado Girando del bajel. De Aleo el hijo Anfidamaníe, así prudente dijo:
CCXLIV "Que la isla que tenemos a la vista Es la de Marte, dícelo a las claras La
extraña aparición, que nos contrista De esas aves, rapaces cuanto raras. Inútil es marchar a su conquista Sólo con arcos y emplumadas varas. Si obedecer queremos a Fineo, Con ardides
será, según yo creo.
LUCHA CON LOS PÃJAROS
267
CCXLV "Desdoro no hay ni deficiencia alguna,. Hércules mismo, cuando a Arcadia vino A echar de la Estinfálide Laguna Las acuáticas aves, tuvo el tino De no desperdiciar flecha ninguna. Dejando intacto su carcaj divino; Forjó de bronce, a guisa de campana, Instrumento de fuerza sobrehumana.
CCXLVI "Con mis ojos lo vi, de extenso ceiro Subir apresurado a la eminencia, Agitando en sus manos el cencerro Con tal celeridad y tal violencia, Que huyeron a millares, si no yerro, Las aves en tropel, sin resistencia. Con un ardid igual de nuestra parte Se ahuyentarán los pájaros de Marte.
268
LIBRO I I
CCXLVII "Permita la legión que le sujete Mi plan: después resuelva lo que quiera. Al remo de flexible pinabete Siéntese sólo la mitad primera: Luzca la otra mitad dorado almete Que en los aires agite la cimera Defiendan el bajel nuestras adargas, Y las de fina punta, picas largas.
CCXLVIII "Unánimes lanzad sonoro grito Agitando alabardas y plumeros, El repentino estrépito inaudito Asustará a los buitres carniceros; Y si desembarcareis, os invito A desnudar los
ínclitos aceros Y aprovechar el retintín agudo Del golpe de la lanza en el escudo."
LUCHA CON LOS PÃJAROS
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CCXLIX Placen las oportunas sugestiones A la Cohorte. Pénenlas en obra Calándose los fúlgidos morriones Con el rojo penacho. A la maniobra La mitad de los nobles campeones Se apresta sólo y nuevo aliento cobra. Los otros, con las lanzas y broqueles Cubren la nao, a su consigna fieles.
CCL ¿Visteis la casa que albañil experto Con elegancia coronada deja? Pónela de las lluvias a cubierto Acomodando teja sobre teja,
Así los nautas saben con acierto Formar con lanzas provisoria reja Y encima los escudos bien trabados Superan al mejor' de los tejados.
LIBRO I I
CCLI Como en el rojo campo de batalla De adversas huestes al violento choque De los escudos el metal restalla Al abollarlo el enemigo estoque, Así es el ruido que en la nave estalla Sin que a los fieros pájaros provoque, Y ni uno solo por los aires yerra Mientras se ve bogar lejos de tierra.
CCLII Pero al tocar en la Isla, el formidable Fragor de los escudos los ofende Y de parvadas hueste innumerable En toda dirección el
éter hiende. ¿Visteis jamás a Júpiter mudable Cuando a los hombres afligir pretende Y de las nubes granizada infanda Sobre los pueblos y las casas manda?
LUCHA CON LOS PÃJAROS
271
CCLIII Del granizo densísimo el ruido Al confiado habitante no amedrenta Porque no le cogió desprevenido El súbito rugir de la tormenta, Y del tejado fuerte guarecido Oye tronar e impávido se sienta en vano así, las aves a millares Lanzan sus plumas al cruzar los mares.
CCLIV Sobre el techo de escudos se despuntan De las agudas plumas los cañones, Mientras la nave a defender se juntan, Debajo, los heroicos campeones Que inútil es, los pájaros barruntan El rudo desplumar de sus alones; Y abandonando la natal montaña Cruzan el Ponto y van a tierra
extraña.
272
LIBRO I I
CCLV Pero ¿cuál de Fineo fué la mente? ¿Por qué aconseja el místico agorero Que desembarque la legión valiente En aquella isla de fatal agüero? ¿Cuáles ventajas a la heroica gente Augura, del difícil paradero? A los hijos de Frijo se aludía Del ciego en la confusa profecía.
CCLVI El padre, al sucumbir a la dolencia Que lo llevó a la tumba allá en el Haya Les mandó recoger la rica herencia Que en Orcómeno, perla de la Acaya, Legó de sus abuelos la opulencia. Partir los vio de Cólquide la playa E n el bajel velero, que ambicioso Etas, el Rey Citeo, dio gustoso.
TEMPESTAD Y NAUFRAGIO
273
CCLVII Apenas entre gritos de alegría En la Isla desembarca la Cohorte, Fiera tormenta Júpiter envía. Lluvia terrible y vendaval del Norte. Luchan los tripulantes todo el día; Pero no impiden que en la noche corte La tempestad el casco y maderamen Y arrebaten los vientos el velamen.
CCLVIII ¡ Qué noche tan tremenda! Allá en el cielo La húmeda senda del divino Arturo Marca de lluvia tenebroso velo, Y envuelve el Ponto torbellino obscuro. Caen los remeros en el mar de hielo, Y asidos a un madero mal seguro, Y gracias a los Dioses soberanos, Pueden salir a flote los hermanos.
18
274
LIBRO I I
CCLIX No luce ni una estrella que el camino A los cansados náufragos alumbre. Bóreas, que suave, de laurel y pino Las hojas agitaba allá en la cumbre Por la mañana, arrecia de contínuo Y las olas levanta; ni vislumbre De salvación el navegante inerte Desde su tabla ve, sino la muerte.
CCLX El Hado los salvó. La marejada Entre tinieblas lóbregas arroja Al
litoral la tabla a que abrazada Va la doble pareja en su congoja. Al despuntar
el Sol, Jove se apiada. Cesa la lluvia que la tierra moja Dejando a la legión ir en su ayuda. Argos así, el primero la saluda:
SALVAMENTO
CCLXI " P o r Júpiter, el de ojos penetrantes, Quienquiera que seáis, oíd los votos De estos infortunados navegantes Que en mil pedazos contemplamos rotos Los leños del bajel en que poco antes A puertos caminábamos remotos. Graves asuntos y útiles consejos Nos empujaban de la patria lejos.
CCLXII "Dejadnos abrazar vuestras rodillas, Y, acogiendo benignos nuestras preces, Prestadnos ante todo unas ropillas Que cubran nuestras tristes desnudeces. De la deshecha nave en las astillas, Esperando ser pasto de los peces, Ni soñamos siquiera en alimentos. Socorred, por piedad, a los hambrientos.
276
LIURO I I
CCLXIII "Por último, os pedimos suplicantes Trato cortés y hospitalario abrigo, Con hombres a vosotros semejantes Habláis, y no con pérfido enemigo. Por Júpiter, amparo de viandantes. Patrono del que llora y del mendigo; Por Júpiter, cuya alta providencia Todo lo ve, miradnos con clemencia."
CCLXIV Jasón, aunque algún Numen le revela Que de Fineo cúmplese el conjuro, Al replicar, pregunta con cautela: "Los tres socorros que tendréis os juro. Pero ¿dónde moráis? ¿Por qué a la vela Os habéis hecho en temporal tan duro? ¿Cuál es vuestro clarísimo linaje, Vuestro nombre y el fin de vuestro viaje?
SALVAMENTO
277
CCLXV Argos, a quien la pena aún azora, Así contesta a Esónides prolijo: " P a r t e de nuestra historia antes de ahoru A creer rae atrevo que o? llegó de fijo. Que un Eólida vino, nadie ignora, De Grecia al Reino de E t a s : era F R I J O Que jinete en carnero esplendoroso Que Mercurio doró, volaba airoso.
CCLXVI "Podéis aún en el alcázar regio^ Ir a admirar el áureo Vellocino. Mercurio mismo el animal egregio Mandó inmolar a
Júpiter divino, Que de su majestad por privilegio Ampara al fugitivo y peregrino. El Rey le dio hospedaje en sus mansiones Y a su hija misma, sin nupciales dones,
278
LIBRO I I
«4
CCLXVII "Del regio matrimonio somos fruto. Calcíope está viva. En edad grave Frijo pagó a la muerte su tributo. Al embarcarme en la perdida nave Sus órdenes postreras ejecuto. ¿La que gozó Atamante, quién no sabe En Orcómeno insólita opulencia? Vamos los cuatro a recoger su herencia.
CCLXVIII "Si nuestro claro nombre, por ventura Saber quisiereis, éste es Citisoro; Frontis, aquel de la color obscura; Melas se nombra el de los cabellos de oro ; A mí me llaman Argos." Se apresura A abrazarlos cada uno de los nautas.
Jasón añade estas palabras cautas:
LOS HIJOS D E FRIJ0
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CCLXIX "Parientes somos, desde luego veo, Por el lado paterno. Fué Atamante Hermano de mi abuelo, el gran Creteo. A mí te envía Júpiter Tonante De fijo, y cumpliré con tu deseo. De Grecia vengo; voy más adelante, Al Haya; mas no hablemos de aventuras: Por hoy, os proveeré de vestiduras."
CCLXX Calla. De las bodegas del navio Sacan vestidos de variado corte. Con raudo paso y belicoso brío Al Templo se encaminan de Mavorte En donde ofrecen sacrificio pío De ovejas pingües. Queda la Cohorte Fuera del edificio, que, sin techo Fuera tiene el altar, a poco trecho.
28o
LIBRO I I
CCLXXI En torno al ara, negra por los años, Oran en pie los Argonautas fieles. Allí las Amazonas, con extraños Ritos, aún en su piedad crueles, En vez de ovejas de húmiles rebaños Inmolaban espléndidos' corceles. Después del sacrificio y lauta cena, Su discurso Jasón así encadena:
CCLXXII "Todo penetra la sublime vista De Júpiter Supremo. A su mirada No hay un mortal que impávido resista Y a sus devotos proteger le agrada. ¡ Su gran poder, como antes, nos asista! El destruyó la pérfida celada Que de cruel madrastra la insolencia Tendió de vuestro padre a la existencia.
LOS HIJOS D E FRIJO
CCLXXIII "Le donó, con la vida, facultades Sin límites, del mundo maravilla; Y a vosotros, de recias tempestades Os ha salvado en diminuta astilla. A do queráis, cual íntimos cofrades, De mi baje! os llevará la quilla; Del opulento Orcómeno a la playa, O solamente de regreso al Haya.
CCLXXIV "Con Argos construyó la misma Diosa Palas mi nave, de robusto pino Que en el Pelio cortar quiso graciosa Con su segur de temple adamantino. Tragó la vuestra tempestad furiosa Sin ver en la garganta del Euxino Las rocas, que en perpetuo movimiento Del nauta son peligro y escarmiento.
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LIBRO I I
CCLXXV "Pues os ligó a nosotros la Fortuna Y os hace en este mar nuestros pilotos, Que en la misión de transportar nos una El vellón de oro, fin de nuestros votos, A Grecia, que es de nuestros padres cuna; Así de Frijo os mostraréis devotos. Para aplacar a Jove es esta empresa. De Eolo en la progenie su ira pesa."
CCLXXVI Aunque cortés y fino habló el Caudillo, A su auditorio horrorizado deja. Saben que no es negocio tan sencillo Privar al Rey, astuto cual vulpeja, De la piel del carnero, cuyo brillo Al oro
más espléndido semeja. Argos, en fin, a quien la empresa indigna,. Así enojado responder se digna:
LOS HIJOS D E FRIJO
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CCLXXVII "¡Magnánimos amigos! Nuestra vida Con cuanta sangre en nuestras venas arde Tendréis apenas la ocasión lo pida Y ni una gota os negaré cobarde. Pero un furor terrífico se anida En el ánimo de Etas. Hace alarde De ser hijo del Sol, y en masa ingente Lo circunda de Cólquide la gente.
CCLXXVIII "Lo hacen rival de Marte, el retumbante. Grito de guerra y brazo giganteo. Sin su consentimiento ese trasplante Del dorado
vellón difícil veoFiero Dragón lo guarda vigilante. Del Cáucaso el peñón Tifaoneo Lo vio nacer de la fecunda Tierra. Jamás el sueño sus pupilas cierra.
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LIBRO I I
XIXX130 "De la Serpiente a la nativa roca Legó su nombre Tifaón insano Cjue en un momento de arrogancia loca Osó retar a Jove soberano. Pero no bien su cólera provoca Alza irritado Júpiter la mano Y con agudo rayo lo fulmina. Herido en la cabeza el rostro inclina,
CCLXXX " Y destilando sangre, con que baña Su cuerpo, por las llamas encendido, Arrastrándose llega a la montaña De Nisa, en busca de perdón y olvidoPero lo tiene aun hoy del Dios la saña En el Bistonio Lago sumergido." Con la atención lo escuchan, que merece, Y
más de una mejilla palidece.
ARENGA D E PELEO
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CCLXXXI Peleo, audaz, a la palestra salta, Y le responde así: "Mi buen amigo: ¿Creéis acaso que valor nos falta Para vencer, lidiando, al enemigo? La alcurnia de los héroes es tan alta Que por su salvación temor no abrigo. De Dioses somos todos descendientes, A la guerra avezados y valientes.
CCLXXXII "Si el Vellocino de oro de buen grada A entregar a Jasón Etas se niega, Por nuestras huestes se
verá forzado Plázcale o no le plazca, a hacer la entrega,, Y ni uno dejaremos a su lado De esas tribus de Cólquide que allega." Pasan el tiempo en diálogo sabroso, Cenan y buscan plácido reposo-
286
LIBRO I I
CCLXXXIII Cuando se despertaron a la aurora Empezaba a soplar brisa suave. Izan las velas; pone al mar la prora Y áncoras leva la veloz nave. La Isla de Marte piérdese en una hora De vista, y antes que la tarde acabe La ínsula majestosa de Filira En lontananza aparecer se mira.
CCLXXXIV Allí Saturno, vastago de Urano, Cuando de Olimpo en la mansión eterna Era de los Titanes soberano, Y
Júpiter, de Creta en la caverna Era escolar del preceptor Troyano, Amó a Filira con
pasión tan tierna Que sorprendió la despreciada Diosa A entrambos en su cámara de esposa.
HISTORIA D E FILIRA
287
CCLXXXV Huyó Saturno fuera del alcance De Rhea, transformándose en ligero Corcel. Avergonzada en aquel trance Ella subió por áspero sendero A los Montes Pelasgos. Vino el lance Del parto, y del connubio lastimero El Centauro Quirón, de alto renombre, Nació, mitad caballo y mitad hombre.
CCLXXXVI A toda vela pasan los Macrones Y la rica heredad de los Bequiros. La brisa, sin parar, a las regiones Los lleva de Bizeres y Sapiros. De repente salir a borbotones Ven el agua del Ponto, en raudos giros Que en vasto golfo se abre, extenso y hondo Con el fragoso Cáucaso en el fondo.
288
LIBRO I I
CCLXXXVII A una de sus altísimas montañas, Atado con cadenas, Prometeo Alimenta, infeliz, con sus entrañas A un buitre colosal, feroz y feo, más que las infernales alimañas. Desde la nave se oye su aleteo Cuando a perderse va en el horizonte O torna más voraz al triste monte.
CCLXXXVIII Del semidiós el hígado devora Que sin cesar se reproduce y crece, Su roja garra muestra aterradora. A ninguna ave el monstruo se parece. Remos sus alas son. Con popa y prora El velamen del Argo se estremece, Y a los confusos nautas, aturdidos De la víctima dejan los gemidos.
LLEGADA A CÓLQUIDE
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CCLXXXIX A la pericia de Argos, siempre alerta, Deben llegar de noche a su destino Del caudaloso Fasis a la puerta Y en el límite extremo del Euxino. Proceden a guardar bajo cubierta Velas y entenas de ligero pino. Bajan el mismo mástil, y a lo largo, En el centro, reclínanlo del Argo.
GCXC Sin aguardar a que despunte el día A todo remo van contra corriente Cuya linfa levántase bravia Herida de la prora por el diente. Alzase la fragosa serranía A la izquierda del Cáucaso eminente, Y la ciudad del Haya, la primera De Cólquide, y del Reino cabecera.
19
290
LIBRO I I
CCXCI El Campo de Mavorte al otro lado Se extiende con su bosque. El Vellocino Allí, por la Serpiente custodiado, Pende brillante de frondoso encino. Jasón, en copa de oro cincelado Libaciones de miel y rico vino Del claro río vierte en los cristales Invocando los Númenes locales.
CCXCII A la Tierra, a los Dioses protectores Del Reino y a las ánimas gloriosas De los difuntos
héroes y señores Manda aplacar con preces fervorosas, Y de incienso con místicos olores Ruégales que sus
áncoras limosas Caigan bajo benévolos auspicios, Y que aceptar se dignen sus servicios.
LLEGADA A CÓLQUIDE
CCXCIII Así prorrumpe entusiasmado Anceo: "Llegamos (dice) a Cólquide distante Y a Fasis, centro del poder Citeo. ¿Nos mostraremos de su Rey delante En humilde actitud u hostil arreo? De resolver y obrar es el instante. Deliberad con pláticas discretas Si hay que retar o propiciar a Etas."
CCXCIV Obediente Jasón a los consejos De Argos, manda avanzar a una palude Y echar las anclas de la orilla lejos. Que preste sombra y del peligro escude Al Argo con sus
árboles añejos. Pronto a cerrar los "párpados acude El sueño bienhechor, y de la aurora Despiértalos la luz consoladoraFIN DEL LIBRO SEGUNDO Y DEL TOMO PRIMERO
ÃNDICE
PÃGS.
Dedicatoria Carta-Prólogo Clave alfabética LIBRO PRIMERO Sumario Invocación a Apolo Causa de la Expedición catálogo de los Argonautas Orfeo. Milagros de su canto Genealogía de Astorio y Polifemo Parentesco de Jficlo con Jasón Origen divino de Erito y Equión Corono. Hazañas de su padre El Adivino Mopso Oíleo. Suerte que le aguarda Telamón y Peleo Teseo retenido en el Averno Tifis Agniades y Argos Agenórides Llamamiento a Hércules Alcides Nauplio Idmón el adivino .-
v
vil
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X I X
i 2 3 3 4 5 5 6 7 8 9 10 11 12 3 4
I T
294
ÃNDICE
PÃGS.
Castor y Póluoc 14 Idas y Linceo 15 A agías Anceo, hijo de Licurgo 16 Eufemo el andarín 17 Ergino y Anceo, hijos de Neptunio 18 Meleagro. Ificlo 19 Zetas y Calaín, hijos de Bóreas 20 Acasto, hijo de Pelias. Argos 22 Marcha de los
héroes 23 Despídese Jasón de su madre Alcimeda y de su padre Esón 25 La sacerdotisa de Diana 30 Frente a la nave 31
Hércules rehusa ser caudillo 34 Jasón nombrado jefe. Su discurso 35 Botadura del Argo 37 Sacrificio a Apolo 4° Insolencia de Idas 48 Reprimenda de Idmón 49 Himno de Orfeo 5 Partida 53 Despedida de las Deidades, Ninfas y el Centauro Quirón 56 Arribada junto a la tumba de Dólope 58 Llegada a la Isla de Lemmos 61 Su sangrienta historia 62 Etálides, hijo de Mercurio, heraldo de
Jasón. 64 Aventuras y amores de los Argonautas 69 Despedida de Jasón e Hipsipilea 90 De Lemnos a la Propóntide 93 Con los Doliones 95 Combate con los Gigantes 100
o
ÃNDICE
29 5
PÃGfi.
Partida de Cízico Regreso a Cízko Combate desgraciado Suicidio de Clita Sacrificio en el Dinditno Penosa travesía Arribo a Misia Aventura de Hércules Rapto de Hilas por las Ninfas Abandono de Hércules y PolifemcK Tumulto a bordo del Argo Cálmalo la aparición de Glauco Llegada a Bebricia LIBRO SEGUNDO Sumario Lucha de Pólux con Arnico Muerte de Amico Combate con los Bébrices Triunfo de los Argonautas Sacrificio y banquete En la costa de Bitinia Encuentran al profeta Fineo. Su historia Los hijos de Bóreas. Las Harpías Vaticinio de Fineo ' Episodio'de Parebio Sacrificio a Apolo Origen de los vientos Etesios Partida. Auxilio de Minerva La Paloma exploradora Paso de las ¡Simplégades
103 105 107 1 0 9 113 121 123 125 129 134 135 137 *4
T
143 146 155 157 158 161 163 166 169 178 195 200 201 207 209 210
296
ÃNDICE
PÃGS.
Socorro decisivo de Minerva En el Ponto Euxino Tristeza de Jasón Arrito a Tiniada Aparición de Apolo Himno de Orfeo Aquerusia Con los Mariandinos Alianza con Lico, su Rey Muerte de Idmón Muerte de Tifis Anceo nombrado Piloto Aparición de Esténelo Sacrificio fúnebre Por el Ponto Cabo de las Amazonas Tibarenos y Masinecos Isla de Marte Lucha con los Pájaros Tempestad y Naufragio Salvamento Los Hijos de Frijo Arenga de Peleo Historia de Filira Llegada a Cólquide
CLAVE ALFABÉTICA
P A R A LOS D O S Ú L T I M O S LIBROS ADRIÃTICO.—Aún no llevaba este nombre en la
época de los Argonautas. Llamábase mar de Saturno, o sea Cronio, Saturnio o Saturnino. Todos estos nombres se le dan en el poema, según las exigencias de la claridad o de la rima. AIA.—Además d'e la capital de la Cólquide, llamábase
así ila fabulosa isla de Circe. Escribimos Haya, o isla Hayea. CELTAS.—Nombre de una raza que habitaba una gran parte de la Europa occidental. En la
época de los Argonautas se daba este nombre a cuantos no eran Iberos en el Norte y Oeste de Europa. CUPIDO, AMOR o EROS.—Era hijo de Venus, de segur o ; la paternidad se atribuía a Miarte, Vulcano o Mercurio. Hace un papel importante en el tercer libro. ERÃDANO.—Este río, que después
se llamó Padum y ahora Pó, según la fantástica geografía de Apolonio comunicaba con el Rhin, el Ró'diano y variosi lagos. También el Ister o Danubio tenía un ramal que desembocaba en el Adriático. HESPÉRIDES.—Estas ninfas, con auxilio del dragón llamado Ledón,
que mató Hércules, guardaban las manzanas de oro que la Tierra dio a Juno como dote. Su jardín se coloca ordinariamente en las islas Canarias o en las de Cabo Verde. Apolonio lo sitúa en las cercanías de Cirene.
l6
CLAVE ALFABÉTICA
JUNO Hija de Saturno y de Rhea, hermana y esposa de Júpiter, representa el principal papel entre las divinidades en la segunda parte del poema, como Minerva en la primera. Esta construyó la nave Argo y la llevó al Ponto Euxino; aquélla la salvó en su viaje de regreso y, aunque movida por el deseo de vengarse de Pelias, condujo a Grecia a los Argonautas con el Vellocino de oro. MEDEA. Hija de Etas, rey de Cólquide, nieta del Sol, sobrina de Circe, sacerdotisa de Hécate, perita como nadie en las artes mágicas, es la principal heroína en la segunda parte del poema, y a su lado se ofusca el misino
Jasón. Las aventuras de uno y otro, después del regreso de la expedición a Jolcos, se cuentan diversamente; pero todas son trágicas y dolorosas. Medea, abandonada, mata a los hijos que tuvo de
Jasón. Este muere, según unos, por su propia mano; según otros, aplastado por la nave Argo. T R I T Ó N . — H i j o de Neptuno y Anfitrite, habitaba con sus padres en un palacio de oro en el fondo del mar. TRITONIA.—La laguna de este nombre, que representa un importante papel hacia el fin del poema, es, evidentemente, el lago salado que, en parte ya seco, se encuentra todavía al Sur de la moderna Túnez. En sus riberas, según Apolonio y otros, nació Minerva.
ERRATA
CORRIGE
Léase como sigue en el tomo I, libro I, octava 13: El Titaresio Mtopso, a quien el arte D e adivinar investigando el vuelo Del ave enseñó Apolo, a tomar parte Viene en la expedición. El patrio suelo Y lago azul por el laurel de Marte, Como su padre y su glorioso abuelo, Trueca Eridamo. El hijo del difunto Mjeneto, Actor, también llegó de Qpunto. Libro II, octava 171: U n hálito glacial el antro exhala Que cuanto alcanza contamina y hiela. Libro II, octava 268: Si nuestro claro nombre, por ventura. Saber quisiereis, éste es Citisoro; Frontis, aquel de la color obscura; Melas se nombra el de cabellos de oro; A mí me llaman Argos. Se apresura Su estirpe al conocer y alto decoro A abrazarlos cada uno de los nautas. Jasón añaide estas palabras cautas:
a
LIBRO TERCERO
SUMARIO DEL LIBRO III
Invocación a la Musa Erato (octavas i a 2). Visita d e Juno y Minerva a Venus, en favor de los Argonautas (3-26). Promesa de Cupido a su madre Venus y recompensa que
ésta le promete (27-36). Vuelo de Cupido a la tierra (37-39). Deliberación de los Argonautas •(39-50).
Jasón y algunos de sus compañeros en el Palacio Real (51-63). Cupido hiere a Medea con su flecha (64-67). Condiciones impuestas por Etas para entregar el Vellocino. Acéptalas
Jasón (68-98). Angustias amorosas de Medea (99-104). Piden su protección los Argonautas, por consejo de Argos y por medio de su hermana Calcíotpa (99-134). Después de largas vacilaciones, consiente Medea en protegerlos con hechizos (135-184I. S u entrevista con
Jasón en el templo de Hécate (185241). Etas entrega los dientes del Dragón (242-256). Sacrificio nocturno y preparativos para el combate {257-269). Impone el yugo a los toros, ara la tierra y siembra los dientes del Dragón (270-281). Nacimiento y matanza de los gigantes. Triunfo de
Jasón (282-290).
I
¡Oh musa del amor, divina Erato! Hoy más que nunca tu favor imploro. De Medea el erótico arrebato revela, y dinos cómo a su decoro, Del Argonauta prefiriendo el trato , pudo a Jasón del Vellocino de oro Facilitar la mágica conquista. ¡Musa gentil! Tu inspiración me asista.
II A ti el Destino ha concedido en parte los altos privilegios de Citeres. Ella contigo su poder comparte : A vírgenes y férvidas mujeres sabéis entrambas el difícil arte De avasallar con filtros y placeres. Aun de tu nombre el celestial sonido A Amor lo debes, a Eros o Cupido.
III Tras la arboleda y las palustres cañas, Bien escondida entre la agreste hierba, Del enemigo el movimiento y mañas Acecha de los nautas la caterva. Pero a través de frondas y espadañas Los aciertan a ver Juno y Minerva . Se alejan de los Númenes presentes Y aun de Jove recaíanse prudentes .
IV Se encierran en recóndito aposento En el Olimpo, y Juno es la primera.
que empieza la opinión, con mucho tiento, A explorar de su augusta compañera. " Hija de Jove, de saber portento , Habíame franca ”dice zalamera” : ¿ Qué debemos hacer ? Dime qué ardides Salvarán a esos bravos adalides.
JUNO Y MINERVA
25
V " ¿ Cómo lograr que a la r e m o t a A c a y a Lleven el codiciado Vellocino? ¿ T e n d r á quien a E t a s a pedirlo vaya, A d e m á s de valor, astucia y t i n o ? Terriblemente a u d a z el R e y del H a y a E s , a la p a r que luchador, ladino. Vencerlo en buena lid n o está a su a l c a n c e ; P e r o h a y que p r o c u r a r l o a t o d o t r a n c e . "
VI Minerva le r e s p o n d e : " E x c e l s a Juno : A mí también iguales pensamientos M e a g i t a n ; y no encuentro medio alguno D e infundir en los proceres alientos, A u n
que voy p o n d e r a n d o u n o p o r u n o Mil dolos y estratégicos i n t e n t o s . " Y los ojos, del suelo en las baldosas Clavan, desconcertadas, ambas Diosas.
26
LIBRO III
VII P o r fin exclama Juno : " V a m o s , ea, J u n t a s a visitar a nuestra grande Amiga la graciosa Citerea. L e rogaremos que a Cupido m a n d e A atravesar el pecho de Medea Con u n a de sus flechas, y que ablande A la hija d e E t a s , y con filtros h a g a que a m e a Jasón la esclarecida maga.
VIII " A s í , con los consejos de su a m a n t e , E l vencer á " . Minerva le r e s p o n d e : " D e las flechas de A m o r nací ignorante, Y cuanto le concierne se m e esconde; P e r o t u plan m e agrada, y adelante I r
é contigo hasta el alcázar donde M o r a C i p r i n a ; m a s en este e n r e d o A t u facundia la palabra c e d o . "
VISITA A VENUS
2
7
IX Así diciendo, marchan de Ciprina Al soberbio palacio que Vulcano La b r ó p a r a su cónyuge divina A l concederle Júpiter su mano, N o obstante la cojera que lo inclina. Detiénense en el pórtico cercano A la nupcial estancia, en que el mullido L e c h o p r e p a r a V e n u s al marido .
X E s t e se encuentra del Olimpo ausenteA Lipari partió muy de mañana Y de la
ínsula errante, en la candente fragua y sus yunques, en forjar se afanas. P r i m o r e s mil de bronce reluciente. Sola h a quedado Venus, y a desgana S u rubia copiosísima melena Con peine de oro
parte y escarmena.
LIBRO III
XI S e n t a d a en incrustado t a b u r e t e Del brillante (portal frente a las r e j a s , ~E\ cabello, cual á u r e o mantelete, L o s h o m b r o s de marfil cubre en guedejas. T r e n z a r en u n m o m e n t o se p r o m e t e La s h e b r a s de sus fúlgidas m a d e j a s "Cuando a las Diosas a su p u e r t a m i r a . A r r o j a el peine, y deja la cadira.
XII La s invita a s e n t a r s e : las saluda A m a b l e ; en otra silla t o m a a s i e n t o ; S i n desenmarañar, graciosa a n u d a
La cabellera, que flotaba al viento, 'Sobre su espalda candida y desnuda. "Y con sonrisa dulce y blando acento
La s apostrofa a s í : " S e ñ o r a s mías, ¿Qué os t r a e aquí después de t a n t o s d
í a s ?
LAS TRES DIOSAS
29
XIII " Muy g r a v e debe ser, según barrunto,* P u e s sois entre las Diosas las p r i m e r a s Y nunca hacéis visitas, el a s u n t o que os conduce a mi p u e r t a lisonjeras."' Juno responde: " P o n a bromas punto, que nosotras hablamos Muy de veras, Y si venimos a implorar t u gracia E s p o r que nos a m a g a h o n d a desgracia.
XIV " A n c l a d o al fin de F a s i s en el r í o Está¡ , después de t a n t a peripecia, Con
Jasón y sus
héroes, el navio que a caza del vellón viene de G r e c i a P o r el éxito tiemblo y desconfío;
La h o r a se acerca, la labor es recia, Y si p o r todos ellos m e intereso, mayor afecto a Esónides profeso.
3o
LIBRO III
XV " S i navegar pretende aun al Infierno L o s hierros de I x i ó n a hacer pedazos Y a r r e b a t a r l o a su castigo eterno, hasta donde la fuerza de mis brazos L l e g u e , lo salvará mi afecto tierno "De los que le ha tendido infames lazos "El mismo Pelias, cuyo audaz insulto A mí me niega víctima, h o n r a y culto.
XVI " A n t i g u a gratitud también m e liga A l vastago de Esón. D e los mortales Bajé a la tierra, en forma de mendiga, A p r o b a r la virtud y ver los males, Y del A n a u r o en la ribera amiga M e sorprendieron lluvias torrenciales.
La abundancia de nieve y de granizo I n t r a n s i t a b l e s los caminos hizo.
LAS TRES DIOSAS
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XVII " T o r n a b a de penosa cacería E l apuesto doncel, y su e s t a t u r a Descollaba en la helada serranía. H i r i ó sus ojos mi senil figura, que hundirse entre la nieve parecía. Sobre sus hombros m e llevó segura P o r riscos y barrancos, y su marchan o interrumpió la nieve ni la escarcha.
XVIII " D e s d e entonces está bajo mi a m p a r o . Y no permitiré que mi enemigo Pelias se burle del v a r
ó n preclaro P e r o no lograremos su castigo Si tú no ayudas a quien me es t a n caro E n su proyecto audaz. ¿ C u e n t o c o n t i g o ? " V e n u s escucha; en responder vacila; Al fin dice, cortés, pero i n t r a n q u i l a :
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LIBRO III
XIX " ¡ O h Diosa v e n e r a d a y v e n e r a b l e ! Si V e n u s t u s proyectos no secunda que la llamen el ser m á s despreciable. P e r o , a u n que en ganas de a y u d a r t e abunda Con hechos y palabras, deleznable Sabes que es el p o d e r que la c i r c u n d a . " Respuesta tan benévola le inspira E l g r a n respeto con que a Juno mira.
XX E s t a replica así, con g r a n p r u d e n c i a : " N o te pedimos ni que enredos t r a m e s N i manifiestes bélica potencia. N o s bastará que a t u muchacho llames Y a la hija de E t a s , cuya oculta ciencia Sabe mil dolos, en a m o r inflames, D e t u hijo atravesando el mismo d a r d o A la hechicera y al doncel gallardo.
LAS TRES DIOSAS
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XXI
" U n a vez de Jasón e n a m o r a d a , A conquistar el á u r e o Vellocino S a b r á ayudarle, y de él a c o m p a ñ a d a E m p r e n d e r á de Jolcos el c a m i n o . " A entrambas Diosas, V e n u s , sonrojada, A s í apostrofa en su lenguaje f i n o : " augusta Juno , celestial Minerva , V e r é i s de mi hijo la índole (proterva.
XXII
" C o n vosotras quizá m á s obediente que conmigo será, y a vuestros ojos
que r r á n o aparecer tan insolente Y vergüenza t e n d r á de sus arrojos. N i orden ni observación de mí consiente, Y de romperle me h a n venido antojos S u a r c o y aljaba y desplumadas flechas Y d e a r r a n c a r l e las intonsas (mechas. 3
34
LIBRO I I I
XXIII " E n sus accesos de f u r o r mil veces M e h a amenazado y a con tono amargo . Si p o r s u s infantiles pequeneces M i m a n o maternal sobre él descargo, J u r a que m e lo h a r á p a g a r con c r e c e s . " Sigue a sus quejas u n silencio largo. E n t a n t o , con sonrisa maliciosa Dulces se m i r a n u n a y o t r a Diosa.
XXIV Venus, disimulando su despecho, P r o s i g u e : " A los demás mis desventuras Suelen mover a r i s a : ¿ q u
é provecho Saco con revelar mis amarguras ? .Bástame con g u a r d a r l a s en el pecho. P o r daros de mi a m o r p r u e b a s seguras P r o c u r a r
é g a n a r a mi Cupido. Q u i z á n o se m e m u e s t r e e m p e d e r n i d o . "
LAS TRES DIOSAS
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XXV Calló: Juno la tierna manecita entre las suyas acaricia y besa, Diciéndole: " C a r í s i m a Afrodita, V e n de u n a vez a acometer la empresa. E x a s p e r a r a t u Cupido evita, A u n que se irrite su índole traviesa. V e r á s cómo t e da su asentimiento." D e j a de hablar y se alza de su asiento.
XXVI Sale con ella l a gallarda P a l a s Y entrambas se encaminan silenciosas D e sus palacios a las regias salas. E n t a n t o , la
más bella de las Diosas, M á s linda aún con sus campestres galas, L o s valles atraviesa y las u m b r o s a s Colinas del Olimpo, diligente, B u s c a n d o en ellas al rapaz ardiente.
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LIBRO III
XXVII D e J o v e entre los árboles frutales L o halla, y n o solo. Está¡ con Ganimedes. P r e n d a d o de la flor de los zagales J ú p i t e r , lo t r a j e r o n sus mercedes A m o r a r con los dioses inmortales, D o n d e n o cesa d e t e n d e r l e r e d e s A m o r . Con dados de oro, a r t e r o , j u e g a Con el garzón, cuando su imadre llega.
XXVIII E n pie se yergue el rapazuelo u f a n o Y de fúlgidos dados m á s que llena A p o y a al pecho la siniestra m a n o . S u rostro, cual la flor de la verbena, Del Sol matiza el fuego meridiano. Sentado, en t a n t o , p r e s a de honda p e n a , E l otro niño dobla las rodillas, Sin enjugar las h
ú m e d a s mejillas.
VENUS Y CUPIDO
37
XXIX
D o s dados sólo tiene. L o s a r r o j a U n o del o t r o e n pos. La carcajada D e Cupido, procaz, al p a r lo enoja Y le da a conocer que la j u g a d a H a resultado, cual las otras, floja. S e va, con la derecha d e s a r m a d a Y ambas manos v a c í a s ; ni siquiera V e que llega la Diosa d e Citera.
XXX
E s t a pellizca a su h i j o la mejilla, Y la carne teniendo entre sus dedos, " ¿ D e dónde viene — d i c e — esa risilla
que deforma t u s labios siempre ledos? ¿ A b u s a n d o de la índole sencilla D e ese inexperto niño, con enredos Y t r a m p a s la p a r t i d a le has g a n a d o ? S i e m p r e el mismo
serás, p e r r o malvado.
38
LIBRO III
XXXI " M a s n o vengo a reñirte. Grave e m p r e s a E n c o m e n d a r t e quiero. T ú promete, E n asunto que t a n t o m e interesa, Ayudar a tu madre, y un juguete Y o t e d a r é si cumples t u promesa, que a Júpiter, cuando era mozalbete, S u nodriza A d r a s t e a , t a n querida, E n la caverna le donó del I d a .
XXXII " E s u n a esfera fúlgida y r o t u n d a , E s m a l t a d a de azul,
que ni V u l c a n o , P u d i e r a fabricarte u n a segunda D e m á s valor con su a r t e soberano. E n círculos p a r t i d a , la circunda U n a lámina de oro, liso y plano. C a d a j u n t u r a , r e p u j a d o anillo Culbre, g i r a n d o , con celeste brillo.
VENUS Y CUPIDO
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XXXIII " A l a r r o j a r la mágica pelota V e r á s que brilla cual luciente estrella, Y todo el tiempo que en los aires flota Caudal de luz siguiendo v a la huella que de su globo, cual cometa, brota. T u y a será si de Medea bella La n z a s al corazón agudo d a r d o que la e n a m o r e de Jasón gallardo.
XXXIV " P a r t e sin dilación. D e o t r a m a n e r a E l p r e m i o n o
será t a n esplendente." D e V e n u s la promesa lisonjera Colma los votos del r a p a z ardiente. L o s juguetes a r r o j a ; a la ligera F a l d a se cuelga, y pídele insistente, A c u m u l a n d o halago sobre halago,
que le adelante el ofrecido pago.
40
LIBRO III
XXXV La Diosa con a m o r abraza a su hijo, Ambos carrillos le acaricia y besa, Y exclama a s í : " S i el d a r d o que te exijo La n z a s al corazón de la Princesa H e r e d e r a d e Cólquide, d e fijo T e cumpliré sin dolo mi promesa. P o r t u deidad querida lo aseguro ,Y p o r mi n u m e n a la p a r lo j u r o . "
XXXVI S u s dados, esparcidos sobre el heno, Recoge el niño, y minucioso cuenta, Y de su M a d r e en el fulgente seno Colocándolos v a con m a n o atenta. L e v a n t a su carcaj, d e flechas lleno,
que apoyado en u n tronco se p r e s e n t a ; L o cuelga al hombro en tahalí d o r a d o Y e m p u
ñ a su arco, curvo y bien t e m p l a d o .
VUELO DE CUPIDO
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XXXVII Con pie veloz el p a r que y los vergeles Del alcázar de Júpiter t r a s p a s a : Muy p r o n t o del Olimpo los canceles E t é r e o s e invisibles r a u d o pasa. L o aleja a ú n de sus devotos fieles P r o f u n d o abismo, que su a n d a r r e t r a s a : E x p l o r a el rumbo que seguir anhela, A b r e las alas y hacia abajo vuela.
XXXVIII L o s dos polos, sostén y fundamento Del orbe entero, y p u n t o s culminantes D e los excelsos montes, que su asiento T i e n e n sobre
él, elévanse gigantes E n el obscurecido firmamento, Y en sus agudos picos penetrantes E l Sol, que acaba de nacer, matiza
La s altas sierras con su luz rojiza.
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LIBRO III
XXXIX D e la tierra vivífica y fecunda A p a r e c e n campiñas y heredades Y el agua , cual cristal, que las i n u n d a D e los sagrados r í o s ; las ciudades Y sus hombres ; el mar que la circunda Y a u n el éter envuelve en tempestades. T o d o desde los aires ve Cupido M á s claro cada vez, y oye el ruido.
XL L o s héroes, entre tanto, en la a p a r t a d a La g u n a que f o r m a r a el mismo río A n c o r a d o s están en emboscada, S u r t o s detrás del carrizal sombrío.
La legión delibera congregada. Cada cual en su banco del navio Sentado, silencioso, escucha atento Del Capitán el vigoroso acento.
DISCURSO DE JASÓN
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XLI " A m i g o s : V o y m i parecer a daros Con plena l i b e r t a d ; a todos toca Ratificarlo con conceptos claros. Común es nuestra empresa, y os provoca. A d a r vuestra opinión, héroes preclaros. ¡ A y del que cierre p o r t e m o r la b o c a ! Si n o r e t o r n a a Grecia la cohorte, Culpa será de su cobarde porte.
XLII " O í d m i plan. A bordo d e la b a r c a Sobre las a r m a s que os quedéis prefiero,. M i e n t r a s vuestro Caudillo desembarca. Con reducido séquito, el p r i m e r o . Con los hijos de F r i j o del monarca I r
é al palacio, y que m e sigan quiero D o s de vuestra c o h o r t e ; y, ante t o d o , H a b l e m o s a E t a s con humilde modo.
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LIBRO III
XLIII " V e r é si mi palabra persuasiva L o mueve a d a r el Vellocino de oro Cediendo a la amistad, o bien si esquiva C o n v e n i o s y la paz tiene a desdoro. P e r o que salga de él la negativa C o n v i e n e a la justicia y al d e c oro ; Y a u n así, permitidme que os p e r s u a d a A n o desenvainar luego la espada.
XLIV " D e b e m o s m e d i t a r si en ese trance, .Antes que r e c u r r a m o s a M a v o r t e , N o
habrá algún otro medio que al alcance P o n g a el á u r e o vellón de la Cohorte. D e lo suyo a p r i v a r nadie s e lance A l R e y sin tocar antes el resorte D e suplicar. Discursos lisonjeros M
á s eficaces son
que los aceros.
DISCURSO DE JASÓN
4*
XLV " E l noble F r i j o , cuando huyendo vine» D e su m a d r a s t r a y del furor paterno, A l abrigo del solio p u r p u r i n o D e E t a s a m p a r o halló y afecto tierno. D e Júpiter, p a t r ó n del peregrino, ¿ Q u i z á al decreto hospitalario eterno Oslará resistir? hasta u n salvaje A l e x t r a n j e r o ofrecerá h o s p e d a j e . "
XLVI T e r m i n a sui oración, y n o disiente U n o solo en palabra o pensamiento, M a n i f e s t a n d o todos claramente S u u n
á n i m e adhesión y asentimiento. Jasón , de la embajada presidente, D e M e r c u r i o el bastón tremola al vientot. L o siguen Telamón, A u g
í a s , hijo
Del Sol, y los dos vastagos de F r i j o .
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LIBRO III
XLVII P o r entre el agua y v e r d e s carrizales S a l t a n a tierra, y v a n a u n campo abierto D e cipreses y sauces colosales E n hileras densísimas cubierto. L e llaman los piadosos naturales Cementerio de Circe, p o r que al m u e r t o R e p o s o e x t r a ñ o en su recinto ofrece. ¡ U n o en cada árbol tétrico se m e c e !
XLVIII A u n hoy las leyes Colquias sepultura V e d a n d a r a u n varón bajo de t i e r r a : E n u n a piel de vaca, c r u d a y dura, S i n
quemar su cadáver, se le encierra Y con cadena férrea se asegura. N i u n t ú m u l o se le alza, ni se entierra, N i en lecho funerario se le tiende. D e u n
árbol e x t r a m u r o s se suspende.
CEMENTERIO DE CIRCE
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XLIX P e r o n o sólo sobre el aire pesa D e d a r asilo a t o d o cuerpo inerte La penosa labor. Se abre u n a huesa P a r a toda m u j e r que hirió la muerte . La m a d r e T i e r r a así, p o r ley expresa, P u e d e del aire compartir la suerte. E n este campo lo divisa Juno Y socorro a Jasón presta oportuno.
L L o s m u r o s de la Villa y las e n t r a d a s E n v u e l v e en u n a atmósfera tan densa Y niebla tal, que oculta a las m i r a d a s D e la de Colquios multitud inmensa A
Jasón y sus nobles c a m a r a d a s . Del cementerio salen, y la extensa Ciudad cruzando, llegan al espacio Cercado, enfrente del real palacio.
4«
LIBRO III
LI Juno disipa la neblina entonces. Detiénense a a d m i r a r el frontispicio Del a l c á z a r : los mármoles y bronces que a d o r n a n el espléndido edificio; La s anchas p u e r t a s sobre enormes g o n c e s ; L o s vastos atrios, de opulencia indicio; E n derredor, columnas g i g a n t e s c a s ; E n el centro, e m p a r r a d o s de hojas frescas.
LII Sobre triglifos de metal luciente D e j a s p e alta cornisa, el soberano ¡Alcázar, en redor orna eminente. E n el fértil j a r d
í n cavó V u l c a n o C u a t r o veneros. B r o t a de u n a fuente D e rica leche c h o r r o s o b r e h u m a n o . V i n o sabroso c o r r e en la segunda .Y balsámico aceite en la otra abunda.
PALACIO DE ETAS
49
Lili
agua produce la última fontana, F r í g i d a en el estío m á s que hielo, P e r o que tibia, y a u n caliente, m a n a cuando bajan lias Pléyades del cielo. D e los gigantes en la g u e r r a insana cuando Vulcano mismo cayó al suelo E l Sol su c a r r o le ofreció benigno Y
él quiso del favor m o s t r a r s e digno.
LIV
D e g r a t i t u d en p r e n d a a su hijo dona, A m á s de aquéllos, muchos m o n u m e n t o s . U n o s mágicos bueyes que en persona E n su f r agua forjó, d e arte portentos. D e bronce son sus pies, y su corona D e a s t a s ; de vivo fuego sus alientos. E l a r a d o que a r r a s t r a n , d e a d a m a n t e , I r r o m p i b l e , inmortal, de e t e r n o aguante.
4
5o
LIBRO III
LV H a y u n patio interior, con ricas salas Y pórticos y vastos corredores. La a r q u i t e c t u r a allí luce sus g a l a s ; La p i n t u r a , sus sombras y colores. A q u í y allí despliéganse dos alas que d a n acceso, en pisos superiores, A dormitorios de exquisito lujo., Con sus p u e r t a s d e artístico dibujo.
LVI E n la parte m á s a l t a y suntuosa Con Idiya, la reina, E t a s habita. A n t e s que la t o m a r a p o r esposa Del Cáueaso en la ninfa A s t e r o d i t a U n hijo tuvo, cuya faz radiosa D e F a e t o n t e el esplendor imita, Y a u n
que A b s i r t o se llama lisonjero E s e apodo le aplica el pueblo e n t e r o .
MEDEA
5i
LVII
Cerca tiene su cuarto. E l o t r o lado, que del R e y a las hijas se reserva Calcíopa y Medea, está g u a r d a d o D e esclavas p o r i n n
ú m e r a caterva. A l p e n e t r a r Jasón, acompañado P o r los ilustres proceres, lo observa Con asombro Medea desde arriba Y u n grito lanza al ver la comitiva.
LVIII
P e r o ¿ p o r qué en palacio a n d a a tal h o r a ? Sacerdotisa de H é c a t e , su oficio E s al templo acudir desde la a u r o r a Y hasta la noche estar a su servicio. H o y Juno la detiene hasta deshora, Del vastago d e E s
ó n en beneficio; E n la mansión p a t e r n a está la maga Y de aposento en aposento vaga.
5a
LIBRO III
LIX A que l g r i t o a Calcíopa su h e r m a n a , que fué esposa de F r i j o , p o n e alerta. A r r o j a n sus doncellas rueca y lana Y corren en tropel hacia la p u e r t a . Ella a sus hijos reconoce; u f a n a A b r e los brazos, y a e n t e n d e r n o acierta Cómo, si sólo a y e r p a r t i e r o n j u n t o s , H a n vuelto y a d e t a n remotos puntos.
LX S e a r r o j a n en los brazos maternales Ellos también y escuchan esta a r e n g a : " ¿ L o veis? N o quieren y a los I n m o r t a l e s
que o t r a desdicha a mis hogares venga N i a desafiar vayáis los temporales E n nueva expedición, penosa y luenga. ¿ Q u
é vale de A f a m a n t e t o d o el oro D e v u e s t r a m a d r e comparado al lloro?
ETAS
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LXI " ¡ D e s d i c h a d a d e m í ! ¿ Q u é a m o r funesto O s infundió mi esposo m o r i b u n d o 'A Grecia y a ese O r c ó m e n o molesto? ¿ E n dónde está ese Orcómeno, en qué m u n d o ? P e r o burló vuestro naval apresto E l H a d o y seca el llanto e n que m e i n u n d o T r a y e n d o al puerto v u e s t r a triste b a r c a . " S u s voces al oír, sale el monarca .
LXII Viene t r a s él de T e t i s la marina Y el Océano la hija I d u y a noble. Siguen los cortesanos, y se hacina T o d a la servidumbre en fila doble. P e r o n o deja el hacha o sierra fina E l leñador que
parte pino o roble, N i abandona el p a s t o r vacas o bueyes. Severas son de Cólquide las leyes.
LIBRO III
LXIII Y mientras otros siervos p a r a el b a ñ o Del R e y agua calientan sobre el fuego, B a j a del aire, ansioso de hacer daño, Invisible Cupido, m a s n o ciego. C o m o el tábano, azote del rebaño, que al humilde p a s t o r quita el sosiego Y a la tierna becerra vuelve loca, D e t r á s de u n a columna se coloca.
LXIV A j u s t a al arco cuerda bien templada Y saca del carcaj aguda flecha J a m
á s p o r m a n o alguna disparada. Ligero a v a n z a ; cauteloso a c e c h a ; D e Esónides apóyase a la e s p a d a ; S u izquierda tiene el a r c o ; la derecha Del centro de la cuerda fuerte tira, Y en Medea el r a p a z pone la mira.
FLECHA DE CUPIDO
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LXV D i s p a r a al seno de la augusta d a m a . V u e l a derecho el abrasado d a r d o , que como tea el corazón le inflama E n vivo amor p o r el doncel gallardo. Cupido, satisfecho de su t r a m a , Sale de la mansión con paso t a r d o Y el atrio donde h a herido a l a P r i n c e s a Riéndose a carcajadas atraviesa.
LXVI Ella quedó sin h a b l a ; p e r o luego, M i r a d a t r a s m i r a d a seductora
La n z a a Jasón de apasionado ruego. Dulce dolor el alma le devora Y la derrite deleitoso fuego. D e su sana razón y a n o es s e
ñ o r a ;
La m e m o r i a p e r d i ó ; lánguida y mustia La hace an/helosa respirar la angustia.
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LIBRO I I I
LXVII Semeja a la hacendosa campesina que hilando lana los inviernos p a s a Y con sarmientos áridos de encina Cerca de noche la encendida b r a s a P a r a poder, a la h o r a m a t u t i n a A que despierta, calentar su casa. La llama en u n instante cunde y crece, A r d e n las r a m a s y el h o g a r fenece.
LXVIII D e su insensato a m o r la p e s a d u m b r e A s í consume el pecho de Medea ; Y a sus mejillas tiñe r o j a l u m b r e , Y a palidez de
muerte las blanquea. entre t a n t o , la activa servidumbre Con baños a los huéspedes recrea, Y con los ricos vinos y m a n j a r e s Olvidan los peligros y pesares.
EN EL PALACIO DE ETAS
Sj
LXIX Acaban de comer. Desde su t r o n o E m p i e z a el R e y su interrogar prolijo A sus nietos, diciendo en dulce t o n o : " ¡ O h vastagos de mi hija y de aquel F r i j o A quien t a n t o encumbré, y en cuyo abono M á s generoso fui, llamándolo hijo, que con ningún e x t r a ñ o en esta p l a y a ! ¿ Q u é os t r a e de n u e v o a la Ciudad del H a y a ?
LXX " ¿ A c a s o algún terrífico accidente Cortó el camino o abrevió la estancia? O s advertí con tiempo que era ingente
Del proyectado viaje la distancia; que yo t u v e ocasión de v e r p a t e n t e cuando mi p a d r e el Sol, allá en mi infancia, E n su carro de luz, con p r i s a y furia, hasta las costas m e llevó de E t r u r i a .
58
LIBRO I I I
LXXI " M i h e r m a n a Circe con nosotros iba P o r la colonia que fundó T i r r e n o E n la lejana H e s p e r i a , la nativa P a t r i a trocando, y su feraz t e r r e n o A l extranjero que a su puerto arriba A c o g e aun hoy su hospitalario seno. ¿ M a s de qué sirven vanas digresiones? Sin t e m o r exponed vuestras razones.
LXXII "¿ D e q u é habéis menester ? ¿ D ó n d e h a quedado» E l que os suministré r a u d o n a v i o ? ¿ Quiénes son los que os h a n acompañado A l territorio y al palacio m
í o ? " A v a n z a a responder a p r e s u r a d o A r g o s , t e m i e n d o d e E t a s el d e s v
í o ; C o m o hermanomayor, juzga que debe
La palabra t o m a r , y a hablar se atreve.
NARRACIÓN DE ARGOS
5g
LXXIII E x c l a m a : " ¡ O h R e y ! La nave que nos diste;. N o bien zarpó, fué presa de los mares, N o quedan ni p a v e s a s : y a no existe. U n o de nuestros Dioses tutelares A los n a u t a s salvó de fin t a n triste. Asidos a u n a tabla, a los azares D e horrible tempestad en noche obscura E s c a p a m o s y a eterna desventura.
LXXIV " D e la í n s u l a de M a r t e a los desiertosArenales u n a ola bienhechora N o s a r r o j
ó . Desnudos, medio muertos D e h a m b r e y fatiga nos halló la a u r o r a . A l serenarse el aire, descubiertos F u i m o s , al fin, por los que veis ahora, H i j o s de Dioses, cuyo pecho amigo Alimento nos dio, vida y abrigo.
6o
LIBRO I I I
LXXV " O Júpiter o e x t r a ñ a coincidencia La mañana anterior hizo que sanos F o n d e a r a n allí, la resistencia Venciendo de los buitres, que a lejanos H o r i z o n t e s huyeron. M i ascendencia A l saber m e a b r a z a r o n como hermanos , Y oyeron con respeto y regocijo, 1 O h R e y ! , t u propio n o m b r e y el de F r i j o .
LXXVI " P o r que a b u s c a r t e vienen. Si los fines •Quieres saber de su penoso viaje, nada t e ocultaré. S o n t u s afines, Gente de p a z y rinden homenaje A J
ú p i t e r c r u z a n d o t u s confines. E s t e
que ves, a u g u s t o personaje, Del g r a n E o l o regio descendiente S e gloría d e ser y armipotente.
NARRACIÓN DE ARGOS
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LXXVII " U n R e y celoso a perecer lo envía E n esta expedición m a l a u g u r a d a P a r a salvar su t r o n o y dinastía; Y quiere en su ambición que te p e r s u a d a que el castigo que F r i j o merecía Caerá sobre su raza, si aplacada La indignación de J ú p i t e r divino N o queda con el áureo Vellocino.
LXXVI1I " P a r a llevarlo a la r e m o t a Acaya A p a r e j a r o n espaciosa nave ; N o como las que ve desde la playa L u c h a r aun con el viento
más suave E l m o r a d o r atónito del H a y a , Y cuyo casco resistir no sabe A la m e n o r t o r m e n t a que lo embiste, Como pasó con nuestra nave triste.
62
LIBRO III
LXXIX " E 9 u n bajel que con sus m a n o s y arte Divino fabricó Minerva augusta, T r a b a n d o su a r m a z ó n de parte a parte C o n clavos y m a d e r a tan robusta, que ni las olas, ni el furor de M a r t e , JSTÃ el h u r a c á n lo quiebra n i lo asusta, Y que avanza lo mismo a t o d a vela que a r e m o contra el m a r y la procela.
LXXX " D e todas las regiones y ciudades que se glorían de su sangre griega, D e los
héroes de t o d a s las edades La flor y nata en el bajel navega. Vencedora de recias tempestades, N . Viene a p e d i r t e p o r favor la entrega Del que custodias
á u r e o Vellocino. D e t u respuesta p e n d e su destino.
NARRACIÓN DE ARGOS
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LXXXI " E n u n o de t u s puerto s ancorada agua r d a la legión. G u e r r a n o quiere, Y si darle la p r e n d a deseada D e buena g a n a t u b o n d a d prefiere, Recompensa t e n d r á s proporcionada. que el S a u r o m a t a tus derechos hiere Sabe p o r mí. T e ofrece su conquista Y a domeñarlo p a r a ti se alista.
LXXXII " S i de saber los nombres y el linaje, C o m o es muy natural, tienes deseo, D e los t r e s
héroes que a t u Corte traje, E s t e que ves, de cuerpo giganteo Y que de convodar tuvo el coraje A Grecia entera, nieto es de Creteo, H i j o de Esón,
Jasón tiene p o r n o m b r e , Y si es nuestro pariente no te asombre.
LIBRO III
LXXXIII " C r e t e o , hijo de Eolo, y A t a m a n t e . E l p a d r e de mi padre, e r a n hermanos ; A u n vastago del Sol tienes delante, A u g í a s ; consanguíneos sois cercanos. P o r E a c o de Júpiter T o n a n t e Desciende Telamón, ¡ oh c o r t e s a n o s ! D e otros N ú m e n e s son hijos o nietos L o s demás héroes a Jasón s u j e t o s . "
LXXXIV Disimular su indignación n o intenta A i r a d o el R e y con el discurso de A r g o s . Accesos mil de cólera violenta S u
á n i m o agitan e ímpetus amargo s .
La idea de traiciones le atormenta, Y al hijo de Calcíopa hace cargos D e haber ido a buscar al falso Griego, Y así habla, echando por los ojos f u e g o :
RÉPLICA DEL REY
LXXXV " ¡ F u e r a de aquí, t r a i d o r e s ! Si mis ojos O s siguen contemplando u n solo instante, T a l vellón os daré, que los antojos D e otro vellón os quite en adelante. N o al Vellocino de oro : mis despojos S o n a los que queréis echar el g u a n t e . N i es aplacar a u n Dios lo que ambiciona V u e s t r a falsa p i e d a d : es mi corona.
LXXXVI " D e la hospitalidad la ley venero, Y acabáis d e sentaros a mis mesas. S i n o , la lengua os a r r a n c a r a fiero Y las c o r t a d a s m a n o s a pavesas R e d u j e r a verdugo justiciero. Sólo las plantas de los pies ilesas P a r a escarmiento eterno os dejaría, R a z a falaz, sacrilega e i m p
í a . " 5
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LIBRO III
LXXXVII L l a m a r a d a s a r r o j a p o r la boca A l t e r m i n a r su reto furibundo. D e T e l a m ó n la cólera provoca, que a desafiar al R e y se alza iracundo. Esónides en medio se coloca, Y con el tono fácil y fecundo que dan los Dioses al que en jefe m a n d a Con notas suaves al monarca ablanda.
LXXXVIII " E t a s — l e dice—•, calma t u s furores A n t e esta nobilísima asamblea, N i t u imaginación conquistiadores E n los que vienen a obsequiarte vea. Debemos a m a n d a t o s superiores D e u n monarca y u n Dios nuestra t a r e a . E l que sale a robar ajenos lares ¿ R e c o r r e , p o r ventura, tantos mares?,
RESPUESTA DE JASÓN
LXXXIX "Pedírnoste u n favor, cuya m e m o r i a S e r á a los siglos venideros g r a t a . A Grecia entera llevaré t u gloria Y recompensa t e d a r é n o i n g r a t a ; Si t e pluguiere espléndida victoria, G a n a n d o sobre el fiero S a u r o m a t a ; Si n o , venciendo en desigual contienda A cualquiera otro pueblo que te o f e n d a . "
XC M i e n t r a s habla Jasón, Etias, reacio, Inicuo p l a n en su ánimo m e d i t a : ¿ A c e r t a r
á si luego, allí en palacio, 'A aquellos hombres la existencia q u i t a ? ¿ S
e r á más cuerdo proceder despacio, F i n g i e n d o lo
que el Griego solicita D a r l e con condiciones y reserva M i e n t r a s sus fuerzas y p o d e r observa?
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LIBRO III
XCI E l último proyecto prevalece, así responde, p é r f i d o : " ¡ E x t r a n j e r o 1 eres nieto de u n Dios, como parece.. en alcurnia mi igual, n e g a r no quiero precioso vellón: que lo merece
Y Si Y El
T u valor personal p r u e b a p r i m e r o . Si u n R e y valiente en H é l a d e domina, S e g ú n decís, su a r r o j o m e fascina.
XCII " La p r u e b a de valor y fortaleza A que os sujeto es u n t r a b a j o d u r o
que con m i p r o p i o sacrificio empieza. D o s toros, con los pies de bronce p u r o , P a c e n del campo M a r c i o en la maleza, D e vivas llamas es su hálito i m p u r o : Y o mismo el y u g o a su cerviz impongo Y a abrir la gleba indómita me pongo.
CONDICIONES DE ETAS
XCIII " C o n mi sólido a r a d o de a d a m a n t e C u a t r o yugadas, que el barbecho encierra, La b r o , sin detenerme en u n instante. Y a la h o r a de sembrar v a n a la tierra. E n vez del g r a n o rubio, fecundante, D e Ceres, los que u n tiempo como sierra D e la m á s colosal d e las serpientes Crecieron en la boca a g u d o s dientes.
XCIV " N a c e r n o puede ni d o r a d a espiga D e tal simiente, ni jugosa caña. E n u n g u e r r e r o , a r m a d o d e loriga, T
ó r n a s e cada diente, que con saña, U n i d o a los demás, feroz m e hostiga hasta que los derriba m i g u a d a
ñ a . Salgo al amanecer.
La noche llega cuando yla terminé siembras y siega.
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LIBRO I I I
XCV " cuando de h a z a ñ a tal h a g a s a l a r d e E l vellón t e d a r é . P e r o si a cabo N o la puedes llevar, j a m á s agua r d e T a l p r e n d a t u ambición. A u n R e y tan bravo N o es lícito ceder a n t e u n cobarde, D e su alta dignidad con menoscabo. Dejémonos de vanas historietas. O b r a s , palabras no, placen a E t a s . "
XCVI A l t e r m i n a r el R e y su a r e n g a r u d a E s t u p e f a c t o cae sobre su asiento
Jasón . B a j a los o j o s ; se le a n u d a
La l e n g u a ; pierde el habla y el a l i e n t o ; Q u i e r e deliberar, vacila, d u d a Y nada resolver en el m o m e n t o Sabe, ni p r o n u n c i a r v a n a p r o m e s a D e a c o m e t e r t a n arriesgada empresa.
ACEPTA JASON
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XCVII A s t u t o , al fin, replica: " T u derecho M e tiene sin resquicio ni salida A c o r r a l a d o en callejón estrecho. Acepto ¡ oh R e y ! la desigual partida, Y con t u yunta labraré el barbecho A u n que me a r r a n que t u dragón la vida. D e s d e que Pelias m e lanzó al camino Persigúeme la fuerza del D e s t i n o . "
XCVIII Calla Jasón , que de tristeza m u e r e . " P u e s t o que lides t u
valor anhela —replica el R e y , y amargo lo zahiere—, Con t u legión a incorporarte vuela. P e r o si uncir mis toros ya n o quiere Y m i sembrar insólito recela T u mano, todo h a r
á la diestra mía Y admiraréis mi egregia v a l e n t í a . "
7*
LIBRO I I I
XCIX T e r m i n a . D e su silla se levanta E l vastago de E s ó n . L o sigue A u g í a s C o n T e l a m ó n ; solo A r g o s se adelanta Y detiene en las vastas galerías A sus hermanos . V a con gracia t a n t a Jasón p a s a n d o p u e r t a s y crujías, que entre los suyos sin rival descuella Y en él sus ojos fija la doncella.
C T e n a z lo mira, alzando el fino velo. E n a r d e c i d o el corazón le escuece; S u mente, como sueño, en r a u d o vuelo L o s pasos de
Jasón seguir parece. Víctima de vivísimo recelo Con sus amigos él desaparece. Calcíopa a s u cámara, entre t a n t o , L l a m a sus hijos con p r o f u n d o e s p a n t o .
IMPRESIONES DE MEDEA
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CI A la suya Medea se r e t i r a P r e s a de los fantásticos dolores que a todo seno apasionado inspira E l suave revolar de los A m o r e s . . A n t e sus ojos sin cesar le mira. S u juventud r a d i a n t e ; los colores V e r de su m a n t o y fúlgida armadura , Su sentarse, su a n d a r , se le figura.
CII E l eco d e s u voz y de su planta A l retirarse en sus oídos suena. N o hay u n hombre mejor. ¡ Cómo le e n c a n t a D e ese v a r
ó n la majestad s e r e n a ! M á s dulce que la miel, de su g a r g a n t a E s el suave t r i n a r que l a enajena. M a s ¡ a y ! el fuego que el rencor atiza E n el pecho del R e y la aterroriza.
74
LIBRO III
CIII E n p r o f a n a d o féretro t e n d i d o V e r le parece su cadáver yerto, Bien p o r los toros mágicos herido, Bien p o r la m a n o de su p a d r e m u e r t o . Del pecho saca lánguido gemido, que degenera en l a m e n t a r abierto, Y exclama así, postrándose de hinojos, A n e g a d o s en lágrimas los o j o s :
CIV " ¿ P o r q u é m e tiene m i dolor absorta, ¡ T r i s t e de m í ! si el que a m o r i r se apresta. Es el mejor o el
último', q u é importa, D e los (héroes ? Mi mente la funesta I d e a de que m u e r a n o soporta. ¡Hécate veneranda! Oído presta A mi plegaria.—O si lo m a t a u n toro, S e p a que al menos y o su suerte lloro.'"
PROPUESTA DE ARGOS.
7
S
cv
Mientras e n a m o r a d a la Princesa A la Deidad con suplicas ablanda, Jasón la Villa y calles atraviesa Y los senderos que siguió desanda, A r g o s , tímido, d i c e : " H a b l a r m e pesa, Quizá te desagrade mi demanda, ¡ H i j o de E s
ó n ! ; p e r o es preciso que hableE n u n a situación t a n lamentable.
CVI " R e c o r d a r á s que alguna vez la historiaN a r r é de u n a beldad, parienta mía,
que ante el a r a velando expiatoria D e H é c a t e , hija de Perses, que es su guíay. S e ejercita en la magia.
La victoria S e r á de nuestra heroica Compañía Si logramos poner de nuestra
parte Su protección, su afán, su ciencia, su arte,.
LIBRO I I I
CVII " S e r i o s temores en mi pecho abrigo D e que j u z g u e Calcíopa q u i m e r a T a n t o s peligros dividir contigo. * P e r o es la situación tan lastimera, que si la a y u d a ansiada n o consigo A todos p o r igual la muerte espera. Del R e y que t o r n e a la mansión p e r m i t e Y a socorrernos a mi m a d r e incite."
CVTII T e r m i n a así su bondadosa arenga. " A r g o s querido — E s
ó n i d e s replica—, N o seré yo quien necio t e detenga S i tal es t u opinión. C o r r e , suplica Y de t u m a d r e t u p r u d e n c i a obtenga
La protección que t u talento indica. E s triste que dependan de mujeres vida , misión, r e t o r n o , p a r e c e r e s . "
REGRESO A LA NAVE
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CIX A s í deliberando, a la palu.de Llegan los cuatro, donde está la nave. A l e g r e en t o r n o la falange acude. P e r o del Capitán el aire g r a v e hace que el gozo en aflicción se m u d e . E x c l a m a a s í : " nuestra esperanza acabe. Del R e y feroz, hostil abiertamente E s a nuestra misión, la n e g r a mente.
CX " O í d , oíd el que imponernos E t a s A t r o z certamen quiere. ¿ H a y quien soporteí T a l lucha entre los bélicos atletas
que a mis órdenes v a n en la C o h o r t e ? — " C u a t r o yugadas mide entre sus m e t a s " — N o s dijo—• la llanura d e M a v o r t e . " H a de labrarlas todas en u n día " Q u i e n el
á u r e o vellón g a n a r ansia.
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LIBRO I I I
CXI " H a de imponer el y u g o a las cervices " D e férrea yunta con broncínea planta. " L l a m a voraz respiran sus narices. " E l g r a n o suministra la g a r g a n t a " D e enorme sierpe de h ó r r i d o s matices. ""De los sembrados dientes se levanta "'Mágica mies de innúmeros g u e r r e r o s " que contra el sembrador se vuelven fieros."
CXII " T a l , de la serie larga d e p a t r a ñ a s •que dijo el Rey, es el resumen breve Y tales son las
ínclitas hazañas
que consumar v u e s t r o Caudillo debe. .Así lo h a prometido. ¿ Quién las mañas de un rey como Etas a eludir se atreve ? "Y a u n
que la b u r l a que nos hace es obvia, "Mi compromiso n o cumplir m e a g o b i a . "
OFRECIMIENTO DE PELEO
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CXIII Los héroes califican de insensato E inadmisible del t i r a n o el reto, Y permanecen m u d o s largo r a t o , Viéndose, sin hablar, con ojo inquieto. Peleo, al fin, con bélico arrebato Se alza y e x c l a m a : " Del fatal aprieto hazañas de impertérritos v a r o n e s N o s sacarán, n o vanas discusiones.
CXIV "\ H i j o heroico de Esón, nieto de r e y e s ! Si t u palabra sostener decides D e E t a s unciendo los temidos bueyes, A combatir en desiguales lides Corre, cumpliendo del honor las leyes. M a s si t u s fuerzas vacilante mides Y temes que el vigor t e falte acaso, E n t o n c e s p a r a el atrevido paso.
8o
LIBRO III
cxv
" M a s t u valor el éxito n o agua r d e E n d e r r e d o r m i r á n d o n o s inerte. S a n g r e d e dioses en mis venas a r d e Y n o m e asusta desafiar la
muerte ,
que nos h a de segar t e m p r a n o o t a r d e , S i n que p u e d a caber m á s triste s u e r t e . " T a n t a elocuencia a T e l a m
ó n inflama,
que campeón ansioso se proclama.
CXVI I d a s salta a la liza, a r d i e n d o en celos P o r que e n tercer l u g a r las a r m a s t o m a . D e T
í n d a r o se ofrecen los G e m e l o s : E l luchador y el que caballos doma. E n i d e s , gloria de
ínclitos abuelos, A quien, a u n
que ni el bozo a ú n le asoma, entre los m á s robustos se le cuenta, T r a s ellos, valeroso, se presenta.
ARENGA DE ARGOS
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CXVII De los valientes proceres el resto Estos avances en silencio escucha ;Y sin envidia cédeles el puesto. Argos observa: "Vuestra fuerza es mucha; Pero aplacemos el marcial apresto. ¡No a sucumbir .en temeraria lucha Os expongáis. Dejadme a mí que corta ¿Y que a mi madre niegue nos socorra.
CXVIII
r/
"Hay una virgen que nació y habita > y Como princesa en el palacio de Etas. • ¿"Sacerdotisa y ninfa favorita De Hécate, en las virtudes
más secretas De plantas y de hierbas es perita. La misma Diosa díctale recetas Para mezclar y hervir medicamentos Con: cuanto nace en; agua, tierra y vientos.
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LIBRO I I I
CXIX " L o s filtros y pociones d e la m a g a T o d o lo pueden. S e t r a n s f o r m a el m u n d o , E l fuego m a s indómito se apaga, S e aplaca el vendaval m á s furibundo, Tiembla la t i e r r a y las ciudades t r a g a , Ejércitos devora el m a r p r o f u n d o , Vuelven a t r á s los caudalosos ríos, S u f r e la l u n a insólitos desvíos.
cxx
" M i m a d r e , que e s s u h e r m a n a , si consigue que con s u ciencia oculta nos asista, S i n t a r d a n z a veréis cómo s e sigue Del Vellocino d e oro la conquista. A u n
que temores d e u n fracaso abrigue, D e j a d , os ruego, que en t o r n a r insista E n el alcázar a t e n t a r f o r t u n a . S i e n t o que u n N u m e n a mi plan, se aftuga. *
2
PORTENTO Y VATICINIO
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CXXI L o s Dioses inmediato asentimiento A la esperanza dan que A r g o s revela, M a n d a n d o a confirmarla alto p o r t e n t o . Blanca paloma perseguida vuela A l seno de Jasón. Cae sin aliento ,Y de l a p r o r a clávase e n l a espuela E l gavilán que audaz la perseguía. M o p s o la ve, y así es su p r o f e c í a :
CXXII "¡ A m i g o s ! La visión en favor vuestro V i e n e del cielo. ¿ P u e d e , p o r ventura, O t r a interpretación d a r el m
á s diestro ? E l t r i u n f o y el regreso nos a u g u r a Si d e la virgen nos anima el estro Y A r g o s a conquistarla se a p r e s u r a . M e dice el
corazón que la doncella N q que r r á desoír nuestra querella.
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4
LIBRO I I I
CXXIII "Olvidado no habréis del ciego Vate El claro vaticinio: Sin Ciprina
Temerario será librar combate.
De Venus es el ave blanquecina Que, sin que el muerto gavilán la mate. En el pecho del Jefe se reclina. El agüero es seguro; pero, hermanos, Hay a Qteres que elevar las manos."
CXXIV Klplauden los guerreros, de Fineo Dóciles al mandato. Sólo salta, Lanzando chispas, Idas Afareo, Y exclama con furor y voz muy alta:, " j Oh Númenes! Lo miro y no lo creo. Este baldón a nuestra infamia falta. ¿ Somos, por dicha, tropa de mujeres Que a encomendarse vienen a Citeres?
FURORES DE IDAS
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CXXV " E n vez de t r e m o l a r el e s t a n d a r t e Del N u m e n de la guerra, a u n a hechicera V a i s a acogeros y a su imbécil a r t e P o r n o l u c h a r ; la Diosa d e Citera Recibirá las víctimas que a M a r t e Debierais ofrecer. ¡ M e n g u a d o s , f u e r a ! N o estéis m i r a n d o a t ó r t o l a s y halcones N i a niñas engañéis con oraciones."
CXXVI A l t e r m i n a r sus invectivas I d a s S o r d o murmullo acoge sus a r r o j o s . A las calumnias, n u n c a merecidas, D e responder refrenan sus antojos. T o m a
Jasón enérgicas medidas, A t o d o indiferente, y sin e n o j o s : " A r g o s — l e dice—>, p r o n t o desembarca Y m a r c h a hasta el alcázar del monarca .
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LIBRO I I I
CXXVII " N o s o t r o s , p u e s parece inoportuna La permanencia de la a r m a d a quilla O c u l t a en la pacífica laguna, Del río a t r a c a r e m o s a la orilla, S i e m p r e dispuestos a p r o b a r f o r t u n a . " Calla Jasón. C o r r e A r g o s a la Villa. Sale el bajel a impulso de los remos Y ata a u n p e ñ ó n del cable los e x t r e m o s .
CXXVIII E t a s , en t a n t o , a congregarse llama A l pueblo Colquio, del palacio lejos, E n espaciosa plaza, d o n d e es f a m a
que a n t e s se celebraban los Concejos, P a r a ratificar la m i s m a t r a m a D e dolos nuevos y d e engaños viejos
que acaba d e f r agua r p a r a exterminio D e la tripulación del b a r c o Minio.
AMENAZAS DEL REY
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CXXIX Anuncia a n t e la pública asamblea que si algún toro enredan en sus lazos Al héroe que acometa la t a r e a Convertirán en leña sus hachazos. E l vecino p i n a r , que a b u n d a e n b r e a , D e sus esclavos llevarán los brazos hasta la nave, haciéndola cenizas Y a los m a r i n o s y s u orgullo, trizas.
s
CXXX J a m á s h u b i e r a recibido a F r i j o , A u n que de E o l o nieto, en su m o r a d a , Sentándolo a ¡su mesa como u n hijo, Y n o cual huésped, breve t e m p o r a d a , S i n o con lecho y aposento' fijo, S i n la
que le llevó, clara embajada, Con órdenes de J o v e hospitalario, M e r c u r i o , de los Dioses emisario.
88
LIBRO III
CXXXI Mucho menos — a r g u y e — aceptaría E n sus reinos a la h o r d a d e p i r a t a s que de sus nietos viene e n compañía E n busca d e rapiñas insensatas. P o r ellos se ve libre todavía D e los que las funciones poco g r a t a s E j e r c e n de colgar a aquel que roba T i e n d a , choza, almacén, casa o alcoba.
'
CXXXII A ellos también alcanzará el castigo Debido al hombre que a su rey d e s t r o n a A l i a d o con exótico enemigo. P o r
que no quieren, cual Jasón p r e g o n a , E l d o r a d o vellón llevar consigo. 5*3 a r r e b a t a r l e aspiran su corona. S u p a d r e el Sol, m i r a n d o hacia adelante, L o reveló a su vastago reinante.
AMENAZAS DEL REY
«9
CXXXIII Tus males te vendrán de tu ralea, E l verídico oráculo le dijo, D e Calcíopa nada , o de Medea H a y que g u a r d a r s e , ni d e Absirto, su hijo. E l vaticinio a que cumplido vea T o r n a la prole del difunto F r i j o S i n obtener lo que buscó en A c a y a . ¡ N o sin motivo la alejé del H a y a !
CXXXIV La nave con sus pérfidos remeros T o c a a su pueblo vigilar activo. ¡
que ni u n o solo de esos bandoleros Del fuego o del acero escape v i v o ! S o b r e los invasores e x t r a n j e r o s T a n t o s denuestos lanza vengativo,
que p u d i e r a n llenar largo volumen. T a l es el breve, p e r o fiel r e s u m e n .
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LIBRO I I I
CXXXV L l e g a a palacio en t a n t o : en el m a t e r n o A p o s e n t o con ella A r g o s se encierra. Y a lo esperaba s u cariño t i e r n o P a r a a y u d a r l e ; m a s p e n s a r le a t e r r a que p u e d a contrariar al H a d o eterno Y fracasar o suscitar la g u e r r a . T e m e también que, ceda o n o su hermana,. R e s u l t e su gestión pública y vana.
CXXXVI Reclinada la virgen en s u lecho entre t a n t o , d e penas amorosas S u e
ñ o r e p a r a d o r le alivia el pecho. P e r o después visiones engañosas D e las
que siempre v u e l a n e n acecho D e cuantas sufren, vírgenes h e r m o s a s , Y a con dulces imágenes la asaltan, Y a con c u a d r o s de h o r r o r la sobresaltan..
SUEÑO DE MEDEA
CXXXVII S u e ñ a en su regia c á m a r a Medea que el bello huésped que con t a l ruido O s a aceptar la trágica pelea, P o r u n a piel de oveja no h a v e n i d o : S u m a n o , s u persona, es la p r e s e a que aspira a conquistar como marido . Llevándola del m a r p o r el espacio A su p a t r i a , a su reino, a s u palacio.
CXXXVIII S e le figura que el a r a d o t o m a iY que, aunque d e a d a m a n t e , poco pesa.
que entrambos toros fácilmente d o m a Y d a ella sola t é r m i n o a la empresa. P e r o su padre, con indigna b r o m a , C u m p l i r r e h u s a su real promesa, J u r a n d o que el t r a b a j o que propuso P a r a hombres, n o doncellas, lo d i s p u s o .
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LIBRO I I I
CXXXIX L u c h a que puede ser de muerte o vida entre el n a u t a y el R e y esto ocasiona, Y ambos a que como a r b i t r o decida D e s i g n a n de la m a g a la persona. Ella, e n a m o r d e súbito encendida, La causa de sus p a d r e s a b a n d o n a Y decide en favor del extranjero', C o n él h u y e n d o en r á p i d o velero.
CXL O y e a su p a d r e g r i t o t a n violento E n el sueño lanzar, que se despierta Y las p a r e d e s v a del aposento E s c u d r i
ñ a n d o con m i r a d a incierta. N i a concentrar su v a g o pensamiento N i a r e c o r d a r lo
que h a p a s a d o acierta. S e sienta, al fin, en la d o r a d a cama Y en alta voz, acongojada, e x c l a m a :
SOLILOQUIO DE MEDEA
0.3
CXLI
"¡Desdichada de mí! ¡Qué pesadilla Vino a turbar mi sueño! Grave daño La nave que ha ancorado a nuestra orilla» Temo que va a causar. Por ese extraño Mancebo que a los héroes acaudilla «Ya tiemblo de pavor y ya me ensaño Olvide a nuestras vírgenes y vaya Esposa a conquistar allá en Acaya.
CXLII " Y o con mis padres viviré doncella. ¿Pero de estos certámenes lejana Permanecer me dejará mi estrella, Cuando los hijos de mi propia hermana. Siguen de cerca de
Jasón la huella? De ir a su habitación me viene gana. Ella disipará mi acerba duda Y me dirá si debo darle ayuda."
94
LIBRO I I I
CXLIII L e v á n t a s e : camina hacia la p u e r t a Descalza, con p i s a d a v a c i l a n t e ; C o n u n a sola túnica cubierta A t r a v i e s a el d i n t e l ; p e r o al instante S e p a r a en la antecámara desierta. Impídele el p u d o r ir adelante. V u e l v e hacia a t r á s ; avanza, "retrocede P o r la segunda vez, y and|air no- p u e d e .
CXLIV La s p i e r n a s le rehusan s u servicio. S i n rumbo cierto mide el pavimento. T e r c e r a vez a dirigirse al quicio D e a m o r la m u e v e el
ímpetu violento, Y p o r tercera vez el sacrificio
hace al pudor , d e su ¡amoroso intento. R e n d i d a , al fin, d e p e n a y d e t r a b a j o S e tiende sobre el lecho baca abajo.
PENAS DE MEDEA
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CXLV Como la virgen que a gentil esposo A c a b a de entregar la parentela, J u n t o al intacto t á l a m o espacioso A l a m a d o v a r ó n agua r d a en vela, Y en vez d e aquel g u e r r e r o victorioso A quien d o n a r s u corazón anhela, Llega fatal heraldo d e M a v o r t e La muerte a p r e g o n a r d e s u consorte.
CXLVI Y la afligida virgen, que se llora A n t e s de ser esposa y a viuda, S e sienta j u n t o 'al lecho h o r a t r a s h o r a , S i n permitir que a consolarla acuda
La t u r b a de sus siervas, que la adora, P e r o envidia t a m b i é n ; d e quien a y u d a N o espera, sino sátiras a m a r g a s ,
que h a g a n sus penas como nunca largas.
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LIBRO I I I
CXLVII
Así en la soledad sólo consuelo Busca Medea; cuando a alguna sierva Mueve a acercarse su acendrado celo ¡Y la aflicción de su señora observa, A Caldopa corre, quien a vuelo Afianza la ocasión que le reserva El Destino propicio. De la esclava Q y e el anuncio y su presteza alaba.
CXLVIII La madre, con sus cuatro hijos varones, En su aposento estaba ponderando Las que a su hermana sólidas razones Persuadirían a abrazar su bando. Vuela por corredores y salones, ¡Y a su mansión no bien penetra, cuando En ambas sus mejillas desgarradas V e con la sangre lágrimas mezcladas.
LAS DOS HERMANAS
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CXLIX " ¿ Q u é es esto, mi Medea ? — t i e r n a dice—>. ¿ Q u é llanto es éste? ¿ Q u é dolor t e acosa? ¿ E l cielo, por v e n t u r a , te maldice Con d u r a e n f e r m e d a d ? ¿ A desastrosa M u e r t e sabes que a mí y a mi infelice P r o l e mi p a d r e condenó ? ¡ Dichosa La que mora entre pueblo t a n feroce que ni el nombre de Cólquide c o n o c e ! "
CL Calla. Medea p o r hablar a n s i a ; E l virginal pudor su voz contiene. D e la lengua a la punta y a salía
La p a l a b r a que al pecho otra vez v i e n e ; D e n u e v o a s o m a por la boca fría, P e r o en los bellos labios se detiene, hasta que al fin disipa sus temores, Y habla p o r
que la e m p u j a n los A m o r e s .
7
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LIBRO I I I
CLI "Calcíopa que r i d a : Si me a p u r o E s por t u s h i j o s ; tiemblo p o r s u suerte. M i p a d r e les p r e p a r a de seguro, Como a esos extranjeros, atroz muerte . ¡ Q u é sueños m e a t o r m e n t a n ! U n conjuro O j a l á los disipe, antes que v e r t e Con ellos, como a u g u r a n mis visiones, E n patíbulos, t u m b a s y p r i s i o n e s . "
CLII Con estas frases a su h e r m a n a tienta. que salga de su afán la iniciativa D e u n a campaña en su favor intenta. Calcíopa, afligida, en quien aviva C u a n t o h a oído el t e m o r
que la a t o r m e n t a , Replica: " A u n antes de que hablaras iba A pedir u n remedio a t u talento D e mi progenie contr¡a. el fin c r u e n t o .
MEDEA Y CALCÃOPA
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СЫР" P e r o antes que t e entre g u e mi confianza J ú r a m e p o r la t i e r r a y p o r el cielo que g u a r d a r á s secreta nuestra alianza Y cuanto por t u bien hoy t e revelo. E n los N ú m e n e s pong o m i esperanza D e salvación. Si n o , m o r i r anhelo P a r a salir del O r c o y a t o d a h o r a A g i t a r t e cual F u r i a v e n g a d o r a . "
CLIV L l a n t o copioso b a ñ a sus mejillas, Con que la veste de su hermiana moja. Con ambos brazos ciñe sus rodillas IY entre los de ella láng uida se a r r o j a . Siéntanse j u n t a s en doradas sillas Y rienda suelta dando a su cong oja R o m p e n en coro en alaridos tales
que parecen plañidos funerales.
100
LIBRO III
CLV Medea, p e r t u r b a d a , al fin replica: " ¡ P o r las D e i d a d e s ! ¿ Q u é medicamento P u e d o hallar a t u m a l ? ¿ Q u é significa La atroz imprecación y j u r a m e n t o que habla de F u r i a s y venganza indica, cuando quiero servirte al p e n s a m i e n t o ? Si a t u s hijos salvar está en mi m a n o M i protección n o p e d i r á n en v a n o .
CLVI " E s c u c h a el j u r a m e n t o (que inviolable P a r a los Colquios es) con que me l i g o : Ó y e m e , Cielo santo i m p e n e t r a b l e ; T i e r r a m a d r e de Dioses, sé testigo D e la sinceridad de cuanto y o hable. Y o t u progenie a defender me obligo, Calcíopa, con m i arte, con mi ciencia, Con mi oculto p o d e r y mi experiencia."
CALCÃ0PA Y MEDEA
IOI
CLVII " E n socorrer a aquel advenedizo —Calcíopa responde— está el problema. ¿ P a r a hacerlo vencer, algún hechizo N o puedes inventar, o e s t r a t a g e m a ? T a l petición, a n o m b r e suyo, m e hizo A r g o s aquí en mi cuarto. D a r n o t e m a T u a m o r u n a respuesta afirmativa. ¡ D e mis hijos la vida en ella e s t r i b a ! "
CLVIII E l corazón de gozo le palpita A Medea gentil. V i v o sonrojo T i
ñ e su faz, y negra sombra quita S u acostumbrado resplandor al ojo. T i e r n a r e s p o n d e : " H e r m a n a favorita,
que nunca de la a u r o r a el suave r o j o A l u m b r e mi pupila, ni en el m u n d o V i v a m e vuelva a v e r t u a m o r p r o f u n d o ,
102
LIBRO
III
CLIX " S i e n mis afectos hay mayor tesoro que vuestras caras vidas. N o sobrinos, hermanos son t u s hijos. La z o d e oro M e unió desde la infancia a sus destinos. A ti como n u t r i z y m a d r e adoro. J u g o m e j o r que los m e j o r e s vinos E n t u s pechos bebí. M i m a d r e tierna M e lo contó p a r a memoria eterna.
CLX " P o r t a n t o , cualesquiera sacrificios P o r vosotros h a r é ; p e r o sepulta M i s favores y sabios maleficios E n lo p r o f u n d o d e t u m e n t e culta. P a r a p o d e r p r e s t a r o s mis* servicios D e b e m i intervención
que d a r oculta, S i n que m i p a d r e m i s pisadas huela. ¡ A y , si algún i m p r u d e n t e las r e v e l a !
REMORDIMIENTOS
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CLXI " A d i ó s . A l templo d e H é c a t e mañana , A l alba, llevaré los ingredientes P a r a mezclar la mágica tisana Con que a m a n s a r los toros refulgentes." T o r n a con buenas nuevas u n a h e r m a n a D o sus hijos están. M a s de latentes R e m o r d i m i e n t o s al quedarse sola A g i t a a la otra u n m a r , ola t r a s ola.
CLXII E r a la noche, que en tiniebla densa La t i e r r a envuelve. La m i r a d a ansiosa Vuelven los n a u t a s en la m a r inmensa A las estrellas de Orion y la Osa. E l centinela o el viajero piensa T a n sólo en descansar, y a u n reposa
La m a d r e que sus hijos h a perdido. N i se oye de los perros el ladrido.
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LIBRO I I I
CLXIII Silencio, obscuridad r e i n a n doquiera. ¡Todo en la Villa y en el campo calla; M a s n i u n instante el sueño refrigera La que en el pecho de Medea estalla D e p e n a s y de a m o r flamante hoguera. M i r a r se le figura la batalla Con los toros de bronce, y se imagina que Esónides su fuerza n o domina.
CLXIV ¿Visteis en la fontana, que e n el frente S e a b r e d e aristocrático edificio, U n r a y o p e n e t r a r del Sol naciente, Reflejado en el blanco frontispicio? N u e v o c h o r r o al caer d e n t r o la fuente N o s maravilla el
ímpetu ficticio Con que, n o el agua plácida y tranquila, S i n o el r a y o de luz es el que oscila.
VACILACIONES
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CLXV Así en el pecho de la bella m a g a E l corazón oscila: llanto a mares S u s párpados d e r r a m a n ; mas n o a p a g a E l fuego de sus íntimos pesares, que la cabeza y el cerebro a m a g a Y baja p o r las fibras capilares Del cuello hasta los nervios inferiores D o sus tiros asestan los A m o r e s .
CLXVI Y a empieza a p r e p a r a r u n bebedizo Contra los toros, y ya ve con ira
que lo empezado su furor deshizo. O r a ella misma a perecer aspira, O r a negar resuelve todo hechizo Y n o subir a la funérea pira, Sino aguardar tranquila cuanto el H a d o L e tiene en sus decretos reservado.
LIBRO I I I
CLXVII S e sienta, y a sí misma hablando a solas, Desfógase en fatídicos a c e n t o s : " ¡ T r i s t e d e t i ! P o r encontradas olas S i e m p r e e m p u j a d a y p o r contrarios vientos,. A n t e s de ver a aquel p o r quien t e inmolas, A n t e s que en pos d e ajenos testamentos La n z a r a n s e los hijos d e t u h e r m a n a , ¿ P o r qué con su a r c o n o te hirió D i a n a ?
CLXVIII " N o sé q u é hacer con él. S i s u destino E s perecer de M a r t e en la campaña, Dejémoslo morir. E s desatino I m a g i n a r
que la fatal maraña
que tejo y que destejo d e contino P u e d a a m i s p a d r e s ocultar m i m a
ñ a . . . Ni sé si p o d r é darle mis consejos !A1 Capitán, de su falange lejos.
DESESPERACIÓN
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CLXIX " P e r o ¿ q u é digo, miserable loca? E s fuerza que yo misma m e convenza que el fuego que su a m o r en mí provoca N o a p a g a r á su muerte . ¡Adiós, v e r g ü e n z a f ¡ A d i ó s , pudor ! A mí mezclar m e toca La s drogas que he de darle. Cuando venza,. Colgada de mi umbral con soga impía, O envenenada, m e verá ese día.
CLXX " P e r o ¿ q u é g a n a r é ? M i cuerpo inerte D e v o r a r á sin compasión la injuria. R e s o n a r
á p o r la ciudad m i
muerte . —Mirad do la ha llevado la lujuria — D i r á n las C o l q u i a s — ; la deshonra vierteD e su p a d r e en la casa y en la curia P o r la imbécil
pasión al e x t r a n j e r o
que nos t r a j o el exótico velero.
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LIBRO I I I
CLXXI " mucho mejor es que antes que la inquina P u e d a cebarse en mi h o n r a y buena fama, E n esta misma noche repentina M u e r t e m e deje inmóvil en mi cama. Así, de t o d a lengua viperina A salvo quedará mi h o n o r de dama, N i de mis p a d r e s m a n c h a r é el r e n o m b r e Con ese crimen sin p e r d ó n ni n o m b r e . "
CLXXII A s í diciendo, saca u n cof recito D e toda clase de r e d o m a s lleno. Bálsamo salutífero exquisito U n a s contienen; otras, tal veneno
que recto lleva al infernal Cocito. I n ú n d a s e con lágrimas el seno Cuando, en sus faldas al ponerlo, advierte •Que ya se encuentra p r
ó x i m a a la
muerte .
;
RECUERDOS
CLXXIII A b i e r t a y a la férrea c e r r a d u r a , que oro bruñido con p r i m o r esmalta, A destapar los frascos se apresura. Sólo sorber el llíquido le falta Cuando la paraliza la p a v u r a que del Infierno súbita la asalta, Y estupefacta, atónita, anhelante, D e los venenos quédase delante.
CLXXIV R e c u e r d a de la vida las delicias Y el placer de v i v i r ; d e tantos seres
que r i d o s en su infancia las caricias; L o s juegos de las niñas, hoy m u j e r e s ; S u s burlas, sus afectos, sus malicias; Y le viene la sed de los placeres, Y m e j o r que del Orco los h o r r o r e s L e parecen del Sol los resplandores.
a ¡o
LIBRO III
CLXXV N o , n o quiere morir. D e nuevo gira Del cofrecito la [preciosa llave, Y d e su falda ansiosa lo retira. Vacilación en su a l m a ya n o cabe, Gracias a Juno , y ávida suspira P o r que la a u r o r a de lucir acabe P a r a volar al Templo y el pactado Hechizo d a r al semidiós a m a d o .
CLXXVI A b r e de su balcón la celosía U n a vez y otra vez, con la esperanza D e que p e n e t r e y a la luz del día. A l fin u n rayo a vislumbrar alcanza Y oye de la Ciudad la algarabía. A r g o s , veloz, hasta el bajel se l a n z a ; P e r o a sus t r e s hermanos , do. la p u e r t a D e Medea no lejos, deja alerta.
D E MEDEA
III
CLXXVII A la K u r o r a gentil tierna saluda La v i r g e n : a su luz las trenzas blondas E m p i e z a a recoger, que en la d e s n u d a Cándida espalda, en descuidadas ondas D e j
ó flotar, cuando la flecha a g u d a D e A m o r quemaba sus heridas h o n d a s . Y sus mejillas, que la sangre
empaña Y el amargo llorar, con agua baña.
830 CLXXVIII Del cutis de su cuerpo la blancura hace
brillar con perfumado ungüento que del néctar supera la dulzura. Con ricos broches de
bruñido argento sujeta la preciosa vestidura que en innúmeros pliegues flota al viento,
y con velo sutil de blanco lino cubre su frente de esplendor divino.
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LIBRO III
CLXXIX A s í p o r el /palacio se pasea Airosa, sin p e n s a r en las fatales H o r a s que t r a e r á n ¡pobre Medea ! A ella misma y a muchos sendos males. Coro de doce siervas la rodea, E n doncellez y en años sus iguales, que de noche la velan y defienden Yj de día a sus órdenes atienden.
CLXXX A su carroza de ciudad les m a n d a U n c i r las m u í a s y tenerla p r o n t a P a r a llevarla al a r a v e n e r a n d a D e H
é c a t e poderosa. M a s n o m o n t a L u e g o ;
que a solas en sus arcas a n d a B u s c a n d o hechizos, hasta que u n o a p r o n t a
que la medida colma del deseo. S e denomina Unción de Prometeo.
UNGÃœENTO DE PROMETEO
"3
CLXXXI Quienquiera que de noche a P r o s e r p i n a , La unigénita virgen, sacrifique iY de la saludable medicina Con unciones su carne purifique, La t o r n a r á en muralla a d a m a n t i n a C o n t r a el acero, y contra el fuego d i que : Y cuando el nuevo Sol brille en O r i e n t e S e r á como ninguno armipotente.
CLXXXII Del escarpado Cáucaso en la sierra Nació de aquel licor sanguinolento
que de la herida en que su g a r r a entierra E x t r a e el buitre, del T i t á n t o r m e n t o . A l caer u n a s gotas e n la tierra, Con doble tallo, bajo, amarillento, ¡Y del color del azafrán Coricio, B r o t
ó u n a flor,
de su p e n a r indicio.
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LIBRO I I I
CLXXXIII A c a r n e h u m a n a l a raíz semeja, que acaba de c o r t a r feroz v e r d u g o , Y a g o m a sin sabor, d e encina añeja, E l que la flor destila negro j u g o . entre las conchas que en la orilla deja E l Caspio m a r , a la P r i n c e s a plugo U n a escoger en que, según el rito, Mezclar pudiera el bálsamo bendito.
CLXXXIV P o r siete veces su gentil p e r s o n a E n siete arroyos de caudal p e r e n n e B a
ñ a n d o f u é d e noche. A s u p a t r o n a C o n los diversos títulos
que t i e n e Invocó siete veces, d e B r i m ó n a D á n d o l e el n o m b r e , que a la t i e r r a viene N o c t u r n a vagabunda, diosa e r r a n t e , S o b r e espectros y espíritus reinante.
CAMINO DEL TEMPLO
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CLXXXV Cuando, embozada en negra vestidura, La Titania raíz c o r t ó en secreto, E n las tinieblas de la noche obscura, Rugió la tierra. E l hijo de J a p e t o La n z ó a la p a r u n grito de a m a r g u r a . Allí también su t e m e r a r i o reto Castiga el Cielo, y su f u r o r lastima A l a l m a en pena, que la flor anima.
CLXXXVI Del mágico licor d e P r o m e t e o que así mezcló, la límpida r e d o m a Cuelga del cinturón, vistoso a r r e o
que al seno d a vigor y dulce a r o m a . Sale del c u a r t o ; p a s a el p r o p i l e o ; M o n t a ; las riendas y el azote t o m a , iY de la servidumbre u n a 'pareja
que suba a diestra y a siniestra deja.
LIBRO III
CLXXXVII La s otras diez atléticas doncellas, A s i d a s a la caja del carruaje., Siguiendo v a n en d e r r e d o r sus huellas. La breve falda de ligero encaje, L i b r e s dejando las rodillas bellas, hace m á s fácil su pedestre v i a j e ; La s piernas, d e color alabastrino, Moviéndose a compás t o d o el camino.
CLXXXVIII Semejase a Diana cazadora Cuando, después de baño delicioso D e A n f r i s o en la corriente bullidora, O en las orillas del P a r t e n i o undoso, E n su carroza de oro, seductora, Vuela, no en pos del jabalí o del oso, Sino al olor de la hecatombe rica
que en sus aras y h o n o r se sacrifica.
CAMINO DEL TEMPLO
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CLXXXIX D e N i n f a s con su séquito brillante, D e pies veloces, v a p o r las colinas ,Y montes. O t r a s de m e n o r aguante, P a r a verla pasar, ninfas vecinas, D e las fontanas p á r a n s e delante que n u t r e n el Anfriso, o cristalinas B r o t a n en las m o n t a ñ a s : y las fieras A s o m a n a sus negras m a d r i g u e r a s .
CXC N o de otra suerte la real infanta Medea, con su linda comitiva, P o r las calles del H a y a se a d e l a n t a ; P e r o la multitud se a p a r t a esquiva Y aléjase. P a r e c e
que le e s p a n t a D e la Princesa la minada viva. A l llegar de la Villa a las afueras S e p a r a y habla así a sus c o m p a
ñ e r a s :
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LIBRO I I I
CXCI " A m i g a s : Y o os confieso sin ambages que es g r a n pecado mi fatal descuido E n inquirir p o r qué a los personajes que d e e x t r a n j e r a s playas h a n venido La población, con ímpetus salvajes, T e m e y provoca. M i funesto olvido N o s hace hallarnos solas a la p u e r t a Del templo y a r a de H é c a t e desierta.
CXCII " P u e s t o que no aparecen las devotas que acostumbran venir t o d o s los días, Y a h o r a ni esperanzas h a y r e m o t a s D e
que otras se u n a n a las preces mías. N o s o t r a s , e x h a l a n d o suaves notas, E n t o n e m o s piadosas melodías. F l o r e s cortad que llenen vuestras haldas Y con ellas tejed sendas guirnaldas.
EN EL TEMPLO DE HÉCATE
uq
CXCIII " Espero recibir preciosos dones, que con vosotras partir é gustosa Si secundar queréis mis intenciones. Con sus hijos Calcíopa m e acosa P a r a que de las sórdidas traiciones que u r d i r mi p a d r e con los toros osa Con mi oculto p o d e r salve clemente A l Capitán de la e x t r a n j e r a gente.
CXCIV " que sepultado quede en v u e s t r o pecho C u a n t o os revelo importa. D e o t r a suerte, N o sólo perderéis h o n r a y provecho, Sino que el R e y os m a n d a r
á a la
muerte . Sabed que el Capitán está en acecho, A t r á s dejando su falange fuerte, Y lejos de su vista y v u e s t r a vista V i e n e a t e n e r conmigo u n a entrevista.
120
LIBRO I I I
cxcv
" P o r t a n t o , al observar que al T e m p l o llega, Salid hasta el vestíbulo p r u d e n t e s . A s
í , con libertad me h a r á la entrega D e los que prometió ricos p r e s e n t e s ; ¡Y yo, como mi h e r m a n a m e lo ruega, H e c h i z o de variados ingredientes E n su m a n o p o n d r
é , que del a l a r d e D e los toros de bronce lo r e s g u a r d e . "
CXCVI D e Medea y sus pasos o p o r t u n o Aviso llevan a A r g o s sus hermanos , Q u i e n a
Jasón, sin Argonauta alguno.
hace c r u z a r los conocidos llanos hasta el santuario de H é c a t e . Sólo u n o L o s i g u e : el sabio M o p s o ; e n los arcanos Misterios de las aves, agorero, Y en la vida real, buen consejero.
AVE AGORERA
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CXCVII ¡ Cuan bello esta Jasón ! La augusta diosa Del ¡providente J ú p i t e r consorte L e d a con la frescura de la rosa Del I n m o r t a l el arrogante porte. J a m á s se vio figura t a n garbosa N i en los hijos de J o v e o de M a v o r t e . D e s l u m h r a hasta los Minios su h e r m o s u r a , "Y la victoria el adivino a u g u r a .
CXCVIII Cerca del Templo, a orillas de la plaza, U n álamo se ve de copa erguida, E n cuyas frondas la p a r l e r a r a z a D e las cornejas con placer se anida. U n a , que de inspirada tiene t r a z a P o r Juno misma, y a escuchar convida Sus trinos y su cántico imperfecto, A s
í habla a quien entiende su d i a l e c t o :
LIBRO I I I
CXCIX " M e n g u a d o el v a t e que n i v e n i piensa L o que hasta el niño con la leche bebe. que inflige a u n a doncella atroz ofensa Q u i e n la requiebra a n t e la t u r b a aleve, ¡Y ni esperanza a d a r ni recompensa S i n o es a solas su pudor se atreve. ¡ I d o s , curiosos! N u n c a con sus flores O s coronen Ciprina o los A m o r e s . "
CC La s p a l a b r a s sarcásticas del ave D e M o p s o acoge la habitual s o n r i s a ; P e r o dice a
Jasón con aire g r a v e : " S e ñ o r : E n t r a en el T e m p l o a toda prisa,.
La v i r g e n está ya, b l a n d a y suave, que el profeta A g e n ó r i d e s avisa, Y que t u t r i u n f o deberás, n o olvides, D e V e n u s al p o d e r y los ardides
MEDEA E N EL TEMPLO
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CCI " A r g o s y y o d e este árbol al abrigo D e v u e s t r a decisiva conferencia, E n que H é c a t e h a d e ser solo testigo, aguardamos el fin con impaciencia. La Diosa d e Citera esté contigo E infunda a t u oración tal elocuencia que la anhelada protección alcance E n el que nos espera amargo t r a n c e . "
CCII Ambos escuchan sus consejos sabios;." P e r o a Medea, en su p e n a r absorta, S u propio m o d u l a r la causa agravios. Calla a menudo, el cántico recorta, Gime su
corazón, t r i n a n sus labios. Y a bien o mal cantar nada le importa. Y sin
que al coro que dirige atienda, M i r a con ansiedad a cada senda.
124
libro
iii
CCIII E n cada paso que oye e n lontananza,. E n cada suave r á f a g a de viento, V e r se figura al Capitán que avanza. N o t a r d a en descubrirlo s u ojo atento. P e n e t r a , de los N ú m e n e s a usanza, C o n majestad y bélico ardimiento, marchando a largos pasos de gigante. Su faz semeja a Sirio fulgurante.
k
CCIV Deslumbrador, t r a s delicioso baño Del Océano, nace ardiente S i r i o
; P e r o peste letal lleva al rebaño D e ovejas pingües y al p a s t o r
martirio, JAsí Jasón, al presentarse, e x t r a ñ o Causa a la virgen síncope y delirio. Fáltale el habla, núblanse sus ojos, ¡Hesístense a doblarse los hinojos.
JASON Y
MEDEA
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CCV Vuelve la m a g a en s í : t o r n a a su menteL a antigua calma, a su pupila el brillo Y la frescura a su mejilla ardiente. Y a d e sus siervas se alejó el corrillo Y mirándose que d a n frente a frente La e n a m o r a d a virgen y el Caudillo. Ella al hijo de E s ó n contempla m u d a . A u n o y otro el pudor la lengua a n u d a .
CCVI Crecen dos pinos de elevada talla, Casi j u n t a n d o sus raíces h o n d a s ; Si en el nativo m o n t e el viento calla, Callan también inmóviles las f r o n d a s . P e r o n o bien el vendaval estalla, A s u s u r r a r empiezan las redondas Copas hojosas, y el murmullo ronco ¡Hace gemir hasta el robusto tronco.
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LIBRO III
CCVII A s í a lias dos inmóviles figuras que la incipiente claridad a g r a n d a , A hablar de sus fantásticas locuras I m p u l s a r á de A m o r la brisa blanda. P e r o de p r o n t o inmensas desventuras E s ó n i d e s prevé que el Cielo m a n d a P o r él a la Princesa generosa, A quien apostrofar apenas o s a :
CCVIII " ¿ P o r qué, virgen h e r m o s a , así t e obstinas E n n e g a r m e de t u habla los favores? N i soy el seductor que t e imaginas N i nunca, entre sus mil conquistadores D e vírgenes, m e vieron las colinas D o n d e nací. Disipa t u s temores , Y pues, propicia, la ocasión lo quiere, P r e g
ú n t a m e , responde, habíame, inquiere.
JASON Y
MEDEA
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CCIX " E n este santo T e m p l o , en que u n e n g a ñ o Sería imperdonable sacrilegio, H a b í a m e sin lisonja y sin a m a ñ o . ¡Yo t e conjuro, p o r t u p a d r e egregio, P o r H é c a t e , p o r Jove, que al e x t r a ñ o T i e n e d e p r o t e g e r el privilegio: Kmpáriame cual t r i s t e peregrino que t r a e a ti la fuerza del Destino.
CCX " T u h e r m a n a , como t ú , d e lindo rostro , M e h a d a d o t u benévolo mensaje, Y sé que p a r a el riesgo que h o r a a r
rostro L e has prometido mágico ¡brevaje. Y o d e rodillas a t u s pies' m e postro. D a m e el h e c h i z o ; la misión
que t r a j e Sin ti, sin ella, consumar n o p u e d o . E s v a n o sin vosotras mi denuedo.
128
LIBRO III
CCXI " M i inmensa gratitud h a r é patente, Y cual conviene a quien de lejos llega, T u n o m b r e llevaré de gente en gente. Lia" hueste que a mis órdenes navega T u fama esparcirá. Quizá u n t o r r e n t e D e p r e m a t u r a s lágrimas anega A las m a d r e s y esposas, que en la playa N o s aguardan en fúnebre atalaya.
CCXII " T ú sola puedes enjugar su l l a n t o ; Ellas también p r e g o n a r
á n t u gloria Y ensalzarán t u misterioso encanto A l p a r que nuestra espléndida, victoria. D e Teseo permite
que entre t a n t o
La s a v e n t u r a s llame a t u memoria, A quien de o t r a doncella los conjuros S a c a r o n d e gravísimos apuros.
JASON Y
MEDE ,
1
t
CCXIII " E r a la tierna A r i a d n e hija d e Minos, H i j a del Sol su m a d r e Pasifave Calmó a su p a d r e a i r a d o , y los destinos Siguió del
héroe en su velera nave E s a corona de a s t r o s argentinos que desde el cielo a l
ú m b r a n o s suave Y que, como ella, Ariadne el m u n d o llama,
La anuencia d e los Númenes proclama.
CCXIV " A s í t u estrella en lo alto de los cielos E n c e n d e r á n
al lado de la L u n a L o s Númenes , p r e m i a n d o t u s desvelos E n
p r o de mi legión y mi f o r t u n a .
que colmarás mis férvidos anhelos M e g a r a n t i z a n t u elevada cuna, T u h e r m o s u r a sin p a r y acento blando. ¡Salvia a los semidioses que c o m a n d o ! " 9
i3o
LIBRO III
CCXV Tanta lisonja oír la regocija Y con dulzura celestial sonríe. entrambos ojos en el suelo fija. Derrítesele el alma, sin que fíe A torpes frases la oración prolija que condensar quisiera. Aunque la engríe Verse rogar por el varón que ampara , Lo mira silenciosa, cara a cara.
CCXVI Antes de hablar, del perfumado seno Saca y le da la mágica redoma . E l Capitán, de regocijo lleno, entre sus manos
ávido la toma. Quisiera darle, envuelta en el veneno, El alma entera, y su sabor y aroma. mayor es son del
héroe los hechizos que lanza Amor desde sus blondos rizos.
JASON Y
MEDEA
I3I
CCXVII cuando su cáliz a b r e en la mañana , Lleno de perlas, h ú m e d a la rosa Del Sol la l u m b r e entibia la t e m p r a n a L á g r i m a de rocío en que rebosa. A s í la luz que a r r o j a s o b r e h u m a n a Del semidiós la cabellera u n d o s a L o s atónitos ojos le cautiva Y el corazón convierte en llama viva.
CCXVIII D o s estatuas dijéranse, clavadas Ante el ara del T e m p l o solitario. Y a se lanzan de a m o r m u t u a s m i r a d a s , Y a ven el pavimento del S a n t u a r i o . C o n palabras, p o r fin, entrecortadas E m p i e z a su discurso e x t r a o r d i n a r i o
La m a g a a s í : " D e mi difícil a r t e L o s hechizos a usar, voy a enseñarte.
LIBRO III
CCXIX " cuando p a r a s e m b r a r el Rey t e entregue L o s que a r r a n c ó al d r a g ó n dientes fatales, aguardar á s a que la noche llegue A l medio de sus dos parte s i g u a l e s ; A l río sin t a r d a n z a e n t r a r te plegué Y b a ñ a r t e en sus límpidos cristales. E l b a ñ o al t e r m i n a r , t u cuerpo enjuto Con veste cubrirás de negro luto.
CCXX " U n pozo cava, de r e d o n d a boca, L e j o s de todos, solo y sin a y u d a . U n a cordera en su interior coloca,
que sacrificarás entera y c r u d a . A r d a en la p i r a ; y entre t a n t o invoca,
La miel libando que la abeja suda, A H é c a t e la Unigénita, que m a d r e A A s t e r i a llama y al g r a n P e r s e s p a d r e .
JASON Y
MEDEA
CCXXI " A l é j a t e después de aquella pira, Y a u n que oigas a t u espalda, y a cencerros, •Ya pasos de u n pastor que se retira, P y a ladridos de voraces p e r r o s , N i u n punto vuelvas hacia a t r á s la m i r a . cuando la A u r o r a luzca allá en los cerros Disuelve en agua el condensado hechizo, Dejándolo aceitoso y pegadizo.
CCXXII " Vacía el frasco entre plegarias s a n t a s , Y úngete con el bálsamo que vierte D e s d e la coronilla hasta las plantas. .Verás como en otro hombre t e convierte,
que con tu sombra al enemigo espantas, Y que t u brazo, invulnerable y f u e r t e , P u e d e vencer, n o sólo a t u s iguales, S i n o a los mismos dioses inmortales.
'34
LIBRO III
CCXXIII " C u i d a , t e ruego, que n o falte nada D e cuanto el rito misterioso implica, O nuestra empresa que d a r á frustrada. U n g e también t u ponderosa pica, U n g e t u escudo y t u flamante e s p a d a ; Y cuando brote la falange inica V e r á s que t o d a lanza se d e s p u n t a Y cae al suelo la c o r n u d a y u n t a .
CCXXIV " N o te figures que será el encanto E t e r n o : d u r a r á t a n sólo u n d
í a ; P e r o su brevedad n i n g ú n espanto I n f u n d a a t u p r o b a d a valentía. U n breve instante
más, escucha cuanto V a a sugerirte la palabra mía. Q u i z á t e valga m á s este consejo
que los hechizos que mezclados dejo.
JASON Y
MEDEA
135
ccxxv
" V e n c i d a de los toros la b r a v u r a , cuando el inmenso campo hayas a r a d o , A b i e r t o surcos en la tierra d u r a Y los colmillos del dragón sembrado, A l ver de los gigantes la e s t a t u r a S u r g i r del suelo e n batallón
a r m a d o , Sin que te observen, u n a piedra enorme D i a p a r a oculto a la
legión deforme.
CCXXVI " C o m o d e hambrientos perros la j a u r í a A que u n cadáver d e animal se a r r o j a , A s
í a los hijos de la T i e r r a pía V e r á s que combatir se les a n t o j a U n o s con otros p o r la piedra fría. E n sangre t
ú también la espada
moja , Y cuando el caso llegue, la m a t a n z a C o n s u m a con la p u n t a de t u lanza.
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LIBRO III
CCXXVII " Del c a m p o y a conquistador y dueño, D u e ñ o serás del á u r e o Vellocino, D e t r a n s p o r t a r l o a Grecia el dulce sueño Realidad haciendo t u destino. V e d o t e lleva el temerario empeño que impúsote el oráculo d i v i n o . " S u a r e n g a entre sollozos i n t e r r u m p e Y en llanto copiosísimo p r o r r u m p e .
CCXXVIII S e le figura verlo entre las olas I r navegando de remotos mares , M i e n t r a s ella p o r
él suspira a solas, Y a en el j a r d í n de sus ingratos lares, D e s h o j a n d o azucenas y amapolas, Y a de H
é c a t e r e z a n d o en los altares. N o puede contenerse, y la derecha
Del Capitán, apasionada, estrecha.
JÃSÓN Y
MEDEA
CCXXIX La interrumpida frase así r e a n u d a : •"Si la F o r t u n a hasta t u patria, A que a , A regresar incólume t e ayuda, A c u é r d a t e del n o m b r e de Medea , que y o de ti me a c o r d a r é sin duda. Dímelo, p o r f a v o r : ¿ A la isla H a y e a , O r c ó m e n o tal vez irá t u b a r c a ? ¿ D ó n d e es t u hogar ? ¿ D e d ó n d e eres Monarca'?;
CCXXX A m o r , e n t a n t o , a r t e r o se desliza Y oculto en los cristales de su llanto E n el hijo de E s
ó n el fuego atiza. " H a b í a m e — c o n t i n ú a — del
que b r a n t o D e esa beldad, que el cielo inmortaliza Y cuya historia m e interesa t a n t o P o r
que es mi consanguínea. ¿ Q u i é n n o sabe "Que h e r m a n a de mi p a d r e es P a s i f a v e ? "
LIBRO III
CCXXXI Respóndele Jasón : " Y o t e lo j u r o : N i la pálida estrella d e la t a r d e , N i de la L u n a el brillo claroscuro, N i el meridiano Sol, m e h a r á n , cobarde,. D a r al olvido t u r e n o m b r e p u r o , A u n que nuevos certámenes me g u a r d e E t a s feroz t r a s el combate fiero E n que, merced a ti, vencer espero.
CCXXXII " P r e v i e n e t u p r e g u n t a mi deseo, Y en cuanto conjeturas n o t e engañas. S u r g e opulenta en t e r r i t o r i o A
que o V a s t a rlegión de altísimas m o n t a ñ a s . E l hijo d e J a p e t o , P r o m e t e o , E n g e n d r
ó de esa sierra en las e n t r a ñ a s A l pío Deucalion, que a las Deidades Erigió templos y fundó ciudades.
JASON Y
MEDEA
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CCXXXIII " S i h o n r ó a los Dioses antes que n i n g u n o , . T a m b i é n fué de los hombres rey primero. Henonia apellidaron de consuno L o s habitantes a su reino entero. Jolcos allí se eleva, g r a t a a Juno , Ciudad que como p a t r i a a m o y venero. P e r o de la isla H a y e a no te asombre que en ella ignoren existencia y n o m b r e .
CCXXXIV " P e r o sí es fama que en edad lejana, D e j a n d o Minias las H e n o n i a s glebas, Salió a f u n d a r a O r c
ó m e n o , r a y a n a Del viejo C a d m o con la heroica T e b a s . ¿ P e r o a qué hablarte de t u p r i m a h e r m a n a , . S i no t e p u e d o d a r las g r a t a s nuevas D e que, cual Minos abrazó a Teseo, A s
í a t u p a d r e entre mis brazos v e o ? "
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LIBRO III
CCXXXV Ella responde a sus melosas frases -Con p a l a b r a s equívocas e i n q u i e t a s : " Q u i z a s en Grecia r e s p e t a r las bases D e los contratos se usa. P e r o e n E t a s N o e n c o n t r a r á s n i n g u n a d e las fases que en M i n o s brillan; n i a las dulces metas que A r i a d n e conquistó con sus a m o r e s P u e d o a s p i r a r del R e y con los rencores.
CCXXXVI " B a s t a que en Jolcos mi recuerdo a m a n t e •Conserve fiel t u agradecido pecho,
que y o d e ti m e a c o r d a r é constante, D e mis progenitores a d e s p e c h o ; M a s si m e olvidas, en el mismo instante V e n g a a a v i s a r m e en el p a t e r n o techo E l público r u m o r , b a r c a velera ' O r
á p i d a paloma mensajera.
JASON Y
MEDEA
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CCXXXVII " M a s n o : m e j o r que r á f a g a de viento» A tná p o r esos aires m e a r r e b a t e hasta que en t u palacio t o m e asiento Y dicha y nuevo h o g a r t e desbarate, H u é s p e d a i n g r a t a y eternal t o r m e n t o . E n c a r a t e echaré que del combate Saliste ileso y con h o n o r y vida, Gracias a la m u j e r que n o t e o l vida . "
CCXXXVIII Doblegándose calla como p a l m a que p o s t r a el vendaval. J a s o n r e p l i c a : " D e j a a los vientos reposar e n calma Y a la paloma el palomar indica. R e c o b r a , p o r piedad, la p a z del alma Si vinieres a Grecia y a la rica M o r a d a d e mis p a d r e s , ¡oh, S e
ñ o r a ! , T e acogerán cual diosa protectora.
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LIBRO III
CCXXXIX " La s m a d r e s , las esposas, que el regreso T e deban de sus hijos y maridos A Jolcos y al natal Peloponeso, T e aclamarán con pechos c o n m o v i d o s ; Y yo, en las redes de t u afecto p r e s o , V e r é los votos de mi a m o r cumplidos, Y mi mansión, mi cámara, mi suerte, •Compartiré contigo hasta la muerte . "
CCXL S u rostro al escucharlo se i l u m i n a ; P e r o de h o r r o r la virgen se estremece. .Al ver delante
crímenes y ruina. ¡ D e s v e n t u r a d a ! E l viaje que aborrece H a r á muy p r o n t o . Juno lo m a q u i n a P o r
que su saña contra Pelias crece, Y Medea de Cólquide irá, nec;a, P a r a vengarla a establecerse e n Grecia.
SEPARACIÓN
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4
CCXLI La prolongada plática a u n a h o r a T a n a v a n z a d a a l a r m a a las doncellas, que esperan en silencio a su señora. F o r m i d a n de s u m a d r e las querellas Si vuelven al alcázar a deshora. Ella aguardar quisiera las estrellas, D e su h e r m o s u r a y de su voz pendiente, S i E s ó n i d e s n o h a b l a r a así, p r u d e n t e :
CCXLII " E s h o r a que p a r t a m o s : n o al o c a s o ; A l descender el Sol quizá la pista N o s siga algún e x t r a
ñ o , que a su paso P u d i e r a sospechar nuestra entrevista. T e volveré a buscar si n o fracaso Del Vellocino de oro en la c o n q u i s t a . " P a r t e
Jasón, y e n la a n c o r a d a p r o r a
Del Argo a sus amigos se i n c o r p o r a .
»44
LIBRO III
CCXLIII Cerca también su séquito a Medea; P e r o ella ni lo m i r a ni lo siente. S u b e al c a r r u a j e , e m p u ñ a la correa • Y r i e n d a s al azar. M a q u i n a l m e n t e 'A t r a v é s d e la Villa se pasea, La s m u í a s a r r a s t r á n d o l a inconsciente, i Y a palacio al llegar n o oye a s u h e r m a n a que p o r s u p r o l e e n p r e g u n t a r se afana.
CCXLIV S u b e a su cuarto. La s d o r a d a s sillas K p a r t a . U n escabel j u n t o a la c a m a P o n e ; se s i e n t a ; apoya en las rodillas L o s codos de a l a b a s t r o ;
que su f a m a V a n a m a n c h a r del m u n d o las hablillas L l o r a al pensar. Y p o r la inicua t r a m a
que d a c o n t r a su p a d r e a r m a s y aliento La devora tenaz r e m o r d i m i e n t o .
CELOS
DE
IDAS
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4
CCXLV A l recoger a Esónides la nave , Con A r g o s y con M o p s o el adivino, E n sí de gozo la legión n o cabe. P e r o al m i r a r el frasco cristalino, S u indignación disimular n o sabe I d a s , que d e los próceres sin tino S e a p a r t a , con el a l m a h e c h a pedazos V i e n d o que le echan a Jasón los brazos.
CCXLVI L l e g a la noche, que a b u s c a r invita E l lecho a los intrépidos remeros. P e r o a l r a y a r el alba se m e d i t a E n elegir dos nobles mensajeros
que h a g a n al R e y heráldica visita. V a n Telamón, espejo d e g u e r r e r o s , Y Etálides, m o d e l o d e elocuencia,
Del genitor M e r c u r i o p o r herencia.
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146
LIBRO
III
CCXLVII Difícil n o resulta la embajada. L o s dientes de la aónica serpiente P i d e n a E t a s , que en la t i e r r a a r a d a H a n d e servir d e mágica simiente. Donárselos al R e y n o d e s a g r a d a . que le s e r á n mortíferos p r e s i e n t e A l Argonauta , a u n que al p r i m e r a t a que A los toros flamígeros aplaque.
CCXLVIII T r a s d e la n i n f a E u r o p a , cuando vino A T e b a s C a d m o , d e lejana tierra, D e M a r t e hasta el v e n e r o cristalino Condújolo la idéntica b e c e r r a
que a A p o l o u n t i e m p o señaló el camino. E l manantial del N u m e n d e la g u e r r aguarda b a u n a serpiente f o r m i d a b l e . ((Que sólo a C a d m o e x t e r m i n a r f u
é dable.)
1
DIENTES
DEL
DRAGÓN
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CCXLIX A las quijadas del d r a g ó n d e A o n i a L o s dientes a r r a n c ó la m a n o augusta D e la gentil divinidad T r i t o n i a . U n o s al m a t a d o r regaló j u s t a Y origen fueron de la r a z a Jonia, que al mismo M a r t e desafió robusta. A E t a s o t r a porción, y es la que entre g a A los heraldos p a r a siembra y siega.
CCL P o r las m o n t a ñ a s de E t i o p í a inculta Veloz desciende el Sol al O c c i d e n t e ; A l m u n d o en negra obscuridad sepulta, P a r a lucir m a
ñ a n a en el O r i e n t e , D a n d o la vuelta con c a r r e r a oculta B a j o la t i e r r a en su c a r r o z a a r d i e n t e . Y sus corceles a su propio coche U n c e entre t a n t o la estrellada noche.
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4
LIBRO III
CCLI D u e r m e n los h é r o e s ; p e r o allá en el polo. cuando la O s a mayor r a u d a declina, A guisa de ladrón, que inspira el dolo, Jasón con h e r r a m i e n t a s se encamina A u n p r a d o al aire libre, p e r o solo, D o n d e A r g o s y a llevó d e la vecina Cabana, leche y u n a pingüe oveja que p a r a el sacrificio se apareja.
CCLII C o n actitud devota y las rituales P r e c e s , s u m e r g e en el s a g r a d o r
í o S u cuerpo, al d e los Dioses inmortales I g u a l en suavidad y noble brío. D e L e m n o s en la c
á m a r a s reales Hipsipilea, al p a r
que su albedrío,
La que v a a revestir túnica obscura En, recuerdo le dio d e s u v e n t u r a .
SACRIFICIO
DE
HÉCATE
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CCLIII U n hoyo excava con u n codo de h o n d o , D e Medeasegún las instrucciones, D e poca a n c h u r a y de brocal r e d o n d o . La víctima degüella; en los m o n t o n e s D e á r i d a leña que hacinó e n el f o n d o La a r r o j a entre piadosas libaciones. Y m i e n t r a s a r d e el expiatorio fuego, A H é c a t e llama con ferviente ruego.
CCLIV S e aleja el héroe. La t r e m e n d a diosa O y e la invocación en sus cavernas Y acude al sacrificio presurosa. Mil víboras se enroscan en las t i e r n a s R a m a s o a r r a s t r a n p o r la selva hojosa entre el fulgor de i n n
ú m e r a s lucernas, Y p e r r o s mil de la infernal j a u r í a
La d r a n con espantosa algarabía.
LIBRO
III
CCLV' Retiemblan a su paso las p r a d e r a s . S u s d a n z a s i n t e r r u m p e n y su canto La s ninfas que custodian las riberas D e los lagos y ríos de A m a r a n t o . A m i r a r hacia a t r á s tales q u i m e r a s N o m u e v e n a Jasón , ni ruido t a n t o . ,Ya la nave al llegar, del Sol la l u m b r e A s o m a y a del Cáucaso en la c u m b r e .
CCLVI Etas , en t a n t o , al pecho de gigante ajusta la coraza regalada por Marte misino, que mató a Minan t e F l e g r e o en la titánica jornada Y la quitó al cadáver. R e l u m b r a n t e C a s c o se p o n e , que lucir le a g r a d a . S u s c u a t r o conos d e oro refulgente D e s p i d e n r a y o s como el Sol naciente.
ETAS
ARMADO
CCLVII E m p u ñ a u f a n o el p o n d e r o s o escudo que robustecen incontables pieles D e toros d e alta raza. N a d i e pudo R o m p e r ese milagro de broqueles. B l a n d e la e n o r m e lanza, cuyo a g u d o H i e r r o le conquistó sendos laureles. Con tal g u e r r e r o competir e n lides Sólo p u d i e r a el rezagado Alcides.
CCLVIII U n c i d o s con d o r a d a s guarniciones A s u cuadriga d e batalla tiene Faetonite, su hijo, los bridones, Y con vigor sus
ímpetus contiene. E m p u ñ a d e las riendas los cordones D e oro el monarca ; y con la escolta viene G r a n m u l t i t u d d e proceres y m u c h a G e n t e del pueblo al campo de la lucha.
LIBRO III
CCLIX Como al salir N e p t u n o d e los mares D e los ístmicos juegos a la fiesta, O al T e n a r o , o d e O n que s t o a los p i n a r e s P o r la acuática L e r n a , hasta la enhiesta H e m o n i a roca, síguenlo a millares A l bosque de Calauria o d e Genesta, P o r contemplar su c a r r o y sus corceles, 'A E t a s siguen así sus pueblos fieles.
CCLX C o m o Medeaaconsejado había, B i e n diluida la e n c a n t a d a goma, E n su armadura Esónides vacía E l elixir
que g u a r d a la r e d o m a . S u escudo con el llíquido rocía. C o n él su espada n u e v o temple t o m a . S u lanza, desde el c a b o hasta la p u n t a ,
hace inmortal el bálsamo que le u n t a .
ARMAS
ENCANTADAS
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CCLXI P r u e b a n las a r m a s p o r Jasón u n g i d a s Y es de los héroes impotente el brazo. ¡Ardiendo en ira, el A f a r e o I d a s S o b r e la pica asesta atroz sablazo D o la m a d e r a y p u n t a v a n u n i d a s . E l d u r o sable salta d e rechazo, Como martillo de f o r z u d o h e r r e r o S o b r e vigornia de t e m p l a d o acero.
CCLXII A p l a u s o a t r o n a d o r al r o t o sable S a l u d a , que victoria pronostica. Con la loción que lo hace invulnerable Esónides n o bien se purifica, cuando u n a intrepidez le e n t r a inefable
que , hinchándole las venas, centuplica La s fuerzas de sus manos, y siniestra Sed de luchar lo e m p u j a a la p a l e s t r a .
«54
LIBRO
III
CCLXIII A semejanza del corcel de g u e r r a , que n i la espuela aguarda del jinete, C o n sus relinchos al contrario a t e r r a , ¡Y sin que rienda o freno lo sujete Con la p e s u ñ a a u d a z bate la t i e r r a Y a n t e s de tiempo impávido acomete, A l t a la oreja y elevado el cuello, A s í es Jasón , e n su impaciencia bello.
CCLXIV cuando d e fresno con su' pica l a r g a Inquieto a saltos la ribera mide, O v i b r a en v a r i a dirección su a d a r g a
que vividos relámpagos despide, R a y o parece, que veloz descarga N u b e i n v e r n a l ; y J
ú p i t e r n o impide
que v a g u e a m e d r e n t a n d o a los m o r t a l e s D e P a s i s e n los v e r d e s m a t o r r a l e s .
EL
COMBATE
CCLXV N o aguarda mucho la legión, que acrir*. A n c o r a s l e v a ; en orden de batalla R e m a n d o alineada río arriba, F r e n t e al campo d e M a r t e p r e s t o se halla^ A t r a c a diestra, y p r o l o n g a d o ¡ v i v a ! entre la a u d a z tripulación estalla A l v e r desembarcar a su Caudillo. ¡ A l Sol ofusca de su escudo el b r i l l o !
CCLXVI P o c o de la Ciudad el llano dista. E n la época de regios funerales A l diámetro
equivale de la pista E n que g i r a n los carros imperiales. Cólquide entera,
desde el alba lista, Del Cáucaso vecino en los breñales Está¡ la multitud, y en las mesetas, J u n t o al río, se eleva el t r o n o d e E t a s -
LIBRO III
CCLXVII Jasón avanza precavido y m u d o ; Del tahalí la espada va p e n d i e n t e ; E s g r i m e con placer lanza y e s c u d o ; JDentro del casco lleva, cual simiente, L o s dientes de la sierpe. Su d e s n u d o C u e r p o , con el hechizo reluciente, A A p o l o flechador semeja en parte ; E n fuerza y majestad parece M a r t e .
CCLXVIII G i r a en redor. D e súbito tropieza C o n el y u g o de bronce y el a r a d o , D e sólido a d a m a n t e de u n a pieza. C l a v a en t i e r r a su lanza, a
que a p o y a d o D e j a su casco. L i b r e la cabeza, •Sigue, t a n sólo del broquel a r m a d o ,
La s huellas de la y u n t a , que, instantánea, :Surge de su g u a r i d a subterránea.
LOS TOROS D E
BRONCE
CCLXIX L l a m a s echando p o r nariz y boca, A s a l t a n entre fétida h u m a r e d a L o s toros a Jasón, que se coloca F i r m e sobre las piernas, sin que puedaE l ímpetu doblarlo, como roca que ante el airado m a r inmóvil queda. T i e m b l a n los héroes al m i r a r la carga y. D e s p ú n t a n s e los cuernos en la a d a r g a .
CCLXX C o m o e n el h o r n o d e fundir metales A llama que u n a r á f a g a d e viento Casi apagó, de expertos oficiales E l largo fuelle d a mayor aliento, A s
í los descornados animales F u e g o al t o r n a r respiran t a n violento,.
que tempestad de rayos m á s parece, «Y s u m u g i r los m o n t e s estremece.
LIBRO
III
CCLXXI que d a Jasón envuelto e n u n a hoguera ; M a s de la m a g a el eficaz hechizo S u invulnerable cuerpo refrigera. P o r la raíz del cuerno quebradizo A s e a u n o de los toros, de m a n e r a •Que hasta el a r a d o de metal macizo L o a r r a s t r a como tímido c o r d e r o , .Sin que librarlo p u e d a el compañero.
CCLXXII En actitud hostil éste se arrima ; Jasón del mismo m o d o lo a s e g u r a , Y de su pie de bronce p o n e encima S u p r o p i a planta, m
á s
que el b r o n c e d u r a , S i n que n i n g u n o d e doblar se e x i m a A l y u g o férreo la cerviz m a d u r a . L o s u n c e el
héroe y, aguijón en mano,. "Se apresta; a a r a r el espacioso llanoj
ARANDO
CCLXXIII L o s que a prestarle a y u d a e n s u s a n h e l o s D e p r e p a r a r el desusado avío D e s e m b a r c a r o n , ínclitos gemelos Castor y P ó l u x , vuelven al navio. E l fuerte escudo que a r r o j ó a los suelos C u e l g a del h o m b r o i z q u i e r d o ; alza con b r í o S u lanza colosal, que airoso esgrime, Y con el yelmo su cabeza oprime.
CCLXXIV T a m a ñ a robustez a E t a s s o r p r e n d e . L o s toros recalcitran; se d e r r u m b a E l m o n t e ; el fuego en su nariz se enciende Y como t r u e n o sui m u g i r r e t u m b a . E s su respiración,
que al cielo asciende, E l h u r a c á n que entre las velas z u m b a .
Jasón , como piloto al gobernalle, L e s hace a b r i r entre las glebas calle.
LIBRO III
CCLXXV A l p e s o del a r a d o a d a m a n t i n o A ñ a d e peso de Jasón la planta. C o n la velocidad del torbellino D e s g a r r a n d o la tierra se adelanta. A r r o l l a c u a n t o encuentra en su camino. piedras y troncos y árboles que b r a n t a . que zanja el s e m b r a d o r cualquiera piensa N o surcos, sino fosos de defensa.
CCLXXVI Cual l a b r a d o r pelásgico, la y u n t a D e toros con la pica aguijonea. V u e l t a hacia abajo la d o r a d a p u n t a
Del casco, que sostiene la correa, L o s dientes del d r a g ó n (de la p r e s u n t a Gigantesca t e r r
í g e n a ralea A b o r r e c i d o g e r m e n ) v a sacando Y e n la t i e r r a prolífica s e m b r a n d o .
SIEMBRA
CCLXXVII La n z a hacia a t r á s terríficas m i r a d a s . T e m e que, g e r m i n a n d o repentinas, L o asalten a traición huestes a r m a d a s . L l e g a r o n ya las h o r a s vespertinas, E n llanuras y montes suspiradas P o r las activas t u r b a s campesinas, E n que cada uno a reposar se acuesta Sobre la g r a m a en la caliente siesta.
CCLXXVIII D o s parte s de su curso cotidiano H a recorrido el Sol, desde la a u r o r a ; L e queda la tercera, y m i r a u f a n o .
Jasón que a su tarea a b r u m a d o r a H a d a d o cima al fin. Con ágil m a n o D e s u n c e entrambos toros ; los azora A golpes de su lanza, y la c a r r e r a E m p r e n d e n a su oculta m a d r i g u e r a . 10
IÓ2
LIBRO III
CCLXXIX V i e n d o que de los surcos que él h a abierto N i n g ú n g u e r r e r o todavía nace, C o r r e a la nave, de sudor cubierto, Y entre los suyos su valor renace Con la tierna acogida. Y a en el puerto , S a c a agua con su yelmo, y satisface La a b r a s a d o r a sed, bebiendo a t r a g o s . E n espera de trances m á s aciagos.
CCLXXX E l jabalí, cuando el r u m o r escucha D e cazadores y voraces
canes, A g u z a sus colmillos y con m u c h a S a g a c i d a d previene sus
desmanes. A s í Jasón p r e p á r a s e a la lucha C o n atléticos gestos y a d e m a n e s , Ãgil doblando las rodillas, tiesas D e s p u
é s d e t a n difíciles empresas.
TERRÃGENAS
CCLXXXI entre t a n t o , de M a r t e en la llanura D e sus fecundos senos subterráneos Gigantes revestidos de armadura A g e r m i n a r empiezan espontáneos. La multitud de picas que fulgura R e l á m p a g o s despide simultáneos, que n o a la t i e r r a b a j a n desde el cielo, Sino al Olimpo suben desde el suelo.
CCLXXXII cuando en noche invernal espeso m a n t o D e nieve cubre campos y ciudades, Y
allá en el éter, Júpiter, e n t a n t o , Desencadena n e g r a s tempestades, C a l m a r de las t o r m e n t a s el e s p a n t o S i de súbito place a las Deidades, 1 Q
é gozo a l v e r lucir constelaciones, Estrellas y planetas a millones!
u
164
LIBRO III
CCLXXXIII A s í de los terrígenas la hueste Con subitáneo resplandor a l u m b r a A l mismo N a u t a , a u n que su a r d o r celeste D e los escudos el fulgor deslumhra. Volcán parece la llanura agreste. E l mismo Sol se queda en la p e n u m b r a . La s largas picas, de alta p u n t a y c o r t e , Bosque parecen del feroz M a v o r t e .
CCLXXXIV M i r a e n redor, y v e piedra d i s f o r m e S e m e j a n t e a u n a r u e d a de molino. • D e m
á r m o l es el disco multiforme Con que suele j u g a r M a r t e divino. N i c u a t r o atletas mole tan enorme P u d i e r a n levantar. Del
héroe el t i n o La a r r o j a a g r a n distancia fácilmente, Y cae en medio de la a r m a d a g e n t e .
MATANZA
DE
TERRÃGENAS
I 65
CCLXXXV Bien hace de Medealos consejos E n ir siguiendo fiel. La faz adusta D e E t a s se niebla al ver que desde lejos D i s p a r a roca tal, m a n o robusta. D e Cólquide a los jóvenes y viejos E l desusado proyectil asusta. E s ó n i d e s se tiende en el desnudo S u e l o , cubierto con su largo escudo.
CCLXXXVI L o s terrígenas, ciegos, espantados, A c u d e n cual famélicos lebreles
Del disco en d e r r e d o r p o r todos lados, Y se destrozan entre sí crueles. U n o s sobre otros caen amontonados S o b r e sus propias lanzas y broqueles. A quién de frente el m a t a d o r derriba, A otros d e lado, a muchos boca arriba.
LIBRO
III
CCLXXXVII La m a d r e T i e r r a a los recién nacidos A c o g e m u e r t o s en su abierto seno. D e tantos surcos do lahró sus nidos N o h a y u n o que d e sangre no esté lleno. Cual troncos mil p o r la t o r m e n t a herida© D e olmos y encinas en el campo a m e n o Y a c e n los m u e r t o s , y a su fin n o toca D e los gigantes la m a t a n z a loca.
CCLXXXVIII D e E s ó n i d e s la espada la t e r m i n a . C o m o la luz de rutilante estrella
que p o r el éter rápida camina, D o q u i e r d e j a n d o interminable huella, A s o m b r o causa al m u n d o
que ilumina, A s í el acero d e Jasón destella Y brilla a l r e m a t a r a los gigantes Y ciega a los curiosos circunstantes.
MATANZA
DE
TERR.ÃGENAS
167
CCLXXXIX La h o r r e n d a "mies no t o d a está m a d u r a . H a y unos que hasta el vientre sólo c r e c e n ; O t r o s de las rodillas a la a l t u r a ; O t r o s sobre las plantas ya se mecen, Y que v a n a lidiar se les figura. grande s y chicos a la p a r perecen. D e s b o r d a n de la sangre los caudales L o s sulcos convertidos en canales.
CCXC cuando de algún limítrofe la saña T e m e el agricultor o n e g r a intriga, N o aguarda a ver crecer la verde c a
ñ a N i que el calor del Sol dore la espiga, Sino que aguza la ho>z y la g u a d a
ñ a Y de la siega e m p r e n d e la fatiga. E s ó n i d e s así, rebana y hiere S i n i n d a g a r si y a nació quien m u e r e .
LIBRO
III
CCXCI M i r a d l o s revolcándose en su roja O negra sangre a aquellos adalides, que debieron causar t a n t a congoja. A s í los troncos de álamos y vides J ú p i t e r quiebra y con su lluvia moja. E t a s , al ver frustrados los ardides, E n burlar, a su vez, a la m a l d i t a E x t r a n j e r a legión recapacita.
CCXCII Q u i e n el vergel plantó, que el agua i n u n d a . S u s anegados
árboles lamenta. D e la llanura que labró fecunda D e p l o r a el R e y la inundación sangrienta, Y aléjase con faz m e d i t a b u n d a , M i e n t r a s al c a m p o de la lid c r u e n t a E l Sol dirige su
última m i r a d a . D e Esónides Jasón es la jornada .
FIN DEL LIBRO TERCERO
LIBRO
CUARTO
SUMARIO DEL LIBRO IV
Invocación a la Musa (octava i."). Aterrada Medea, huyedel Palacio Real y se refugia en el Argo (2-25). Gracias a ella y a sus artes mágicas arrebata
Jasón el Vellocino de Oro (26-48). Perseguidos por Colquios huyen los Argonautas y se detienen en Paflagonia, donde Argos les enseña la ruta que deben seguir diferente del Paso de las Simplégades (49-72). Salen del Euxino, entrando en el Danubio, por un brazo de cuyo río llegan al Adriático (7376). Córtales la retirada una escuadrilla de Colquios, con quienes celebran un tratado de paz, o una tregua (7781). Amargura y reconvenciones de Medea (82-95). Asesinato de Absirto por
Jasón. Matanza de Colquios. Desisten éstos de la persecución (96-120). Entra el Argopor las Bocas del Po o Eridano, por el cual pasa al Rhin, a algunos lagos y al Ródano, por una de cuyas Bocas sale al Mediterráneo (121-148). Llegan a la isla de Circe, quien absuelve a
Jasón y Medea de su crimen, pero los expulsa de su dominio (149-165). Pasan por la. Isla de las Sirenas, por Escila y Caribdis, y por las Islas Plantas o errantes (166-210). Llegan a la Isla de los Feacios, donde encuentran otra escuadra de Colquio?, que piden la extradición de Medea (211-220). Niégala el Rey de los Feacios, y para fundar su negativa, obliga a
Jasón y Medea a celebrar solemnemente sus bodas (221-265). Parten los Argonautas de la Isla; y ya cerca del Peloponeso, los arroja una tempestad a las Sirtes-
I72
SUMARIO
DEL
LIBRO
IV
de Libia, donde encalla la nave (266-296). Llévanla en hombros hasta el lago Izitonio, donde la botan de nuevo (297-300). Muerte de Cantho y de Mopso. El dios Tritón saca la nave de su lago a alta mar (301-332). Arriban a Creta, donde Medea con sus artes mágicas, mata al gigante Talo (333-349). Llegada a la Isla Descubierta o Anafe. Sueño de Eufemo, interpretado por
Jasón (350-374). Arribo a Egina. Origen de los juegos anuales que allí se celebran (375-377). Desembarco en Pagasa, fin de la expedición y despedida de los
héroes •(378-379).
LIBRO CUARTO
i ¡ O h musa , que hasta aquí m i a m p a r o fuiste;H i j a de J o v e ! A ti n a r r a r n o s toca L o s artificios y la historia triste D e Medea, que huyó de a m o r e s loca O presa de t e r r o r . ¡ O h diosa ! Asiste A l
que en sus d u d a s t u favor invoca. ¿
La intimidó del Rey la furia incauta, O hirió su corazón el Argonauta ?
II Con sus más aguerridos capitanes E t a s la noche pasa t o d a e n t e r a
T r a m a n d o redes y fraguando planes P a r a llevar la muerte a la e x t r a
n j e r a legión y poner coto a sus desmanes. A los proceres ver lo desespera de la alevosa lid salir impunes. N i a sus dos hijas cree de culpa inmunes,.
'74
LIBRO
IV
III Entre tanto, a Medea Juno inspira terror irresistible y hondo espanto. Cree que su padre todo sabe y mira Y que le hará apurar en su quebranto La copa del dolor, hirviendo en ira. La tímida gacela, de Amaranto Así se aturde en los selvosos cerros Al oír el ladrido de los perros .
IV Teme la indiscreción de sus doncellas, A quienes ha confiado sus proyectos. Arden sus ojos como dos centellas; L e zumban los oídos imperfectos ; Mesa sin compasión sus trenzas bellas, Y
dejará de Juno sin efectos
Las iras, apurando letal droga, " Si Juno misma en su favor no aboga.
DESPEDIDA DE MEDEA
175
V Persuádela a que viva y a que luche La artera diosa ; y la azorada m a g aguarda el veneno en su d o r a d o estuche, Y su sed de morir fácil apaga. Y sin que a nadie m á s que a Juno escuche, von los hijos de F r i j o más le halaga A venturarse a los remotos mares que perecer en los paternos lares.
VI Ósculo t i e r n o en su almohada i m p r i m e Y a e n t r a m b a s hojas de su p u a r t a u n beso E n ambos lados.
La p a r e d o p r i m e Con su b r a z o gentil, y en el exceso D e su p e n a r , d e su v i r t u d sublime en testimonio y de su honor ileso
La r g o rizo se corta, dulce p r e n d a P a r a su m a d r e , y de su amor ofrenda .
176
LIBRO
IV
VII " ¡ A d i ó s , oh m a d r e ! — e x c l a m a sin c o n s u e l o — T e dejo aquí este rizo en lugar mío. A u n que a lejana t i e r r a e m p r e n d o el vuelo, ¡ O h m a d r e ! , n o m e mires con desvío. ¡ A d i ó s , h e r m a n a ! ¡Adiós, nativo s u e l o ! ¿ P o r qué antes que r o b a r a m i albedrío N o se t r a g ó aquel piélago de T r a c i a A l hombre que causara mi d e s g r a c i a ? "
VIII Así habla en su dolor ; y cual cautiva Mujer de alto linaje, a quien la guerra Cruel sacó de su rlegión nativa Y la t r e m e n d a esclavitud a t e r r a , Quiere d e j a r de su
señora altiva
La casa, m á s bien cárcel d o la encierra Sujetándola a insólitas labores Y del látigo innoble a los rigores,
PARTIDA DE MEDEA
1 7 7
IX
N o d e o t r a suerte la gentil P r i n c e s a S u alcázar a b a n d o n a a todo trance. Salas y galerías atraviesa S i n
que nadie la estorbe ni la alcance. Con la mágica ciencia que profesa M a n d a a t o d a s las p u e r t a s , a su avance, E s p o n t
á n e a s g i r a r sobre sus gonces S i n que resuenen m á r m o l e s n i bronces.
X
Descalzo el pie, con el m a n t ó n d e m o d o que le cubra la frente y la
mejilla, C a m i n a de las calles entre el lodo, La túnica al nivel de la rodilla. Como toda hechicera, no hay recodo
que no conozca en la poblada Villa, Cifrando esas mujeres sus afanes En raíces, cadáveres y canes.
11
i 8
7
LIBRO
IV
XI A l conocido t e m p l o se dirige D e Hécate, su Deidad y su patrona. N i n g u n o ve la p e n a que la aflige Y nadie reconoce su persona. N i el centinela contraseña exige. P e r o en el cielo, la hija d e La t o n a , que empieza a iluminar la t i e r r a fría, La ve, y exclama así con ironía :
XII " Ya n o se a t r e v e r á n a e c h a r m e en cara Por el bello Endimión mi pasión tierna , N i a m u r m u r a r p o r
que m i c a r r o pasa En Latmio , frente a plácida caverna. ¡ C u á n t a s veces mi luz, brillante y clara, V i n o a ofuscar t u mágica linterna, P o r
que u n a obscura n o c h e p r e f e r í a s Para t u s tenebrosas brujerías !
SOLILOQUIO DE LA LUNA
179
XIII " E l c a m p o te cedí, de mi v e n t u r a C o r r i e n d o en pos, merced a t u s ardides . B u s c a n d o vas idéntica a v e n t u r a Y a a b a n d o n a r t u p a t r i a t e decides. E l N u m e n que d e r r a m a la a m a r g u r a , Sin duda, entre sus nobles adalides H a escogido a Jasón, p o r quien pereces, P a r a d a r t e la suerte que mereces . "
XIV La enamorada Luna , que aun no llena, Así en el alto cielo habla consigo. La maga, espoleada p o r s u pena, B u s c a n d o corre en el bajel amigo remedio a la
pasión que la enajena Y a su terror hospitalario abrigo. Al acercarse al Fasis, ve
que brilla Lumbre de hogueras en la opuesta.orilla.
LIBRO
IV
XV Los fuegos son que el regocijo i n m e n s o E n c e n d i ó de los héroes t r i u n f a n t e s . T o d a la noche su fulgor intenso Iluminó sus pálidos semblantes. Del otro lado llega el h u m o denso Del H a y a hasta los tristes habitantes. Medea ve la nave ; p e r o queda Oculta su persona en la h u m a r e d a .
XVI Distingue de los vastagos de F r i j o entre los n a u t a s la
gigante sombra, Y con a g u d a voz al último hijo L l a m a , y a F r o n t i s
por t r e s veces n o m b r a . N o se i n t e r r u m p e el fausto r e g o c i
j o ; P e r o tal g r i t o a la legión asombra, Y a F r o n t i s y a Jasón se les f i g u r a Reconocer su mágica d u l z u r a .
MEDEA DOLORIDA
181
XVII Al triple grito de dolor supremo Tríplice voz de aliento F r o n t i s m a n d a , E n t a n t o que la nave a todo r e m o S e esfuerza p o r c r u z a r a la o t r a b a n d a . A u n n o h a atracado a tierra, y del e x t r e m o D e la cubierta a la ribera blanda S a l t a Jasón con atrevido brinco. A r g o s y F r o n t i s siguen con ahinco.
XVIII A n t e los t r e s se p o s t r a la infelice. A b r a z a sus rodillas dolorida. " B u e n o s amigos, a m p a r a d m e — d i c e — S a l v a n d o vuestras vidas con mi vida. El Rey, inexorable, nos maldice ; E t a s todo lo sabe ; fui vendida. En el bajel está nuestra esperanza. ¡ A y si con sus jinetes nos alcanza!
XIX " La nave a p a r e j a d . E l Vellocino D e oro, p o r que venís, p r o m e t o d a r o s . D e ese d r a g ó n que vela d e contino Y o c e r r a r é los ojos, siempre c l a r o s ; P e r o antes tú, g u e r r e r o peregrino, Del a n t e d e t u s proceres preclaros, H a s d e ratificar el j u r a m e n t o que m e hiciste en fatídico m o m e n t o .
XX " J ú r a m e p o r t u s dioses tutelares que cuando m e halle en t u p o d e r s u m i s a , Siguiéndote p o r t i e r r a s y p o r mares , D e prisionera o de cautiva a guisa, Sin padres, sin parientes y sin lares, Será el honor nuestra única divisa, Y nada harás que pueda de una dama M a n c h a r el n o m b r e o
empaña r la f a m a . "
JURAMENTO
DE
JASÓN
i83
XXI La súplica i m p r e g n a d a de tristeza A l t e r m i n a r , del suelo la levanta Jasón con exquisita gentileza. L o s brazos en r e d o r de su g a r g a n t a E c h a respetuoso, y esta empieza Deprecación veraz y s a c r o s a n t a : " D e J ú p i t e r apelo al testimonio Y d e Juno , que o r d e n a el m a t r i m o n i o .
XXII
\
" S e ñ o r a : Del Olimpo al soberano Con su consorte llamo p o r testigo D e
que a t r a t a r t e sólo como hermanoA b o r d o d e m i nave y o m e obligo. D e esposo fiel t e ofreceré mi m a n o S i logro a Grecia nave g a r contigo, Y de
Jasón legítima consorte Te aclamarán mi pueblo y m i c o h o r t e . "
LIBRO
IV.
XXIII Así diciendo, tiende su derecha A la doncella, cuya diestra pura La mano de Jasón, tímida, estrecha. Ella al s a g r a d o bosque con p r e m u r a Q u i e r e llegar, y ver si se aprovecha P a r a h u r t a r el vellón la noche obscura, Y antes d e amanecer dentro la barca T e n e r l o ya, a despecho del monarca .
XXIV " Sin descanso bogar " , es la consigna que d a r a los perínclitos r e m e r o s
La p r o m e t i d a de Jasón se digna. Del dicho al hecho p a s a n t a n ligeros,
que apenas h a embarcado la maligna M a g a , los esforzados m a r i n e r o s , L u c h a n d o con la rápida corriente, S e alejan de la orilla velozmente.
EMBARCA MEDEA
185
XXV cuando levan el áncora, u n instante D e la Princesa el corazón flaquea. H a c i a la t i e r r a m i r a vacilante, La s m a n o s restregándose, Medea. A seguir i m p e r t é r r i t a adelante D u l c e m e n t e Jasón la aguijonea, Y los temores que devoran su a l m a C o n sus palabras cariñosas calma.
XXVI E s la h o r a en que los buenos cazadores D e s t i e r r a n de sus p
á r p a d o s el sueño, Confiados en los galgos c o r r e d o r e s ; V e l a n p o r los que velan p o r su dueño, Y en que no los s o r p r e n d a n los albores D e la a u r o r a gentil tienen empeño. B o r r a su luz del jabalí las huellas Y el olor desvanecen las estrellas.
LIBRO
IV
XXVII E s ó n i d e s a esa h o r a d e t e r m i n a S a l t a r a t i e r r a con la augusta d a m a E n u n lugar en que la hierba fina Alcanza, al p a r que la mullida g r a m a , T a l espesor, que el pueblo denomina A que l p a r a j e "del carnero cama", P o r que es allí d o n d e se echó p r i m e r o W reposar el volador c a r n e r o .
XXVIII Llevaba a ú n al hijo de A t a m a n t e , Y el triste F r i j o , al d e s m o n t a r r e n d i d o , A J
ú p i t e r , p a t r ó n del caminante, E d i f i c ó u n altar, agradecido. S e p u e d e contemplar, n o muy distante, E l pedestal,
que el h u m o h a ennegrecido,. D e aquel prodigio d e oro reluciente
que hizo i n m o l a r M e r c u r i o r e v e r e n t e .
EL VELLOCINO DE ORO
•I8
7
XXIX E s t e es el sitio que a la nave m a r c a P a r a que a t r a que de A r g o s la pericia.. A p e n a s la pareja desembarca Sigue, buscando la ocasión propicia, S e n d a desconocida en la comarca, D e que la m a g a audaz tiene noticia Y que conduce al colosal encino D e d o n d e cuelga el á u r e o Vellocino.
XXX ¡ Con qué fulgor aquella piel esplende T P a r e c e blanca n u b e d e v e r a n o
que el m a t u t i n o Sol tiñe y enciende. D e súbito, estridente, s o b r e h u m a n o Silbo fenomenal los aires hiende,
que r e t u m b a en el Cáucaso lejano Y desde el pie lo m u e v e hasta la c u m b r e , S e m b r a n d o p o r doquier la incertidumbre;..
LIBRO IV
XXXI Es el dragón, cuya pupila fosca en sus ojos sin fin, siempre despierta, Descubre a la pareja que se embosca, Y terrífico d a la voz de alerta. Y a alarga el cuello, ya la cola enrosca, Con escamas innúmeras cubierta, Y el que lanza feroz, grito iracundo, C o n m u e v e a la ciudad y a todo el mundo.,
XXXII Del Fasis ambas márgenes a g i t a ; "Lleva el sonido su veloz corriente A d o n d e el Lico a Cólquide limita. Alcanza a do se junta su afluente E l Araxo , y con
él se precipita H u n d i e n d o entrambos la s a g r a d a m e n t e
Del ancho m a r en las cavernas h o n d a s , ' C u a l m o n t e s elevándose sus ondas.
PANICO
XXXIII E n el bosque de M a r t e y en la Villa El pánico es mayor y el cataclismo. El hombre fuerte dobla la rodilla, Creyendo que a sus pies se abre el abismo. La joven madre envuelve en su mantilla A su recién nacido, que en el mismo L e c h o reposa, y h o r a v e convulso P e r d e r la sangre y el calor y el pulso.
XXXIV ¿Visteis en bosque de incendiados pinos Salir el h u m o e n densas espirales Y de los troncos de
árboles vecinos S u b i r al p a r e n ondas colosales
que , mezclándose en negros remolinos, Disípanse en el éter desiguales, S i n
que j a m á s la incinerada selva A recobrar su florescencia v u e l v a ?
LIBRO IV
XXXV N o de otra suerte el que enroscado vela S o b r e la encina consagrada a M a r t e F i e r o dragón, a fuer de centinela P a r a p e t a d o en alto baluarte, D e t o d o teme, una traición recela. V u e l v e sus ojos a una y o t r a parte . Y a sus inmensos círculos retuerce, Y a alarga la cabeza y se destuerce.
XXXVI La maga ante sus ojos se coloca. Su dulce voz espera que lo ablande. Con cánticos armónicos invoca Al Sueño, dios entre los dioses grande , P a r a que paralice s u h o n d a boca Y alto sopor a sus pupilas m a n d e ;
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Y a la n o c t u r n a vagabunda a c u d e , ' Reina del O r c o , a
que t a m b i é n le ayude
EL DRAGÓN ADORMECIDO
I9I
XXXVII Jasón la s i g u e ; m a s su pie vacila C o m o su corazón. P r o n t o el encanto S u r t e su efecto, y del d r a g ó n oscila E l flexible espinazo con el canto. D e círculos sin n ú m e r o la fila Se va alargando rápida entre tanto, hasta que todo al fin se desenreda, Cubriendo m u c h a s leguas d e arboleda.
XXXVIII A la ola gigantesca semejante que en el piélago surge, y m a r afuera, R o d a n d o va, y a r r a s a en u n instante E l litoral y la comarca entera, A p o c o retrocede vacilante Secos d e j a n d o campos y ribera, E n el nativo p o n t o se adormece Y al fin espejo límpido parece,
LIBRO IV
XXXIX Así el d r a g ó n ; mas su f u r o r n o apaga E l que lo abate insólito letargo, Y con abiertas fauces a la m a g a Q u i e r e engullir y al capitán del Argo. C o r t a la virgen con flamante daga D e floreciente enebro u n r a m o largo, que cuidadosa m i r a h o j a t r a s h o j a Y en narcótica droga empapa y moja.
XL D e mágico c a n t a r al eco blando E l centenar d e p á r p a d o s rocía,
que u n o del otro en pos se v a n c e r r a n d o Y u n a sobre otra cae la seca encía.
Del tósigo que a d u e r m e , acá, al i n f a n d o M o n s t r u o llena el olor la selva u m b r
í a , Y con el j u g o , precavida, b a ñ a Medeala cabeza a la alimaña.
ROBO DEL VELLOCINO
XLI Manda a Jasón que al encantado encino' Trepe ligero, m i e n t r a s ella vela, Ungiéndole la frente de contino, E l sueño del d o r m i d o centinela. Esónides el áureo Vellocino Descuelga a u d a z , y hacia la nave vuela. A p e n a s llega a bordo, también parte Ella del bosque lóbrego d e Marte .
XLII Cuando la luna llena desde el cielo acierta a penetrar por la ventana del aposento en donde el tenue velo Y
túnica sutil de blanca lana, frutos de su trabajo y su desvelo, luce la desposada, y mira ufana
que aquella luz, ya clara, ya rojiza, su vestido nupcial tiñe y matiza,
ia-
194
LIBRO IV
XLIII A s í Jasón, llevando se divierte La ponderosa piel de oro r a d i a n t e , Cjue parece doblar su b r a z o fuerte, que le a l u m b r a el c a m i n o p o r delante Y en sus mejillas sonrosadas vierte Y en su frente u n a luz p u r a y brillante. D e oveja n o , de ciervo es su t a m a ñ o , O de becerro que h a cumplido el año.
XLIV S u d o r s o es d e oro p u r o , y cae su lana, C o m o t r e n z a s d e fúlgidos cabellos, Cuelga! de su hombro izquierdo, y lo engalana, Cual manto , hasta los pies, con sus destellos.
que a algún hombre o u n dios v e n g a l a g a n a D e robar a un mortal dones tan-bellos T u r b a n d o mil temores al Caudillo, Dobla la piel para ocultar el brillo.
EL VELLOCINO A BORDO
XLV Cuando a los Argonautas se incorpora Medea t r a s Esónides, la orilla E m p i e z a suave a iluminar la a u r o r a . A ver la piel que como el r a y o brilla D e J ú p i t e r acude bullidora La juventud que el procer acaudilla. C a d a u n o hacia el metal la m a n o t i e n d e Y aquel prodigio acariciar pretende.
XLVI Prohíbelo Jasón, y en fina r o p a Recién tejida envuelve su presea. A la cubierta llévala de popa. A celebrar u n
ánime asamblea Invita luego a su gallarda tropa. ~> Preside majestuoso con Medea. Y así les dice : " A m i g o s , la p a r t i d a A Grecia n o h a y obstáculo que impida.
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ig6
LIBRO IV
XLVII " La que nos hizo desafiar los mares Y peligros sin fin, audaz empresa, M e r c e d a los afanes singulares D e la que veis espléndida Princesa, Cumplida está. Conmigo, hasta mis lares,. Ella también el piélago atraviesa. Para marido a vuestro Jefe elige: La g r a t i t u d que la salvéis exige.
XLVIII " T e m o , n o sin razón, que si E t a s n o t a que con nosotros en el Argo embarca Y logra averiguar nuestra derrota, I m p e d i r
á n que salga nuestra barca Del F a s i s con su ejército y su flota. N o sea, pues, en precauciones parca
La gente ni u n instante. L o s remeros P o r t u r n o h a n de luchar como g u e r r e r o s -
FUGA DEL ARGO
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XLIX " M i e n t r a s u n a mitad al r e m o acude, La otra mitad embrace sus broqueles, Y cada cual a su vecino escude C o n su rodela, de robustas pieles. E n v u e s t r a m a n o está que nos salude Grecia al volver cubiertos de laureles O que maldiga y llore la ignominia D e los marinos de la nave M i n i a . "
L entre entusiastas vítores, la cota D e malla ciñe y fina cimitarra La desenvaina, y de u n fendiente r o t a D e j a en la p o p a del bajel la a m a r r a . P o n e a la virgen cerca d e la escota. A n c e o cuida del timón la barra, Y entre los dos, p e r p e t u o centinela, £ 1 vastago de E s
ó n p o r ambos vela.
ig8
LIBRO IV
LI E n t a n t o que camina a t o d o remo R í o abajo la nave fugitiva, Violento acceso de furor supremo A E t a s asalta y de razón lo priva. E l y los Colquios saben y a a qué e x t r e m o Condujo insana su pasión t a n viva P o r el e x t r a ñ o huésped a Medea, Y el R e y convoca a pública asamblea.
LII En la plaza vastísima, de punta En blanco armados, Rey y ciudadanos A c u d e n presurosos a la j u n t a Cual ondas
que hacia el fin de los v e r a n o s . Cuando e n el m a r borrasca se b a r r u n t a , R u e d a n sobre la playa en copos canos, O cual las h o j a s secas que aglomera E l otoño en el bosque o la p r a d e r a .
PERSECUCIÓN
199
Lili ¿ Q u i é n acertó a contarlas? E s e c u e n t e La multitud que de u n o y otro lado Del F a s i s se desborda cual t o r r e n t e . entre la t u r b a resplandece a r m a d o E t a s en su cuadriga reluciente. V a A b s i r t o m a n e j a n d o a su costado D e los corceles rápidos la rienda, que el Sol le regaló, de a m o r en prenda».
LIV S u redondo broquel el Rey embraza de pino resinoso roja tea E s g r i m e con la diestra en vez de maza.. E n f r e n t e está su lanza d e p e l e a ; M a s ¡ a y ! , en v a n o quiere darle caza.
La nave en que se aleja su Medea Salió a la mar , y apenas se divisa, Rauda volando en alas de la brisa.
•200
LIBRO IV
LV Del Fasis al llegar a la ancha boca A l z a las manos, para sus bridones Y a J ú p i t e r y al Sol el R e y invoca Y llama a presenciar t a n t a s traiciones. F r e n t e a la t u r b a luego se coloca, Y amenazas sin fin e imprecaciones C o n t r a su reino furibundo lanza 'Si n o le a y u d a en su feroz venganza.
LVI Y a esté ancorada en abrigado puerto , •O y a bogando con hinchada lona "Vaya la nave p o r el m a r abierto, H a y que salvar de su hija la persona Y al seductor llevarle vivo o m u e r t o . S i n o , d e su justicia y su corona E l peso sentirá, t e m p r a n o o t a r d e , E s a generación baja y cobarde.
NAVEGACIÓN DEL AS.GO
301
LVII T a l amenaza a la nación entera hace correr del Fasis a la orilla, Y en u n día n o m á s bota y apera Y saca al m a r espléndida escuadrilla. V e r t a n t a barca sólida y velera 'Surcar el ponto a todos maravilla. P a r e c e m á s urna b a n d a d a de aves 'Que no u n a flota de veloces naves.
LVIII E l Argo p o r el reino de N e p t u n o Sobre las ondas, m á s que boga, vuela Merced al fuerte viento que, o p o r t u n o , E m p u j a sin cesar la hinchada vela. L o hacen soplar los
ímpetus de Juno ,
que del R e y Pelias p o r vengarse anhela Y quiere que hasta Grecia desde el H a y a
La augusta m a g a en u n m o m e n t o vaya.
202
LIBRO IV
LIX T a n r a u d a marcha, que al tercero día E l litoral de Paflagonia toca. E n el lugar do la corriente fría Del H a l i s en el p o n t o desemboca; M a n d a a t r a c a r Medea, a fuer de pía Sacerdotisa que a su Diosa evoca Y quiere m a n t e n e r siempre propicio S u n u m e n con incienso y sacrificio
LX L o s que p a r a aplacar a la t r e m e n d a H é c a t e formuló ritos y preces N i y o supe j a m
á s ni hay quien e n t i e n d a . L o misterioso a revelar n o empieces, musa ; p o n a t u s labios u n a venda. P e r o a u n hoy día p u e d e cuantas veces Q u i e r a el viajero visitar el a r a Y el templo que la m a g a edificara.
NUEVO DERROTERO
203
LXI Esónides la tierra apenas p i s a ; R e c u e r d a que hizo el ciego de otra r u t a P a r a el r e t o r n o indicación precisa. que así vaticinó nadie d i s p u t a ; P e r o convienen que dejó indecisa T o d a d e r r o t a su palabra astuta. A r g o s , que h a tiempo p o r los mares boga^. R e s p o n d e así a Jasón, que lo i n t e r r o g a :
LXII " La p r o a enderecemos desde luego A O r c ó m e n o ; verídica lo indica
La predicción d e v u e s t r o vate ciego. H a y m á 9 arriba u n a rlegión muy rica;; U n río navegable le da r i e g o :
que lo sigáis , su dicho significa Débense sus noticias, nada nuevas, A sacerdotes de la antigua T e b a s .
1
2C-4
LIBRO IV
LXIII " D e las que giran p o r el ancho cielo E n t o n c e s no brillaba estrella alguna, N i iluminaba de la noche el hielo La suave luz de la a r g e n t a d a luna. A ú n ocultaba impenetrable velo D e los D a ñ a o s la s a g r a d a cuna. Sólo de A r c a d i a en la m o n t a ñ a ignota 'Comía, raza bárbara, bellota.
LXIV " D e Deucalión la ilustre dinastía E n la t i e r r a Pelasga a ú n n o reinaba. E g i p t o entre misterios florecía, C o m a r c a de la a u r o r a se llamaba Y del linaje h u m a n o m a d r e p
í a ; A u n
que sus lluvias Júpiter negaba, E l g r a n río T r i t ó n , que aun hoy la inunda, :Se desbordaba, haciéndola fecunda.
CONQUISTAS DE SESOSTRIS
205
LXV " C u e n t a la tradición que de allí vino Acaudillando i n n ú m e r a s falanges U n rey de alto valor y mayor tino, que el Asia toda recorrió hasta el Ganges-Y E u r o p a m á s allá del m a r E u x i n o . Confiado en su estrategia y sus alfanjes, F u n d a r estados y ciudades supo, A que diversa suerte y vida cupo.
LXVI " D e u n a s n o que d a n y a ni los cimientos¿. O t r a s , del t i e m p o la g u a d a
ñ a a raya Teniendo, población y m o n u m e n t o s Conservan con afán.. E n atalaya D o s obeliscos hay, de arte portentos, E n la que aquél fundó ciudad del Haya,. Con imágenes, m a p a s e inscripciones D e las que recorrió vastas regiones.
206
LIBRO IV
LXVII " E l agudo buril con estupenda A r t e y exactitud grabó fecundo L í m i t e s y fronteras, cada senda, Cada vía en la tierra y m a r p r o f u n d o . Cjuien lo conozca, sin t e m o r e m p r e n d a E l fácil viaje p o r el ancho m u n d o . E n u n rincón del piélago bravio S e ve desembocar u n l a r g o río.
LXVIII " E s ancho y hondo, tanto, que semeja B r a z o de mar, que naves de alto p o r t e S u b i r sin riesgo p o r sus aguas deja. U n o es su c a u c e ; p e r o m
á s al N o r t e Bóreas sus fuentes u n a de otra aleja Y .a su corriente da múltiple corte. P o r u n o sale al m
á s lejano c u e r n o "Que agudo f o r m a n u e s t r o m a r interno.
DATOS GEOGRÃFICOS
207
LXIX " Por otro rumbo su caudal desvía Y hace salir al golfo prolongado que cierra la Sicilia al Mediodía. Con vuestro J o n i o m a r está ligado Y os a b r e a v u e s t r a patria fácil v í a ; Volcanes h a y p o r u n o y otro lado. Apellidaron al mayor Vesubio. Al río llaman I s t e r o D a n u b i o . "
LXX Así habla. que es el I s t e r s u camino Indícales portento soberano. P o r las bocas e n t r a r del m a r E u x i n o , P o r las bocas salir del m a r Sicano. A s
í lo m a n d a el ángulo argentino
que con estrellas dibujó la m a n o D e Juno en el sereno firmamento, Y acogen todos llenos de contento.
208
N
LIBRO IV
LXXI N o ocultan los m a r i n o s su alegría E l hijo a u g u s t o al entregar a Lico, que hasta Cólquide fué en su compañía p N i Carambín ni el Paflagonio pico S e g u n d a vez m i r a r alguno ansia. D e r e c h o s v a n al territorio rico que el I s t e r baña. L o s e m p u j a el N o t o , La milagrosa luz guiando al piloto.
LXXII D e Cólquide divídese la flota E n doble escuadra que a Jasón p e r s i g u e ; P o r las rocas Cianeas su derrota, Sin darle caza, la p r i m e r a sigue.
Del P o n t o v a a la orilla m á s r e m o t a La otra, y al I s t e r a r r i b a r consigue A n t e s
que el Argo se aperciba d e ella P o r la b a r r a que llaman Boca Bella
BOCAS DEL DANUBIO
209>
LXXIII Del río colosal cierra la e n t r a d a Isla feraz, de triangular figura. S u fino cuello y p u n t a prolongada E n el cauce p e n e t r a n con holgura. E n el frente que mira a la ensenada P o r millas hay que calcular su a n c h u r a . F i r m e entre dos canales se coloca: La Boca B e l n y la Narecia Boca.
LXXIV P o r la p r i m e r a , que es la m á s cercana,. La a r m a d a de que Absirto es almirante E n t r a veloz y g r a n v e n t a j a gana. Aunque, salió después, m a r c h a delante, P o r
que el Argo escogió la m á s lejana. D e calado mayor , a u n que distante,
La flota de los Colquios, m á s ligera, Lleva siempre a Jasón la delantera.
i3
210
LIBRO IV
LXXV A l v e r las naves huyen asustados A esconderse en el bosque los pastores, D e j a n d o en las p r a d e r a s los ganados. M o n s t r u o s se les figuran destructores que acabarán con reses y sembrados. N u n c a los primitivos pobladores Escitas o de T r a c i a y en La u r í o Los que hoy habitan, vieron u n navio.
LXXVI L o s Colquios, sin p a r a r , siguen de frente R í o arriba r e m a n d o . El m o n t e A n g u r o D e j a n a t r
á s y el p r o m o n t o r i o ingente D e Caulia, que divide como m u r o , E n dos brazos, del Ister la corriente. R
í o abajo bogar es menos d u r o , Y saliendo al Adriático la a r m a d a , C o r t a al M i n i o bajel la r e t i r a d a
EN EL ADRIÃTICO
211
LXXVII D e Absirto allí la vigilancia crece. U n g r u p o de islas hay en la bahía que p u n t o s estratégicos ofrece Al que asaltar o defenderse ansia. A todas el ejército g u a r n e c e ; Sólo de dos islotes se desvía P o r reverencia a Diana, de La t o n a Y de Júpiter hija, su p a t r o n a .
LXXVIII La s islas son que llámanse Brigeas. E n u n a se v e n e r a el santuario D e Diana, con espléndidas preseas. E n la o t r a d a n refugio hospitalario A los
héroes sus rocas giganteas C o n t r a el a u d a z ejército contrario. Y apenas llega el Argo, allí se a g r u p a n . F u e r t e s los Colquios, las demás ocupan.
na
LIBSO I V
LXXIX Crítico instante es éste p a r a el Minio. Del Salangón a la rlegión Nestida T o d o de Absirto está bajo el dominio. ¡ Del n ú m e r o mayor es la partida ! P a r a evitar la muerte y exterminio D e u n bando u otro en lucha fratricida, U n t r a t a d o d e paz celebran j u n t o s , D e que éstos son los principales p u n t o s :
LXXX A l Capitán de la falange griega E n hacer del d o r a d o Vellocino La que solicitó, solemne entrega, Saliendo vencedor, E t a s convino. L o
que el R e y prometió n i n g u n o n i e g a ; Siga con él tranquilo su camino. Si lo g a n
ó con a r m a s o con dolo A l
que lo h a conquistado importa sólo.
TRATADO DE PAZ
2l3
LXXXI Con otros ojos m i r a n a Medea. La lucha, en realidad, es p o r su h e r m a n a . A b s i r t o quiere que entregada sea A la sacerdotisa de Diana hasta que el tribunal de reyes vea S u causa, y la justicia soberana Si a su padre h a de ser restituida O con los héroes proseguir decida.
LXXXII Llega al oído de la m a g a e n parte La que se está fragua n d o n e g r a t r a m a . E l
corazón de angustia se le parte , Y desatalentada al jefe llama. L e j o s de los demás con
él d e
parte ; Y a solas, ya su cólera d e r r a m a , Y a con sollozos se interrumpe débil, Y al fin su p e n a así desfoga flébil:
LIBRO IV
LXXXIII " ¡ H i j o de E s ó n ! ¡ Q u é p r o n t o la m e m o r i a S e b o r r a de los grandes beneficios! ¿ T e basta u n rayo efímero de gloria P a r a olvidar mi a m o r y sacrificios? ¡ C u a n otro aquella noche perentoria E n que mi intervención y mis servicios Solicitabas de rodillas, antes D e tu lucha con toros y g i g a n t e s !
LXXXIV " ¿ A d o n d e tui solemne j u r a m e n t o P o r Júpiter , p a t r o n o del que implora Mercedes, se llevó maligno viento? ¿Adonde t u p r o m e s a s e d u c t o r a ? ¿Adonde fué la miel de aquel acento
que m i decoro d e gentil señora M e hizo olvidar, y alcázares y h o n o r e s , P a d r e s y p a t r i a y regios esplendores?
QUEJAS DE MEDEA
2l5
LXXXV " A q u í me tienes, como alción marino que a caza de algún pez los mares m i d e , P o s a d a en mástil de flotante pino. que de cuanto h a a d o r a d o se despide P o r conquistarte el á u r e o Vellocino, P a r a que infiel t u corazón olvide que sin mis p r e n d a s y mi ciencia r a r a E l insomne dragón aum hoy velara.
LXXXVI " L o s que ú ñ e n m e contigo, íntimos lazos, D e hija, de h e r m a n a y prometida esposa, ¿ P o d r
á la ingratitud hacer pedazos? Del tribunal
que amenazarnos osa N o m e abandones en los regios brazos. Si d e enemigo juez sentencia odiosa A volver a mi p a d r e me condena, M u e r t e m e aguarda o infernal cadena.
LIBRO IV
LXXXVII " S é t ú mi defensor. La ley te a m p a r a ; T e obligan el honor y la justicia, E l crimen a los dos nos equipara. D e entrambos es el y e r r o o la impericia. Si no, mi cuello de u n a vez separa Del tronco. Así castiga mi estulticia. 'Si el galardón m e d a t u propio acero D e mi ardiente pasión, contenta m u e r o .
LXXXVIII " ¡ M o r i r ! ¿ B a j a r al T á r t a r o p r o f u n d o Y o sola, o a f r o n t a r de uin rey t i r a n o Y cruel genitor el iracundo "Semblante, mientras t
ú vuelves ufano Con el laurel de vencedor del m u n d o ? N o lo permita, no, del soberano J
ú p i t e r la consorte bienhechora, •Que dices ser t u diosa protectora.
IMPRECACIONES
217
LXXXIX " T o r n a a la patria, s í ; p e r o agobiado P o r penas y recuerdos de mis males. T r a g u e el A v e r n o tu vellón d o r a d o Y olvídenlo cual sueño los mortales. V a y a n doquier que fueres a t u lado V e n g á n d o m e las F u r i a s infernales. T e n d r á mi maldición su c u m p l i m i e n t o ; L o exige t u violado j u r a m e n t o .
XC " hace d m o f a de mí. N o será largo E l tiempo que gocéis de vuestra alianza.'
La voz le apaga su rencor amargo . que m a r la nave quiere en su venganza Y entre las llamas perecer del Argo. Esónides, con miedo y desconfianza, Así r e s p o n d e : " C
á l m a t e , ¡oh P r i n c e s a ! •Cuanto ha pasado a mí también m e pesa.
2l8
LIBRO IV
XCI " D u r a necesidad a hacer el pacto que t a n t o te enfurece nos obliga. Muy pocos somos, y al p r i m e r contacto N o s cercará la a u d a z nube enemiga, M a n d á n d o n o s al T á r t a r o e n el acto. ¿Cuál tu suerte será, mi dulce a m i g a ? Volver cautiva a la p a t e r n a corte O sin gloria m o r i r con mi cohorte.
XCII " E l pacto es u n a r d i d p a r a salvarte. N o es t r a t a d o d e p a z , es t r e g u a sólo P a r a que ejerzas de t u magia el arte. A falta de estrategia, impere el dolo. Y a
que s u protección nos niega Marte,, H a z que nos salven H é c a t e y Apolo. M a r a
ñ a s en u r d i r eres p e r i t a : A A b s i r t o el m o d o de p e r d e r medita.
ASECHANZAS
XCIII " P u e b l a n el litoral tribus serviles. Creen a t u hermanocapitán experto Y a nosotros y a ti muéstranse h o s t i l e s ; P e r o u n a vez el Almirante m u e r t o , A mi cohorte se u n i r
á n p o r miles, Y en emboscada, o bien en campo abierto,. Combatiré yo mismo con ventaja Si el enemigo el paso nos a t a j a . "
1
XCIV Estrepitosa réplica provoca Del Capitán la conciliante arenga. "Contra loca agresión, defensa loca. P r e s e n t e esta v e r d a d t u pecho> tenga. A ti librarme de los Colquios toca Y yo h a r
é a A b s i r t o que a entregarse venga» •—Dice la m a g a — ; t ú los ricos dones L e ofrecerás, que ablandan corazones.
•220
LIBRO IV
XCV " S i quien t r a m ó la red tan complicada P a r a h u r t a r el vellón y el plan t a n vario Merece tu confianza ilimitada, M a n d a a mi hermanoalgún p a r l a m e n t a r i o que con hábil palabra lo p e r s u a d a A venir a mi estancia solitario. A r m a s yo- t e d a r é con que asesines A t u rival. ¿ S e c u n d a r á s mis f i n e s ? "
XCVI ¡ Q u é red sutil de engaños y traiciones Se tiende en esta inicua conferencia A l jefe de los Colquios e s c u a d r o n e s ! D e s a g r a d a amistad bajo apariencia S e h a n p r e p a r a d o hospitalarios dones, Regalo de los N
ú m e n e s o herencia, Y
túnica de p ú r p u r a le ofrece Jasón , que como u n astro resplandece.
PÉRFIDOS REGALOS
321
XCVII Con sus dedos de rosa las tres GraciasL o tejieron en la ínsula d e D í a P a r a Dioniso. E n las riberas T r a c i a s A T o a n t e , su hijo, la cedía B a c o gentil. Después de sus desgracias E n L e m n o s lo g u a r d ó la reina pía Y allí donó la espléndida presea A Esónides la tierna Hipsipilea.
XCVIII P o r t á b a l a feliz Baco divino Cuando cayó vencido p o r el sueño
que causa a ú n a los Númenes el vino, Y olor de suavidad le dio su dueño.
que a u n hoy exhala el peplo p u r p u r i n o Y d e A r i a d n e recuerda el v a n o e m p e
ñ o Con que de Cnoso a la lejana Día A Teseo ingratísimo seguía.
222
LIBRO IV
IC La astuta maga, sin p e r d e r m o m e n t o , C o n los embajadores se apersona que con A b s i r t o v a n a parlamento Y a lo que han de decir los alecciona: Venirse con Jasón n o fué su i n t e n t o ; A Cólquide t o r n a r sólo ambiciona. L o s vastagos de F r i j o — b i e n lo sabe— P o r fuerza la t r a j e r o n a la nave.
C C o n f o r m e a lo pactado, y a de Diana L l o r a frente al altar su desventura. A visitar a t u cautiva h e r m a nave n al abrigo de la noche obscura. J u n t o s ,
será la vigilancia v a n a Del Griego y t r a m a r é i s hábil conjura P a r a r o b a r el Vellocino d e oro Y devolver al H a y a su tesoro.
TRAICIONES DE AMOR
223
CI M i e n t r a s así de hipócritas mensajes D e los heraldos la barquilla carga, Mágicos filtros, drogas y brevajes E n las aguas y atmósfera descarga, Cuyo p e r f u m e hechiza a los salvajes Y los sentidos del Caudillo embarga. Su fuerte olor atrae hasta las fieras, P o r r e m o t a s que estén sus m a d r i g u e r a s .
CU ¡ M o n s t r u o de perdición, A m o r perverso, O r i g e n y fautor de cuantos males O s a n t u r b a r la paz del u n i v e r s o ! D e Medealos
ímpetus fatales N a r r a r no puede mi cansado verso, Si t ú a infundirle inspiración no sales. Y p u e s los dedos del cantor se e n t u m e n . P u l s a mi lira tú, funesto N u m e n .
224
LIBB0 IV
CIII T ú , que avezado estás de las m u j e r e s A t r a n s f o r m a r en odios los a m o r e s , C o n t r a los hijos á r m a t e , si quieres, D e nuestros aguerridos agresores. T ú , que el h o r r e n d o crimen le sugieres, N a r r a de la celada los h o r r o r e s que , c oro n a d a de laurel y m i r t o , T i e n d e la m a g a al e n g a ñ a d o Absirto.
CIV A la ínsula de Diana m a n d a el p a c t o que c u s t o d i a d a lleven a Medea; L e d a n los
héroes cumplimiento exacto. Después cada bajel lejos fondea, E v i t a n d o entre sí t o d o contacto. Sólo
Jasón, sin que n i n g u n o vea D o va, del T e m p l o queda a poco t r e c h o , D e A b s i r t o y d e los suyos en acecho.
MUTUAS TRAICIONES
CV E s t e , al a m p a r o de la noche opaca, Confiado en las p r o m e s a s engañosas, D e la dispersa escuadra se destaca, C r u z a del mar las olas borrascosas Y en la Isla sacra en su bajel atraca. H o l l a n d o sin escolta las baldosas Del santuario, a solas, de Medea L o s falaces propósitos sondea.
CVI ¡ S o n d e a r a la m a g a ! ¡ hombre sencillo! A l niño se asemeja, que inocente, A t r a
í d o del agua p o r el brillo, P r e t e n d e v a d e a r fiero t o r r e n t e . T r a m a n allí la
muerte del Caudillo Y el exterminio d e la e x t r a ñ a gente. A sus proyectos fácil se doblega S u h e r m a n a , y si es
traición n a d a le niega. "4
226
LIBRO IV
CVII ¡ O h T e m p l o ! ¡ Quién creyera cuando el que en el vecino continente m o r a , T e construyó piadoso, p a r a abrigo D e la imagen de Diana cazadora, que de t a m a ñ o s crímenes testigo S e r í a la Deidad quie en ti se a d o r a ! D e súbito Jasón de su emboscada Sale blandiendo la desnuda espada. Brigo,
CVIII La vista en t o r n o , cauteloso, g i r a . C o m o d e reses m a t a d o r gigante E n el t oro mayor p o n e la m i r a Y le descarga golpe fulminante, A s
í el hijo de E s ó n , a r d i e n d o en ira,
Del hijo de E t a s p á r a s e delante, A l z a el acero, hiere y d e u n fendiente
en dos lo parte , del a l t a r e n f r e n t e .
ASESINATO DE ABSIRTO
2*7
CIX Vuelta la faz, que oculta bajo el velo para no ver el desigual combate, está Medea, cuando cae al suelo su víctima en el atrio. No lo abate el vencimiento o de la muerte el hielo ; Y aun que su corazón apenas late, entrambas manos en su sangre moja Y al rostro de la pérfida la arroja.
CX Del blanco velo que el carmín empaña ella sacude el líquido tranquila. En el
cadáver el feroz se ensaña y las extremidades le mutila. La sangre con los labios le
restaña.
Tres veces en lamerla no vacila, y tres veces la escupe. Así redime su honor el
que a traición el hierro esgrime.
LIBRO IV
CXI
L a F u r i a v e n g a d o r a , del A v e r n o Sale y contempla con enjutos ojos
La triste escena de rencor f r a t e r n o . D e A b s i r t o d a a los h ú m e d o s d e s p o j o s S e p u l t u r a
Jasón, y el sueño eterno D u e r m e do lo llevaron sus a r r o j o s . L l á m a n s e desde entonces A b s i r t i n o s L o s nuevos insulares peregrinos.
CXII
D e l Argo el vigilante centinela V e que u n a luz en la ínsula f u l g u r a . E s la ansiada señal que les revela E l
éxito feliz de la a v e n t u r a .
Del contrario bajel, do nadie vela, E n llegar al costado se a p r e s u r a E l Argo, cuyos n a u t a s su coraje M u e s t r a n al empezar el abordaje.
MATANZA DE COLQUIOS
22g
CXIII P a r a m a t a r b a n d a d a s d e pichones D e gavilanes basta una pareja. Si cae u n a familia de leones N o queda del rebaño ni u n a o v e j a ; A s í de los contrarios escuadrones U n p u ñ a d o de nautas ni u n o deja. D e sangre lleno, sí, de hombres vacío, F l o t a al azar dé Cólquide el navio.
CXIV Cuando y a empiezan a n o t a r s u falta Viene a ofrecer su innecesaria a y u d a
Jasón ; a bordo de la nave salta Y a su legión, incólume, saluda. P e r o a u n
que la victoria fué muy alta, A n t e s que el resto d e la flota a c u d a E n su persecución, que el Argo t u e r z a S u rumbo y zarpe sin demora es fuerza.
LIBRO IV
cxv
¿ Q u é camino seguir ? Q u i e r e la m a g a S u opinion e x p r e s a r ; p e r o Peleo H a b l a y la voz de la doncella a p a g a : " E s t a noche partir es mi deseo A n t e s que venga el enemigo en zaga. rumbo opuesto llevad. Si, cual p r e v e o ,
La flota Colquia se dirige a O r i e n t e , La p r o r a enderezad hacia Occidente.
CXVI " A l verse de su Príncipe p r i v a d o s , U n o s seguirnos p e n s a r
á n la p i s t a ; O t r o s renunciarán, desanimados, Del vellón a la v a n a reconquista. Buscarnos n o p o d r
á n p o r todos l a d o s , Y cuando de alcanzarnos se desista P o d r e m o s , sin t e m e r d e m a n d a necia, V i r a r d e b o r d o y regresar a Grecia.'*
RETIRADA
CXVII Con su p r u d e n t e hablar de E a s o el hijo A la mar i n a juventud conmueve, Y cada cual sobre su banco fijo Con t a n t a robustez el r e m o mueve, que en pocas horas de bogar prolijo Cruzan el mar ; y, t r a s pasaje breve, F r e n t e a la isla de Electra, y a a la entrada Del E r í d a n o , el Argo está ancorada.
CXVIII La muerte d e su P r í n c i p e alborota La hueste Colquia y a vengarlo incita. R e c o r r e r
á el Adriático su flota. Y ¡ ay d e Jasón si resistir m e d i t a ! P e r o que siga la
única d e r r o t a P o r que alcanzarlo puede, Juno evita,
La n z a n d o con furor r a y o t r a s rayo, que la sumerge en fúnebre desmayo.
LIBRO IV
CXIX N o h a b r á persecución. P e r o la furia D e E t a s que a m á s desgracias los a r r a s t r e T e m e n , si se presentan en su curia Con sus bajeles frágiles sin l a s t r e ; Sin el vellón, perdido por su i n c u r i a ; Sin Medea, causante del d e s a s t r e ; Y prefieren fundar vasta colonia E n d e r r e d o r de la feraz Ausonia.
CXX U n g r u p o en la isla que la sangre inunda Del pobre Absirto, sus cabanas p l a n t a ; Del Ilírico río en la fecunda R i b e r a u n a ciudad otro levanta, Y con m u r o s y t o r r e s la circunda. Allí de C a d m o está la t u m b a santa. O t r o s v a n a habitar entre los F a u n o s D e los llamados hoy montes C e r a u n o s .
BOCAS DEL PO
233
CXXI Cuando observa Jasón que ya no viene U a chusma a retaguardia, al fin reposa. Del río en la e n t r a d a se detiene. E s su navegación muy peligrosa P o r el n ú m e r o de islas que contiene, La espesa niebla y la corriente u n d o s a . A los Hílenos pedirá u n experto Piloto que los guíe con acierto.
CXXII N o es t r i b u y a de indómitos salvajes, Y a darles libre tránsito se allana. U n a trípode de oro, como gajes, O f r e c e el Capitán d e buena gana. Apolo, e n el p r i m e r o de los viajes
que hizo a explorar su voluntad a r c a n a , D o s iguales le dio de a m o r en p r e n d a , Y le ordenó que de u n a se desprenda.
LIBRO IV
CXXIII T i e r r a que a aquella t r í p o d e d a a b r i g o J a m á s — e l H a d o así lo determina— La s plantas hollarán del enemigo. P r o m e s a t a n brillante la fascina; A c o g e al e x t r a n j e r o como amigo, Y el d o n precioso la ciudad H e l i n a E n foso profundísimo sepulta Y a las m i r a d a s del p r o f a n o oculta.
CXXIV Hospitalaria a Esónides recibe La g r a n Ciudad. S u f u n d a d o r ilustre, H i l o , el hijo de Alcides, y a n o vive. S u m a d r e fué la N
á y a d e p a l u s t r e Melita. E n el mar J o n i o se percibe Isla pequeña. Baco le dio lustre. F u
é su nutriz, y se llamó M a c r i d a . Melita allí fué de H é r c u l e s querida.
COLONIA FEACIA
235
CXXV Cuando, llevado de ímpetus voraces, M a t ó a su prole, del atroz delito Pidió la absolución a los Feaces. P a r t i ó , cumplido el expiatorio r i t o ; P e r o no quiso el hijo hacer las paces Con el que lo a m p a r ó , fiero N a u s i t o , Y u n reino se buscó en la mar Saturnia,. Como exigía su divina alcurnia.
CXXVI C o n u n p u ñ a d o d e Feacia gente, que lo siguió d e a m o r en testimonio, A establecer colonia armipotente S e aventuró en las islas del mar Cronio.. N a u s i t o mismo le ayudó p r u d e n t e ; P e r o al llegar del litoral A u s o n i o S u s bueyes a robarle los M e n t o r e s , M u r i
ó luchando en tiempos posteriores..
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LIBRO IV
CXXVII Y ahora, ¡ oh musa s , célicas D e i d a d e s ! , Venid, cantemos cómo el Argo vino A abrirse p o r las islas Estecades Y la Ausonia península c a m i n o ; Q u é viento lo e m p u j ó ; qué tempestades L e hizo a r r o s t r a r la fuerza del D e s t i n o ; P o r qué, al tocar al término su empresa, S e aleja y nuevos mares atraviesa.
CXXVIII Conmueve hasta los cielos la inaudita Traición que a A b s i r t o dio
muerte cruenta, Y al R e y de las Deidades tanto> irrita, -Que exterminarlos J
ú p i t e r intenta. M a s su bondad lo mueve a que p e r m i t a A la hechicera Circe la sangrienta M a n c h a purificar, con sus divinos •Ritos, de los feroces asesinos.
POR LAS ISLAS
237
CXXIX nada a los héroes Júpiter revela, N i con la previsión de los azares que v a n a padecer los desconsuela A n t e s de regresar a sus hogares. M a s p o r instinto a b a n d o n a r anhela Jasón aquellos peligrosos mares, Y lejos de las islas que la flota Colquia ocupó seguir otra derrota.
CXXX Del territorio H i l e o se retira E l Argo. D e j a a t r á s las D i s c e l a d a s ;
La s L i b u r n e n s e s desde lejos m i r a ; 'A Issa y a Piteya, islas s a g r a d a s , A p e n a s v e ; lo mismo que a Corcira L e dio su nombre, ninfa d e d o r a d a s T r e n z a s , hija d e Asopo, a quien a r d i e n t e A m
ó el señor del fúlgido tridente.
238
LIBRO IV
CXXXI E n c a n t a de sus selvas la espesura, Y al verla desde el mar el navegante Apellidó a Corcira la Isla obscura. Brisa gallarda llévalos delante D e Mélite, y el n a u t a se figura V e r de Ceroso el pico culminante. P o r último, la vista de Ninfea, D o n d e reina Calipso, los recrea.
CXXXII Y a la Ceraunia sierra en lontananza Divisar imagínase el piloto, Cuando recuerda Juno la m a t a n z a ,
La indignación de Júpiter y el v o t o ; C o n t r a la p r o r a de la nave lanza F i e r a procela, y el adverso N o t o
La hace t o r n a r al p u n t o d e p a r t i d a , Llevándola hasta E l e c t r a a t o d a b r i d a .
HABLA LA QUILLA
CXXXIII D e súbito en el fondo de la nave D e voz h u m a n a el varonil acento Se escucha, t a n armónico y suave, que calla el p o n t o y enmudece el viento. E s de D o d o n a la encantada trabe, A quien Minerva dio vida y aliento, Y la que tronco fué de añosa encina E n la quilla del Argo v a t i c i n a :
CXXXIV " D u r a navegación, larga y molesta, La indignación de J o v e les p r e p a r a . Mucho
que e r r a r y que sufrir les resta. N i volverán a v e r la p a t r i a c a r a Si antes n o lavan la
traición funesta
que a Absirto derribó — l a voz declara—. P a r a expiarla a Circe hay que acogerse, H i j a del Sol y d e l a augusta P e r s e .
240
LIBRO IV
CXXXV
" P o r t a n t o , los perínclitos gemelos Castor y P ó l u x súplica ferviente Dirijan a los Reyes de los cielos P a r a que de su mar y continente N o s a b r a los caminos sin recelos Ausonia, a sus m a n d a t o s obediente."
La voz del Argo y negros vaticinios E l corazón oprimen de los Minios.
CXXXVI
Sólo los dos T i n d á r i d e s hermanos , Sin abrigar t e m o r de adversidades, Alzando al cielo suplicantes manos, P i d e n p a r a el bajel prosperidades. Con viento y a de popa, v a n livianos Saliendo de las recias tempestades Y e n t r a n en el E r
í d a n o de frente Sin que la tradición los a m e d r e n t e .
MUERTE DE FAETONTE
241
CXXXVII N a r r a n allí verídicas leyendas que cuando F a e t o n t e del p a t e r n o C a r r o del Sol arrebató las riendas, Sin fuerzas p a r a g u i a r su brazo tierno, Abandonó las conocidas sendas, D e j a n d o a los caballos sin g o b i e r n o ; Y t a n t o se acercó a la t i e r r a fría, que y a u n a parte con su fuego ardía.
CXXXVIII P a r a evitar la destrucción del m u n d o , Jove sus rayos disparó al mancebo, Cayendo en el E r
í d a n o profundo, Casi abrasado, el vastago de Febo. Yace el cadáver entre el limo i n m u n d o E n u n remanso, donde siempre nuevo F u e g o lo quema, y en espesa nube
Del inflamado pecho el h u m o sube.
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242
LIBRO IV
CXXXIX J a m a s aquellas aguas a ave alguna F u é d a d o a t r a v e s a r . S ú b i t a llama Sale del fondo y cae a la laguna. D e Helíades la turba, a u n m u e r t o , lo ama, Y e n c e r r a d a en u n á l a m o c a d a u n a , D e ámbar, a gotas, lágrimas d e r r a m a . P e r o la Celta tradición sostiene que d e á m b a r el r a u d a l de Apolo viene.
CXL Esculapio nació de su connubio C o n C oro n i s ; cruel le reconvino S u genitor, y el N u m e n boquirrubio A las regiones H i p e r b
ó r e a s vino. E n l a s fuentes del R h i n y del D a n u b i o ÃTanto lloró a su vastago divino,
que sus lágrimas de á m b a r la corriente Del E r í d a n o a r r a s t r a hasta el presente.
LLANTO BE LAS HELÃADES
243
CXLI E s t o n a r r a n los Celtas. P e r o el hecho E s que, al e n t r a r los nautas en el río, .La fetidez del h u m e a n t e lecho D e F a e t o n t e causa tal hastío, •Que, sin p r o b a r bocado, con el pecho Lleno de angustia y agotado el brío, T o d o el día r e mar o n . Anochece, Y m á s triste espectáculo aparece.
CXLII Descúbrense las sombras colosales de álamos gigantescos en hilera. De Apolo son las hijas, que a raudales, D e su hermanola
muerte lastimera L l o r a n entre lamentos funerales •Que ensordecen la lóbrega ribera, Y como aceite, encima d e las ondas, Deslízanse sus lágrimas redondas.
244
LIBRO IV
CXLIII A sus oídos el rugir h o r r e n d o Llega después como de cien t o r r e n t e s . Del R ó d a n o y E r í d a n o el estruendo E s , al u n i r entrambos sus corrientes. I n m e n s o territorio recorriendo Del N o r t e viene aquél. Allí sus fuentesB r o t a n en tierras negras y desiertas, Del reino de la noche entre las p u e r t a s -
CXLIV A l Océano abriéndose camino, Sale a su inmensidad por anchas bocasAl piélago de Jonia y al E u x i n o Llega a través de montes y de rocas. S u s ondas bebe el golfo S a t u r n i n o
La g o s c r u z a n d o con revueltas locas. Al fin, por siete fauces se despeña E n los azules mares de Cerdeña.
EL RÓDANO Y EL RHIN
245
CXLV A la merced del R ó d a n o se entrega P o r las regiones Célticas el Argo; Fácil entre sus márgenes navega S i n encontrar obstáculo ni e m b a r g o ; P e r o en diversos brazos se desplega, F o r m a n d o lagos en su curso largo •Que con ignoto mar lo comunican Y del bajel los riesgos multiplican.
CXLVI P o r u n o de ellos a la mar de A t l a n t e L o e m p u j a y a terrífica procela.
Jasón , de aquellos vientos ignorante, Peligro de naufragio no recela. Juno lo o b s e r v a ; p
á r a s e d e l a n t e ; M a n d a v i r a r y recoger la vela. T a l grito
lanza e n el peñón H e r c i n i o ,
que t u r b a el éter y acobarda al Minio.
246
LIBRO IV
CXLVII P o n e a los héroes en segura vía, Y desde entonces la benigna Diosa Con más empeño su d e r r o t a guía. Envuélvelos en niebla tenebrosa, que de Celtas y L í g u r e s de día L o s oculta a la t u r b a . peligrosa, hasta que salvos los acoge el s e n o Del t a n t o suspirado mar T i r r e n o .
CXLVIII D e Júpiter merced a las b o n d a d e s P a r a con sus Gemelos favoritos, A r r i b a n a las islas Estecades. Allí los h o n r a n con perpetuos ritos. D e s d e entonces a t o d a s las edades S e extienden los favores infinitos D e Castor y d e P
ó l u x , hoy p a t r o n e s D e las naves de todas las naciones.
ISLA D E CIRCE
247
CXLIX D e Etalia van a la isla encantadora E n breve tiempo, y anclan en seguro puerto , que el n o m b r e d e Argo lleva ahora. Con piedrecillas de color obscura Seca el sudor la gente remadora, que sus cuerpos empapa y desfigura. La s piedras hoy semejan piel h u m a n a Y a r m a s a r r o j a el mar cada mañana.
CL Vuelven al mar , y al litoral T i r r e n o S e acercan del Ausonio continente.
La matutina luz brilla de lleno E n la ínsula del H a y a de Occidente, que b r i n d a p a r a anclar cómodo s e n o ; Y al fondear, a Circe ven enfrente,
que , de rodillas, a lavarse empieza Con la salobre linfa la cabeza.
248
LIBBO I V
CLI D e la noche anterior a ú n parece Con los fatales sueños a t e r r a d a .
La sangre, de su alcázar enrojece T a p i a s , paredes, cámaras y entrada. A r d e n las hierbas mágicas que ofrece A cuantos hombres v a n a su m o r a d a , Y con p u
ñ a d o s de la s a n g r e tibia
La llama apaga y su t e r r o r alivia.
1
CLII P o r t a n t o , cuando el alba apenas r a y a Sale a lavar su rubia cabellera, S u s rojas manos y m a n c h a d a saya. E x t r a
ñ o s animales en hilera
La siguen a su alcázar y a la playa. S u s cuerpos son ni de hombre ni de f i e r a ; M i e m b r o s de toda clase y c a t a d u r a C o m p o n e n su estrambótica estructura.
CIRCE
СЫРNacieron las informes alimañas Cuando la m a d r e T i e r r a , h ú m e d a y fría, A u n no consolidaba sus entrañas, N i el Sol la calentaba, ni llovía. E l tiempo sólo p u d o a esas e x t r a ñ a s F i g u r a s desbastar con valentía Y darles disciplina y movimiento C o m o a ejército en paz o m a n s o a r m e n i o .
CLIV E s o s rebaños de tranquilas fieras, que en nada se asemejan a leones, A tig res o a carnívoras panteras, A s o m b r a n a los g rieg os campeones. D e Circe las exóticas maneras, T r a j e oriental y cólquicas facciones M i r a con atención la caravana, Y reconoce de E t a s a la h e r m a n a .
LIBRO I V
CLV D e su nocturno pánico repuesta, S o b r e sus pasos a volver se atreve. H a l l a f o r m a d a a la legión a p u e s t a ; A r o m p e r filas la convida aleve Y a p e n e t r a r en su mansión funesta. P o r orden de Jasón nadie se mueve, Y él solo avanza a paso acelerado Con la virgen de Cólquide a su lado
CLVI Sin que de su visita el fin columbre, T a b u r e t e s de h o n o r Circe presenta. Ellos se acercan j u n t o s a la l u m b r e ; M a s ni u n o ni otro a n t e el h o g a r se sienta, C o m o es de penitentes la costumbre. Con a m b a s m a n o s ocultar intenta Medeael rostro, m i e n t r a s
él clavada D e j a en el suelo la homicida espada.
ABSOLUCIÓN D E CIRCE
CLVII A l v e r que permanecen largo rato L o s ojos sin alzar, Circe comprende que absolución de algún asesinato H a n venido a impetrar. D e J o v e atiende,. P a t r ó n de suplicantes, al m a n d a t o , Y el expiatorio rito luego emprende. Su N u m e n justiciero culpa y vida P e r d o n a , si se humilla, al homicida.
CLVIII P o n e u n lechón, que de nacer acaba,. Sobre sus dos c a b e z a s ; lo degüella, Y con la s a n g r e que d e r r a m a lava
La s m a n o s de Jasón y la doncella. A Júpiter, en tanto, humilde alaba,
que b o r r a de los crímenes la huella, A c o m p a ñ a n d o n u e v a s oraciones
La s puríficadoras libaciones.
•252
LIBRO I V
CLIX M i e n t r a s las ninfas N á y a d e s , sus d a m a s , Sacan al basurero el desperdicio, La s visceras a r r o j a ella a las llamas Y pide que se acepte el sacrificio, La s F u r i a s aplacándose y sus t r a m a s , Y mirándolos Júpiter propicio, Y a la vertida sangre ajena sea O de las propias tribus y ralea.
CLX Cumplido al fin cuanto prescribe el rito, TLevanta a la p a r e j a penitente. Ricas sillas le d a ; con su exquisito T a c t o , ella misma se coloca enfrente. S u historia les p r e g u n t a , su inaudito Viaje, cuál es su origen y su gente. C-rande interés -en la doncella t o m a Y quiere que hable en su nativo idioma.
CONFESIÓN
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CLXI D e la noche anterior la pesadilla La a b r u m a aún, y averiguar le i m p o r t a Cuál es de su cliente la mancilla. L o s ojos la v e alzar, y queda absorta Con el fulgor que en su pupila brilla. E s e círculo de oro que recorta Del globo azul celeste el fuego vivo D e los hijos del Sol es distintivo.
CLXII E s su s o b r i n a ; le habla su d i a l e c t o ; D i c e que si h a entregado el Vellocino P o r Calcíopa débelo al afecto. N a r r a las peripecias del camino. T e m i
ó d e la i r a d e E t a s el efecto, Y h u y ó con el caudillo p e r e g r i n o . N o omite con los toros la b a t a l l a ; Sólo el aleve fratricidio calla.
LIBRO I V
CLXIII P e r o la hija del Sol c o m p r e n d e t o d o , Y a u n que la compadece, a su parienta D i r i g e la palabra de este m o d o : " ¡ D e s v e n t u r a d a ! T u villana afrenta A t u estirpe y t u R e y cubre de lodo. T u locura escapar e n v a n o intenta D e t u irritado p a d r e a la v e n g a n z a ; V e r á s como hasta Grecia audaz se lanza.
CLXIV " P e r o eres mi sobrina, y a m i p u e r t a L l a m a s t e en actitud de s u p l i c a n t e ;
que en t u perseguidora m e convierta N o esperes, ni en amiga, en' adelante. A ese galán de procedencia incierta Sigue a despecho de t u p a d r e a m a n t e . Aléjate al m o m e n t o d e mis o j o s ; N o n i e g u e s m
á s a n t e mi h o g a r de h i n o j o s . "
EXPULSIÓN D E MEDEA
255
CLXV Medea queda inmóvil en la s a l a ; Los p á r p a d o s se cubre con el m a n t o , A v e r g o n z a d a y mustia. A l fin exhala A mar g o s ayes y p r o r r u m p e en llanto. D e la mansión do vino enhoramala, Después de t a n t o e r r a r y sufrir t a n t o , La saca el h é r o e ; de la m a n o asida, Ella m a r c h a con él, casi sin vida.
CLXVI N o escapan a los ojos de la esposa D e J o v e augusto, que p o r ellos vela. S u embarque, p o r encargo de la Diosa, Acecha, vigilante centinela, D e s d e las nubes, I r i s luminosa. A d a r aviso a su
señora vuela, Y así le dice Juno , s o r p r e n d i d a : " E s c u c h a , p o r favor, I r i s
que r i d a :
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LIBRO I V
CLXVII " S i alguna vez mis ruegos celestiales Gentil oíste, m á s que nunca a h o r a Q u i e r o que en el servicio te señales D e mi deidad, que t u socorro implora. Con r a u d a s alas baja a los cristales Del t r a n s p a r e n t e mar , do T e t i s mora, Y d i l e : " V e n , t e necesita Juno ; " S a l de tu linfa sin r e p a r o a l g u n o . "
CLXVIII " D e s p u é s a las orillas del Sicano I r á s , donde el sonoro martilleo T e indicará las fraguas de Vulcano. E x p r e s a r
á s al N u m e n mi deseo D e que sofoque su potente m a n o
La s llamas del Vesubio y el E t n e o , Y a t r a b a j a r en Lípari se niegue . M i e n t r a s el Argo en ese mar navegue.
EMBAJADA D E I R I S
CLXIX " T r a s Eolo, monarca de los vientos, H i j o s del éter, volarás aprisa, Y d e pacificar los elementos L e d a r á s de mi parte orden precisa. H a g a que el N o t o calme sus alientos, Y el Aquilón y la nocturna brisa. D e j e soplar n o más Céfiro leve que a los Feacios a la nave lleve."
CLXX I r i s , desde el olímpico boscaje Salta veloz. Con rápido aleteo H i e n d e los a i r e s ; t r a s etéreo viaje, S u m
é r g e s e en las agua s del E g e o , D o n d e halla a Tetis y le da el mensaje E n el p a t e r n o alcázar de N e r e o , Y fácil la p e r s u a d e a que se apreste A v e r a Juno en s u mansión celeste.
16
258
LIBRO I V
CLXXI H a b l a a Vulcano, y cesa desde luego E l golpe del martillo y el soplido Del fuelle enorme que alimenta el fuego. A E o l o se d i r i g e ; y, comedido, La s órdenes de Juno acata ciego. I r i s refresca el cuerpo e n t u m e c i d o ; T e t i s p a d r e y h e r m a n a s abandona, Y con Juno en Olimpo se apersona.
CLXXII La augusta Diosa a la Deidad marina Sienta a su lado, cariñosa besa Y d i c e : " S a b e s bien, T e t i s divina, C u
á n t o d e E s ó n el hijo m e interesa,
que , al m a n d o de su nave peregrina, T u s llíquidos dominios atraviesa. ¿ M e negarás la gracia que t e pido P o r socorrer a u n h
é r o e t a n
que r i d o ?
JUNO Y TETIS
CLXXIII " N o ignoras que c r u z a r o n hace poco La s terribles Simplégades errantes, D e tempestades y desastres foco. P a s a r en medio de esas rocas antes que mis amigos, fuera intento l o c o ; M a s yo sobre las ondas espumantes L l e v é la nave con seguro pulso, Y al E u x i n o salió bajo mi impulso.
CLXXIV " D e Escila p o r la roca formidable Y p o r el espantoso remolino D e Caribdis la lleva inevitable
La voluntad de J o v e y del Destino. Del g r a n cariño déjame que te hable
que a u n i r m e a ti desde la infancia vino, mayor que a cuantos Númenes y ninfas M o r a n del mar en las salobres linfas.
a6o
LIBRO IV
CLXXV " P r e n d a d o de tu candida h e r m o s u r a . M i esposo infiel te requirió d e a m o r e s . T ú conservaste t u inocencia p u r a , L i b r á n d o m e de amargo s sinsabores; Y a u n que por ti su admiración p e r d u r a , D e Júpiter desechas los favores Y dejas, en los mares escondida, Deslizarse pacífica mi vida.
CLXXVI " A u n que prestó solemne j u r a m e n t o D e nunca d a r t e a u n dios en matrimonio N o desistió del atrevido intento hasta que T e m i s , al a u g u s t o Cronio, D e su infidelidad p a r a escarmiento, D e este oráculo dio fiel t e s t i m o n i o : El hombre de quien Tetis fuere madre
será mayor en todo que su padre.
BODAS D E TETIS
CLXXVII " N o sin razón el hijo de S a t u r n o T e m i ó que de los cielos el gobierno L e a r r a n c a r a t u vastago a su t u r n o , Siendo, como ellos, inmortal y eterno. Y o marido te di d e alto coturno, A u n que mortal, inmejorable y tierno, A quien a mar pudieras sin r e p a r o Y su linaje p e r p e t u a r preclaro.
CLXXVIII " A t u mesa paréceme que veo S e n t a r s e , d e los Númenes al coro, E l día de t u s bodas con Peleo. N i en la fiesta nupcial tuve a desdoro E l sostener la a n t o r c h a de H i m e n e o Y o misma, p a r a d a r t e h o n r a y decoro. M i reconocimiento g a l a r d o n a A s
í t u reverencia a mi persona.
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LIBRO IV
CLXXIX " C o m o no d u d o que a t u a f á n concierna. E s c u c h a esta vetusta p r o f e c í a : Del centauro Q u i r ó n en la caverna D e N á y a d e s la t u r b a a t u hijo cría, T a n pequeñuelo aún, que la m a t e r n a Leche, llorando, pide todavía. E n la Elisia llanura esplendorosa U n a nieta del Sol s e r á su esposa.
CLXXX " Medeala n o m b r a r o n . Del monarca D e Cólquide es la hija, cuya mente T o d o s los r a m o s del saber abarca, Y a b o r d o viene con la griega gente. Dirige el curso de la Minia b a r c a ; K t u marido en a y u d a r consiente; Con las demás N e r e i d a s v e l i g e r a : S a l v a n d o al Argo salvas a t u n u e r a .
JUNO Y TETIS
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CLXXXI " V u l c a n o el fuego apagará d e c i e r t o ; E o l o sólo al Céfiro suave D e j a r á libre p o r el mar abierto. A ti t e toca conducir la nave D e los F e a c e s al seguro puerto . E l salvamento t u pericia acabe. M a n d a a las rocas respetar la quilla Y a las olas, que son mi pesadilla.
CLXXXII " N o dejes que Caribdis espumosa E n su negra vorágine los t r a g u e , Ni que p a r a estrellarlos, engañosa, H a c i a su roca Escila los halague. ¡Escila, hija de F o r c i o t e n e b r o s a ! ¿ Cuándo
será
que t u f u r o r se a p a g u e ? H é c a t e , la n o c t u r n a vagabunda,
que a luz t e dio, d e h o r r o r e s te circunda-
LIBRO IV
CLXXXIII " E n pos de tu marido y tus hermanas C o r r e , y a las r e y e r t a s conyugales D entre g u a s m i s caricias soberanas. ¡ Y e r r a n hasta los Dioses i n m o r t a l e s ! N u n c a s e r á n m i s esperanzas vanas S i , u n i e n d o vuestras fuerzas desiguales, D a i s a la nave el ímpetu o p o r t u n o . " A q u í d a fin a sus m a n d a t o s Juno .
CLXXXIV T e t i s r e s p o n d e : "¡ O h diosa ! Si de v e r a s Del r a y o ardiente cesan los d e s m a n e s ; Si n o suscita tempestades fieras E l soplo d e violentos h u r a c a n e s ; Si Céfiro tan sólo sus ligeras A l a s agita, calma t u s afanes. A u n
que la mar contraria se alborote, S a c a r p r o m e t o t u bajel a flote.
VUELO D E TETIS
265
CLXXXV " D a m e t u venia d e partir, que largo E s mi camino. A mis h e r m a n a s debo P o r t o d a la extensión del p o n t o amargo I r recogiendo y regresar de nuevo A d o n d e está a n c o r a d a la nave Argo A n t e s que t o r n e a iluminarla Febo . " Dice, y a la vorágine más alta Del h o n d o mar desde el Olimpo salta.
CLXXXVI C o r r e de mar en mar , d e seno e n s e n o ; A sus h e r m a n a s las N e r e i d a s junta, Y a d a r d e Juno cumplimiento pleno A los m a n d a t o s , a la A u s o n i a p u n t a Despacha a todas. Ella del T i r r e n o N a d a n d o a la isla al continente a d j u n t a V u e l a como relámpago f ugace O cual r a y o dei luz del Sol que nace.
LIBRO I V
CLXXXVII La ninfa, que en su intento n o desmaya, La l u m b r e del crepúsculo aprovecha, Y encuentra a los m a r i n o s en el H a y a J u g a n d o al disco, o con innocua flecha T i r a n d o al blanco. A la arenosa playa Salta y hacia su esposo v a d e r e c h a ; Y a todos invisible, n o a sus ojos, L e ase la m a n o y dice sin e n o j o s :
CLXXXVIII " ¿ C u á n d o dejáis v u e s t r a actitud innoble? Aquí la nave t
í m i d a reposa, A t a d a a t i e r r a con a m a r r a doble, M i e n t r a s de ninfas t u r b a numerosa,
que su c a r e n a d e Dodóneo roble Sobre sus h o m b r o s llevará gozosa P o r obsequiar a Juno , y a la aguarda . ¿ E n levantar el
á n c o r a q u é t a r d a ?
TETIS Y PELEO
CLXXXIX " La s vagabundas ínsulas errantes, Después del que habéis hecho g r a n rodeo-,, N o podréis e v i t a r ; pero arrogantes O s sacarán las hijas de N e r e o . Si entre ellas me conoces, no te espantes N i a los héroes lo digas ¡ oh P e l e o ! Si n o quieres sufrir peor castigo que el p r i m e r día en que reñí contigo."'
CXC Así diciendo, t o r n a al mar n o vista, Y recordando los antiguos males D e su marido , el
ánimo contrista. Desque rompió los lazos conyugales E s la p r i m e r a y única entrevista. E s t a b a el t i e r n o Aquiles en pañales Y a su m a d r e causaba eterno susto P e n s a r
que e r a m o r t a l su fruto augusto.-
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LIBRO I V
CXCI Sacábalo en la noche de la cama, 'Y p a r a consumir t o d o lo h u m a n o L o circundaba de celeste l l a n a . R a s p a b a luego con a m a n t e m a n o D e cada cicatriz la fina escama, Y al despuntar la a u r o r a , muy t e m p r a n o , S u cuerpecito entero sumergía Ãœ n u n b a ñ o de olímpica ambrosía.
CXCII A s í esperaba la vejez odiosa A l e j a r p a r a siempre de su pecho Y la inmortalidad esplendorosa L e g a r l e , de los H a d o s a despecho. P e l e o la m a n i o b r a peligrosa U n a noche observó. Saltó del lecho Y lanzó t a n terrífico alarido, '
que ella soltó a su vastago querido.
ZARPA EL ARGO
CXCIII N i u n a palabra p r o f e r i r se digna, Y hasta el fondo del mar , Tetis, adonde N o la puede seguir, salta maligna Y en su p r o f u n d i d a d siempre se esconde. Peleo a la misión que h o r a le asigna, N o obstante sus rencores, corresponde T r a n s m i t i e n d o las órdenes de Juno D e a r r o j a r s e en los brazos de N e p t u n o .
CXCIV Discos y flechas g u a r d a cada n a u t a ; Se tienden en los rústicos jergones E n que acostumbran, t r a s de cena lauta,. E n t i e r r a reposar los c a m p e o n e s ; R a y a la a u r o r a ; con maniobra cauta Sueltan a m a r r a s , llevan provisiones, S e refrigeran con frugal almuerzo Y
áncoras levan sin ningún esfuerzo.
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LIBRO IV
CXCV Izan las lonas, alzan las e n t e n a s ; Céfiro lanza su apacible b r i s a ; M a r c h a la nave con las velas p l e n a s : Isla florida presto se divisa. M o r a n allí las pérfidas Sirenas Cuyas canciones y falaz sonrisa L l a m a n al n a u t a a sus abiertos brazos. ,jAy si lo e n r e d a n sus traidores l a z o s !
CXCVI N a c i e r o n del enlace misterioso 'De Aquelóo y Terpsícore divina,
La musa , cuyo baile prodigioso .A las demás Piérides fascina. E l coro de sus hijas armonioso S u p o encantar también a P r o s e r p i n a , V i r g e n aún, ajena a los placeres, D i g n a progenie d e la Diosa Ceres.
LAS SIRENAS
CXCVII H o y en cola de pez su cuerpo estriba; D e vírgenes la candida belleza O s t e n t a n de cintura p a r a arriba, Y de oro es el color de su cabeza. Dos alas, de que, al fin, J o v e las priva, D e pájaros les daban ligereza E n otro tiempo. Siempre en atalaya, A l m a r i n e r o acechan en la playa.
CXCVIII N o escapan a sus ansias de conquista L o s héroes d e Jasón ; y empieza el canto A p e n a s el bajel está a la vista. De la celeste voz al dulce encanto N o h a y entre los remeros quien resista, Y Tetis y sus ninfas, con espanto, V e n que parece desdeñar su a y u d a E l Argo y a la costa va, sin d u d a .
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LIBRO I V
CIC ¡ V a n o s temores ! E l cantor de T r a c i a , O r f e o , templa su Bistonia lira Y empieza a m o d u l a r con t a n t a gracia, que apagarse su voz sienten con ira La s hembras, y presienten su desgracia. E l desviado bajel de nuevo vira, Y ya sin vacilar sigue adelante Riesgos mayores a a f r o n t a r constante.
CC N o a todos asustó la muerte lenta D e consunción fatal con que acostumbra S u a m o r funesto, la
pasión violenta P a g a r de aquel que su beldad deslumhra. K u n
que a p a g a d o el canto, a Butes t i e n t a ; H o r a s de dicha en su ilusión columbra.
Del banco de r e m e r o , alucinado, A l p o n t o salta y lo atraviesa a n a d o .
ESCILA Y CARIBDIS
CCI La isla de perdición y a casi toca Cuando lo m i r a V e n u s E r i c i n a ; A compasión su suerte la provoca Y' lo a r r e b a t a a la onda cristalina. D e Lilibeo la saliente roca, D o n d e ella reina, encuéntrase vecina, Y , salvo de la muerte y los placeres, C a s a y hogar allí le d a Citeres.
CCII L l e g a el fatal momento. La d e Escila R o c a piramidal se alza i r a c u n d a ; Caribdis, a sus pies, nunca tranquila, Acecha en su vorágine profunda Y los dientes terríficos afila. L o s e r r a n t e s islotes en que a b u n d a E l mar Sicano v a g a n sin cimientos,
Del fuelle d e V u l c a n o con los vientos.
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LIBRO I V
CCIII E s cierto que h a apagado ya sus h o r n o s Y ni forja de Júpiter los rayos N i al cinturón de V e n u s pone adornos D e fino esmalte con colores g a y o s ; M a s tal impulso imprime en los contornos D e Lípari a las islas y a los cayos E l incesante soplo de sus fraguas, que n o se calman fáciles las aguas.
CCIV La s ninfas, a la e n t r a d a del E s t r e c h o , Y a e n el fondo del mar o ya a la orilla, Circundan el bajel, desnudo el pecho,
La falda r e m a n g a d a a la rodilla. U n a s el borde izquierdo o el derecho, O t r a s a f e r r a n la pesada quilla;
Del gobernalle T e t i s se a p o d e r a ¡Y su c u r s o dirige desde fuera.
LAS NEREIDAS
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ccv
S e m e j a n a la t u r b a j u g u e t o n a D e delfines que siguen u n n a v i o ; Y a saltan a la altura de la lona, Y a se sumergen en el ponto frío, Y a forman en r e d o r ancha corona Y y a parece que, p e r d i e n d o el brío, A t r
á s se quedan, Cuando nuevo salto L o s sube que los mástiles m á s alto.
CCVI Así a los nautas las N e r e i d a s bellas V a l o r infunden, gozo y esperanza, D e oculto escollo al descubrir las huellas L e v a n t a n el bajel con g r a n p u j a n z a ; Relucen entre el h u m o como estrellas
que del extinto fuego les alcanza, Y envuelve a los islotes en su sombra que ínsulas Plauctas el Heleno n o m b r a .
276
LIBRO IV
CCVII ¿Visteis j a m á s u n coro de E s p a r t a n a s , F o r m a d a s en contrarias divisiones, E n la palestra divertirse u f a n a s Con esferas volantes o balones? D e m a n o a m a n o a r r ó j a n s e con ganas D e s u p e r a r a atléticos varones E l proyectil redondo, que, en su vuelo, N o toca ni u n a vez el d u r o suelo,
CCVIII La s N e r e i d a s así, fuertes y esbeltas, Si ven que el Argo entre los cayos flota,
Del piélago sacándole resueltas, A r r ó j a n s e l o a guisa d e pelota U n a s a otras, p o r la e s p u m a envueltas, S i n sacarlo j a m
á s d e su derrota. U n día largo del a r d i e n t e estío D u r ó la lucha con el mar bravio.
SALVAMENTO
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CCIX Vulcano, en roca altísima, apoyado A l largo m a n g o del martillo, observa La g r a n m a n i o b r a que ejecuta a n a d o D e las N e r e i d a s la gentil caterva. La ve desde su alcázar estrellado Juno , abrazada al cuello d e Minerva ; A c a d a peña u ola que se mueve T i e m b l a , y apenas a m i r a r se atreve.
CCX A l fin, del archipiélago flotante, D e escollos y vorágines ilesa, Sale la nave airosa y a r r o g a n t e . Céfiro blando de soplar n o cesa Y a los
héroes empuja hacia adelante. A d m i r a n en T r i n a c r i a la dehesa D o n d e la hierba
más lozana crece Y el g a n a d o del Sol pace y florece.
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LIBRO I V
CCXI Cumplida la m isión que, salvadora, L e s dio de J o v e la consorte augusta, Después de t r a b a j a r desde la a u r o r a , D e j a n alegres la Magnesia fusta, Y com o de gaviotas voladora B a n d a d a a quien el piélago n o asusta. Del mar Sicano saltan a las linfas Y se sum ergen las N e r e i d a s ninfas.
CCXII Y a de la tem pestad sin el ruido, E m p i e z a n a escuchar e n la ribera D e bueyes y d e vacas el m ugido, D e ovejas el balar en la p r a d e r a . Con báculo d e
argento retorcido, F a e t u s a , del Sol hija p o s t r e r a , A c o s t u m b r a b a a ovejas y c a r n e r o s â„– los prados llevar y abrevaderos.
GANADO DEL SOL
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CCXIII Del g a n a d o mayor era pastora Lampecia, con cayado reluciente, A u n que de bronce vil. D e s d e la p r o r a L o ven pacer los nautas claramente. N o hay u n a vaca obscura ni incolora. Son blancas como leche, y en la frente, Simétricos, ostenta cada t oro Resplandeciente p a r de cuernos de oro.
CCXIV C o n su pálida luz el vespertino Crepúsculo a l u m b r a b a estas escenas.
La n e g r a noche a i n t e r r u m p i r n o v i n o N i viaje, n i zozobras, n i faenas.
La n u e v a a u r o r a aceleró el c a m i n o ; Y , al fin, se v e n las m á r g e n e s a m e n a s D e u n a isla, lejos del confín Ausonio, E n el Cecraunio mar , cerca del Jonio.
>8o
LIBRO I V
CCXV musa s , que acostumbráis en el P a r n a s o D e los Dioses c a n t a r las maravillas, C o n t r a mi voluntad detengo el paso Y a n t e vosotras caigo de rodillas. P e r d ó n imploro, si os ofendo acaso Del vulgo repitiendo las hablillas; P e r o no p u e d o a n t i g u a s tradiciones Callar en mis verídicas canciones.
CCXVI Conserva la Isla u n a reliquia e x t r a ñ a , que d a lugar a dúplice l e y e n d a ; T i e n e f i g u r a de hoz o d e g u a d a
ñ a
La que v e n e r a n codiciada p r e n d a . Cuentan que ardiendo en parricida saña S a t u r n o en la sacrilega contienda C o n t r a su genitor, al dios U r a n o Con su hoja c u r v a mutiló i n h u m a n o .
LA ISLA DREPANA
CCXVII P e r o atribuyen otros pareceres S u origen, n o a domésticos desmanes, S i n o a favores de la diosa Ceres. Del O r c o , d o reinaba, sus afanes P o r M a c r i d e y sus rústicos placeres, Sacáronlo a enseñar a los T i t a n e s L o s secretos d e aquella agricultura que a la Isla d a riqueza y h e r m o s u r a . CCXVIII
D e s d e entonces el n o m b r e d e Drepana O Tierra de la Falce los F e a c e s Confirieron a su
í n s u l a lozana. M a d r e y nutriz aclámanla veraces Y hasta U r a n o r e m o n t a n su lejana E s t i r p e , ya verídicos, y a audaces. Allí a los n a u t a s a b u s c a r abrigo E m p u j a d e T r i n a c r i a viento amigo.
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LIBRO I V
CCXIX Con religiosos ritos y agasajos Recíbenlos el R e y y el pueblo todo. Con fraternal afecto altos y bajos L o s t r a t a n de su estancia en el período. O l vida n d o los héroes sus trabajos, A l pueblo corresponden de igual m o d o . P r o n t o de paz el cántico bendito V e r á n de g u e r r a convertirse en grito.
CCXX L o s Colquios, que salieron del E u x i n o P o r el estrecho que c e r r a b a n antes
La s Simplégades rocas, y el Destino A b r i ó al p a s a r los Minios navegantes, Y a n d u v i e r o n buscándolos sin tino,
La anclada nave m i r a n vigilantes, Y exigiendo l a entre g a d e Medea, S u n u m e r o s a escuadra la rodea.
COLQUIOS Y GRIEGOS
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CCXXI Terribles son sus bárbaros insultos:. A u n que vencidos sus bajeles rueden, E t a s , su rey, n o sufrirá que inultos L o s defensores de su casa queden. ¿ N o m i r a n esos proceres estultos que en n ú m e r o y en a r m a s les e x c e d e n ? ' A r m a n s e d e Jasón los adalides Y se p r e p a r a n a las d u r a s lides.
CCXXII P e r o el rey Alcimóo los obliga A envainar d e ambos lados el a c e r o : "
La t i e r r a que pisáis es t i e r r a amiga Y luchas en mis reinos y o no q u i e r o :
que c a d a parte su alegato diga Y u n arbitro decida j u s t i c i e r o . " T a l es su v o l u n t a d ; y a u n
que le e s c u e c e D e Cólquide el ejército obedece.
284
LIBRO IV
CCXXIII La hueste de Jasón, pidiendo a m p a r o , JVIedea sin cesar r e c o r r e i n q u i e t a ; A b r a z a las rodillas sin r e p a r o D e la esposa del Rey, la dulce A r e t a . " ¡ O h R e i n a ! si, a p e s a r de tu preclaro Linaje, a e r r a r también estás sujeta, Sabrás compadecer a u n a infelice que por t e m o r e r r ó — t i e r n a le dice—.
CCXXIV
!
" N o entregues a los Colquios m i persona Ni de E t a s a la cólera inaudita. E l Sol, que nos a l u m b r a y g a l a r d o n a ; H
é c a t e ,
que d e noche nos visita, Testigos son que mi virgínea zona Sin m a n c h a n i
lunar, cual m i bendita M a d r e m e la ciñó, mi pecho g u a r d a , N i mi
fuga causó pasión b a s t a r d a .
MEDEA Y LA REINA
285-
CCXXV " T r a s mi p r i m e r error, de aturdimientoCulpa venial, tal pánico me asalta, que m e a r r e b a t a la r a z ó n el viento Y agravo huyendo mi ligera f a l t a ; P e r o tranquila en t u p o d e r m e siento. H a z que del R e y la majestad t a n alta, Cediendo de t u s gracias al conjuro, U n asilo m e d é firme y s e g u r o . "
CCXXVI A s í a la R e i n a habló. P a r a los Griegos E s su lenguaje cáustico y amargo , Mezclando vituperios a los r u e g o s : " ¿
Del Vellocino quién alzó el e m b a r g o ? ¿ Q u i é n de los toros apagó los fuegos? ¿ Q u i
é n del D r a g ó n ocasionó el l e t a r g o ? ¡ Y a la m u j e r p o r quien tornáis a Grecia V u e s t r o egoísmo i n g r a t o menosprecia !
286
LIBRO I V
CCXXVII " A b a n d o n é mi alcázar, mis parientes, M i s padres, mi corona de princesa, Y, despreciando hablillas insolentes, D o q u i e r os sigo, en v u e s t r a nave presa. A n t e s a mí humillabais vuestras f r e n t e s ; H o y que mi auxilio y a n o os interesa, P o r que el vellón tenéis, que yo os h e dado, C u a l cortesana vil, m e hacéis a u n lado.
CCXXVIII " C u a l semidioses, de virtud ejemplo, D e s d e que os vi, ganasteis mi confianza. H o y
que desanimados o s contemplo, •Cifro a ú n en vosotros mi esperanza. S e g u r o asilo e n c o n t r a r
é en el templo. Si huyo a la ciudadela, ¿quién m e alcanza? D e vuestros brazos el potente m u r o . S i e m p r e
será m i asilo m á s seguro.
MEDEA Y LOS GRIEGOS
287
CCXXIX " ¡ A y si m e abandonáis a los furores D e E t a s , mi p a d r e , y, por v e n g a r su a f r e n t a . M e m a n d a a las regiones i n f e r i o r e s ! S e r á vuestra expiación d u r a y sangrienta. Del Infierno saldrán con sus h o r r o r e s La s negras F u r i a s a pediros cuenta D e tantos j u r a m e n t o s hechos trizas Y pactos reducidos a cenizas.
CCXXX " Cuando de apoderaros del d o r a d o Vellocino buscabais u n a t r a z a , Al ejército entero congregado Del H a y a desafiasteis en la plaza. H o y que apenas d e Colquios u n p u
ñ a d o H a llegado hasta aquí dándonos caza,
La batalla esquiváis y tenéis miedo. ¿Adonde fué el helénico d e n u e d o ?
288
LIBRO IV
CCXXXI " T a m b i é n la compasión h u y ó del alma D e quien a n t e u n a Reina forastera M e v e p o s t r a r con impasible calma. T e m e d que, al fin, a r r e b a t a r o s quiera D e la victoria la anhelada p a l m a D e las D e i d a d e s la venganza fiera, Cuando el a d v e r s o N u m e n que m e hostigai T r u e que en favor sui cólera e n e m i g a . "
CCXXXII Así t e r m i n a , y con acento blando D e cada p r o c e r protección implora Y a cada cual la m a n o v a estrechando. S a l v a r a t o d a costa a su
señora J u r a entusiasta el Argonauta bando, E s g r i m i e n d o la espada protectora, V i b r a n d o el asta y con el
hierro a g u d o S o n oro hiriendo el ponderoso escudo.
NOCHE INSOMNE
28o
CCXXXIII Llega la noche, en tanto, que a los males Alivio t r a e , t r e g u a a las labores, Descanso y refrigerio a los m o r t a l e s ; P e r o hay u n corazón cuyos dolores, Girando siempre en círculos iguales, D e la mañana encuentran los albores. S o n c o m o el h u s o d e hacendosa viuda A quien la suerte hirió con m a n o r u d a .
CCXXXIV E l g r u p o de sus hijos l a r o d e a ; L á m p a r a triste en su mesita oscila; E l lecho conyugal, solo, b l a n
que a ; G i r a incesante el h u s o con que hila, Y, semejante a la infeliz Medea, P a s a la noche en vela e intranquila, S i n que a sus hijos a decir acierte
que a su marido a r r e b a t ó la muerte . 18
290
LIBRO I V
ccxxxv
Reina el silencio en el palacio y Corte Del piadoso Alcinóo, a quien recibe E n la c
á mar a regia su consorte,
que p o r su a m a n t e esposo se desvive. D a m a gentil de religioso porte,
que d e r r a m a n d o beneficios vive, E s A r e t a dulcísima, y hoy piensa T a n sólo de Medeaen la defensa.
CCXXXVI H u y e también el sueño de sus lechos, Y así la Reina, recostada, e x c l a m a : " S a b e , ¡ o h R e y y S e
ñ o r ! , que muy a pechos T o m o las d e s v e n t u r a s de esa dama. Defiende, te lo ruego, sus d e r e c h o s ; N i n g
ú n delito ni pasión la infama. E r r o r ligero t r a j o e r r o r m á s grave. ¿ C u l p a venial en q u
é m u j e r n o cabe?
LA REINA
29I
CCXXXVII "Cólquide está muy lejos ; ¿quién es E t a s ? nada sabemos de él, sino su n o m b r e . D e s d e Tesalia o A r g o s las saetas N o s pueden alcanzar, sin que t e asombre. Mucho arriesgamos si a los Minios r e t a s . Jasón, su protector, de alto renombre, Consta que con solemne j u r a m e n t o P a l a b r a le otorgó de casamiento.
CCXXXVIII " S i entre g a s su p e r s o n a al enemigo, P e r j u r i o horrible al Capitán impones. T e alcanzará, cual cómplice, el castigo Y el reino entero a la r u i n a expones. D e u n p a d r e a i r a d o — s
é lo que t e d i g o — N o esperes indulgencia ni perdones. D e ejemplos mil que n
á r r a n o s la historia A l g u n o s hallarás en t u memoria.
292
LIBRO IV
CCXXXIX " E n la t o r r e de bronce los t o r m e n t o s Y en el mar las angustias de D a n a e ; D e Antíope la muerte y sufrimientos Y el abandono a t u recuerdo t r a e ; E que t o con agudos instrumentos L o s bellos ojos a su prole extrae, Y , ciega ya, la tiene con las manos Y pies moliendo d e metal los granos.
CCXL " S i accedes de su p a d r e a la demanda, que corra suerte igual n o se t e e s c o n d e . " E l Rey, benigno, a quien su esposa ablanda. A s
í desde su lecho le r e s p o n d e : " S i la hospitalidad salvarla manda, S u s leyes acatar m e c o r r e s p o n d e ; M a s c o n t r a r i a r de J
ú p i t e r supremo,
que aquí la t r a j o , los designios t e m o .
EL REY ALCINOO
293
CCXLI " P u e d o a r r o j a r de aquí su débil f l o t a ; P e r o a E t a s provocar, ni quiero ni oso. E s fuerte su nación, a u n que remota, Y otro monarca no hay más poderoso. Si su paciencia nuestra audacia agota, D e ejército dispone n u m e r o s o Con que la g u e r r a declarar a Grecia. Comete grave e r r o r quien lo desprecia.
CCXLII " P r e f i e r o pronunciar sentencia j u s t a que a ambos p a r t i d o s p o r igual contente. O i g a mi plan t u majestad augusta : I r
á a su h o g a r si es virgen i n o c e n t e ; S i no, romper el vínculo me asusta
que en matrimonio la ate santamente. N o la daré, ni d e su v i entre el f r u t o I r
á a a u m e n t a r mi liberal t r i b u t o . "
2Q4
LIBRO I V
CCXLIII N o bien termina, lo acomete el sueñoSagaz la Reina, c u a n t o oyó pondera. Salta del lecho, a su señor y dueño D e j a n d o adormecido, y sale fuera, A l atrio, donde vela con empeño La servidumbre, que órdenes espera. A u n a doncella m a n d a p o r u n paje, Y este le da solícito mensaje.
CCXLIV A l puerto c o r r a y al Caudillo diga que sus bodas al p u n t o solemnice.
La d a m a sus gestiones n o prosiga Con el rey Alcinóo, quien predice que la e n v i a r
á a su p a d r e si es amiga, Si esposa, con Jasón será felice. A pie c a m i n e : la distancia e s c o r t a ; Viveza, rapidez, secreto importa.
PREPARATIVOS D E BODAS
2^5
CCXLV Halla a los héroes, como siempre, en vela J u n t o a la nave, y oyen el m a n d a t o , Que sus perplejos ánimos consuela. Alzan u n ara, y sacrificio g r a t o De ovejas pingües a r d e ; el h u m o vuela A acariciar, en nubes, el olfato D e las deidades, y, como es de rito, L i b a n con profusión vino exquisito.
CCXLVI P a r a las bodas la s a g r a d a estancia P r e p a r a n en el a n t r o milagroso D o M a c r i d a habitó, la que en su infancia A B a c o e n s u regazo cariñoso T i e r n a acogió. Con miel fué su lactancia Cuando M e r c u r i o lo sacó piadoso D e la llama voraz, allá
en E u b e a , Y sus labios b a ñ ó con miel Hiblea.
296
LIBRO I V
CCXLVII E r a hija de Aristeo, que el cultivó D e las abejas supo cual n i n g u n o ; que fué el p r i m e r o que plantó el olivo Y el j u g o destiló del aceituno. Cuando de J o v e el vastago furtivo E n brazos de M a c r i d a m i r ó Juno , La desterró d e la mansión p a t e r n a Y la t r a j o a vivir a esa caverna.
CCXLVIII Allí vivió contenta, t r a b a j a n d o Y enriqueciendo a la nación Feacia. E r i g e n en ese a n t r o venerando T r o n o y altar. Cual pabellón lo agracia D e oro sutil el Vellocino blando. N o se atreve a tocarlo ni se sacia D e a d m i r a r l o d e N i n f a s la colonia
que asiste a la s a g r a d a ceremonia.
NINFAS Y NAUTAS
297
CCXLIX Como celeste auréola fulgura E l oro que en sus frentes se refleja, A u m e n t a n d o su candida h e r m o s u r a . P o r obsequiar a la gentil pareja U n coro de Melito la espesura, O t r o las linfas del E g e o deja, O de las claras fuentes y los mares , D e donde son deidades tutelares.
CCL La s invitó de J o v e la consorte, que los nupciales vínculos a n u d a . E n dos hileras, con gallardo p o r t e , Rindiendo honores y p r e s t a n d o a y u d a , F o r m a d a está la náutica cohorte C o n la espada flamígera desnuda. Si el Colquio quiere p e r t u r b a r la fiesta P a r a el combate la hallará dispuesta.
298
LIBRO I V
I
CCLI Celeste olor de flores se respira, D o n de las ninfas. E l laurel corona T o d a s las frentes.
La Bistonia lira O r f e o pulsa, y dulce coro entona E l cántico nupcial, que A m o r inspira. L o s viene a confortar Juno en p e r s o n a , Y el a n t r o que consagra Citerea L l
á m a s e a ú n la g r u t a de Medea.
CCLII ¡ A y ! N o esperaba la isla del Feace Solemnizar t a m a ñ a ceremonia. E s t a b a r e s e r v a d o el noble enlace P a r a alegrar a la nativa H e m o n i a . P e r o a los Dioses aguardar n o place, Y , sin llegar al piélago de Jonia A interponerse, como suele, v i n o
La inexorable fuerza del Destino.
SOLEMNES BODAS
CCLIII La senda del placer con pie seguro N o fué d a d o seguir a los mortales. A n u e s t r o lado v a N u m e n i m p u r o T e n d i e n d o lazos y s e m b r a n d o males. H o y viene a p e r t u r b a r r u m o r obscuro L o s que lo arrullan cánticos nupciales. E l rey que h o r a los j u z g a con clemencia, ¿ C o n f i r m a r á mañana su sentencia?
CCLIV Llega la a u r o r a , y con su luz celeste La noche se disipa a t o d a prisa. E n la playa, en la Villa, en el agreste Campo sembrado, brilla u n a sonrisa. S e agita el p u e b l o ; muévese l a h u e s t e D e Colquios que a lo lejos se divisa. E l R e y también levántase del lecho S u fallo a p r o n u n c i a r según derecho.
3oo
LIBRO I V
CCLV A l puerto marcha, donde está la a r m a d a , A cumplir a los Colquios la promesa D e responder él mismo a su embajada Y la suerte fijar de la princesa. H o y que su fallo y voluntad sagrada M á s como juez que como rey expresa, Ã u r e o bastón de a d m i n i s t r a r justicia, N o cetro, entre sus manos acaricia.
CCLVI L u c i d a escolta de ínclitos g u e r r e r o s , De alto penacho y fúlgida coraza, Sigue a su Rey, desnudos los aceros, Sostén de la justicia y amenaza D e quien se atreva a disputar sus fueros. A l mismo tiempo salen de la plaza I n n
ú m e r a s mujeres, do fondea E l Argo, a ver las bodas de Medea,
REGALOS D E BODAS
3oi
CCLVII T a m b i é n las sigue t u r b a de v a r o n e s D e alta prosapia y en ganados rica. Q u i é n t r a e p a r a sacras libaciones V i n o ; quién sus ovejas sacrifica; Quién, de sus dilatadas posesiones, E l becerro m á s p i n g ü e le dedica. La misma Juno difundió la nueva que a la orilla del mar a todos lleva.
CCLVIII D e las víctimas d u r a la fragancia D e la noche anterior, y de las finas à n f o r a s el licor aún se escancia. Preciosas joyas d e oro y argentinas Y
túnicas d e artística elegancia, T e j i d a s p o r sus manos femeninas, P a r a que sirvan de nupciales donas P r e s e n t a n niñas, viudas y m a t r o n a s .
302
LIBRO I V
CCLIX La gracia varonil y el porte regio D e los proceres deja estupefacto A l pueblo todo. E l citarista egregio, D e su marfil armónico al contacto, Saca a su lira celestial, arpegio Y , en d e r r e d o r de O r f e o , con exacto •Compás, hiriendo el suelo con su planta Festivo el resto de los héroes, canta.
CCLX Cuando a H i m e n e o la Cohorte invoca, C oro de N i n f a s con su coro alterna. Cuando callar a los varones toca, Solas modulan, y su nota tierna
La admiración universal provoca. D a n z a n en t o r n o con ligera pierna, Y a los mortales su beldad conmueve. :¡ O h Juno ! T o d o a t u favor se debe.
SENTENCIA DEL REY
3o3
CCLXI T u celestial inspiración, de A r e t a Llenó p r i m e r o la índole piadosa, Y p o r su influjo, a tu querer sujeta que d ó la de Alcinóo, augusta Diosa. A l t i r a n o d e Cólquide n o reta, N i teme ya. Tranquilidad rebosa Cuando su fallo intrépido pronuncia Y de los Colquios a la escuadra anuncia.
CCLXII N o cabe d u d a . P l e n o testimonio, Cielos y tierra, Dioses y mortales, N o s d a n del celebrado matrimonio. F i r m e s están los lazos conyugales. Si n o les place el fallo, ancho es el J o n i o . Del puerto y de sus límites navales Salgan sin dilación; mas la princesa, N u n c a
serán del enemigo presa.
3o4
LIBRO IV
CCLXIII D e la sentencia tal es el resumen. Ellos, al v e r que días y semanas E n inútiles súplicas consumen, A f o r m i d a r empiezan, que, i n h u m a n a s , Del propio R e y las iras los a b r u m e n P o r su fracaso y sus pesquisas vanas, Y piden al Feacio rey insigne, que admitirlos, cual subditos, se digne.
CCLXIV Allí m o r a r o n , hasta que de Efira L l e g ó de B a c o la ínclita ralea, ÃY a isla
que enfrente, rumbo al S u r se m i r a . T u v i e r o n que e m i g r a r ; a la de E u b e a M
á s t a r d e u n a colonia se retira, O t r a al O r i c o , y otra del N e s t e o Pí l a comarca. N u e v o s horizontes
La última busca en los Ceraunios M o n t e s .
PARTIDA Y REGALOS
CCLXV P a r a t a n t o emigrar, años sin cuento Debieron transcurrir; pero perenne Vive el recuerdo del glorioso evento. De Apolo el templo, en su recinto tiene La s que erigió Medeaa r a s de argento ; Y cuando el fausto aniversario viene, S e ofrecen a los n ú m e n e s propicios D e las P a r c a s y N i n f a s , sacrificios.
CCLXVI L o s Reyes, al partir , hospitalarios, Regalos a c u m u l a n en la nave : A r m a s , licores, víveres, vestuarios, C u a n t o del Argo en l a s bodegas cabe. A r e t a , p o r su cuenta, entre otros v a r i o s D o n e s , p a r a Medeaescoger sabe, D e su séquito fiel, doce doncellas, T o d a s a cual m
á s útiles y bellas.
'9
3o6
LIBRO I V
CCLXVII E l puerto inolvidable de D r e p a n a , E l Argo el día séptimo abandona. E l Céfiro, que m a n d a en la m a ñ a n a Júpiter a llenar su hinchada lona Indica que su diestra soberana S u s yerros apiadada le p e r d o n a ; P e r o , implacable el H a d o , a ú n prohibe que sin n u e v o sufrir a Acaya arribe.
CCLXVIII P o r el golfo que Ambrácico se nombra, A t o d a vela pasan a travieso. D e las Islas E q u
í n a d a s ni sombra Perciben y a en su rápido progreso. Creta d e j a n atrás, y les a s o m b r a E l ver que tocan y a el Peloponeso, Cuando de Bóreas h u r a c
á n furente A Libia los e m p u j a de repente.
EN LAS SIRTES D E LIBIA
3o7
CCLXIX ¡ Q u é tempestad, qué viento, qué procela 1 D u r a n t e nueve noches con sus días F l o t a al azar la Minia carabela E n las ondas del Líbico bravias. Sin remos ni timón, ni árbol ni vela, Víctima de zozobras y averías, E n c u é n t r a s e p o r fin desmantelada E n las sirtes del Ãfrica varada.
CCLXX F ó r m a n l a s bajos de fangosa arena, que , desde el fondo, red de alga marina Sutil, por todos lados encadena. Cúbrelos con espuma blanquecina, E l agua cuyo flujo y a los llena, Y a en su reflujo hacia la mar declina. nave que allí l a tempestad a r r a s t r e , N o e s c a p a r a ; seguro es el desastre.
3o8
LIBRO I V
CCLXXI Largo arenal, que llega al horizonte, Monótono se extiende. Ni una loma Que lo alegre se ve, ni árbol ni monte, Ni fiero halcón, ni tímida paloma, Ni liebre o colosal rinoceronte En su infecunda soledad asoma; Sin rocas que resistan a su empuje, El mismo mar, o calla, o sordo ruge.
CCLXXII El continuo moverse de las ondas Del varado bajel dejó la quilla Parte del agua en las algosas frondas, La otra mitad, sobre la seca orilla. Sin amarras, sin
áncoras ni sondas A los marinos su impotencia humilla. Saltan de bordo; y una vez en tierra, El lúgubre silencio los aterra.
DESOLACIÓN
309
CCLXXIII Buscan e n vano u n manantial o fuente E n que a p a g a r la sed. N i u n arroyuelo, N i u n a choza se ve, ni u n ser viviente. P o r u n lado la mar, arriba el cielo, Del otro lado el arenal ardiente, P r e s a del m a s amargo desconsuelo S e p r e g u n t a n al fin: " ¿ Q u é t i e r r a es é s t a ? ¿Dó nos echó, la tempestad funesta?
CCLXXIV " ¿ P o r qué, sin escuchar v a n a s p a t r a ñ a s , N o nos abrimos o t r a vez camino *A t r a v
é s de las móviles m o n t a ñ a s ? ¿ P o r q u é n o desafiamos el Destino Y consumamos
ínclitas hazañas, C a y e n d o en ellas, si e r a n u e s t r o sino, P e r o cayendo con gloriosa
muerte , N o con la que hoy d e p á r a n o s la s u e r t e ? "
3io
LIBRO I V
CCLXXV Así, m á s de uno, con pasión m u r m u r a , Y a confirmar el timonel Anceo S u s coléricas quejas se a p r e s u r a : " S e m b r a d o el litoral de escollos v e o ; P o r entre ellos salir fuera locura. Sólo de mar u n golpe giganteo A l z a n d o su nivel n o pocos codos Salvó la nave y a nosotros todos.
CCLXXVI " P e r o encallada e s t á ; y a u n que d e t i e r r a Sople gallarda favorable brisa,
La multitud de sirtes nos encierra. ¡ T r e m e n d a suerte el H a d o nos aguisa Y
que n a u f r a g u e en mi p o d e r m e aterra ? E s mi sustitución cosa precisa. Q u i z
á s u n m o d o de salvaros halle E l que de mí reciba el gobernalle."
RENUNCIA D E ANCEO
3n
CCLXXVII A s í habla, y u n a lágrima furtiva L o s grande s ojos del piloto empaña. La parte de la triste comitiva A los asuntos de la mar no e x t r a ñ a , C o m p r e n d e las razones en que estriba S u decisión de a b a n d o n a r la caña A alguno de sus fuertes compañeros que exhalan hoy gemidos lastimeros.
CCLXXVIII Cuando se ven venir calamidades E n la villa, en el campo o en la sierra, T e r r e m o t o s , granizo, tempestades, Inundaciones, epidemia o g u e r r a ; Cuando a los simulacros de deidades
que s u d a n sangre, el labrador se a f e r r a A l ver m o r i r sus cabras y sus bueyes, Y vacilar los tronos de los reyes,
3l2
LIBRO I V
CCLXXIX Labriegos, campesinos, ciudadanos, Cual espectros giróvagos nocturnos, Circulan restregándose las m a n o s , A s u s t a d o s m i r a n d o y taciturnos, Y a d e u n cometa los cabellos vanos, Y a el Sol, que apaga sus fulgores diurnos, A s í los Argonautas t o d o el día M i d i e n d o v a n la playa en su agonía.
CCLXXX Llega la noche, y s u p e n a r acrece. D e e t e r n a despedida t i e r n o abrazo T r i s t e s se dan. E l día que fenece J u z g a n
que r o m p e d e s u vida el lazo. D e inanición el cuerpo languidece. Sin una gota de agua, ni un pedazo D e p a n , tendidos buscan en la a r e n a
que el sueño v e n g a a disipar su pena.
NOCHE AMARGA
3i3
CCLXXXI A q u í y allí los halla la mañana , C u b i e r t a la cabeza con el manto. Medea, de los proceres lejana, P a s ó la noche, p r e s a de h o n d o espanto. E l coro de doncellas, que se a f a n a D e s u señora p o r secar el llanto, V e l a s u sueño, lánguidos los cuellos, M a n c h a d o s con el polvo s u s cabellos.
CCLXXXII Como pían los tiernos paj arillos E n d e r r e d o r de e x t r a ñ a golondrina, O escucha entre sus juncos amarillos Del Pactólo la linfa cristalina, D e los cisnes los cánticos sencillos, Así, ya gime, y a doliente trina, A n t e su nueva soberana, el coro D e las doncellas de cabellos d e oro.
3i4
LIBRO I V
CCLXXXIII E l n u e v o sol el mismo desamparo L e s t r a e irremediable y absoluto. ¡ Q u é muerte les reserva el H a d o a v a r o , D e sus hazañas sin coger el fruto, D e j a n d o al m u n d o de su suerte i g n a r o , Sin gloria, sin honor, ni a m o r ni l u t o ; Y sepultando en el p r o f u n d o olvido E s e escuadrón p a r a t r i u n f a r n a c i d o !
CCLXXXIV P e r o la a d v e r s i d a d que les aflige A l coro d e las N i n f a s semideas
que los destinos de la Libia rige mueve a p i e d a d ; y rústicas libreas O s t e n t a n d o a la playa se dirige. E s el
que de Minerva las preseas C o n que a r m a d a nació, g u a r d ó u n instante A l d e j a r la cabeza del T o n a n t e .
LAS NINFAS D E LIBIA
3i5
CCLXXXV La s m i s m a s ellas son, que la f o r t u n a D e bañarla tuvieron aquel día E n la Tritonia Líbica laguna. Terrible está el c a l o r ; es mediodía. Y a c e en t i e r r a Jasón . Acércase u n a que al J e f e sin d e m o r a hablar ansia, Y al d e s g a r r a d o m a n t o , que defiende S u cabeza del Sol, la m a n o extiende.
CCLXXXVI T e m o r a la deidad alzar los ojos L e i m p i d e ; ni vigor el infelice Tiene p a r a postrársele de hinojos. "¿ P o r qué t a n t o abatirse ?—ella le d i c e — Conoce todo el m u n d o tus arrojos, ¡ Desdichado m o r t a l ! y t e bendice. Sabemos que ganaste el Vellocino Y c u a n t o h a s padecido en el camino.
3i6
LIBRO IV
CCLXXXVII " H i j a s de Libia y ninfas tuelares Somos, y de este suelo semidiosas. ¡ Y t ú que desafiaste tantos mares L o s ojos levantar apenas o s a s ! j A r r i b a ! que os aguardan vuestros lares, V u e s t r a s m a d r e s y vastagos y esposas. ¿ P e n s á i s a Acaya r e t o r n a r sin lucha? Convoca a t u legión, y antes escucha:
CCLXXXVIII " Cuando del dios N e p t u n o los bridones V e á i s que y a Anfitrite desguarnece A la m a d r e volved los corazones,
que , a u n que vacía, v u e s t r a c u n a mece. L o s que ella os prodigó, preciosos dones
que en igual m o d o la paguéis merece, C a r g a n d o con esfuerzos y con m a
ñ a s A la
que o s h a abrigado e n sus e n t r a ñ a s . "
NINFAS Y VATES
3i
7
CCLXXXIX Dice, y desaparece; y todo el coro Se disipa fugaz de sus hermanas. "Deidades venerandas, yo os adoro •—Lanzando en derredor miradas vanas, Respóndele Jasón—; pero deploro Que vuestro augusto oráculo a profanasMentes es poco claro y descifrable. Lo acataré cuando a mis vates hable."
CCXC Convoca a la legión; y aunque rugidor más que de humana voz parece acento,. Es su grito marcial tan conocido, Que todos se congregan al momento. Así de su pastor el alarido Oye y atiende el dispersado armento, Así al león acude la leona Cuando el peligro su rugir pregona.
3i8
LIBRO I V
CCXCI N o lejos de la nave y sus enseres A sentarse a los proceres invita, entre ellos admitiendo a las mujeres, " A m i g o s , e s c u c h a d m e : la visita Divina que me honró, los pareceres — D i c e — d e todos a pedir m e excita. T e n d i d o reposaba, medio m u e r t o Y con mi m a n t o militar cubierto.
CCXCII " M a n o gentil sentí que, de repente, M e alzaba de los h o m b r o s el embozo, Y a tres Deidades m e encontré de frente. D e vírgenes sus rostros, sin rebozo, Brillaban; m a s del cuello vi pendiente Peplo de pieles de cabrito mozo, Cubriéndoles gracioso las espaldas Y delante cayendo como faldas.
ORÃCULO Y V I S I Ó N
3i9
CCXCIII " M e m a n d a r o n a l z a r ; y como bueno De vosotros luchar en cornpañía, Y de la m a d r e que os llevó en el seno P a g a r los beneficios a porfía A la h o r a que Anfitrite en el T i r r e n o E l c a r r o de N e p t u n o desuncía. N o t e m o confesarlo, francamente, N o comprende este oráculo mi mente.
CCXCIV Dijeron ser las ninfas semideas que sobre Libia colocó el destino. Conocen las hazañas giganteas
que nos dieron el á u r e o Vellocino, E l paso por las Rocas Cianeas D e Escila el dominado remolino... A l fin las ocultó — t i e m p o n o tuve D e v e r l o — negra niebla o blanca n u b e . "
Ì20
LIBRO I V
CCXCV Del auditorio el estupor exalta V e r en el mar fenomenal p o r t e n t o : Corcel enorme, cuyo cuello esmalta D o r a d a crin, del h ú m e d o elemento Sale, sacude el agua, a t i e r r a salta, Y echa a c o r r e r m á s rápido que el viento. Llenó de gozo su veloz c a r r e r a A Peleo, que habló de esta m a n e r a :
CCXCVI
"Desenganchado el carro de Neptuno Ha sido ya por mano de Anfitrite. Es el
que veis de sus corceles uno Que su excursión de mar a mar repite. Sendero no
hallará más oportuno La nave a flote quien sacar medite. Ella, cual madre, nos llevó en su vientre, Hoy, en sus hijos, salvación encuentre.
LA NAVE A CUESTAS
321
CCXCVII " La nave c a r g a r e m o s en los hombros, Así i n t e r p r e t o del Destino el fallo. Si n o que r e m o s reducirla a escombros O t r a m a n e r a d e salvarla n o hallo. que a nadie cause nuestra empresa asombros. H i j o s d e dioses somos. Del caballo E n el desierto n o s g u i a r á n las huellas, Y desde el alto cielo las estrellas."
CCXCVIII ¡ O h musa s , mis eternas p r o t e c t o r a s ! L o que voy a n a r r a r es vuestro cuento. Con su relato, en mis primeras h o r a s Y a m e arrullaba el maternal acento. V u e s t r o m i n i s t r o soy, sois mis
señoras, E s tradición veraz, n o v a n o invento. ¡ O h ninfas de Pieria sacrosanta! L o que m e sugerís mi lira canta.
20
3»2
LIBRO IV
CCXCIX ¡ H i j o s de R e y e s ! Gracias a la augusta S a n g r e de dioses que arde en v u e s t r a s v e n a s . La espalda v u e s t r a soportó robusta La nave con s u s mástiles y entenas Y cargamento. Referir me asusta V u e s t r o viaje a través de las arenas Del desierto de Libia. ¡Doce días, Doce noches d e angustias y a g o n í a s !
CCC ¡ C u á n t a distancia con la nave a cuestas, A n d a n d o sin cesar siempre adelante Sin reposar en las ardientes siestas, Sin descansar de noche ni u n instante !
La inextinguible sed y las molestas H a m b r e s exigen sobrehumano aguante. Y e n el T r i t o n i o
La g o , ¡ q u é finura R e q u i e r e la segunda b o t a d u r a !
LAS HESPÉRIDES
3a3
CCCI A flote está la nave. Cual j a u r í a D e galgos, que al arroyo jadeante Lleva la sed t r a s larga cacería La Cohorte de proceres, e r r a n t e Busca algún manantial. S u s pasos guía Propicio N u m e n al j a r d í n de Atlante, D o n d e ayer mismo, de m a t a r acaba Hércules al dragón que la g u a r d a b a .
CCCII A ú n la cola mueve la serpiente, que yace cabe u n t r o n c o d e m a n z a n o . E m p o n z o
ñ a d a flecha hirió su frente E n que de Alcides destiló la m a n o H i é l d e la H i d r a d e L e r n a pestilente, T a l fuerza tiene su veneno insano
que , con el simple olor, entre las roscas Del difunto d r a g ó n m u e r e n las moscas.
324
LIBRO IV
CCCIII E s el vergel de las m a n z a n a s de oro D e la esposa de Júpiter divino D o t e , y de las H e s p é r i d e s tesoro que el semidiós a arrebatarles vino, D e sus pupilas el amargo lloro E n j u g a n con el brazo alabastrino Y Cuando de hombres la presencia advierten La s t r e s en polvo y t i e r r a se convierten.
CCCIV T a l í m p e t u a los proceres consterna, menos a O r f e o , vastago de Eagro ,
que de su m e n t e con la luz interna P e n e t r a lo p r o f u n d o del milagro. Con los demás, devoto, se p r o s t e r n a A su n o m b r e e x c l a m a n d o : " Y o os consagro M i admiración. D e este vergel delicias, Q u i e n q u i e r a
que seáis, sednos propicias.
PLEGARIA D E ORFEO
3*5
CCCV " Y a en el cielo imperéis; ya de los mares Deidades o s aclamen, o del suelo E n que vagamos, ninfas t u t e l a r e s : Dejadnos veros sin t e r r e s t r e velo, Y entre vuestros dorados m a n z a n a r e s hace d brotar u n manantial de hielo, O en las cercanas rocas u n a fuente E n que apaguemos nuestra sed ardiente.
CCCVI " S i nos llevan los Númenes s u p r e m o s D e nuestra Acaya a las riberas caras, Libaciones sin cuento ofreceremos D o n e s y sacrificios en las a r a s , D e las que de la Libia en los e x t r e m o s H i j a s del grande Océano preclaras M o s t r
á r o n s e , salvándonos la vida P o r el h a m b r e y la sed casi p e r d i d a . "
326
LIBRO I V
CCCVII Las mueve a compasión la flébil nota, T i e n d e n alfombra d e m e n u d a g r a m a , S ú r c u l o triple de la t i e r r a brota, Sale de cada cual hojosa r a m a , T ó r n a s e t r o n c o ; la corteza r o t a B r a z o s frondosos p o r doquier d e r r a m a , E r e t e i d a en olmo, H é s p e r a e n fuerte à l a m o y E g l a en sauce se convierte.
CCCVIII A u n n o h a llegado el fin de los p o r t e n t o s , A cada t r o n c o a s o m a rediviva, C o n su e s t a t u r a propia y lineamentos
La f o r m a de su ninfa respectiva. A n o m b r e de las tres, dulces acentos P r e s t a a sus labios E g l a compasiva D i c i
é n d o l e s : " E l cielo que os protege, H o y n o temáis' que de a m p a r a r o s deje.
FUENTE MILAÃœROSA
З27
CCCIX " A y e r lleg ó u n g ig ante a n u e s t r o h u e r t o D e torvos ojos y m i r a r sañudo. D e monstruoso león iba cubierto D e s d e los hombros, con el c u e r o c r u d o . A pie en s u viaje atravesó el desierto Llevando a cuestas, de acebuche r u d o que esg rimía feroz, e n o r m e clava Y de e m p l u m a d a s flechas tosca aljaba.
CCCX " D e m a t a r al d r a g ó n t r a s la fatig a, que lo h a de c o n f o r t a r en v a n o p i e n s a Con u n a
á n f o r a d e agua m a n o a m i g a Después d e tanto' robo y t a n t a ofensa. Sale a a p a g a r el fueg o
que lo hostig a Y alg ún N u m e n , quizás en recompensa D e o t r o s hechos, propicio lo coloca ^ „to al T r i t o n i o lag o, e n u n a roca.
3a8
LIBRO IV
CCCXI " C o n la p u n t a del pie la roca hiende Y b r o t a u n manantial con fuerza tanta, que , a guisa d e cuadrúpedo, se tiende Y bebe hasta que el agua lo a t r a g a n t a . " A l g r a t o aviso la legión atier J e . Siguen las huellas d e la hercúlea p l a n t a Y a plenas fauces beben del venero C o m o h o r m i g a s en t o r n o al h o r m i g u e r o .
CCCXII Escurriéndole el agua de la boca, U n o , el mayor de sus amigos viejos, A s
í el recuerdo de Hércules evoca: " V e d cómo n o s a y u d a desde lejos, Desagraviarle a cuantos le a m a n toca Y pedirle su a y u d a y sus consejos. A y e r salió: p o r rápido
que avance N o nos serán difícil darle alcance."
EN BUSCA D E HÉRCULES
CCCXIII Destácanse a explorar los m á s capaces. D e Bóreas los perínclitos Gemelos S u s r a u d a s alas desplegando audaces E m p r e n d e n p o r el aire osados vuelos. Siguen p o r t i e r r a a los hermanos Traces, Linceo, cuya vista hasta los cielos Llega y el O r c o lóbrego conoce, Y E u f e m o el a n d a r í n d e pie veloce.
CCCXIV S e les a ñ a d e u n q u i n t o : el pobre Cantho. L o e m p u j a el H a d o , m
á s
que su coraje O que su fraternal cariño santo P o r Polifemo, al desastroso viaje. P e n s
ó la historia averiguar d e cuanto Aconteció al p e r d i d o personaje. U n a Ciudad fundó
éste p a r a el Miso Y p o r t i e r r a alcanzar al Argo quiso.
33o
LIBRO IV
cccxv
N o lo p u d o lograr. E n m o r t u o r i o T ú m u l o yace a orillas del E u x i n o Del Cálibe en el d u r o territorio. Linceo p r o n t o a confirmarle vino. D e s d e su improvisado observatorio D e J
ú p i t e r al V a s t a g o divino L e j o s m i r ó sin compañía alguna Confuso, cual se v e la nueva luna.
CCCXVI N u m e n adverso lo ocultó a su vista E u f e m o , y los dos héroes voladores S e g u i r n o p u e d e n a H
é r c u l e s la pista. ¡ O h , C a n t h o ! E n ti la P a r c a los rigores F u n e s t a descargó. V e r t e contrista M o r i r sin gloria a m a n o s d e pastores. A g u d a piedra hiere al Argonauta
que d e u n a oveja sin valor se incauta.
MUERTE D E CANTHO Y MOPSO
33 1
CCCXVII N o era de humilde ni de imbele raza C a f a u r o el matador. Nieto d e Febo hasta M i n o s también su origen traza, Y es de dos N i n f a s , Líbico r e n u e v o . . . L o s irritados Minios le dan caza. T e n d i d o queda el montaraz mancebo, Y el que ceder n o quiso ni u n a oveja T o d o el rebaño al enemigo deja.
CCCXVIII A C a n t h o d a n honrosa s e p u l t u r a ; P e r o antes que aquel sol llegue a su ocasoH i e r e a los Minios nueva d e s v e n t u r a : A lejana excursión en campo raso E l adivino M o p s o se aventura. Serpiente colosal halla a su paso
que , evitando el calor de mediodía, A la sombra pacífica dormía.
332
LIBRO IV
CCCXIX N o es animal de instintos agresivos que sin que la provoquen acometa N i a viajeros, de suyo inofensivos S i se echan a correr, persiga inquieta; M a s cuando de sus dientes incisivos S u s venenos letíferos espeta, Q u i e n a excitar su cólera se atreve, H a l l a el camino del Infierno breve.
CCCXX D e aquella lengua el más ligero roce -Causa m o r t a l herida. P e a n mismo — M
é d i c o de los.dioses—no conoce A n t í d o t o que libre del abismo
La testa de M e d u s a , que veloce P o r los aires condujo el heroísmo D e P e r s e o , dejó d e sangre tibia •Caer algunas gotas sobre Libia.
AGONÃA D E MOPSO
333
CCCXXI F u é g e r m e n de mortíferas serpientes Aquella sangre. El Vastago de A m p i c o E n la que está a sus pies no p a r a mientes Y le pisa la espina. A b r e el hocico E l m o n s t r u o ; se retuerce, y con los dientes' L e a b r e en el calcañar u n tajo oblico, Y el v i r u s en la herida le inocula, que p o r las venas rápido circula.
CCCXXII H u y e n Medeay la gentil caterva La sangre que le b r o t a de hilo en hilo, M a s sin dolor, el m o r i b u n d o observa, Y que se acerca el fin m i r a tranquilo
La atroz ponzoña su vigor enerva, Se aguza m á s de s u nariz el filo E l cuerpo todo lánguido resbala Y el
último suspiro p r o n t o exhala.
334
LIBRO IV
CCCXXIII ¡ Adivino infeliz! ¿ De qué su ciencia L e ha venido a servir? ¿ D e qué, su t i n o ? 'Salió de Grecia ya con la evidencia D e que en Libia m o r i r era su sino. Q u i e n de las aves conoció la ciencia, ¿ Cómo n o escapa de u n reptil dañino ? Cuando la muerte su g u a d a ñ a vibra, N i arte, ni fuerza, ni valor nos libra.
CCCXXIV El veneno y el sol, la sepultura O b l i g a n a cavarle sin t a r d a n z a P o r
que el cadáver ya se desfigura. P o n e n encima el t ú m u l o de usanza, Y en derredor, luciendo la armadura ,
Tres veces dan la vuelta de ordenanza. E n t a n t o las mujeres, plañideras, . S e mesan las d o r a d a s cabelleras.
BUSCANDO
SALIDA
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CCCXXV E s h o r a y a de aparejar la nave, A izar la vela el Céfiro convida; ¿ P e r o la p u e r t a del canal quién sabe que del lago a la mar presta salida ? D e los demás p o r la estrechez n o cabe Y v a d e u n lado al o t r o distraída, A diestra y a siniestra, como loca B u s c a n d o salvación de boca en boca.
CCCXXVI A víbora semeja, que en la sierra D e los rayos del sol buscando abrigo Silba, se a r r a s t r a , se enfurece y y e r r a hasta que encuentra n a t u r a l postigo E n la m o n t a
ñ a que á r i d a la encierra. P o r donde sale a su rincón amigo Chispas d e fuego lanza d e los ojos Y el Sol esmalta sus matices rojos.
336
LIBRO IV
CCCXXVII A s í vacila el Argo, hasta que O r f e o M a n d a sacar la trípode preciosa D e Apolo, y ofrecerla cual t r o f e o A los Dioses d e Libia la arenosa. A l b u e n T r i t ó n aplaca el don Febeo que de doncel bajo la f o r m a hermosa S e les presenta, y u n t e r r ó n a r r a n c a Diciéndoles con voz sonora y f r a n c a :
CCCXXVIII " T o m a d l o : este es mi don hospitalario, P r e n d a d e paz y d e amistad sincera A l que viene a mi reino solitario; M a s si salir quisiereis mar afuera, Y o os m o s t r a r
é de hacerlo el modo vario. E l dios N e p t u n o , que en el mar impera, M i p a d r e fué, y Eurípilo es mi nombre, Si soy p e r i t o en mares n o os asombre.
REGALO D E TRITÓN
337
CCCXXIX Avanza, y el t e r r ó n recibe E u f e m o , Y así le d i c e : " D e la mar de M i n o s Y la t i e r r a de Pélope, el s u p r e m o H a d o nos t r a j o , y la tormenta. Dinos Si p o d r e m o s sacar a vela o r e m o La nave, hasta los mares convecinos. E n hombros, a través del continente, La trajimos, s i n luz que nos o r i e n t e . "
CCCXXX Respóndele T r i t ó n : " ¿ entre l a b r u m a D o s escolleras veis en lontananza
que h a c e brillar la blanquecina e s p u m a ? E s la boca del lago. Desconfianza N o os cause s u estrecheza, p o r
que suma P r o f u n d i d a d y g r a n calado alcanza. Y a fuera, el a n c h o mar os d a r
á acceso A Creta y al feraz Peloponeso.
31
LIBRO IV
CCCXXXI
" V i r a r é i s a estribor, la m a r e j a d a que os e m p u j a a alta mar aprovechando Y seguiréis la costa, si orientada La. notáis hacia el N o r t e ; pero Cuando P o r otros rumbos la miréis desviada, Dejadla, y evitado u n cabo pando Muy p e l i g r o s o ; p e r o siempre avante Y siempre a la derecha, id adelante.
CCCXXXII " V u e s t r o s trabajos aceptad con gozo, que donde hay juventud, hay alegría. A d i
ó s . " T e r m i n a así el gallardo mozo, Y la legión, que y a z a r p a r ansia, T o r n a a embarcar henchida de alborozo. [Tritón penetra en t a n t o en la bahía A r m a d o con la trípode de Febo, Y se le ve desparecer de n u e v o .
SACRIFICIO A TRITÓN
339
CCCXXXIII Contenta a la legión su vista deja, Conoce que aquel don lo h a r á propicio Y a Esónides u n á n i m e aconseja que , en gratitud p o r t a n t o beneficio, I n m o l e al N u m e n la mejor oveja Rogándole que acepte el sacrificio. La víctima el Caudillo sacrifica, Y con esta oración la santifica:
CCCXXXIV " E s c ú c h a n o s , oh Dios, quienquier que seas, Y a te llamen T r i t
ó n , del mar p o r t e n t o , Del piélago las bellas semideas, Y a Forcis o N e r e o ; t
ú que aliento N o s diste entre las Líbicas m a r e a s E n donde tienes t u
imperial asiento Concede que la p a t r i a al fin salude A esta legión que a t u socorro a c u d e . "
340
LIBRO I V
CCCXXXV Diciendo! así, la víctima expiatoria E s ó n i d e s degüella, y e n el seno La sepulta del mar , propiciatoria. D e sus profundidades, sin ajeno Disfraz, T r i t ó n a u g u s t o , d e su gloria E n t o d o el esplendor, surge sereno. S u cuerpo, d e cintura p a r a arriba, R e p r e s e n t a de u n dios la imagen v i v a ;
CCCXXXVI E l resto es de u n enorme ballenato, Claro el color, elástica la e s p i n a ; D e la naciente l u n a fiel r e t r a t o ,
La c a u d a en semicírculo termina D e la p a l m e r a el movimiento g r a t o A sus aletas da, Cuando c a m i n a : D e p r o a a p o p a lanza u n a m i r a d a , Y al lado de estribor airoso nada.
TRITÓN LLEVA EL ARGO
CCCXXXVII Cual domador, que el potro predilecto E n el circo ejercita a la c a r r e r a M a r c h a a su lado, e n ademán perfecto, Y y a se le adelanta, ya lo espera, L o azota, o lo acaricia c o n afecto Y p o r la crin lo aferra, d e m a n e r a que sin sentir la m a n o que lo rige La pista y paso que conviene, elige.
CCCXXXVIII Así T r i t ó n , asido de la quilla Con la siniestra m a n o lleva el Argo. Y a , previsor, la aleja de la orilla; Y a d e la costa empújala a lo largo M i e n t r a s en alta mar el sol n o brilla Cumple d e guiarla s u glorioso c a r g o P e r o , n o bien d e l a l a g u n a e m e r g e E l Dios inadvertido, se sumerge.
342
LIBRO I V
CCCXXXIX Detiénense los n a u t a s en u n puerto que n o m b r a n Argo; y rústicos altares A T r i t ó n y N a p t u n o de concierto E r i g e n p o r sus gracias singulares. S i g u e n d e p r o n t o el litoral desierto, M a s Cuando empienzan a rizar los mares La s g r a t a s brisas del ansiado N o t o , rumbo al N o r t e b o g a r m a n d a el piloto.
CCCXL E l viento infla la vela t o d o el d í a ; P e r o al a t a r d e c e r desaparece, L o s obliga a r e m a r la noche fría, Y con el n u e v o sol la calma crece. E n t i e r r a al l a b r a d o r la h o r a t a r d
í a L e b r i n d a con el sueño que merece, P a r a los h é r o e s n o h a y reposo blando, Y otra noche, y a u n m
á s , siguen r e m a n d o .
EL GIGANTE TALO
3 J
4
CCCXLI E n Cárpato, p o r fin, el Argo toca, Isla del peregrino poco a m a n t e que a la p u e r t a d e Creta la coloca. Sigue su ruta. Obsérvala el giganta T a l o feroz desde elevada roca E n que suele acechar al navegante, Y a r r o j a n d o al bajel piedra t r a s p i e d r a A la infeliz tripulación a r r e d r a .
CCCXLII U l t i m o semidiós superviviente E s T a l o de la r a z a primitiva
que de fresno y de bronce j u n t a m e n t e P r o d u j o de la t i e r r a la inventiva. Cuando a E u r o p a gentil del continente T r a j o de J o v e la
pasión t a n viva, confía al gigante la misión odiosa D e custodiar a C r e t a y a su esposa.
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LIBRO I V
CCCXLIII Como de bronce, es t o d o invulnerable S u c u e r p o colosal, salvo u n a vena Cabe el tendón del calcañar, que dable A cualquiera es m i r a r , de sangre llena. A f r o n t a r a u n j a y á n t a n formidable N o es fácil, y resuélvense con p e n a A alejarse, en ayunas y sedientos, Cuando Medeales infunde alientos.
CCCXLIV " E s c u c h a d m e : E n vosotros es locuirai — L e s d i c e — ; p e r o que es de mi resorte L u c h a r con el j a y
á n se m e figura; A u n
que de semidiós sea su p o r t e Y d e b r o n c e o de hierro su estructura, D e j a d m e o b r a r ; p e r o antes la Cohorte P o n g a la nave fuera del alcance D e las piedras o flechas que nos l a n c e . "
MEDEA CONTRA TALO
3
4
5
CCCXLV F u e r a de tiro, y en lugar seguro C o n t r a t o d a agresión puesta la quilla, C o n g r a n curiosidad ven el conjuro. A p o y a d a en Jasóra, p o r la escotilla S e presenta Medea: E l peplo obscuro, D e p ú r p u r a encendida es su mantilla. D e banco en banco va con lento salto Y sube de la p o p a a lo m á s alto.
CCCXLVI Con aire misterioso, hacia la p e ñ a E n donde está el j a y á n la mano extiende. A l t e r n o de las P a r c a s , que d o m e
ñ a E l éter, y a poblar el O r c o atiende E n irritar con cánticos se empeña
Tres veces, y otras tres los brazos tiende E n oración, m i r a d a centellante
La n z a n d o c o m o r a y o hacia el gigante.
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LIBRO I V
CCCXLVII ¡ O h , Júpiter ; oh, P a d r e o m n i p o t e n t e ! T u fuerza irresistible m e anonada. N o h a s menester de m o r b o pestilente N i de flecha veloz ni a g u d a espada P a r a d o m a r al que r e t a r t e intente. A s í de la hechicera la m i r a d a L o s ojos del terrígena fascina D e r r i t e el bronce, y el vigor fulmina.
CCCXLVIII M i e n t r a s p a r a cegar el ancho puerto P e ñ a s c o e
n o r m e en a r r a n c a r se goza, A que l t e n d ó n d e suave piel
cubierto U n a p u n t a al caer ligera roza, Y a u n que orificio breve deja
abierto, La única a r t e r i a que es vital destroza, E l d e s a n g r a d o calcañar f l a
que a : M á s bien que sangre es plomo el que g o t e a .
MUERTE DEL GIGANTE
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CCCXLIX N o alcanza a veces a t r o n c h a r el p i n a P o r la raíz el leñador cansado, Y lo sostiene, a u n que sutil y fino, E l pie del tronco a medias cercenado. P e r o a la media noche, el torbellino L o hace balancear de lado a l a d o Tendiéndolo p o r fin en la floresta Desde la base a la copuda cresta.
CCCL A s í el jayán, vencido d e la maga P o r las imprecaciones y conjuros, Sutil veneno sin saberlo traga. S u cuerpo d e metal, los mal seguros Pies n o s o s t i e n e n . y a : la luz se a p a g a D e sus ojos, y cae a n t e los m u r o s D e aquella Creta
que g u a r d a r no sabeF r e n t e al cadáver ancoró la nave.
3 8
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LIBRO I V
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CCCLI L o s héroes desembarcan. Sin demora E m p i e z a n a erigir templo votivo A Minerva, a quien dan cual protectora D e M i n o i d e el glorioso apelativo E n la fuente su sed d e v o r a d o r a A p a g a n ; y soplando viento vivo Q u i e r e n aprovecharlo. Está¡ y a lista La nave, d e agua y víveres provista,
CCCLII L e v a n el ancla. N o c h e de a m a r g u r a E n los Créticos mares les aguarda. A esconderse la luna se apresura,
La estrella matinal s u luz r e t a r d a ; E s t a n impenetrable la espesura D e la niebla, que al práctico acobarda •Que del I n f i e r n o b r o t a le parece, Y que en la Estigia su bajel se mece.
APARICIÓN D E FEBO
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4 9
CCCLIII Noche de perdición. Así la historia E s a s h o r a s de angustias apellida E n que, valor, aspiraciones, gloria, P a t r i a y a m o r el Argonauta olvida. La fuerza del timón juzga ilusoria, La milagrosa quilla ve p e r d i d a : Sólo Jasón, a u n que s u faz i n u n d a E l llanto, en Febo su esperanza funda.
CCCLIV T i e n d e n los brazos, y solemne voto Ofrece a su deidad de ir en p e r s o n a Y enriquecer sin límites ni coto L o s santuarios de Amicla y de P i t o n a Y el que e n Délos alzó, pueblo devoto. L o o y e e n el cielo el H i j o d e
La t o n a , Baja, y e s t a m p a sus divinas p l a n t a s E n u n o d e los picos d e M e l a n t a s .
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LIBRO I V
CCCLV E l alto N u m e n yérguese sublime Del alto monte en la elevada cumbre Y el arco de oro que su diestra esgrime D e r r a m a en d e r r e d o r t a n viva lumbre que r o m p e el velo que la mar oprime, E isla desconocida su vislumbre Revela d e Jasón a las m i r a d a s Del g r u p o de las Islas E s p o r a d a s .
CCCLVI D e n u e v a a u r o r a el r e t a r d a d o brillo Al Argo ve de la
í n s u l a desierta Anclada en el pequeño puertecillo. L e d a n el n o m b r e de Isla descubierta, Y a Apolo al dedicar templo sencillo, R
ú s t i c o a l t a r e improvisada huerta, De Apolo irradiador el nombre nuevo Dan al
que los salvó, r a d i a n t e Febo.
SACRIFICIO RÚSTICO
35i
CCCLVII Con, víctimas raquíticas, con ara P o b r e y con los escasos elementos que u n a playa desierta les d e p a r a A Apolo propiciar son sus intentos. Con extrañeza ven fiesta tan rara La s doncellas, que allá en los opulentos Alcázares y templos de sus Reyes Vieron siempre inmolar hermosos bueyes.
CCCLVHI Cuando con libaciones de agua pura V e que se a p a g a n los rituales fuegos, P i e r d e el cortejo t o d a su apostura. A su risa sardónica, los Griegos Contestan con irónica finura Y se establecen literarios juegos
que d u r a n hasta la época presente A l celebrar al N u m e n refulgente.
352
LIBRO I V
CCCLIX A m a i n a el temporal. A m a r r a s c o r t a E l Argo, y va a zarpar, cuando alza el r e m o Y sobre el banco, a la legión absorta, N a r r a este sueño el a n d a r í n E u f e m o : A l dios M e r c u r i o v e n e r a r le importa, Mensajero de Júpiter Supremo Y m a n t e n e r s e e n la Isla descubierta P a r a cumplir s u s órdenes alerta.
CCCLX S o ñ ó que del t e r r ó n , que en la l a g u n a T r i t o n i a h a poco t i e m p o recibía, M a n a b a leche dulce,
que e n la c u n a A vastagos
innúmeros n u t r í a : Después, a u n que pequeño, la F o r t u n a E n virgen colosal lo convertía. E l andarín, al verla t a n hermosa, S i n vacilar la declaró s u esposa.
SUEÑO D E EUFEMO
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CCCLXI " T u y a n o pinedo ser —ella le dice—. T r i t ó n y Libia son mis genitores, de tus hijos nací p a r a nutrice. D e A p o l o esplendoroso a los fulgores Descubrirás u n a ínsula felice. Con las Nereidas, Cuando en ella mores, É c h a m e al mar ; que surgiré flotante Y n u t r i r é a t u s pósteros a m a n t e . "
CCCLXII E s t o s recuerdos a Jasón sujeta. Esónides, que atento los escucha, Con espíritu clama de p r o f e t a : " A m i g o : alaba a
Júpiter. E s mucha
La gloria que el Destino te decreta Y grande el g a l a r d ó n de t a n t a lucha. P r o n t o verás d e t i e r r a ese p u
ñ a d o E n isla p o r los Dioses t r a n s f o r m a d o . 22
354
LIBRO I V
CCCLXIII " Ella será la patria y g r a t o centro D e la "progenie que de sí descienda. Cuando bogaba nuestra nave dentro D e la palude, bajo humana venda Tritón, no otra deidad, salió a tu) encuentro Y te donó la hospitalaria p r e n d a , que volverán los Númenes con creces Si arrojándola al mar los obedeces."
CCCLXIV Jasón así de Febo los arcanos L l a m a n d o a su memoria, vaticina Responde, y n o con cumplimientos vanos E u f e m o : a los oráculos se inclina Y el sagrado t e r r
ó n con ambas manos S u m e r g e en la fecunda onda marina. D e su seno brotó la
que hoy existe Con el nombre de Thera, isla Caliste.
CERTAMEN EN EGINA
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CCCLXV Cumplióse la Apolínea profecía Muchos años después. Lacedemonia A los nietos de E u f e m o recibía Cuando el T i r r e n o que llegó de A u s o n i a E n L e m n o s vencedor se establecía. T h e r o llevó de E s p a r t a otra colonia A Caliste g e n t i l ; su propio n o m b r e Dándole y población y alto renombre.
CCCLXVI Y a nada les detiene. Con violencia A toda vela llegan hasta Egina. Anclar los hace de agua la c a r e n c i a ; L o s convida a z a r p a r la ventolina Y e n t r a n en provechosa competencia G a n a n d o quien
más linfa cristalina Lleve a t o d o correr hasta la nave Y quien m á s p r o n t o s u faena acabe.
356
LIBRO IV
CCCLXVII E s t e el origen fué de los anuales J u e g o s de M i r m i d o n e s Eginetas, E n que, desde los claros manantiales D e la arenosa playa hasta las m e t a s V a n a t o d o correr, de aguas lústrales L l e v a n d o en hombros ánforas r e p l e t a s . A u n que p r i m e r o llegue, si u n a g o t a D e r r a m a alguno, cierta es su derrota.
CCCLXVIII Y aquí, oh Falange de héroes escogida,. R a z a d e dioses, vastagos del cielo, D e j a d que de vosotros m e despida. P o r doquier os siguió mi osado vuelo, Y al r e g r e s a r al p u n t o d e p a r t i d a
que este mi canto, de año en año, anhelo' S u e n e m á s dulce, y el glorioso viaje Eternice, a la p a r que mi homenaje,
F I N D E LA EXPEDICIÓN
35
7
CCCLXIX T r a b a j o s , aventuras, tempestades, Y a n o os aguardan al salir de E g i n a , Y gracias al favor de las Deidades Vais costeando el Ãtica vecina. Dejáis atrás las
ínclitas ciudades D e E u b e a y de Locris O p u n t i n a : A b r e sus brazos la natal P a g a s a . 4 H
é r o e s , a d i ó s ! Y a estáis en v u e s t r a casa.
F I N DEL CUARTO Y ÚLTIMO LIBRO
I N D I C E DEL T O M O
SEGUNDO
PÃGS.
Introducción al tomo II Clave alfabética DIBRO TERCERO Sumario del libro III Invocación a Erato Juno y Minerva Visita a Venus Las tres Diosas Venus y Cupido: Vuelo de Cupido , Discurso de Jasón Cementerio de Circe Palacio de Etas Medea > Etas Flecha de Cupido En el palacio de Etas Narración de Argos Réplica del Rey Respuesta de Jasón
5 15
21 23 25 27 219 37 4 43 47 49 5 53 55 57 59 65 67
1 1
36o
ÃNDICE
PÃCS.
Condiciones de Etas Acepta Jasón Impresiones de Medea Respuesta de Argos Regreso a la nave Ofrecimiento de Peleo Arenga de Argos Portento y vaticinio Furores de Idas Amenazas del Rey Sueño de Medea Soliloquio de Medea Penas de Medea Las dos hermanas Medea y Calcíopa Calcíopa y Medea Remordimientos Vacilaciones Desesperación Recuerdos Tocador de Medea Ungüento de Prometeo Camino del Templo En el Templo de Hécate Ave agorera Medea en el Templo Jasón y Medea Separación Celos de Idas Dientes del Dragón Sacrificio a Hécate Etas armado
69 71 73 75 77 ¡79 81 83 85 87 9 93 95 97 99 101 3 5 10,7 9 i" "3 "5 "9
1 I 0 I 0 I 0 1 2 1
• ••
3 5 *43 l 4S l 47 49 S
I 2 I 2 r I I
ÃNDICE
361
PÃGS.
Armas encantadas El combate Los toros de bronce Arando Siembra Terrígenas. Matanza de Terrígenas LIBRO CUARTO Sumario del libro IV Invocación a la Musa Despedida de Medea Partida de Medea Soliloquio de la Luna Medea dolorida. Juramento de Jasón Embarca Medea.. El Vellocino de Oro Pánico El dragón adormecido Robo del Vellocino : El Vellocino a bordo, Fuga del Argo.. Persecución Navegación del Argo Nuevo derrotero..... Conquistas de Sesostris Datos geográficos Bocas del Danubio En el Adriático.. Tratado de paz....¡
153 155 157 159 161 163 165
171 173 175 177 179 181 183 185) 187 189 191 193 195 197 199 201 203 205 207 209 211 213
36a
ÃNDICE
PÃGS.
Quejas de Medea Imprecaciones Asechanzas Pérfidos regalos Traiciones de amor Mutuas traiciones Asesinato de Absirto Matanza de Colquios Retirada Bocas del Po Colonia Feacia Por las Islas Habla la quilla Muerte de Faetonte Llanto de las Helíades El Ródano y el Rhin Isla de Circe Circe Absolución de Circe Confesión Expulsión de Medea Embajada de Iris Juno y Tetis Bodas de Tetis Vuelo de Tetis Tetis y Peleo Zarpa el Argo Las Sirenas. Escila y Caribdis Las Nereidas Salvamento Ganado del Sol
215 217 21 j 221 223 225 227 229 231 233 235 237 239 241 243 245 247 249 251 253 255 257 259 261 265 ' 267 269 271 273 275 277 279
ÃNDICE
3*53
PÃGS.
La Isla Drepana Colquios y Griegos Medea y la Reina Medea y los Griegos Noche insomne La Reina El Rey Alcinóo Preparativos de bodas Ninfas y Nautas Solemnes bodas Regalos de bodas Sentencia del Rey Partida y regalos En las Sirtes de Libia Desolación '. Renuncia de Anceo Noche amarga Las Ninfas de Libia Ninfas y Vates..., Oráculo y Visión La Nave a cuestas Plegaria de Orfeo Fuente milagrosa En busca de Hércules Muerte de Cautho y Mopso Agonía de Mopso Buscando salida Regalo de Tritón Sacrificio a Tritón Tritón lleva el Argo El gigante Talo Medea contra Talo
281 283 285 287 289 291 293 295 297 299 301 303 305. 307 309 311 313 315 317 319 321 325 327 329 331 333 335 337 339 341 343 345,
364
ÃNDBCE
PÃGS.
Muerte del Gigante Aparición de Febo Sacrificio rústico Sueño de Eufemo Certamen de Egina Fin de la Expedición
FIN DEL ÃNDICE
347 349 351 353 355 357
FE D E
LIBRO
ERRATAS
TERCERO
Léase: Octava 33, verso 4 . :
0
Cauda de luz siguiendo va su huella. Octava 87, verso 6.°: Y con el tono fácil y facundo Octava 274, verso 6.°: Cual huracán que entre las velas zumba.. Octava 289, verso 7 . :
0
Desbordan de la sangre los raudales